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Año de la universalización de la salud”

“Arbitraje. Procedimiento arbitral”

CURSO : CONTRATACIONES Y ADQUISICIONES DEL ESTADO

DOCENTE : CARMEN MURILLO QUEVEDO

NOMBRES : WILDER JAIR VASQUEZ CHOQUE

CICLO : XII

SEC/FILIAL : 07 – JULIACA

AÑO : 2021

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INDICE
INTRODUCCION..................................................................................................3
CAPITULO I..........................................................................................................5
I. ARBITRAJE. PROCEDIMIENTO ARBITRAL................................................5
1.1. ASPECTOS GENERALES:........................................................................5
1.2. ANTECEDENTES Y REFERENCIAS CONSTITUCIONALES..................7
1.3. LA CONSTITUCION POLITICA DE 1979 Y EL CODIGO CIVIL DE 1984
…………………………………………………………………………………..11
1.4. LA CONSTITUCION POLITICA DE 1993................................................13
1.5. LEY GENERAL DE ARBITRAJE. - DECRETO LEY 25935.....................13
1.6. LEY Nº 26572 – LEY GENERAL DE ARBITRAJE (LGA)........................17
1.6.1. EL CONVENIO ARBITRAL COMO INSTITUCIÓN AUTÓNOMA DE
CARÁCTER EXCEPCIONAL.............................................................................17
1.6.2. VOLUNTAD DE LAS PARTES..............................................................18
1.6.3. Excepción al principio de la unicidad y exclusividad de la función
jurisdiccional establecida en el art. 139 de la Constitución Política del Perú....19
1.6.4. RENUNCIA AL DERECHO DE ACCIÓN JUDICIAL.............................19
1.7. DESCRICPION NORMATIVA DE LA LEY Nº 26572...............................20
1.8. RECURSOS..............................................................................................29
1.9. EL LAUDO ARBITRAL.............................................................................30
1.10. RECURSO DE ANULACION CONTRA LAUDO ARBITRAL................32
1.11. MEDIDAS CAUTELARES.....................................................................34
CONCLUSIONES Y PROPOSICIONES............................................................37
BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................39

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INTRODUCCION

La Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de San Martín


de Porres desarrolló en febrero de este año un Curso de Verano sobre Arbitraje
con referencia al Arbitraje Internacional y de Inversiones. Fue una sabia
decisión de las autoridades y una interesante oportunidad para quienes
además de ejercer la docencia universitaria y la profesión de abogado hemos
tenido ocasión de desempeñarnos como árbitros en algunas controversias.

Por ello cabe destacar las materias abordadas durante el mes de febrero, la
calidad de los profesores nacionales y extranjeros convocados, así como sus
intervenciones y los materiales de enseñanza entregados a cada participante.

La Tesina que se presenta tiene como propósito hacer una revisión general del
arbitraje como institución a lo largo de la historia en general y en el Perú. Para
el caso peruano no se ha revisado el período preinca ni inca, sino que se ha
partido de la Constitución Española de Cádiz de 1812 en que se reconocía y
establecía el arbitraje.

Luego se ha revisado cada uno de los textos constitucionales de la República


para llegar al siglo XX con las Constituciones de 19 19 en el período de
Augusto B. Leguía, luego las Constituciones de 1933; pero fundamentalmente
las de 1979 y 1993 que de manera clara la incorporan con todas sus letras y
sin ningún reparo en los capítulos referidos al Poder Judicial.

Hacemos igualmente un análisis de las normas de la cláusula compromisoria y


del Compromiso arbitral regulados en el Código Civil de 1984; para transitar
luego por el estudio de los dispositivos contenidos en el Decreto ley Nº 25935
Ley General de Arbitraje para desembocar en un análisis mucho más amplio de
la Ley General de Arbitraje y sus modificatorias contenida en la Ley Nº 26572.

De forma tal que este estudio nos permite tener una visión muy clara del
desarrollo de esta institución moderna, que no aspira a sustituir a la justicia

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ordinaria, que tiene sus propias reglas y metodologías y que busca constituirse
en un instrumento de desarrollo al buscar la seguridad jurídica y la paz entre
las partes que voluntariamente se someten a ella.

Por cierto que en un trabajo de esta magnitud no se ha desarrollado los


diferentes matices que ahora se plantean, sobre todo en el ámbito internacional
y a propósito de las inversiones ya que como todos sabemos la caída del muro
de Berlín así como el desarrollo de las telecomunicaciones y otras nuevas
tecnologías y la implantación de lo que se denomina internacionalización o
globalización ha estimulado en la comunidad internacional un crecimiento
importante del comercio mundial y de las inversiones extranjeras.

Es esa denominada globalización la que genera nuevas oportunidades, acceso


a nuevos mercados, nuevas tecnologías e inversiones pero a su vez genera
nuevos riesgos y desafíos toda vez que, por ejemplo en el caso de las
inversiones extranjeras directas además de promoverse la transferencia de
capitales, tecnologías y servicios también es verdad que aumenta la litigiosidad
por lo que es necesario contribuir al logro de un cierto equilibrio entre las
relaciones del Derecho Internacional Privado, las inversiones extranjeras y el
arbitraje internacional.

Ese es el espíritu que nos anima como abogados y profesores, tener una visión
actual y fresca de una forma diferente de encarar el Derecho que contribuya de
manera directa en el equilibrio social; y desde esa perspectiva, para nosotros el
arbitraje es un camino a seguir. -

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CAPITULO I

I. ARBITRAJE. PROCEDIMIENTO ARBITRAL

I.1. ASPECTOS GENERALES:

Los sistemas jurídicos de determinados países contemplan la posibilidad


que en determinadas circunstancias y cumplidas determinadas
formalidades las partes se aparten, renuncien o sustraigan el
conocimiento de su controversia o conflicto de intereses de los órganos
jurisdiccionales del Estado para someter la decisión de sus controversias
a jueces de su elección, los que adoptan la denominación de Árbitros.

De otro lado, en determinadas circunstancias y atendiendo a la


naturaleza jurídica de los actos o contratos en los que interviene el
Estado, éste impone un arbitraje obligatorio, sin que ello modifique
sustancialmente su carácter jurídico. En el Perú la Ley de Contrataciones
y Adquisiciones del Estado y su Reglamento, establece el arbitraje
obligatorio para el caso que en la ejecución de los contratos surjan

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controversias, los medios alternativos a la solución de controversias
(MARCs) están regulados en los arts. 272 al 292 del citado Reglamento
Debemos señalar que, el Árbitro o los Árbitros, sea que se trate de un
arbitraje con Arbitro único o de un Tribunal Arbitral compuesto por tres
Árbitros o más, reciben sus facultades directamente de las partes y por
ello en relación a éstas tienen el carácter de jueces (aunque no gozan en
sus totalidades ni de las prerrogativas ni las prohibiciones de éstos)
estando obligados a pronunciarse en el Laudo Arbitral que emitan acerca
de las cuestiones litigiosas o dudosas propuestas por las partes.

Los Laudos Arbitrales tienen el carácter de sentencias y deben ser


ejecutados por los jueces ordinarios ya que los árbitros carecen del ius
imperium que el Estado a través de la ley les otorga a aquellos. El
procedimiento para su ejecución en el Perú está regulado en la Ley
General de Arbitraje y se sujeta también a lo establecido en el Código
Procesal Civil.

El Arbitraje no es una institución moderna ya que la historia del Derecho


nos recuerda que era una forma de evitar que por el uso de la fuerza las
partes en conflicto resolvieran sus disputas.

Así, en Roma la figura del Arbitraje se conoce desde las XII Tablas; en
España son las Partidas donde se le legisla de manera orgánica; en
Inglaterra existe la Arbitration Act de 1889 cuerpo normativo más
importante que regula esta materia; en Estados Unidos la Ley del 12 de
febrero de 1925 es de carácter federal y regula el arbitraje comercial; en
Francia se reguló con mayor precisión en el Código de Procedimientos
(arts. 1003 a 1028) hasta que se dictó la ley de 31 de diciembre de 1925
que estableció la validez de la cláusula compromisoria en materia
comercial

El maestro Hugo Alsina al efectuar un resumen de las críticas que la


institución del arbitraje ha sido objeto explica que en algunos países pese

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a su aplicación cada vez más frecuente, se la acepta con desconfianza. Y
añade que se le considera un procedimiento artificioso, lleno de sorpresas
y peligros para los litigantes, en el que los árbitros, en lugar de ser jueces
se convierten en defensores de las partes que los nombran, respetándose
rara vez sus pronunciamientos.

Sin embargo, reconoce que la deficiencia no radica en la institución en sí


misma sino en su reglamentación y en la forma como se aplican las
disposiciones de la ley. Y agrega que en la práctica las partes designan
árbitros a personas que de antemano se comprometen a defender sus
respectivos intereses, pero cuando la designación recae en quien no tiene
ninguna vinculación con ellas, como en el caso que la designación de un
tercer árbitro recae en un extraño (a las partes) la eficacia del
procedimiento es fácilmente apreciable.

I.2. ANTECEDENTES Y REFERENCIAS CONSTITUCIONALES.

Como antecedente del período republicano debemos señalar que


en la Constitución de Cádiz de 1812 se estableció en los arts. 28º y
281 el derecho de los españoles de no privarlos del derecho de
terminar sus diferencias por medio de jueces árbitros elegidos por
ambas partes; la sentencia que expidieren los árbitros se ejecutará si
las partes al hacer el compromiso no se hubieran reservado el
derecho de apelar. (García Belaunde, 2006)

Producido el proceso de Independencia del Perú del Reino de


España el Libertador José de San Martín dictó el Reglamento
Provisional de 1821, en cuyo artículo 18 textualmente se lee: “ Todas
las leyes, ordenanzas y reglamentos que no estén en oposición con
los principios de libertad é independencia proclamados, con los
decretos expedidos desde el 8 de Setiembre anterior, y con lo
establecido en el presente, quedan en su fuerza y vigor, mientras no
sean derogados, ó abrogados por autoridad competente”
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Estimamos que el arbitraje, que se pacta voluntariamente por las
partes no se oponía en absoluto a los decretos dictados por el
Libertad San Martín y desde esa perspectiva, estaban vigentes, por
lo menos teóricamente.

La misma opinión puede aplicarse a la Constitución Política de


1823 que en su art. 121, repite más o menos la fórmula antes referida
al señalar que: “Todas las leyes anteriores a esta Constitución, que
no se opongan al sistema de la independencia, y a los principios que
aquí se establecen, quedan en su vigor y fuerza hasta la
organización de los códigos civil, criminal, militar y de comercio”

Es entendible una omisión expresa a la institución del arbitraje en


tanto y en cuanto que las principales preocupaciones de los
fundadores de la República era justamente esa: establecer los
valores y las bases fundamentales que guíen al establecimiento y
funcionamiento de la nueva República, es decir, el régimen político y
de gobierno, los poderes del Estado, cómo se eligen a sus
representantes, los derechos de los ciudadanos, etc., por lo que
consideramos que un tema técnico como el Arbitraje no se discutió y
por lo mismo, tampoco se prohibió, pues esta circunstancia hubiera
exigido un pronunciamiento expreso, que no se produjo, por las
circunstancias antes acotadas.

Lo mismo aconteció con la Ley del 10 de febrero de 1824 firmado


por José María Galdiano como presidente del Congreso, Joaquín de
Arrese y José Bartolomé Zárate como diputados secretario, por el
cual el propio Congreso Constituyente acuerda su Receso, suspende
el ejercicio del cargo del presidente de la República y otorga poderes
al Libertador Simón Bolívar.

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Posteriormente, por Ley del 10 de febrero de 1825 se le otorgaron
plenos poderes al Libertador Simón Bolívar dada la delicada situación
política que atravesaba el proceso de consolidación de la
independencia.

La efímera Constitución Vitalicia de 1826, como se le conoce no


hace mención expresa al arbitraje, pero si a las conciliaciones, que
las promueve de manera decidida, por lo que considero que a la
institución del arbitraje no se le prohibió de manera expresa alguna
sin que tampoco se le promoviera como se hacía con relación a la
Conciliación.

La Constitución Política de 1828 dada por el Congreso General


Constituyente el 18 de marzo de 1828 en su capítulo referido a LA
ADMINISTRACION DE JUSTICIA, arts. 119 a 131 no hace referencia
expresa al arbitraje. Este texto constitucional estuvo vigente hasta la
entrada en vigencia de la Constitución de 1839 que fue dada por el
Congreso General el 10 de noviembre del citado año.

La Constitución Política de 1839 a diferencia de las


Constituciones Políticas anteriores si hace expresa referencia al
arbitraje, como una garantía Individual regulada dentro de as
garantías nacionales. Así en el art. 164 establece:

“Ningún peruano puede ser privado del derecho de terminar sus


diferencias por medio de jueces árbitros”

Esta tendencia continuaría con el Estatuto Provisorio de 1855


dictado por el Libertador Ramón Castilla en su calidad de presidente
Provisorio, recogiéndose fórmula legislativa similar a la anterior, en
el artículo 11, que dice textualmente:

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“Todo individuo en la República tiene el derecho de terminar sus
diferencias por medio de jueces árbitros conforme a las leyes.”

El nuevo texto constitucional agrega que el arbitraje debe


desarrollarse “conforme a las leyes”, es decir que el Estatuto Provisorio
concebía la necesidad de legislar dicho dispositivo con rango
constitucional, es decir, dictar normas sobre arbitraje en leyes conocidas
como de desarrollo constitucional, que por supuesto no se dictaron en su
oportunidad.

Con la entrada en vigencia de la Constitución Política de 1860


promulgada por el propio Ramón Castilla, esta vez en su condición de
presidente Constitucional de la República, el arbitraje sufre una especie
de retroceso, pues en el texto constitucional no se hace referencia
expresa a ella como sí se hacía en el Estatuto Provisorio de 1855. De
igual forma se mantuvo en materia arbitral la Constitución de 1867
durante el mandato del presidente Mariano Ignacio Prado, que no hace
referencia alguna y que, por el contrario, en el Título XVII Del Poder
Judicial, en su art. 121 precisa que “La justicia será administrada por
los Tribunales y juzgados” cerrándole el paso, en alguna forma y grado
al arbitraje como mecanismo de solución de controversias.

Con el advenimiento del siglo XX, luego de superada en alguna


forma el trauma de la guerra del pacífico y con Augusto B. Leguía en el
poder, el arbitraje tuvo un mejor tratamiento legislativo a nivel
constitucional (Constitución Política de 1919) acorde con el propósito
modernizador introducido por el presidente de la República. Así, en el
art. 48.0 referidos a “Los conflictos entre el Capital y el Trabajo serán
sometidos a arbitraje obligatorio”

No está demás indicar que en este texto constitucional también se


hace referencia a la justicia militar (art. 156) con lo que se perfila un

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sistema de administración de justicia como la contenida en la
Constitución de 1979 y de 1993.

I.3. LA CONSTITUCION POLITICA DE 1979 Y EL CODIGO CIVIL DE 1984

La Constitución Política del Estado de 1979, uno de los mejores textos


constitucionales concebidos a finales del siglo XX como producto de una
transacción política para devolver la democracia a la civilidad y que tuvo
entre sus miembros a destacados dirigentes políticos del Partido Aprista
Peruano y del Partido Popular Cristiano, incorporó en su texto y por vía de
excepción a las denominadas “jurisdicción” arbitral y militar, en el art. 233,
numeral 1)

El desarrollo del arbitraje incorporado por el texto constitucional antes


referido se efectuó a través de la Cláusula Compromisoria y compromiso
arbitral que fue incorporado en el texto del Código Civil promulgado por el
Decreto Legislativo Nº 295.

Efectivamente, en el Libro VII – Fuentes de las Obligaciones; Título IX se


regulan los capítulos Primero referido a la Cláusula Compromisoria, arts.
1906 y 1907 y el capítulo segundo concerniente al Compromiso Arbitral
arts. 1909 a 1922.

La cláusula compromisoria conforme a lo señalado en el art. 1906 del


Código Civil facultaba a las partes a obligarse mediante un pacto principal
(que podía ser independiente de un contrato específico) o una estipulación
accesoria (dentro de un contrato principal) a celebrar en el futuro un
compromiso arbitral.

Este compromiso no requiere la designación de árbitros, pero si fijar la


extensión de la materia a arbitrar y además generaba la obligación a las
partes de materializar el arbitraje compeliéndolos a la realización de
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cuantos actos sean necesarios para que el compromiso pueda tener efecto
y, en concreto, se designe a los árbitros y se determine el asunto
controvertido.

En buena cuenta y conforme lo establecía la propia norma derogada se


trataba de un contrato preliminar, con todas sus formas.

El compromiso arbitral tenía una regulación más completa pues además


de ser definido legalmente en el art. 1909 del CC.” Por el compromiso
arbitral dos o más partes convienen que una controversia determinada,
materia o no de un juicio, sea resuelta por tercero o terceros a quienes
designan y a cuya jurisdicción y decisión se someten expresamente.”

La forma de celebración es escrita bajo sanción de nulidad y debe


contener el nombre y domicilio de los otorgantes y de los árbitros; la
controversia que se somete al fallo arbitral con expresión de sus
circunstancias, el plazo para laudar y la sede o lugar donde debe
desarrollarse el arbitraje.

El art. 1913 del CC establecía que materias no pueden ser objeto de


compromiso arbitral, entre ellas las referidas al estado y la capacidad civil
de las personas; las que interesan a la moral y las buenas costumbres. El
inc.2) hacía una larga referencia al estado o sus bienes, que no referiré en
esta parte del trabajo por tratarse de una norma derogada.

Es interesante la norma contenida en el derogado art. 1914 del CC pues


la existencia de la cláusula compromisoria y del compromiso arbitral
facultaba la invocación como excepción en caso surgiera proceso ordinario.

De igual forma se establecía la diferencia entre arbitraje de derecho y de


equidad denominando a los árbitros que efectuaban este último tipo de
arbitraje como amigables componedores.

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Finalmente, debemos señalar que el art. 1922 del CC ya derogado
remitía el procedimiento arbitral a las normas establecidas en el Código de
Procedimientos Civiles, actualmente derogado por el Código Procesal Civil.
(CASTILLO FREYRE, 2007)

I.4. LA CONSTITUCION POLITICA DE 1993

La Constitución Política del Perú de 1993 siguiendo la corriente


impregnada por la Constitución de 1920 y la derogada de 1979 también
plasmó a nivel normativo el arbitraje como una solución de controversias
distinta a la ordinaria, la militar y la de las comunidades campesinas y
nativas que establece el art. 149 del texto constitucional.

Efectivamente en el art. 139, numeral 1 de la carta magna referida se


establece una jurisdicción diferente a la ordinaria, en la arbitral y la militar.
(García Belaunde, 2006)

I.5. LEY GENERAL DE ARBITRAJE. - DECRETO LEY 25935

Ahora bien, como señalamos el Decreto Ley Nº 25935 publicado el


09/DIC/92 y vigente desde el 10/DIC/92 derogó las normas del Código Civil
referidas a la Cláusula Compromisoria y al Compromiso Arbitral.

El nomen juris de este Decreto Ley es LEY GENERAL DE ARBITRAJE,


tenía 109 artículos, cuatro disposiciones complementarias y transitorias y
dos disposiciones finales. Se trata de una ley que regula de manera
especia e independiente la materia arbitral

Su estructura normativa era la siguiente: Estaba dividido en 2 grandes


secciones uno referido a las disposiciones generales y el segundo al
arbitraje internacional. Esta última sección sólo tenía un capítulo único.

En cambio, la sección primera tenía 4 capítulos divididos a su vez en


títulos. El capítulo primero tenía un título único referido a las disposiciones
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generales (arts. 1 al 3); el capítulo segundo también tenía un título único
referido al convenio arbitral (arts. 4 a 15); siguiendo igual sistemática
legislativa el capítulo Tercero tenía un título único referido a Los árbitros
que se encontraba normado en los arts. 16 al 25.

El Proceso Arbitral está regulado en el Título Primero del capítulo Cuarto; lo


concerniente al Laudo Arbitral en el Título Cuarto y en el Título Sexto lo referido
a las Medidas cautelares y Ejecución del Laudo en el Título Sexto.

Este Decreto Ley si bien no definía lo que es el arbitraje establecía en su


artículo 1º que podían someterse a arbitraje las controversias determinadas o
determinables sobre las cuales las partes tienen facultad de disposición,
extinguiendo respecto de ellas el proceso judicial existente o evitando el que
podría promoverse.

De igual forma es materia arbitrable las pretensiones y controversias


referentes a bienes muebles o inmuebles u obligaciones del estado y sus
dependencias, de los Gobiernos Central, regional y local y de las demás
personas de derecho público, siempre que deriven de una relación jurídica
patrimonial de derecho privado o de naturaleza contractual. En esos casos el
arbitraje será necesariamente de derecho.

El art. 2º contenía numeros clausus respecto de las materias no arbitrables,


estableciendo cinco supuestos: 1) las que sean de competencia exclusiva del
Poder Judicial o de la jurisdicción militar; 2) las que versan sobre el estado o la
capacidad civil de las personas, ni las relativas a bienes o derechos de
incapaces sin la previa autorización judicial; 3) aquellos sobre los que ha
recaído resolución judicial firme, salvo los que surjan de cómo consecuencia de
su ejecución en cuanto conciernan exclusivamente a las partes del proceso; 4)
los que interesan a la moral, al orden público o a las buenas costumbres o que
versan sobre delitos o faltas. Sin embargo, sí podrá arbitrarse sobre la cuantía
de la responsabilidad civil, en cuanto ella no hubiera sido fijada por resolución

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judicial firme; 5) los directamente concernientes a las atribuciones o funciones
del estado o de personas o entidades de derecho público.

El art. 3 establecía las clases o tipos de derecho, señalando la presunción


que cuando no se hacía referencia expresa al tipo de arbitraje de derecho o de
conciencia, se presume que es de derecho.
El arbitraje de conciencia cuando el o los árbitros resuelven la controversia
conforme a sus conocimientos y leal saber y entender, teniendo presente los
usos aplicables; a su vez, es de derecho cuando se resuelve conforme al
derecho aplicable.

En cuanto al laudo arbitral, necesariamente debe constar por escrito como


también deben constar por escrito los votos particulares de los árbitros, si los
hubiera. Tratándose de arbitraje colegiado basta que sea firmado por la
mayoría requerida para que haya decisión, entendiéndose que el árbitro que no
firma ni emite voto particular, adhiere su voto al de mayoría, lo que nos parece
una solución eficiente por parte de la ley.

El Capítulo Tercero regula en un título único quienes son los árbitros, la


designación, la forma de aceptación; quienes lo designan, la retribución de la
función arbitral, su número impar; quienes pueden ser árbitros, es decir
personas naturales, peruanas o extranjeras y, en caso de arbitraje de derecho,
que sean abogados y mayores de 25 años.

El art. 21 del referido Decreto Ley Nº 25935 establecía en 10 incisos


quienes tenían incompatibilidad para ser árbitros, estableciendo la sanción de
nulidad del nombramiento como del laudo; de igual forma el art. 22 señalaba
los únicos casos en que se el árbitro podía renunciar; luego se legislaba la
posibilidad de recusar a los árbitros y además la posibilidad de dispensar
expresamente las causas de recusación de los árbitros que ellos conocieran,
señalando la ley que el laudo que se emita no pueda ser impugnado por esta
causa, lo que resulta lógico y coherente.

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En cuanto al proceso arbitral en sí, el Decreto Ley 25935 fijaba la
posibilidad que las partes ejerciendo la autonomía de la voluntad puedan pactar
las reglas a que se sujeta el proceso correspondiente como también pueden
disponer la aplicación del reglamento que tenga establecido la institución
encargada de su organización.

La citada norma estatuye la posibilidad que durante el desarrollo del


proceso las partes concilien, transijan o se desistan del mismo exigiendo
que, en todo caso, estos actos se desenvuelvan antes de la expedición del
laudo arbitral

El Título Sexto del Capítulo Cuarto de la Sección Primera regulaba la


interposición de medidas cautelares las que podían ser presentadas en tres
momentos diferentes: a) antes de instalado el tribunal arbitral y por
consiguiente antes de iniciarse el proceso arbitral; b) una vez iniciado el
proceso arbitral y antes de emitido el laudo arbitral y c) una vez emitido el
laudo arbitral y éste haya quedado consentido y ejecutoriado.

En el primer supuesto, el art. 73 establece de manera expresa la medida


cautelar solicitada a una autoridad judicial antes de la iniciación del arbitraje
no le es incompatible ni se considera renuncia al mismo.

De igual forma el art. 75 fijaba que en cualquier estado del proceso (se
entiende que antes de la emisión de laudo) a petición de cualquiera de las
partes y por cuenta, costo y riesgo del solicitante, los árbitros podrán optar
las medidas cautelares que consideren necesarias para asegurar los
bienes materia del proceso o garantizar el resultado de éste.

Finalmente, los arts.76 a 80 establecen el procedimiento una vez que el


laudo arbitral tenga la calidad de cosa juzgada consentida y/o ejecutoriada.

En cuanto al Arbitraje Internacional el art. 84 del derogado Decreto ley


25935 establecía que tenía tal condición cuando 1) las partes de un

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convenio arbitral tienen, al momento de la celebración de ese convenio, sus
establecimientos en Estados diferentes; o 2) Uno de los lugares siguientes
está situado fuera del Estado en el que las partes tienen sus
establecimientos: a) el lugar del arbitraje, si éste se ha determinado en el
convenio arbitral o con arreglo al convenio arbitral; b)el lugar del
cumplimiento de una parte sustancial de las obligaciones de la relación
comercial o el lugar con el cual el objeto del litigio tenga una relación más
estrecha; o; 3) las partes han convenido expresamente que la cuestión
objeto del convenio arbitral está relacionada con más de un Estado.

El art. 85 establecen que materias pueden ser objeto de arbitraje


internacional; el art. 86 contiene una serie de definiciones legales de
conceptos como arbitraje, tribunal arbitral; para en las demás normas
desarrollar el proceso arbitral desde la designación de los árbitros hasta la
emisión de respectivo laudo arbitral y su posterior ejecución. (Decreto ley
Nº 25935 , 1992)

I.6. LEY Nº 26572 – LEY GENERAL DE ARBITRAJE (LGA)

El Decreto Ley Nº 25935 fue derogado por la Ley Nº 26572 aprobada por
el Congreso el 20/DIC/95 y promulgada por el presidente de la República
Ing. Fujimori el 03/ENE/96. Posteriormente se han dictado las leyes Nº
26698 del 03/DIC/96 que modificó el art. 92; Nº 26742 del 06/ENE/97 y la
Nº 28519 del 23/MAY/2005, que se encuentran vigentes a la fecha.

Antes de continuar con el análisis de la vigente legislación sobre arbitraje


nacional e internacional, haremos referencia a las características del
arbitraje. En ese sentido podemos afirmar que son por lo menos 4 sus
características esenciales a saber:

a) Es una institución autónoma


b) Su competencia proviene de la autonomía de la voluntad de las
partes que lo celebran
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c) Es una excepción al principio de la unicidad y exclusividad de la
función jurisdiccional establecida en el art. 139 de la Constitución
Política del Perú
d) Contiene la renuncia expresa al derecho de acción judicial en la vía
ordinaria. -

I.6.1. EL CONVENIO ARBITRAL COMO INSTITUCIÓN AUTÓNOMA DE


CARÁCTER EXCEPCIONAL

Debemos afirmar siguiendo ya la línea trazada por diversos


profesores de la materia que el arbitraje constituye una institución
autónoma e independiente que se rige por sus propias reglas y
métodos especiales. Comporta el ejercicio de una facultad delegada
por los interesados a particulares – árbitros- para que decidan y
resuelvan los conflictos existentes o los que puedan derivarse de una
relación jurídica material (futuros), quines basados en el pleno
ejercicio de la autonomía de la voluntad prefieren por la competencia
arbitral para la solución de sus conflictos, renunciando al ejercicio de
la vía ordinaria impuesta por el Estado.

De esta manera, las partes acuerdan un convenio arbitral que


tiene existencia y vida propia independiente del contrato que lo
contiene. Este acuerdo da origen al principio denominado de
Separabilidad del Convenio Arbitral que establece que el contrato
de arbitraje es un contrato independiente a pesar de estar contenido
(inserto) dentro de otro contrato (principal, si fuere el caso) (García
Calderón Moreya)

I.6.2. VOLUNTAD DE LAS PARTES

La ley de arbitraje exige a las partes que expresen su voluntad de


manera cierta e indubitable. En este aspecto, la validez del convenio
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arbitral esta condicionada a la existencia de un acuerdo escrito entre
las partes ya que no cabe realizar presunciones ni interpretaciones
sobre una voluntad no manifestada de manera cierta y expresa.

De manera tal que la denominada competencia arbitral surge


entonces por el consenso entre los particulares y por una voluntad
clara e indubitable de sustraerse inequívocamente del sistema de
justicia ordinaria (Poder Judicial)

I.6.3. Excepción al principio de la unicidad y exclusividad de la


función jurisdiccional establecida en el art. 139 de la
Constitución Política del Perú

De esta manera el arbitraje se eleva como una excepción al


Principio de la Jurisdicción Predeterminada u Ordinaria de
Administrar Justicia regulada a partir del art. 138 y demás de la
Constitución Política del Estado. Dicha excepción está normada en
el art. 139 inc. 1) de la carta Magna y además en el art. 4º de la Ley
General de Arbitraje.

De esta forma, el proceso arbitral se admite como una alternativa


y excepción de la del juez natural, para lo que se requiere acuerdo de
voluntades de las partes que lo celebran de manera expresa e
inequívoca como así lo exigen los principios de legalidad y literalidad,
ya que no se puede legar a esta vía por el camino de las
interpretaciones o analogías.

En ese camino, el arbitraje importa la renuncia expresa al ejercicio


de un derecho sustantivo, esto es, al de recibir tutela judicial efectiva
a través de la jurisdicción ordinaria o común que proporciona el
Poder Judicial.

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I.6.4. RENUNCIA AL DERECHO DE ACCIÓN JUDICIAL

Como se trata de una renuncia expresa de derechos sustantivos y


por ser una institución de carácter excepcional, la ley entiende que
para pactar el arbitraje las personas naturales o jurídicas y sus
representantes, deben contar con las facultades especiales de
manera expresa y específicamente otorgadas con tal objeto.

En ese sentido, el convenio arbitral únicamente será válido para


las personas jurídicas en la medida que, quien se obligue por ella
cuente con las facultades de representación especiales, no siendo
suficientes las facultades establecidas en el art. 188 de la Ley
General de Sociedades, por lo que, el acto jurídico mediante el cual
se haya celebrado el convenio arbitral será ineficaz para la sociedad
en este supuesto.

Esta tesis, que compartimos plenamente fue expuesta por el prof.


Gonzalo García Calderón Moreyra quien sostiene que siendo el
arbitraje voluntario y requiriendo celebrarse por escrito, el Gerente
por su sola decisión –amparado por la Ley General de Sociedades- al
no contar con el acuerdo de socios, ni poderes especiales, no puede
obligar a la empresa a que el conflicto que emane de dicho contrato
sea resuelto por Arbitraje. (García Calderón Moreya)

Es claro entonces – continúa- que un contrato ajeno o


extraordinario al objeto social requiere de un Poder Especial, por lo
que es válido sostener entonces, que el convenio arbitral contenido
dentro de un contrato celebrado por el Gerente en uso de las
facultades del art. 188 de la LGS no es válido, al no ser un acto de
administración ordinaria de la sociedad y no encontrándose
comprendido dentro del objeto social de la empresa.

I.7. DESCRICPION NORMATIVA DE LA LEY Nº 26572


20
Al igual que el derogado Decreto Ley Nº 25935 la actual Ley General de
Arbitraje tiene 2 secciones: la primera que regula el arbitraje nacional (o
doméstico) y la segunda que regula el arbitraje internacional, igualmente
cuenta con Disposiciones Complementarias y Transitorias; Disposiciones
Modificatorias y Disposiciones Finales.

Los arts. 1 a 8 de la LGA contienen las disposiciones generales. Estas


normas no contienen una definición legal del arbitraje lo que nos parece
acertado pues deja a la doctrina o la jurisprudencia la especificación de su
extensión y concepción; es más, en nada afecta la omisión de una
definición legal sobre el particular.

El art. 1 de la LGA hace referencia expresa a aquella materia objeto de


arbitraje y aquellas que no pueden promoverse. En ese sentido, pueden
ser materia arbitral:

a) las controversias determinadas o determinables sobre las cuales las


partes tienen facultad de libre disposición
b) aquellas relativas a materia ambiental

Los efectos de llevar esta materia al ámbito arbitral es que se extingue,


respecto de ellas el proceso judicial existente o evita el que podría promoverse.

De igual forma, y vía excepción, el art. 1 de la LGA señala de manera


expresa que materias no son arbitrables:

1.- Las que versan sobre el estado o la capacidad civil de las personas, ni las
relativas a bienes o derechos de incapaces sin la previa autorización judicial.
2.- Aquellas sobre las que ha recaído resolución judicial firme, salvo las
consecuencias patrimoniales que surjan de su ejecución, en cuanto conciernan
exclusivamente a las partes

21
3.- Los que interesan al orden público o que versan sobre delitos o faltas. Sin
embargo, si podrá arbitrarse sobre la cuantía de la responsabilidad civil, en
cuanto a ella no hubiera sido fijada por resolución judicial firme
4.- las directamente concernientes a las atribuciones o funciones de imperio del
Estado o de personas o entidades de derecho público.

Haciendo una comparación entre la anterior norma (D.L Nº 25935) y la


actual, podemos afirmar que el actual dejo de lado el inc.1 del art. 2 del DL
25935 porque era obvio y tautológico, es decir, no tenía sentido señalar que no
es arbitrable aquellas materias “que sean de competencia exclusiva del
Poder Judicial o de la jurisdicción militar” (el énfasis es nuestro).
Por ello los numerales 1, 2y 4, recogen las mismas excepciones que la
anterior (incisos 2, 3 y 5).

En relación a la actual excepción Nº 3; tiene una mejor redacción


legislativa que la anterior pues ha suprimido las referencias a la moral o a las
buenas costumbres que podrían traer problemas de interpretación por la
subjetividad de los conceptos, por lo que la norma actual es de mejor calidad

El art. 2 de LGA autoriza el arbitraje nacional, sin necesidad de


autorización previa, a las controversias derivadas de los contratos que el
Estado Peruano y las personas de derecho público (interno) celebren con
nacionales o extranjeros domiciliados, así como las que se refieren a sus
bienes.

La propia norma desarrolla que el concepto de Estado comprende al


Gobierno Central (Poder Ejecutivo), Gobiernos Regionales y Locales y sus
respectivas dependencias.

Finalmente, la norma citada autoriza a las empresas estatales de


derecho privado o de economía mixta pueden acordar libremente y sin requisito
de previa autorización la celebración de arbitraje nacional.

22
Esta norma es importante y trascendente pues faculta al Estado en sus
diversos niveles sustraerse del Fuero ordinario, agilizando las disputas,
controversias y similares que puedan derivarse de la interpretación y/o
ejecución de un contrato. Lo mismo acontece con las empresas del Estado
que tienen un régimen privado o mixto, que gozan de la misma facultad, sin
autorización previa.

El art. 3 de LGA señala las clases de arbitraje: de derecho o de


conciencia; definiendo esta vez que será de derecho cuando los árbitros
resuelven la cuestión controvertida con arreglo al derecho aplicable; y de
conciencia cuando resuelven conforme a sus conocimientos y leal saber y
entender.

El arbitraje de derecho debe pactarse de manera expresa caso contrario


se entenderá de conciencia.

Finalmente, la norma impone a los árbitros la obligación de tener en


cuenta en asuntos de carácter comercial los usos mercantiles aplicables al
caso.

El artículo 4 de la LGA tiene una adecuada redacción, pero una mala


ubicación. Consideramos que pudo haberse ubicado como art. 2 y el 2 como
artículo 3; ya que su redacción es buena cuando prescribe: “Salvo en
contrario, las partes podrán someterse de modo exclusivo y excluyente a
la jurisdicción arbitral” (el énfasis es nuestro)

El art. 5 de la LGA resulta nuevo en relación a la derogada norma del DL


Nº 25935; pues autoriza a las partes acordar la intervención de un tercero,
incluida una institución arbitral, para decidir libremente sobre una cuestión que
ellas mismas pueden resolver directamente

En cuanto a los plazos en que debe desarrollarse el proceso arbitral la


regla general es que computan por días hábiles excluyéndose los sábados,

23
domingos, feriados y los declarados duelos nacional no laborables; salvo que
las partes hayan pactado algo distinto y/o en su caso, los árbitros habiliten día
inhábil para la actuación de determinadas pruebas o diligencias, previa
notificación a las partes.

De igual forma en cuanto a la entrega y recepción de comunicaciones


que se dirijan las partes, la LGA en su art. 8 dispone que, salvo acuerdo en
contrario de las partes, se considerará recibida toda comunicación que haya
sido entregada al destinatario o que haya sido entregada en el domicilio
señalado en el contrato. Y en caso que no se haya señalado alguno, podrá
hacerse en el domicilio real o en la residencia habitual.

Ahora bien, la propia norma estatuye que en caso que no se pueda


determinar ninguno de los lugares antes citados – tras una indagación
razonable-se considerará recibida toda notificación toda notificación que haya
sido enviada al último domicilio real o residencia habitual conocido del
destinatario por carta certificada o cualquier otro medio que deje constancia
fehaciente de la entrega. Y en ese sentido, son válidas las notificaciones por
cable, telex, facsímil o medios (tecnológicos) similares) que inequívocamente
dejen constancia del (envío) de la comunicación, salvo que lo contrario
estuviera previsto en el convenio arbitral o en el reglamento de la institución
arbitral.

Finalmente, la norma dispone que toda comunicación se considerará


recibida el día en que se haya realizado su entrega.

El art. 6 faculta que la organización y el desarrollo del arbitraje pueda ser


encomendada a una Institución Arbitral que deberá ser necesariamente una
Persona Jurídica; en esos casos, dicha institución está autorizada a designar a
los árbitros, fijar las reglas del procedimiento y las demás disposiciones
necesarias para que el arbitraje cumpla con su cometido.

24
Siguiente la pauta del Decreto Ley 25935 la actual LGA define en su art.
9 el convenio arbitral.

“Art. 9: Definición de convenio arbitral. El convenio arbitral es el


acuerdo por el que las partes deciden someter a arbitraje las
controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas
respecto de una determinada relación jurídica contractual o no
contractual, sean o no materia de un proceso judicial. El
convenio arbitral obliga a las partes y a sus sucesores…”

Esta definición es medular dentro de la estructura de LGA puede es su


punto de partida o de inicio, sin en el convenio arbitral suscrito por las partes no
hay proceso arbitral ni laudo arbitral válido. De allí la necesidad de fijar un
marco jurídico lo suficientemente explícito para entender lo que es convenio
arbitral, que implica y a qué y quienes obliga.

No sólo ello, también dispone la norma que, pactado el arbitraje en el


respectivo convenio, las controversias que se sometan a este procedimiento
pueden nacer de una relación jurídica contractual o no contractual, lo que nos
lleva al ámbito de aplicación de la responsabilidad contractual en todos sus
matices e implicancias.

La norma en comentario establece una serie de sanciones y garantías


para que el laudo arbitral pueda cumplirse.

El art. 10 es significativo pues establece la forma ad solemnitaten en que


debe celebrarse el convenio arbitral, que necesariamente debe ser escrito, bajo
sanción de nulidad. Puede adoptar la forma de una cláusula dentro de un
contrato o la forma de un acuerdo independiente. Esta redacción es similar a la
contenida en el art. 5 del derogado D.L. Nº 25935.

El art. 11 de la LGA se refiere a las cláusulas arbitrales contenidas en las


Cláusulas Generales de Contratación o Contratos de Adhesión (contratos

25
masivos) estableciendo la norma que dichos convenios serán exigibles si han
sido conocidos o hayan sido conocibles por la contraparte usando la
diligencia ordinaria. En esta hipótesis se establece una presunción jure et de
jure en el sentido que se entenderá que el convenio era conocible si se
cumplen cualquiera de los 4 supuestos de hecho contenidos en la norma
citada.

Los arts. 12 y 13 establecen casos especiales de arbitraje. El art. 12


contiene la figura del Arbitraje Estatutario obligatorio en caso que se establezca
en los estatutos de personas jurídicas sean de naturaleza mercantil o civil o
asociaciones civiles y demás personas jurídicas para la controversia que
puedan surgir con sus socios, accionistas o asociados respecto de sus
derechos, validez de los acuerdos y demás que versen sobre la materia
relacionada con el objeto social.

En el caso del art. 13 se refiere al Arbitraje Testamentario, la LGA


entiende como cláusula arbitral aquella disposición testamentaria que dispone
el arbitraje para solucionar conflictos que pudieran surgir entre herederos no
forzosos o legatarios o para la porción de la herencia no legítima o para la
controversia que surja de la valoración, administración o partición de la
herencia o para las controversias que surjan en todos estos casos con los
albaceas.

El art. 14 de LGA estable la separabilidad del convenio arbitral. La


ubicación de esta norma pudo ser mejor, opinamos que debió estar ubicado en
el lugar que ocupa el art. 11, aunque esto no es significativo sino por una mejor
sistemática de la LGA.

En cuanto a su contenido si es muy relevante pues regula la hipótesis


que se presente la inexistencia, rescisión, resolución, nulidad o anulabilidad
total o parcial de un contrato u otro acto jurídico que contenga un convenio
arbitral, lo que no implica necesariamente su inexistencia, ineficacia o invalidez.
Autorizando a los árbitros decidir libremente sobre la controversia sometida a

26
su pronunciamiento, la que podrá versar inclusive sobre la inexistencia,
ineficacia o invalidez del contrato o acto jurídico que contenga el convenio
arbitral.

Este principio de la separabilidad o autonomía de la cláusula o convenio


arbitral establece que el acuerdo arbitral es autónomo del contrato principal; de
esta manera el Tribunal Arbitral que se constituya retiene jurisdicción para
resolver la controversia, incluso en el caso que el contrato principal sea nulo o
inválido, siempre y cuando las condiciones de la nulidad no afecten la cláusula
arbitral misma.

Esta doctrina está muy relacionada con el denominado principio


“Kompetenz –Kompetenz” por el cual debe ser el mismo Tribunal Arbitral el que
resuelva si es o no competente para atender la controversia, lo que se
encuentra regulado en el art. 39 de LGA. Esta resolución podrá ser plasmada
en un laudo arbitral parcial o definitivo y se sustenta tanto en la cláusula arbitral
como en el contrato principal y en otros antecedentes emergentes de la
relación contractual entre las partes.

En ese sentido, podemos mencionar algunas situaciones que pueden


dar lugar a posibles objeciones a la competencia del Tribunal Arbitral y que se
presentan cuando las partes en su cláusula arbitral no especifican claramente
ni el lugar donde se desenvolverá el proceso arbitral ni la forma de selección de
los árbitros ni su número.

Los arts. 15, 16 y 17 de LGA se refieren a diferentes situaciones


jurídicas vinculadas al convenio arbitral y que pueden, en algunos casos,
presentarse con posterioridad a su celebración.

Así, por ejemplo, el art. 15 prevé el caso de la renuncia al arbitraje en


dos hipótesis: a) Convenio expreso; b) de manera tácita cuando interpuesta la
demanda por la otra parte el demandado no invoca la excepción arbitral dentro
de los plazos previstos para cada tipo de proceso.

27
En caso se haya iniciado proceso judicial en materia relativa al convenio
arbitral o cuya materia estuviera ya sometido a proceso arbitral, puede
invocarse la excepción de convenio arbitral establecida en el art. 446 numeral
13 en los plazos y la forma establecida por el Código Procesal Civil. Vencido
dicho plazo sin ejercerse ese derecho, LGA entiende que la parte ha
renunciado al derecho a invocarla y la consecuencia jurídica inmediata es que
el convenio arbitral queda sin efecto legal alguno.

Una última hipótesis surge cuando desarrollándose un proceso judicial


sin que haya sentencia definitiva las partes formalizan voluntariamente un
convenio arbitral total o parcial en relación a las materias controvertidas.

En esa situación las partes deberán presentar un recurso con firmas


legalizadas por el auxiliar jurisdiccional con copia del convenio arbitral. El Juez
no puede objetar el acuerdo arbitral salvo que se trate de materia no arbitrable.
Los medios probatorios actuados en el proceso judicial surten eficacia en el
arbitral con el valor que los árbitros le asignen, salvo que exista pacto expreso
en contrario contenido en el convenio arbitral.
Lo referido a los árbitros, funciones, remuneraciones, nombramiento,
clases (titulares o suplentes) aceptación, responsabilidad; nombramiento
judicial; número, calificaciones legales que deben reunir los árbitros
designados; impedimentos o incompatibilidades; renuncia; causas de
recusación y procedimiento como designación de árbitro sustituto se
encuentran regulados in extenso en el Capítulo Tercero de la Sección
primera, arts. 18 a 32 de la LGA.

El Proceso Arbitral y su regulación, procedimientos supletorios,


presentación de escritos, pruebas, facultad de los árbitros para decidir
sobre su propia competencia y el auxilio jurisdiccional para la actuación
de pruebas está normado en los arts. 33 a 40 de la LGA.

28
Cabe destacar que el art. 33 de la citada norma autoriza a las
partes a pactar libremente el lugar y las reglas a las que se sujeta el
proceso arbitral correspondiente dentro del esquema del ejercicio de la
autonomía de la voluntad; de igual forma pueden disponer la aplicación
del reglamento arbitral de la institución encargada de organizarlo y,
finalmente, a falta de acuerdo, el o los árbitros dentro de los 10 días
siguientes a su designación establecen las reglas del proceso.

No obstante, el art. 34 establece normas supletorias que podrán


ser tomadas en consideración para el caso que se presenten los
supuestos de facto arriba señalados.

La LGA ha regulado los casos de conciliación o transacción entre


las partes durante el desarrollo del proceso arbitral antes que se dicte el
laudo arbitral, así como también los casos de suspensión voluntaria y
desistimiento en los arts. 41 a 43.

Para el caso de conciliación o transacción esto puede ser fuera


del proceso, en cuyo caso los árbitros dictan una orden de conclusión
del proceso; pueden las partes solicitar incorporan el acuerdo al laudo, lo
que puede ser aceptado por los árbitros en cuyo caso, no es necesario
motivar el laudo. Si el acuerdo es parcial, continúa el arbitraje respecto
de aquellas materias no acordadas.

En caso de suspensión, las partes de común acuerdo fijan el plazo lo


que deberá ser comunicado a los árbitros; en el mismo sentido, las partes
pueden acordar desistir del arbitraje, debiendo cumplir con comunicar a los
señores árbitros.

Lo referido a la competencia de los árbitros; la mayoría de concurrencia


para el funcionamiento del tribunal Arbitral, la forma de sus deliberaciones; las
votaciones – que son obligatorias, los acuerdos que se adoptan por mayoría
(salvo pacto en contrario) las facultad de dirimencia y la decisión del presidente

29
del Tribunal Arbitral, así como la designación de un Arbitro Dirimente de ser el
caso, están fijados de manera clara y específica en los arts. 44 a 47 de la LGA.

I.8. RECURSOS

La Ley General de Arbitraje en principio señala que en caso de Arbitraje


de Conciencia no procede recurso de apelación.
En caso de Arbitraje de Derecho regula cuatro tipos de recursos en el
proceso arbitral:

a) recurso de reposición, que se presenta dentro de los 3 días siguientes


de notificada la resolución;
b) recurso de apelación que se interpone ante el Poder Judicial o ante una
segunda instancia arbitral o si está previsto en el reglamento arbitral de la
institución arbitral la que las partes hubieran sometido su controversia. A
falta de acuerdo expreso o en caso de duda, se entiende que las partes
han pactado el recurso de apelación ante una segunda instancia arbitral.

Este recurso tiene por objeto efectuar un reexamen del laudo en cuanto
a los fundamentos expuestos por las partes, las pruebas aportadas y en su
caso, la aplicación e interpretación del derecho. Se resuelve confirmando o
revocando, total o parcialmente el laudo.

c) recurso de anulación sólo procede en los casos taxativamente señalados


en el art. 73 de LGA. Este recurso tiene por objeto la revisión de su
validez, sin entrar al fondo de la controversia y se resuelve declarando su
validez o su nulidad. La norma prohíbe, bajo responsabilidad del juez, la
revisión del fondo de la controversia.

d) recurso de casación contra lo resuelto por la Corte Superior (recurso de


anulación) en caso que el laudo hubiera sido anulado total o parcialmente.

30
I.9. EL LAUDO ARBITRAL

Lo referido al Laudo Arbitral está contenido en el Título Cuarto de la


LGA. El laudo es el pronunciamiento definitivo del Tribunal Arbitral y recibe
esa denominación para distinguirlas de las sentencias que dictan los
jueces. En el Laudo cada cuestión propuesta en el convenio arbitral debe
ser materia de un pronunciamiento expreso y debidamente fundado, sin
perjuicio del que corresponda como resolución definitiva.

En principio las partes fijan el plazo para laudar salvo ello, el laudo debe
pronunciarse dentro de los 20 días hábiles siguientes de vencida la etapa
de prueba, pudiendo extenderse por 15 días adicionales; hay supuestos en
que si en laudo no se emite dentro de ese plazo el convenio arbitral se
extingue y en consecuencia el laudo que se emita con posterioridad podrá
ser declarado nulo siempre y cuando sea impugnado en tiempo hábil.

Ahora bien, el Laudo arbitral de un proceso arbitral de Derecho debe


contener necesariamente conforme lo dispone el art. 50 de LGA:
1.- Lugar y fecha de expedición
2.- Nombre de las partes y de los árbitros
3.- la cuestión sometida a arbitraje y una sumaria referencia de las
alegaciones y conclusiones de las partes
4.- Valoración de las pruebas en que se sustente la decisión
5.- Fundamentos de hecho y de derecho para admitir o rechazar las
respectivas pretensiones y defensas; y
6.- La decisión.

En el caso del laudo de conciencia necesariamente debe contener los


incisos 1,2,3 y 6 del art. 50 anteriormente referido

El Laudo debe contener además lo referido a los gastos del arbitraje que
comprenden las retribuciones de los árbitros y de los abogados de las
partes; del secretario que se hubiere nombrado si éste no fuese árbitro; los

31
gastos de protocolización del laudo y, en su caso de la retribución de la
institución arbitral.

El plazo para notificar el laudo a las partes es de 05 días de emitido;


dentro de los 05 días siguientes a solicitud de los árbitros éstos pueden
corregir errores materiales, numéricos, de cálculo, tipográfico y de similar
naturaleza y dentro de dicho plazo también podrá integrarse el laudo en
caso que no se hubiera resuelto algún punto materia de controversia.
Dentro de ese mismo plazo cualquiera de las partes puede solicitar a los
árbitros la aclaración del laudo. Dicha aclaración forma parte del laudo.

El laudo arbitral consentido o ejecutoriado tiene valor equivalente al de


una sentencia y es eficaz y de obligatorio cumplimiento desde su
notificación a las partes, reza el art. 83 de LGA. Si lo ordenado en el laudo
no se cumple por la parte o partes a quienes corresponda hacerlo, el
interesado podrá solicitar su ejecución forzada ante el Juez Especializado
en lo Civil del lugar sede del arbitraje en que corresponda en la fecha de
solicitud, cuando no hubiera podido ser ejecutada por los propios árbitros o
por la institución organizadora en rebeldía del obligado.
El Laudo se ejecutará como una sentencia, sin admitir otra oposición que
la que se fundamenta acreditando documentalmente la interposición y
pendencia de la apelación ante una segunda instancia arbitral o de la
apelación o anulación ante el Poder Judicial, en cuyo caso el Juez
suspenderá la ejecución (art. 84 LGA). La ley ordena al Juez que de plano
y bajo responsabilidad rechace y declare improcedente cualquier otra
oposición basada en razones distintas al cumplimiento.

En ese mismo sentido el art. 86 de LGA prohíbe expresamente al Juez


ejecutor, bajo responsabilidad, admitir apelaciones o articulaciones que
entorpezcan la ejecución del laudo, siendo nula la resolución respectiva.

Finalmente, la Ley General de Arbitraje autoriza al Juez a ordenar la


publicación en los diarios y/o revistas de un aviso en donde se haga

32
mención de haberse tenido que recurrir a la instancia judicial para obtener
la ejecución de laudo. Obviamente los costos de esta publicación es de la
parte que lo solicita.

En cuanto a la conservación del expediente arbitral el art. 57 de la LGA


establece que, si el laudo es protocolizado, el expediente lo custodia el
notario público que sólo puede expedir testimonio o copia simple de la
escritura de protocolización del laudo. En los demás casos la custodia
corresponde al presidente del Tribunal Arbitral; o la institución encargada
de la organización del arbitraje o por el árbitro único, en su caso.

I.10. RECURSO DE ANULACION CONTRA LAUDO ARBITRAL

El art. 73 de la LGA regula de manera expresa las causales de anulación


de los laudos arbitrales. En ese caso, la parte que lo alegue debe probar:

1.- La nulidad del convenio arbitral, siempre que quien lo pida lo hubiese
reclamado conforme al art. 39 de la LGA
2.- Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro
o de las actuaciones arbitrales o no ha podido por cualquier otra razón,
hacer valer sus derechos, siempre y cuando se haya perjudicado de
manera manifiesta el derecho de defensa, etc.

3.- Que la composición del tribunal arbitral no se ha ajustado al convenio


de las partes, salvo que dicho convenio estuviera en conflicto con una
disposición legal de la que las partes no pudieran apartarse o, a falta de
convenio, que no se han ajustado a dicha disposición, siempre que la
omisión haya sido objeto de reclamo expreso en su momento por la parte
que se considera afectada, sin ser subsanado oportunamente.
4.- Que se ha laudado sin las mayorías requeridas

33
5.- Que se ha expedido el laudo fuera de plazo, siempre que la parte que
invoque esta causal lo hubiere manifestado por escrito a los árbitros antes
de ser notificado con el laudo.
6.- Que se ha laudado sobre materia no sometida expresa o
implícitamente a la decisión de los árbitros. En estos casos, la anulación
afectará sólo a los puntos no sometidos a decisión o no susceptibles de
ser arbitrados, siempre que los mismos tengan sustantividad propia y no
aparezcan inseparablemente unidos a la cuestión principal
7.- No obstante, lo establecido en los incisos anteriores, el Juez que
conoce el recurso de anulación podrá anular de oficio el laudo, total o
parcialmente, si la materia sometida a la decisión de los árbitros no
pudiera ser, manifiestamente, objeto de arbitraje, conforme al art. 1. la
anulación parcial procederá sólo en el caso de que la parte anulada sea
separable del conjunto del laudo. (Revista Peruana de Arbitraje, 2007)

Las consecuencias de la Anulación del Laudo Arbitral, están reguladas


en el art. 78 de LGA, estableciendo dicho dispositivo como se actúa en
cada uno de los casos específicos Así:

1.- Si se anula el laudo arbitral por la causal de la nulidad del convenio


arbitral, se restablece la competencia del Poder Judicial, salvo acuerdo
distinto de las partes.

2.- En caso se anule el laudo por la causal 2) del art. 73, el Poder Judicial
remite la causa a los árbitros para que reinicien el arbitraje en el estado
en que se cometió la violación.

3.- En caso se anule el laudo por la causal de la composición de los


árbitros señalada en el numeral 3) del art. 73, queda expedito el derecho
de las partes para que se proceda a una nueva designación de los
árbitros

34
4.- En caso que la anulación se haya debido a que se laudó sin contar con
las mayorías requeridas, el Poder Judicial remitirá la causa a los árbitros
para que se pronuncien con dichas mayorías.

En caso que el laudo arbitral haya sido anulado por las causales
señaladas en los incisos 5, 6 y 7 del art. 73 la competencia del Poder
Judicial quedará reestablecida

I.11. MEDIDAS CAUTELARES

Al igual que en el derogado Decreto Ley Nº 25935 la vigente Ley


General de Arbitraje regula la interposición de medidas cautelares.
Hagamos una brevísima mención a ello.
El Capítulo Sexto de la Sección Primera regulaba la interposición de
medidas cautelares las que podían ser presentadas en tres momentos
diferentes: a) antes de instalado el tribunal arbitral y por consiguiente
antes de iniciarse el proceso arbitral; b) una vez iniciado el proceso
arbitral y antes de emitido el laudo arbitral y c) una vez emitido el laudo
arbitral y éste haya quedado consentido y ejecutoriado.

En el primer supuesto, el art. 79 establece de manera expresa la medida


cautelar solicitada a una autoridad judicial antes de la iniciación del
arbitraje no le es incompatible ni se considera renuncia al mismo. A estos
efectos serán de aplicación las normas contenidas en el Código Procesal
Civil, con la salvedad que ejecutada la medida antes de iniciado el
proceso arbitral, el beneficiario deberá requerir a la otra parte el
nombramiento de él o los árbitros o gestionar la iniciación del arbitraje,
dentro de los 10 días posteriores a dicho acto.

De igual forma el art. 81 de la LGA fijaba que en cualquier estado del


proceso (se entiende que antes de la emisión de laudo) a petición de
cualquiera de las partes y por cuenta, costo y riesgo del solicitante, los
árbitros podrán optar las medidas cautelares que consideren necesarias
35
para asegurar los bienes materia del proceso o garantizar el resultado de
éste. Los árbitros pueden exigir contracautela a quien solicita la medida.
Contra lo resuelto por los árbitros no cabe recurso alguno

Finalmente, los arts.84 a 87 establecen el procedimiento una vez que el


laudo arbitral tenga la calidad de cosa juzgada consentida y/o
ejecutoriada.

El Laudo se ejecutará como una sentencia, sin admitir otra oposición que
la que se fundamenta acreditando documentalmente la interposición y
pendencia de la apelación ante una segunda instancia arbitral o de la
apelación o anulación ante el Poder Judicial, en cuyo caso el Juez
suspenderá la ejecución (art. 84 LGA). La ley ordena al Juez que de
plano y bajo responsabilidad rechace y declare improcedente cualquier
otra oposición basada en razones distintas al cumplimiento.

En ese mismo sentido el art. 86 de LGA prohíbe expresamente al Juez


ejecutor, bajo responsabilidad, admitir apelaciones o articulaciones que
entorpezcan la ejecución del laudo, siendo nula la resolución respectiva.

Finalmente, la Ley General de Arbitraje autoriza al Juez a ordenar la


publicación en los diarios y/o revistas de un aviso en donde se haga
mención de haberse tenido que recurrir a la instancia judicial para obtener
la ejecución de laudo. Obviamente los costos de esta publicación es de la
parte que lo solicita.

36
CONCLUSIONES Y PROPOSICIONES

El arbitraje se ha constituido en el Perú en un eficaz mecanismo


alternativo de solución de controversias, pero corres el riesgo de
desnaturalizarse por la interposición de recurso de anulación.

Es necesario difundir a los estudiantes de Derecho y a los


Abogados en general las normas de la Ley General de Arbitraje
para que progresivamente las incorporen en los actos y contratos
que sugieran suscribir a sus clientes.

37
Sin que sea un tema urgente ni alarmante, es recomendable
efectuar algunos reajustes a la Ley General de Arbitraje para
perfeccionarla más, incorporando algunos principios esbozados
últimamente por el Tribunal Constitucional

Las Facultades de Derecho tienen el desafío de promover el estudio


de las normas del arbitraje internacional frente a la globalización e
internacionalización de las inversiones y a la suscripción de tratados
bilaterales y multilaterales de comercio, así como Tratados de Libre
Comercio o similares que incorporan a sus normas, reglas de
arbitraje internacional.

Dado que el Estado Peruano está facultado para efectuar arbitrajes


nacionales e internacionales, sería recomendable centralizar y
especializar esta labor en una oficina que puede depender o del
Ministerio de Economía y Finanzas o de la Procuraduría General de
la República o del Ministerio de Justicia o del primer ministro.
La creación en la Facultad de Derecho de un centro de Conciliación
y Arbitraje en el que además de brindar un servicio a la comunidad
descongestionando la labor del Poder Judicial, resolviendo la
controversia en menores plazos y a costos razonables, los
estudiantes desarrollen sus prácticas profesionales y los docentes
ejerzan activamente esta actividad que inicialmente está muy
restringida a los profesionales en general.

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BIBLIOGRAFÍA

CASTILLO FREYRE, M. y. (2007). Arbitraje, El Juicio Privado: La verdadera


reforma de la Justicia (Vol. I y II). Lima: Palestra.
Código Civil. ( 1984). Lima: Edición oficial Ministerio de Justicia,.
Decreto ley Nº 25935 . (Diciembre de 1992). Ley General de Arbitraje en
Editora Normas Legales, Tomo, 199. Trujillo.
García Belaunde, D. (2006). Las Constituciones del Perú (Vol. Tomo I). Lima,
Lima: Fondo Editorial Universidad San Martín de Porres.
García Calderón Moreya, G. (s.f.). Revista Derecho y Sociedad Asociación
Civil. Validez del Sometimiento de una Persona Jurídica a Arbitraje, 199.
Revista Peruana de Arbitraje. (2007). (4).

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