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BIOPSICOLOGIA DEL DOLOR

El dolor crónico pertenece a los inconvenientes de salud de más


grande efecto actualmente; por esta razón, fue objeto de análisis de diferentes
disciplinas. En la actualidad, existe cada vez un más grande acuerdo con en
relación a la importancia de los componentes psicológicos en el tratamiento del
dolor crónico. En este artículo se hace una caracterización de este tomando en
cuenta los componentes sociales, biológicos y psicológicos asociados. De igual
manera, se hace una revisión de las primordiales posibilidades de tratamiento,
a partir de la terapia del comportamiento. Lo anterior secundado en
averiguaciones empíricas y en los hallazgos involucrados con la biopsicología
del dolor.

Según (Keefe, 1992) Cuando el dolor persiste, tiene un impacto


negativo significativo en la vida de las personas; se asocia con trastornos
psicológicos importantes y, en general, con un menor nivel de satisfacción de
las personas con su vida, Se considera que el dolor crónico pertenece a los
problemas de salud más relevantes en la actualidad, dados sus grandes
precios doctores, sociales y psicológicos.

El dolor es definido por la Asociación Internacional para el Estudio del


Dolor (IASP) como una experiencia sensorial y emocional desagradable
asociada a una lesión hística, presente o potencial, o descrita en términos de
esta

2.1 Dolor psicógeno

El dolor psicógeno es ese que no fue asociado con una causa orgánica
que explique la presencia de las sensaciones de dolor reportadas por los
pacientes. Este es común en los trastornos clasificados como somatoformes,
tales como la hipocondría y la histeria conversiva.
2.2 El dolor disfuncional

es una manera inadecuada de contestación del organismo frente a las


solicitudes del medio. Se le denomina además como dolor crónico, siendo esta
designación la más utilizada en la literatura científica. Se caracteriza pues
permanece por lo menos 6 meses y no es viable controlarlo por medio de la
atención médica común. Adicionalmente, no se identifica precisamente un mal
físico o lesión que lo mantenga y se manifieste por medio de síndromes como
por ejemplo: tensiones musculares excesivas en superficies determinadas
como la espalda baja, las cefaleas tensionales, lumbalgias y neuralgias. En la
situación del dolor neoplásico (dolor producido por el cáncer), pese a que existe
un mal precisamente reconocido, la intervención psicológica ha revelado ser de
utilidad.

El dolor es un fenómeno complejo, por lo que para entenderlo, se


necesita tener en cuenta múltiples componentes como los biológicos,
psicológicos y sociales. Las personas, durante su historia, aprenden diferentes
tácticas para afrontar el dolor. Lo anterior implica comportamientos motores
tales como quejarse, llorar, descansar, renunciar a el trabajo, tomarse un
analgésico o distraerse; al igual que, relacionadas con el dolor, ejemplificando,
considerarlo corno algo imparable.

El dolor, más que una respuesta pasiva a los estímulos, sería


realmente ‘construido’ por el cerebro por medio de varios sistemas neuronales,
y cuando es crónico parece ser causado por cambios cerebrales. Los
investigadores desarrollaron un modelo basado en análisis cerebrales
obtenidos mediante imágenes de resonancia magnética, que permite predecir
el dolor que una persona sentirá independientemente de los estímulos que
reciba el cerebro. Es decir, el dolor que uno experimenta depende de la
interpretación que el cerebro haga de las señales que el cuerpo le envíe, y esa
interpretación se realiza en zonas del cerebro (corteza prefrontal ventromedial,
núcleo accumbens e hipocampo) tradicionalmente no asociadas con el dolor.
Se trata de las áreas cerebrales que determinan el significado de experiencias
y sensaciones, dolorosas o no. (Woo CW, 2017).

Usando esas actividades cerebrales o ‘marcadores’ (denominados ‘patrones de


dolor independientes de la intensidad del estímulo’), los investigadores pueden
anticipar los diferentes niveles de dolor que una persona experimentará sin
importar la intensidad de los estímulos.

Según (David Butler L. M., 2010) Uno de los problemas con los que
encontramos es que los profesionales de la salud, a menudo, infravaloran la
capacidad de los pacientes para comprender y asimilar conceptos relativos al
dolor. No hay que olvidar que la neurofisiopatologı a
́ del dolor es muy compleja
y abarca una terminologıa muy tecnica y especıfica, difıcilmente extrapolable a
veces al lenguaje del paciente.

El dolor constituye una vivencia mundial que perjudica a toda la


población alguna vez de su historia. La vivencia del dolor se haya modelado
por una relación mutua y dinámica entre los puntos biológicos, psicológicos y
socioculturales que modelan la vivencia del dolor. La evaluación del dolor
debería partir de que es una vivencia multidimensional, exclusiva para cada
individuo, con diversos niveles: nociocepción (la estimulación de las fibras
nerviosas), sensación, percepción, motivación, emoción y valoración cognitiva
(peligro percibido, significado), así como las conductas de dolor (las respuestas
observables, ej. gestos, inacción, demandas de asistencia (Burwinkle, 2008).

De igual manera, la evaluación debería comprender el efecto del dolor


en las ocupaciones sociales y laborales, metas vitales, y en la calidad de vida
generalmente del paciente y los parientes. Todos los pacientes poseen derecho
a que se alivie, controle o prevenga el dolor, para eso se necesita que sean
atendidos por expertos incluidos en conjuntos interdisciplinares con la debida
formación y vivencia en la evaluación y el procedimiento integral del dolor, en
los puntos doctores, psicológicos y sociales. La evaluación del dolor es la base
que permite su control.
Bibliografía
Burwinkle, T. y. (2008). Evaluación psicológica del dolor. SCIELO, 1.

David Butler, L. M. (2010). DOLOR. REVISTA ESPAÑOLA DEL DOLOR, 1.

David Butler, L. M. (2010). EXPLICANDO EL DOLOR. REVISTA DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DEL


DOLOR, 2.

Keefe, D. y. (1992). TRATAMIENTO DEL DOLOR CRÓNICO. scielo , 1.

Woo CW, S. L. (2017). El dolor depende de cómo el cerebro interpreta la información que
recibe. NEUROLOGIA.COM, 23.

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