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Para el establecimiento de una rutina:

En la pared cercana a la cama de tu niño, debes colocar una tablay colocar una
serie de imágenes que se presentan como el expositor de rutinas, entre las cuales
se encuentra:

- Al empezar el día
Despertar, lavarse el rostro, cepillarse, vestirse, ordenar la cama, saludar a mamá
y papá, desayunar, ir al colegio (o realizar otra actividad dependiendo su horario
de clases).

- Al terminar el día
Saludar de nuevo a mamá y papá, ordenar los libros, chequear las tareas
o deberes, bañarse, cenar, guardar materiales para el día siguiente, etc.

Estas actividades las puedes personalizar según vuestros hábitos y la edad de tus
hijos.

Como referencia, puedes tomar las imágenes que te proponemos más arriba, pero
también puedes dibujarlas tú mismo. De esta forma, conseguirás que el
personaje protagonista de la tabla de rutinas se parezca lo más posible a tu
hijo o hija y, por lo tanto, se siente más identificado con él o ella. También
puedes involucrar a tus hijos en el diseño y creación de estas mientras le explicas
su importancia.

Consejos finales para que las rutinas funcionen

Por supuesto, un elemento clave para que la tabla de rutinas funcione es que el


padre se involucre pues, las tarjetas por sí solas no crearán una rutina
satisfactoria para ti y tus niños. Es importante que los hagas partícipe de la
utilización de dicha tabla e incluso cuando estés colocando los expositores en ella,
explicando su significado como representación del día a día que ahora seguirán.

Pero también es importante que muestres firmeza en hacer que tu hijo o hija
cumpla con las tareas asignadas. De modo que puedes aplicar el sistema de
consecuencias y recompensas (felicitar cuando cumple y darle una
consecuencia si no lo hace), así como las negociaciones para establecer un
equilibrio positivo entre enseñar responsabilidad y hacer cumplir tu papel como
padre.
Te mostraremos algunas actividades para
manejar la frustración en niños
Los niños suelen tener reacciones emocionales como expresiones de ira, de ansiedad o
incomodidad principalmente, aunque también tiene reacciones físicas. La frustración se
produce cuando nuestra expectativa y nuestra realidad no coinciden, por tal motivo
aprender a manejar la frustración es sin duda aprender a gestionar los errores de manera
eficaz y entender que equivocarse es clave para los procesos de aprendizaje

Estos son niños con baja tolerancia a la frustración, pero el origen de la problemática


generalmente no reside en las situaciones externas, sino en cómo el pequeño las afronta;
cuando esto ocurre los padres tienen mucho trabajo por hacer más es posible lograrlo
con actividades para manejar la frustración en niños.

Hablemos de qué es la frustración


La frustración se trata de una amarga sensación, ya sea de rabia, impotencia o
tristeza por no poder obtener aquello que deseábamos, esto puede ser algo material, no
concretar algún plan, alguna ilusión, o un proyecto. La realidad es que la frustración es una
emoción secundaria que se percibe de manera negativa en nuestra sociedad.

Esta es una emoción muy frecuente en nuestro día a día, que para los adultos resulta
primordial el saber controlarla. La vida por lo general frustra, y no siempre se consigue lo
que se quiere, aunque hayamos puesto mucho esfuerzo en ello, para evitar esto deben
realizarse actividades para manejar la frustración en niños que puedan atacar la
problemática desde los primeros años.

La frustración en niños según las edades


Teniendo claro qué es la frustración y cómo puede llegar a afectar, es indispensable
aprender a tolerar esta emoción desde la infancia. Veamos cómo es la frustración en los
niños de acuerdo a la edad:

o Los niños de entre 3 y 6 años: Suelen tener conductas que según los adultos son
consideradas egocéntricas o egoístas. Esto sucede porque a esa edad se consideran el
centro del mundo, y es porque no tienen la capacidad empática desarrollada.
o Los niños entre los 6-7 años: A esta edad se empieza a desarrollar la capacidad de poder
ver las cosas desde la perspectiva del otro, lo que se conoce como empatía cognoscitiva.
o Los niños entre los 10-12 años: Aquí es cuando la empatía se termina de desarrollar,
llamándose esta etapa empatía abstracta.

Aprender desde pequeños a tolerar la frustración permitirá que los niños puedan afrontar de
manera positiva los diferentes retos y dificultades que se les presentarán en la vida. Ven,
acompáñanos a conocer algunas de las conductas típicas que puedes observar en tus
estudiantes o hijos que hablan de baja tolerancia a la frustración, para luego entrar de lleno
en las actividades para manejar la frustración en niños. 

¿Cuándo preocuparse? Aquí algunas conductas de


baja tolerancia a la frustración
Estos son algunos indicadores generales que se presentan en la conducta de los chicos, si
llegas a observar algunos de ellos de forma exagerada en el pequeño, es mejor que acudas a
un profesional que te indique actividades para manejar la frustración en niños:  

o Es un niño muy impulsivo y desde hace un tiempo ha empezado a mostrarse


especialmente ansioso.
o Tiene dificultades para controlar sus emociones. Por ejemplo: cuando está triste le cuesta
salir de ahí, o cuando muestra enfado tarda mucho en dejar de estarlo y es muy
complicado “distraerle” de ese estado.
o Es muy muy exigente.
o Evita enfrentarse a nuevos retos, probar nuevas cosas (por temor al fracaso o a lo
incontrolable).
o Cuando no consigue lo que quiere enseguida llora.
o Se niega a continuar con la actividad, mostrando enojo, lanza objetos, patalea, grita.
o Es poco flexible: se molesta fácilmente cuando hay cambio de planes o cuando algo que
esperaba no se ha cumplido.
o Tiene poca paciencia y se aburre rápidamente o de un modo exagerado cuando tiene que
esperar, mostrando un claro malestar.
o Presenta una actitud muy egocéntrica que ya no es propia de la edad.

A continuación te presentaremos algunas de las técnicas que puedes aplicar para manejar
estas situaciones. Sin embargo y como te decíamos antes, es importante resaltar que si
observas algunas de estas conductas en el pequeño de forma extrema o muy marcada,
puedas recurrir a ayuda profesional, es decir, solicita el apoyo de un psicólogo o algún
orientador, seguramente te dará algunas actividades para manejar la frustración en
niños. 

Veamos las técnicas o actividades para manejar


la frustración en niños
El hecho de que los niños tengan baja tolerancia a la frustración, se puede deber a muchos
motivos: baja autoestima, no saber aceptar fracasos, estar excesivamente mimado y
sobreprotegido, etc. Para los adultos no es difícil controlar nuestra emociones ante la
frustración, pero a los pequeños les cuesta más, por eso la labor de los padres
es enseñarles a conseguirlo mediante actividades para manejar la frustración en niños.

A continuación, algunas técnicas para enseñar a los más pequeños a manejar la frustración:

Evita la sobreprotección y el exceso de permisividad


La sobreprotección no permite a los niños afrontar el fracaso, evitemos que se produzca
dándoselo todo hecho, ayudándoles en todo. La permisividad incapacita a los niños para
hacer frente a los problemas.

Sé su modelo
Que el niño vea cómo afrontas problemas y dificultades cotidianas sin expresar alguna
conducta negativa.

Ayúdale a identificar sus emociones


Esto le ayuda para que luego pueda gestionarlas mejor. Por ejemplo, pregúntales cosa como
¿qué sientes cuando estás triste? ¿Qué necesitas para estar menos triste? Y, una vez
ocurrido el cambio, da respuestas como "Qué bien, ahora estás muy contento, ¿verdad?".

Esta es una de las mejores actividades para manejar la frustración en niños.

Enseñarle a pedir ayuda


No pasa nada por pedir ayuda y no es nada malo, al contrario, le permite reconocer sus
debilidades y saber que siempre puede contar con alguien más.

Dejar que se equivoque


Es importante que entienda que es una de las mejores maneras de aprender.

Léele cuentos infantiles que aborden el tema


Entre las actividades para manejar la frustración en niños esta es una opción excelente,
pues les ayuda a ver de manera gráfica la forma en como pueden mejorar sus reacciones.
Puedes acudir a librerías especializadas donde te asesoren sobre cuáles cuentos son los
indicados.

Normalizar el perder
Con nuestra conducta y a través de los juegos, podemos ir quitándole importancia a esto de
perder. Funciona muy bien el ir verbalizando estas ideas mientras jugamos, pero no de un
modo explícito.
Reforzar los pasos y no solo las metas
Con esto ayudamos a que sea el camino, su esfuerzo, sus acciones, lo que vale la pena y lo
que tiene que valorar, no solo el logro final.

Relajarse o salir del estado en el que entra cuando se


frustra
Busca diferentes tipos de relajaciones infantiles, como salir a caminar al aire libre, ver una
película, escuchar música infantil, leer cuentos infantiles en pdf, jugar algo más tranquilo,
pueden ser excelentes actividades para manejar la frustración en niños.

Procura que participe en actividades o juegos que


motiven su paciencia
Nos referimos a aquellos en los que la recompensa no sea inmediata, en las que la espera
sea parte del proceso, así deberá tener paciencia. Es una de las mejores actividades
para calmar y manejar la frustración en niños. 

Si bien trabajar la tolerancia a la frustración en niños con casi cualquier juego es posible,


una última sugerencia que pudiéramos resaltar es que por lo general, que un niño pequeño
se moleste por cualquier motivo es completamente normal. Intentemos ser más
comprensivos con ellos y ayudémosles a superar la frustración y a reforzar sus habilidades
para la vida, recuerda también aplicar las actividades para manejar la frustración en
niños desde temprana edad para que puedan aprender a tiempo como manejar estas
situaciones. 

https://www.euroinnova.edu.es/blog/actividades-para-manejar-la-frustracion-en-ninos
5 pautas para educar el respeto desde la familia:
Enseñar  respeto es algo que preocupa a las familias y está dando un
giro importante en la sociedad actual. ¿Por qué es importante que sepan
respetar? La diversidad es cada vez mayor y debemos construir una
sociedad saludable para convivir con tolerancia.

El respeto se educa y se trabaja desde casa


No se puede pretender que sea solo la sociedad o el exterior quien
inculque respeto a los niños. Es muy importante trabajarlo en la familia
porque educar implica también educar en el conocimiento de uno mismo.
Saber cómo somos para entender  que todos tenemos los mismos
derechos.

Pautas para trabajar el respeto


1. Comenzar desde que son muy pequeños

Esta premisa no es nueva en la educación de los hijos. Es importante no


pensar que son pequeños y que ya lo haremos, puesto que
son valores básicos que van a construir un buen andamiaje en el interior
de cada niño para lograr que sean buenas personas.

2. Mostrarles la realidad social que les rodea

Muchas familias viven en su burbuja y se esfuerzan para que sus hijos no


sufran y eviten riesgos. Pero vivir en una única realidad limita conocer
otros entornos y situaciones. El desconocimiento los puede llevar a
pensar que su realidad es la válida y correcta y el resto no.

Es muy importante enriquecer a los niños con el conocimiento de


la diversidad y las cosas buenas de cada una de las personas que la
componen.
Enseñarles a respetar a los demás con sus casuísticas propias y no
pensar que sólo lo suyo es lo mejor o lo correcto.

3. Enseñarles tolerancia para admitir al diferente

Hacerles ver que, a pesar de que algo no les guste, deben saber
respetarlo. No todos piensan lo mismo, ni les gustan las mismas cosas.
Justo en esa diversidad es donde emana la riqueza de una sociedad
plural.

Todo esto debe estar acompañando de una gran comunicación entre los


padres e hijos y de un ejemplo por parte de los padres. No se puede
pretender que aprendan respeto si no lo ven en casa, con los propios
padres.

4. Respetar a las personas mayores

Algo que también es importante trabajar desde casa es el respeto hacia


los mayores.

Si preguntáramos a cualquiera de nuestros ancianos sobre cambios


significativos que perciben en la educación, no existiría mucha
discrepancia en que, el respeto a los mayores y el modo en que los niños
y jóvenes tratan al adulto, es uno de los cambios mas significativos y
notorios.

Hace ya varias generaciones el respeto a los mayores se daba


totalmente por hecho, no se concebía que no fuera así. Desde muy
pequeños se aprendía que, a los adultos, por el simple hecho de serlo,
se les tenía que respetar y que su palabra tenía más valor cuanta más
edad tenían.

Prácticamente, este hecho se trabajaba casi como si fuera de manera


innata porque era la única opción, no cabía otra manera de actuar con un
adulto.
4. Fomentar la comunicación

El respeto, en muchas ocasiones, venía asociado a una autoridad más


extrema o disciplinaria. Se llegaba incluso a utilizar muchas consignas
lingüísticas del tipo “esto es así porque lo digo yo y punto”, “lo decido yo
que soy mayor”, anulando, en todo momento, la posibilidad de rebatir una
norma al adulto, dialogar sobre una orden o poder ofrecer otra
alternativa.

En educación, conforme se han ido produciendo cambios en los estilos


educativos se ha ido pasando de un autoritarismo a sistemas más
permisivos.

Un cambio significativo dentro de los estilos educativos ha sido dar la


oportunidad a los niños de opinar, pensar o transmitir su criterio.

Se ha introducido la conversación y el diálogo, teniendo en consideración


al niño. Este aspecto es muy positivo. Se consigue que los niños
aprendan a hacer las cosas de manera razonada, que entiendan por qué
deben hacerlo y no que sea por imposición o incluso por miedo a las
consecuencias que pueda tener no hacerlo.

Pero hay que saber utilizar el dialogo con cierto equilibrio. El adulto
siempre debe ser quien controle la situación porque si no es así se puede
llegar a un permisivo peligroso y ser el niño quien domine dicha situación
e incluso se pueda llegar a perder la autoridad y, como consecuencia, el
respeto al adulto.

Este cambio, en los estilos educativos, ha influido en el respeto a los


mayores, hasta el extremo de estar, los niños, cuestionando
constantemente las decisiones de los adultos, no valorando sus
opiniones, ni haciendo caso a lo que transmiten.

5. Educar no es imponer

Además, de este cambio en el estilo educativo, tampoco ha beneficiado,


con respecto a los adultos, el hecho de pensar que simplemente por ser
adultos tenemos ganada la autoridad y tienen que ser respetados.
Esto significa que la autoridad y el respeto no vienen con el título de
padre, abuelo o adulto en general, sino que nos la tenemos que ganar.
Hay que demostrarles que aquello que les hacemos o pedimos es por su
bien. Que tenemos criterio para decidirlo, cosa que ellos, por su falta de
experiencia o madurez igual no lo tienen.

Tenemos que tratar de ganarnos su confianza siendo un buen ejemplo


para ellos. Que vean que a pesar de que lo que les pedimos no es lo que
ellos esperan, se lo decimos por su bien.

Este punto es difícil de lograr, puesto que de manera interna les gustaría
hacer las cosas de otra forma. Pero, en cambio, deben hacerlo del modo
que nosotros les sugerimos.

Si trabajamos esta autoridad y respeto desde que son pequeños cuando


todavía no tienen mucho criterio, ganamos su confianza y, además,
sentirán que estamos a su lado y que les apoyamos de manera
incondicional.

En el momento que crezcan y empiecen a cuestionarse ciertos aspectos,


a pesar de que no estén de acuerdo, primará la confianza por encima de
todo.

Tenemos que pensar que nos debemos ganar ese respeto, pero también
hay situaciones en las que es difícil hacerles entender que la decisión
tomada es lo mejor para ellos.

Es por esto que nos encontraremos con situaciones en las que las cosas
serán como nosotros marquemos porque es lo mejor para ellos. Somos
adultos y tienen que tratar de confiar en nosotros.

Hay explicaciones que, según la edad que tengan, no van a entender,


por lo que sólo les queda confiar y obedecer lo que se les dice.

Es importante, reflexionar sobre ello para hacer hincapié en la


importancia de enseñar a los niños, desde muy pequeños, a respetar a
las personas, en general, y saber transmitir el respeto al adulto con
autoridad moral.
Esta autoridad estará basada en una educación en la que prime la
exigencia con cariño.

Estableciendo normas y límites con niños y


niñas.
Carolina Diez Pastene
Psicólogo Clínico
Servicio Fono Infancia-Fundación Integra

¿Ha pensado que su hijo/a no le hace caso en nada?


¿Ha sentido que le debe hacer caso sólo por el hecho de que usted es la persona adulta?
¿Ha llegado a pensar que la mejor forma de que le haga caso es dejarlo/a hacer lo que quiera
o no dejarlo/a hacer nada?
¿Le ha dicho a su hijo/a que tiene que “portarse bien” sin que usted sepa qué significa
“portarse bien”?
¿Le ha dicho que deje de pelear, casi gritándole?
Si estas preguntas le parecen cercanas, es muy probable que esté teniendo dificultades para
establecer normas y límites con su hijo/a, un tema que sin duda es bastante común, pero que
puede traer a padres y madres más de un dolor de cabeza. Entonces, ¿cómo se puede
abordar este tema?
Lo digo porque te quiero…
Es muy importante considerar que tanto las normas como los límites son una demostración de
cariño hacia los niños/as, pues les hace sentir protegidos y cuidados. Es una forma de
reconocer sus Derechos, pues es responsabilidad de los adultos mostrarles las cosas que
pueden o no pueden hacer. Además, les permite saber de manera explícita qué esperan los
adultos de ellos/as y así ir prediciendo sus reacciones, lo cual favorece el aprendizaje del
autocontrol y la convivencia con sus pares.
Si entendemos de esta forma las normas y límites, podremos entonces evitar sentirnos
culpables o que estamos haciendo algún tipo de daño a los niños/as, sentimiento muy común
que surge cuando al intentar establecer normas y obtenemos una reacción de desaprobación
fuerte, expresada a través de llantos y enojos que, comprensiblemente, no les son indiferentes
a padres y madres.
En busca del equilibrio y el sentido…
Establecer normas y límites no es una tarea fácil ya que requiere paciencia y constancia. Es
usual, por ejemplo, que los adultos sean en algunos momentos permisivos y en otros
autoritarios con los niños/as. El problema es que ambos estilos de crianza hacen que niños y
niñas no se sientan queridos o protegidos por los adultos, pues, por una parte, al ser
permisivos se les transmite “da lo mismo como te portes, no me interesa lo que hagas o dejes
de hacer”; y, por otra, al ser autoritario se les comunica “no quiero que crezcas, no quiero que
te equivoques ni que aprendas de tus errores”.
Por esta razón, es importante que al momento de establecer normas y límites, los adultos
encuentren un equilibrio que permita que niños y niñas se sientan dentro de un marco que les
dé seguridad, pero que a la vez les entregue alternativas de acción y que promueva su
autonomía. En términos sencillos es “rayarles la cancha”, es decirles “dentro de este espacio
te puedes mover, pero con ciertas reglas”.
Otro aspecto importante es que el adulto se pregunte por el sentido que tendrán las normas y
los límites para su hijo/a. Si para el adulto no hay un sentido claro, menos lo tendrán para el
niño o niña y, por ende, hay menor probabilidad de que las respete. Por ejemplo, la norma
“quédate tranquilo” ¿cuál es el sentido que tiene? ¿le hará sentido a su hijo/a?
Aspectos a considerar:
Antes de instalar normas y límites con su hijo/a es importante acoger lo que siente ante éstos,
pues le permite sentirse comprendido por los adultos.
Para que su hijo/a entienda normas y límites, es necesario que se les transmitan de manera
clara. En este sentido, es importante que evite frases como “pórtate bien”, pues es probable
que lo que para usted significa portarse bien, para su hijo/a signifique algo distinto.
Transmítale las normas y los límites en términos positivos “mantén tu pieza ordenada” y no en
términos negativos “no desordenes tu pieza”, pues de esta manera su hijo/a aprenderá mejor
las cosas que puede hacer y no las que no puede hacer.
Los “no” sin un sentido, pueden provocar que su hijo/a sienta que las normas y los límites son
imposiciones arbitrarias, ante lo cual es esperable que sienta rabia y frustración. Esto no
significa que no pueda usar la palabra “no” con su hijo/a, pues hay situaciones en las cuales
es necesario.
Considere que, tanto para usted como para su hijo/a, el establecimiento de normas y límites
es un proceso de continuo aprendizaje donde es esperable que ocurran retrocesos. En este
sentido, es importante que usted como adulto sea consistente con las normas y los límites que
establece en el transcurso del tiempo, es decir que no cambien ante factores externos como
su estado de ánimo, su sobrecarga laboral, etc., pues esto confundirá a su hijo/a.
Es importante que su hijo/a aprenda a respetar las normas y los límites, no porque las dice un
adulto y “debe hacerle caso”, sino porque el sentido que éstas tienen para él/ella. Cuando
los/as niños/as aprenden a respetar una norma sólo porque lo dice un adulto, es muy
esperable que cuando ese adulto no esté a su lado no la respete.
Establezca con anterioridad las consecuencias de no cumplir una norma, pues esto le permite
a su hijo/a ir aprendiendo a autorregularse. Las consecuencias deben ser coherentes con el
sentido de la norma, pues así evitará que su hijo/a aprenda a respetarla sólo por el temor a las
consecuencias.
Las consecuencias de no cumplir una norma deben ser posibles de cumplir por los adultos.
Muchas veces desde el enojo, la rabia y la impotencia, los adultos imponen consecuencias
exageradas para niños y niñas (“no vas a ver nunca más televisión”, por ejemplo). El problema
de esta situación es que niños y niñas aprenden que da lo mismo como se porten, pues las
consecuencias de transgredir una norma no se cumplen.
Ponga atención también al cumplimiento de las normas, muchas veces estas situaciones
pasan inadvertidas, pero si las hacemos notar niños y niñas sentirán que vale la pena
aprender a autoregularse.
Priorice la cantidad de normas que quiere establecer con su hijo/a, pues cuando son muchas
es muy probable que se agobie y confunda, no permitiéndole distinguir qué es lo
efectivamente importante.
Considere la edad y la etapa de desarrollo en la cual se encuentra su hijo/a, pues
dependiendo de esto hay cosas que puede o no comprender. Si bien hay cosas que puede
comprender es esperable que no siempre actúe en función de éstas. Éstas deben ir
cambiando según las necesidades de niños y niñas, pues a medida que éstos crecen van
aprendiendo a tomar decisiones y asumir responsabilidades distintas.
Es importante que los adultos a cargo del cuidado de niños y niñas, estén de acuerdo
respecto a las normas y límites que establecen y eviten contradecirse delante de ellos/as,
pues cuando esto ocurre se sienten confundidos respecto de lo que se espera de ellos/as.
Evite emitir juicios como “siempre te portas mal”; “eres porfiado/a”; “nunca me haces caso”,
pues este tipo de frases hace que su hijo/a se sienta valorado/a más por lo que hace o no
hace, y no, por lo que es.

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