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TRABAJO MONOGRÁFICO:
Título
TRIBUNAL ARBITRAL
Alumnos:
IQUITOS- PERÚ
2022
AGRADECIMIENTO
CAPÍTULO I:
GENERALIDES
1. DEFINICIÓN.......................................................................................................6
2. VENTAJAS DEL ARBITRAJE..............................................................................6
3. PRINCIPIOS Y DERECHOS DE LA FUNCIÓN ARBITRAL..........................................6
CAPÍTULO II:
TRIBUNAL ARBITRAL EN EL D.L N° 1071
1. ART. 19°. NÚMERO DE ÁRBITROS.....................................................................9
2. ART. 33°. INICIO DEL ARBITRAJE......................................................................9
3. ART. 34°. LIBERTAD DE REGULARIZACIÓN DE ACTUACIONES...........................10
4. ART. 35°. LLUGAR DEL ARBITRAJE................................................................11
5. ART. 40°. COMPETENCIA DEL TRIBUNAL ARBITRAL........................................13
6. ART. 41°. COMPETENCIA PARA DECIDIR LA COMPETENCIA DEL TRIBUNAL
ARBITRAL.............................................................................................................15
7. ART. 42°. AUDIENCIAS...................................................................................23
8. ART. 43°. PRUEBAS...................................................................................... 24
9. ART. 44°. PERITOS........................................................................................26
10. ART. 47°. MEDIDAS CAUTELARES...................................................................29
11. ART. 49°. RECONSIDERACIÓN........................................................................30
12. ART. 50°. TRANSACCIÓN...............................................................................31
13. ART. 51°. CONFIDENCIALIDAD........................................................................32
14. ART. 57º. NORMAS APLICABLES AL FONDO DE LA CONTROVERSIA..................34
15. ART. 71º.- HONORARIOS DEL TRIBUNAL ARBITRAL..........................................37
CONCLUSIONES....................................................................................................40
BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................41
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo de investigación monográfico fue elaborado por los alumnos ya
mencionados de la Universidad Científica del Perú, el cual busca informar y
desarrollar uno de los temas incluidos dentro de la Ley de Arbitraje D.L N°1071 de
nuestro país. Siendo fundamental el conocimiento del mismo, mediante el cual
podrán aclarar dudas y discernir la información fundamental para su correcta
comprensión.
GENERALIDES
1. Definición
2
SOTO COAGUILA, C. Y BULLARD GONZALEZ, A. Comentarios a la Ley peruana de arbitraje. Tomo I. op, cit,
pág. 21.
principio. Pero, en cualquier otro caso de nulidad, es siempre a nivel arbitral que
debe resolverse la controversia, sea con los mismos árbitros, sea conformando un
nuevo tribunal arbitral cuando la nulidad obedezca a la participación de éstos en el
proceso subsanado que sea el problema materia de la anulación.
El artículo 19º del Decreto Legislativo Nº 1071 (en adelante LA) aborda lo
relativo al número de árbitros, para lo cual opta por el criterio asumido en el
artículo 10º de la Ley Modelo de la Comisión de las Naciones Unidas para el
Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI) 3, apartándose de sus antecedentes
legislativos, al no establecer la imposición de que siempre el número de árbitros
sea impar.
Salvo acuerdo distinto de las partes, las actuaciones arbitrales respecto de una
determinada controversia se iniciarán en la fecha de recepción de la solicitud
para someter una controversia a arbitraje
3
Artículo 10º [de la Ley Modelo CNUDMI/UNCITRAL].- Número de árbitros
1) Las partes podrán determinar libremente el número de árbitros.
2) A falta de tal acuerdo, los árbitros serán tres”.
necesario, por ejemplo, para el cómputo y definición de los plazos de prescripción
y caducidad.
Con este artículo se refuerza la seguridad jurídica para las partes respecto de
la gama de derechos que pueden ser afectados en forma directa o indirecta como
consecuencia de un arbitraje4.
4
Por Franz Kundmüller Caminiti: Profesor de Arbitraje de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC
La libertad de las partes es inherente a las libertades individuales reconocidas
y protegidas constitucionalmente en el ordenamiento jurídico, siendo éste
justamente el espacio de regulación inherente al arbitraje, a lo que se suma la
necesidad, tal como está normado en la norma constitucional peruana, de regular
el arbitraje del Estado. El primer inciso del artículo objeto de comentario hace
mención al acuerdo entre las partes para la definición de las reglas arbitrales. En
principio, dependiendo de lo que establezca la ley o la normativa que corresponda
a una competencia arbitral especializada, el arbitraje suele ser producto de una
negociación entre las partes, basándose así en el ejercicio de la voluntad, a partir
de la libertad inherente al individuo en el sentido kantiano 5. De donde es lógico
que una ley general sobre la materia se encuentre orientada por el principio de la
autonomía y de la libertad de las partes para pactar el arbitraje. Y, por ende,
también es lógico que ello se refleje en la posibilidad de pactar libremente las
reglas que regirán el arbitraje.
5
Cf. Morgan, Edward, “Contract Theory and the Sources of Rights: An Approach to the Arbitrability
Question”. En: Southern California Law Review, Vol. 60, 1987, p. 1070.
Cuando se trata de un arbitraje internacional, la elección del lugar del arbitraje,
sin embargo, tiene implicancias que van mucho más allá de la simple elección de
la sede del procedimiento. La principal consecuencia de la selección de una plaza
en particular como sedes o lugar del arbitraje, es la consecuente aplicación de las
normas y competencia de las autoridades de la sede, lo que, como veremos,
puede tener un sinnúmero de implicancias que pueden determinar el éxito o
fracaso del arbitraje. Tenemos así que, en ese orden de ideas, el artículo 1º de la
LA establece que, el ámbito de aplicación de nuestra ley, se extiende a todos los
arbitrajes cuyo lugar se halle dentro del territorio peruano 6.
Ahora bien, a falta de acuerdo, tal como lo indica el inciso 1 del artículo 35º,
bajo comentario, la elección del lugar corresponderá al tribunal, quien para su
elección deberá tener en cuenta “las circunstancias del caso y la conveniencia de
las partes”.
Por “circunstancias del caso” debe entenderse que los árbitros deben tomar en
consideración las características particulares de la disputa. No existe un recetario
predeterminado que establezca qué características priman a la hora de la
elección, por lo que ésta deberá realizarse caso por caso. Por ejemplo, podría
escogerse el lugar en donde se encuentre la mayor cantidad de pruebas, o el lugar
donde domicilie la mayoría de los árbitros, o el lugar neutral más próximo a las
partes y árbitros; entre otros.
El tener como marco para el arbitraje una ley que restringe las facultades del
tribunal arbitral y/o de las partes y abre la puerta para la intervención judicial
puede tener consecuencias nefastas en el arbitraje. Así pues, dependerá de las
normas de la lex arbitri, el que existamayor o menor capacidad de intervención de
los jueces y cortes del país en los procesos arbitrales. Es pues importante verificar
que la ley procesal del lugar de sede del arbitraje, permita que los jueces
coadyuven al proceso, en aquello que sea necesario, pero no imponga
restricciones a las facultades o proceso a cargo de los árbitros, ni permita
interferencias indebidas.
6
Por María del Carmen Tovar Gil: Socia del Estudio Echecopar Abogados. Profesora de Derecho
Internacional Privado en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Academia Diplomática del Perú
Una lex arbitri que permita a los jueces intervenir el arbitraje y, por ejemplo, de
acceso a los tribunales a suspender actuaciones, o a conocer de la impugnación
de resoluciones distintas al laudo, puede en última instancia enervar la utilidad de
la vía arbitral, al conllevar que pueda a través de decisiones de los tribunales,
paralizarse o desactivarse los procesos arbitrales.
El artículo 40º de la ley, sin salir del universo de la competencia de los árbitros,
plantea ahora un enfoque distinto, nos presenta dos escenarios diferenciados, de
un lado, la competencia sobre el fondo de la controversia, que comprende las
cuestiones “conexas y accesorias” vinculadas a la materia principal y, de otro lado,
la competencia para dictar reglas arbitrales complementarias 7.
Como soporte del precepto, el artículo 63.1, inciso d contempla la anulación del
laudo cuando el tribunal arbitral haya resuelto sobre materias no sometidas a su
decisión. En nuestra opinión, debe interpretarse esta norma de manera laxa de
modo que el tribunal pueda pronunciarse sobre todos los aspectos de la
7
SOTO COAGUILA, C. y BULLARD GONZÁLEZ, A. 2011. Comentarios a la Ley peruana de arbitraje. Tomo I. op.
Cit. pág. 457
controversia sometidos a su decisión como reclamación expresa o mediante el
debate procesal. Para estos efectos, debe también tenerse en cuenta el artículo
63.2 que exige que la parte haga reclamo expreso en su oportunidad ante el
tribunal arbitral frente a una materia que excede de su competencia, de modo que
caiga dentro de la competencia del tribunal arbitral todas aquellas materias que
fueron conocidas por los árbitros, aunque excedan el convenio arbitral o los
propios términos de referencia del arbitraje 8.
Así, por ejemplo, es posible que las partes hayan establecido determinadas
reglas de procedimiento; sin embargo, pueden carecer de reglas sobre las
audiencias, sobre las pruebas, sobre las votaciones y decisiones, sobre las
notificaciones o sobre los costos arbitrales que son de importancia para un
8
Aquí es necesario hacer una precisión, una materia ultrapetita o extrapetita puede surgir en el laudo o en
las actuaciones arbitrales y ser incluida en el laudo. Para este último caso consideramos se aplica el requisito
de procedibilidad de reclamo expreso ante el tribunal arbitral por exceso del ámbito de su competencia.
adecuado desarrollo del arbitraje; en estos casos los árbitros dictarán las reglas
necesarias que hicieren falta para desarrollar el arbitraje. Pero puede también
suscitarse durante las actuaciones arbitrales situaciones especiales no previstas
en las reglas de procedimiento como cuestiones de acumulación, de bifurcación
del proceso, de amicus curiae o de tribunal truncado; en estos casos los árbitros
estarán facultados para establecer, a su discreción, las reglas correspondientes a
las que se sujetarán las partes, según las circunstancias 9. En todos estos casos
las nuevas reglas serán necesarias para una adecuada conducción y desarrollo
del arbitraje.
En estos casos, la última parte del artículo 40º autoriza a los árbitros a dictar
reglas para una “adecuada conducción y desarrollo” de las actuaciones, reconoce
sus facultades para dictar reglas eficientes para conducir el arbitraje. No obstante,
es necesario que los árbitros ejerzan esta atribución con ponderación y de manera
restringida, expresando siempre las razones de su decisión 12. En cualquier caso,
9
Poudret, Jean-Francois & Besson, Sébastien, Comparative Law of International Arbitration, Sweet &
Maxwell, London, 2007, p. 464.
10
En ambos casos, en la medida que árbitros y partes alcancen un consenso sobre la variación de las reglas
no existirá mayor controversia.
11
Al respecto apuntan Poudret y Besson: “The majority opinion submits that the arbitrator or arbitrators
may not veto a procedural agreement which has been properly concluded by the parties, but may only
resign if they unable to accomplish their task. De lege lata, we feel that this majority opinion is correct in
view of the principle of party autonomy. De lege ferenda, we are of the opinion that the Swedish solution is
preferable and that the arbitrators should by law have the power to set aside agreements which are an
obstacle to the smooth conduct of the proceedings, without having to threaten to resign in order to make
their point”. Ver Poudret, Jean-Francois & Besson, Sébastien, op. cit., ps. 462/463.
12
Ver Rubio Guerrero, Roger, “Ruido en la calle principal: Las reglas de juego en el arbitraje y sus peligrosas
distorsiones”. En: Themi, Nº 53, 2006, p. 19.
siempre deben buscar un adecuado equilibrio entre el debido proceso y la
eficiencia13.
1. Inciso 1
El inciso 1 del artículo 41 del Decreto Legislativo 1071, señala que el tribunal
arbitral es el único competente para decidir sobre su propia competencia, incluso
sobre las excepciones u objeciones al arbitraje relativas a la inexistencia, nulidad,
anulabilidad, invalidez o ineficacia del convenio arbitral, o por no estar pactado el
arbitraje para resolver la materia controvertida o cualesquiera otras cuya
estimación impida entrar en el fondo de la controversia. Agrega la norma que se
encuentran comprendidas en este ámbito las excepciones por prescripción,
caducidad, cosa juzgada y cualquier otra que tenga por objeto impedir la
continuación de las actuaciones arbitrales
Esta expresión, según Roque Caivano 14, se utiliza para definir la posibilidad
que se reconoce a los árbitros para decidir acerca de su propia competencia,
cuando ésta haya sido cuestionada; es decir, la posibilidad de resolver el
planteamiento de incompetencia articulado a su respecto.
Dos escuelas han sido las encargadas de desarrollar in extenso este principio:
la alemana y la francesa. Para la escuela alemana, cuya postura es la más radical,
el kompetenz-kompetenz implica que el árbitro, o en su caso el tribunal arbitral,
debe ser el único capaz de decidir sobre su competencia.
13
Ver Park, Willliam W., “The Procedural Soft Law of International Arbitration: Non-Governmental
Instruments”. En: Loukas A. Mistelis & Julian D.M. Lew (editors). Pervasive Problems in International
Arbitration, 2006, Kluwer Law International, ps. 143/146 y PARK, Willliam W., “Two Faces of Progress:
Fairness and Flexibility in Arbitral Procedure”. En: Arbitration International, Vol. 23, Nº 3, 2007, ps. 501/502.
14
CAIVANO, Roque. Arbitraje. Segunda Edición. Buenos Aires: Ad-Hoc S.R.L., 2000, pp. 159 y 160
Por su parte, la escuela francesa matiza el alcance de este principio al señalar
que se refiere al hecho de que el árbitro debe ser el primer juez de su
competencia, quedando esta decisión sujeta a la determinación final que haga el
juez ordinario competente". Lo que no precisa esta escuela es el momento en el
que el juez debe realizar dicha determinación; sin embargo, Gerold Hermann
explica que la primera decisión acerca de la validez o invalidez del convenio
arbitral debe corresponderle al árbitro, y la última al juez.
Tal como señalan Cantuarias y Aramburu 15, ante dicha situación, la doctrina
postula desde hace mucho tiempo la necesidad de que sean los propios árbitros
los que determinen, por lo menos en un principio, si son competentes o no para
resolver la controversia o, lo que es lo mismo, si el convenio arbitral que es
autónomo al contrato principal, sufre de algún vicio que lo invalide. Esta
competencia de los árbitros de resolver acerca de su propia competencia se
conoce comúnmente como kompetenz-kompetenz y se encuentra expresamente
reconocida en un sinnúmero de tratados y leyes sobre la materia.
Dentro de tal orden de ideas, resulta evidente que con lo establecido por el
inciso 1 del artículo 41 de la Ley de Arbitraje, se busca evitar que las partes
puedan frenar el arbitraje con articulaciones sobre competencia en la vía judicial.
Ello, sin perjuicio de las facultades del Poder Judicial para hacer control ex post de
la competencia de los árbitros por la vía del recurso de anulación, regulado
también en la Ley de Arbitraje.
Por otro lado, se puede apreciar que el inciso bajo estudio hace referencia a
las excepciones y objeciones al arbitraje, las mismas que en doctrina se
subsumen en la figura denominada oposición al arbitraje y que comprenden todo
tipo de medios de defensa que las partes pudieran esgrimir en contra de la
arbitrabilidad de la controversia.
1.2 Excepciones.
15
CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando y ARAMBURÚ Y ZAGA, Manuel Diego. El arbitraje en el Perú:
desarrollo actual y perspectivas futuras. Lima: Fundación M.J. Bustamante de la Fuente, 1994, p. 226.
Como bien señala Mantilla Serrano 16, no queda la menor duda de que el árbitro
o el tribunal arbitral podrá decidir toda excepción que involucre cuestiones como la
litispendentia y la cosa juzgada, la prejudicialidad, la caducidad y el cumplimiento
de las condiciones previas requeridas para iniciar el arbitraje.
1.3 Objeciones
Ledesma Narváez18 nos dice que la defensa previa viene a ser una modalidad
del ejercicio del derecho de contradicción en proceso que corresponde al
demandado y busca la suspensión del trámite del proceso hasta que se cumpla el
plazo o el acto previsto por la ley sustantiva como antecedente para el ejercicio
idóneo del derecho de acción.
16
MANTILLA SERRANO, Fernando. Ley de Arbitraje. Una perspectiva internacional. Madrid: Iustel. 2005, p.
138.
17
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría General del Proceso. Tomo I. Buenos Aires: Universidad, 1984, p. 264.
18
LEDESMA NARVAEZ, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. Tercera Edición. Tomo II. Lima:
Gaceta Jurídica Editores, 2011, p. 57.
Para concluir con nuestros comentarios al inciso 1 del artículo bajo estudio,
reiteramos que el cuestionamiento de la competencia se realiza en el propio
proceso, el mismo que constituye lugar natural para tal efecto y si el tribunal se
decidiera como competente y una de las partes considerara que no lo es, pues
tendrá expedito su derecho para impugnar la competencia vía anulación de laudo.
2. Inciso 2
3. Inciso 3
Las excepciones deben plantearse una vez que la parte toma conocimiento de
las reclamaciones o de las circunstancias que considera objeto de incompetencia
del tribunal arbitral, así tenemos 2 momentos: i) con la contestación de la
demanda y ii) durante las actuaciones arbitrales. El plazo máximo para plantear
excepciones frente a una demanda es la contestación de la demanda, sea que se
trate de excepciones sobre la existencia o validez del convenio o excepciones
relacionadas a la materia controvertida. Aquí es preciso tener en cuenta una
cuestión práctica, en no pocas ocasiones la parte que objeta la existencia o
validez del convenio asume una posición contraria al arbitraje y decide no
participar luego de dar a conocer o no dar a conocer sus razones. En estos casos,
consideramos que el tribunal arbitral, no obstante, la renuencia de la parte, debe
evaluar sus razones, en la medida que las conozca mediante los antecedentes o
las pruebas del caso.
20
Silva Romero, Eduardo, “Breves observaciones sobre el principio Kompetenz-Kompetenz”. En: Eduardo
Silva Romero (Director Académico) y Fabricio Mantilla Espinosa (Coordinador Académico). El Contrato de
Arbitraje, Legis, Bogotá, 2005, p. 581.
21
Cárdenas Mejía, Juan Pablo, “El principio de autonomía del contrato de arbitraje o pacto arbitral”. En: El
Contrato de Arbitraje, p. 84.
Durante las actuaciones arbitrales, de otro lado, es posible que sean sometidas
a decisión de los árbitros nuevas materias debido a las ampliaciones o
modificaciones de la demanda o de la contestación que permite el artículo 39.3 de
la ley, por lo que se encuentran también sujetas al planteamiento de excepciones,
en la medida que excedan el ámbito de competencia del tribunal arbitral. La norma
exige que estas excepciones se opongan “tan pronto como sean planteadas” las
materias fuera de competencia del tribunal. Este requisito de inmediatez debe ser
ponderado, sin embargo, con criterios de razonabilidad por las partes y en último
término por el tribunal arbitral, quien las admitirá en la medida que encuentre
causas justificadas para la demora.
4. Inciso 4
Dos precisiones finales sobre la norma: i) por la expresión “laudo por el que se
resuelve definitivamente la controversia” debemos entender todo laudo sobre el
fondo de la controversia, sea parcial o final, de tal suerte que la decisión de
24
Por ejemplo, cuando una parte cuestiona la validez del convenio arbitral (como excepción) y la validez del
contrato (como tema de fondo) amparándose en la misma causa.
competencia contenida en estos laudos puede ser impugnada mediante recurso
de anulación (763) y ii) cuando existen varias materias sometidas a decisión de los
árbitros y sólo algunas de ellas han sido objeto de una excepción que se ampara,
en estos casos las actuaciones continúan respecto de las demás materias y la
decisión sólo podrá ser impugnada mediante el recurso de anulación contra un
laudo definitivo, en los términos apuntados.
5. Inciso 5
…
La decisión de las audiencias a realizarse debe ser tomada en el momento de
la instalación del tribunal. Ello porque las partes tienen derecho a saber a qué
atenerse, es decir, a conocer de manera anticipada si tendrán que informar ellas o
sus abogados, cuántas audiencias se tienen previstas; cuánto tiempo durará el
proceso y, ciertamente, cuáles serán sus gastos de defensa. De dicho
conocimiento anticipado puede depender la toma de decisiones de cada parte, a
veces cruciales respecto a su situación actual (invertir o no invertir, iniciar o no la
construcción, esperar a la emisión del laudo o conciliar e, incluso, aspectos tan
cotidianos como salir o no de viaje).
No obstante, por conveniente que sea para las partes, dicha aproximación
resta flexibilidad al arbitraje, ya que los árbitros se estarían auto-imponiendo un
cronograma rígido de audiencias, que atenta contra el modelo de flexibilidad que
el arbitraje encarna.
Por ello, la definición de llevar un arbitraje escrito o con audiencias, debe ser
tomada por los árbitros en el momento que consideren prudente, aunque, en tales
casos, deberán citar a las partes con la debida anticipación, tal como
acertadamente impone el segundo párrafo del artículo 42º de la LA.
La pertinencia alude a que los medios probatorios deben referirse a los hechos
que sustentan la pretensión. Serán no pertinentes los medios probatorios que se
refieran a hechos no controvertidos, imposibles, notorios, públicos, afirmados por
una de las partes y admitidos por la otra, así como a hechos que la ley presume
sin admitir prueba en contrario o al derecho nacional, todo lo cual está regulado en
detalle en el artículo 190º del Código Procesal Civil. Al permitirse a los árbitros
decidir acerca de la pertinencia, sin existir norma alguna como la reseñada, podría
ser posible, en teoría, que los árbitros admitan medios probatorios referidos a
25
artículo 37º de la Ley Nº 26572
26
artículo 43º del Decreto Legislativo Nº 1071
27
De Santo, Víctor, La prueba judicial. Teoría y práctica, Buenos Aires, Editorial Universidad, 1992, p. 68.
hechos como los mencionados. Hay que hacer notar, sin embargo, que esta
libertad probatoria consagrada en la nueva ley no puede conducir a situaciones
irracionales o reñidas con el sentido común, como veremos más adelante.
Como precisa la norma, los peritos pueden ser designados por el mismo
tribunal arbitral o por las partes. El primero, el perito designado por el tribunal
arbitral, es conocido como el perito de oficio y, el segundo, como el perito de parte.
Pero más allá de quién lo nombre, lo cierto es que se trata de un especialista en la
materia técnica que se encuentre controvertida, cuya labor es colaborar con el
tribunal arbitral en la tarea de esclarecer las cuestiones técnicas del caso. La
imparcialidad e independencia del perito que se designe es fundamental. Y ello
naturalmente se aplica tanto para el perito que designe el tribunal arbitral como
para el perito que designen las partes.
¿Qué debe aportar un perito al proceso arbitral? ¿Cuáles son los límites de la
prueba pericial? Usualmente se introduce la opinión de un perito al proceso con el
objeto que colabore con la evaluación de los hechos en disputa aportando para
ello su conocimiento especializado y particular sobre los tecnicismos que podrían
acompañar los hechos del caso.
El perito, en ese sentido, opina, por un lado, para aclararle al tribunal arbitral
las cuestiones de hecho, y opina también interpretando, desde su perspectiva
técnica, los hechos del caso.
Constituye un tremendo error pretender restringir o limitar la prueba pericial en
un proceso arbitral a un pronunciamiento sobre un hecho concreto, aplicando para
esa finalidad el Código Procesal Civil. Lamentablemente, sin embargo, es un error
frecuente. Por eso, consideramos muy pertinente el comentario.
Es un error pretender limitar el ámbito de las pericias a emitir una opinión sobre
un hecho. El perito puede opinar sobre hechos, y sobre temas técnicos, e incluso
sobre contratos. El perito puede, además, sobre la base de los hechos y temas
técnicos que le ha tocado analizar, opinar, desde su perspectiva técnica, sobre
cuál considera es la posición de las partes en conflicto que considera como la más
razonable. El perito puede también opinar, desde su perspectiva técnica, sobre
cómo debería interpretarse un contrato
28
Sentencia del Tribunal Constitucional. Expediente Nº 6167-2005-PHC/TC.
perito es clave. Y para que nuestro perito tenga credibilidad, qué mejor que se
trate de una autoridad en el tema que se abordará.
Entonces, como primer paso es clave haber investigado y elegido bien a quién
designaremos como perito. Debemos asumir que será cuidadosamente observado
y evaluado por el tribunal arbitral (y por nuestra contraparte por supuesto).
Asimismo, el tribunal arbitral está facultado para modificar, sustituir y dejar sin
efecto las medidas cautelares que haya ordenado una autoridad judicial, incluso si
se trata de decisiones judiciales firmes.
La Ley prevé que, en el arbitraje internacional, las partes durante el transcurso
de las actuaciones pueden solicitar a la autoridad judicial competente, previa
autorización del tribunal arbitral (si ya está constituido), la adopción de las medidas
cautelares que estimen convenientes. En todo caso, las partes pueden incluso
antes de haberse iniciado el arbitraje, solicitar las medidas necesarias a la
autoridad judicial competente.
La norma dice que el laudo que acoge la transacción tiene la misma eficacia
que cualquier otro laudo dictado sobre el fondo de la controversia. La solución
legal es conforme. En efecto, este laudo produce los efectos de una sentencia.
Pero ¿por qué no se dijo que la transacción, una vez aprobada en el laudo, tiene
la misma fuerza que cualquiera otra transacción? Es decir, tiene los efectos de
cosa juzgada y puede dar lugar a una excepción, en la eventualidad de que se
promoviera acción judicial sobre los puntos transigidos.
Un tema que plantea la norma bajo comentario es si este laudo podría ser
objeto del recurso de anulación previsto en el artículo 62º y siguientes de la LA. En
principio parece que no, dado que ambas partes involucradas celebraron la
transacción y pidieron que se la aprobara mediante un laudo sin motivación.
En todos los arbitrajes regidos por este Decreto Legislativo en los que
interviene el Estado peruano como parte, las actuaciones arbitrales estarán
sujetas a confidencialidad y el laudo será publicado, una vez terminadas las
actuaciones.
En todos los casos, el tribunal arbitral decidirá con arreglo a las estipulaciones
del contrato y tendrá en cuenta los usos y prácticas aplicables.”
Este artículo es sumamente importante porque determina directamente quizá
lo más medular de la controversia: el cauce normativo que conduce al laudo.
1. El arbitraje nacional
Ante todo, veamos el caso del arbitraje nacional. La ley no define el arbitraje
nacional, por lo que es necesario demarcar este concepto por oposición a lo que la
ley define como arbitraje internacional. De esta manera, si las partes no tenían
domicilio en Estados diferentes al momento de la celebración del convenio, ni
tampoco tienen su domicilio fuera del Perú y si a ello se suma que el lugar de
cumplimiento de una parte sustancial de las obligaciones de la relación jurídica o
el lugar con el cual el objeto de la controversia tiene una relación más estrecha,
esté situado dentro del territorio nacional, estamos ante un arbitraje nacional.
Pero, ¿qué ley se aplica para solucionar las controversias en estos arbitrajes
nacionales? El CC peruano establece en su artículo 2095º la libertad de las partes
para fijar la ley que regirá una determinada relación contractual, cualquiera que
ésta sea, cualquiera que sea el Estado en que domicilien las partes y cualquiera
que sea el lugar de cumplimiento de la obligación contractual. Por tanto, en
principio, no habría inconveniente para que una empresa limeña que fabrica
salchichas y su proveedor trujillano de carne de cerdo se pongan de acuerdo en
que, en caso de controversia, se aplique la ley china. Bastante improbable y,
ciertamente poco práctico, pero legalmente posible.
Más probable y con un cierto sentido práctico pudiera ser que una compañía
de seguros peruana acordará con algún cliente muy importante y de mucho riesgo
que las eventuales controversias entre ellos sean solucionadas por un arbitraje
que será nacional pero que aplicará la ley inglesa de seguros, debido a que ésta
es muy eficiente y técnica en esta materia. O también que una empresa peruana
acuerde con sus distribuidores en provincias que sus desavenencias se rijan por la
ley del Estado de New York que se encuentra muy desarrollada en materias
comerciales. ¿Y qué es lo que sucede si no se han puesto de acuerdo las partes
sobre la ley aplicable? El mismo artículo 2095º del CC dispone que, en tal caso, se
aplique la ley del lugar del cumplimiento de la obligación.
2. El arbitraje internacional
¿Y qué sucede en los arbitrajes que se llevan a cabo en el Perú pero que
tienen carácter internacional? En ese caso, ¿cuál es la ley aplicable? Pues en el
arbitraje internacional las reglas no son diferentes. En este caso, la nueva Ley de
Arbitraje ratifica de manera expresa lo establecido por la norma del artículo 2095º
del CC, esto es, la libre elección por las partes de la ley aplicable: “En el arbitraje
internacional, el tribunal arbitral decidirá la controversia de conformidad con las
normas jurídicas elegidas por las partes como aplicables al fondo de la
controversia”30.
Sin embargo, existe una diferencia referente al caso de que las partes no
hayan establecido de común acuerdo la ley aplicable: mientras que en el arbitraje
nacional se sigue aplicando la ley del lugar del cumplimiento de la obligación
contractual31 o la ley del país donde se realice la principal actividad que causa el
perjuicio en la responsabilidad extracontractual 32 como lo establece el artículo
2095º del CC, la Ley de Arbitraje ha introducido una innovación en nuestro
sistema jurídico en cuanto a los arbitrajes internacionales creando una excepción
a lo dispuesto por el CC. Tomando probablemente como base el Reglamento de
Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional (CCI) 33, en el arbitraje
internacional, a falta de acuerdo entre las partes, el tribunal arbitral aplicará las
normas que estime apropiadas34. Como puede apreciarse, esto implica una
diferencia notable con el arbitraje nacional pues otorga al Tribunal poderes plenos
para determinar la ley nacional aplicable al caso, sin imponerle criterio alguno en
la toma de decisión.
30
Decreto Legislativo N.º 1071 de 28 de junio de 2008, artículo 57º, inc. 2.
31
Código Civil peruano, artículo 2095º.
32
Código Civil peruano, artículo 2097º.
33
Cámara de Comercio Internacional; Reglamento de Arbitraje, artículo 17º.
34
Decreto legislativo, Nº 1071 de 28 de junio de 2008, artículo 57º, inc. 4.
Tribunal dirime libremente y a su leal parecer y entender si tiene competencia o no
frente a un determinado punto controvertido.35
El artículo 71º de la Ley de Arbitraje dispone que los honorarios del tribunal
arbitral y del secretario, en su caso, serán establecidos de manera razonable,
teniendo en cuenta el monto en disputa, la dimensión y la complejidad del caso, el
tiempo dedicado por los árbitros, el desarrollo de las actuaciones arbitrales, así
como los usos y costumbres arbitrales y cualesquiera circunstancias pertinentes
del caso. El artículo bajo comentario tiene su antecedente en el artículo 19º de la
Ley General de Arbitraje derogada, vale decir, la Ley 26572, el cual establecía que
los árbitros serían remunerados, salvo pacto en contrario. Añadiendo que la
aceptación al cargo confiere a los árbitros, así como a las instituciones arbitrales,
el derecho de exigir a las partes un anticipo de los fondos que estimen necesarios
para atender las retribuciones respectivas y los gastos del arbitraje. Como se
puede apreciar, el artículo 71º de la Ley Arbitraje constituye un avance respecto
de su antecedente, en la medida que establece con mayor precisión las reglas que
se deben seguir, a los efectos de definir los honorarios del tribunal arbitral.
Una primera reflexión que merece esta norma, consiste en que su aplicación
se hará mayoritariamente a los arbitrajes ad hoc, pues en éstos, a diferencia de lo
que ocurre en la gran mayoría de arbitrajes administrados, no existe un
reglamento de aranceles y pagos que establezca de manera anticipada los
honorarios del tribunal arbitral. Por otro lado, este dispositivo se aparta del
principio contenido en el artículo 1767º del CC, relativo a la retribución del locador
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Esta regla está también contenida en la nueva ley peruana de arbitraje que estamos comentando, en el inc. 3 de su
artículo tercero
en los contratos de locación de servicios, que establece si dicha retribución no
puede determinarse según las tarifas profesionales o los usos, será fijada en
relación a la calidad, entidad y demás circunstancias de los servicios prestados.
Así pues, un elemento importante para establecer los honorarios del tribunal
arbitral consiste en el monto en disputa, ya que, por lo general, aunque no siempre
es así, a mayor cuantía en disputa, más complejo será el caso a resolver.
Consecuentemente, parece lógico afirmar que, cuanto más alta sea la materia
en discusión, lo propio ocurra con los honorarios del tribunal arbitral. No obstante
ello, y dado que la cuantía del caso no puede ser el único criterio a tomar en
cuenta para determinar los honorarios del tribunal arbitral, ya que sería
perfectamente posible que un arbitraje en el que se discute un monto considerable
sea sencillo de resolver, desde el punto de vista de los hechos o del derecho en
controversia; o en el que se arbitra respecto de una suma relativamente baja, pero
acerca de un tema jurídico que reviste gran complejidad; lo cual, a su vez, se
traduce en un menor o mayor trabajo del tribunal arbitral, según sea el caso.