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LA ÉPICA PRIMITIVA: LOS CANTARES DE GESTA.

En este apartado estamos introduciéndonos en lo que hemos conocido siempre como


Mester de juglaría.

El juglar era el que se ganaba la vida cantando y actuando en púbico: su oficio, Mester
de juglaría, no era otra cosa que entretener a la gente interpretando cantares de gesta,
romances y canciones populares. Además, solía incluir en su espectáculo juegos de
manos y domas de animales. Frecuentemente iban acompañados de juglaresas que
bailaban durante su interpretación.

Mester significa ministerio u oficio, como se puede deducir de estas primeras líneas.
No hay que confundir al juglar con el trovador. Este último escribía poemas pero no los
recitaba. Podía tener un juglar a su cargo para recitar exclusivamente los poemas que
él componía. El juglar era un aventurero que iba por las localidades, o las cortes,
haciendo su espectáculo, para el que estaba perfectamente entrenado, además de
contar con las capacidades y habilidades que le hubiera proporcionado la naturaleza.

1- Cantares de gesta.

Desde los orígenes de la humanidad cada individuo ha ido guardando en su memoria


hazañas de héroes que representaban virtudes útiles para ser aplicadas en la vida
diaria. Esas virtudes eran emblemáticas de una sociedad concreta y se consideraban
valiosas para sobrevivir y ser transmitidas a generaciones venideras.

El primer cantar de gesta o poema épico de la Historia conocida es La Ilíada y la Odisea.


Las aventuras allí narradas no sólo eran para entretener sino que eran una forma de
propaganda de una determinada forma de vida. Había objetivos ineludibles a la hora
de transmitir estos hechos: la cohesión de los pueblos y el conocimiento de los hechos
históricos.

¿Qué es un cantar de gesta? Un relato largo, en verso, que recogía las hazañas de
héroes nacionales. Las cantaban los juglares acompañados de instrumentos musicales.

Aunque estaban escritos en versos, eran auténticas obras narrativas con un narrador,
casi siempre omnisciente, unos personajes y una acción bien trabada, con introducción
nudo y desenlace. El espacio y el tiempo estaban muy bien definidos.

El cantar de gesta más conocido de la época medieval en literatura castellana es Cantar


de Mío Cid. Vamos a escribir un pequeño fragmento y formularemos unas preguntas al
respecto.

Mio Cid Rodrigo Díaz en Burgos, la villa, entró;


hasta sesenta pendones llevaba el Campeador.
Salían a verlo todos, la mujer como el varón:
a las ventanas la gente burgalesa se asomó
con lágrimas en los ojos ¡qué tal era su dolor!
todas las bocas honradas decían esta razón:
“¡Oh Dios y qué buen vasallo, si tuviese buen señor!”

Cantar de Mio Cid. Transcripción anotada de Luis Guarnier.ED.Edaf, 2007

1- Fijémonos en el narrador, ¿es omnisciente u observador?


2- Si resumiésemos la acción de este fragmento, ¿qué sería importante?
3- Prestemos atención al espacio.
4- ¿Por qué este fragmento es una narración a pesar de estar en verso?
5- Piensa en los motivos por los que un juglar tenía más facilidad para aprenderse
de memoria este tipo de textos.
6- A la hora de comprender el texto, ¿qué significan las expresiones: “pendón” y
“si tuviera buen señor”?

2- Origen y formación de los cantares de gesta.

Cantares de Gesta: del latín gero > «hacer» (cosas hechas o sucedidas; o sea, no líricas
o imaginadas): de carácter informativo. La epopeya (poema épico) es un género
literario hermano de la historia. Nace cuando la historia no existía o sólo se escribía en
latín. Se llaman épicas romances porque se usaba la lengua vulgar, no el latín. Aspecto
popular, democrático. Se enfatizaba el oído.

2.1- Dos tradiciones en relación a estos cantares:

• Joseph Bédier. 1920. Francia. Tradición «individualista». Los grandes poemas que se
conservan son los primeros existentes: Chanson de Roland, Poema de Mío Cid, y son
de poetas individuales, cultos, de carácter clerical, que tomaron los datos para sus
obras de fuentes escritas, conservadas en alguna abadía o monasterio.

• Ramón Menéndez Pidal. 1950. Tradición «tradicionalista». Los orígenes de las


literaturas románicas son muy anteriores a los textos subsistentes. A la vez, son de
carácter anónimo. Estado de constante refundición de la obra. Sólo hay textos orales,
no escritos.

2.2- Orígenes:

• Origen francés. Gastón París. 1904. La épica española procede de la francesa, que es
anterior a la española. Menéndez Pidal admite el influjo francés, pero sólo a partir del
siglo XII. Aspectos a tener en cuenta: peregrinaciones a Santiago, los monjes
cluniacenses, repetición del indefinido Tanto, enumeraciones descriptivas encabezadas
por el verbo veríais, oraciones narrativas, manifestación del dolor por medio de
lágrimas.
• Origen germánico. Menéndez Pidal. Los visigodos tenían desde antiguo cantos
guerreros que ensalzaban a sus héroes antiguos y recientes. San Isidoro de Sevilla
sugiere que los jóvenes aprendan a cantar estos cantos para estimularlos a la gloria.
Hay ciclos épicos del rey Rodrigo (el más antiguo de la Península Ibérica).

2.3- Caracteres de la épica española:

- El realismo.

- La historicidad. Ausencia de elementos maravillosos o fantásticos (los únicos


ficticios son la aparición del arcángel Gabriel, el episodio de las arcas de arena, y el del
león; el rey Tamín de Valencia, y los jefes Fáriz y Galve, y el casamiento y afrenta de las
hijas del Cid, cuyos nombres eran Cristina y María, no Elvira o Sol; y Martín Antolínez,
mayordomo burgalés (de Burgos) del Cid y la niña de 9 años). Escritos a raíz de los
sucesos que narraban.

- Tradicionalidad o vitalidad: Francia abandona los tópicos épicos al declinar la


Edad Media mientras que en España rebrotan y alimentan siglo tras siglo en
casi todos los géneros literarios. Romances, teatro (Guillén de Castro,
Corneille).
- Rima asonante.
- Metro irregular. (La épica francesa tiene rima consonante y metros perfectos).
Hemistiquios y cesuras.
- Uso de la “e” paragógica (cibdade) para las asonancias y dar sabor arcaico.
Menéndez Pidal dice que es etimológica. En el tema dedicado a Cantar de Mío
Cid se destaca este aspecto y se explica el motivo de su uso.

2.4- Menéndez Pidal considera cuatro etapas en la formación de la épica


castellana:

• Formación: Siglos X-1140. Cantares breves de 500 a 600 versos sobre el tema de
don Rodrigo, Fernán González, los Infantes de Lara.
• Florecimiento o plenitud: 1140 (El Cid)-1236 (Chronicon Mundi de Lucas de Tuy,
primera obra historiográfica que usa las gestas como fuentes históricas). Se acusan
influjos franceses.
• Prosificaciones: 1236-XIV: Primera crónica general de Alfonso X; Crónica de
Castilla o Crónica particular del Cid [1512], Crónica de 20 reyes.
• Decadencia: hasta mediados del siglo XV: elementos novelescos y legendarios. Se
inicia la época de los romances, como texto más empleado.
3- LA EVOLUCIÓN DE LOS CANTARES DE GESTA.

Sabemos que los cantares de gesta eran escuchados por el pueblo. Ya hemos comentado que
el juglar cantaba para todos. Como si se tratase de la radio o la canción del verano de la
actualidad, los cantares de gesta eran recordados en sus partes más llamativas. Imaginémonos
al padre, a la madre o al niño recitando un estribillo de manera repetitiva. Esos fragmentos
desgajados de los cantares de gesta es lo que dio origen a los romances.

4- LOS CICLOS TEMÁTICOS DE LA ÉPICA MEDIEVAL EUROPEA.

A nivel europeo, hallamos los siguientes grupos de epopeyas:

- Ciclo anglogermánico: Beowulf (Inglaterra); Cantar de los Nibelungos


(Alemania); poemas sobre el Rey Arturo (Inglaterra)
- Ciclo Carolingio: el más conocido es la Chanson de Roland (Francia)
- Ciclo del Cid, en Castilla: Cantar de Mío Cid, Mocedades de Rodrigo, Cantar de
Roncesvalles.

Más concretamente en nuestra épica, hallamos los siguientes ejes de contenido:

- Ciclo de D. Rodrigo: Cantar de la hija de D. Julián y la pérdida de España. (Tema de la


conquista musulmana).
- Ciclo de los Condes de Castilla. Cantar de los siete infantes de Lara. (Época de los
primeros condes castellanos).
- Ciclo de El Cid. Cantar de Sancho II y Cerco de Zamora. (El Cid y los reyes de Castilla y
León)
- Ciclo Carolingio. Cantar de Roncesvalles. Carlomagno, rey de los Francos.
3- LOS ANTECEDENTES DEL CANTAR DE MIO CID.

El pueblo, que no sabía leer. Con los cantares de gesta aprendía así la historia fabulada
de su país y se enteraba de los acontecimientos más importantes. La transmisión oral,
a cargo de los juglares, permitía añadir, quitar o reelaborar pasajes de acuerdo con el
gusto del público. Cabe considerarlas, por tanto, creaciones colectivas. Sobre un
fondo histórico, a veces muy leve, se sobreponía la ficción literaria. Los cantares de
gesta más importantes son Los Nibelungos en Alemania, la Canción de Roldán en
Francia, y el Cantar de Mío Cid en España. Todos ellos datan de entre los siglos XI al
XIII. Al tercero le hemos dedicado un tema, por lo que es posible conocer un poco de
los otros dos, aunque sólo sea de forma sinóptica.

3.1- Los Nibelungos

La leyenda de los Nibelungos y de Sigfrido es la creación más importante de la epopeya


germánica, y, gracias a la ópera de Wagner, es universalmente conocida. Sigfrido,
invulnerable por haberse bañado en la sangre de un dragón (excepto en una parte de
la espalda que le cubrió una hoja), se enamora de la princesa Crimilda. El rey
Gunter, hermano de ésta, le pide que le ayude a conquistar a la reina Brunilda,
quien sometía a sus pretendientes a duras pruebas físicas. Sigfrido se hace invisible y
ayuda a Gunter, que vence a Brunilda, por lo que acaban celebrándose las dos bodas.
Años después, durante una discusión, Crimilda descubre a Brunilda el engaño de que
fue objeto. Ella se venga haciendo que el guerrero Hagen hiera a Sigfrido en su punto
vulnerable y lo mate. Años después, Gunter y Hagen visitan la corte de los hunos
donde vive Crimilda, que se ha casado con Atila. Sufren una emboscada donde mueren
varios guerreros. También Crimilda muere, tras decapitar a Gunter y Hagen.

Los núcleos originarios de esta leyenda derivan de tradiciones mitológicas, que


adquirieron la primera forma literaria en Edda (composiciones narrativas breves de
carácter didáctico), creadas a partir del siglo VIII, transmitidas oralmente y escritas en
el XII o el XIII. Esta labor, realizada en Islandia, Groenlandia y Noruega, se basa
en temas legendarios sobre Sigfrido (Sigurdh en los textos nórdicos), y en leyendas
sobre la figura de Gunter, trasunto del histórico Gundakar, rey burgundio que en 437
fue vencido por los hunos. Por otra parte, el tema legendario de Sigfrido es
independiente en estas versiones del tema de los Nibelungos, y ambos se unirán por
tener personajes y escenarios comunes.

Entre 1160 y 1170 esta leyenda es narrada en verso por un poeta austriaco que titula
su poema La ruina de los Nibelungos, fase literaria intermedia entre los cantares de los
Edda y el Cantar de los Nibelungos. Este poema fue escrito entre los años 1200 y 1205,
y es la reelaboración de la materia legendaria con unos nueve mil quinientos versos
distribuidos en treinta y nueve cantos, estructurada para dotarla de unidad y
homogeneidad y amoldada a los gustos refinados de las cortes, en la que se introducía
la moda de los cantares de gesta, de las novelas y de la lírica románica.

Los Nibelungos desarrollan la trama con innovaciones. La más importante es la


interpretación favorable de Atila y los hunos, presentados como pacíficos y justos,
siendo así que el personaje de Crimilda corresponde, según una antiquísima tradición,
a la histórica princesa Hildiko, la cual, para vengar a los germanos, se habría casado
con Atila y lo habría asesinado en la noche de bodas. Por otro lado, en la antigua
versión nórdica Sigfrido, antes de conocer a Gunter, había realizado un viaje a Islandia
y había salido victorioso de las pruebas impuestas por Brunilda, lo que da más
intensidad al posterior odio de esta.

El autor del Cantar de los Nibelungos combinó varias tradiciones, que fue amoldando
a la estructura y ordenación del poema, donde el concepto de la venganza,
personificado en Crimilda, adquiere un patetismo heroico y una implacabilidad
obsesionante. Crimilda es, de hecho, la figura central del poema: delicada, tierna e
ingenua en su juventud, mientras vive Sigfrido; brutal y sanguinaria en su madurez y
empeñada en el duelo con Hagen, que no cesará hasta que ella colme sus deseos de
venganza. Quien leyera escenas aisladas del principio y del final de los Nibelungos
creería que se trata de dos figuras distintas; pero cuando se sigue el poema se advierte
que el autor ha hecho que tal transformación sea natural, matizada con rasgos que
justifican la evolución del carácter. La escena de la discusión entre Crimilda y Brunilda
es un acierto en la captación de la psicología femenina.

El anónimo manifiesta su espíritu cortesano, y, a pesar de la sencillez de su estilo, su


arte es refinado y culto, como indica la estrofa de cuatro versos largos con dos
rimas, lo que da al poema una perfección y una regularidad formales que no
encontramos en los cantares de gesta románicos.

El poema alemán fue objeto de nuevas adaptaciones en la Edad Media y en el


Renacimiento, y su influjo se deja notar en algunos cantares de gesta franceses tardíos
y en la leyenda castellana del cerco de Zamora, donde la muerte del rey don Sancho a
manos de Bellido Dolfos parece inspirada en la de Sigfrido por Hagen. También influyó
en Los siete infantes de Lara, que no se conserva.

3.2- Cantar de Roldán

La más antigua de las conservadas y la más bella de las gestas francesas es el Cantar de
Roldán (la Chanson de Roland, nombre dado modernamente a la obra, sin título en el
manuscrito original), que conocemos a partir de un texto de entre 1087 y 1095.

Cuenta un ataque de los vascos a la retaguardia del ejército de Carlomagno en el


valle pirenaico de Roncesvalles. El suceso histórico es del año 778, el Cantar de tres
siglos después. Antes de este, circularon narraciones orales. La acción se estructura en
cuatro partes: traición de Ganelón, derrota y muerte de Roldán, victoria de
Carlomagno y castigo de Ganelón.

La gesta narra los acontecimientos históricos, pero deformados de tal manera que
queda un relato profundamente novelizado, con exageraciones y personajes históricos
que nada tuvieron que ver con la batalla de los Pirineos, y que da una visión
inexacta de España y del mundo musulmán. Lo que fue una imprevisión estratégica
se convierte en el drama de una pasión surgida de la pugna entre Roldán y
su padrastro Ganelón, que condiciona la traición por parte de éste; y vemos que
el desastre militar es vengado en una batalla que a orillas del Ebro
mantienen Carlomagno y el emir Baligán, señor feudal del reyezuelo de Zaragoza, que
ha acudido desde Egipto para ayudarlo; vemos también que la traición es
castigada tras un proceso y un combate judicial a que es sometido Ganelón, a quien
se condena a morir descuartizado.

La deformación legendaria ya se hace patente en el proemio del Cantar, en que habla


de Carlos como emperador. Carlos, rey de los francos, no fue emperador ni
denominado Carlomagno hasta la coronación de las Navidades del año 800. Los
errores de bulto vienen inmediatamente: Carlos no estuvo aquí siete años, sino tres
meses; no conquistó toda España, sino que dominó pasajeramente la ruta
de Roncesvalles-Pamplona-Tudela y Zaragoza, ciudad que no está en una montaña,
sino en llano. Es incongruente que un rey moro se llame Marsilie (tomado del
nombre latino Marcilius) y más que no ame a Dios (Alá). Se afirma que los moros
adoran a ídolos, contra los preceptos del Corán, y se imagina una trinidad
mahometana, en la que se cuentan la divinidad de la mitología latina Apolo y
un inexplicable Tervagán. Este es el «tono» del Cantar de Roldán, donde el
residuo histórico queda ahogado por la fantasía, aunque esto no supone
una interpretación negativa del cantar francés. Tanto él como sus
derivaciones, imitaciones y traducciones a otras lenguas ofrecieron a Europa una
versión errónea de la expedición de Carlomagno y de lo que fue la reconquista
española, y no faltaron, en la Edad Media, eruditos españoles que protestaran
con acritud, así como leyendas, como la de Bernardo el Carpio, que opusieron
otras fantasías «nacionalistas» a las fantasías francesas. Pero el Cantar de Roldán es
una gesta de extraordinaria belleza.

Debemos recordar la elaboración de esta obra de arte. Hacia el año 1000 existía un
primitivo Cantar de Roldán, tan divulgado y celebrado que en gran parte de la Europa
románica aparecen parejas de hermanos llamados Roldán y Oliveros, lo que supone
que sus familiares sentían entusiasmo por un relato en el que estos dos personajes
eran admirados por su valor. Es posible que este primitivo Cantar
de Roldán únicamente se divulgara mediante el recitado. Entre 1054 y 1076 un
monje de San Millán de la Cogolla, en la Rioja, copiaba en un manuscrito una
síntesis de un Cantar de Roldán en versión castellana; y el 14 de octubre de 1066,
cuando en la batalla de Hastings Guillermo el Bastardo, duque de Normandía, vencía a
los anglosajones, antes de iniciarse la acción un juglar llamado Taillefer entonó versos
del Cantar de Roldán para enardecer a los que iban a luchar. Nada podemos saber del
contenido, de la extensión ni del estilo de estas gestas sobre Roncesvalles que se
conocían en la Rioja.

Enlaces:
https://histlit.es.tl/Cantar-de-gesta.htm

Bibliografía:

Alvar, Carlos; Mainer, José-Carlos; Navarro, Rosa (2005). Breve historia de la


literatura española. Madrid: Alianza Editorial.

Deyermond, A. D. (1989). Historia de la literatura española, 1. La Edad Media.


Barcelona: Ariel.

Rubio Tovar, Joaquín (1982). La prosa medieval. Madrid: Playor.

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