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- Cultivado por clérigos. No sólo lo eran los hombres consagrados, sino también
todo aquél que era culto y letrado y poseía una educación latino-eclesiástica.
El saber se refugiaba en los monasterios, que durante siglos fue patrimonio
exclusivo de los clérigos. Es cierto que las personas que accedían a este tipo de
vida no eran vocacionales en la mayoría de los casos. Sin embargo, es
indudable la labor de conservación, copia y elaboración que en ellos tuvo lugar.
Además, el pueblo tenía un alto nivel de analfabetización y muchos de los
monarcas no supieron firmar hasta bien avanzada la Edad Media. Clerecía y
saber se hacen sinónimos.
Los clérigos tuvieron que descender al nivel lingüístico del pueblo, porque el
lenguaje culto no era entendible, dado que se estaba produciendo una
evolución romance. De esta manera conseguirían difundir el saber que
atesoraban en sus bibliotecas.
Mester de clerecía coexistió con el de juglaría y con otras escuelas líricas pero
nunca llegó a mezclarse. No eran composiciones para la diversión de la
multitud. Tampoco podemos hacer una distinción radical entre cada uno de los
dos. El idioma era el mismo y el público al que se dirigían también era el mismo.
Por si fuera poco, los clérigos estaban acostumbrados a extraer temas de la
tradición popular y de otros textos épicos.
Además de esto, tengamos en cuenta que el lenguaje es más cuidado y selecto. Así lo
detalla El libro de Alexandre, segunda estrofa.
- Temática.
No se trabajan temas religiosos a excepción de Berceo.
Fundamentalmente abordan materias a las que no se tenía acceso si no
había una dedicación académica.
Suelen servirse de fuentes escritas para extraer los temas. Esta fuente es un
aval de seguridad en lo que está diciendo. El autor de clerecía recurre a él
con frecuencia como prueba de veracidad. Entre estas fuentes destacamos
La Biblia, que fue traducida pronto al romance. También recurrieron a
fuentes latinas y francesas.
- Enseñan deleitando. Usan protagonistas ejemplares. “Enxiemplo”.
- Obras anónimas en el siglo XIII. En este siglo la obra de clerecía es más
impersonal, más rígida y objetiva. En el siglo XIV hacen acto de presencia obras
de indudable personalidad. (Arcipreste de Hita y López de Ayala).
GONZALO DE BERCEO.
1- Apuntes biográficos.
Nacería en el pueblo del que toma su nombre, Berceo (La Rioja), hacia finales del
siglo XII, no es seguro si 1195, porque en una escritura de 1221 firma como «diácono»
y para serlo hacía falta haber cumplido 26 años (Partidas, I, XXVII). Al diácono le
competía la enseñanza de la doctrina y la explicación de la liturgia, lo que nos ilumina
acerca de la elección de algunos de sus temas, como El Sacrificio de la Misa o
los Signos que aparecerán en el Juicio Final. Su vinculación al centro monástico de San
Millán pudo ser doble: aquí se educaría primero y luego regresaría para adscribirse en
su calidad de clérigo secular. La palabra «criado», utilizada en VSD, 757b, equivaldría a
«educado», como leemos en Mil. 354c:
354 Tenié en essa villa, ca era menester,
un clérigo escuela de cantar e leer;
tenié muchos crïados a letras aprender,
fijos de bonos omnes que querién más valer.
García Turza, Claudio (ed.), «Mil.», en Gonzalo de Berceo, Obra completa, 1992.
La única referencia concreta que él mismo hace a sus estudios nos remite a los
recibidos en el propio monasterio, aunque, según la hipótesis de B. Dutton (1964:
1973), pudo haber frecuentado el Estudio General de Palencia. A favor de esta tesis
tenemos no sólo el trasfondo «notarial» de algunas de sus obras, sino también el
cultural, puesto que Berceo muestra una sólida formación retórica y musical, mientras
que la riquísima biblioteca de San Millán de la Cogolla «se empobrece por momentos»
en el siglo XI.
2- La obra de Berceo.
a- Estructura:
- Introducción alegórica que precede a todos los milagros. En ella se ve la caída
del ser humano y la salvación por la intercesión salvadora del ser humano.
- Los veinticinco milagros que tienen la misma estructura:
Bibliografía.
DUTTON, Brian, «The Profession of Gonzalo de Berceo and the Paris Manuscript of
the Libro de Alexandre», Bulletin of Hispanic Studies, 37 (1960), pp. 137-145; traducido
en Berceo, 80 (1968), pp. 285-294.
ALARCOS LLORACH, Emilio, «La lengua de las obras de Gonzalo de Berceo», en I. Uría,
coord., Obra completa, Madrid-Logroño: Espasa Calpe-Gobierno de La Rioja, 1992,
págs. 13-27.
ALVAR, Manuel, «Gonzalo de Berceo como hagiógrafo», en I. Uría, coord., Obra
completa, Madrid-Logroño: Espasa Calpe-Gobierno de La Rioja, 1992, págs. 29-59.
RAMONEDA, Arturo M. (ed.), Gonzalo de Berceo. Signos que aparecerán antes del
Juicio Final. Duelo de la Virgen. Martirio de San Lorenzo, Madrid, Castalia, 1980.