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¡BIENVENIDOS!
Estamos iniciando el año escolar en un contexto complejo. Persiste la emergencia sanitaria y
hoy nos volvemos a reencontrar con nuestros compañeros que no hemos visto durante estos dos
últimos años. Esta situación genera en nosotros diversas emociones y sentimientos: Alegría ,
tristeza , miedo , incertidumbre .
Realizamos el siguiente ejercicio para reflexionar sobre lo que sentimos: Cerramos los ojos e
identifiquemos qué emociones afectaron mi bienestar emocional durante la pandemia y lo que
puedan sentir mis demás compañeros.
¿Qué emociones me embargaron durante los dos años de pandemia?
¿Cómo influyeron estas emociones en mi persona y conducta?
¿Qué acciones se trabajaron en casa para cuidar el bienestar físico y emocional de cada
integrante de la familia?
¿Cómo reacciona mi familia frente al retorno a clases semipresenciales en esta situación
de pandemia?
¿Identifico en mis compañeras y compañeros emociones similares a las que yo sentí?
Después de responder las preguntas, compartimos nuestro sentir con nuestros compañeros
y docente.
Recuerda:
Es muy importante reconocer nuestras emociones, porque influyen en las decisiones que tomamos. En
algunos casos, cuando no las manejamos bien, pueden influir en nuestras conductas de una forma no
deseada y afectar nuestro bienestar personal y nuestras relaciones con otras personas. Cuanta mayor
conciencia tengamos de nosotros mismos, de lo que somos y sentimos, de lo que deseamos y lo que no,
fortaleceremos nuestro autoconocimiento y podremos tomar mejores decisiones para nuestro bienestar.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Son conocidas por
todos nosotros, pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el
nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un
bloqueo o incluso la enfermedad.
Si queremos expresar nuestras emociones, es necesario analizar el contexto social para diferenciar el
momento y las estrategias adecuadas para hacerlo.
Reflexionamos:
EL ELFENANTE ENCADENADO
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los
animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza
descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el
elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de su patas clavada a
una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo
de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y
poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia
fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene
entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los
grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del
elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta
obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna
respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo
recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como
para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una
estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién
nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró,
sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente
muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y
también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal
aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos
en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su
impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se
ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su
fuerza otra vez...
Jorge Bucai
Analizamos
1.- ¿Quién es el protagonista de la historia?
Ahora, veamos juntas y juntos nuestros aprendizajes. Marca con un aspa (X) en los recuadros
correspondientes.