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La caja de la rabia:
La caja de la rabia es una técnica muy fácil de aplicar. Básicamente, cada vez
que el niño tiene una rabieta o se siente frustrado debe plasmar su enfado en
un dibujo libre, una estrategia que le permitirá canalizar sus emociones, relajar
las tensiones acumuladas y aliviar la frustración.
Al terminar el dibujo, es probable que su enfado también haya pasado. Entonces
el niño debe contemplar lo que ha dibujado para concienciar las emociones que
ha plasmado en el papel, en este momento se le puede pedir que le haga “manos”
y “pies” a su dibujo para que personalice a su monstruo de la rabia, lo cual hará
que la técnica sea aún más divertida. A continuación debe arrugar el papel, y
con él al personaje, y depositarlo en una caja con tapa para que su monstruo
de la rabia no vuelva a salir.
Lo más importante de esta técnica es que el niño haga consciente sus
emociones no deseadas y que aprenda a controlarlas de forma sencilla. Esta
simple estrategia le ayudará a redirigir su enfado hacia emociones más
agradables o deseadas a la vez que le enseñará a controlar sus arranques de ira
o agresividad.
El niño no debe percibir esta técnica como un castigo, sino como una
herramienta útil para su desarrollo. Por eso, es importante que no se convierta
en una especie de “tarjeta roja” que los padres sacan cuando el niño está a punto
de perder el control, sino que realmente fomente la introspección, de manera
que cuando el niño crezca, sea él mismo quien la aplique.
Para ello, es fundamental que le ayudes a identificar los signos que indican que
está enfadado o frustrado. También debe aprender a identificar el “punto de no
retorno”, en el cual pierde el control, para que sea capaz de detenerse antes de
llegar a ese momento.
Es una técnica muy útil para fomentar el autocontrol, sobre todo en los
momentos de ira y agresividad. Para ponerla en práctica, basta pedirle que
imagine su interior como si fuera un volcán que contiene toda su fuerza y energía.
Puedes explicarle que, como la mayoría de los volcanes, su interior también puede
entrar en erupción, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. De esta
forma, le estarás enseñando a reconocer los signos de ira y agresividad,
relacionándolos con la lava caliente y la erupción, para que pueda detenerse
antes de llegar al punto de no retorno. Una vez que el pequeño sea capaz de
distinguir su enfado e impulsividad, podrás enseñarle algunas técnicas para
relajarse, como pedirle que cuente hasta 10 o 20 o que respire profundamente
hasta que se le pase la ira.
Este es un ejercicio muy sencillo con el que le das una retroalimentación al niño
sobre su comportamiento, para que pueda reflexionar y controlar su ira y/o
agresividad. Básicamente, la técnica consiste en ofrecerle una señal que le alerte
cuando está demasiado irritado o a punto de ponerse agresivo. Para aplicarla
necesitarás un cartón de colores, que imiten las luces de un semáforo. Tendrás
que explicarle al pequeño cómo funciona el semáforo y decirle que, a partir
de ese momento, funcionaréis como un semáforo en casa. La luz verde es para
indicar que debe buscar una mejor manera de expresar lo que siente, la naranja
para señalar que debe reflexionar sobre lo que está sintiendo y la roja para
decirle que debe detenerse porque la situación se le ha ido de las manos o está
a punto de perder el control.
5. Da el ejemplo
El RINCON DE PENSAR
Da una advertencia. Una sola advertencia es necesario para que los niños sepan
qué viene después. No debe ser algo repetitivo. Si el niño no coopera, dar una
segunda advertencia y si no coopera, aplicar el tiempo para pensar.
Anuncia el tiempo de espera. Si el niño no parece colaborar, dile brevemente
lo que ha hecho mal antes del tiempo de espera. Es necesario que le expliques
por qué hay que pensar y que le ayudes a hacerlo. Debe sentirse comprendido,
recuerda que detrás de un mal comportamiento siempre hay una emoción difícil
de expresar.
Sentado. El tiempo de espera es mejor hacerlo en una escalera, una silla o un
sofá. Un lugar donde no tenga distracciones.
Cuenta el tiempo con un reloj. El tiempo de espera no debe superar la edad que
tenga el pequeño y nunca más de 5 minutos aunque pasen de los 5 años. Más
tiempo solo hará que se quiera levantar sin pensar en lo que ha ocurrido, además
deberás estar pendiente y no dejarle totalmente solo. Puedes poner una alarma
para que sepa que hay un tiempo concreto.
Debe ser aburrido. El tiempo para pensar debe ser aburrido, aunque estés
pendiente no debes hablar con él hasta pasado el tiempo que entonces empatices
con él, con la situación y busquéis una solución.
Cuando suene la alarma, acércate a tu hijo y habla sobre lo ocurrido. Dale
todo tu amor y buscar una solución a lo que ha pasado, necesita tus orientaciones
y tu cariño para mejorar su conducta.
Poco a poco, y a medida que se dé cuenta de que estás a su lado y que escuchas
sus sentimientos y le ayudas a buscar soluciones, entonces él también estará
dispuesto a escuchar.
La técnica del sándwich se puede aplicar con los niños mayores de 5 años y
es muy efectiva en los pequeños rebeldes. Su objetivo principal es lograr un
cambio de comportamiento a través de una crítica constructiva, haciendo que los
niños reflexionen sobre la conducta inadecuada.
El método también fomenta la receptividad en los niños para que logren cambiar
otras conductas en el futuro, a la vez que fortalece la autoestima infantil y
facilita la comunicación entre padres e hijos. A través de esta técnica los
padres también pueden hacerles saber a sus hijos lo que esperan de ellos y les
enseñan a ser mejores personas.
¿Cómo se aplica la técnica del sándwich?
La técnica del sándwich es muy fácil de aplicar ya que consta de tres pasos
principales: el primero consiste en ofrecer una auténtica
retroalimentación, elogiando una conducta, actitud o cualidad del niño, a lo que
le sigue la petición del cambio de comportamiento y, por último, un mensaje
positivo que lo motive a mejorar.
Por ejemplo, si quieres que el pequeño sea más bondadoso con sus amigos y le
preste sus juguetes, debes hacerle saber primero cuán orgullosa te sientes
de la relación que mantiene con sus amigos. Puedes decirle: “Sabes, me
enorgullece mucho que tengas tantos amigos y que se lleven tan bien, es muy
gratificante verlos jugar juntos y saber que les ayudas cuando te necesitan. Creo
que sabes cómo ser un buen amigo y eso me hace muy feliz”.
A continuación, puedes incluir la crítica: “Sin embargo, he notado que a veces no
quieres prestarles tus juguetes y eso no está bien. Sería bueno que compartas
tus cosas con ellos, sobre todo porque ellos lo hacen contigo”.
Por último, debes transmitirle un mensaje positivo que lo motive a cambiar su
comportamiento y que le deje un buen sabor en la boca tras la crítica que acaba
de recibir. En este caso, puedes comentarle: “Prestarles los juguetes a tus
amigos te convierte en un niño más bondadoso y fortalece vuestra amistad.
Además, me haría muy feliz ver cómo se llevan mejor cada día”.
En este punto, puedes preguntarle qué piensa al respecto o simplemente dejar
que reflexione sobre lo que le has dicho.
¿Cuándo aplicar esta técnica?
La técnica del sándwich puede aplicarse en cualquier circunstancia, aunque lo
ideal es que aproveches para hablar con tu hijo después de haber tenido la
conducta que quieres eliminar, de manera que sea plenamente consciente de lo
que ha hecho. No obstante, si notas que el pequeño está enfadado o
demasiado eufórico, será mejor que esperes a que se calme, de lo contrario,
es probable que haga oídos sordos a la crítica.
También es importante que emplees la técnica con mesura. Si la utilizas con
frecuencia puedes crear un precedente negativo en el niño, quien puede
asumir los elogios como la antesala de una crítica. En este caso, el método no
solo perdería su efectividad sino que sería contraproducente, de manera que
podrías reducir el efecto positivo de los elogios, afectar la autoestima de tu hijo
y hacer que pierda la confianza que ha depositado en ti.