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De manera que podemos concluir este párrafo señalando que la teoría del poder
comprende tres aspectos fundamentales: a) la consideración del poder como
energía impulsora (acción política); b) el análisis del fin que orienta al poder y de
los objetivos que lo concretan; c) el orden resultante de la interrelación de los dos
elementos anteriores y que se expresa en la configuración política y en el proceso
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de institucionalización del poder político.
La naturaleza del poder es compleja, ya que a veces se presenta como una cosa u
objeto que puede ser poseído, y otras, mucho más frecuentes, se manifiesta como
una relación interpersonal. En el primer caso, solemos hablar del propósito de
acceder al poder, o de conquistarlo como si su posesión nos asegurase un bien.
Éste es, probablemente, el sentido que se desprende de la famosa definición de
Hobbes, cuando expresa, “El poder de un hombre (universalmente considerado)
consiste en sus medios presentes para obtener algún bien manifiesto futuro”.
Cuando el poder se manifiesta así, puede decirse que adquiere forma objetiva
vinculada a un cargo, rol o función. Es indudable, entonces, que quien está
investido del cargo de jefe de Estado, funcionario de la Administración, secretario
general del partido único, etc., posee poder, y que en la medida en que cese en
dichos cargos, dejará de tener los poderes y los medios inherentes a dichas
funciones. Hasta el ciudadano, en cuanto pueda elegir con su voto, posee poder.
P = p1 + p2
O sea que el poder (P) es, en cierta medida, una cosa objeto de posesión (p1) y
también, en cierta medida, una relación (p2).
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2. PODER SOCIAL: CONSTELACIÓN DE PODERES
Uno puede preguntarse, no sobre lo que debe ser la forma del poder, de lo cual
trataría propiamente la moral política, sino cual es su esencia, lo que constituye
una metafísica política.
El problema puede ser tomado, igualmente, desde otro ángulo con un enunciado
más sencillo. Siempre y en todas partes se registra el hecho de la obediencia civil.
El orden emanado del poder logra ser obedecido por los miembros de la
comunidad.
Por otra parte, la experiencia nos demuestra que la obediencia tiene unos limites
que el poder no seria capaz de superar, como también hay una limitación en los
medios sociales de que se puede disponer. Estos limites varían a lo largo de la
historia de una sociedad. Así los reyes Capetos no podían exigir impuestos; lo
Borbones, el servicio militar. La proporción o la cantidad de medios sociales de
que el poder puede disponer es una cantidad que en principio puede medirse.
Naturalmente, está ligada estrechamente a la cuantía de la obediencia.
Estamos capacitados para decir que un poder es más extenso en cuanto puede
dirigir mas completamente las acciones de los miembros de la sociedad y hacer
uso con entera plenitud de sus recursos. A partir de esta afirmación, denotamos la
existencia de cuotas relevantes de imposición en instancias y en sistemas no
políticos. Y esto no por el entendimiento de que lo político funciona en todos los
ordenes, sino por la consideración de que el poder interviene en todas las
relaciones sociales, sean estas económicas, militares, culturales, familiares, etc.
Estas ultimas se expresan como poder espiritual, poder militar, poder económico,
poder intelectual, poder sindical, etc., y, desde luego, también poder político, lo
que da lugar a una verdadera constelación del poder.
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adhesiones y confrontaciones, parte vital de todo acontecer social.
3. PODER POLÍTICO
Entre los rasgos distintivos del poder político podemos advertir que su esfera de
influencia no la constituye ni uno, ni algunos ni todos los individuos de un pueblo
dentro de un ámbito espacial determinado. Los individuos se someten a él y le
prestan obediencia en virtud de creer en su legitimidad no pudiendo resistir su
acción. Posee la coacción y los instrumentos de control social que le permiten
hacer efectivas sus sanciones mediante el monopolio de la fuerza física. En
cuanto a su propósito o finalidad su acción se orienta hacia la realización de la
representación del orden social que le dio origen y lo sostiene.
Por otro lado, respecto de las definiciones que se han formulado sobre el poder
político, ellas pueden agruparse según los siguientes criterios:
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Como energía: el poder es una libre energía que, gracias a su superioridad,
asume la empresa de gobierno de un grupo humano por la acción continua
del orden y el derecho (Hauriou).
Puede decirse que la “idea de derecho” que orienta al poder político lleva a la
impronta de su institucionalización, cuyo proceso culmina en la
constitucionalización.
4. RELACIONES DE PODER
coacción física
a. Poder coercitivo coacción psíquica
coacción económica
autoridad política
b. Poder consensual liderazgo político
dominación política
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4.1. LA RELACIÓN PAR SIMÉTRICA
Hay varios aspectos que dan razón de esa situación. 1)- La relación entre amigos
es relación entre iguales; ello significa que cada persona influye tan a menudo
como la otra influye sobre la primera. Un equilibrio estable de esas influencias
significa simetría. 2)- El intenso agrado o afecto de parte de ambos es el motivo de
la relación. 3)- Ambas personas refieren su comportamiento a una norma o
estándar de valor de cooperación y reciprocidad, tienen un ideal de
coparticipación. 4)- En la conducta mutua de los amigos predominan las
recompensas sobre las penalidades.
Un segundo tipo de relación par también parece excluir el poder, pero de manera
diferente. Las relaciones fortuitas entre dos personas también pueden ser
simétricas, en este caso hacemos referencia a la simetría de indiferencia.
Como era de esperar existen mas relaciones pares asimétricas que simétricas,
puesto que la simetría es un límite ideal que rara vez se logra. La asimetría tiene
como característica especial la influencia desigual, es decir, el tipo de influencia en
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el que no existe igualdad de efecto retornante. De esa manera un miembro de un
par inicia más acción que el otro.
En los tres primeros casos es importante tener en cuenta dos rasgos claves de la
relación: el poder fluye hacia abajo desde un sobreordenado o líder a un
subordinado o seguidor, y se caracteriza por la autoridad. Esta última tiene una
cualidad supraindividual, puesto que encarna normas o valores de todo un grupo o
de la sociedad general.
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Puesto que el elemento de presión o conflicto se expresa en el uso predominante
de las sanciones negativas, podemos definir el poder como la relación procesal
entre dos participes modalmente caracterizada por 1) la influencia asimétrica, en la
cual una perceptible probabilidad de decisión depende de uno de los dos
participes, incluso a pesar de la resistencia del otro, y 2) por el predominio de las
sanciones negativas (reales en cuanto amenaza) como característica de la
conducta del participe dominante.
a) El coercitivo, y
b) El consensual.
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La coacción económica muestra una eficacia tanto más importante cuanto no
aparece bajo los aspectos tan patéticos que ofrece la aplicación de la fuerza
armada, pues consiste en la retención de los medios que aseguran la existencia,
sometiendo a un ahogo económico para lograr inclinar las voluntades. En el plano
interno, una incisiva restricción presupuestaria, una inequitativa participación en
los recursos financieros, el retiro de subsidios, la apertura de la importación, etc.,
son medios económicos que pueden utilizarse para presionar instituciones y
constreñir voluntades. En el plano externo de la realidad política el bloqueo
pacífico constituyó una forma de coerción común en las relaciones exteriores,
reconocida por el derecho internacional clásico y aplicada por las grandes
potencias, situación que dio lugar al planteo jurídico formulado en la doctrina
Drago.
Más imperceptible aún y más trágica todavía resulta ser la coacción psíquica, que
en nuestros tiempos ha alcanzado –en virtud de técnicas refinadas- una dimensión
realmente alarmante en los regímenes totalitarios. Últimamente la Unión Soviética
ha sido acusada en foros internacionales de someter a tratamientos psiquiátricos
indebidos a ciudadanos disidentes de ese sistema político. Pero la técnica de la
coacción psíquica puede infiltrarse, bajo ciertos aspectos, hasta en las
democracias constitucionales mediante las técnicas sutiles de la propaganda
basada en la aplicación de los estudios del subconsciente. En tal sentido, la teoría
política moderna, auxiliada por la psicología, ha profundizado el análisis de esos
aspectos y de los elementos que caracterizan a lo que ha dado en llamarse la
personalidad autoritaria.
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De ahí la importancia que para la acción política, como manifestación de poder
que lleva la impronta de dirección o conducción, revista el consentimiento, en
cuanto facilita la obediencia o acatamiento espontáneo. La diferencia entre el
poder basado en la coerción y el poder apoyado en el consenso quizá pueda
apreciarse más nítidamente en la circunstancia de que generalmente, cuando
cesa la coacción, quien obedecía por temor deja de hacerlo, mientras que quien
obedece convencido de la razón de su obediencia, sólo por la fuerza podría
intimársele a desobedecer. Sin embargo, aun en la relación de poder
predominantemente consensual se da un residuo de coerción, aunque más no sea
que en forma potencial. En efecto, todo el derecho objetivo es un ordenamiento
jurídico que expresa los valores aceptados por una comunidad, pero cuyas reglas
normativas suponen la eventual aplicación de sanciones. De ahí que pueda
concluirse que en toda relación de poder existe cierta proporción de coerción y
otra cierta proporción de consenso. El análisis político se aplica a determinar
empíricamente si es mayor la proporción de consenso que la de coerción, como
suele darse en los regímenes de las democracias constitucionales, y
particularmente en el Estado de derecho; o bien si predomina el aspecto coercitivo
sobre el consensual, como ocurre, con distintos matices, en los regímenes
autoritarios y totalitarios, bajo la forma del Estado de política.
A. La autoridad política.
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diferenciar la autoridad del poder. Por consiguiente, es dable afirmar que puede
haber poder con autoridad u poder sin autoridad o nudo poder, y, también,
bastante autoridad sin gran poder. Pero, ¿qué le añade la autoridad al poder?;
sencillamente, razones.
Estas razones sin embargo, no son de índole científica, es decir, verificables por el
método científico, ni razones basadas en dogmas religiosas. Las razones que la
autoridad le agrega al poder consiste en la interpretación representativa de los
valores, intereses, creencias y necesidades de la comunidad política. Mas como
estos valores, intereses, creencias y necesidades varían en el tiempo y el espacio,
la autoridad no es algo que se adquiere definitivamente, sino que se logra por esa
capacidad de interpretación representativa que corresponde a cada generación y a
cada generación y a cada comunidad política según los signos de los tiempos. Sin
embargo, el hecho de que la autoridad se vincule con los valores, intereses,
creencias y necesidades de la comunidad política, no debe conducirnos a
equipararla con la legitimidad –aunque se relacionen estrechamente- , relegando
el aspecto principal, que consiste en añadir razones al poder, confiriéndole así
validez, sea en virtud de la autoridad impersonal de las leyes e instituciones, sea
en virtud de la autoridad personal.
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manifieste efectiva, con lo que se confirma que aun como expresión de poder
consensual, la autoridad supone un mínimo de coerción, que aunque permanezca
potencial, traduzca, sin embargo, su permanente efectividad.
Por otra parte, la validez del orden y de la autoridad política se relacionan con el
grado de integración de la comunidad política. Cuanto más integrada sea ésta,
tanto más se producirá la validez del orden y de la autoridad política. Cuanta
menos integrada sea la sociedad, tanto menos será la participación política y
reducida su validez; requiriendo el mantenimiento del orden y de la autoridad
política la efectividad fundada en una amplia base coercitiva.
b. Funciones de la autoridad.
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cambio, prácticamente inexistente para quienes no comparten esta ideología.
c. Estructura de la autoridad
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ESTRUCTURA DE AUTORIDAD
d. Eficacia de la autoridad
Ya hemos señalado que una de las situaciones de poder viene configurada por el
liderazgo, en nuestro caso, el de naturaleza política.
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de poder, en definitiva sus aportes corresponden al microanálisis, por lo que sus
conclusiones no pueden generalizarse a lo macropolítico.
C. La dominación política
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comunicación racional, es decir, de autoridad. De ahí que la dominación política se
apoye en un cuadro administrativo en el cual pueda confiar la ejecución de sus
decisiones. Pero, esencialmente, la dominación política requiere título para
mandar, es decir, bases de legitimidad.
Otro sin embargo, es el criterio sustentado por Max Weber, para quien no toda
dominación se sirve del medio económico y menos aún tiene, exclusivamente,
fines económicos. Más que los intereses materiales de clase, lo que otorga
estabilidad a la dominación es, normalmente, la existencia de un cuadro
administrativo o burocracia y, sobre todo, como factor primordial la creencia en la
legitimidad del título para gobernar con autoridad. De manera que conforme al
principio de legitimidad invocado, varían tanto el estilo de la conducción política
como el carácter que toma el ejercicio de la dominación y sus efectos, así como
también el cuadro administrativo-burocrático que la instrumenta. En tal sentido,
Max Weber adopta como criterio de distinción de las formas de dominación “las
pretensiones típicas de legitimidad” en cuanto manifiestan su grado de validez,
consolidan su existencia y determinan la naturaleza del medio de dominación. Así,
distingue tres tipos puros de dominación legítima, según el fundamento básico de
la legitimidad invocada como justo título para el mando y reclamada como razón
de obediencia.
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como fuente para el ejercicio de la autoridad.
5. SITUACIONES DE PODER
Sólo a los efectos del análisis podemos separar el mando de la obediencia a fin de
examinar sus contenidos y formular sus conceptos. En tal sentido, observamos
que el mando presenta la virtualidad del poder –en cuanto potencia o posibilidad-
expresada en la voluntad particular y jerárquica que se impone y ordena a otras
voluntades personales que se le inclinan. De manera que el mando no es voluntad
de ejecución, sino de dirección o conducción. Manda no el que hace sino el que
consigue que otros hagan lo que él ha ordenado. Por consiguiente, el mando es
un hecho esencialmente político y, por ello, insustituible en el gobierno, no
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obstante la despersonalización que supone la institucionalización del poder. En
efecto, el fenómeno de la personalización aparece nítidamente en la situación de
poder configurada por el liderazgo y se da en todos los regímenes políticos,
inclusive en los democráticos constitucionales.
A. Negociación
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acuerdo de otras fuerzas políticas para integrar un gabinete con respaldo
mayoritario, o cuando a fin de lograr cierta paz social, el gobierno propicia un
acuerdo entre las fuerzas del trabajo y las fuerzas vivas; verbigracia, el pacto
social entre la Confederación General Económica (CGE) y la Confederación
General de Trabajadores (CGT) durante el régimen peronista; o bien,
directamente, el gobierno insta a las fuerzas vivas a suscribir actas-compromisos a
fin de establecer una tregua económica, durante cierto período, con el objeto de
mantener un nivel determinado en los precios. Se aplica, también, la negociación
en la formación de alianzas de partidos –“Unión Democrática”, “Frente Justicialista
de Liberación”, etc.-, de grupos de interés, como los constituidos por las distintas
federaciones y uniones; de grupos de presión –“32 Organizaciones Democráticas”,
“62 Organizaciones Peronistas”, etc.- y hasta en la misma estructura
gubernamental.
B. Influencia
C. Liderazgo
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D. Control
6. LEGITIMIDAD
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ese carácter como efectivamente de hecho se ha dado, por lo que esta cuestión
se vincula con las fuentes de la legitimidad.
Pero todo esto no llega a explicar la razón de que unos manden y otros
obedezcan, dejándonos en la situación de perplejidad que Juan Jacobo Rousseau
expresa en el contrato social procurando aclararla: “el hombre ha nacido libre y,
sin embargo, en todas partes se lo encuentra encadenado”.
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una especie de legitimidad de inspiración divina, que no se asienta como
dominación, sino como una forma de conducción que es de oposición y crítica de
los reyes. Precisamente en este tipo de legitimidad inspiracional del conductor,
que recibe la llamada divina como una revelación , encontró Max Weber
elementos suficientes como para distinguir una categoría especial de conducción:
la dotada de gracia o carisma y, por ello, designada como legitimidad carismática.
Por su parte, Francisco Suárez expresa: el reino es sobre el rey porque le dio
potestad. La potestad gubernativa real, políticamente considera en sí, sin duda
procede de Dios, no obstante que resida en el rey por donación de la misma
república. Por este título este derecho humano. Cabe señalar, sin embargo, que
en la doctrina de la Iglesia católica prevalece la tesis de la “colación inmediata”, es
decir, que el poder del gobernante tiene origen divino en cuanto proviene de Dios,
si bien la designación es efectuada por el pueblo.
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otras formas totalitarias.
Más tarde corresponderá a Juan Jacobo Rousseau, el autor del Contrato social,
formular una explicación democrática del principio de legitimidad basada en la
volunté générale, de una manera ideal, y en el voto de la mayoría, de una forma
procesal o pragmática; trasladando, así, la legitimidad del monarca soberano al
pueblo soberano, es decir, del vértice monocrático de la pirámide del poder a la
base de la colectividad.
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institucional, en una forma u organización política. Situación que precisamente
llevó a Max Weber a examinar la “rutinización del carisma”.
Pero ¿cuál es la medida de este acuerdo fundamental?. He aquí una cuestión que
divide al pensamiento político de las autocracias con respecto al de los sistemas
de las democracias constitucionales. Mientras las primeras extienden la dimensión
de dicho acuerdo hasta alcanzar la unanimidad aclamatoria y plebiscitaria, los
segundos la limitan, en el sentido -algo paradójico- de que este acuerdo
fundamental incluye, también, el acuerdo para estar en desacuerdo, es decir,
consiste en la existencia de una oposición legítima. Como ya hemos expresado,
la forma práctica de plasmar ese acuerdo básico se da en la Constitución, como
decisión política fundamental acerca de la forma de gobierno, las cualidades
requeridas para el mando y las reglas establecidas para alcanzarlo y operar su
sucesión en forma pacífica y continuada. Esto, sin embargo, no debe llevarnos a
identificar legitimidad, como se da en el pensamiento de Hobes y de Kelsen. Quizá
la medida de este acuerdo se encierre en la difícil fórmula señalada por Guglielmo
Ferrero cuando atribuye su logro a la coincidencia de los deseos del pueblo con la
capacidad del gobierno.
Por otra parte, en cuanto a la relación existente entre legitimidad y legalidad, cabe
destacar que esta última –la legalidad- no es un fin en sí, sino meramente un
sistema de normas y reglas jurídicas que excluye, por definición, las situaciones
excepcionales. De manera que es factible que un poder cuente con legitimidad a
pesar de carecer de legalidad, siempre que quien ejerza un poder de facto
asegure haber llegado a él en virtud de la necesidad debida a la opresión u otras
aberraciones políticas del poder anterior y a pesar de la legalidad que lo
amparaba. Asimismo, puede existir legitimidad sin legalidad en todas aquellas
situaciones en que los gobernantes cometen impunemente actos de abuso de
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poder, en violación de la legalidad, si ello es aceptado conforme a una creencia
generalmente compartida por la comunidad. El hecho de un poder sin legalidad
pero con legitimidad da origen al funcionario de facto, que solamente podrá
legalizarse en virtud del principio de la efectividad.
B. Legitimidad y eficacia
La eficacia consiste en una actuación del poder que es real y efectiva. De manera
que mientras la legitimidad es eminentemente valorativas, la eficacia, en cambio,
esencialmente instrumental. La eficacia no es, de ningún modo, el sustituto
histórico de la legitimidad, aunque sí su ingrediente esencial. Casi podría decirse
que no hay legitimidad que se sostenga si aquélla le falta. De modo que la
legitimidad unida a la eficacia consolida la estabilidad de la dominación. Un grado
relativamente bajo de legitimidad y una muy escasa eficacia conforman un
régimen político sumamente inestable. Sin embargo, un grado de eficacia
relativamente alto y con cierta continuidad puede conferir legitimación y gozar de
cierta estabilidad. Pero un alto grado de legitimidad, con una eficacia relativamente
baja muestra un estado de transición, ya que el poder no se ejerce plenamente y
carece de vigencia. Si esta situación se prologa puede hacer peligrar la estabilidad
de un sistema legítimo. Sin embargo, referente a esta última situación y en
relación con el tipo de régimen político, Lipset señala que cuando “se derrumbó la
eficacia de varios gobiernos en la década de 1930, las sociedades que gozaban
de una posición alta en la escala de legitimidad permanecieron democráticas,
mientras países como Alemania, Austria y España perdían se libertad y Francia
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escapaba por poco de un destino similar”.
Esta disquisiciones nos llevan a concluir, con Julián Marías, que la estabilidad de
la dominación de un sistema político determinado se conjuga en función de tres
tipos de legitimidad: a) la de origen; b) la de ejercicio; y C) la de intención, las
cuales conforman lo que vendría a ser la legitimidad plenaria.
C. Alcances de la legitimidad
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La legitimidad plena, como hemos visto, se manifiesta bajo tres aspectos que
corresponden a si origen, a su ejercicio y a si intención, aunque no siempre no
necesariamente se da en ese orden.
El gobierno legal o poder de iure, tiene legitimidad de origen; pero debe añadirle
eficacia mediante la satisfacción concreta de las opiniones, valores, creencias y
necesidades de la comunidad a fin de ampliar se base de legitimidad originaria
con la de ejercicio. Mas so pretexto de la legitimidad de ejercicio, mediante la
concreción de objetivo, el poder fundado en el principio democrático, no debería
oscurecer la legitimidad de intención hasta llegar a apagar la legitimidad de origen,
prolongando el tiempo de su mandato más allá del período preestablecido, ya sea
postergado la concreción electiva de su base de legitimidad, ya sea desfigurándola
con maniobras plebiscitaria que ocultan la función política de la oposición.
De manera que si bien puede admitirse, con Julián Marías, que la legitimidad de
ejercicio constituye una categoría especial, no deja de ser, sin embargo, un
aspecto parcial de la legitimidad plena. De ahí que el citado filósofo español no
haya encontrado sino simple legalidad jurídica –a pesar de una supuesta
legitimidad de ejercicio- en el régimen del caudillo Francisco Franco, en quien
residía todo el poder político. De modo que con la muerte del real detentador del
poder, el sistema se extinguió naturalmente. Mas todo el ordenamiento legal, como
la estructura de poder, siguió funcionando sin solución de continuidad, sin ruptura
ni reforma, hasta que por un proceso que Julián Marías considera cono una
“invención creadora”, basada en la razón histórica, se sustituyó la ilegitimidad
sostenida en una forma de dominación coactiva, que excluía formalmente y por
principio el apoyo y fundamento basado en el consenso general de los miembros
de la comunidad, por un régimen de poder cuya legitimidad se asienta en un
fundamento dinástico (monarquía) y en un gobierno de base electiva (principio
democrático) establecido mediante un proceso que incluyó la participación de
todos los sectores del país.
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INDICE
4. RELACIONES DE PODER
4.1. LA RELACIÓN PAR SIMÉTRICA ................................................................................ 6
4.2. LA RELACIÓN PAR ASIMÉTRICA ............................................................................. 7
4.3. PODER COERCITIVO ............................................................................................ 9
4.4. PODER CONSENSUAL............................................................................................ 10
5. SITUACIONES DE PODER
5.1. RELACIÓN DE MANDO Y OBEDIENCIA ...................................................................... 18
5.2. SITUACIÓN DE MANDO ......................................................................................... 18
5.3. SITUACIÓN DE OBEDIENCIA ................................................................................... 18
5.4. SITUACIÓN DE PODER EQUILIBRADO ...................................................................... 19
6. LEGITIMIDAD
6.1 CARACTERIZACIÓN DE LA LEGITIMIDAD ................................................................... 21
6.2. BASES FUNDAMENTALES DE LEGITIMIDAD .............................................................. 22
6.3. CONCEPTO DE LEGITIMIDAD ................................................................................ 25
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