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1. Genera una rutina que favorezca a que el niño tenga periodos donde poder relajarse.
En ocasiones están sometidos a rutinas cargadas de tareas y obligaciones, por ello, es
necesario que le ayudes a buscar actividades donde poder descansar y desconectar.
2. Dar importancia a lo que expresan, en especial cuando hablan de cómo se sienten.
Aunque como adultos creamos que sus problemas carecen de importancia, como niños
muchos de ellos generan grandes preocupaciones que deben ser atendidas.
3. Averigua que es lo que le puede estar estresando. Son muchos los factores que
pueden generar ansiedad y, en ocasiones, no son capaces por sí mismos de identificar la
raíz del problema. Es vital saber cuál es el causante de la sintomatología ansiosa para así
poder realizar los cambios y/o intervenciones necesarias.
4. Apórtale nuevas estrategias que le ayuden a manejar su malestar. Puedes practicar
con él relajación, respiración o disciplinas como el yoga. Así mismo la lectura o la música
pueden favorecer a que centre su foco de atención en algo más agradable.
5. Siempre debes ser un ejemplo para tu hijo. Si le mostramos una forma de afrontar
los problemas o temores de manera negativa o ansiosa, es probable que reproduzca este
patrón de conducta. Mantener la calma, siendo un modelo apto y adecuado para resolver
los problemas, servirá para que el niño disponga de un mayor número de estrategias
eficaces para hacer frente aquello que le preocupa.
6. Fomenta su autoestima, recordándole situaciones pasadas donde consiguió logros o
donde venció obstáculos de tal manera que sean fuente de motivación en el
enfrentamiento de nuevas metas. Además puedes recordarle y especificarle los recursos
que le fueron útiles en aquel momento para que así pueda usarlos ante las nuevas
situaciones de temor.
7. Proporciónale un ambiente de amor, seguridad y confianza. Es vital para asumir
nuevas experiencias que el niño sienta apoyo por parte de sus padres así como
transmitirle la confianza suficiente de que dispone capacidades para lograr lo que desea.
8. Ayúdale a sustituir todos aquellos pensamientos, ideas o creencias negativas
que le impiden alcanzar sus objetivos por otros más positivos y adaptativos. Estos
pensamientos (no puedo, no soy capaz, voy a hacerlo mal, etc.) puede verbalizarlos en
situaciones del día a día, y en ese mismo instante puedes ofrecerle un pensamiento
alternativo (voy a intentarlo, yo puedo con esto, etc.) para aumentar las probabilidades de
que se enfrente a las situaciones que teme.
9. Cuando muestre temor o ansiedad ante alguna situación, muéstrale apoyo y dale
ánimos y consuelo. Una vez hecho esto, utiliza alguna estrategia de las comentadas en
líneas anteriores para lograr que venza su miedo y se exponga a él.
10. Enséñale a exponerse a lo que teme de forma gradual. Quizás exponerse
directamente al objeto o situación temida es muy complejo para él, pero antes de llegar a
ello se pueden hacer pequeños acercamientos, los cuales deberán ser reforzados porque
suponen pequeños éxitos que le motivarán para alcanzar el objetivo final.
Finalmente podemos concluir afirmando que es muy importante que los niños sientan que
les escuchamos y comprendemos, pero esto no obvia que les ofrezcamos nuestra ayuda
para que logren superar todo aquello que sean barreras en sus vidas. La comprensión no
se basa en que el menor no se enfrente a aquello que le genera ansiedad, sino en
entender el porqué de ese miedo y en aportarle los recursos necesarios para que consiga
superarlo.
Posiblemente la peor parte de la ansiedad es tener ansiedad ante la ansiedad. La
conocida metáfora de la bola de nieve, que engorda a medida que rueda colina abajo,
puede ayudarnos a ilustrar cómo la ansiedad desenfrenada crece rápidamente. Los niños
pueden aprender a lidiar con la ansiedad a través de la adquisición de dos habilidades
cruciales: capacidad para calmarse y resolver problemas. La escalada de la ansiedad en
los niños puede ser expresada y percibida como un comportamiento desafiante. Enseñar
a tu hijo a escuchar y controlar su ansiedad puede ayudarle mucho ahora y en el futuro, e
incluso mejorar su comportamiento. A continuación se presentan cinco técnicas muy
extendidas en la práctica clínica para ayudar a los niños a manejar la ansiedad:
Animar al niño a hacer una lista de «cosas que salieron bien hoy» al final del día.
Esto ayuda a aquellos niños propensos a la ansiedad a que desarrollen un estilo cognitivo
optimista, fomentando que sean capaces de fijar su atención en lo positivo, así como
valorar sus éxitos diarios.