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ÍNDICE
PRIMERA PARTE
I. Introducción 5
A. Nociones generales del Derecho Canónico 5
B. El Código en la Iglesia 8
C. Criterios básicos para la lectura del Código de Derecho Canónico 11
1) Indole o dimensión Jurídica 11
2) El principio de subsidiariedad 12
3) La pastoralidad 12
4) La colegialidad 12
5) La dimensión bíblica 13
6) La dimensión teológica 13
III. Las fuentes del derecho en la edad clásica (ss. XII - XVI) 16
A. Decretum Gratiani o Concordia discordantium canonum 16
B. Líber Extra o decretales de Gregorio IX 17
C. Líber Sextus de Bonifacio VIII 18
D. Constitutiones Clementinae 18
E. Las colecciones extravagantes 18
I. El Código de 1983 20
3) El rescripto 39
E. De los Estatutos y Reglamentos 43
F. De los actos jurídicos 43
G. La potestad de régimen 44
1) ¿Qué es?
2) Ejercicio de la potestad de jurisdicción 45
TERCERA PARTE
LIBRO IV. De Ecclesiae munere sanctificandi
I Esquema general
CUARTA PARTE
Del matrimonio
I Esquema general 64
A. Aspectos doctrinales 65
B. Aspectos jurídicos 67
1) El matrimonio in fieri 67
2) El matrimonio in facto esse 68
1) Matrimonio rato 71
2) Matrimonio rato y consumado 71
3) Matrimonio putativo 72
4) Matrimonio legítimo 72
5) Matrimonio público 73
6) Matrimonio oculto o secreto 73
7) Matrimonio de conciencia 73
8) Atentado matrimonio 73
9) Matrimonio civil 73
10) Matrimonio por procurador 73
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QUINTA PARTE
A. El tribunal competente 92
B. Derecho de impugnar el matrimonio 93
C. Oficio del juez eclesiástico 93
D. Las pruebas 96
E. Sentencia y apelación 96
SEXTA PARTE
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PRIMERA PARTE
I. INTRODUCCIÓN
Este curso, que tiene un carácter introductorio, tiene dos objetivos concretos que se tratarán
de alcanzar.
En primer lugar, dar las nociones básicas sobre el derecho canónico, profundizando en su
origen y en la importancia que éste tiene en la vida misma de la Iglesia.
Y, en segundo lugar, familiarizamos con este campo específico del quehacer intelectual, para
muchos nuevo. Se tratará de dar los fundamentos jurídicos, que facilitarán un posterior estudio, más
personal, del derecho canónico.
La palabra derecho viene del latín IUS. Esta palabra se deriva, según algunos de la palabra
IUSTITIA (justicia, equidad). Otros la hacen derivar de IUSSU (orden) y de HIBENDO (ordenar).
Según el sentido etimológico, derecho es lo justo, o una cosa justa, sea por la ley divina, sea
por la ley humana.
También se dice que derecho es la facultad moral de hacer u omitir alguna cosa, o la de
obligar a dar, hacer u omitir alguna cosa en obsequio nuestro. En esta misma línea podemos situar
dos tipos de derechos, el objetivo y el - subjetivo.
El derecho canónico deriva de la palabra griega CANON, que en latín significa REGULA
(regla, ley, tabla). Por este motivo se puede hablar de "derecho regular", o sea, de la colección de
cánones o reglas establecidas por la Iglesia para dirigir las acciones del pueblo cristiano, en orden a
alcanzar la felicidad sobrenatural
.
El derecho canónico se entiende también como DERECHO ECLESIÁSTICO, en razón de su
objeto, pues se trata de personas y cosas de la Iglesia, o sea eclesiásticas, que están sometidas a
unas normas de derecho divino, o de mero derecho positivo, es decir, las normas que la autoridad
eclesiástica asume como propias o crea según sus necesidades.
Este derecho eclesiástico, que conforma el derecho canónico, tiene como base principal el
DERECHO PONTIFICIO, que se entiende como el conjunto de decretos y constituciones pontificias,
sea porque reciben del Romano Pontífice el carácter de ley, o porque son elaborados por él mismo.
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Podemos decir entonces, que el derecho canónico es "la colección de leyes y reglas dictadas
por los primeros pastores de la Iglesia, y especialmente por el Romano Pontífice, para mantener el
orden, el decoro del culto divino y la pureza de costumbres en los fieles" (Justo Donoso, Instituciones
del Derecho canónico, 8).
Otra definición del derecho canónico, a mi modo de ver la más completa, es esta: "El conjunto
ordenado de principios y normas que, expresando o concretando el derecho divino, son propuestos
por la autoridad eclesiástica para la tutela de los derechos de la Iglesia y de sus miembros en orden
a la salvación de los hombres" (Pinero Carrión, José María. La ley de la Iglesia, tom. I, p.34).
El derecho canónico es una exigencia del ser de la Iglesia, como signo social de la acción
divina, y en este sentido, todo él es divino y humano. Divino porque trata de realizar la voluntad del
Fundador, que es Cristo, y humano porque debe hacer precisa esta voluntad en las circunstancias
mutables de la historia.
Dice el Papa Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Sacrae Disciplinae Leges, del 25 de
enero de 1983, con la cual promulgó el Código de Derecho Canónico:
"La finalidad del derecho canónico no es en modo alguno sustituir en la vida de la Iglesia y de
los fieles la fe, la gracia, los carismas y sobre todo, la caridad. Por el contrario, el código mira
mas bien a crear en la sociedad eclesial un orden tal que, asignando la parte principal al amor,
a la gracia y a los carismas, haga a la vez mas fácil el crecimiento ordenado de los mismos en
la vida tanto de la sociedad eclesial, como también de cada una de las personas que
pertenecen a ella".
Esta, con base en lo que afirma Santo Tomás, es concebida como "la norma o prescripción de
la razón ordenada al bien común, promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad",
"quaedam rationis ordinatio ad bonum commune et ab eo qui curam communitatis habet promulgata "
(S.T.,I-II, q. 90, art.4).
. Ser un mandato reflexivo justo, orientado siempre a la guarda y tutela del bien común,
. Que procede de quien tiene la potestad legislativa,
. De manera estable,
. Dirigido a la comunidad con características de generalidad,
. Debidamente promulgado.
Las leyes nacen, se promulgan, se publica, se van de vacaciones y entran en vigor.
La ley, por su misma naturaleza, es obligante, bilateral (en cuanto crea obligaciones mutuas)
abstracta y general, pero según las circunstancias y por las personas a las que se dirige, puede ser
universal, territorial, personal, perpetua, temporal y futura.
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La fuente principal y primaria del Derecho Canónico es el Romano Pontífice, y con él todos
sus inmediatos colaboradores, es decir, los que conforman la Curia Romana.
Esta ha de ser entendida como el brazo pastoral de la acción evangelizadora del Papa en la
Iglesia Universal. "La curia romana surgió con una sola finalidad: hacer siempre mas eficaz el
ejercicio del oficio universal del Pastor de la Iglesia, que el mismo Cristo ha confiado a Pedro y a sus
Sucesores, y que poco a poco ha ido creciendo hasta adquirir - tensiones siempre más amplias"
(Constitución Apostólica Pastor Bonus, de Juan Pablo II, n.3)
Secretaría de Estado. Tiene dos secciones: la primera, responsable de los asuntos internos del
Vaticano y la administración ordinaria de la Iglesia, la segunda, de los asuntos externos, como son,
por ejemplo, las relaciones con los Estados.
Las Congregaciones. Organismos de la Curia Romana mediante los cuales el Papa tramita los
asuntos de la Iglesia Universal, y que realiza su función en nombre y por autoridad del mismo para el
bien y servicio de las iglesias. Está presidida por un cardenal Tienen jurisdicción específicamente
disciplinar, y son:
1. De la Doctrina de la Fe
2. De las Iglesias Orientales
3. Del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos:
4. De la Causa de los Santos
5. Para los Obispos, de la cual depende la Comisión Pontificia para América Latina
6. Evangelización de los Pueblos o Propaganda
7. Para el Clero
8. Para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, conocida también
como Congregación para los Religiosos
9. Para la Educación Católica (de los Seminarios e Institutos de Estudios)
Los Pontificios Consejos. Su objetivo es la promoción pastoral, y nacieron después del Concilio
Vaticano II. Son los siguientes:
7. Para la pastoral de la salud
1. Para los Laicos 8. Para la Interpretación de los Textos
2. Para la Unión de los Cristianos Legislativos
3. Para la Familia 9. Para el Diálogo ínter-religioso
4. Para la Justicia y la Paz 10. Para la Cultura
5. Cor unum 11. Para las Comunicaciones Sociales
6. Para la pastoral de los Migrantes e 12. Para la Nueva Evangelización
Itinerantes
Los Tribunales:
1. La Penitenciaría Apostólica. Le corresponde las materias que conciernen el fuero interno y las
indulgencias.
2. El Supremo tribunal de la Signatura Apostólica. Fuera de ser el Supremo Tribunal, dirime las
causas de derecho administrativo eclesiástico.
3. La Rota Romana. Funge como tribunal de instancia superior.
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Aunque estrictamente no son Curia Romana, aparecen como organismos de colaboración y asesoría
las Pontificias Comisiones (Bíblica, Arqueología, Bienes Culturales, Teológica Internacional,
Congresos Eucarísticos, etc.), las Pontificias Academias (de las Ciencias, de la Vida), la Prefectura
de la Casa Pontificia, la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas, la Sala de Prensa, la Oficina central
de estadística de la Iglesia, entre otros.
B. El Código en la Iglesia
Algunos elementos para entender por qué existe el Código en la Iglesia, y el por qué de su
utilidad, son los siguientes:
Las normas del C.I.C., aparecen como signo de la sacramentalidad de la Iglesia. Ellas tienen la
fuerza del signo en cuanto hacen posible que la ley de la caridad sea una realidad entre los hombres.
Estas normas son signos que no sólo representan la realidad del amor, sino que también la hacen
eficaz. La ley canónica, pues, significa y a la vez propicia el mandamiento del amor. No sólo significa,
sino que es significante.
Para entender esta nueva concepción del derecho, no podemos no aceptar la realidad de que
la Iglesia es presentada como sacramento de salvación.
Afirmado que no hay distinción real entre la Iglesia, considerada como realidad de salvación
querida por Cristo en forma comunitaria y la Iglesia existente en forma terrena ; (cf. L.G., 8,1),
podemos deducir lo siguiente:
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Esta visión de la Iglesia como signo e instrumento de la obra divina, lugar de la realización de
la misión de salvación que el Padre ha establecido desde la eternidad, se concretizó en la Iglesia
bajo dos dimensiones:
Aquí podemos decir que es imposible separar la Iglesia en cuanto signo, y por tanto visible, de
la Iglesia que se realiza en la interioridad de la fe de los hombres que a e a pertenecen, pues "el
plano de la visibilidad está esencialmente unido y determinado por los aspectos invisibles" ( L.G.,
8,1). Para comprender mejor esto, es necesario saber armonizar las siguientes afirmaciones:
b) El orden visible es funcional respecto al orden invisible, sea en el sentido que obliga a buscar
en el segundo significado que la Iglesia asume para la salvación de los hombres, sea en el
sentido de que la Iglesia está llamada a mediar la salvación.
El orden visible es esencial a la naturaleza de la Iglesia. No puede existir la Iglesia como signo
de salvación, sin su realidad visible.
En el derecho canónico, la persona humana juega un papel central e irremplazable. Esto hace
que se pueda hablar del primado de la persona en el derecho canónico. La base y fundamento
para la ejecución del derecho es la SALUS ANIMARUM, que siempre se ha considerado como la
SUPREMA LEX del ordenamiento canónico (cfr. c. 1752).
La frase evangélica "no es el hombre para el sábado" (Mc. 2,27), lleva en sí una dinámica de
renovación que debe incidir profundamente en la tradición legislativa de la Iglesia.
Digamos que la norma, toda norma, tiene una específica dimensión humana: debe regular
adecuadamente la vida del hombre de hoy, según las exigencias del tiempo en el cual le
corresponda vivir. Las leyes de la Iglesia deben atender y regular la vida de los fieles en este preciso
momento de la historia de la salvación, en su precisa experiencia comunitaria.
Decía el Papa Juan Pablo II, el 17 de febrero de 1979, a los miembros de la Rota Romana:
"Como bien lo sabéis, pertenecen a la vocación de la Iglesia también el empeño y el esfuerzo
por ser intérpretes de la sed de justicia y de dignidad que los hombres y las mujeres vivamente
sienten en la época actual".
La Iglesia tiene su razón de ser sólo cuando se pone al servicio del hombre. El primado de la
persona comporta hacer verdaderamente una Iglesia ministerial, para que pueda prestar al hombre
de hoy el supremo servicio de comunicarle la salvación en Cristo.
Pero aquí es necesario tener presente que los poderes de la Iglesia tienen su fuente y
justificación en la voluntad de Cristo, pero la modalidad de la actuación debe corresponder a las
exigencias de la persona.
La ley canónica debe ser una ayuda eficaz a la persona del fiel, para remediar su propia fragilidad,
para insertarlo correctamente en el camino de la salvación, para no traicionar el empeño de la
fraternidad.
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Aceptada la realidad del pecado y sus consecuencias, encuentra ciara justificación el derecho
penal canónico, que tiende a tutelar los bienes sociales y los derechos y los bienes individuales de
las personas.
El derecho canónico, es en realidad una ley de libertad, pero es una libertad que se presenta
como el derecho para determinarse el hombre autónomamente en el ámbito del ordenamiento
jurídico y así poder alcanzar sus legítimos intereses en armonía con el bien social.
La persona actúa en forma libre, en términos del derecho, cuando autónomamente se determina
por respetar las prohibiciones, por cumplir los deberes y por ejercitar sus derechos, de tal forma que
su comportamiento sea acorde a las exigencias del mismo derecho, que fueron promulgadas
precisamente pensando en el bien de los hombres. En el ordenamiento jurídico de la Iglesia, la
dignidad del fiel encuentra su concreta expresión en el ejercicio de la libertad.
Cuando es el hombre el sujeto con el cual se trabaja, aparecen dos principios correlativos entre
sí: los principios de la igualdad y de la diversidad. Juntos establecen el principio de la justicia que
son los que exigen el cabal cumplimiento de las normas canónicas.
En fuerza del principio de IGUALDAD, se tratará de reconocer a todos la suma de los derechos
y de facultades, que son fundamentales para cada persona.
Trata de responder a la inquietud respecto de la cual el C.I.C. sólo tiene como fin principal
regular la fe y la moral de los fíeles.
El C.I.C. es de por sí un ordenamiento jurídico que entre sus finalidades tiene la de regular y
tutelar el bien común. No se limita entonces a dar principios éticos y/o morales. Enuncia los
principios, pero los corrobora mas allá del campo meramente moral, el cual presupone. Tan es así
que hay una afirmación importante que se debe tener en cuenta: todo delito es pecado, pero no todo
pecado es delito.
En la Iglesia, que responde al diseño divino de salvación, las instituciones jurídicas tienen el
objetivo de favorecer el bien de los fieles, según los dones y la misión de cada uno, y se constituyen
en canales de gracia.
Es importante resaltar el hecho de que los deberes previstos por el ordenamiento jurídico de la
Iglesia son de índole sobrenatural, porque la Iglesia es el cuerpo social de Cristo.
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Pero en la Iglesia, como en toda otra sociedad, la ley no sólo es para el hombre y es para el
servicio del hombre, sino que es un medio para consentir al hombre el ejercicio responsable de su
propia libertad, en el respeto de la libertad de los otros.
"Para la Iglesia, la ley nueva y original es aquella evangélica, es el amor, es la gracia del
Espíritu Santo dado por la fe en Cristo: así que si este es el principio interior que guía a la
Iglesia en su obrar, él deberá manifestarse siempre mas en su disciplina visible, exterior y
social" (Discurso a la Rota Romana, enero 19 de 1970).
2) El principio de subsidiariedad
Este principio postula que la instancia superior no se reserve aquello que puede ser útilmente, y tal
vez más eficazmente, hecho por instancias inferiores.
La aplicación de este principio ha representado para el C.I.C. una legislación más sobria, que evita
descender a lo particular, dejando las concretas determinaciones a las instancias inferiores, y que las
Iglesias Particulares tengan una vida realmente propia, que les posibilita responder adecuadamente
a sus problemas concretos.
3) La pastoralídad
Esto es: se ha de favorecer en el derecho la cura pastoral de las almas. Como ya lo sabemos,
el derecho en la Iglesia tiene fuerza de sacramento o de signo, con la que promueve la vida
sobrenatural de los fieles.
4) La colegialidad
Este es un punto importante para entender la universalidad del actual código. El Papa Juan
Pablo II la presenta como elemento esencial en la conformación del C.I.C. Se hicieron múltiples
consultas preliminares de estudio y análisis de los distintos aspectos por legislar.
La duración total de la preparación del Código actual fue de 24 años (entre 1959 y 1983).
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5) La dimensión bíblica.
Las normas canónicas, concebidas así, han de ser entendidas como una explicitación del
amor que Dios, por medio de la Iglesia, manifiesta, y que busca tutelar a través de las normas.
6) Dimensión teológica
La Eclesiología, como tratado central de los estudios teológicos, es lo que posibilita entender
mejor el por qué del ordenamiento jurídico en el seno de la Iglesia.
Se puede afirmar de la Iglesia primitiva, que ella contaba ya con los signos' fundamentales de
una constitución ordenada de una comunidad. No se trata, en efecto, de una anarquía carismática, a
la que faltaban los elementos esenciales de una organización social, sino de una forma primitiva de
subdivisión jerárquica que estaba en pleno desarrollo.
Existía una clara tendencia en el sentido del desarrollo del episcopado monárquico, junto al
cual la colaboración colegiada del consejo de ancianos, pasaba a ocupar un segundo lugar.
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Pero sobre todas las comunidades ya evangelizadas, estaba la alta autoridad de los
apóstoles, apoyada por los ancianos o presbíteros, los diáconos, y de manera especial, por los
obispos ordenados por los mismos Apóstoles. Todos los sacerdotes descienden de los apóstoles
Los apóstoles, los 12, representan el elemento más antiguo de la potestad de orden y de
jurisdicción eclesiástica.
Desde el inicio mismo de la Iglesia se insistía en el hecho de que los apóstoles habían
recibido su potestad del mismo Cristo. Entre Pedro y los apóstoles existe una igualdad de rango en
la potestad ordinaria de gobierno como los apóstoles. Pero desde el momento en que a Pedro ha
sido conferida una posición de preeminencia, él poseía también una potestad superior a ellos. En
esta potestad está el núcleo del Primado de Pedro (cf. Mateo 16,18 ss.).
Unida a la presencia del Romano Pontífice, que recoge todas las demás instituciones,
empiezan a surgir los Obispos (sucesores de los apóstoles) y se inicia la división de la Iglesia en
territorios o circunscripciones eclesiásticas.
Podemos decir, pues, que en los primeros siglos de la Iglesia primitiva no hubo derecho en
sentido estricto. La base era el mandato del amor. Pero sí se pudo observar el origen de las
instituciones jurídicas, al menos parcialmente, motivados por el crecimiento de la comunidad que, por
tanto, fue exigiendo una organización básica para evitar el desorden.
1) La más antigua es sin lugar a dudas la Sagrada Escritura, en la que el Nuevo Testamento (N.T.),
aparece como complemento de la ley, como plenitud de la ley dada en el Antiguo Testamento (A.T.)
(cfr. Mateo 5,17).
La aplicación de las normas jurídicas de la tradición se pueden reconocer en los más antiguos
escritos patrísticos, como por ejemplo, la Carta de Clemente I (88 - 97) a
los Corintios.
Es una breve colección de las prescripciones para la instrucción de los catecúmenos (tos
adultos que se preparaban para recibir el bautismo), y para otras materias de la organización de la
primitiva comunidad eclesiástica.
Es un manuscrito del siglo II, escrito en Palestina o en Siria. Comprende 16 capítulos entre
los cuales, los primeros tienen como tema la explicación del decálogo (los 10 mandamientos) y las
disposiciones para los catecúmenos. Los capítulos 7-9, tienen un contenido litúrgico con referencia al
bautismo, al ayuno eucarístico, etc. Los capítulos 10-16, comprenden normas de tipo disciplinar.
En los primeros tiempos, este escrito tenía una gran importancia, pero nunca asumió el
carácter de libro eclesiástico oficial.
3) Traditio apostólica.
Es la única colección pseudo-apostólica occidental que ejerció su influencia sobre una serie
de colecciones de la Iglesia oriental. Parece que fue escrita por el antipapa Hipólito, en lengua
griega, en Roma, hacia el 218.
Consta de 32 capítulos, que contienen normas del derecho eclesiástico. Las prescripciones
son principalmente delimitadas al campo del derecho de la persona.
En principio, es una colección que contenía las decisiones tomadas por los apóstoles en el
Concilio de Jerusalén (año 50 aprox.), aunque aparece muy tardíamente. Un texto muy cercano al
original fue encontrado en el s. III.
Está dividida en 26 capítulos que representan una síntesis casi completa del derecho
eclesiástico en vigor en el s. III. Para algunos es el tentativo más antiguo de una compilación de un
Código de derecho canónico.
Esto porque tanto en Palestina como en Siria, la colección fue vista y entendida como un
Código. Trata de la disciplina, la liturgia, la jerarquía, y cuestiones relacionadas a las persecuciones
de la Iglesia.
Nacida en Egipto o en Siria a fines del s. II y principios del s. III. Comprende 30 parágrafos o
cánones de los cuales del 4 al 14 son la libre reproducción de la Didascalia. Esta colección fue
considerada como oficial.
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Escrita hacia el año 400, tiene una ampliación de la Didascalia y se ocupa de la Constitución
de la Iglesia; hace una elaboración de la Didajé, y se ocupa de la enseñanza cristiana; y, finalmente,
en una subdivisión de tres partes trata la influencia de la Traditio Apostólica.
Por grandes errores teológicos, dogmáticos, disciplinares e históricos, fue condenada por el
Concilio de Trulanon, en el año 692, excepto los 85 cánones apostólicos.
7) Cánones apostólicos
Son los cánones que venían presentados en las Constituciones Apostólicas, ampliados con
las normas de los Concilios del siglo IV. Estaba conformado por 85 cánones, de los cuales, en los
inicios, sólo los 50 primeros eran reconocidos por la Iglesia oriental.
III. LAS FUENTES DEL DERECHO EN LA EDAD CLASICA (ss. XII - XVI) o Corpus luris
Canonici
Fue escrita hacia el año 1140. Es la primera colección de la edad clásica. Su autor es un
monje camaldulense, Juan Graciano, profesor de teología.
Es una colección privada universal y sistemática de las normas canónicas. Es el primer libro
escolástico escrito como manual de derecho canónico.
Se buscó con este texto, y a través de su método dialéctico, llenar algunas lagunas de la ley,
así como también, explicar algunas dudas que había para su aplicación.
101 distinciones que tratan de las fuentes del derecho y el estatuto de los clérigos.
36 cuestiones o causas, que comprenden temas varios.
5 distinciones que tratan el tema de los sacramentos y la liturgia.
Nunca fue acogido como texto auténtico, no obstante la máxima estima por parte de la misma
Iglesia. Fue acogido como una colección privada.
A partir de Graciano, las fuentes se empiezan a estudiar bajo cuatro puntos que miden su valor
jurídico. Estos son:
Originalmente se llamó Líber decretalium extra decretum Gratiani vagantium. Fue escrito bajo
el pontificado de Gregorio IX, quien con la bula Rex pacificas, del 5 de septiembre de 1234, lo
promulgó.
Esta colección fue recogida por San Raimundo de Peñafort entre los años 1230 -
1234. El es el patrono de los canonistas. El método utilizado por San Raimundo, más que una
compilación de datos, fue una elaboración de conceptos jurídicos. Estas decretales provienen en
parte del archivo papal, y en parte de las normas emanadas del propio Papa Gregorio IX. Es una
colección auténtica, universal, una y exclusiva.
Recopilado por tres jesuitas, por mandato del Papa Bonifacio VIII. La idea sale de la
universidad de Bolonia, con el fin de elaborar una nueva colección auténtica de decretales.
Fue promulgado el 3 de mayo de 1298 mediante la bula Sacrosancte. Se quería ver como una
continuación del Líber Extra que tenía 5 libros.
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Es una colección auténtica, universal, una y exclusiva parcial en cuanto no rechaza todas las
normas del Líber Extra.
D. Constitutiones Clementinae
Inicialmente se llamaba "Líber septimus", y fue promulgada por Juan XXII (1316 -1334), el 25
de octubre de 1317 mediante la bula Quoniam Nulla. Es una colección universal, una, auténtica, pero
no es exclusiva, en cuanto siguen vigentes las normas de Bonifacio VIII, las decretales de Clemente
V y los cánones del Concilio de Viena (XV Ecuménico celebrado entre los años 1311 - 1312).
Por estas se entienden dos grandes colecciones: Las Extravagantes de Juan XXII (1316-
1334) y las extravagantes Communes.
Como las Constituciones Clementinae, no eran colecciones exclusivas. Tienen como objetivo reunir
las decretales no comprendidas en dicha colección. Son colecciones privadas, aunque
posteriormente fueron agregadas a las Clementinae a manera de apéndices.
Estas cinco colecciones conforman el llamado "Corpus luris Canonicf, que seguía el esquema
del "Corpus luris Civilis" romano.
hacer un estudio de estas normas. Este estudio tuvo su origen principalmente en el Concilio de
Trento (1545 - 1563), que hizo notables innovaciones en la disciplina de no pocos institutos
canonísticos, de los actos de los Papas, de los decretos, de las respuestas y decisiones de las
Congregaciones y de los Tribunales y oficinas de la Curia Romana.
Pero fue a partir del Concilio Vaticano I, celebrado en 1870, cuando la Iglesia se sintió en la
necesidad de elaborar o hacer una nueva organización de la ley de la Iglesia.
Es cuando hace su aparición el Papa Pió X, quien con el motu proprio Arduum sane munus, del 19
de marzo de 1904, da inicio a las labores de codificación de la nueva colección.
Hubo en las discusiones previas dos posiciones: la primera, consistía en que se realizara un
trabajo de organizar sistemáticamente las normas de la Iglesia, tal como se venía haciendo, y la
segunda, en que se hiciera un trabajo de codificación de acuerdo a las exigencias del tiempo
moderno, de tal forma que mediante un Código Moderno, se logren presentar las características de
la autenticidad, de la brevedad, de la claridad, de la sistematicidad y de la totalidad. Es pues, como
se deciden por elaborar un texto, promulgado por la Suprema Autoridad, que expone en fórmulas
breves, y accesible a todos, la legislación vigente.
Correspondió la misión de codificar estas normas al Cardenal Píetro Gasparri, quien, después
de consultar obispos y eminentes canonistas, crea un Código el primero de la Iglesia, en el cual,
mas que introducir una nueva legislación, trata de ordenar racionalmente, sobre la base de nuevos
criterios, la disciplina vigente.
El Codex luris Canonici es promulgado finalmente por Benedicto XV, de ahí el nombre de Pío-
Benedictino, el 27 de mayo de 1917, mediante la Constitución Providentísima Mater Ecclesia, y entra
en vigor el 19 de mayo de 1918.
1. Normas generales,
2. De las personas,
3. De las cosas,
4. De los procesos,
5. De los delitos y las penas.
Desde el punto de vista jurídico, es una colección auténtica, una, universal (no absoluta en
cuanto abarca sólo la Iglesia latina), exclusiva (relativamente, en cuanto continúan vigentes las
normas litúrgicas, los concordatos, etc.)
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SEGUNDA PARTE
I. EL CÓDIGO DE 1983
El 25 de enero de 1959, el Papa Juan XXIII hizo la convocación de tres eventos eclesiales, el
Concilio Vaticano II, el Sínodo de Roma y la reforma del Código de Derecho Canónico de 1917.
Luego, el Papa Juan Pablo II, con la Constitución Apostólica " Sacrae disciplinae Leges",
promulga el nuevo Código, el 25 de enero de 1983, que entró en vigor el 27 de noviembre del mismo
año.
Contiene 1752 cánones, dividido en siete libros: los libros en partes o directamente en títulos; las
partes en secciones o directamente en títulos; las secciones en títulos; los títulos, en capítulos o
directamente en cánones; los artículos, en cánones: los cánones en parágrafos y en números.
6. De la sanciones
7. De los procesos
A manera de síntesis, nos aproximaremos a tres libros: Las normas (I) generales, la función de
santificar de la Iglesia (IV) y los procesos (Vil). En algunos puntos se hará referencia al libro de las
sanciones o penas en la Iglesia (VI). El estudio no será exhaustivo, sino que se tomarán los cánones
o temas que considero más útiles para un estudiante de derecho en general.
A. Cánones preliminares
C.1 "Los cánones de este código son sólo para la Iglesia latina".
Mientras en el CIC de 1917 se dejaban algunas puertas abiertas para la aplicación del Código
también a las Iglesias Orientales, el CIC de 1983 las cierra. Veamos por qué. Hay que anotar que el
18 de octubre de 1990, con la Constitución Apostólica "Sacri cañones", se promulgó el "Codex
Canonum Ecclesiarum Oríentalium" - CCEO.
En razón del espíritu del Concilio Vaticano II se quiere aquí manifestar el respeto por las
Iglesias de Oriente en comunión con Roma. Sin embargo, es importante percibir también la fuerte
atención al diálogo ecuménico largo y difícil con las iglesias separadas: _e sobre todo, aparecen en
los decretos conciliares Unitatis Redintegratío y Oríentalium Ecc/esiarum.
En los números 5 y 6, la Oríentalium Ecclesiarum, dice: "Por eso declara solemnemente que
las Iglesias de Oriente, como las de Occidente, tienen derecho y obligación de regirse según
sus respectivas disciplinas peculiares, que están recomendadas por su venerable antigüedad,
son mas adaptadas a las costumbres de sus fieles y resultan mas adecuadas para procurar el bien
de las almas" ... "Sepan y tengan por cierto todos los orientales que pueden y deben conservar
siempre sus legítimos ritos litúrgicos y su organización y que no deben introducir cambios sino por
razón de su propio y orgánico progreso".
Las Iglesias orientales son aquellas que se refieren a los cuatro patriarcas del siglo V: el
Constantinopolitano, el Antioqueno, el Alejandrino y el Jerosolimitano. Y los cinco ritos orientales que
son: el griego-bisantino (o Constantinopolitano), el armenio, el antioqueno, el sirocaldeo y el copto o
alejandrino. Estos ritos existen fundamentalmente en Albania, Bielorusia, Bulgaria, Grecia,
Yugoslavia, República Checa, Eslovaquia,
Ucrania, Hungría, Atenía, Lituania, Estonia, Rusia. Hay alguna presencia de estos ritos en Estados
Unidos, Brasil y Argentina.
¿Quiénes hacen parte de la Iglesia Latina?. El c. 11 nos da, en principio, la respuesta general:
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Las leyes meramente eclesiásticas obligan a los bautizados en la Iglesia católica, a los que
han sido recibidos en la Iglesia católica, a los que tienen suficiente uso de razón, y a los que hayan
cumplido siete años de edad.
En el libro II, del Pueblo de Dios, se nos hace una aclaración que se une explícitamente al
primer canon: "Se encuentran en plena comunión con la Iglesia católica, en esta tierra, todos los
bautizados que se unen a Cristo dentro de la estructura visible de aquella, es decir, por los vínculos
de la profesión de fe, de los sacramentos y del régimen eclesiástico" (c. 205).
c.2. Trata el tema de la materia del Código de Derecho Canónico. "El Código, ordinariamente, no
determina los ritos que han de observarse en la celebración de las acciones litúrgicas; por tanto, las
leyes litúrgicas vigentes hasta ahora conservan su fuerza, salvo cuando alguna de ellas sea contraria
a los cánones del Código"
En principio, este canon determina que el CIC no contiene, ni le competen, las normas de
DERECHO LITÚRGICO, sino que toma de él sólo lo que se refiere a la licitud o invalidez de una
celebración.
Las normas litúrgicas anteriores al CIC siguen vigentes mientras no sean contrarias al mismo.
c.3. "Los cánones del Código no abrogan ni derogan los convenios de la Santa Sede con las
naciones o con otras sociedades políticas; por tanto, estos convenios siguen en vigor como hasta
ahora, sin que obsten en nada las prescripciones contrarias de este
Código".
Este canon trata de los convenios realizados por la Santa Sede con Estados u otras
sociedades. Son lo que comúnmente llamamos Concordatos, Tratados, Acuerdos. Se busca, ante
todo, respetar los principios del derecho concordatario. Actualmente la Santa Sede tiene relaciones
diplomáticas con más de 176 naciones. Aquí se tiene en cuenta el Pacta sunt servanda.
El término "Sociedades políticas" de las que habla el canon, hace referencia a los nuevos
organismos internacionales con los cuales tiene relaciones la Santa Sede. Estos son, en la
actualidad:
c 4 "Los derechos adquiridos, así como los privilegios hasta ahora concedidos por la Sede
Apostólica, tanto a personas físicas como jurídicas, que estén en uso y no hayan :o revocados,
permanecen intactos, a no ser que sean revocados expresamente por los cañones de este Código"
Mientras el c. 3 trata el tema de las relaciones con los Estados y demás sociedades, este canon
busca tutelar las personas físicas o jurídicas, en el caso de que hubieran recibido con anterioridad a
la promulgación del CIC algún privilegio o derecho. Se requieren dos condiciones: que estén,
actualmente en uso y que no hubieran sido explícitamente revocados.
§ 2. Subsisten las costumbres extralegales, tanto universales como particulares, que actualmente
vigentes".
Estas son tratadas mas ampliamente en los canones 23 -28, correspondiendo al título II.
Costumbre es una palabra que deriva del latín consuesco, consuefacio. Puede ser de hechos,
que es la práctica o la frecuencia de actos similares, puestos en ejecución por una comunidad. Esta
acción precede a la ley consuetudinaria. O puede ser de derecho, que es la fuente no escrita de una
obligación legal introducida por una larga y continua práctica o vida de un pueblo, apoyado en el
consentimiento del legislador. Esta segunda es la constumbre en sentido estricto, ella tiene de por sí,
fuerza de ley.
Esta costumbre está formada por dos elementos: uno material (la repetición de actos capaces de
tener fuerza de ley, no contrarios a la ley divina y natural y provenientes de un grupo), y uno formal,
que consiste en la aprobación de la autoridad eclesiástica competente. La aprobación puede ser
tácita o explícita.
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Los grupos, o la comunidad capaces de introducir una costumbre con fuerza de ley son la Iglesia
Universal, la diócesis, una provincia eclesiástica, un grupo de diócesis en el ámbito de una
Conferencia Episcopal, un orden religioso o una congregación religiosa.
- libres y voluntarios, es decir, sin miedo, coherción, ignorancia, error, que privan un acto
humano de su validez.
- Externos y públicos, es decir, siendo la costumbre una norma social, se requiere que sea
introducida a través de actos sociales públicos.
Frecuentes: una costumbre positiva requiere la larga y constante repetición de los mismos actos, y
una negativa, la omisión de ciertos actos.
- Ininterrumpidos, de tal manera que el hacer u omitir determinados actos no indique el cambio
de la voluntad en la comunidad.
1. Contra legem. Es aquella que introduce una nueva ley contraria a la ley escrita, la cual es
abrogada en todo o en parte. Ninguna costumbre puede oponerse a la ley divina o natural, ya que la
ley divina no está sujeta a ninguna modificación humana.
Para que una costumbre contra legem pueda prevalecer, se requiere que sea racional, es
decir, no contraria a la normal conducta del hombre y útil a la comunidad; que sea legal, es decir, con
el consentimiento del superior. Unida a esta norma se establecen dos principios.
Si es una costumbre contra legem, se requiere que permanezca al menos durante 30 años
consecutivos y completos.
Si, como se indica en el c. 5, se establece una cláusula de prohibición a una costumbre futura,
esta, para que alcance fuerza de ley, ser centenaria o inmemorial.
2 Praeter legem. Es aquella que introduce un nuevo derecho que no se opone al derecho
anterior, que va mas allá del escrito, pero que no lo contradice. Así pues, sigue e espíritu de la ley.
Esta puede suplir una ley que aún no existe, introduciendo una nueva rogación.
Las condiciones para que tenga fuerza de ley son: que sea racional, que sea observada por la
comunidad con la conciencia de que esta obligación no existe, que al sonería en práctica se tenga la
intención de crear una obligación, y, que sea practicada legítimamente durante 30 años
consecutivos. El c. 5, &2, prescribe que estas costumbres vigentes no sean abrogadas por el CIC.
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3 Secundum legem. Presupone la existencia de la ley, que busca, por tanto, confirmar y
declarar. No quita ni agrega nada a la ley. Podría servir como guía en la búsqueda del sentido de
la ley. Como tal no se distingue de la ley, sino que es la ley observada fielmente por la comunidad.
Por esto el principio canónico: "consuetudo est optima legum interpres" (la costumbre es la mejor
intérprete de la ley), c. 27.
c.6. Este canon es claro. Establece los criterios para la abrogación de las leyes precodiciales.
- EL CIC de 1917,
- Las demás leyes contrarias,
- Cualesquiera leyes penales, universales o particulares promulgadas por la Sede Apostólica, a no
ser que se reciban en el mismo,
- Las demás leyes disciplinares universales sobre materias que se regulan por completo en el CIC
(p.e. los ce. 1385 del CIC,17, que se cambian por los cánones 824-832, sobre la edición de libros
eclesiásticos).
1) La promulgación de la ley:
Dice el c. 7 que "la ley queda establecida cuando se promulga". En otras palabras, la ley no es
ley si no es conocida por los hombres. La ley empieza a tener vigor desde el momento en que llega
al conocimiento y a la razón de las comunidades de forma oficial. Aquí se debe hacer una distinción
entre lo que es la promulgación y la divulgación de una ley.
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La ley es una regla que para obligar, los subditos deben conocerla. Por esto, la promulgación
difiere de la simple divulgación de la ley (que es la transmisión de una ley ya promulgada) y de la
noticia de la ley que es el simple conocimiento de la ley por parte de los subditos.
La promulgación es necesaria para que la ley sea verdaderamente ley. El c. 7 da entender que
la promulgación no es sólo un acto ejecutorio de la ley, sino un acto legislativo.
Según que la ley sea Universal o particular, se deben promulgar en el Acta Apostolicae Sedis,
que es el órgano oficial de la Santa Sede, que se difunde también a
través del periódico L'Osservatore Romano, o en el medio de comunicación oficial de la
diócesis. En Medellín se llama "El Informador".
Entre la promulgación y la entrada en vigor de la ley hay un tiempo que es útil para la debida
divulgación y conocimiento de la ley por parte de los subditos.
Este período de tiempo se llama "vacatio legis", que según sea de una ley universal puede ser
de tres meses, o de un tiempo mayor (si se dice explícitamente), o no tenerlo (si por la naturaleza de
la ley se da por entendido). Si la ley es particular se tiene un tiempo base de un mes, con las dos
excepciones de la ley universal.
2) Tipos de leyes:
Ley inhabilitante. Es aquella que hace a las personas incapaces de realizar un acto válido.
Esta ley establece la nulidad canónica de un acto pero en razón de que la persona actuante no reúne
las condiciones que la ley establece. Esta ley mira directa e inmediatamente la persona que está
privada de capacidad jurídica.
Ley irritante. Es aquella que hace un acto inválido porque no cumple las condiciones que el
mismo derecho exige. Esta ley tiene por objeto el acto mismo que es privado de la validez.
Ley universal o general. Es aquella que no se limita a un territorio particular, sino que cobija
todo el globo. Las leyes universales eclesiásticas son generales, pues abarcan a todos los
bautizados sin ninguna distinción.
Ley particular. Son personales o territoriales. Hacen parte del ejercicio del gobierno
específico en una diócesis, comunidad religiosa, etc.
Ley personal. Es aquella que obliga al fiel "ubique terrarutrf, esto es, en todas partes. Ella sigue la
persona física donde ella se encuentre, independientemente del territorio.
Ley territorial. Es aquella que directamente mira el territorio y sólo indirectamente a las
personas que en él se encuentran. La ley territorial no puede ser universal. La ley Territorial, según
el c. 12 &3, obliga a quien tiene domicilio o cuasidomicilio en el lugar donde la ley está vigente, y a
las personas que pertenecen al grupo específico a las que se dirige la ley.
Las personas pueden ser llamadas íncola, vecino o advena y forastero. Este tema está tratado
en el título VI, de las Personas físicas, en los cánones 100 - 107.
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Posee domicilio quien tiene una residencia mas o menos permanente en un lugar, que se
adquiere después de habitar durante 5 años, o con la intención de permanecer al menos este
período de tiempo.
Posee el cuasidomicilio, quien tiene una residencia menos estable. Se adquiere por la presencia
durante tres meses, o con la intención de permanecer al menos este tiempo.
En síntesis: los peregrinos no están sometidos a las leyes particulares del lugar en se
encuentran.
Esto viene del hecho que el vago, no teniendo una residencia permanente, no tiene otra
relación jurídica con un territorio sino aquella que proviene de su ubicación actual en un determinado
lugar.
"Las leyes son para los hechos futuros, no para los pasados, a no ser que en ellas se
disponga algo expresamente para éstos".
La ley, en cuanto norma o regla de obrar, en general se refiere sólo a los actos jurídicos
futuros. La norma es la irretroactividad, la excepción la retroactividad.
- Que no esté prohibida por la naturaleza de las cosas, como es el caso de las leyes
declaratorias, irritantes o inhabilitantes, que pueden irritar actos válidos puestos en el pasado junto
con sus efectos subsiguientes.
- Que sea requerida por el bien común o por la necesidad de que una nueva ley no sea
limitada en sus efectos, o al menos, por el bien de las personas físicas o morales teniendo en cuenta
los derechos adquiridos, según lo indicado en el c. 4. Un ejemplo lo tenemos en los procesos de
nulidad matrimoniales donde se aplica el CIC, 83, aunque el matrimonio se hubiera celebrado antes
de esta legislación.
3) Interpretación de la ley:
c. 16 "§ 1. Interpretan auténticamente las leyes el legislador y aquél a quien éste hubiere
encomendado la potestad de interpretarlas auténticamente.
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§ 2. La interpretación auténtica manifestada en forma de ley tiene igual fuerza que la misma ley, y
debe promulgarse; tiene efecto retroactivo si solamente aclara palabras de la ley de por sí ciertas;
pero si coarta la ley o la extiende o explica la que es dudosa, no tiene efecto retroactivo.
La ley se caracteriza por una formulación clara y sintética tal que no debe dejar espacio a
ambigüedades e incertidumbres interpretativas. Hay dos niveles o grados en la interpretación de la
ley, por la persona que la hace, o en virtud de la misma ley.
- Interpretación auténtica. Es la realizada por la competente autoridad que realizó la ley. Esta
interpretación tiene fuerza de ley y por tanto tiene que ser promulgada como se hace con la ley
original.
Este autor, para la correspondiente interpretación auténtica puede delegar a uno o varios para este
fin específico.
El órgano oficial para la interpretación de las leyes universales es el Pontificio Consejo para la
Interpretación de los Textos Legislativos.
Esta interpretación auténtica puede ser DECLARATORIA, es decir, que declara las palabras
ciertas de la ley y no introduce novedad.
Extensiva (cuando la interpretación amplía el sentido de las palabras a los casos no sujetos a
la fórmula verbal de la ley),
Restrictiva (cuando por fuerza de la ley se restringen el número de los casos sujetos a la ley, o
también cuando por la interpretación se excluyen algunos sujetos a quienes obliga la ley), o
Explicativa (cuando se explica una ley dudosa en sí misma, esto es, en sus términos.
El Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos, tiene como órgano de
difusión de sus estudios, la Revista Communicationes
Interpretación Autoritaria. Es la realizada por los jueces mediante una sentencia judicial o
por los ordinarios, en el ejercicio de la potestad de régimen. En ambos casos, la interpretación tiene
también fuerza obligante, pero sólo se refiere a las personas o hechos particulares para los cuales
fue hecha la ley o interpretación.
Amplia: si las palabras de la ley son presentadas con un sentido amplio, mas largo, para que
así la ley pueda ser plenamente aplicada.
Estricta: cuando las palabras de la ley han de tomarse en sentido estricto, así
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El CIC en el c. 10 dice: "se han de considerar invalidantes o inhabilitantes tan sólo aquellas
leyes en las que expresamente se establece que un acto es nulo o una persona es inhábil", y
en el c. 18, afirma: "las leyes que establecen alguna pena, coartan el libre ejercicio de los
trecho, o contienen una excepción a la ley, se deben interpretar estrictamente".
Mediante estas dos interpretaciones se busca dar respuesta y aplicar el axioma jurídico:
“odiosa sunt restringenda, favorabilia vero amplianda".
Cuando se trata de interpretar un texto del CIC, se debe seguir el siguiente iter, en su orden
(cfr. cc. 17-19):
- Los lugares paralelos, o sea los lugares donde el código trata las mismas materias pero bajo
otro aspecto.
- Los fines de la ley, o sea la RATIO LEGIS, las motivaciones que animaron la elaboración de
esta ley.
- Las circunstancias de la ley: la ocasión, el tiempo, el lugar donde fue promulgada la ley. Estas
circunstancias pueden ser antecedentes, concomitantes, subsiguientes.
- La mente del legislador: no se entiende aquí la mente del legislador en una ley determinada,
sino su disposición mental habitual, como puede aparecer en un cierto número de directivas
generales que guían su actividad.
Cuando se presenta un caso que no esté contemplado en el CIC, el mismo código establece
lo que se ha venido a llamar DERECHO SUPLETORIO, que al cumplirlo sirve para llenar la llamada
LAGUNA DE LA LEY. Los criterios para esta aplicación son dados en el c. 19, el cual dice que
"cuando sobre una determinada materia no exista una prescripción expresa de la ley universal o
particular o una costumbre, la causa, salvo que sea penal, se ha de decidir atendiendo":
- La analogía legis, o sea el recurso a las leyes emanadas para los casos similares. Aquí se
refiere a la normas del derecho de la Iglesia.
- La analogía iuris, o sea el recurso a los principios generales del derecho, pero aplicados
con equidad canónica. Se parte de la base que no hay un elenco de tales principios, por eso el
fundamento de este criterio es la equidad natural y canónica, el criterio que así como el legislador ha
regulado determinados casos, así haría en los casos similares. Esta referencia debe estar regulado
en cada caso concreto por la caridad cristiana, que mira siempre a la salvación de las almas.
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4) La revocación de la ley:
- Ab intrínseco, cuando la ley es inoperante porque cesa la materia, el fin o el sujeto de la ley, o
porque ha cumplido ya su objetivo.
La revocación de una ley puede ser por la abrogación o la derogación. El c. 20 expresa los
principios:
- Si la nueva ley es general y la anterior es particular, la particular sigue vigente, a no ser que la
nueva ley la revoque expresamente;
El c. 21 trata el tema de la duda que exista respecto a la revocación o no de una ley. Aquí se
deben tratar de conciliar las leyes haciendo que la anterior sea la que aporte a la nueva.
La ley puede perder también su fuerza obligante por dos motivos: porque es dudosa o porque
es ignorada (ce. 14 - 15).
La DUDA es la excitación de la ley entre dos opiniones opuestas. Esta puede ser positiva,
cuando hay razones para los dos puntos de vista; probable o improbable, según que la duda se
fundamente en sólidos o débiles argumentos; dubbio iuris, hace referencia a la existencia de la ley,
su significado, su fuerza, su eficacia; dubbio facti, cuando mira a la existencia o el verificarse de
aciertas condiciones para la aplicación de la ley en un caso concreto; subjetiva, cuando existe sólo
en la mente del sujeto; objetiva, cuando los motivos para la duda son evidentes y se encuentran
fuera de la mente del sujeto.
Si la duda es de derecho, no obliga. De allí lo que dice el c. 14, aplicando el principio jurídico:
"lex dubbia, lex nulla". Pero su la duda es de hecho, la ley mantiene objetivamente toda su fuerza,
pero puede ser lícitamente dispensada por los ordinarios.
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La disciplina canónica ha seguido el principio jurídico: "La ignorantia iuris non excusat”. Por el
contrario, la ignorancia "facti” sí excusa, a no se que se trate de Ignorancia crassa o afectada de un
hecho notorio presumiblemente conocido por todos. La razón para que el c. 15 determine esto, es
porque la validez de tales actos que son irritados o inhabilitados expresamente, están en estrecha
relación con el bien común de la Iglesia, y no pueden depender del estado subjetivo de cuantos
están sometidos a la ley.
Es un título nuevo en relación con el CIC de 1917. Comprende el llamado "Derecho Canónico
Administrativo" que se prolonga también hasta el título IV, "de los actos administrativos singulares".
Está dividido en tres bloques: Decretos generales legislativos (ce. 29 - 30), decretos generales
ejecutorios (ce. 31-33), instrucciones (c. 34).
Al hacer una lectura de estos cánones, nos podemos preguntar: ¿qué diferencia hay entre una
ley y un decreto general?. Formalmente no hay ninguna diferencia en cuanto corresponde emanar
estos decretos a quienes tienen potestad legislativa o a quien haya recibido la facultad por
delegación expresa del legislador.
"29 Los decretos generales, mediante los cuales el legislador competente establece
prescripciones comunes para una comunidad capaz de ser sujeto pasivo de una ley, son
propiamente leyes y se rigen por las disposiciones de los cánones relativos a ellas.
30 Quien goza solamente de potestad ejecutiva no puede dar el decreto general de que se trata
en el c. 29, a no ser en los casos particulares en que le haya sido esto concedido expresamente por
el legislador competente, conforme al derecho, y si se cumplen las condiciones establecidas en el
acto de concesión."
Podemos decir que la diferencia con respecto a las leyes universales se encuentra en las
circunstancias para su creación y la fuerza y duración de la misma. El decreto general es dado, o
surge, como respuesta rápida y eficaz a los casos urgentes que se presentan y también como
complemento a la ley. Esto quiere decir que, aunque tiene elementos comunes con la ley, no alcanza
la misma dignidad y envergadura de esta, aunque tenga las mismas consecuencias obligantes de la
ley, puesto que la verdadera ley tiene dos características importantes: la abstracción y la
perpetuidad, que en el decreto general se particulariza y orienta, por lo general a un tiempo
determinado.
Pueden dar decretos generales: las Conferencias Episcopales (c. 455), los Concilios
particulares (c. 445) y el obispo y los equiparados a ellos.
31 § 1. Quienes gozan de potestad ejecutiva, pueden dar, dentro de los límites de su propia
competencia, decretos generales ejecutorios, es decir, aquellos por los que se determina más
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32 Los decretos generales ejecutorios obligan a los que obligan las leyes cuyas condiciones de
ejecución determinan o cuya observancia urgen esos mismos decretos.
Estos decretos son de orden dominativo y urgen la observada de la ley. Se diferencia de tos actos
administrativos singulares por el hecho de ser dados en forma general y no para casos concretos y
singulares.
Aunque, a diferencia del decreto general, no tiene la calificación de ley, tiene una gran fuerza
obligante y por tanto se debe promulgar y cumplir todo lo que pide el c. 8.
En ningún caso los decretos generales pueden derogar las leyes ya existentes. Pierden su
valor cuando sean revocados explícita o implícitamente por el legislador, o cuando se cumple el fin o
cuando la ley sobre la cual se creó ha decaído. Pero continúa vigente cuando cesa la potestad de
quien la emitió.
Estos decretos pueden ser dados por quienes tengan potestad ejecutiva (cf. ce. 131,137).
Ҥ 1. Las instrucciones, por las cuales se aclaran las prescripciones de las leyes, y se desarrollan y
determinan las formas en que ha de ejecutarse la ley, se dirigen a aquéllos a quienes compete cuidar
que se cumplan las leyes, y les obligan para la ejecución de las mismas; quienes tienen potestad
ejecutiva pueden dar legitimamente instrucciones, dentro de los límites de su competencia.
§ 2 Lo ordenado en las instrucciones no deroga las leyes, y carece de valor alguno lo que es
incompatible con ellas.
§ 3. Las instrucciones dejan de tener fuerza, no sólo por revocación explícita o implícita de la
autoridad competente que las emitió, o de su superior, sino también al cesar la ley para cuya
aclaración o ejecución hubieran sido dadas".
Instrucción es un término nuevo en el CIC. Como los decretos generales ejecutorios, las
instrucciones son dadas por quien tiene potestad ejecutiva. Se diferencia de los decretos ejecutorios
por el hecho de que no están dirigidas a todos los destinatarios de la ley que se quiere observar, sino
sólo a las autoridades inferiores y a aquellos a quienes corresponde la vigilancia y la ejecución de la
ley. Estas tienen como finalidad clarificar el significado y presentación de la ley, como también,
determinar las modalidades para su ejecución.
Sobre las condiciones para su creación y revocación, se piden los mismos requisitos que para
los decretos generales ejecutorios. El superior que dio dicha instrucción puede también revocarla.
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1) Normas generales
c. 35 "El acto administrativo singular, bien sea un decreto o precepto, bien sea un rescripto,
puede ser dado por quien tiene potestad ejecutiva, dentro de los límites de su competencia,
quedando firme lo prescrito en el c. 76 § 1."
Mediante estos actos el Superior competente gobierna los subditos dentro de los límites de la
ley, vigila y tutela el bien público que promueve incansablemente y procede libremente y aplica en los
casos específicos aquello que ha sido establecido fundamentalmente por la ley.
El proceder libremente es una característica de quien tiene potestad ejecutiva. Significa que
posee un poder discrecional. Quien tiene dicho poder no solo es un ejecutor de la ley, sino que la
aplica bajo el prisma de un juicio prudente.
Este poder discrecional consiste en poder alcanzar los fines, no diversos a los establecidos
por la Iglesia, de sopesar las cosas y las circunstancias, de proceder o no a la aplicación de la ley
según el mejor interés del bien público. Así pues, un acto administrativo singular puede ser definido
como el acto puesto por el legítimo superior en el ejercicio de su oficio.
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c.36 "§ 1. El acto administrativo se ha de entender según el significado propio de las palabras y el
modo común de hablar; en caso de duda, se han de interpretar estrictamente los que se refieren a
litigios o a la conminación o imposición de penas, así como los que coartan los derechos de la
persona, lesionan los derechos adquiridos de terceros o son contrarios a una ley a favor de
particulares; todos los demás deben interpretarse ampliamente.
§ 2. El acto administrativo no debe extenderse a otros casos fuera de los expresados."
En este c. 36 se dan los criterios para la interpreptación de un acto administrativo singular, teniendo
presente los ce. 17-18, que tratan sobre la interpretación de la ley en general y de las leyes que
imponen penas o coartan la libertad de los hombres.
El c. 37 pide que el acto administrativo singular que afecta al fuero externo se haga por
escrito. Son varios los cánones en los cuales se pide que se hagan de esta forma (cfr 179 &3, 186,
189 &1, 190 &3, 193 & 4, etc.). Se interpreta en estos casos y similares, que la redacción por escrito
fuera necesaria para la validez. Igualmente se requiere que se haga por escrito, el acto que trata de
un acto de ejecución realizado en forma comisoria.
c. 39. Así como en el c. 10 una ley es inhabilitante o irritante cuando se dice expresamente, este c.
39 preceptúa que para la ejecución de un acto, las partes esenciales de él se entresacan de las
partículas SI - A NO SER QUE - CON TAL QUE, ae tal manera que el no cumplimiento de dicha
condición atenta la validez del acto (cf., cc. 42 43. 44).
En los ce. 40 - 45, se habla explícitamente del ejecutor. Este es la persona designada
libremente por la autoridad competente para realizar un acto comisorio. Las condiciones para su
validez están enunciadas en el c. 42:
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Igualmente el c. 43 establece los principios en los cuales no se puede nombrar otro ejecutor
por parte de quien ha recibido el primer mandato. Queda en pie el principio de que en general SI lo
puede hacer, a no ser que:
- la persona del ejecutor hubiera sido elegida por sus cualidades personales,
el sustituto hubiera sido expresamente indicado en el mandato o por la autoridad competente.
Esto no quita la posibilidad que tiene el ejecutor para buscar personas que le colaboren
principalmente en los actos preparatorios.
Los ce. 44, 45, 46 tratan el tema de la no imputabilidad legal de los actos administrativos a los
ejecutores, sino a los órganos que ellos representan.
Son estos últimos quienes responderán de la eventual ilegitimidad de los actos administrativos
o de la reparación de los daños. El ejecutor deberá responder de los posibles abusos en la
realización del acto, y más si provocara lesiones a terceros.
No tiene fuerza jurídica el hecho de que haya cambio en el ejecutor para declarar nulo un acto
administrativo, con una sola excepción (cuando se hace "nominatim"), ya que en general lo que
cuenta es la función y no la persona misma, lo mismo se aplica al autor del acto administrativo, a no
ser que el derecho disponga otra cosa.
Son los decretos y preceptos singulares. El decreto es el acto administrativo por excelencia.
Este viene dado a personas físicas o jurídicas en un caso particular. La iniciativa parte de la misma
autoridad. Consiste en una decisión o provisión tomada por la autoridad competente, y hecha
siempre cumpliendo el principio de la legalidad del derecho (p.e. la provisión de un oficio, c. 146, la
separación de los cónyuges c. 1692 &1).
Antes de elaborar un decreto se requieren una serie de requisitos. Tienen como finalidad
hacer que el decreto sea justo, que no lesione los derechos de otros, que no vaya a ser nulo, y para
evitar posibles recursos administrativos que el destinatario puede hacer si se siente lesionado o
inconforme con la decisión tomada por el superior. Antes de dar un decreto, la autoridad debe:
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- recoger la información necesaria sobre la utilidad y oportunidad del decreto (p.e. para
un nombramiento).
- oír a quienes se dirigirá el decreto si se prevé que sus derechos pueden ser lesionados. Puede ser
también que se prevea una lesión de derechos de terceros, por lo que se recomienda igualmente oir.
- Si es una decisión, se han de dar a conocer los motivos (considerandos) al menos sumaria o
sintéticamente.
- el peculiar prevalece sobre el general, respecto de las cosas que se establee peculiarrnente.
- si son iguales (generales o particulares), el posterior (el último) deroga al anterior.
- puede ser leído al destinatario ante un notario o dos testigos, cuando exista una causa gravísima
("gravissima ratio") que impida la entrega del texto escrito (por escándalo, manipulación, etc.);
La revocación de un decreto se da por la misma autoridad que lo creó, al cesar la ley para la
cual se dio, o al cesar la potestad del que lo ordenó si no se impuso documento legítimo escrito, sino
verbalmente.
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Como principio general, si el derecho dispone algo, o la autoridad recibe legítimamente una
petición o un recurso del cual debe surgir un decreto, esta debe dentro del plazo de tres meses,
emanarlo.
3) El rescripto
Es la respuesta dada por la Santa Sede o por el Ordinario, respecto de una decisión o una
información, para una concesión o una dispensa, antecedida siempre por una petición. Un rescripto
se compone de tres partes: petición, motivos de la misma, respuesta.
Todos pueden recibir rescriptos (cf. c. 60), a no ser que le esté expresamente prohibido.
El rescripto ha de ser solicitado por la misma persona o en algunos casos, por otra, incluso sin
su consentimiento, pues se aplica el principio de que nadie es obligado a usar una gracia que haya
recibido. Esto tiene sus excepciones (p.e. dispensa del impedimento de crimen, la absolución de la
censura, etc.)
Sobre la entrada en vigor del mismo hay que tener en cuenta que un rescripto puede ser
comisorio o gracioso. Los comisorios son eficaces desde el momento en que se ejecutan, aunque
no se notifiquen al destinatario, ni sean por él aceptados. Los graciosos son eficaces desde el
momento de la emisión, es decir, cuando se hace con la fecha y la firma.
La petición de los rescriptos debe fundarse sobre hechos claros, evidentes y ciertos, por eso
se oponen a la validez de los mismos:
- la obrepción, que es la exposición de algo falso. Exponiendo la verdad en una de las causales,
puede validarse el rescripto.
En los rescriptos graciosos, la causa motiva debe ser verdadera en el momento en que se
otorgue; en los comisorios, en el momento en que se ejecuta.
Los cánones 64 - 65, hablan de la denegación que un Ordinario debe hacer del rescripto
negado por otro. El c. 64 se refiere a la Curia Romana, el c. 65 a la Iglesia local. En ambos se busca
tutelar la comunión jerárquica.
c 64: una gracia denegada por un dicasterio de la Curia Romana, para ser concedida sólidamente
por otra o por una autoridad inferior, se requiere el consentimiento del discasterio que negó
inicialmente.
Como la Penitenciaría Apostólica abarca el fuero interno, prevalece sobre cualquier dicasterio
de la Curia Romana. La Penitenciaría no puede nunca exponer los motivos de su negativa.
c 65. Para comprender mejor este canon, es necesario primero conocer lo que dice el c. 134 sobre
los Ordinarios.
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- el Romano Pontífice,
- los Obispos diocesanos,
- los equiparados a los Obispos diocesanos (Vicario apostólico, administrador apc: prefecto
apostólico, abad territorial, Prelado territorial),
- los Vicarios Generales,
- los Vicarios Episcopales,
- los Superiores mayores de Institutos Religiosos clericales de derecho pontificio sus miembros),
- los Superiores mayores de Institutos de vida Apostólica de derecho pontificio.
Son ordinarios del lugar, todos los mencionados anteriormente, excepto Superiores de
Institutos Religiosos y de Sociedades de Vida Apostólica.
Cuando se habla del Obispo Diocesano, se refiere sólo al obispo diocesano y equiparados. A
los Vicarios generales y episcopales, sólo cuando tienen un mandato especial.
- Se parte de una recomendación que mira mas a la licitud que a la validez del reseñe Si el
ordinario propio le niega una gracia a un sujeto, éste no debe solicitarla a c ordinario sin presentarle
la denegación anterior, e igualmente el ordinario debe ar-conocer, del primero, las razones de la
denegación.
Si hay error sobre el nombre de la persona que concede el rescripto, o de quien lo recibe, o
del lugar, mientras no se dude sobre la identidad del sujeto y del objeto, el, rescripto es válido (cf. c.
66).
Si el rescripto expira en su ejecución, puede ser prorrogado una sola vez (por no mas de tres
meses) y con causa justa, por el Obispo diocesano.
Si se tiene una gracia que haya sido concedida de palabra, se puede usar en el fuero interno,
pero en el fuero externo se tiene la obligación de probarla cuantas veces se exija legítimamente.
En sentido estricto privilegio significa una especial decisión tomada por la competente
autoridad, con la cual, en via legal, se asegura a una persona o mas r: personas un derecho contra
legem o praeter legem.
- puede darlo el legislador o el ordinario que tiene potestad ejecutiva, pero que ha í-• recibido de su
superior el poder de darlo;
Tal privación debe hacerse no sin antes haber amonestado en vano al privilegiado.
- El objeto de la dispensa solamente son las leyes meramente eclesiásticas (cf. c. 11).
Son pues excluidas las leyes divinas y aquellas de derecho natural.
- Cuando la dispensa se pide del derecho natural, puede ser dada sólo por el Romano Pontífice,
quien en casos particulares, puede reservarse para sí la dispensa de algunas leyes eclesiásticas
(p.e. c. 291, dispensa del celibato; c. 1078 &2, c. 1698 &2).
- La dispensa debe ser dada en un caso particular, a personas física o jurídicas, pero en un caso
concreto y particular. Si el caso concreto se verifica para toda una comunidad puede ser dada una
dispensa general.
- el autor de la dispensa es: el legislador, el cual, como tiene la potestad de imponer un vínculo,
tiene la potestad de quitarlo o de suspenderlo. Pero no es un acto legislativo, sino un acto
administrativo. También todos los que tienen potestad ejecutiva (c. 391 &2) dentro de los límites de
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su competencia. Todos aquellos que tienen la potestad de dispensar sea explícitamente (cc. 87 - 88),
sea implícitamente, esto es: aquellos que tienen un oficio administrativo ejecutivo. Tal poder debe ser
dado por el mismo derecho o en virtud de una legítima delegación (cc. 137 - 138) pues no se puede
presuponer la facultad de dispensar.
Los cánones 87, 88, 89 delimitan el campo de acción correspondiente a los que pueden dar
dispensas: el obispo, el ordinario del lugar, el párroco, los presbíteros en general, los diáconos.
El c. 90 pone las condiciones mínimas para conceder una dispensa, que son:
Estas razones son valoradas en última instancia por quien dará la dispensa.
- Se han de tener en cuenta las circunstancias del caso concreto del solicitante y la gravedad de la
ley que se dispensa, de tal forma que la dispensa no produzca escándalo en los fieles. Hay una
anotación: si no se cumplen las anteriores condiciones, pero concede la dispensa el mismo autor de
la ley, o su superior, la dispensa es ilícita, pero si la concede otro distinto a estos, la dispensa es
inválida.
El c. 91 establece los criterios para determinar las personas a quienes el superior puede
dispensar: sus subditos, incluso cuando estén fuera del territorio, a los transeúntes que se
encuentren en su territorio, e incluso a sí mismo.
Es un título nuevo que hace parte del derecho estatutario que rige las asociaciones de
personas o las fundaciones.
Las asociaciones se constituyen por una pluralidad de personas con un objetivo común, y las
fundaciones, por la determinación y consecusión de un patrimonio concreto para un fin también
concreto.
Los estatutos deberán contener las normas fundamentales como son: el fin o el objeto social de la
asociación o fundación, la sede social, las constituciones, el gobierno, la admisión, la incorporación,
la formación, las obligaciones, la separación, la expulsión, la administración, la eventual devisión, la
fusión o cesación del ente y la definitiva destinación de los bienes.
Los reglamentos son las normas que se deben cumplir en una determinada reunión de personas.
Establecen su constitución, el régimen y el procedimiento.
El acto jurídico es un acto humano lícito, legítimamente puesto, con el cual un sujeto pretende
alcanzar un determinado efecto jurídico, reconocido como tal por la ley.
Se diferencia del hecho humano (acto humano lícito pero involuntario), que produce efectos jurídicos
sin que participe de manera directa la voluntad del hombre (p.e. el nacimiento y la muerte). ,
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Para que un acto sea válido, se requiere la presencia de un elemento subjetivo y un elemento
objetivo. Por parte del sujeto se requiere:
- que sea capaz de obrar y que manifieste su voluntad por palabras y por escrito, directamente o
por un representante, en forma absoluta o condicionada.
Se requiere un objetivo concreto o una causa justa para el mismo y el cumplimiento real de la
solemnidad establecida por el derecho.
El acto es inválido o nulo, cuando no produce el efecto jurídico buscado; es válido, pero
rescindible, cuando puede ser, en el caso previsto por la ley, impugnado.
Para que un acto sea válido, se requiere la participación inmediata de la voluntad, pero puede
resultar afectada y hacer, según su defecto, nulo el acto.
Tal defecto se produce por falta de la voluntad, simulación, violencia, temor, error o dolo,
según que excluyan o reduzcan la voluntad del agente.
La nulidad, está unida a la falta total de la voluntad, como en los casos del defecto del
consentimiento y en la violencia física irresistible que venga del extemo (c. 125 &1).
La violencia moral no excluye de por sí la voluntad del agente, ya que el objetivo es querido
por él, aunque se sienta coartado.
Por esto un acto puesto bajo violencia moral aunque sea grave e injusto, y bajo dolo, es
válido, a menos que se prevea esta situación por el derecho. Puede ser rescindido.
c.126. Trata el tema de la ignorancia y el error (cf. ce. 14-15), y dice que es nulo el acto si la
ignorancia o el error afectan directamente la sustancia del acto o afecta una condición "sine qua non"
(necesaria). De otro modo puede ser rescindido.
c. 127. Pone las condiciones específicas para la celebración de un acto jurídico, cuando se
trata de personas jurídicas a las cuales su representante debe pedir el consejo o el consentimiento.
c. 128. Obliga a la reparación de los daños eventualmente causados por un acto puesto
ilegítimamente, con dolo, con culpa. Actos jurídicos, por tanto, hechos con buena fe y que causaran
daño alguno, no requieren su reparación, al menos jurídicamente no existe su obligatoriedad, aunque
de justicia y moralmente sí existe la obligación de la reparación.
1) ¿Qué es?
autoritariamente la actividad de los fieles en cuanto tales, y esto no sólo para las acciones externas,
sino también para aquellas internas que presuponen actos internos.
En otras palabras, es la facultad de orientar hacia la salvación. Por esto está íntimamente
unida a la potestas ordinis, aunque necesariamente no dependa de ella. Al tener como fin último la
salvación de la almas, y no depender inmediatamente de la ordenación sacerdotal, la potestas
regiminis se confiere cuando se acepta un oficio al cual está unido, sea por Dios o por la Iglesia. Esta
potestad está unida al oficio.
El c. 129 establece que los sujetos activos, respecto de la potestad de jurisdicción son sólo los
ministros sagrados, o sea, diáconos, presbíteros, obispos, Permanece, sin embargo, el principio de
que no es el orden sagrado el que confiere el poder de gobierno, sino que es el oficio al cual está
unido.
El c. 129 &2, dice que "los laicos pueden cooperar al ejercicio de la potestad de gobierno". Es
esta una aplicación concreta del código, donde se establece que la Conferencia Episcopal puede
permitir que también los laicos puedan ser constituidos jueces en los tribunales eclesiásticos (c. 1421
&2). Esto se basa también en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, 33, que dice que los laicos
son idóneos para ejercitar algunos oficios eclesiásticos en razón del mismo bautismo.
Respecto de la extensión, esta puede ser de fuero interno o de fuero externo; y respecto de su
naturaleza, puede ser ordinaria, delegada, propia o vicaria.
El fuero interno es llamado también de CONCIENCIA (cf. Gaudium et Spes, 16), mira el bien
de los individuos con efectos de por sí secretos.
El fuero externo mira el ámbito social y comunitario, y contempla los efectos jurídicos
públicos. La potestad de gobierno normalmente se refiere a la autoridad social y extema, y su
eficacia jurídica es limitada por el fuero interno (p.e. la intención con la actúa una persona...)
La potestad ordinaria es aquella que va aneja al propio oficio. Puede ser propia, si es
ejercitada por el titular del oficio, o vicaria si actúa en nombre de otro. Esta potestad ordinaria puede
adquirirse por derecho divino o derecho positivo, tanto ipso iure o según el oficio (p.e. el obispo, el
vicario general, el juez, el párroco, etc.). Esta potestad se extingue cuando se pierde el oficio (cf. ce.
184 - 196), y se suspende cuando legítimamente se apela o se interpone recurso contra la privación
o remoción del oficio (cf. c.1747&3)
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La potestad delegada es aquella que se concede por parte del titular, a otro, para que actúe
en forma ordinaria respecto de un caso particular o para todos. Algunos principios básicos sobre esta
potestad son:
- puede ser concedida in solidum, es decir, a todos los delegados por igual, o cotegialmente, es
decir, que para actuar deben hacerlo en grupo.
- Si se delegó para todos los asuntos (la generalidad), se puede subdelegar para cada caso
concreto.
- Si se delegó para un acto o para actos determinados, sólo se puede subdelegar con el
consentimiento del delegante.
- Ninguna potestad subdelegada puede delegarse, a no ser que lo hubiera concedido expresamente
el delegante.
El c. 144 habla de la suplencia que la Iglesia hace respecto del ejercicio de la potestad de
régimen, tanto en el fuero interno como externo, cuando ha habido error común de hecho o de
derecho, o por parte de la comunidad; cuando ha habido duda positiva y probable de hecho y de
derecho por parte del sujeto que actúa.
La Iglesia suple las deficiencias que tenga que ver con el derecho positivo, no con el divino. La
aplicación concreta se refiere:
- al sacramento de la confirmación (ce. 882 - 883); al ministro de la confesión, sobre sus licencias (c.
966); al testigo cualificado del matrimonio (c. 1111 &1).
TERCERA PARTE
Libro IV
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De Ecclesiae
munere sanctificandi
De la función de santificar de la Iglesia (ce. 834 - 1253)
I. ESQUEMA GENERAL
- De la celebración
- Del ministro
- De los que van a ser bautizados (el sujeto)
- De los padrinos
- De la prueba y anotación
Título II: De la confirmación
- De la celebración eucarística
- De la reserva y veneración
- Del estipendio ofrecido para la celebración
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- De las iglesias
- De los oratorios y capillas privadas
- De los santuarios
- De los altares
- De los cementerios
A. Cánones preliminares
La Iglesia, como medio e instrumento de salvación, tiene tres funciones o MUNUS: el docendi,
el regendi y el sanctifícandí. Unos y otros se complementan mutuamente y hacen posible que la
Iglesia cumpla realmente con la misión de ser sacramento de salvación.
El CIC, 83, que tiene una amplia visión pastoral basada precisamente en la doctrina conciliar
del Vaticano II, le dio especial importancia a la función de santificar al pueblo de Dios y, motivado
concretamente por la Constitución Sacnosanctum Concilíum del Vaticano II, dedicó todo el libro IV a
este tema. A diferencia del CIC, 17, que ubicaba el tema en el libro de "Las Cosas", el CIC, 83 le
brinda un espacio propio e independiente, mas aún, le reconoce la trascendental importancia que la
función de santificar tiene para la Iglesia, tanto que si no es fiel a este ministerio, la Iglesia no está
cumpliendo a cabalidad el mandato del Señor de "Ir y evangelizar a todos los pueblos bautizándolos
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que Jesús
enseñó" (Mt. 28, 19-20).
En los cánones 834 -839, el CIC hace una introducción muy general al libro IV, especificando
varios puntos, esenciales, a saber:
1. Que a la Iglesia corresponde, por su naturaleza, la misión de santificar al pueblo de Dios. Esta
es una misión que realiza por medio de la liturgia.
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2. Que el culto debe ser realizado por personas legítimamente aprobadas, sabiendo que los
fieles deben participar activamente. Entre estas personas se resalta la figura del obispo, quien
como poseedor de la plenitud del sacerdocio, es el primer responsable.
3. Por su especial índole, la celebración litúrgica debe ser comunitaria. Esta debe preferirse a
cualquier otra acción o culto privado.
4. Respetado lo enunciado en el c. 2 que dice: "El Código, ordinariamente, no determina los ritos
que han de observarse en la celebración de las acciones litúrgicas; por tanto, las leyes
litúrgicas vigentes hasta ahora conservan su fuerza salvo cuando alguna de ellas sea contraria
a los cánones del Código"., se dan normas concretas para determinar que la ordenación de la
liturgia compete a la Santa Sede y al Obispo en su jurisdicción, teniendo éste como base las
directrices y normas de la Santa Sede, quien actúa por medio de la Congregación para el
Culto Divino y la disciplina de los sacramentos.
Aquí se resalta también el papel de las Conferencias Episcopales, dentro de la vida litúrgica
nacional. A esta corresponde coordinar las traducciones de los libros litúrgicos y editarlos,
previa revisión de la Santa Sede.
5. Finalmente, el CIC indica que también fuera de la liturgia, la Iglesia realiza su función de
santificar. Así da lugar a otras acciones de los fieles como son las oraciones, obras de
penitencia, obras de caridad, y demás prácticas piadosas, que deben estar siempre conformes
al querer y pensar de la Iglesia.
En los cánones 840 - 848, se dan unos principios básicos que han de tenerse presentes en
todos los sacramentos, puesto que miran, esencialmente, a situaciones concretas sobre la validez o
no de los mismos y a la recepción válida y lícita de estos medios de salvación.
c. 840 “Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro
Señor y encomendados a la Iglesia, en cuanto que son acciones de Cristo y de la Iglesia, son signos
y medios con los que se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de
los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión
eclesiástica; por esta razón, tanto los sagrados ministros como los demás fieles deben comportarse
con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos". Este canon presenta una
definición de lo que son sacramentos en la vida de la Iglesia, y hace una invitación para que ellos
sean vividos intensamente por todos los fieles sin que se presenten abusos en sus celebraciones.
c. 841 Da un principio básico: sólo compete a la Sede Apostólica establecer los requisitos que
atenten contra la validez de los sacramentos. A los obispos u ordinarios, en sus jurisdicciones, toca
sólo lo que atente contra la licitud y a los ritos (cf. c. 1077).
c. 842 Quien no haya sido bautizado, no puede recibir válidamente los demás sacramentos.
El bautismo es, pues, la puerta de entrada para los demás sacramente = nos hace hijos de Dios y
herederos de su gracia. El bautismo, junto con la confirmación la eucaristía, conforman los
sacramentos de iniciación cristiana.
c. 843 Enuncia un derecho adquirido por los fieles: el de recibir los sacramentos. Es una aplicación
del c. 213, pero se deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
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1. Lo normal de la vida eclesial: los ministros católicos administran lícitamente los sacramentos a
los fieles católicos y, visceversa, los fieles católicos reciben lícitamente los sacramentos de los
ministros católicos.
3. Un ministro católico puede administrar los sacramentos a un fiel de una iglesia oriental que no
esté en comunión plena con la Iglesia católica o a otra que se asimile a las orientales en cuanto mira
a los sacramentos, cuando:
4. En caso de peligro de muerte, o por otra causa determinada por el Obispo diocesano o la
Conferencia Episcopal, un ministro católico puede administrar los sacramentos de la
Penitencia, la Eucaristía y la Unción, a fieles No católicos que no están en comunión con la
Iglesia Católica, si:
c. 845 Se une al c. 842, en cuanto ratifica una verdad de fe: el bautismo, la confirmación y el orden
imprimen carácter y, por tanto, no pueden repetirse. En los casos difíciles, es decir, si se tiene la
duda sobre si una persona ha recibido alguno de estos sacramentos, se debe hacer una
investigación diligente y luego administrarlos bajo condición.
c. 846 " § 1. En la celebración de los sacramentos, deben observarse fielmente los libros litúrgicos
aprobados por la autoridad competente; por consiguiente nadie añada, suprima o cambie nada por
propia iniciativa.
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Dos puntos importantes se indican en este canon: la imperante obligación de sometesrese a los ritos
legítimamente aprobados por la autoridad eclesiástica, con el fin de evitar abusos, y la solicitud para
que cada ministro celebre los sacramentos según su respectivo rito, sea el latino o el oriental.
c. 847 Trata el tema del uso de los óleos en los sacramentos. Estos deben ser consagrados por el
Obispo en la Misa Crismal, salvo la excepción hecha para la Unción de los enfermos. Los óleos
deben ser de aceite de oliva o de otras plantas.
c. 848 Los estipendios. Como principio general, se establece que no se debe cobrar nada por los
sacramentos y que ningún fiel, por su pobreza, se vaya a ver privado o desantendido de los
sacramentos.
El primer canon el 849, hace una síntesis de la teología del bautismo. "El bautismo, puerta de
los sacramentos, cuya recepción de hecho o al menos de deseo es necesaria para la salvación, por
el cual los hombres son liberados de los pecados, reengendrados como hijos de Dios e incorporados
a la Iglesia, quedando configurados con Cristo por el carácter indeleble, se confiere válidamente sólo
mediante la ablución con agua verdadera acompañada de la debida forma verbal". Resalto varios
puntos: '
1. Que el bautismo es la puerta de los demás sacramentos (en apoyo de lo enunciado en el c.
842).
2. Que el bautismo es necesario para la salvación y su recepción debe ser de hecho o al menos
de deseo.
3. Que imprime un carácter indeleble (cf. c. 845).
4. Establece la manera como debe administrarse el sacramento para que sea valide mediante la
ablución o baño con agua verdadera, acompañada de la debida forma verbal.
MATERIA: Es el agua verdadera y material. Agua que debe ser bendecida, salvo er casos de
necesidad.
La ablución o baño, puede ser de tres maneras: por inmersión (sumergirse en e agua), por
infusión (derramar agua sobre la cabeza del bautizando) o por aspersión. La última no se usa para
los bautismos.
FORMA: Consiste en las siguientes palabras que deben ser pronunciadas simultáneamente por
quien administra el sacramento en el momento de la ablución corporal: "N.N. Yo te bautizo en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Los demás ritos son complementarios al bautismo y
no afectan la validez del mismo.
El ministro Ordinario, o sea quien tiene por oficio la facultad de hacerlo, es e Obispo, el
Presbítero y el Diácono (c. 861 &1), y hace referencia al c. 530,1, el cual establece que una de las
funciones especialmente encomendadas al párroco es la administración del bautismo a los fieles de
su parroquia.
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1. Estable: es decir, nombrado por el Ordinario del lugar para los casos en que el ministro
ordinario esté ausente o se encuentre impedido.
SUJETO: "Es capaz de recibir el bautismo todo ser humano aún no bautizado y sólo él" (c. 864).
LOS PADRINOS: Surgió esta institución al imponerse la obligación de bautizar a los niños. Por eso
eran llamados "esponsores" o fiadores. También existían en el tiempo de las persecusiones: aquí el
catecúmeno era introducido por un miembro de la comunidad.
Sobre el número de los padrinos se establece que se tenga un solo padrino o una sola
madrina, o uno y una (cf. c. 873).
- Que sea debidamente elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o tutores, o, faltando
estos, por el párroco o ministro.
- Que tenga la capacidad suficiente para esta misión y que desee realizarla.
- Que tenga al menos 16 años.
- Que sea católico y haya recibido los sacramentos de iniciación.
- Que lleve una vida congruente con la fe y la misión que va a asumir (p.e. no puede ser padrino
quien viva en unión libre).
- Que NO esté afectado por una pena canónica legítimamente impuesta o declarada.
-
- Que no sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar.
Si se elige a un no católico, este puede ser admitido en la celebración del bautismo, sólo si
hay otro que sea católico y solamente asiste en calidad de testigo. ;~
Terminado el bautismo se deben hacer las anotaciones en el libro de bautismos con los datos
generales del bautizando, de los padres, de los abuelos, de los padrinos y del ministro. Igualmente el
lugar y la fecha tanto del nacimiento del bautizando como de la celebración del bautismo.
El c. 879 hace una síntesis sobre la teología y significado del sacramento de la confirmación. "
El sacramento de la confirmación, que imprime carácter y por el que los bautizados, avanzando
por el camino de la iniciación cristiana, quedan enriquecidos con el don del Espíritu Santo y
vinculados más perfectamente a la Iglesia, los fortalece y obliga con mayor fuerza a que, de palabra
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y obra, sean testigos de Cristo y propaguen y defiendan la fe." En él se resaltan los siguientes
puntos:
MATERIA: El Crisma consagrado por el Obispo. Este se conforma de aceite de oliva y de bálsamo
o perfume. Se unge en la frente de quien ha de ser confirmado.
FORMA: Son las palabras que complementan la unción: "N.N. recibe por esta señal el don del
Espíritu Santo".
MINISTRO: El ministro propio y ordinario es el Obispo, pero por razones de derecho eclesiástico,
pueden algunos sacerdotes, con expresa delegación del propio Obispo, confirmar. Todo sacerdote
puede confirmar en caso de peligro de muerte.
Sobre los PADRINOS se exigen los mismos requisitos que para el bautismo.
897 El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo
Nuestro Señor, es la santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente. El
Sacrificio eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor en el cual se perpetúa a lo
largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida
cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y se lleva a término la
edificación del cuerpo de Cristo. Así pues los demás sacramentos y todas las obras eclesiásticas de
apostolado se unen estrechamente a la santísima Eucaristía y a ella se ordenan.
898 Tributen los fieles la máxima veneración a la santísima Eucaristía, tomando parte activa en la
celebración del Sacrificio augustísimo, recibiendo este sacramento frecuentemente y con mucha
devoción, y dándole culto con suma adoración; los pastores de almas, al exponer la doctrina sobre
este sacramento, inculquen diligentemente a los fieles esta obligación.
899 § 1. La celebración eucarística es una acción del mismo Cristo y de la Iglesia, en la cual
Cristo Nuestro Señor, substancialmente presente bajo las especies del pan y del vino, por el
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ministerio del sacerdote, se ofrece a sí mismo a Dios Padre, y se da como alimento espiritual a los
fieles unidos a su oblación.
1. Los ministros ordinarios de la sagrada comunión, o sea aquellos que la pueden distribuir, son
el obispo, el presbítero y el diácono.
2. Los ministros extraordinarios son los acólitos u otro fiel debidamente designado.
Los primeros son de carácter estable y deben ser siempre varones, los segundos, son
temporales y pueden ser también incluso mujeres.
3. Los ancianos, los enfermos y quienes los cuidan, pueden comulgar sin cumplir el tiempo de
ayuno.
1. La comunión sólo se recibe UNA vez al día, a no ser que el fiel participen totalmente en otra
misa por razones justas, como por ejemplo, un matrimonio unas exequias, etc. (cfr. c. 917).
3. "A nadie está permitido conservar en su casa la santísima Eucaristía o llevar consigo en los
viajes, a no ser que lo exija una necesidad pastoral, y observando las prescripciones
dictadas por el Obispo diocesano" (c. 935).
Como en los demás sacramentos, el primer canon, el c. 959, toma elementos de la doctrina
conciliar. "En el sacramento de la penitencia, los fieles que confiesan sus pecados a un ministro
legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda, obtienen de Dios el perdón de los
pecados cometidos después del bautismo, mediante la absolución dada por el mismo ministro, y, al
mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecar". En él establece:
1. Que mediante la confesión se obtiene el perdón de los pecados, después del bautismo.
2. Que esta debe hacerse ante un ministro legítimo.
3. Que dicha confesión trae como consecuencia la reconciliación del penitente con Dios y con la
Iglesia.
4. Que la Iglesia ejerce de una manera palpable su función de mediadora a través del
sacramento del perdón y de la misericordia.
El c. 960, establece que "el único modo ordinario por el que el pecador se reconcilia con Dios
y con la Iglesia", es la confesión individual e íntegra, y la absolución por parte del sacerdote.
El mismo c. 960 establece que sólo impedimentos físicos o morales excusan de la confesión
antes anotada, y habla de otros medios de reconciliarse, como la absolución general, el acto de
contrición perfecta (que siempre ha de incluir el deseo del sacramento).
MINISTRO: "Sólo el sacerdote es ministro del sacramento de la penitencia" (c. 965). Para la validez
de la confesión se requiere que el sacerdote sea legítimamente ordenado y que tenga la facultad de
ejercer el ministerio.
SUJETO: El sujeto del sacramento de la penitencia es el fiel bautizado que haya llegado al uso de
la razón. Este debe confesar los pecados al menos una vez al año, con la disposición de haber
hecho el compromiso de no volver a pecar.
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FORMA: Son las palabras por las que el sacerdote, en nombre del Señor, absuelve al penitente.
"Dios Padre de misericordia, que ha reconciliado el mundo con la muerte y resurrección de su Hijo, y
ha enviado el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda por el ministerio de la
Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de todos tus pecados, en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo"
LA ABSOLUCIÓN GENERAL
Para su lícita aplicación se deben tener en cuenta las siguientes condiciones (cf. cc. 961-963):
NORMAS DISCIPLINARIAS
RELACIONADAS CON EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
1. El sigilo sacramental es inviolable (cfR. c. 983 &1). El confesor, por ningún motivo, puede
descubrir al penitente sea de palabra o por cualquier otro medio. Si lo hace, hay penas eclesiásticas
establecidas: "El confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en excomunión latae
sententiae reservada a la Sede Apostólica: quien lo viola sólo indirectamente, ha de ser castigado en
proporción con la gravedad del delito" (c. 1388 &1).
2. La misma obligación es para los intérpretes y para los que hubieran tenido conocimiento de
los pecados por la confesión. "Si violan el secreto, deben ser castigados con una pena justa, sin
excluir la excomunión" (c. 1388 &2)
3. No se puede absolver al cómplice en pecado contra el sexto mandamiento (cfr. c. 977), fuera
del caso del peligro de muerte. Si alguien lo hace, incurre en la pena de excomunión latae sententiae
reservada a la Sede Apostólica (cfr. c. 1378 &1).
4. Si un laico confiesa, incurre en la pena de entredicho y si es clérigo (diácono o sacerdote sin
licencia), en la pena de suspensión, ambos latae sententiae.
5. El clérigo que cometa el delito de solicitación durante la confesión o con ocasión o pretexto de
ella, debe ser castigado con la suspensión, con prohibiciones o privaciones o la expulsión del estado
clerical (cfr. c. 1387).
6. Quien acusa falsamente del delito de solicitación ante la autoridad competente, a un confesor
inocente, no debe ser absuelto hasta cuando no se retracte y repare los daños que hubiera causado
(cfr. c. 982).
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7. Está prohibido hacer uso de los conocimientos adquiridos en la confesión, aunque no haya
peligro de revelación y cuando se puede causar perjuicio al penitente.
8. "Quien está constituido en autoridad, no puede en modo alguno hacer uso, para el gobierno
exterior, del conocimiento de los pecados que haya adquirido por confesión en cualquier momento"
(c. 984).
c. 998: "La unción de los enfermos, con la que la Iglesia encomienda los fieles gravemente enfermos
al Señor doliente y glorificado, para que los alivie y salve, se administra ungiéndolos con óleo y
diciendo las palabras prescritas en los libros litúrgicos".
SUJETO: Todo fiel bautizado, en uso de razón que comienza a estar en peligro de muerte por
enfermedad o vejez.
MATERIA: El óleo bendicido por el Obispo en la Misa Crismal. Salvo en caso de necesidad, el
sacerdote puede bendecir el óleo.
Las Ordenes, según lo estipula el c. 1009, con base en la doctrina y la tradición de la Iglesia
son tres: el episcopado, el presbiterado y el diaconado (cfr. Lumen Gentium, 28).
Por el sacramento del orden, un fiel recibe una misión específica, a favor no personal, sino a
favor de la comunidad eclesial. Por este sacramento, el fiel queda indeleblemente sellado y
consagrado como ministro de Dios, y recibe la triple función de santificar, enseñar y regir el pueblo
de Dios que le sea asignado (cfr. c. 1008).
El c. 1009 &2, dice que las Ordenes "se confieren por la imposición de las manos y la oración
consecratoria que los libros prescriben para cada grado". Así pues,
la FORMA es la oración consecratoria en la parte propia y específica para cada una de las Ordenes.
MINISTRO: "Es ministro de la sagrada ordenación el Obispo consagrado y sólo él" (c.
1012).
SUJETO: El c. 1024 es muy claro: "Sólo el varón bautizado recibe válidamente la ordenación".
1. Que haya cumplido los requisitos previos a la ordenación y que sea considerado digno.
2. Que sea considerado "útil" para el ministerio de la Iglesia.
3. Que si el ordenando es de otra diócesis, debe constar que queda ciertamente adscrito a esa
otra diócesis.
1. La libertad. Esta está orientada hacia dos vertientes: no se puede obligar a nadie a ordenarse;
ni se puede prohibir a nadie que se ordene, a no ser que existan causas justas (cfr. ce. 1026,
1030). Si alguien no es canónicamente idóneo, no puede ordenarse.
3. Adecuada preparación (c. 1027) y profundo conocimiento de todo lo que atañe al orden que va
a recibir (c. 1028).
CARTA APOSTÓLICA
ORDINATIO SACERDOTALIS
DEL PAPA JUAN PABLO II
SOBRE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL
RESERVADA SÓLO A LOS HOMBRES
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1. La ordenación sacerdotal, mediante la cual se transmite la función confiada por Cristo a sus
Apóstoles, de enseñar, santificar y regir a los fieles, desde el principio ha sido reservada siempre en
la Iglesia Católica exclusivamente a los hombres. Esta tradición se ha mantenido también fielmente
en las Iglesias Orientales.
Pero dado que incluso entre teólogos y en algunos ambientes católicos se discutía esta cuestión,
Pablo VI encargó a la Congregación para la Doctrina de la Fe que expusiera e ilustrara la doctrina de
la Iglesia sobre este tema. Esto se hizo con la Declaración ínter insigniores, que el Sumo Pontífice
aprobó y ordenó publicar(2).
2. La Declaración recoge y explica las razones fundamentales de esta doctrina, expuesta por Pablo
VI, concluyendo que la Iglesia "no se considera autorizada a admitir a las mujeres a la ordenación
sacerdotal"(3). A tales razones fundamentales el mismo documento añade otras razones teológicas
que ilustran la conveniencia de aquella disposición divina y muestran claramente cómo el modo de
actuar de Cristo no estaba condicionado por motivos sociológicos o culturales propios de su tiempo.
Como Pablo VI precisaría después, "la razón verdadera es que Cristo, al dar a la Iglesia su
constitución fundamental, su antropología teológica, seguida siempre por la Tradición de la Iglesia
misma, lo ha establecido así"(4).
En la Carta Apostólica Mulieris dignitatem he escrito a este propósito: "Cristo, llamando como
apóstoles suyos sólo a hombres, lo hizo de un modo totalmente libre y soberano. Y to hizo con la
misma libertad con que en todo su comportamiento puso en evidencia la dignidad y la vocación de la
mujer, sin amoldarse al uso dominante y a la tradición avalada por la legislación de su tiempo"(5).
En efecto, los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles atestiguan que esta llamada fue hecha
según el designio eterno de Dios: Cristo eligió a los que quiso (cf. Me 3,13-14; Jn 6,70), y lo hizo en
unión con el Padre "por medio del Espíritu Santo" (Act 1,2), después de pasar la noche en oración
(cf. Le 6,12). Por tanto, en la admisión al sacerdocio ; ministerial(6), la Iglesia ha reconocido
siempre como norma perenne el modo de actuar de su Señor en la elección de los doce hombres,
que El puso como fundamento de su Iglesia (cf. Ap 21,14). En realidad, ellos no recibieron solamente
una función que habría podido ser ejercida después por cualquier miembro de la Iglesia, sino que
fueron asociados i especial e íntimamente a la misión del mismo Verbo encarnado (cf. Mt 10,1.7-8;
28,16-20; ' Me 3, 13-16; 16,14-15). Los Apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus
colaboradores(7) que les sucederían en su ministerio(8). En esta elección estaban ; incluidos
también aquéllos que, a través del tiempo de la Iglesia, habrían continuado la • misión de los
Apóstoles de representara Cristo, Señor y Redentor(9).
3. Por otra parte, el hecho de que María Santísima, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, no recibiera
la misión propia de los Apóstoles ni el sacerdocio ministerial, muestra claramente que la no admisión
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de las mujeres a la ordenación sacerdotal no puede significar una menor dignidad ni una
discriminación hacia ellas, sino la observancia fiel de una disposición que hay que atribuir a la
sabiduría del Señor del universo.
Por otra parte, la estructura jerárquica de la Iglesia está ordenada totalmente a la santidad de los
fieles. Por lo cual, recuerda la Declaración ínter insigniores : "el único carisma superior que debe ser
apetecido es la caridad (cf. 1 Cor 12-13). Los más grandes en el Reino de los cielos no son los
ministros, sino los santos" (12).
4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada
por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en
los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera
discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no
admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la
misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los
hermanos (cf. Le 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la
ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por
todos los fieles de la Iglesia.
Mientras invoco sobre vosotros, venerables Hermanos, y sobre todo el pueblo cristiano la constante
ayuda del Altísimo, imparto de corazón la Bendición Apostólica.
CUARTA PARTE
DEL MATRIMONIO ce. 1055-1165
I. ESQUEMA GENERAL
cc. 1055-1062
Son los cc. Introductorios al sacramento, en los cuales, como en los anteriores capítulos, se
hace una síntesis doctrinal. Acá se hará especial énfasis en la distinción entre contrato y alianza.
cc. 1063-1072
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Es tan importante este sacramento, sobre todo por las implicaciones externas, que se dedican
estos cánones a la preparación anterior al sacramento y a los requisitos jurídicos que se deben tener
presentes para la lícita celebración del matrimonio.
cc. 1073-1094
Trata los impedimentos matrimoniales, tanto a nivel general como en el estudio particular de
cada uno. A estos impedimentos pone el nombre de DIRIMENTES,"o sea aquellos que inhabilitan al
sujeto para realizar actos jurídicos válidos. El matrimonio es en sí mismo un acto jurídico
legítimamente reconocido por la autoridad tanto eclesial como civil.
cc. 1095-1107
Trata el tema del consentimiento matrimonial y de los vicios que hacen inhábil la persona para
dar el consentimiento válido.
cc. 1108-1123
¿Cómo se celebra un matrimonio? Trata el tema de la forma canónica del matrimonio y de los
atentados contra esa exigencia canónica. Acá se incluye el tema de las licencias, de los matrimonios
con personas pertenecientes a otros ritos católicos, etc. Se habla también de los defectos de la
forma.
cc. 1124-1129
cc. 1130-1133
cc. 1134-1140
Los efectos del matrimonio. Estos cánones son como un complemento de los cc.
Introductorios.
cc. 1141-1155
Habla de la separación de los cónyuges. Abarca dos temas importantes: la disolución del
vínculo, es decir, un matrimonio válido al que se le concede la gracia de la separación, con la
posibilidad, por parte de los cónyuges, de contraer nuevas nupcias, y la separación común , o sea
aquella en la que permanece el vínculo matrimonial. Es lo que comúnmente se entiende por
separación de cama, mesa y techo.
cc. 1156-1165
Finalmente, hay casos en que los matrimonios pueden ser nulos, pero por gracia especial de
la autoridad eclesiástica, y por el cese o dispensa del impedimento, dicho matrimonio se convalida,
se hace válido, siempre que la parte afectada renueve el consentimiento, o se sana en la raiz, es
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decir, el Obispo que sabe de la nulidad de un matrimonio lo hace válido, siempre que no se trate de
un vicio de consentimiento.
A. Aspectos doctrinales:
1. La alianza matrimonial
2. por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, 3.
Ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación
de la prole,
4. fue elevada por Cristo nuestro Señor, a la dignidad de sacramento entre bautizados.
5. Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso
mismo sacramento.
La alianza, del latín foedus, es la expresión canónica por la que se indica el acto por el cual
una pareja se compromete a conformar una nueva y estable comunidad. En el CIC DE 1917, no se
hablaba de alianza, sino de contrato. Ahora, iluminados por la nueva doctrina conciliar, y el
Magisterio del Papa Juan Pablo II, el matrimonio es visto como la resultante de un pacto o alianza
que surge mediante la manifestación del mutuo consentimiento. Al utilizar esta terminología, se deja
entrever la honda raiz bíblica y la dimensión divina que corresponde a este sacramento.
Hay una serie de documentos que son necesarios conocer hoy y que dan al matrimonio y a la
familia un marco de reflexión especial:
1. La Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, en los números 47-52.
2. La Carta de los derechos de la Familia, publicada por la Santa Sede en octubre de 1983.
3. La Exhortación Apostólica Familiarís Consortio, del Papa Juan Pablo II, 1981.
4. La Carta a las Familias, Gratissimam sane, del Papa Juan Pablo II, con ocasión del Año
Internacional de la Familia en 1994.
5. La Encíclica Evangelium Vitae, el Evangelio de la Vida, del Papa Juan Pablo II, de 1995.
La G.S., 48, dice que "Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la íntima
comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre
su consentimiento personal e irrevocable". San Pablo, en la carta a los Efesios, 5,32, cuando habla
del misterio del matrimonio, y de su unión y asimilación a la alianza divina, afirma: "Gran misterio es
éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia". Ya antes había dicho: "Maridos, amad a vuestras
mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef. 5,25).
Así pues, como Dios a lo largo de la historia ha sido fiel cumplidor de su promesa, y ha
realizado la alianza definitiva, de igual manera la realidad del sacramento del matrimonio se
constituye a través de la manifestación de la voluntad de conformar un pacto de amor. • - ¡r t -
Pero esta alianza tiene una finalidad muy concreta: se busca conformar una "comunidad de
vida y de amor". El Código habla de CONSORCIO. Esta Palabra viene del latín consortium, que
significa el hecho por el que el marido y la mujer se comprometen a participar en el destino común,
en una misma suerte, es decir, unidos para la buena y mala fortuna.
Vale la pena recordar lo que afirma el Código de Derecho Civil Colombiano en el art. 176:
"Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente, en todas las
circunstancias de la vida"
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Cuando se aborda la palabra matrimonio, es bueno conocer otras palabras que nos permiten
conocer un significado aún más profundo del consorcio, tales como:
Coniungium (de cum - iungere), que significa ponerse juntos bajo un yugo, llevar juntos el yugo.
Connubium (de com - nubere - nuptiae), que expresa la costumbre de cubrir la cabeza de los
esposos con un velo y significa compartir los dos el mismo velo, el mismo destino.
Quienes conforman esta nueva comunidad son dos personas: un varón y una mujer. El
matrimonio se basa radicalmente en la diversidad de los sexos. Los dos están llamados a formar una
sola carne (Cfr. Gen. 2,18-24) con la finalidad de complementarse y de realizarse. La virilidad y la
feminidad son características que hacen posible el cumplimiento de los fines propios y específicos de
la alianza matrimonial, desde su ser natural.
El hombre es un ser netamente social. La tendencia del hombre a unirse a la mujer hace parte
de su propia naturaleza humana. Así se alcanza una complementariedad no solo física, sino también
sino también psíquica y afectiva. Mediante esta unión heterosexual, el hombre y la mujer avanzan
hacia su realización como seres humanos.
Pero hay algo mas: fuimos creados hombre y mujer, y como miembros del globo terráqueo y
partícipes de su plenitud, estamos llamados a prolongar nuestra existencia en el mundo. Es lo que
podemos denominar el instinto de conservación, o sea, la necesidad que tiene la especie humana de
asegurar su propia supervivencia mediante la generación de nuevos individuos.
Esta constatación nos permite descubrir un hecho: el matrimonio como tal es una institución
natural a la que por sí tiende todo ser humano de cualquier condición, raza o credo. Por tanto, el
matrimonio es la "unión estable del hombre y de la mujer, recíprocamente querida y realizada a nivel
físico y psicológico, y por tanto total de su ser, en vista de la propia perfección y de la conservación
de la especie".
La Gaudium et Spes continúa afirmando: "Así, del acto humano por el cual los esposos se dan
y se reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina.
Por su índole natural, la institución del matrimonio y el amor conyugal, están ordenados por sí
mismos a la procreación y a la educación de la prole, con la que se ciñen como con su corona
propia. De esta manera, el marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola
carne (Mt. 19,6), con la unión íntima de sus personas y actividades se ayudan y se sostienen
mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez más plenamente"
B. Aspectos jurídicos
Mediante la alianza, se constituye, pues, el consortium totius vitae, consorcio de toda la vida.
Acá tenemos que abordar el estudio de dos términos jurídicos: el matrimonio INFIERI y el matrimonio
IN FACTO ESSE.
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1) El matrimonio IN FIERI
En concreto, el consentimiento matrimonial que pronuncian los esposos, es el siguiente: "Yo N.N.,
me entrego a ti como esposo(a) y te acepto y te recibo como mi esposa(o).
Cuando se habla del matrimonio in fieri, se hace referencia al contrato matrimonial. ¿Hasta
qué punto podemos decir que el matrimonio surge de la celebración de un contrato?
En primer lugar, hemos de decir que como acto jurídico que origina derechos y deberes
mutuos, el matrimonio es todo un contrato.
1. Está motivado no sólo por circunstancias externas y anhelos humanos, sino también por la fe.
2. Crea obligaciones y deberes perpetuos. Es un contrato no rescindible. Nunca cesa.
3. Crea obligaciones en ambas personas: es necesariamente bilateral y, para su validez, debe
estar limpio de condiciones de futuro.
El consentimiento, pues, es la causa originante del matrimonio como institución y, por lo tanto,
como sacramento. En otras palabras: el matrimonio in fierí será la decisión
para realizar el consortium totius vitae.
Lo identificamos con la resultante lógica del consentimiento matrimonial, esto es: con la
institución matrimonial establemente constituida. El c. 1096 &1, dice que "El matrimonio es un
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consorcio permanente entre un varón y una mujer, ordenado a la procreación de la prole mediante
una cierta cooperación sexual". Esta cooperación sexual debe ser hecho a modo humano. La
expresión "cierta" da a entender que no se requiere un conocimiento absoluto del aspecto sexual por
parte de los cónyuges.
El matrimonio in facto esse, no se confunde con el ius in corpus, al que hacía referencia el
CIC, 17, c. 1081 &2: "El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual ambas
partes dan y aceptan el derecho perpetuo y exclusivo sobre el cuerpo, en orden a los actos que de
suyo son aptos para engendrar prole", y que se afirmaba como doctrina cierta y única al afirmar que
"la procreación y la educación de la prole es el fin primario del matrimonio; la ayuda mutua y el
remedio de la concupiscencia es su fin secundario" (CIC, 17, c. 1013,&1).
La moderna doctrina conciliar y pontificia presenta la institución matrimonial con una razón de
ser diversa: esta es una verdadera y auténtica comunidad de vida y amor que se asume para
siempre.
La Encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI, dice: "Los esposos, mediante su recíproca donación
personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo
perfeccionamiento personal, para colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas
vidas".
Los fines del matrimonio se sintetizan en la fórmula Conciliar, "Consortio de toda la vida", que
en términos más simples entendemos como el bien de los esposos o "bonum coniungum".
A diferencia del CIC, 17, que establecía diferencias entre el fin primario y el fin secundario, el
CIC de 1983 sólo se preocupa de afirmar que tan importante es el fin objetivo del matrimonio, la
procreación, como el fin personal, o bien de los cónyuges.
El matrimonio católico, como todo matrimonio natural, es indisoluble, es uno, y está abierto a
la vida. "
Así pues, esta unidad y esta indisolubilidad, que son de derecho natural, ha sido elevada por
Dios a la dignidad de sacramento.
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Si antes se admitió algo distinto, fue por la dureza del corazón, puesto que "al principio no era
así" (Mt. 19,8b). Por tanto, quien en el acto del consentimiento EXCLUYA alguno de estos bienes,
contrae matrimonio inválidamente.
El matrimonio de los cristianos no sólo es una institución natural, expresada con el término de
contrato, sino que es también un sacramento, expresado en el término de alianza. El c. 1055 hace
dos afirmaciones:
LA MATERIA del matrimonio son las mismas palabras del contrato en cuanto expresan la mutua
donación de los derechos conyugales. "Yo me entrego a ti como esposo(a)".
LA FORMA del matrimonio son las mismas palabras, en cuanto expresan la mutua aceptación de
aquellos derechos. "Yo te recibo a ti como mi esposa(o)". En la manera de expresar estas palabras
hay una serie de condiciones necesarios que se deben tener en cuenta.
Por último, el mismo c. 1055 toca un punto de mucha actualidad, que nos lleva a
preguntarnos: ¿por qué un católico que opte por un matrimonio distinto al de la Iglesia se considera
NO casado desde el punto de vista religioso?
Ante quienes optan por casarse por lo civil o conviven en uniones libres o de hecho, la Iglesia
reitera una actitud de acogida pastoral, no ya de rechazo. Los católicos que viven así, son ellos
mismos los que se apartan de la comunión plena con la Iglesia. Sin embargo, la Iglesia los
acompaña y tiene signos de especial acogida, p.e. permitiéndoles la participación en las eucaristías,
aunque no la puedan recibir, o admitiendo a sus hijos en el bautismo, etc.
En Colombia existe el matrimonio civil, pero por el Concordato establecido entre la Santa
Sede y el Estado Colombiano, se dispuso que el matrimonio válidamente contraído por los católicos
tuvieran efectos civiles, y no sólo desde la inscripción en las notarías, sino desde el mismo momento
en que se contrajo. Esta prescripción es anotada también en el Código Civil, art. 115, inc. 2.
El último Concordato, que se encuentra todavía en fase de estudio, sigue con esta modalidad.
Sin embargo, el Gobierno colombiano ha logrado establecer, lo que en términos jurídicos se llama
una "violación unilateral del concordato", puesto que se legisló que pueden cesar los efectos civiles
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del matrimonio, incluso católico por sentencia del juez competente, siguiendo vigente el sacramento,
pero reducido a un mero acto privado.
Es un punto que ha creado grandes confusiones en los fieles, que piensan que por tener " un
decreto del juez civil están libres, moralmente, para contraer nuevas nupcias.
c. 1059: Hay matrimonio sacramento, sólo entre bautizados, aunque uno de ellos no sea
católico. Es decir, la Iglesia tiene la potestad de acompañar estos matrimonios sin prejuicio de la
potestad civil.
c. 1060: El matrimonio goza del FAVOR del derecho. Se busca tutelar dicho sacramento hasta
cuando no se demuestre lo contrario, es decir, su nulidad. Este mismo principio se aplica en el caso
del consentimiento matrimonial (cf. 1107).
Este principio canónico tiene su base en el c. 124 &2, sobre los actos jurídicos. Este canon
afirma que "se presume válido el acto jurídico debidamente realizado en cuanto a sus elementos
externos". El derecho tiene la facultad de determinar cuando actos jurídicos deben presumirse
válidos. Entramos en el campo de la presuntio iurís.
c. 1061: En este canon, el CIC da varios títulos a la Institución matrimonial, según sea o no
válido.
1) MATRIMONIO RATO. Es el que se da entre dos cristianos, pero que no ha sido
consumado. Para que alcance esta denominación, se requiere la validez del acto jurídico, es decir, el
cumplimiento de todas las condiciones preliminares para el mismo matrimonio. Se conoce también
con el nombre de rato y no consumado.
2) MATRIMONIO RATO Y CONSUMADO. En este &1, el CIC retoma la doctrina del c. 1055
sobre la naturaleza sacramental del matrimonio y de cómo la unión esponsal plenifica el consorcio
entre los esposos. Con la consumación del matrimonio se da la unión en una sola carne, de los
esposos, y se cumplen los fines del matrimonio: la realización de las personas y la procreación de los
hijos.
EFECTOS DE LA CONSUMACIÓN
Se significa de una manera total y perfecta la unión entre Cristo y la Iglesia. Hacia esto tiende
el mismo matrimonio, y confiere al matrimonio rato el sello de la indisolubilidad intrínseca y
extrínseca, tanto que a partir de esta relación, no puede ser disuelto por ninguna clase de poder
humano, puesto que "lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre" (Mt. 19,6).
Es el acto por el cual un hombre y una mujer se unen para conformar una sola carne
sexualmente, unión por la que manifiestan su afecto y su amor. Se dice que hay consumación
cuando se da la penetración del órgano masculino en la vagina (órgano femenino) y dentro de esta
se da la eyaculación. Este acto se llama también cópula conyugal.
2. Sin violencia física o psíquica alguna. Una base importante es la de la libertad y la del respeto
de los derechos propios de cada persona. Aquí se puede hablar de violación de uno de los
cónyuges cuando se obliga a otro a realizar el acto sexual sin su libre consentimiento.
3. Debe entenderse como un acto conyugal y no como un mero acto de fornicación.
4. Por parte del varón, físicamente, debe haber erección del órgano copulatorio. penetración en
la vagina, que puede ser parcial, y eyaculación dentro de la misma.
5. Por parte de la mujer, debe darse la recepción en la vagina tanto del órgano
copulatorio como también de la eyaculación.
NO HAY CONSUMACIÓN
Sin embargo, así como se habló de la presunción del derecho en relación a la validez del
matrimonio, el CIC propone la presunción de la consumación del matrimonio si "una vez celebrado el
matrimonio, los cónyuges han cohabitado" (c. 1061 &2).
3) MATRIMONIO PUTATIVO
Este es un matrimonio nulo en donde al menos uno de los dos se casó en buena fe, v.gr.
cuando existe un impedimento, p.e. de consaguinidad sin saberlo.
4) MATRIMONIO LEGÍTIMO
Es el matrimonio válidamente contraído incluso civilmente.
5) MATRIMONIO PÚBLICO
El que se hace ante una autoridad legítima y con presencia de pueblo.
7) MATRIMONIO DE CONCIENCIA
El estrictamente oculto y con la obligación bilateral de guardar secreto.
8) ATENTADO MATRIMONIO
Aquel que, por las condiciones externas, es reconocido por todos como nulo.
9) MATRIMONIO CIVIL
El que contrae sólo ante las autoridades civiles.
10) En la Iglesia existe también el llamado MATRIMONIO POR PROCURADOR (c. 1105).
El procurador es aquel que hace las veces de quien está ausente. Es el que hace lo que haría el
mandante si estuviera presente.
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Respecto de este tipo de matrimonio, que se llamaba también, por poder, se requieren los
siguientes requisitos:
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Tutelar el principio natural del derecho al matrimonio entre personas jurídica y naturalmente hábiles,
esto es, entre personas "capaces" de realizar un acto jurídico pleno (con conciencia y libertad), y
dotados de los elementos necesarios para cumplir los compromisos de ese acto jurídico como son la
comunión de vida y amor, y la procreación.
Se tiene aquí una presunción de derecho que consiste en que, en principio, se han de considerar
como existentes estas condiciones desde la pubertad.
El Código Civil Colombiano presupone esta idoneidad desde los 14 años en el varón y los 14 años
en la mujer. El CIC la presupone desde los 16 años en el varón y los 14 años en la mujer. Este es un
¡pedimento de derecho positivo que podría, en casos muy excepcionales, ser dispensado por el
Ordinario.
Al preceptuar unas edades mínimas, "el impedimento tal vez no está contemplando solamente la
capacidad para emitir un consentimiento naturalmente suficiente, sino también la conveniencia o no
de una relación conyugal entre infantes" (Comentario Exegético al Código de Derecho canónico, vol.
III, 2, pg. 1163).
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El criterio sobre la "discreción de juicio" o madurez, si bien ayuda a la interpretación de este canon,
en la codificación actual ocupa un lugar especial, en el capítulo de los vicios del consentimiento (cf.
c. 1095,2), lo que significa que puede haber personas jóvenes con suficiente discreción de juicio para
contraer matrimonio. Es lo que el pastor de almas deberá analizar en cada caso particular.
En la segunda parte, el c. 1083 establece una prohibición que mira a la licitud del" matrimonio. Se
pide a las Conferencias Episcopales determinar una edad mayor, con base en motivaciones
pastorales, y en parte jurídicas, para la celebración lícita del matrimonio.
En Colombia se determinó que la edad mínima para la celebración lícita del matrimonio sea de 18
años en ambos cónyuges, que coincide con lo dispuesto por el Código Civil Colombiano. Por causas
justas esta edad puede ser dispensada por el Ordinario. Sin embargo sigue en pie la recomendación
del mismo CIC: "Procuren los pastores de almas disuadir de la celebración del matrimonio a los
jóvenes que aún no han alcanzado la edad en la que según las costumbres de la región se suele
contraer" (c.1072).
Son varios los puntos que hay que considerar en este canon:
1. Uno de los fines del matrimonio es que los cónyuges se hagan "una sola carne" (Gen. 2,24).
En la unión marital los esposos se unen indefectiblemente y sellan con su entrega corporal, el
amor conyugal. Hace parte del matrimonio, p: naturaleza, la relación marital entre el hombre
y la mujer.
3. En el caso del CIC, atenta la validez del matrimonio la impotencia coeundi cuanto que va
contra una ley natural. Sin embargo, además de los anteriormente indicados, hay que tener en
cuenta los siguientes requisitos canónicos: que antecedente y que sea perpetua.
Pero veamos un caso en concreto. Sabiendo que para la Iglesia un matrimonio civil no supone un
impedimento de ligamen eclesiástico, ¿podría una persona casada por lo civil casarse por la Iglesia
con otra persona que no sea su esposa?
Varias son las respuestas. Si el matrimonio civil fue celebrado en Colombia NO se puede celebrar el
matrimonio hasta cuando no se decrete el divorcio vincular del matrimonio civil, de lo contrario se
incurre en la bigamia, puesto que el matrimonio canónico surte efectos civiles desde el momento de
su celebración.
Si el matrimonio civil fue celebrado fuera de Colombia y no ha sido registrado debidamente en este
país, SI podrían celebrarse las nupcias canónicas, pero teniendo en cuenta el c. 1071 &1, 2 y 3.
"Excepto en caso de necesidad, nadie debe asistir sin licencia del Ordinario del lugar al matrimonio
que no puede ser reconocido o celebrado por la ley civil; al matrimonio de quien esté sujeto a
obligaciones naturales nacidas de una unión precedente, hacia la otra parte o hacia los hijos de esa
unión". La autorización para este matrimonio se debe solicitar al Ordinario del Lugar. Como principio
que respeta el derecho natural de todo contrato matrimonial, se debe exigir la sentencia de divorcio
de ese matrimonio civil.
En estos supuestos casos se deberá tener un peculiar cuidado sobre las obligaciones que subsisten
hacia el otro cónyuge civil o los hijos habidos en esa unión precedente.
Surge entre dos personas, una de las cuales es bautizada en la Iglesia católica y no se ha apartado
de ella con un acto formal, y la otra no es bautizada.
Es un impedimento de derecho positivo eclesiástico y por tanto puede dispensarse, siempre que se
cumplan los requisitos de los cánones 1125 - 1126 del CIC, que tratan el tema de los matrimonios
mixtos. Cuando el bautismo es dudoso, se presume la validez del matrimonio hasta que no se
demuestre lo contrario. Los requisitos para autorizar un matrimonio mixto son los siguientes:
"1. Que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe, y
prometa sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque
en la Iglesia católica;
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2. Que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la parte
católica, de modo que conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la obligación de
la parte católica;
3. Que ambas partes sean instruidas sobre los fines y propiedades esenciales del matrimonio, que
no pueden ser excluidos por ninguno de los dos" (c. 1125).
Es de derecho positivo eclesiástico, por lo que se puede dispensar. Sin embargo dispensa está
reservada a la Santa Sede, es decir, al Papa, por medio de Congregación para la Doctrina de la Fe,
competente para este asunto (cf. c. 1078, &2,1).
Surge para el varón o la mujer que hubiera hecho voto público perpetuo de castidad en i instituto
religioso.
"No puede haber matrimonio entre un hombre y una mujer raptada o al menos retenida con miras a
contraer matrimonio con ella, a no ser que después la mujer, separada raptor y hallándose en lugar
seguro y libre, elija voluntariamente el matrimonio". Como elemento curioso, hay que decir que este
impedimento fue introducido por Justiniano (c Código, 9, 13, 1), quien prohibió de manera absoluta el
matrimonio entre el raptor y mujer raptada, aunque los padres de ésta estuvieran de acuerdo.
El rapto debe tener como objetivo el matrimonio, por lo que no se considera la situación del rapto por
otros motivos como los políticos, los terroristas, los secuestros, etc. En estos casos surge que se ha
llamado el síndrome de Estocolmo, que consiste en el enamoramiento posterior matrimonio de una
mujer secuestrada con uno de los secuestradores. Aquí se puede hablar de impedimento canónico
de rapto. El derecho civil contempla impedimento en el art. 140, 6.
Este impedimento cesa no con dispensa sino con el hecho mismo de terminar el rapto.
El canon es muy claro: " &1. Quien con el fin de contraer matrimonio con determinada persona,
causa la muerte del cónyuge de ésta o de su propio cónyuge; atenta inválidamente ese matrimonio.
&2. También atenta inválidamente el matrimonio entre sí quienes con una cooperación mutua, física
o moral, causaron la muerte definitiva cónyuge".
Surge entre las personas que provienen de un mismo tronco. El fundamento particularmente el
parentesco de sangre, más que el acto jurídico del matrimonio.
Es bueno tener en cuenta la terminología: la línea es la serie continua de las personas que provienen
del mismo tronco; línea recta cuando las personas descienden una de la otra: padre, hijo, nieto,
bisnieto, y se considera tanto en la forma ascendiente como descendiente; línea colateral cuando las
personas provienen de un mismo tronco pero no una de la otra: hermanos, tio-sobrino, primos.
Grado indica la distancia existente entre las personas consanguíneas; tronco son las personas o la
persona de las que descienden inmediata o mediatamente los diversos consanguíneos ;
Un principio básico que no se puede olvidar, y que tiene su base en el derecho natural, es que en
línea recta (padre e hijo; abuelo - nieta; bisabuelo - nieta) NUNCA SE DISPENSA.
Es decir, hasta este grado hay que solicitar dispensa que la concede el Ordinario.
Para contar los grados, se sigue la forma romana, que es la misma que ha adoptado el digo Civil
Colombiano. Un esquema general que sirva de ejemplo podría ser:
Luís -María
Antonio Juana
José
Carmen
Pedro Patricia
Carlos
Luís no se puede casar con Juana, ni con Carmen, ni con Patricia. María no se puede casar con
Antonio, ni con José, ni con Pedro, porque están en línea recta.
"La afinidad en línea recta dirime el matrimonio en cualquier grado". Surge de un matrimonio válido
entre el varón y los consanguíneos en línea recta de la mujer y entre la mujer y los consanguíneos
en línea recta del varón.
Es decir, entre el esposo y los hijos habidos por la mujer de otro varón no se puede contraer
matrimonio, pero sí se puede celebrar entre el varón y su cuñada.
Es un impedimento de derecho eclesiástico positivo, por lo que puede ser dispensado por el
Ordinario del lugar.
"Surge del matrimonio inválido después de instaurada la vida en común, o del concubinato notorio o
público; y dirime el matrimonio en el primer grado de línea recta entre el varón y los consanguíneos
de la mujer, y viceversa". O sea, entre el varón y la mamá o la hija de su compañera y viceversa. Es
un impedimento de derecho positivo eclesiástico, por lo que puede ser dispensado por el Ordinario
del Lugar.
Se pide que exista una convivencia nacida por un matrimonio putativo, o por un concubinato. No se
tienen en cuenta las relaciones sexuales esporádicas con prostitutas, el simple adulterio o la
fornicación casual. -? - •> «j. ^ -s *-r - í¡ft,i; !-,;<.«
En principio tampoco se considera el matrimonio civil, puesto que es un matrimonio del todo válido
ante la ley, sin embargo, surge el impedimento, no por la celebración en sí, sino por la convivencia.
Es el que surge por la adopción, y se da por ejemplo, entre el padrastro y la hija adoptada; entre el
adoptado y los hijos propios del padrastro o madrastra y entre los mismos adoptados si son varios,
puesto que son hermanos.
No se puede olvidar que con el acto de la adopción nace una estrecha relación en donde los hijos
entran a gozar de los mismos derechos y deberes de los hijos naturales, y los padres aceptan las
obligaciones propias de la patria potestad.
Es un impedimento de derecho positivo eclesiástico, por lo que puede ser dispensado por el
Ordinario, siempre que se garantice que no se producirá escándalo.
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Como se hizo con los impedimentos matrimoniales, analizaré brevemente los capítulos de los vicios
del consentimiento después del siguiente cuadro comparativo.
Para la realización válida de un acto jurídico se requiere, por parte de la persona, ¡a suficiente
idoneidad o capacidad jurídica expresada en la responsabilidad, la voluntad y la libertad del acto que
realiza.
Hay que decir que el uso de razón es un elemento esencial de la personalidad jurídica. En el CIC, se
considera que una persona natural tiene uso de razón a partir de los siete años (cfr. c. 97 &2),
aunque en ese momento dicha persona se llame infante y no tenga la capacidad jurídica de realizar
actos jurídicos válidos, como es el del contrato matrimonial, puesto que se tiene el uso de razón pero
falta la madurez o discreción de juicio.
La carencia de uso de razón se considera en el terreno canónico como la amencia, que en lo civil se
llama también demencia, y se entiende como aquellos sujetos que por cualquier motivo estén
privados del uso de razón, o sea de la capacidad de entender.
Esta amencia puede ser permanente o temporal. Lo importante para que atente a la validez del
matrimonio, es que se demuestre que en el momento de expresar ei consentimiento se encontraba la
persona afectada de esta amencia.
La amencia permanente es la que produce carencias o alteraciones psíquicas o físicas que alteraron
el necesario desarrollo o madurez del sujeto (p.e. los dementes, los idiotas o mentecatos, los locos).
, ,v-;in«,
La amencia transitoria o temporal se debe a disturbios motivados por causas ocasionales también de
naturaleza psíquica o física (p.e. delirios febriles, excesos de cólera, las crisis epilépticas,
sugestiones hipnóticas, sonambulismo, embriaguez, drogadicción, algunas medicinas, etc.) y
existentes en el momento mismo de contraer matrimonio.
Bien importante, para demostrar este vicio del consentimiento, es la declaración de los testigos del
matrimonio y los informes de los sicólogos.
Es un capítulo nuevo en el CIC. En pocas palabras, trata el tema de la inmadurez para asumir
responsablemente el consorcio de vida y amor que es el matrimonio. Quien no sea maduro
psicológicamente, en orden al matrimonio, no es persona capaz, jurídicamente hablando, para
celebrar el contrato matrimonio. La discreción de juicio expuesta en el c. 1095,2, es muy concreta.
Veamos una descripción del término madurez, en relación con el matrimonio:
Dado que este estado es casi imposible de alcanzar, como bien lo dice el autor citado, si el CIC
hubiera asumido este término se podría afirmar que casi nadie pudiera casarse. Por este motivo se
asume el término "discreción de juicio", "en cuanto se pide, sobre todo, un mínimo de discernimiento
que haga al individuo capaz de contraer matrimonio" (Ibid).
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¿Cómo determinar esta causal? La discreción de juicio, llamada también facultad crítica, pertenece
al campo valutativo.-práctico de la voluntad. Esta causal no tiene origen" generalmente, en
enfermedades psíquicas, sino en el discernimiento opacado que hace la persona frente a un
compromiso que toca toda su vida.
Hoy día se habla del "síndrome de Peter Pan", que consiste en que las personas no quieren ser
adultos y "prefieren seguir siendo niños sin responsabilidades que los comprometan. Sucede esto
cuando uno de los esposos quiere seguir su vida de soltero...
Este defecto debe ser "grave", porque debe referirse a "los derechos y deberes esenciales del
matrimonio" que sintetizo en el consorcio de vida y amor, y en la procreación y educación
responsables de los hijos.
Esta figura hace referencia a las obligaciones esenciales derivadas del matrimonio. Se trata de
incapacidad y no de mera dificultad. Su origen es una anomalía psíquica, que si bien no priva al
sujeto del uso de razón (puesto que se aplicaría la primera figura), si le impide asumir las
obligaciones esenciales del matrimonio, como son el consorcio de vida y amor, y la procreación y
educación responsables de los hijos. Aquí se puede decir que en muchos casos el sujeto quiere pero
no puede asumir dichas obligaciones.
No es del todo fácil describir o clasificar las anomalías psíquicas, sin embargo podemos decir que
son tres los grupos de anomalías; las neurosis, las psicosis y las psicopatías, veamos brevemente
cada una de estas anomalías.
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Otras alteraciones de origen psíquica que se pueden ubicar en esta figura canónica son:
6. La homosexualidad o el lesbianismo.
7. El masoquismo
8. El sadismo.
9. El fetichismo.
Para que estas anomalías afecten el matrimonio, deben ser ciertas, graves antecedentes a la
celebración del matrimonio y de carácter perpetuo porque perpetuas]
son las obligaciones esenciales del matrimonio.
El error
§ 2. El error acerca de una cualidad de la persona, aunque sea causa del contrato, no dirime
el matrimonio, a no ser que se pretenda esta cualidad directa y principalmente.
El dolo
1098 Quien contrae el matrimonio engañado por dolo, provocado para obtener su consentimiento,
acerca de una cualidad del otro contrayente, que por su naturaleza puede perturbar
gravemente el consorcio de vida conyugal, contrae inválidamente.
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1101 §1. El consentimiento interno de la voluntad se presume que está conforme con las
palabras o signos empleados al celebrar el matrimonio.
§ 2. Pero si uno o ambos contrayentes excluyen con un acto positivo de la voluntad el
matrimonio mismo, o un elemento esencial del matrimonio, o una propiedad esencial, contraen
inválidamente
La condición de futuro
La violencia o miedo
1103 Es inválido el matrimonio contraído por violencia o por miedo grave proveniente de una causa
externa, incluso el no inferido con miras al matrimonio, para librarse del cual alguien se vea
obligado a casarse.
V. DEFECTO DE FORMA
Los cánones que amplían el tema de la forma canónica son los siguientes:
1108 §1. Solamente son válidos aquellos matrimonios que se contraen ante el Ordinario del lugar
o el párroco, o un sacerdote o diácono delegado por uno de ellos para que asistan, y ante dos
testigos, de acuerdo con las reglas establecidas en los cánones que siguen, y quedando a
salvo las excepciones de que se trata en los ce. 144, 1112 §1, 1116 y 1127§§1 y2.
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§ 2. Se entiende que asiste al matrimonio sólo aquel que, estando presente, pide la
manifestación del consentimiento de los contrayentes y la recibe en nombre de la Iglesia.
1109 El Ordinario del lugar y el párroco, a no ser que por sentencia o por decreto estuvieran
excomulgados, o en entredicho, o suspendidos del oficio, o declarados tales, en ¡virtud del
oficio asisten válidamente en su territorio a los matrimonios no sólo de los subditos, sino
también de los que no son subditos, con tal de que uno de ellos sea de rito latino.
1111 § 1. El Ordinario del lugar y el párroco, mientras desempeñan válidamente su oficio, pueden
delegar a sacerdotes y a diáconos la facultad, incluso general, de asistir a los matrimonios
dentro de los límites de su territorio.
§ 2. Para que sea válida la delegación de la facultad de asistir a los matrimonios debe
otorgarse expresamente a personas determinadas; si se trata de una delegación especial, ha
de darse para un matrimonio determinado, y si se trata de una delegación general, debe
concederse por escrito.
1112 § 1. Donde no haya sacerdotes ni diáconos, el Obispo diocesano, previo voto favorable de
la Conferencia Episcopal y obtenida licencia de la Santa Sede, puede delegar a laicos para
que asistan a los matrimonios.
1113 Antes de conceder una delegación especial, se ha de cumplir todo lo establecido por el
derecho para comprobar el estado de libertad.
1114 Quien asiste al matrimonio actúa ilícitamente si no le consta el estado de libertad de los
contrayentes a tenor del derecho y si, cada vez que asiste en virtud de una delegación
general, no pide licencia al párroco, cuando es posible. •
1115 Se han de celebrar los matrimonios en la parroquia donde uno de los contrayentes tiene su
domicilio o cuasidomicilio o ha residido durante un mes, o, si se trata de vagos, en la parroquia
donde se encuentran en ese momento; con licencia del Ordinario propio o del párroco propio
se pueden celebrar en otro lugar.
1116 § 1. Si no hay alguien que sea competente conforme al derecho para asistir al matrimonio, o
no se puede acudir a él sin grave dificultad, quienes pretenden contraer verdadero matrimonio
pueden hacerlo válida y lícitamente estando presentes sólo los testigos:
1 en peligro de muerte;
2. fuera de peligro de muerte, con tal de que se prevea prudentemente que esa situación
va a prolongarse durante un mes.
§ 2. En ambos casos, si hay otro sacerdote o diácono que pueda estar presente, ha de ser
llamado y debe presenciar el matrimonio juntamente con los testigos, sin perjuicio de la
validez del matrimonio sólo ante testigos.
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1117 La forma arriba establecida se ha de observar si al menos uno de los contrayentes fue
bautizado en la Iglesia católica o recibido en ella y no se ha apartado de ella por acto formal,
sin perjuicio de lo establecido en el c. 1127 § 2.
1118 §1. El matrimonio entre católicos o entre una parte católica y otra parte bautizada no
católica se debe celebrar en una iglesia parroquial; con licencia del Ordinario del lugar o del párroco
puede celebrarse en otra iglesia u oratorio.
§ 2. El Ordinario del lugar puede permitir la celebración del matrimonio en otro lugar
conveniente.
§ 3. El matrimonio entre una parte católica y otra no bautizada podrá celebrarse en una
iglesia o en otro lugar conveniente.
1119 Fuera del caso de necesidad, en la celebración del matrimonio se deben observar los ritos
prescritos en los libros litúrgicos aprobados por la Iglesia o introducidos por costumbres
legítimas.
1120 Con el reconocimiento de la Santa Sede, la Conferencia Episcopal puede elaborar un rito
propio del matrimonio, congruente con los usos de los lugares y de los pueblos adaptados al
espíritu cristiano; quedando, sin embargo, en pie la ley según la cual quien asiste al
matrimonio estando personalmente presente, debe pedir y recibir la manifestación del
consentimiento de los contrayentes.
1121 § 1. Después de celebrarse el matrimonio, el párroco del lugar donde se celebró o quien
hace sus veces, aunque ninguno de ellos hubiera asistido al matrimonio, debe anotar cuanto
antes en el registro matrimonial los nombres de los cónyuges, del asistente y de los testigos, y
el lugar y día de la celebración, según el modo prescrito por la Conferencia Episcopal o por el
Obispo diocesano.
1122 § 1. El matrimonio ha de anotarse también en los registros de bautismos en los que está
inscrito el bautismo de los cónyuges.
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1123 Cuando se convalida un matrimonio para el fuero externo, o es declarado nulo, o se disuelve
legítimamente por una causa distinta de la muerte, debe comunicarse esta circunstancia al
párroco del lugar donde se celebró el matrimonio, para que se haga como está mandado la
anotación en los registros de matrimonio y de bautismo.
Las causales para el divorcio en general son posteriores al matrimonio, mientras que las
causales para la nulidad en el CIC siempre han de ser anteriores al mismo.
V. LA SEPARACIÓN DE CUERPOS
- el adulterio, a no ser que hubiera sido consentido, o hubiera sido la causa del mismo, o
también hubiera cometido adulterio.
- si uno de los cónyuges pone en grave peligro espiritual o corporal al otro o a la prole,
- o de otro modo hace demasiado dura la vida en común.
En Colombia los tribunales especiales de familia son competentes para la separación de los
cuerpos, con el reconocimiento de la autoridad eclesiástica, en cuanto se deben mirar también todos
los aspectos de bienes, patria potestad, educación y cuidado de los hijos, etc.
Vale la pena transcribir las causales civiles para el divorcio vincular para descubrir, según mi
opinión, cómo algunas de ellas van contra la naturaleza de la misma institución, en cuanto lo que se
busca tutelar (sin decirlo explícitamente el Código Civil), son los intereses personales de uno de los
cónyuges, favoreciendo en algunos casos injusticias y egoísmos.
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1. Las relaciones sexuales extramatrimoniales de uno de los cónyuges, salvo que el demandante
las haya consentido, facilitado o perdonado.
2. El grave e injustificado incumplimiento por parte de alguno de los cónyuges, de los deberes
que la ley les impone como tales y como padres
6. Toda enfermedad o anormalidad grave e incurable, física o síquica, de une cónyuges, que
ponga en peligro la salud mental o física del otro cónyuge e imposibilite la comunidad
matrimonial.
8. La separación de cuerpos, judicial o de hecho, que haya perdurado por más dos años.
9. El consentimiento de ambos cónyuges manifestado ante juez competente reconocido por éste
mediante sentencia.
Art. 156
El divorcio sólo podrá ser demandado por el cónyuge que no haya dado lugar a hechos que lo
motivan, y dentro del término de un año, contado desde cuanto conocimiento de ellos respecto de las
causales primera y séptima, o desde cuando sucedieron, respecto a las causales segunda, tercera,
cuarta y quinta. En todo caso, las causales primera y séptima sólo podrán alegarse dentro de los dos
años siguientes a ocurrencia.
En la Iglesia, hay otras maneras de decretar la disolución del matrimonio, esta vez como
GRACIA especial del Papa, en ejercicio de la llamada POTESTAD VICARIA, con a que permite que
una pareja que ha contraído válidamente matrimonio, se separe y contraigan otras nupcias.
C. 1142
"El matrimonio NO consumado entre bautizados, o entre parte bautizada y parte no bautizada,
puede ser disuelto con causa justa por el Romano Pontífice, a petición de ambas partes o de
una de ellas, aunque la otra se oponga"
En el capítulo de los títulos del matrimonio analizamos en qué consiste el matrimonio rato y no
consumado y los requisitos para demostrar dicha situación a través de un proceso administrativo.
Tiene como objetivo el favor de la fe, o la "salus animarum", y está basado en 1Cor. 7, 12 - 16,
que dice: "A los demás les digo yo, no el Señor, que, si algún hermano tiene mujer no cristiana y ésta
consiente en cohabitar con él, no la despida. Y si una mujer tiene marido no cristiano y éste
consiente en cohabitar con ella, no lo abandone...
Pero si la parte no cristiana se separa, que se separe. En tales casos no está esclavizado el
hermano o la hermana, pues Dios nos ha llamado a la paz"
c. 1143
"&1 El matrimonio contraído por dos personas no bautizadas se disuelve por el privilegio
paulino a favor de la fe de la parte que ha recibido el bautismo, por el mismo hecho de que
ésta contraiga un nuevo matrimonio, con tal de que la parte no bautizada se separe.
&2 Se considera que la parte no bautizada se separa si no quiere cohabitar con la parte
bautizada o cohabitar pacíficamente sin ofensa del Creador, a no ser que ésta, después de
recibir el bautismo, le hubiera dado motivo justo para separarse"
El término "Petrino" hace referencia a la potestad vicarial del Papa, como Sucesor de Pedro.
c. 1148
Según la praxis común en la Iglesia, este mismo caso se aplica también en los casos de
prisión o de persecución que impida la convivencia conyugal. Dice el c. 1149
"El no bautizado a quien, una vez recibido el bautismo en la Iglesia Católica, no le es posible
restablecer la cohabitación con el otro cónyuge no bautizado por razón de cautividad o de
persecución, puede contraer nuevo matrimonio, aunque la otra parte hubiera recibido entretanto el
bautismo, quedando en vigor lo que prescribe el c. 1141, que afirma: «El matrimonio rato y
consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por ninguna causa fuera de la
muerte»".
Es necesario tener en cuenta lo que el Código Civil Colombiano, en el art. 147 establece
sobre la aceptación de la declaración de nulidad de un matrimonio religioso:
"Las providencias de nulidad matrimonial proferidas por las autoridades de la respectiva religión, una
vez ejecutoriadas, deberán comunicarse al juez de familia o promiscuo de familia del domicilio de los
cónyuges, quien decretará su ejecución en cuanto a los efectos civiles y ordenará la inscripción en el
registro civil. La nulidad del vínculo del matrimonio religioso surtirá efectos civiles a partir de la firma
de la providencia del juez competente que ordene su ejecución"
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QUINTA PARTE
LOS PROCESOS DE NULIDAD MATRIMONIAL
1. El tribunal que es colegiado, es decir, la sentencia debe ser dada por tres jueces, uno
principal, que preside la sala y dos conjueces. Según el CIC, uno de esto-jueces puede ser un
laico (cfr. c. 1421).
2. Defensor del vínculo
3. Promotor de Justicia
4. Notario
5. Peritos sicólogos inscritos
6. Abogados inscritos.
1. Las causas matrimoniales de los bautizados, por derecho divino, corresponden] juez
eclesiástico.
2. Las causas sobre los efectos puramente civiles del matrimonio, corresponden] juez civil, a no
ser que el derecho particular no establezca que las mismas caí cuando se traten incidental y
accesoriamente, puedan ser examinadas y decididas por el juez eclesiástico (c. 1672).
3. Sobre las causas de nulidad matrimonial que no estén reservadas a la Sede Apostólica, es
competente:
Están reservadas al Romano Pontífice, en general a través del Tribunal de la Rota Romana,
las causas de nulidad matrimoniales de: los Jefes de Estado y de los Legados Pontificios en los
casos en que fueran laicos (cfr. c. 1405 & 1, nn.1 y 3.
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2. El matrimonio que no fue impugnado en vida ambos cónyuges, no puede ser impugnado tras
la muerte de uno de ellos o de los dos, a no ser que la cuestión sobre su validez sea
perjudicial para resolver otra controversia, ya en el fuero canónico, ya en el civil.
3. Si muere uno de los cónyuges mientras está pendiente la causa, se suspende el proceso
hasta cuando la reanude la otra parte, o el heredero del difunto o el legítimanente interesado
(cf. c. 1518).
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9. La convivencia matrimonial. ¿Cuánto duró? Si duró muchos años, vale la pena explicar el por
qué. ¿Cuántos hijos hubo? Importante señalar los principales asuntos relacionados con la
responsabilidad y el consorcio de vida y amor en ambos, el manejo del hogar, el cuidado y
educación de los hijos, la fidelidad conyugal. Se ha de indicar cuándo empezaron los
problemas o conflictos en el matrimonio y el por qué. En este punto puede ampliarse en
detalles que ayuden a fundamentar los problemas conocidos en el noviazgo.
10. Se responde a la siguiente pregunta: ¿Por qué desea realizar el proceso de nulidad
matrimonial o qué lo motiva a hacerlo?
11. Es la parte IN IURE. Se pide la declaración de la nulidad del matrimonio, según el derecho
canónico. Se enuncian los cánones correspondientes.
En el caso de que no se tenga en claro este punto, se deja abierta la posibilidad para que sea
el mismo Tribunal quien lo determine. Así pues, se diría: "Solicito a este Tribunal declare la
nulidad de este matrimonio por la siguiente ( o las siguientes) causal (o causales); exclusión
de los hijos (c. 1101 &2), o "Solicito a este Tribunal declare la nulidad de este matrimonio por
la causal o las causales que considere oportuno".
12. Nombres, dirección y teléfonos de las personas que propone como testigos. Se sugiere que
algunos, no todos, sean familiares.
13. Dirección y teléfono o teléfonos del actor.
14. Dirección y teléfono o teléfonos del demandado.
15. Firma del actor.
16. Puede anexarse el nombramiento del procurador. Este nombramiento requiere la aprobación
del presidente del Tribunal.
Una vez el Presidente del Tribunal apruebe la demanda y nombre el juez que seguirá el
proceso (cuando hay varias salas), se notificará a la parte demandada (el cónyuge del actor)
haciéndole conocer el texto de la demanda. jv«o «/ ;j ^ire?
La formulación del dubio no pedirá solamente si consta la nulidad del matrimonio en el caso,
sino que debe determinar también por cuáles razones es impugnada la validez del matrimonio.
1. El defensor del vínculo, los representantes de las partes, y el promotor de justicia, tienen
derecho:
2. Las partes no pueden asistir a los actos a) y b) anteriormente enunciados. Sólo al final del
proceso las partes, cada una por separado, leerá las actas, antes de su publicación.
3. A no ser que se tenga de otra fuente la plenitud de las pruebas, el juez para valorar las
declaraciones de las partes, se puede servir, si es posible, de testimonios sobre la credibilidad
de las mismas partes.
4. En las causas sobre la impotencia o sobre el vicio del consentimiento por enfermedad mental,
se debe recurrir al concepto de uno o varios peritos, a no ser que sea realmente evidente la
enfermedad o impotencia.
1. Cuando en el desarrollo del proceso surja una fuerte duda sobre la no consumación del
matrimonio, el tribunal suspenderá el proceso ordinario sobre la nulidad (con el consentimiento
de las partes), e instruirá el proceso de dispensa super rato. Lo mismo se puede decir en
relación con la declaración de la muerte presunta del cónyuge.
2. La sentencia que desde el principio declaró la nulidad del matrimonio junto a las apelaciones y
a los demás actos del juicio, serán transmitidos al tribunal de apelación (de segunda instancia)
dentro de 20 días desde la publicación de la sentencia.
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4. Si concuerdan las dos sentencias sobre la nulidad del matrimonio, después de haber sido
notificada y ejecutada la sentencia, las partes pueden contraer nuevamente matrimonio, a no
ser que el juez hubiera establecido veto para una o ambas partes.
5. El juez deberá notificar al Ordinario, o a los párrocos del lugar de bautismo de las partes la
nulidad del matrimonio, para ser anotadas en las respectivas partidas de bautismo.
6. Se debe hacer igualmente la notificación de la sentencia a los tribunales civiles, para los
efectos civiles. La nulidad canónica surte los efectos civiles desde el momento de la firma del
juez civil.
El proceso documental (ce. 1686 - 1688), se da cuando la nulidad del matrimonio se basa en
una sola prueba, p.e., un documento incontrovertible, del que se concluya sin lugar a dudas la
nulidad del mismo.
Este es un verdadero proceso judicial oral, simple, y se concluye con una sentencia que
deberá ser enviada al Tribunal de apelación para su ratificación. Publicada la sentencia de segunda
instancia, el juez deberá notificar también al Ordinario de las partes la nulidad del matrimonio, para
ser anotadas en las respectivas partidas de bautismo, lo mismo en relación con los tribunales civiles.
En este caso no se requiere la conformación de tribunal colegiado.
Libro VI
LAS SANCIONES EN LA IGLESIA
CC. 1311 -1399
1. Objetivo: violación de una ley o de un precepto penal: «nullum crimen sine lege poenale».
2. Subjetivo: grave imputabilidad moral y jurídica por el dolo, o sea, la deliberada voluntad de
violar la norma penal, o por la culpa, que puede darse por imprudencia, la negligencia, o la
impericia. En este último caso, si falta la relación de causalidad y efecto, en cuanto el efecto
del comportamiento no es determinado por la imprudencia o impericia, se tiene el caso
fortuito, cuya característica es lo imprevisto.
2. Quien sin culpa ignoraba de violar la norma penal o la violó por inadvertencia o error.
3. Quien actuó por violencia física o por un caso fortuito que no pudo prever o habiéndolo
previsto no lo pudo evitar.
4. Quien actuó forzado por temor grave, absoluto o relativo, o por necesidad o por grave
incómodo, a menos que el acto no fuera intrínsecamente malo o produjese daño en las almas.
5. Quien actuó en legítima defensa contra un injusto agresor suyo o de terceros, con la debida
moderación.
7. Quien sin culpa creía encontrarse en alguna de las circunstancias enunciadas en los números
4 o 5. En estos casos existe la responsabilidad pero no la culpabilidad o imputabilidad.
El autor de la violación no es eximido de la pena establecida, pero la pena debe ser mitigada o
sustituida con una penitencia u otra sanción, si el delito fue cometido:
2. Por una persona que no tenía uso de razón por causa de embriaguez o de otra similar
perturbación de la mente, de la que fuese culpable.
3. Por grave ímpetu pasional, siempre que la misma pasión no hubiera sido voluntariamente
buscada o favorecida.
5. Por una persona obligada por temor grave, absoluto o relativo; o por una necesidad o por
grave incómodo, si el delito cometido sea intrínsecamente malo produzca daño en las almas.
6. Por quien actuó en legítima defensa, pero sin la debida moderación, contra quien la hubiera
grave e injustamente provocado.
7. Por quien por error culpable, creía encontrarse en alguna de las circunstancias enunciadas en
el c. 1323 en los números 4 o 5.
3. La persona que habiendo conocido la existencia de una pena por un delito &
culpable, prevé el efecto y omite las precauciones para evitarlo.
LAS CENSURAS
La censura es una pena mediante la cual una persona bautizada en la Iglesia católica o recibida en
ella, y que no se hubiera separado formalmente de ella, ha cometido un delito y es contumaz. El
efecto es la privación de algunos bienes espirituales o anexos a ellos, hasta que suspendida la
contumacia, sea absuelta.
Para incurrir en la censura se requiere que el delito sea extemo, grave, consumado, realizado con
contumacia, es decir, que no obstante la amonestación, no abandona el delito.
Para las censuras Latae sententiae, es suficiente la amonestación contenida en la misma ley penal;
para las censuras Ferendae sententiae es necesaria la amonestación hecha por el legítimo superior.
En todos los casos, la absolución debe concederse cuando el reo cese en la contumacia.
Mientras la pena expiatoria cesa por el transcurrir del tiempo establecido o por la expiación de la
pena, la pena medicinal cesa únicamente con la absolución del legítimo superior.
La censura, por tanto, no tiene límite temporal, pero la absolución debe ser siempre concedida.
Recurso al Concilio Ecuménico contra una decisión del Romano Pontífice (c. 1372).
ENTREDICHO
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Anexo 1
Con tal fin, Su Excelencia el presidente de Colombia, señor doctor Misael Pastrana Borrero,
ha designado como su Plenipotenciario a Su Excelencia el señor doctor Alfredo Vásquez Carrizosa,
Ministro de Relaciones Exteriores; y Su Santidad el Papa Paulo VI ha designado como su
Plenipotenciario a Su Excelencia Angelo Palmas, Arzobispo Titular de Vibiana, Nuncio Apostólico en
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Bogotá, quienes, después de canjear sus respectivos Plenos Poderes, hallados en buena y debida
forma, han convenido lo siguiente:
Art. I
El estado, en atención al tradicional sentimiento católico de la nación colombiana, considera la
religión católica, apostólica y romana como elemento fundamental del bien común y del desarrollo
integral de la comunidad nacional.
El Estado garantiza a la Iglesia católica y a quienes a ella pertenecen, el pleno goce de sus
derechos religiosos, sin perjuicio de la justa libertad religiosa de las demás confesiones y de sus
miembros, lo mismo que de todo ciudadano.
Art. II
La Iglesia católica conservará su plena libertad e independencia de la potestad civil y por
consiguiente podrá ejercer libremente toda su autoridad espiritual y sus jurisdicción eclesiástica,
conformándose en su gobierno y administración de sus propias leyes.
Art. III
La legislación canónica es independiente de la civil y no forma parte de ésta, pero será
respetada por las autoridades de la República.
Art. IV
El Estado reconoce verdadera y propia personería jurídica a la Iglesia católica. Igualmente a
las diócesis, comunidades religiosas y demás entidades eclesiásticas a las que la ley canónica
otorga personería jurídica, representadas por su legítima autoridad.
Gozarán de igual reconocimiento las entidades eclesiásticas que hayan recibido personería
jurídica por un acto de la legítima autoridad, de conformidad con las leyes canónicas. Para que sea
efectivo el reconocimiento civil de estas últimas, bast que acrediten con certificación su existencia
canónica.102
Art. V
La Iglesia, consciente de la misión que la compete de servir a la persona humana, continuará
cooperando para el desarrollo de ésta y de la comunidad por medio de sus instituciones y servicios
pastorales, en particular mediante la educación, la enseñanza, la promoción social y otras
actividades de público beneficio.
Art. VI
El Estado y la Iglesia colaborarán en la pronta y eficaz promoción de las condiciones humanas
y de la población residente en zonas marginadas susceptibles de un régimen canónico especial. Una
comisión permanente integrada por funcionarios designados por el Gobierno nacional y prelados
elegidos por la Conferencia Episcopal, reglamentada de común acuerdo, programará y vigilará el
desarrollo progresivo de los planes que se adopten.
Las funciones de la Comisión permanente serán ejercidas sin perjuicio de la autoridad propia
de la planeación del Estado y sin que la Iglesia tenga a su cargo actividades ajenas a su naturaleza
y misión.
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Art. X
1. El Estado garantiza a la Iglesia católica la libertad de fundar organizar y dirigir bajo la
dependencia de la autoridad eclesiástica centros de educación en cualquier nivel,
especialidad y rama de la enseñanza, sin menoscabo del derecho de inspección y vigilancia
que corresponda al Estado.
2. La Iglesia católica conservará su autonomía para establecer, organizar y dirigir facultades,
institutos de ciencias eclesiásticas, seminarios y casas de formación de religiosos. El
reconocimiento por el Estado de los estudios y de los títulos otorgados por dichos centros
será objeto de reglamentación posterior.
Art. XI
A fin de hacer más viable el derecho que tienen las familias de escoger libremente centros de
educación para sus hijos, el Estado contribuirá equitativamente, con fondos del presupuesto
nacional, al sostenimiento de planteles católicos.
Art. XIII
Como servicio a la comunidad en las zonas marginadas temporalmente de un régimen
canónico especial, la Iglesia colaborará en el sector de la educación oficial mediante contratos que
desarrollen los programas oficiales respectivos y contemplen las circunstancias y exigencias
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específicas de cada lugar. Tales contratos celebrados con el Gobierno nacional, se ajustarán a
criterios previamente acordados entre éste y la Conferencia Episcopal, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo VI.
Art. XV
La Santa Sede podrá erigir nuevas circunscripciones eclesiásticas y modificar los límites de
las existentes, cuando lo creyere oportuno para el mejor desempeño de la misión de la Iglesia. Con
tal finalidad informará previamente al Gobierno, acogiendo las indicaciones justas y convenientes
que de él reciba.
Art. XVI
La santa Sede conviene en elevar con la mayor celeridad posible las jurisdicciones misionales
a la categoría de diócesis, a medida que el desarrollo de las regiones resulte armónico con las
exigencias pastorales diocesanas.
Art. XVII
La atención espiritual y pastoral de los miembros de las Fuerzas Armadas se ejercerá por
medio de la Vicaría Castrense, según las normas y reglamentos dictados al afecto por la Santa
Sede, de acuerdo con el Gobierno.
Art. XVIII
Los clérigos no podrán ser obligados a desempeñar cargos públicos incompatibles con su
ministerio y profesión religiosa y estarán además exentos del servicio militar.
Art. XXI
Los funcionarios de las ramas jurisdiccional y ejecutiva del Estado, si fuere necesario,
prestarán su colaboración en la ejecución de las providencias de los Tribunales Eclesiásticos, con el
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fin de proteger los derechos de las personas que podrían ser lesionados por ejecución incompleta o
fallida de tales providencias.
Art. XXII
El ejercicio ilegítimo de jurisdicción o funciones eclesiásticas por quienes carecen de misión
canónica para desempeñarlas, oficialmente comunicado por la autoridad eclesiástica al competente
funcionario del Estado, será considerado por éste como usurpación de funciones públicas.
Art. XXIII
La Iglesia católica y tas demás personas de que trata el artículo IV del presente Concordato,
tienen facultad de adquirir, poseer, enajenar y administrar libremente los bienes muebles e
inmuebles en la forma establecida por la legislación colombiana para todos los ciudadanos, y sus
propiedades, fundaciones y derechos serán no menos inviolables que los pertenecientes a las
demás personas naturales y jurídicas.
Art. XXIV
Las propiedades eclesiáticas podrán ser gravadas en la misma forma y extensión que las de
los particulares. Sin embargo, en consideración a su peculiar finalidad, se exceptúan los edificios
destinados al culto, las curias diocesanas, las casas episcopales y cúrales y seminarios.
Los bienes de utilidad común sin ánimo de lucro, pertenecientes a la Iglesia y a las demás
personas jurídicas de que trata el artículo IV del presente Concordato, tales como los destinados a
obras de culto, educación o beneficiencia, se regirán en materia tributaria por las disposiciones
legales establecidas para las demás instituciones de la misma naturaleza.
Art. XXV
El Estado reconoce el derecho de la Iglesia a recabar libremene de los fieles contribuciones y
ofrendas para el culto divino, la sustentación de sus ministros y otros fines propios de su misión.
Art. XXVI
Las Altas Partes Contratantes unifican las obligaciones financieras adquiridas por el Estado en
virtud del Concordato de 1887 y de la Convención sobre Misiones de 1953. En consecuencia,
reglamentarán su cuantía en forma que permita atender debidamente aquellas obligaciones. Será
también reglamentada la contribución del Estado para la creación de nuevas diócesis y para el
sostenimiento de las que funcionen en los anteriormente llamados territorios de misiones. El Estado
concederá a las entidades eclesiásticas que reciben la llamada renta nominal, la posibilidad de
redimirla.
Art. XXVII
El Estado garantiza a la Iglesia el derecho de poseer y administrar sus propios cementerios,
que estarán sometidos a la vigilancia oficial en lo referente a higiene y orden público. En los
cementerios dependientes de la autoridad civil, la Iglesia podrá ejercer su ministerio en la
inhumación de los católicos.
El matrimonio canónico que contraiga quien haya obtenido de la Iglesia la disolución a favor
de la fe, sólo podrá ser inscrito en el Registro Civil, en orden al reconocimiento de los efectos civiles,
cuando el contrayente recupere su estado de libertad civil, de conformidad con las normas civiles
que regulan la materia.
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Art. III
Derógase el artículo IX del Concordato.
Art. IV
El artículo XII quedará así:
"En desarrollo del derecho que tiene las familias católicas de que sus hijos reciban educación
religiosa acorde con su fe, los planes educativos en los niveles de primaria y secundaria incluirán en
los establecimientos oficiales enseñanza y formación religiosa según el Magisterio de la Iglesia.
El Estado ofrecerá a los estudiantes católicos en los niveles de primaria y secundaria de los
establecimientos oficiales educación religiosa impartida según el Magisterio de la Iglesia. Se eximirá
de la enseñanza al alumno que en el acto de la matrícula expresamente lo solicite por sí mismo si es
mayor de edad, o bien por medio de sus padres o curadores si es menor. La decisión del alumno no
implicará revelación de sus creencias o convicciones, ni dará lugar a ninguna forma de
descriminación.
Art. V.
El artículo XIV quedará así:
"El derecho de nombrar Arzobispo, Obispos y Coadjutores con derecho a sucesión, que serán
ciudadanos colombianos, corresponde libre y exclusivamente al Romano Pontífice".
Art. VI
El artículo XIX quedará así:
Anexo 2
ACUERDO
ENTRE LA SANTA SEDE Y LA REPÚBLICA DE COLOMBIA
con el cual introducen modificaciones al Concordato del 12 de julio de 1973.
Art. I
El artículo Vil del Concordato quedará así:
"El Estado reconoce plenos efectos civiles, en los términos que establezca la ley, al
matrimonio celebrado de conformidad con las normas del derecho canónico. Para la efectividad de
este reconocimiento, la competente autoridad eclesiástica transmitirá copia auténtica del acta al
correspondiente funcionario del Estado, quien deberá inscribirla en el Registro civil.
La Santa Sede, ante las nuevas normas introducidas en Colombia en el campo matrimonial,
reafirma la doctrina de la Iglesia católica acerca de la indisolubilidad del vínculo matrimonial y
recuerda a los cónyuges que han contraído matrimonio católico, el grave deber que les incumbe de
no recurrir a la facultad civil de pedir el divorcio".
Art II.
El artículo VIII, quedará así:
"Las causas relativas a la nulidad de los matrimonios canónicos y las que se refieren a la
dispensa del matrimonio rato y no consumado, son de competencia exclusiva de los Tribunales
Eclesiásticos y Congregaciones de la Sede Apostólica.
Las sentencias de nulidad del vínculo de los matrimonios canónicos y las decisiones de
dispensa del matrimonio rato y no consumado, cuando sean firmes y ejecutivas conforme al derecho
canónico, serán transmitidas al Tribunal Superior de
Art. XXVIII
En defensa y promoción del patrimonio colombiano, la Iglesia y el Estado colaborarán en el
inventario del arte religioso nacional, que incluirá monumentos, objetos de culto, archivos, bibliotecas
y otros que por su valor histórico o estético sean dignos de conjunta atención para conservarse,
restaurarse y exponerse con fines de educación social.
Art. XIX
En la ejecución de las disposiciones contenidas en este Concordato, como en sus
reglamentaciones y para resolver amistosamente eventuales dificultades relativas a su
interpretación, las Altas Partes Contratantes procederán de común acuerdo.
Art. XXX
El presente Concordato, salvo lo acordado en artículo el XXVI, deja sin vigor y efecto el que
las Altas Partes Contratantes firmaron en Roma el 31 de diciembre de 1887, aprobado por la ley 35
de 1888, y los siguientes acuerdos: La Convención adicional al Concordato, firmada en Roma el 20
de julio de 1892, aprobada por la ley 34 de 1892; los acuerdos derivados del canje de notas número
27643 del 27 de febrero de 1924, dirigida por el Secretario de Estado de Su Santidad al Ministro
Extraordinario y Plenipotenciario de Colombia ante la Santa Sede y la respuesta de éste del 10 de
junio de 1924, que dieron origen a la ley 54 de 1924; y la Convención sobre Misiones, firmada en
Bogotá el 29 de enero de 1953.
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Así mismo, quedan derogadas todas las disposiciones de las leyes y decretos que en
cualquier modo se opusieran a este Concordato.
Art. XXXI
El presente Concordato se firma en doble ejemplar y en lenguas española e italiana, cuyos
textos serán igualmente auténticos y harán fe.
Art. XXXII
El Concordato entrará en vigor en la fecha del canje de las respectivas ratificaciones de las
Altas Partes Contratantes.
+ Angelo Palmas
Nuncio Apostólico.
"Son de competencia de los Tribunales del Estado, las causas civiles de los clérigos y
religiosos y las que se refieren a la propiedad y demás derechos civiles de las! personas jurídicas
eclesiásticas, como también los procesos por delitos y contravenciones! sancionados por las Leyes
de la República. Será de competencia exclusiva de la Iglesia! el conocimiento de las causas y
procesos propios del ejercicio del ministerio eclesiástico".
Art. VIl
El artículo XX quedará así:
"Del juzgamiento de los obispos y de quienes a ellos se equiparan en el derecho canónico,
conocerá la Corte Suprema de Justicia.
Del juzgamiento de los demás clérigos y religiosos, conocerán en primera instancia* los
Jueces de circuito o quienes los reemplacen y, en segunda, los Tribunales Superiores de Distrito
Judicial.
Al iniciarse el proceso, si se tratare de un obispo, la autoridad judicial comunicará el hecho a
la Santa Sede por conducto del Ministerio competente. En los demás casos, notificación se hará al
respectivo Ordinario.
Los juicios no serán públicos y en la detención y el arresto, antes y durante el proceso, los
sindicados no podrán ser retenidos en cárceles comunes. Si en última instancia fueren
condenados, se les aplicará el régimen ordinario sobre ejecución de las penas".
************
El presente Acuerdo se firma en doble ejemplar y en lengua castellana.
Este Acuerdo entrará en vigor en la fecha del canje de las respectivasj ratificaciones de
las Altas Partes Contratantes.
En fe de lo cual, los suscritos firman este Acuerdo, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, a los
veinte días del mes de noviembre de 1992.
+ Paolo Romeo
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Nuncio Apostólico
DECLARACIÓN
Anexo 3
CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA
PRESENTADA POR LA SANTA SEDE
A TODAS LAS PERSONAS, INSTITUCIONES Y AUTORIDADES
INTERESADAS EN LA MISIÓN DE LA FAMILIA
EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
22 de octubre de 1983
INTRODUCCIÓN
La « Carta de los Derechos de la Familia » responde a un voto formulado por el Sínodo de los
obispos reunidos en Roma en 1980, para estudiar el tema « El papel de la familia cristiana en el
mundo contemporáneo » (cfr. Proposición 42). Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en la Exhortación
Apostólica Familíarís consortío (n. 46) aprobó el voto del Sínodo e instó a la Santa Sede para que
preparara una Carta de los Derechos de la Familia destinada a ser presentada a los organismos y
autoridades interesadas.
Los derechos que aquí se proponen han de ser tomados según el carácter específico de una « Carta
». En algunos casos, conllevan normas propiamente vinculantes en el plano jurídico; en otros casos,
son expresión de postulados y de principios fundamentales para la elaboración de la legislación y
desarrollo de la política familiar. En todo caso, constituyen una llamada profética en favor de la
institución familiar que debe ser respetada y defendida contra toda agresión.
Casi todos estos derechos han sido expresados ya en otros documentos, tanto de la Iglesia como de
la comunidad internacional. La presente Carta trata de ofrecer una mejor elaboración de los mismos,
definirlos con más claridad y reunirlos en una presentación orgánica, ordenada y sistemática. En el
anexo se podrá encontrar la indicación de «fuentes y referencias » de los textos en que se han
inspirado algunas de las formulaciones.
La Carta de los Derechos de la Familia es presentada ahora por la Santa Sede, organismo central y
supremo de gobierno de la Iglesia católica. El documento ha sido enriquecido por un conjunto de
observaciones y análisis reunidos tras una amplia consulta a las Conferencias episcopales de toda la
Iglesia, así como a expertos en la materia y que representan culturas diversas.
La Carta está destinada en primer lugar a los Gobiernos. Al reafirmar, para bien de la sociedad la
conciencia común de los derechos esenciales de la familia, la Carta ofrece a todos aquellos que
comparten la responsabilidad del bien común un modelo y una referencia para elaborar la legislación
y la política familiar, y una guía para los programas de acción.
Al mismo tiempo la Santa Sede propone con confianza este documento a la atención de las
Organizaciones Internacionales e intergubernamentales que, por su competencia y su acción en la
defensa y promoción de los derechos del hombre, no pueden ignorar o permitir las violaciones de los
derechos fundamentales de la familia.
La Carta, evidentemente, se dirige también a las familias mismas: ella trata de fomentar en el seno
de aquéllas la conciencia de la función y del puesto irreemplazable de la familia; desea estimular a
las familias a unirse para la defensa y la promoción de sus derechos; las anima a cumplir su deber
de tal manera que el papel de la familia sea más claramente comprendido y reconocido en el mundo
actual.
La Carta se dirige finalmente a todos, hombres y mujeres, para que se comprometan a hacer todo lo
posible, a fin de asegurar que los derechos de la familia sean protegidos y que la institución familiar
sea fortalecida para bien de toda la humanidad, hoy y en el futuro.
La Santa Sede, al presentar esta Carta, deseada por los representantes del Episcopado mundial,
dirige una llamada particular a todos los miembros y a todas las instituciones de la Iglesia, para que
den un testimonio claro de sus convicciones cristianas sobre la misión irreemplazable de la familia, y
procuren que familias y padres reciban el apoyo y estímulo necesarios para el cumplimiento de la
tarea que Dios les ha confiado.
Considerando que:
A. los derechos de la persona, aunque expresados como derechos del individuo, tienen una
dimensión fundamentalmente social que halla su expresión innata y vital en la familia;
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B. la familia está fundada sobre el matrimonio, esa unión íntima de vida, complemento entre un
hombre y una mujer, que está constituida por el vínculo indisoluble del matrimonio, libremente
contraído, públicamente afirmado, y que está abierta a la transmisión de la vida; se.
D. la familia, sociedad natural, existe antes que el Estado o cualquier otra comunidad, y posee
unos derechos propios que son inalienables;
E. la familia constituye, más que una unidad jurídica, social y económica, una comunidad de
amor y de solidaridad, insustituible para la enseñanza y transmisión de los valores culturales, éticos,
sociales, espirituales y religiosos, esenciales para el desarrollo y bienestar de sus propios miembros
y de la sociedad;
G. la familia y la sociedad, vinculadas mutuamente por lazos vitales y orgánicos, tienen1 « una
función complementaria en la defensa y promoción del bien de la humanidad y de cada persona;
J. los derechos, las necesidades fundamentales, el bienestar y los valores de la familia, por más
que se han ido salvaguardando progresivamente en muchos casos, con frecuencia son ignorados y
no raras veces minados por leyes, instituciones y programas socio-económicos;
K. muchas familias se ven obligadas a vivir en situaciones de pobreza que les impiden cumplir su
propia misión con dignidad;
M. el Sínodo de los Obispos celebrado en 1980 recomendó explícitamente que se preparara una
Carta de los Derechos de la Familia y se enviara a todos los interesados;
la Santa Sede, tras haber consultado a las Conferencias Episcopales, presenta ahora esta
Artículo 1
Todas las personas tienen el derecho de elegir libremente su estado de vida y por lo tanto derecho a
contraer matrimonio y establecer una familia o a permanecer célibes.
a) Cada hombre y cada mujer, habiendo alcanzado la edad matrimonial y teniendo la capacidad
necesaria, tiene el derecho de contraer matrimonio y establecer una familia sin discriminaciones de
ningún tipo; las restricciones legales a ejercer este derecho, sean de naturaleza permanente o
temporal, pueden ser introducidas únicamente cuando son requeridas por graves y objetivas
exigencias de la institución del matrimonio mismo y de su carácter social y público; deben respetar,
en todo caso, la dignidad y los derechos fundamentales de la persona.
b) Todos aquellos que quieren casarse y establecer una familia tienen el derecho de esperar de la
sociedad las condiciones morales, educativas, sociales y económicas que les permitan ejercer su
derecho a contraer matrimonio con toda madurez y responsabilidad.
c) El valor institucional del matrimonio debe ser reconocido por las autoridades públicas; la situación
de las parejas no casadas no debe ponerse al mismo nivel que el matrimonio debidamente
contraído.
Artículo 2
El matrimonio no puede ser contraído sin el libre y pleno consentimiento de los esposos
debidamente expresado.
a) Con el debido respeto por el papel tradicional que ejercen las familias en algunas culturas guiando
la decisión de sus hijos, debe ser evitada toda presión que tienda a impedir la elección de una
persona concreta como cónyuge.
b) Los futuros esposos tienen el derecho de que se respete su libertad religiosa. Por lo tanto, el
imponer como condición previa para el matrimonio una abjuración de la fe, o una profesión de fe que
sea contraria a su conciencia, constituye una violación de este derecho.
c) Los esposos, dentro de la natural complementariedad que existe entre hombre y mujer, gozan de
la misma dignidad y de iguales derechos respecto al matrimonio.
Artículo 3
Los esposos tienen el derecho inalienable de fundar una familia y decidir sobre el intervalo entre los
nacimientos y el número de hijos a procrear, teniendo en plena consideración los deberes para
consigo mismos, para con los hijos ya nacidos, la familia y la sociedad, * dentro de una justa
jerarquía de valores y de acuerdo con el orden moral objetivo que excluye el recurso a la
contracepcíón, la esterilización y el aborto.
a) Las actividades de las autoridades públicas o de organizaciones privadas, que tratan de limitar
de algún modo la libertad de los esposos en las decisiones acerca de sus hijos constituyen una
ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia.
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Artículo 4
La vida humana debe ser respetada y protegida absolutamente desde el momento de la concepción.
a) El aborto es una directa violación del derecho fundamental a la vida del ser humano.
b) El respeto por la dignidad del ser humano excluye toda manipulación experimental o explotación
del embrión humano.
c) Todas las intervenciones sobre el patrimonio genético de la persona humana que no están
orientadas a corregir las anomalías, constituyen una violación del derecho a la integridad física y
están en contraste con el bien de la familia.
d) Los niños, tanto antes como después del nacimiento, tienen derecho a una especial protección y
asistencia, al igual que sus madres durante la gestación y durante un período razonable después del
alumbramiento.
e) Todos los niños, nacidos dentro o fuera del matrimonio, gozan del mismo derecho a la protección
social para su desarrollo personal integral.
f) Los huérfanos y los niños privados de la asistencia de sus padres o tutores deben gozar de una
protección especial por parte de la sociedad. En lo referente a la tutela o adopción, el Estado debe
procurar una legislación que facilite a las familias idóneas acoger a niños que tengan necesidad de
cuidado temporal o permanente y que al mismo tiempo respete los derechos naturales de los
padres.
Articulo 5
Por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho originario, primario e
inalienable de educarlos; por esta razón ellos deben ser reconocidos como los primeros y principales
educadores de sus hijos.
a) Los padres tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y
religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de la familia que favorecen el bien y la
dignidad del hijo; ellos deben recibir también de la sociedad la ayuda y asistencia necesarias para
realizar de modo adecuado su función educadora.
b) Los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios necesarios para
educar a sus hijos según sus conciencias. Las autoridades públicas deben asegurar que las
subvenciones estatales se repartan de tal manera que los padres sean verdaderamente libres para
ejercer su derecho, sin tener que soportar cargas injustas. Los padres no deben soportar, directa o
indirectamente, aquellas cargas suplementarias que impiden o limitan injustamente el ejercicio de
esta libertad.
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c) Los padres tienen el derecho de obtener que sus hijos no sean obligados a seguir cursos que no
están de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. En particular, la educación sexual —
que es un derecho básico de los padres— debe ser impartida bajo su atenta guía, tanto en casa
como en los centros educativos elegidos y controlados por ellos.
d) Los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema obligatorio de
educación del que se excluye toda formación religiosa.
e) El derecho primario de los padres a educar a sus hijos debe ser tenido en cuenta en todas las
formas de colaboración entre padres, maestros y autoridades escolares, y particularmente en las
formas de participación encaminadas a dar a los ciudadanos una voz en el funcionamiento de las
escuelas, y en la formulación y aplicación de la política educativa.
f) La familia tiene el derecho de esperar que los medios de comunicación social sean instrumentos
positivos para la construcción de la sociedad y que fortalezcan los valores fundamentales de la
familia. Al mismo tiempo ésta tiene derecho a ser protegida adecuadamente, en particular respecto a
sus miembros más jóvenes, contra los efectos negativos y los abusos de los medios de
comunicación.
Artículo 6
a) Las autoridades públicas deben respetar y promover la dignidad, justa independencia, intimidad,
integridad y estabilidad de cada familia. í
c) El sistema de familia amplia, donde exista, debe ser tenido en estima y ayudado en orden a
cumplir su papel tradicional de solidaridad y asistencia mutua, respetando a la vez los derechos del
núcleo familiar y la dignidad personal de cada miembro. • &
Cada familia tiene el derecho de vivir libremente su propia vida religiosa en el hogar, bajo la dirección
de los padres, así como el derecho de profesar públicamente su fe y propagarla, participar en los
actos de culto en público y en los programas de instrucción religiosa libremente elegidos, sin sufrir
alguna discriminación.
Artículo 8
a) Las familias tienen el derecho de formar asociaciones con otras familias e instituciones, con el fin
de cumplir la tarea familiar de manera apropiada y eficaz, así como defender los derechos, fomentar
el bien y representar los intereses de la familia.
b) En el orden económico, social, jurídico y cultural, las familias y las asociaciones familiares deben
ver reconocido su propio papel en la planificación y el desarrollo de programas que afectan a la
vida familiar.
Artículo 9
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Las familias tienen el derecho de poder contar con una adecuada política familiar por parte de las
autoridades públicas en el terreno jurídico, económico, social y fiscal, sin discriminación alguna.
a) Las familias tienen el derecho a unas condiciones económicas que les aseguren un nivel de vida
apropiado a su dignidad y a su pleno desarrollo. No se les puede impedir que adquieran y
mantengan posesiones privadas que favorezcan una vida familiar estable; y las leyes referentes a
herencias o transmisión de propiedad deben respetar las necesidades y derechos de los miembros
de la familia.
b) Las familias tienen derecho a medidas de segundad social que tengan presentes sus
necesidades, especialmente en caso de muerte prematura de uno o ambos padres, de abandono de
uno de los cónyuges, de accidente, enfermedad o invalidez, en caso de desempleo, o en cualquier
caso en que la familia tenga que soportar cargas extraordinarias en favor de sus miembros por
razones de ancianidad, impedimentos físicos o psíquicos, o por la educación de los hijos.
c) Las personas ancianas tienen el derecho de encontrar dentro de su familia o, cuando esto no sea
posible, en instituciones adecuadas, un ambiente que les facilite vivir sus últimos años de vida
serenamente, ejerciendo una actividad compatible con su edad y que les permita participar en la vida
social.
d) Los derechos y necesidades de la familia, en especial el valor de la unidad familiar, deben tenerse
en consideración en la legislación y política penales, de modo que el detenido permanezca en
contacto con su familia y que ésta sea adecuadamente sostenida durante el período de la detención.
Articulo 10
Las familias tienen derecho a un orden social y económico en el que la organización del trabajo
permita a sus miembros vivir juntos, y que no sea obstáculo para la unidad, bienestar, salud y
estabilidad de la familia, ofreciendo también la posibilidad de un sano esparcimiento.
a) La remuneración por el trabajo debe ser suficiente para fundar y mantener dignamente a la
familia, sea mediante un salario adecuado, llamado « salario familiar », sea mediante otras medidas
sociales como los subsidios familiares o la remuneración por el trabajo en casa de uno de los
padres; y debe ser tal que las madres no se vean obligadas a trabajar fuera de casa en detrimento
de la vida familiar y especialmente de la educación de los hijos.
b) El trabajo de la madre en casa debe ser reconocido y respetado por su valor para la familia y la
sociedad.
Artículo 11
La familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida familiar, y proporcionada al
número de sus miembros, en un ambiente físicamente sano que ofrezca los servicios básicos para la
vida de la familia y de la comunidad.
Artículo 12
Las familias de emigrantes tienen derecho a la misma protección que se da a las otras familias.
a) Las familias de los inmigrantes tienen el derecho de ser respetadas en su propia cultura y recibir
el apoyo y la asistencia en orden a su integración dentro de la comunidad, a cuyo bien contribuyen.
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c) Los refugiados tienen derecho a la asistencia de las autoridades públicas y de las organizaciones
internacionales que les facilite la reunión de sus familias.
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