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EDUCACIÓN

Principales estrategias educativas para niños con autismo

El autismo es un trastorno generalizado del desarrollo (TGD) de origen biológico y un


importante componente genético que afecta cualitativamente a diversas funciones
psicológicas del individuo: interacción social, comunicación verbal y no verbal, simbolización e
imaginación, modos de comportamiento rígidos, inflexibles y estereotipados y unos intereses
restringidos y obsesivos.

En realidad, es más correcto denominar a este síndrome como trastorno de espectro autista
(TEA), puesto que cada persona puede situarse en un punto concreto de un amplio espectro,
lo que conlleva a una gran diversidad en cuanto a capacidades y competencias. Por ejemplo,
algunos tipos de TEA implican un cierto grado de deficiencia intelectual mientras que, por el
contrario, es habitual que los afectados por el tipo de autismo conocido como Síndrome de
Asperger tengan un coeficiente intelectual superior a la media.

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Las necesidades educativas de los alumnos con TEA

Precisamente por la existencia de estas grandes diferencias en cuanto a nivel de inteligencia,


capacidades y potencial de los chicos con autismo, resulta difícil establecer unas estrategias
educativas, pautas y patrones metodológicos que sean válidos y eficaces para todos los
alumnos diagnosticados de TEA.

Los expertos consideran que lo más beneficioso para estos niños, a excepción de los casos más
severos, es que realicen su educación en el aula ordinaria. Para los maestros, tener entre sus
alumnos a un chico con autismo constituye todo un reto personal y profesional, mientras que
para sus compañeros puede suponer una experiencia única de convivencia con una persona
diferente, ejemplo de la diversidad con que se van a encontrar en el futuro en sus relaciones
laborales y sociales.

Tanto el maestro como el centro no deben olvidar que todos los chicos y chicas con autismo
forman parte del grupo de alumnos con necesidades educativas especiales (NEE) y que,
independientemente de su potencial e inteligencia individual, siempre va a presentar, en
mayor o menor grado, problemas en las siguientes áreas:

Problemas de interacción social, consistentes en un cierto grado de aislamiento y falta de


contacto social y afectivo con las personas, así como carencia de empatía e incapacidad para
expresar sus propios sentimientos.
Alteraciones de conducta, conductas repetitivas o disruptivas y obsesión por ciertos temas
normalmente de escaso interés para el resto, como series de números o las posición de
estrellas y planetas.

Alteraciones cognitivas, que afectan principalmente a aspectos relacionados con la


abstracción, la función simbólica, el lenguaje, la atención y la memoria.

Déficit en la comunicación y el lenguaje (verbal o no verbal), que puede ser inexistente o


presentar importantes anomalías en la intencionalidad o el significado.

Problemas motrices, con grandes variaciones entre un caso y otro se observan problemas de
movimiento y coordinación.

Estos problemas derivan en unas necesidades educativas específicas que tengan como objetivo
principal paliar, potenciar y mejorar en la medida de lo posible las alteraciones en el plano
cognitivo, intelectual y social de estos alumnos. Para conseguirlo, el profesor cuenta con tres
herramientas básicas: adaptación del currículo, criterios metodologías especiales y actividades
específicas.

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Estrategias educativas para niños con diferentes grados de autismo

Objetivos

Los objetivos generales de las estrategias educativas en niños autistas deben estar dirigidos a
la consecución de las siguientes metas:

Potenciar al máximo la autonomía e independencia personal de los chicos y chicas.

Desarrollar el autocontrol de la propia conducta y su adecuación al entorno.

Mejorar las habilidades sociales de los alumnos, fomentando su capacidad de


desenvolvimiento en el entorno y de comprensión y seguimiento de las normas, claves y
convencionalismos sociales y emocionales.

Desarrollar estrategias de comunicación funcionales, espontáneas y generalizadas.

Fomentar la intención comunicativa y la reciprocidad en la comunicación.

Desarrollar procesos cognitivas básicos como el pensamiento abstracto, la atención y la


memoria.

Adaptación curricular
En base a estos objetivos, el equipo docente del centro debe realizar una adaptación
personalizada del currículo en función de los siguientes aspectos:

El grado y tipo de autismo del alumno y sus características y potencialidad.

Las posibilidades de desarrollo funcional de cada niño.

La evolución del alumno.

El entorno familiar y social del chico o chica.

El contexto educativo en el que se encuentra inmerso el muchacho: capacidades en personal e


infraestrucutra del centro, posibilidad de que reciba atención y apoyo extraescolar, etc.

Criterios metodológicos

La metodología de aprendizaje utilizada debe, por un lado, adaptarse al ritmo y las dificultades
en el plano cognitivo, comunicacional y social del niño y, por otro, incidir en la
experimentación y el contacto con los demás y el entorno, ya que es la mejor forma de romper
el hermetismo que caracteriza a estos chicos y facilitar el aprendizaje funcional. Algunas
acciones metodológicas en esta línea que la experiencia ha demostrado muy eficaces son:

El aprendizaje en contextos naturales.

Tomar los propios intereses del alumno como punto de partida.

Prediseño de situaciones que favorecen o desencadenan actos comunicativos.

El típico sistema de aprendizaje de ensayo-error no funciona con niños autistas. En estos casos,
es mejor que el profesor le facilite los apoyos necesarios para que pueda realizar la tarea y
luego se los vaya retirando poco a poco.

Prestar mucha atención a la expresión y comprensión de los estados emocionales propios y


ajenos.

Establecer rutinas y situaciones muy estructuradas.

Evitar elementos de distracción.

La organización espacio-temporal también debe estar muy estructurada, facilitando la


predictibilidad y la anticipación.

Usar agendas para que el alumno pueda tener muy bien organizado el tiempo, pueda predecir
situaciones y le sea más fácil controlar su conducta.

Actividades

Las actividades enfocadas a niños autistas deben ser muy funcionales, estar muy bien
organizadas y estructuradas y destacar por la claridad y la sencillez. En cuanto a los materiales,
se debe procurar que por sí solos muestren al niño las tareas que debe realizar. Los apoyos
visuales (dibujos, fotos, carteles) son muy útiles en niños autistas como guía y elemento no
solo recordatorio, sino también de refuerzo motivacional de las acciones y tareas diarias.
Los trabajos en mesa deben ser repetitivos, bien estructurados, procurando que el niño
interactúe con sus compañeros y donde predominen los elementos visuales (pictogramas,
puzzles) y con los que pueda experimentar (ceras de colores, juegos de construcción, plastilina,
etc.).

Pese a que los especialistas recomiendan que los niños con trastornos del espectro autista sean
escolarizados en centros convencionales, muchos padres y madres aceptan otras opciones por las
trabas que encuentran en varias ocasiones.

Inclusión escolar
Uno de los motivos de esta dificultad de inclusión escolar se produce porque el trastorno del espectro
autista afecta fundamentalmente a la esencia social del individuo y a su capacidad de responder
«adaptativamente» a las exigencias de su entorno. Esto hace que a diario se enfrenten a numerosas
barreras, tanto cognitivas como sociales, principalmente a la hora de disfrutar de sus derechos
fundamentales y de formar parte de la comunidad.
En el aula, un niño con autismo puede manifestar problemas de conducta, dificultades del
aprendizaje, dificultades en la comunicación, la interacción social, la capacidad de atención, la
percepción sensorial… Pero, en muchas ocasiones estas dificultades responden a la
insistencia por mantener un sistema educativo que pretende ser igual para
todos, sin tener en cuenta las diferencias individuales de cada niño, ni el periodo
evolutivo en el que se encuentra.

Estrategias educativas 
Por este motivo y con la finalidad de que todos los niños tengan las mismas oportunidades de
aprendizaje y de fomentar su autonomía, recomendamos, entre otras, las siguientes estrategias
educativas:
1.- Evitar una sobrecarga sensorial: las luces olores y ruidos pueden dificultarles la
concentración. Además, es interesante que el estudiante no esté cerca de puertas y ventanas que
puedan aumentar su distracción.
2.- Usar apoyos visuales: además de los conocidos pictogramas, el uso de fotos e imágenes
pueden ayudar a estos estudiantes como apoyo a las explicaciones
3.- Ser predecible: los estudiantes están menos inquietos y se pueden centrar mejor en el trabajo
si conocen los que van a hacer, por ejemplo, gracias a un calendario o usar agendas para que el
alumno pueda tener muy bien organizado el tiempo.
4.- No utilizar lenguaje figurado, ni ironías: muchas personas con autismo tienen problemas
para entender el lenguaje figurativo y tienden a interpretarlo de manera muy literal.
5.- Mirar a los ojos: cuando se le solicite algo es importante tener un contacto visual directo y
formular una petición cada vez y no varias.
6.- No aislar. Es importan que el niño con autismo esté cerca del profesor, pero no por ello alejado
de sus compañeros.
7.- Considerar la diversidad como un valor educativo: el autismo en cada persona se
manifiesta de una manera distinta, por lo tanto, en cada una tiene diferentes necesidades individuales
que se deben tener en cuenta a la hora de crear las dinámicas de la clase, tanto grupales como
individuales.
Estos son solo algunos ejemplos de intervención en el aula, aunque lo importante es tener en cuenta
que todos los niños deben tener las mismas oportunidades de aprendizaje y es el contexto, y no el
niño, el que debe buscar la manera de hacerlo posible, favoreciendo así, en todo momento, la
autonomía del niño con autismo así como su calidad de vida y la de sus familias.
Área de neurorrehailitación pediátrica del Hospital Vithas Nisa Virgen del Consuelo.
Imagen: Pixabay
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