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CAPÍTULO
Dolor crónico
Steven P. Stanos, Mark D. Tyburski, R. Norman Harden
Este capítulo ofrece las bases para abordar mejor los cinco enfoques terapéuticos
del comité especial de los Health and Human Services (HHS); una revisión de los
aspectos históricos que conformaron el campo del tratamiento del dolor y la
investigación; la revisión de nuestro conocimiento actual de los mecanismos
fisiológicos y fisiopatológicos del dolor, la influencia de los factores psicosociales en
la experiencia del dolor y el lugar que ocupan en la valoración y el tratamiento del
dolor; y una revisión de las opciones terapéuticas multidisciplinarias, incluidos
enfoques farmacológicos y no farmacológicos que conciernen al tratamiento de
distintos trastornos de dolor crónico. Propondremos un enfoque multidisciplinario
como base inequívoca de un enfoque eficaz, seguro y exhaustivo centrado en el
paciente.
Prevalencia
El dolor crónico y el sufrimiento y la discapacidad relacionados representan un
problema de salud pública creciente con un impacto considerable sobre la
economía estadounidense. Las tasas de prevalencia de dolor crónico varían
ampliamente, desde el 2 al 55% en estudios de la población general. 191 muchos
trastornos relacionados con dolor (p. ej., artrosis y enfermedades de la espalda)
representan una gran proporción del dolor declarado y se correlacionan con un alto
riesgo concomitante de discapacidad.
Las revisiones del dolor crónico como problema secundario en pacientes con una
discapacidad primaria, como lesión medular, amputación, parálisis cerebral y
esclerosis múltiple, han puesto de manifiesto tasas de prevalencia de dolor
intolerable incluso mayores (> 70%), que se suman considerablemente a la
discapacidad. El dolor asociado a los diagnósticos de rehabilitación a menudo se
describe en múltiples zonas, no solo el área focal de la lesión primaria, 46 y
contribuye a una pérdida de funcionamiento más generalizada y discapacidad
relacionada.
Revisión histórica
Definición del dolor
El dolor es una experiencia personal subjetiva y totalmente individual en la que
influyen el aprendizaje, el contexto y múltiples variables psicosociales. 122 El dolor
no es tan solo el producto final de la estimulación de receptores y señalización
aferente, sino un proceso dinámico y complicado de interacciones neurales con el
ambiente nocivo a lo largo de redes ascendentes y descendentes periféricas,
medulares y encefálicas. La International Association for the Study of Pain (IASP)
define el dolor como «experiencia sensitiva y emocional desagradable asociada con
daño tisular real o potencial o descrita en términos de ese daño». 124 El dolor cumple
una función adaptativa: un sistema de alarma diseñado para proteger al organismo
del peligro. Sin embargo, con la cronicidad y alteraciones neuroaxiales, el sistema
nociceptivo puede llegar a ser desadaptativo y reflejar problemas endógenos en vez
de un estado exógeno. 160 El dolor agudo suele ser la respuesta a un fenómeno
«dañino» (p. ej., agresión mecánica, térmica o química) causante de
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Las teorías clave que ayudaron a conformar nuestro conocimiento de los mecanismos del
dolor, vías y factores comportamentales relacionados con el dolor y el sufrimiento asociado
al dolor se remontan a Galeno y, posteriormente, a René Descartes (1596-1650) y la teoría
dualista a lo largo de cientos de años de descubrimientos científicos hasta la teoría de la
compuerta de Melzack y Wall en la década de los sesenta. Esta última teoría abogaba por
una perspectiva más convergente del procesamiento del dolor. La médula espinal no es tan
solo un conducto pasivo de transmisión del dolor, sino un modulador activo de las señales
dolorosas. La actividad en las grandes fibras aferentes mielinizadas activa teóricamente las
interneuronas encefalitógenas del asta dorsal que inhiben la transmisión cefálica en las
pequeñas fibras nociceptivas aferentes primarias no mielinizadas y en las células de
transmisión secundaria en los haces espinotalámicos laterales. 123 Las aferentes somáticas
activan células convergentes de amplio rango dinámico en el asta dorsal (lámina V), que
proyectan al haz espinotalámico hasta el procesamiento somatosensitivo más alto en el
tálamo y la corteza. En teoría, inhibir el dolor frotando la piel activa aferentes de diámetro
grande inhibiendo la activación de fibras de diámetro pequeño de las células de amplio
rango dinámico, es decir, «cerrando la compuerta».
Figura 37.2
El dolor de espalda crónico se asocia con menor densidad de la sustancia gris prefrontal (A) y
talámica (B).
(Tomado de Apkarian AV, Sosa Y, Sonty S, et al: Chronic back pain is associated with
decreased prefrontal and thalamic gray matter density, J Neurosci 24:10410–10415, 2004, con
autorización.)
Transducción
Los receptores principales del dolor son las terminaciones ramificadas de fibras C y Aδ
( tabla 37.3 ) en piel, músculos y articulaciones. La energía dañina (o potencialmente
dañina) en el ambiente celular impacta en las terminaciones nerviosas libres, y se producen
los complicados procesos celulares de la transducción nociceptiva. Al mismo tiempo se
activan cascadas inflamatorias (p. ej., prostaglandinas, leucotrienos) y pasan a ser
inmediatamente los protagonistas del proceso de transducción. Estudios histoquímicos
recientes han puesto de manifiesto dos grandes grupos de fibras C: peptidérgicas y de unión
a isolectina B 4 . Las fibras peptidérgicas contienen distintos neurotransmisores peptídicos,
como sustancia P y péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP) y expresan
receptores de tirosina quinasa A, que muestran una afinidad elevada por los factores de
crecimiento nerviosos. Las neuronas peptidérgicas parecen ser participantes clave en la
inflamación neurógena (en la que las propias células de la transducción se convierten en
miembros activos del proceso inflamatorio local) y otros estados inflamatorios
crónicos. 206 El otro grupo, de unión a isolectina B 4 , contiene pocos neuropéptidos pero
expresa un grupo de hidrato de carbono superficial que se une selectivamente a la lectina
vegetal isolectina B 4 y recibe el soporte del factor neurotrófico derivado de la glía. 175 Las
de isolectina B 4 expresan receptores de P2X3, un subtipo de canales iónicos controlados
por el trifosfato de adenosina (ATP). 88 Las diferencias en los factores tróficos de soporte
podrían ser las responsables de las distintas respuestas funcionales a estímulos dolorosos
que muestran estos tipos de fibras C diferentes. Las neurotrofinas han surgido como
factores potenciales de cambios dependientes de la actividad en la sinapsis y posiblemente
de la plasticidad posterior del sistema nervioso central.
Tabla 37.3
Clasificación de las fibras nerviosas
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Transmisión
Las neuronas aferentes periféricas cutáneas se clasifican en tres tipos según su diámetro,
estructura y velocidad de conducción de los potenciales de acción. Por lo general, las fibras
C (delgadas, no mielinizadas, de conducción lenta: 0,5-2 m/s) y las fibras Aδ (intermedias,
capa de mielina delgada, de conducción rápida: 12-30 m/s) transportan estímulos nocivos y
las fibras Aβ (grandes, mielinizadas y rápidas: 30-100 m/s) transportan estímulos inocuos
(tacto, vibración y presión), excepto en situaciones de sensibilización periférica o central
(v. tabla 37.5 ). El porcentaje de distribución de los nociceptores de la piel se distribuye
aproximadamente en 70, 10 y 20%, respectivamente. Con los cambios neuroplásticos
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periféricos y centrales de las fibras Aβ es posible que los estímulos inocuos se perciban
como dolorosos, resultando en alodinia. Los nociceptores Aδ responden a estímulos
térmicos y mecánicos intensos, y con la sensibilización contribuyen al fenómeno
denominado hiperpatía, por el cual los estímulos dolorosos pasan a ser claramente más
dolorosos y la percepción de dolor dura más, incluso una vez retirado el estímulo inicial. La
mayoría de las fibras C son transductores polimodales. Las fibras Aβ presentan
terminaciones nerviosas encapsuladas implicadas en funciones no nociceptivas. Las fibras
Aδ median la cualidad rápida y punzante del dolor, mientras que las fibras C median la
calidad lenta y quemante. Otra clase de nociceptores, los llamados nociceptores silentes o
durmientes, componen aproximadamente el 10-20% de las fibras C en piel, articulaciones y
vísceras, y normalmente responden a estímulos nocivos agudos. Con la inflamación y
lesión tisular, estos nociceptores «silentes» se sensibilizan mediante la activación de
sistemas de segundos mensajeros y la liberación de varios mediadores químicos locales (p.
ej., bradicinina, prostaglandinas, serotonina e histamina) que contribuyen a la suma
temporal y espacial, aumentando la información aferente del asta dorsal. 62
Sensibilización periférica
Las fibras C y los receptores Aδ cambian en respuesta a lesiones tisulares tales como
inflamación, isquemia y compresión. Estos cambios están marcados en las terminales
periféricas por la liberación de mediadores químicos por parte de las células dañadas y las
inflamatorias. El llamado caldo inflamatorio, abundante en sustancias analgésicas, provoca
un descenso del umbral para el dolor de activación y posteriormente el evocado. Las
sustancias algógenas activan también sistemas de segundos mensajeros, que inducen
expresión de genes en la célula. Las fibras C nociceptivas periféricas y centrales liberan
aminoácidos excitadores y neuropéptidos (sustancia P, CGRP y neurocininas), induciendo
inflamación neurógena. La inflamación neurógena supone la liberación retrógrada de
sustancias algógenas, que a su vez excita otros nociceptores cercanos, creando bucles
locales de anteroalimentación de sensibilización y activación.
Modulación
Las aferentes primarias encargadas de la información perceptible de los tejidos cutáneos,
viscerales y musculares convergen en el asta dorsal. Varias vías ascendentes están
implicadas en transferir y modular esta información nociceptiva. A nivel celular, la entrada
de sodio es fundamental para las señales eléctricas y la generación consiguiente de
potenciales de acción y potenciales postsinápticos excitadores. Esto se sigue de la apertura
de canales de calcio, que contribuyen a una despolarización más prolongada, así como
cambios moleculares de segundos mensajeros implicados en cambios neuroplásticos del
sistema nervioso central más permanentes. En la terminal sináptica del axón, los
potenciales de acción provocan la liberación de neurotransmisores. La liberación de
neurotransmisores depende de canales iónicos específicos, que están controlados por un
ligando y se abren en respuesta a la unión de ligandos a los receptores, o bien son
controlados por voltaje y se abren por cambios en los potenciales de membrana. Otros
receptores y canales iónicos diana son el receptor vainilloide (de capsaicina), receptor
purinérgico activado por calor y controlado por ATP (P2X), canales iónicos controlados
por protones o sensores de ácido, y canales de sodio controlados por voltaje. El receptor
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Figura 37.3
Organización de las aferencias primarias cutáneas al asta dorsal de la médula
espinal. ARD, amplio rango dinámico; NE, nociceptivos específicos; No-N, no nociceptivos.
(Modificado de Millan MJ: The induction of pain: an integrative review, Prog Neurobiol 57:1–
164, 1999, con autorización.)
Sensibilización central
El término sensibilización central describe un conjunto complejo de cambios
postraduccionales dependientes de la activación que tiene lugar en el asta dorsal, tronco del
encéfalo y zonas cerebrales más altas. Por ejemplo, en el asta dorsal, los nociceptores
liberan neurotransmisores (glutamato, sustancia P y factor neurotrófico derivado del
encéfalo) en las células de transmisión, lo que provoca cambios en la activación de
receptores y canales relacionados (como describimos anteriormente). Esto produce un
aumento de la entrada de calcio (y salida de los orgánulos citoplásmicos) que contribuye a
la potenciación de la célula por activación de enzimas proteína quinasas dependientes del
calcio (p. ej., proteína quinasa C, monofosfato de adenosina cíclico y tirosina quinasa
receptor). Los cambios postraducción también incluyen la fosforilación de receptores de
NMDA y AMPA, activación de segundos mensajeros tales como óxido nítrico y
producción central de prostaglandinas. 205
Las vías originadas en el asta dorsal de la médula espinal activan estructuras encefálicas
implicadas en aspectos rudimentarios del sistema de respuesta autónomo (p. ej., huida,
hiperalerta y miedo) como el bulbo y la formación reticular mesencefálica, la amígdala, el
hipotálamo y núcleos talámicos. 143 La activación de las cortezas somatosensoriales (de S1 a
S2) proporciona información sobre la calidad e intensidad del dolor. Los aspectos afectivos
de la experiencia de dolor, por ejemplo lo desagradable del mismo, reflejan más de las
cualidades aversivas de la experiencia del dolor, como el componente de sufrimiento. El
procesamiento superior se produce en regiones parietales y de la ínsula; contribuye a una
sensación global intrusiva y desagradable. 146 Por último, la convergencia de estas vías con
regiones más frontales, como la corteza anterior de la circunvolución del cuerpo calloso, es
la responsable de la atención y valencia emocional de la experiencia global de dolor.
Factores afectivos
Depresión
Se ha planteado una asociación potente entre dolor crónico y depresión. Las estimaciones
de prevalencia de depresión mayor en pacientes con trastornos de dolor crónico oscilan
entre el 5 y el 87%. Esta variación podría ser atribuible a distintos factores analíticos, como
criterios diagnósticos utilizados, tipo de dolor estudiado y sesgo de selección. 59 Los
síntomas somáticos de trastorno depresivo mayor también son frecuentes en pacientes con
dolor crónico (p. ej., cambios del apetito y peso, pérdida de energía y alteraciones del
sueño). La incidencia de depresión en pacientes con dolor crónico es más alta que la de
otros problemas médicos crónicos. 8 La presencia de dolor crónico quizás se relacione con
mayor duración de los síntomas depresivos. 134 Por lo general, la mayoría de las revisiones
sistemáticas sobre la relación entre dolor y depresión indican que el dolor crónico precede a
la depresión. 53 Los factores predictivos de depresión en el dolor crónico son intensidad del
dolor, número de áreas dolorosas referidas, frecuencia del dolor intenso y varios factores
psicosociales relacionados. Los pacientes con depresión refieren grados mayores de dolor,
estar menos activos, mayor discapacidad y más interferencia en la vida relacionada con el
dolor, y es más probable que muestren comportamientos de dolor patentes. 91 Brown et
al. 21 examinaron los factores mediadores de la relación entre dolor crónico en pacientes con
artritis reumatoide y menor funcionamiento cognitivo, que incluía medidas de
razonamiento inductivo y memoria operativa. Una mayor depresión mediaba la relación
entre grados más altos de dolor y menor funcionamiento cognitivo, 21 subrayando la
importancia de la compleja relación entre depresión, dolor crónico y deterioro funcional.
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Ansiedad
La ansiedad relacionada con el dolor es un factor importante implicado en las respuestas
desadaptativas, interferencia comportamental y malestar afectivo. La ansiedad elevada
relacionada con el dolor ha sido descrita como uno de los aspectos más incapacitantes del
dolor crónico persistente. Está relacionada estrechamente con actividades de evitación
(descritas más adelante), que actúan promoviendo el dolor mantenido, el
desacondicionamiento físico y el aislamiento social. 72 La ansiedad como constructo
psicológico en el dolor crónico ha sido desarrollada por McCracken et al. 113 como ansiedad
relacionada con el dolor. La ansiedad relacionada con el dolor abarca reacciones de miedo
en las dimensiones cognitiva, comportamental y fisiológica del dolor. En el dolor crónico
se ha encontrado que es un factor predictivo importante de intensidad del dolor,
discapacidad y comportamientos de dolor. 113
Enfado
La imposibilidad mantenida de lograr el alivio del dolor y los repetidos intentos
infructuosos de huir del dolor han demostrado que están asociados con mayor cantidad de
enfado y respuestas fisiológicas al dolor, independientemente de la intensidad del
mismo. 3 En un estudio de pacientes que acudían para tratamiento del dolor, Okifuji et
al. 135 señalaron un 70% de participantes con sentimientos de enfado, con más frecuencia
hacia sí mismos (74%) y los profesionales sanitarios (62%). En este estudio, el enfado hacia
uno mismo se asociaba con dolor y depresión, mientras que «solo enfado» se relacionaba
con discapacidad percibida.
Las conceptualizaciones del enfado en el dolor crónico son variables. Una definición más
clásica de enfado se ha descrito como «sentimiento que implica la creencia de que una
persona que a uno le importa ha sido tratada sin respeto, de forma intencionada o por
descuido, y desear que ese respeto se restablezca». 166 El enfado como constructo también se
ha considerado relacionado con disposiciones de personalidad asociadas a conflictos
inconscientes o como reacción a la presencia de dolor no controlado mantenido. 49 Otros
han indicado que el dolor crónico podría desarrollarse como síntoma similar a los
conversivos para suprimir sentimientos de enfado, y el enfado suprimido se relacionaría
negativamente con la adaptación al dolor crónico mantenido. 92 Por el contrario, «soltar la
rabia» también se ha relacionado con mala adaptación. Estos estilos de gestión del enfado,
supresión (enfado internalizado) y expresión (externalizado) se diferencian de la hostilidad
patente. La hostilidad ha sido definida como «actitud de desconfianza cínica, resentimiento
y antagonismo interpersonal». 167 Burns 22 ha demostrado cómo el estilo de gestión del
enfado y la hostilidad afectan al mantenimiento y empeoramiento de la lumbalgia crónica
mediante respuestas fisiológicas específicas de síntomas (p. ej., mayor reactividad al estrés
muscular en los paraespinales lumbares en pacientes con lumbalgia). Este trabajo se basó
en los estudios de Flor et al., 54 quienes mostraron que los pacientes con lumbalgia crónica
presentaban en los registros electromiográficos de los músculos paraespinales inferiores
aumentos mayores inducidos por estrés, comparado con individuos normales. El enfado y
las respuestas fisiológicas relacionadas son dianas de los tratamientos farmacológicos y
conductuales, como entrenamiento en relajación y otros tratamientos de mente-cuerpo.
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Factores cognitivos
Muchos pacientes con dolor crónico muestran una reducción de las actividades dirigidas a
objetivos y asumen un estilo de vida sedentario más pasivo. Esto contribuye aún más a una
espiral descendente de inactividad, desacondicionamiento y mayor foco somático. Las
respuestas individuales al dolor se reconocen como variables importantes de la experiencia
de dolor, y pueden asociarse con un riesgo mayor de mantener la discapacidad relacionada
con el dolor. Es más probable que los pacientes que tienen con frecuencia pensamientos
excesivamente negativos acerca de sí mismos, otros y el futuro experimenten un grado
mayor de depresión, escaso nivel de actividad y mayor tensión. 63179 Las creencias sobre
el dolor (miedo y autoeficacia relacionados con el dolor), el enfado y el afrontamiento
pasivo son factores afectivos importantes, que afectan significativamente a la respuesta al
dolor, el comportamiento y funcionamiento. Otros factores neurocognitivos, exclusivos de
cada paciente, como atención, expectativa o anticipación y valoraciones, contribuyen a los
comportamientos desadaptativos y representan dianas importantes de las intervenciones
cognitivas y conductuales.
Catastrofismo
El catastrofismo ha sido descrito como la distorsión cognitiva frecuente o negatividad en la
que uno espera o se preocupa por las consecuencias negativas importantes de una situación,
incluso de poca importancia. El pensamiento catastrófico agrava la experiencia de dolor y
ha sido descrito en relación con el dolor en torno a tres factores importantes: magnificación
del dolor, rumiación sobre el mismo y sentimientos de desesperanza por el dolor. Los
estudios de imagen encefálica han ayudado a conformar un mejor conocimiento del
catastrofismo del dolor y la compleja respuesta neural al dolor. Un estudio de pacientes con
fibromialgia encontró que el catastrofismo se asociaba con mayor actividad encefálica
relacionada con la anticipación de dolor (corteza frontal medial, cerebelo), atención al dolor
(corteza anterior de la circunvolución del cuerpo calloso, corteza prefrontal), aspectos
emocionales de la experiencia de dolor (amígdala) y control motor. 67 Se ha demostrado que
el catastrofismo tiene una función mediadora entre el dolor y el malestar y sirve de factor
predictivo de dolor crónico y discapacidad, 107187 así como mediador de la relación entre
dolor y afecto. 176 La escala de catastrofismo del dolor es una herramienta validada de 13
puntos para valorar el pensamiento catastrófico sobre el dolor. 177
que marca comportamientos reductores del dolor, como reposo y consumo de analgésicos.
Con el tiempo, las situaciones provocadoras de dolor como el movimiento y la actividad
causan temor anticipatorio y se evitan. A lo largo del tiempo, los comportamientos de
evitación del dolor tienen el potencial de generalizarse a otros estímulos potencialmente
dolorosos, contribuyendo a más inactividad y pasividad. 100194 Del mismo modo, la
expresión verbal de dolor (p. ej., quejarse) y los comportamientos de dolor no verbales (p.
ej., cojear y hacer gestos) se mantienen por contingencias de refuerzos externos tales como
recompensas sutiles de las personas queridas o familiares que responden a esos
comportamientos.
Miedo al movimiento
Muchos pacientes con dolor crónico presentan kinesiofobia, término que describe un miedo
irracional y excesivo al movimiento, la actividad física y una nueva lesión. El miedo al
movimiento puede inducirse inicialmente por condicionamiento clásico, pero se refuerza
por aprendizaje operante; al evitar la ansiedad condicionada y el miedo asociados al
movimiento, el paciente nunca anula el miedo. Se ha demostrado en estudios que se
correlaciona sólidamente con otras respuestas, como pensamiento catastrófico y aumento
de los comportamientos consiguientes de miedo y evitación en pacientes con lumbalgia
crónica. De este modo, es posible la presencia de un grado mayor de miedo y discapacidad
independientemente de la intensidad del dolor experimentado. 193 McCracken et
al. 114 encontraron que un nivel mayor de miedo y ansiedad en pacientes con lumbalgia se
correlacionaba con menor arco de movimiento y expectativas de más dolor. Otros estudios
sobre lumbalgia crónica han detectado que el miedo relacionado con el dolor y las creencias
de miedo-evitación son predictivos de discapacidad, reducción de las actividades de la vida
diaria (AVD) y horas de trabajo perdidas. 117
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