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Estrategias para conductas disrruptivas

La caja de la rabia:

Cómo aplicar la técnica de la caja de la rabia?

La caja de la rabia es una técnica muy fácil de aplicar. Básicamente, cada vez
que el niño tiene una rabieta o se siente frustrado debe plasmar su enfado en
un dibujo libre, una estrategia que le permitirá canalizar sus emociones, relajar
las tensiones acumuladas y aliviar la frustración.
Al terminar el dibujo, es probable que su enfado también haya pasado. Entonces
el niño debe contemplar lo que ha dibujado para concienciar las emociones que
ha plasmado en el papel, en este momento se le puede pedir que le haga “manos”
y “pies” a su dibujo para que personalice a su monstruo de la rabia, lo cual hará
que la técnica sea aún más divertida. A continuación debe arrugar el papel, y
con él al personaje, y depositarlo en una caja con tapa para que su monstruo
de la rabia no vuelva a salir.
Lo más importante de esta técnica es que el niño haga consciente sus
emociones no deseadas y que aprenda a controlarlas de forma sencilla. Esta
simple estrategia le ayudará a redirigir su enfado hacia emociones más
agradables o deseadas a la vez que le enseñará a controlar sus arranques de ira
o agresividad.

La técnica del semáforo:

En qué consiste la técnica del semáforo?

El principal objetivo de esta técnica es enseñar a los niños a identificar la


ira, para que luego puedan gestionarla de manera más asertiva, aprendiendo los
diferentes pasos del autocontrol emocional. De hecho, no debemos olvidar que
lidiar con la ira puede ser difícil para cualquier persona, independientemente de
su edad, pero es especialmente difícil para los niños pequeños porque suele ser
una emoción compleja y abrumadora.
Antes de poner en práctica esta técnica, es conveniente que le expliques bien
el funcionamiento del semáforo y diseñes uno en casa. También debes
explicarle que las emociones no son sus “enemigas” pero que existen algunos
estados emocionales, como la ira, el miedo y la frustración, que pueden llevarle
a comportarse de manera inadecuada, haciendo daño a los demás o a sí mismo.
Por eso es importante aprender a gestionar esas emociones cuanto antes.
Rojo, significa detenerse, y se debe activar antes de que el niño pierda por
completo el control.
Amarillo, significa reflexionar, es el momento para encontrar la solución más
adecuada para el problema que provoca la ira o frustración.
Verde, significa avanzar y poner en práctica la solución, pero siempre de manera
responsable y sin herir a los demás.
De cierta forma, los colores del semáforo representan las etapas de la
gestión emocional. En un primer momento se experimentan esas emociones,
entonces es necesario detenerse para que estas no tomen el mando. Luego se
pasa a una fase en la que es necesario reflexionar sobre lo ocurrido, es una etapa
de pausa donde en un primer momento pueden acumularse más emociones
negativas pero poco a poco estas se van disipando dejando en su lugar emociones
más agradables y positivas. Por último, llegará el momento en que sea posible
poner en práctica una estrategia de afrontamiento razonada.

Cómo aprovechar al máximo esta técnica?

El niño no debe percibir esta técnica como un castigo, sino como una
herramienta útil para su desarrollo. Por eso, es importante que no se convierta
en una especie de “tarjeta roja” que los padres sacan cuando el niño está a punto
de perder el control, sino que realmente fomente la introspección, de manera
que cuando el niño crezca, sea él mismo quien la aplique.
Para ello, es fundamental que le ayudes a identificar los signos que indican que
está enfadado o frustrado. También debe aprender a identificar el “punto de no
retorno”, en el cual pierde el control, para que sea capaz de detenerse antes de
llegar a ese momento.

Al principio, cuando el niño es pequeño, tendrás que guiarle a través del


proceso. No solo tendrás que detenerle antes de llegar al punto de no retorno
sino también ayudarle a buscar la causa de ese enfado y/o frustración, así como
proponerle soluciones más asertivas y enseñarle a evaluar las consecuencias de
sus acciones.
Una vez que se apropie de la técnica, no solo puede utilizarla para gestionar la
ira sino también otras emociones como la preocupación, el miedo, la decepción y
la tristeza. También podéis elaborar entre ambos una serie de actividades
que le ayuden al pequeño a relajarse y recuperar el control, como usar
el frasco de la calma, escuchar música, practicar algún ejercicio de relajación,
contar hasta 100, cantar una canción, jugar con su mascota… Más adelante, él
mismo se dará cuenta de cuáles son las estrategias más adecuadas para lidiar
con los distintos tipos de emociones.
Estrategias para evitar que tu hijo se convierta en un niño agresivo

1. Recurre a la caja o el monstruo de la rabia

Se trata de una técnica diseñada por la psicóloga Marina Martín, basada en el


cuento infantil “Vaya Rabieta”, de la escritora francesa Mireille d’Allancé. Su
aplicación es muy sencilla: cada vez que tu hijo se sienta frustrado o enfadado,
incítalo a que plasme su ira en un dibujo libre. Es una herramienta que le
permitirá canalizar sus emociones negativas, aliviar la frustración y el enojo
y relajar las tensiones acumuladas. Al terminar el dibujo, pídele que lo observe
para que concientice su ira, también le puedes motivar a que le ponga un nombre
a su “monstruo de la rabia” y a continuación incítalo a arrugar el papel y
depositarlo en una caja con tapa o en la basura para que el monstruo no vuelva a
salir nunca más.

2. Motívalo a practicar ejercicio físico

El ejercicio físico reporta enormes beneficios para el cerebro, sobre todo


cuando se trata de actividades aeróbicas. De hecho, se ha demostrado que
mientras el niño practica deporte, su cerebro produce más endorfinas, las cuales
hacen que se sienta mejor consigo mismo, a la vez que libera las tensiones y se
siente más relajado. Deportes como la natación, las artes marciales o el
fútbol le ayudan a gestionar mejor sus emociones, ganar en autocontrol y
mantener a raya la ira y agresividad. Además, son una buena excusa para que
tu hijo aprenda a relacionarse con otros niños de su edad y desarrolle sus
habilidades comunicativas.
3. Muéstrale cómo es el volcán que habita en su interior

Es una técnica muy útil para fomentar el autocontrol, sobre todo en los
momentos de ira y agresividad. Para ponerla en práctica, basta pedirle que
imagine su interior como si fuera un volcán que contiene toda su fuerza y energía.
Puedes explicarle que, como la mayoría de los volcanes, su interior también puede
entrar en erupción, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. De esta
forma, le estarás enseñando a reconocer los signos de ira y agresividad,
relacionándolos con la lava caliente y la erupción, para que pueda detenerse
antes de llegar al punto de no retorno. Una vez que el pequeño sea capaz de
distinguir su enfado e impulsividad, podrás enseñarle algunas técnicas para
relajarse, como pedirle que cuente hasta 10 o 20 o que respire profundamente
hasta que se le pase la ira.

4. Controla su conducta con un semáforo

Este es un ejercicio muy sencillo con el que le das una retroalimentación al niño
sobre su comportamiento, para que pueda reflexionar y controlar su ira y/o
agresividad. Básicamente, la técnica consiste en ofrecerle una señal que le alerte
cuando está demasiado irritado o a punto de ponerse agresivo. Para aplicarla
necesitarás un cartón de colores, que imiten las luces de un semáforo. Tendrás
que explicarle al pequeño cómo funciona el semáforo y decirle que, a partir
de ese momento, funcionaréis como un semáforo en casa. La luz verde es para
indicar que debe buscar una mejor manera de expresar lo que siente, la naranja
para señalar que debe reflexionar sobre lo que está sintiendo y la roja para
decirle que debe detenerse porque la situación se le ha ido de las manos o está
a punto de perder el control.

5. Da el ejemplo

La mejor manera de enseñarle a un niño a autocontrolarse y regular su


agresividad consiste en convertirse en su modelo a seguir. Los niños suelen imitar
los comportamientos de los adultos, sobre todo de sus padres, y si tienen un
buen patrón de autocontrol, seguramente terminarán aplicando esas mismas
estrategias para gestionar sus emociones y comportamientos. Por eso, es
importante que frente a tu hijo siempre intentes mantener la calma y,
cuando por algún motivo, pierdas los nervios, utilices una técnica de
relajación para retomar el control de tus emociones. También es conveniente
que le expliques por qué te has enfadado y reconozcas tu error.

El RINCON DE PENSAR

El rincón de pensar es una técnica muy utilizada por padres y profesionales


educativos para que los niños aprendan a pensar en el comportamiento que
han hecho y que se encuentren soluciones. Pero si se utiliza esta técnica de
forma equivocada puede crear problemas en los pequeños. Es importante que
los niños se sientan comprendidos y respetados todo el tiempo mientras se usa
esta técnica. Aunque en ocasiones la técnica no es suficiente y es necesario
aplicar otras alternativas al rincón de pensar. Aplicar el rincón de pensar
como una técnica mejorada

Si preguntas tanto a profesionales como a padres cómo suelen utilizar esta


técnica, es probable que te encuentres con una gran variedad de respuestas y
que muchos de ellos, utilicen esta estrategia que debe ser positiva como un
castigo (que es negativo). Esta estrategia para que sea eficaz debe ser suave y
sobre todo, empática con el niño pequeño. Para conseguirlo hay que seguir los
siguientes pasos:

 Da una advertencia. Una sola advertencia es necesario para que los niños sepan
qué viene después. No debe ser algo repetitivo. Si el niño no coopera, dar una
segunda advertencia y si no coopera, aplicar el tiempo para pensar.
 Anuncia el tiempo de espera. Si el niño no parece colaborar, dile brevemente
lo que ha hecho mal antes del tiempo de espera. Es necesario que le expliques
por qué hay que pensar y que le ayudes a hacerlo. Debe sentirse comprendido,
recuerda que detrás de un mal comportamiento siempre hay una emoción difícil
de expresar.
 Sentado. El tiempo de espera es mejor hacerlo en una escalera, una silla o un
sofá. Un lugar donde no tenga distracciones.
 Cuenta el tiempo con un reloj. El tiempo de espera no debe superar la edad que
tenga el pequeño y nunca más de 5 minutos aunque pasen de los 5 años. Más
tiempo solo hará que se quiera levantar sin pensar en lo que ha ocurrido, además
deberás estar pendiente y no dejarle totalmente solo. Puedes poner una alarma
para que sepa que hay un tiempo concreto.
 Debe ser aburrido. El tiempo para pensar debe ser aburrido, aunque estés
pendiente no debes hablar con él hasta pasado el tiempo que entonces empatices
con él, con la situación y busquéis una solución.
 Cuando suene la alarma, acércate a tu hijo y habla sobre lo ocurrido. Dale
todo tu amor y buscar una solución a lo que ha pasado, necesita tus orientaciones
y tu cariño para mejorar su conducta.

Poco a poco, y a medida que se dé cuenta de que estás a su lado y que escuchas
sus sentimientos y le ayudas a buscar soluciones, entonces él también estará
dispuesto a escuchar.

Alternativas posibles al rincón de pensar

 Reforzar comportamientos positivos

 Identificar y reforzar los comportamientos positivos, tales como jugar


con cuidado y hablando amablemente. Alabar y ofrecer recompensas por
estos comportamientos, harán que el niño comprenda que se presta más
atención a su buena conducta y que es él quién decide comportarse de ese
modo.

 Utilizar el lenguaje positivo

 En lugar de decir lo que NO está bien y lo que NO debe hacer, se puede


hablar desde un enfoque mucho más positivo. Por ejemplo, en lugar de
decir a un niño cosas como: ‘No podrás salir a jugar hasta que te hayas
puesto los zapatos’, se puede decir de otro modo mucho más
motivador: ‘Cuando tengas los zapatos puestos podremos ir a jugar al
patio’. Los niños de esta manera se sentirán mejor para cooperar.

Después de la tormenta siempre llega la calma

Cuando todos hayan tenido la oportunidad de calmarse, entonces será


importante hablar sobre lo ocurrido y buscar alternativas.
¿En qué consiste la técnica del sándwich?

La técnica del sándwich se puede aplicar con los niños mayores de 5 años y
es muy efectiva en los pequeños rebeldes. Su objetivo principal es lograr un
cambio de comportamiento a través de una crítica constructiva, haciendo que los
niños reflexionen sobre la conducta inadecuada.
El método también fomenta la receptividad en los niños para que logren cambiar
otras conductas en el futuro, a la vez que fortalece la autoestima infantil y
facilita la comunicación entre padres e hijos. A través de esta técnica los
padres también pueden hacerles saber a sus hijos lo que esperan de ellos y les
enseñan a ser mejores personas.
¿Cómo se aplica la técnica del sándwich?

La técnica del sándwich es muy fácil de aplicar ya que consta de tres pasos
principales: el primero consiste en ofrecer una auténtica
retroalimentación, elogiando una conducta, actitud o cualidad del niño, a lo que
le sigue la petición del cambio de comportamiento y, por último, un mensaje
positivo que lo motive a mejorar.
Por ejemplo, si quieres que el pequeño sea más bondadoso con sus amigos y le
preste sus juguetes, debes hacerle saber primero cuán orgullosa te sientes
de la relación que mantiene con sus amigos. Puedes decirle: “Sabes, me
enorgullece mucho que tengas tantos amigos y que se lleven tan bien, es muy
gratificante verlos jugar juntos y saber que les ayudas cuando te necesitan. Creo
que sabes cómo ser un buen amigo y eso me hace muy feliz”.
A continuación, puedes incluir la crítica: “Sin embargo, he notado que a veces no
quieres prestarles tus juguetes y eso no está bien. Sería bueno que compartas
tus cosas con ellos, sobre todo porque ellos lo hacen contigo”.
Por último, debes transmitirle un mensaje positivo que lo motive a cambiar su
comportamiento y que le deje un buen sabor en la boca tras la crítica que acaba
de recibir. En este caso, puedes comentarle: “Prestarles los juguetes a tus
amigos te convierte en un niño más bondadoso y fortalece vuestra amistad.
Además, me haría muy feliz ver cómo se llevan mejor cada día”.
En este punto, puedes preguntarle qué piensa al respecto o simplemente dejar
que reflexione sobre lo que le has dicho.
¿Cuándo aplicar esta técnica?
La técnica del sándwich puede aplicarse en cualquier circunstancia, aunque lo
ideal es que aproveches para hablar con tu hijo después de haber tenido la
conducta que quieres eliminar, de manera que sea plenamente consciente de lo
que ha hecho. No obstante, si notas que el pequeño está enfadado o
demasiado eufórico, será mejor que esperes a que se calme, de lo contrario,
es probable que haga oídos sordos a la crítica.
También es importante que emplees la técnica con mesura. Si la utilizas con
frecuencia puedes crear un precedente negativo en el niño, quien puede
asumir los elogios como la antesala de una crítica. En este caso, el método no
solo perdería su efectividad sino que sería contraproducente, de manera que
podrías reducir el efecto positivo de los elogios, afectar la autoestima de tu hijo
y hacer que pierda la confianza que ha depositado en ti.

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