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PODER, ESTADO Y POLITICA

Por: Mario Justo López (*)

El poder, significados. Su carácter "relacional"


Sin mengua del examen que en su momento se hará al poder del Estado, resulta ahora
conveniente, a los fines de una mejor comprensión, considerar el poder en su acepción
más amplia.

En el uso común y frecuente, la palabra poder sirve tanto para designar una especial aptitud
para hacer algo (potencia, en el lenguaje aristotático - temista) como al sujeto o titular de
esa aptitud. Con tales acepciones, se puede tener poder y ser poder. En el primer caso se lo
posee, en el segundo, se lo personifica.

Pero en la concepción que prevalece en la actualidad, al poder no se presenta ni como


una actitud, ni como un ente, sino como una relación. Es a esto a lo que reiteradamente se ha
aludido en páginas anteriores cuando se ha hablado de la política en tanto relación:
interhumana en virtud de la cual la acción de unos determina el comportamiento de otros,
relación, en definitiva, de mando y obediencia.

El carácter relacional del poder se hace evidente a poco que se le observe. El


gobernante es poder o tiene poder sólo en la medida en que es obedecido. Si falta este
requisito de nada vale que lleve una corona sobre la cabeza y se siente en un trono de oro o
que el Boletín Oficial lo llame Presidente. En plena Edad Media, Bonifacio, apóstol de
Germania, preguntaba al papa Zacarías : "Conviene llamar rey a aquel que tiene la
realidad o aquel que tiene la apariencia del poder". Y la realidad del poder no es sino la
obediencia de los súbditos. Muchos siglos antes le había advertido Aristóteles en la Etica a
Nicómaco: "El magistrado, revestido de poder, no es algo sino con relación a los
demás, como que está ya en comunidad con ellos".

Corresponde advertir, sin embargo, que en esta obra, antes de ahora - y volverá a ocurrir
después - se ha localizado el poder como sujeto o como aptitud; pero ello se debe a que a
veces hay que expresarse elípticamente o no se puede eludir el empleo de una
terminología de uso común.

Acepción amplia del poder, Vinculación con la política

La acepción del poder como relación de mando y obediencia abarca un ámbito muy
extenso; un ámbito tan extenso como el de la política en su sentido más amplio. Es que
poder y política suponen recíprocamente la relación política en su acepción más amplia el
carácter puramente formal de la política es ya una relación de poder. Cuando un vecino
incita a otros para apagar un incendio y obtiene su concurso, se está en presencia de una
relación de poder. Lo mismo es el caso del gangster que obtiene la colaboración de otros
congéneres para asaltar a un banco.

(*) Tomado del libro “Introducción a los estudios políticos: Teoría política. Mario Justo LOPEZ,
Edit. Kapeluz. Buenos Aires. Pág. 39-43.
Y es también relación de poder, por supuesto, la relación política que con carácter también
material está configurada, por la existencia de una iglesia, de una sociedad anónima, de un
club deportivo. Es que, en definitiva, el poder no es otra cosa que otro nombre que se da a la
relación política, o, quizás con más propiedad, al complejo de relaciones políticas. Dentro de
esa amplia acepción cabe tanto el poder político como el poder no político.

Acepción limitada del poder. Vinculación con la política

Cuando se trata del "sistema político" mayor, es decir, de aquel que corresponde al grupo
humano superior a todos y que incluye en sí a los demás, la política se reduce
conceptualmente - según se ha visto- a la actividad y a la relación que tienen al Estado
como marco de referencia. En ese caso se produce igual reducción en el concepto de
poder. Sólo existe, por una parte, el poder del Estado, es decir, la relación entre aquellos
seres humanos cuya actividad se imputa al Estado y los demás seres humanos que se
comportan como súbditos del mismo; por otro, las relaciones que se originan internamente en
los grupos que tienden a ejercer influencia sobre los ocupantes de los cargos o roles en
función de mando, y, por fin, las que se generan externamente a esos grupos
precisamente para ejercer la mencionada influencia. El poder en su acepción limitada - tal
como aquí se lo considera - es, pues, el poder político en sus distintas manifestaciones
(estatal, no estatal e influencia).

Poder e influencia. Aclaración conceptual y terminológica

No hay duda que el poder - la relación política - es una relación de influencia. Hay poder si
hay influencia. Hay poder si unos influyen sobre otros para inclinar sus voluntades. Pero,
para una mejor comprensión de ese complejo de relaciones políticas que es el "sistema
político", a nivel del Estado, resulta conveniente establecer en el uso de ambos vocablos
la siguiente diferencia conceptual: hay poder, cuando la relación política opera en sentido
directo, de "arriba" a "abajo", es decir, de los ocupantes de los cargos o roles (de mando)
normativamente establecido, a los no ocupantes, hay, en cambio, influencia, cuando opera
en sentido inverso, de "abajo" a "arriba", es decir, de los "no ocupantes" a los "ocupantes".
Por supuesto que en ambos casos hay también, en alguna medida, consentimiento, sea
"abajo" o "arriba". Por lo demás, iguales tipos de relación política pueden originarse en
el seno de los grupos políticos no estatales. Cabe, pues, distinguir entre poder político
estatal, poder político no estatal e influencia política.

Poder político y actividad política

Caracterizado en sus distintas manifestaciones, en el poder político que es el que aquí se


hace patente el carácter de su vinculación con la actividad política. Esta, en cuanto tal, no
es sino el dinamismo de aquella estructura. Actividad política "en faz agonal", en tanto algunos
grupos, o individuos, desplegando poder político no estatal procuran acceder a la ocupación de
los cargos o roles desde los cuales se enhebra la relación del poder político estatal, o
bien de ejercer influencia sobre los mismos, en sentido positivo o
negativo. Actividad política en "faz arquitectónica", en tanto a los ocupantes de los
cargos o roles procuran conducir a los no ocupantes (súbditos, gobernados) de
acuerdo con el propio proyecto para la empresa
común de la comunidad política (lo que comúnmente se denomina "ejercicio del poder").

Estado y acepción limitada de la política


La vinculación entre Estado y política ha sido puesta de manifiesto en páginas anteriores.
En su amplia acepción, la política excede, al igual que el poder, el marco de referencia del
Estado pero en su acepción limitada - que es la adoptada en esta obra - la política, como
actividad y como relación - de poder -, cobra sentido en y por su vinculación con el
Estado, y ésta se realiza en tanto y en cuanto aquélla es realidad.

En esa acepción limitada que, hay que insistir, es la que aquí interesa, la vinculación de la
política con el Estado ofrece numerosas manifestaciones. La actividad política en
"faz agonal" tiene lugar con referencia al Estado. La pugna entre los aspirantes a la
ocupación de los cargos o roles, para conquistarlos, conservarlos o resistirlos, según los
casos, no es sino una pugna pero que su actividad puede, en su momento, llegar a ser
imputada al Estado mismo. Así, el juego múltiple entre diversas fuerzas, según ciertas
formas, condicionadas por determinados factores y en procura de diversos fines, gira
alrededor de ese ente - real o imaginario - que es el Estado. Del mismo modo, la
actividad política en "faz arquitectónica" realiza la relación de poder del Estado con sus
súbditos, institucionalizándola mediante una estructura especial de órganos y normas y
haciéndola funcionar.

La múltiple y recíproca relación entre poder, Estado y


política.
Distintos aspectos de una realidad única

La múltiple y recíproca relación entre poder, Estado y política se advierte si se tiene


presente a la vez el poder objetivo del Estado, el poder subjetivo sobre el Estado y el
poder subjetivo en el Estado. Si dejamos de lado, por el momento, el poder subjetivo sobre
el Estado, que no es otra que el llamado poder constituyente, el cual será objeto
de consideración más adelante encontraremos que los otros no son sino dos
aspectos de una realidad única. En efecto, se llama poder objetivo del Estado a la
capacidad de acción de todo el agregado humano que se desarrolla por la organización
combinada de todos sus miembros y que no corresponde localizarla en ninguno de ellos en
particular, y se da el nombre de poder subjetivo en el Estado a su efectivo ejercicio por los
seres humanos que concretamente realizan la actividad. En tal sentido, cabe hablar – y ésa
será la terminología empleada en esta obra - de poder del Estado (poder objetivo del
Estado ) y de poder de los ocupantes de los cargos o roles del Estado (poder subjetivo en
el Estado), en la inteligencia de que el primero no es sino imputación de la actividad
desplegada por el segundo (única actividad real).

El poder del Estado, es, pues, poder político estatal, y el Estado, en definitiva, sólo cobra
existencia mediante él. Hay, fuera, más poder político (no estatal e influencia), pero éste
gira necesariamente alrededor de aquél, y lo que hace que se realicen uno y otro, poder
del Estado (o sea el Estado mismo) y poder político no estatal (e influencia), no es sino
la actividad política. Queda así evidenciada la múltiple y recíproca relación entre
poder, Estado y política, lo que no implica, sin embargo, confusión ya que, como se ha
visto, hay actividad política que es actividad estatal, y la hay también que no lo es. Hay,
además, actividad estatal que no es política.

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