Está en la página 1de 2

1. Síntesis del texto.

Reconstruye el argumento mediante el que Nietzsche concluye que "al eli minar el mundo verdadero
eliminamos también el aparente".
El capítulo que nos disponemos a comentar es una apretada historia de la filosofía narrada con el pro vocador estilo metafórico que
caracteriza la escritura de Nietzsche. Aunque el autor sigue en su exposición un orden cronológico que va desde la filosofía platónica
hasta la propia filosofía nietzscheana, su propósito no es analizar la historia de la filosofía de forma unidireccional, sobre todo
teniendo en cuenta que para él dicha historia del pensamiento y de la cultura occidental está basada en un profundo error: la
construcción de un mundo metafísico seguro y estable, tomado como real, frente al cual se sitúa un mundo aparente.
La primera parada de este tren que recorre un itinerario erróneo es la filosofía platónica. El padre fundador de esa "Idea" con
mayúsculas, que representa el fundamento último de la realidad, es Platón. La "Idea" es la realidad misma, el modelo auténtico, y
todo lo demás no es otra cosa que una mera copia. Platón inicia la historia de este error: la distinción entre mundo verdadero y
mundo aparente. En el mundo verdadero habitan el sabio, el piadoso y el virtuoso: espíritus puros poseedores de la verdad y del bien
en sí. De esta forma, Platón inicia un camino de alejamiento de la realidad y de los impulsos e instintos en que se fundamenta la polis.
En un segundo momento histórico, que corresponde al cristianismo, la "Idea" se vuelve más sutil, pero no por ello menos
engañosa. El mundo verdadero se sitúa en la otra vida, en el cielo, y aunque todavía es inasequible, es el objeto de la promesa del
sabio, del piadoso y del virtuoso como premio a una vida de sacrificio y penitencia. El cristianismo consuma este movimiento
introspectivo socrático del conocimiento de sí mismo al llevar a cabo una descalificación de las pasiones, al invertir los valores y
hacer pecaminosos los instintos. El modelo de hombre a seguir es el de los ascetas y los sacerdotes.
El siguiente estadio de esta errónea distinción entre mundo verdadero y aparente es la filosofía kantiana. Con Kant, la razón
infinita y absoluta no es alcanzable con las limitadas y finitas capacidades humanas. Por todo ello, el mundo verdadero ya no será
asequible y demostrable de manera absoluta. Los límites de este mundo verdadero se sitúan en la experiencia. La idea verdadera y
absoluta (ideas de la razón) no puede ser conocida, pero sí pensada como un postulado de la razón práctica que sirve de consuelo
metafísico, pasando a convertirse en fundamento de un imperativo moral y una obligación (deber) que regirá la acción práctica del
hombre. Para Nietzsche, en este estadio de la filosofía vestimos el mismo santo con diferente atuendo, es decir, esta dialéctica de
lo verdadero y lo aparente se mantiene con cierto escepticismo y se sublima a través del imperativo moral.
En un cuarto momento histórico, el positivismo filosófico declara la imposibilidad de alcanzar un mundo verdadero que al mismo
tiempo es desconocido. Nietzsche considera que es la primera crisis o bostezo de la razón. El positivismo, aunque se presente como
antimetafísico es también metafísico: la ciencia y la verdad se reducen a la materia y a los hechos positivos, respectivamente, como
fundamentos últimos de la realidad.
Finalmente, "el mundo verdadero" y la "Idea" son eliminados y refutados por Nietzsche y, con ello, el nihilismo que ha impregnado
toda la cultura occidental. Para nuestro autor, la filosofía occidental, basada en este dualismo metafísico, es una mentira que debe
eliminarse y pasar a la historia. Este movimiento de alegría y de jovialidad, de afirmación de las cosas sin racionalizarlas, es un
impulso afirmativo del valor de la vida que llama voluntad de poder. Es necesario decir sí a la existencia, afirmarla dionisíacamente
tal y como es, es decir, con todo su horror y sufrimiento. Dicha figura la representa el sabio persa Zaratustra, que al eliminar el
mundo verdadero también ha eliminado el aparente. La voluntad de poder, a partir de ahora, será aquella decisión repentina de
fuerza y de poder, en la que poco tiene que hacer la deliberación racional. El hombre será guiado por un sentimiento de poder y el
intelecto y las ansias de verdad pasan a ser meros aliados.
2. Define los términos "razón" y "espíritus libres" a partir del texto y complétalos con el conocimiento que tengas de la doctrina del
autor.
Nietzsche entiende por "razón" en el texto el ejercicio metafísico que ha llevado al nihilismo. El logos clásico, asociado al nous
como su forma más perfecta en Platón, conducía a las Ideas, y por tanto a una reali dad ficticia, a juicio de Nietzsche, que es la
causa de la distinción entre un mundo real y otro aparente. Las consecuencias son las que describe en el texto. Es la razón misma
la que, en el desarrollo de su pensamiento, conduce a la disolución del "mundo verdadero", y es en este sentido en el que el autor
habla del "bostezo de la razón". Se ha producido un agotamiento de las Ideas y del cristianismo asociado a ellas.
La razón es la actividad que ejerce el sabio. Éste pretende imponer una determinada moralidad, unas obligaciones éticas que
supriman el auténtico sentido de la realidad imponiendo unos valores negadores de la misma. La alternativa que ofrece Nietzsche
tiene un nombre: Zaratustra, el cual ha llegado a negar la razón en este sentido, pues él es capaz de descubrir el error y superarlo. De
este modo, se inaugura una nueva moral.
Con la expresión del texto "espíritus libres", Nietzsche hace referencia al Zaratustra y a la figura del superhombre. Como un nuevo
sabio, que se libera de la carga de una moralidad decadente, se entiende su alusión a la libertad. Se trata de una cualidad que
adquiere el sabio que se desprende de esa razón que hemos mencionado anteriormente. Sin embargo, esto tampoco implica que
Nietzsche niegue la actividad racional por completo, no es un irracionalista; mejor sería calificarlo como "anti-intelectualista".
Nietzsche se refiere exdusi- vamente a un proceder de la razón que se ha extendido a lo largo del tiempo pero que ha llegado a su fin.
Los espíritus libres son creadores de nuevos valores que vienen a sustituir a los anteriores, representados por el cristianismo.
Advertidos de las consecuencias de la negación de la vida y del mundo físico, Nietzsche les otorga una actitud vitalista y positiva
ante la existencia. Y esto pese a que ésta no tenga ya ningún sentido trascendente. Desprenderse de estas ideas es lo que
garantiza esa libertad y la ligereza, es decir, la alegría de los espíritus libres —el superhombre—.
3. Redacción: La interpretación del nihilismo en la filosofía de Nietzsche.
El término propuesto para la redacción es comprendido por Nietzsche de varias formas, las cuales recorren la historia misma de las
ideas filosóficas y desembocan en su propia comprensión de la filosofía. Presentaremos esas interpretaciones tratando de
establecer la relación existente entre ellas, mostrando al mismo tiempo las consecuencias que, en opinión de Nietzsche, han
tenido a lo largo de la historia.
Nietzsche define el nihilismo de la siguiente manera: "(Por nihilismo entiendo) que los supremos valores se devalúan. Falta el
fin,falta la respuesta a la pregunta ¿para qué?".
El nihilismo es, entonces, el efecto al que conduce la cultura occidental, el destino al que inexorable mente están llamados los
países occidentales. Esto es, la civilización occidental se desprende de los valores que han predominado en ella, porque tales
valores son falsos, son la negación de la vida misma. El espíritu de oc cidente, harto de estar esclavizado por los valores
inadecuados, se rebela ante esta situación y se vuelve nihilista. Ésta es la condición para que se puedan crear nuevos valores y
dar un nuevo sentido a la existencia humana.
Pero con el término nihilismo, Nietzsche no sólo se refiere a la situación de pérdida de valores, sino que con él pretende designar,
además, los sucesivos modos de situarse la humanidad ante la realidad, un movimiento que, cual hilo conductor, ha recorrido la
historia de la cultura occidental. Ese movimiento ha adquirido a lo largo de su recorrido diversas caras y diversas funciones. Esa
diversidad puede esquematizarse en estas cuatro etapas:
1. El nihilismo intrínseco a todas las metafísicas occidentales que dirigen la existencia humana a un objetivo que no existe, que es
"nada". En todo ese tiempo predominó una actitud antinatural, contraria a la vida. La humanidad vivía en un engaño. En el tiempo,
este nihilismo comienza con Sócrates, sigue con el idealismo platónico y recorre, de la mano de la teología y la fi losofía cristianas,
toda la Edad Media.
2. El nihilismo como negación de la concepción anterior del mundo y del lugar que ocupa el ser humano en él. Es el tiempo al que
aludimos en este apartado. A este nihilismo se le ha llamado también "pasivo".
3. El nihilismo como autoafirmación de esa negación. El ser humano asume el haberse convertido en el asesino de Dios, desprecia
el abismo que se divisa en torno a él tras el desmoronamiento de las costumbres milenarias, se alegra por lo que acaba de hacer,
acepta su nueva situación y confía en sus posibilidades de crear nuevos horizontes. Siguiendo el símil temporal, éste sería el
tiempo de Nietzsche.
4. El nihilismo como punto de partida de un nuevo movimiento que representará su propia anulación, toda vez que la humana
será todo referente. Es el tiempo por venir, el tiempo del superhombre. A este nihilismo se le conoce como "nihilismo activo".
Así, pues, el nihilismo abarca dos dimensiones: una pasiva o negativa, la otra activa o positiva. La ne gación de valores caducos
conduce a la creación (afirmación) de nuevos valores. Siguiendo esa actitud afirmativa, nos hemos de encontrar con las propuestas
de Nietzsche: el vitalismo, la voluntad de poder y el superhombre.
Para concluir, cabe indicar que Nietzsche, pese a describir una forma de vida diferente a la anterior, queda atrapado con esta tesis en una
cierta indefinición que fue utilizada por otros con propósitos muy alejados de los del autor. No obstante, cabe destacar el certero diagnóstico
que lleva a cabo el propio autor sobre los problemas de la sociedad que le tocó vivir y la crisis de fundamentos en la que se hallaba. En este
caso, el nihilismo, más que ser una teoría propia del filósofo alemán, no es sino la constatación de una ruptura con una larga tradición cultural
cuyos efectos se dejan sentir también en la actualidad. La propuesta positiva de Nietzsche, ligada a una actitud afirmativa ante la vida, aparece
revestida de una visión trágica del ser humano. La acción, irreversible e intrascendente, es asumida con toda sus consecuencias y se sitúa en el
horizonte ineludible de la mortalidad. Aparece así la tesis última del Eterno Retorno, cuya cabal comprensión constituye la mayor dificultad de
este genial pensador.
4. Comenta brevemente cualquier aspecto del pensamiento del autor del texto que juzgues importante en alguno de estos
sentidos: por su relación con otros filósofos, con hechos históricos relevantes (especialmente si son coetáneos del autor o
tienen relación con su vida) o con rasgos significativos del mundo contemporáneo.
— La relación del pensamiento de Nietzsche con otros filósofos
El pensamiento de Nietzsche es muy crítico con los antecedentes clásicos de la filosofía, en especial con el pensamiento de Platón y con
su maestro Sócrates. La teoría platónica de las ideas plantea la existencia de una realidad inmutable y permanente más allá de las
apariencias. A partir de este planteamiento se produce la degradación vital que critica Nietzsche. Éste indica explícitamente en el
Crepúsculo de los ídolos su mayor proximidad con la filosofía de Heráclito, para quien la condición de continuo cambio de la naturaleza
representa un rasgo esencial que Nietzsche comparte. En general, Nietzsche no suele mencionar explícitamente a otros filósofos, sin
embargo, una de sus referencias ineludibles es el pensamiento de Schopenhauer. Al principio se considera seguidor de este filósofo,
pero dado su pesimismo, toda vez que considera la voluntad de vivir como el principio de todos los males, termina por invertirlo,
adquiriendo un matiz positivo desde la nueva perspectiva. De Schopenhauer toma la idea fundamental de la voluntad como raíz para la
crítica de la moralidad, la religión o la filosofía. Sin embargo, mientras que el primero la denomina "voluntad de vivir", Nietzsche
pretende, con el cambio de la expresión a "voluntad de poder", señalar la característica esencial: la vitalidad, entendida ahora como un
ejercicio de fuerza constante.
Cabe destacar la profunda influencia que el pensamiento de Nietzsche ha tenido en las filosofías del siglo XX, en especial en el ámbito
continental. Así, Martin Heidegger lo considera como el autor que representa el cierre del proyecto metafísico, y un antecedente
irremplazable de su filosofía. Los filósofos pertenecientes a la corriente postmodema han estudiado la crítica nietzscheana a la
metafísica con detenimiento. Por ejemplo G. Deleuze o G. Vattimo, autores de la segunda mitad del siglo XX, estudiaron diversas face-
tas de su pensamiento, como la crítica a la moral; mientras otros, como M. Foucault, consideran el método genealógico nietzscheano
(el análisis del origen de los conceptos como elemento clave para su correcta comprensión)un modelo para su propia reflexión
filosófica.
Sin embargo, la influencia del pensamiento de Nietzsche no se restringe a la filosofía. La tesis de la muerte de Dios ha tenido una
fuerte influencia en escritores como Dostoievski y en toda la corriente existencialista, en especial en Albert Camus o Jean-Paul
Sartre. Dentro de la perspectiva hermenéutica, Paul Ricoeur lo considera como uno de los tres maestros de la sospecha, junto a
Sigmund Freud y Karl Marx, por su constante postura crítica ante la realidad de su tiempo.
En el caso de España, la generación del 98 le dedica una especial atención. Pío Baroja lo contrapone al pesimismo de Schopenhauer y
construye varios de sus personajes conforme a un modelo de hombre de acción heredero de Zaratustra. El racio-vitalismo de Ortega y
Gasset toma varias de las tesis nietzscheanas respecto a la vida, aunque Ortega matiza las críticas al intelectualismo que lleva a cabo el
autor alemán. La influencia del autor, tanto en la filosofía como en al arte, ha sido muy notable, dada la atención que, como se ha visto a
lo largo de esta exposición, prestó Nietzsche al fenómeno estético en el conjunto de su pensamiento.

También podría gustarte