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Ahora bien, hecho ya el análisis personal del por qué quiero hacer esto, puedo proceder a mejorar
mi noción de lo que es una historia y entender su estructura. Esto me lleva a determinar qué lecturas
son para mí favorecedoras, qué actividades resultan convenientes o práctica, y qué libros de ficción
resultan relevantes en cuanto al género que quiero escribir. Es decir, con lecturas favorecedoras
debo señalar libros sobre teoría de escritura, con actividades que resultan convenientes o práctica,
me refiero a actividades que pongan en práctica los conocimientos que he aprendido, y respeto a lo
último, me refiero a la acción de disfrutar de algo de ficción para el disfrute, generándome así paz, y
así obteniendo placer pero no dejando de recibir información inconscientemente de cómo mejorar
en aspectos muy específicos.
Como escribir la novela va a ser un fin en sí mismo, para el cual todavía no estoy preparado, siendo
realistas, es necesario que conozca a fondo cada aspecto que conforma a una historia y poner estos
conceptos en práctica para que se vuelvan intrínsecos a mi conocimiento, y entonces poco a poco
esté listo para desarrollar la historia.
Pregunta: ¿tengo frescos los conceptos? No. Debo repasarlos y ponérlos en práctica.
La mental: esta no hace falta de realización, pero su duración depende de la memoria a corto a
plazo.
La práctica en el ejercicio: esta nos hace poner en juego el conocimiento aprendido, llegando así a
comprobarlo o cuestionarlo.
El ejemplo: esta requiere que veamos a un exponente en un género determinado para que
analicemos el modo en el que lleva a cabo el determinado concepto que se aborda.
El análisis de una obra: esta consiste en coger una obra, y diseccionar sus partes, para encontrar su
funcionamiento, y aprender en el acto.
Un profesor: es la forma más rápida de todas, pues podemos suplir nuestras dudas rápidamente.
Voy a comenzar a hacer ejercicios a través del análisis de cuentos tradicionales de gran impacto y
luego desarrollaré los míos tratando de imitar todo lo aprendido.
La falsedad para conseguir logros no lleva a la felicidad, sino al vacío del alma, porque el individuo
no consigue lo que en verdad quiere, sino lo que le hace parecer mejor.
En la época de cenicienta.
Las apariencias acaban cayéndose por su propio peso.