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El juglar era el que se ganaba la vida cantando y actuando en púbico: su oficio, Mester
de juglaría, no era otra cosa que entretener a la gente interpretando cantares de gesta,
romances y canciones populares. Además, solía incluir en su espectáculo juegos de
manos y domas de animales. Frecuentemente iban acompañados de juglaresas que
bailaban durante su interpretación.
Mester significa ministerio u oficio, como se puede deducir de estas primeras líneas.
No hay que confundir al juglar con el trovador. Este último escribía poemas pero no los
recitaba. Podía tener un juglar a su cargo para recitar exclusivamente los poemas que
él componía. El juglar era un aventurero que iba por las localidades, o las cortes,
haciendo su espectáculo, para el que estaba perfectamente entrenado, además de
contar con las capacidades y habilidades que le hubiera proporcionado la naturaleza.
1- Cantares de gesta.
¿Qué es un cantar de gesta? Un relato largo, en verso, que recogía las hazañas de
héroes nacionales. Las cantaban los juglares acompañados de instrumentos musicales.
Aunque estaban escritos en versos, eran auténticas obras narrativas con un narrador,
casi siempre omnisciente, unos personajes y una acción bien trabada, con introducción
nudo y desenlace. El espacio y el tiempo estaban muy bien definidos.
Cantares de Gesta: del latín gero > «hacer» (cosas hechas o sucedidas; o sea, no líricas
o imaginadas): de carácter informativo. La epopeya (poema épico) es un género
literario hermano de la historia. Nace cuando la historia no existía o sólo se escribía en
latín. Se llaman épicas romances porque se usaba la lengua vulgar, no el latín. Aspecto
popular, democrático. Se enfatizaba el oído.
• Joseph Bédier. 1920. Francia. Tradición «individualista». Los grandes poemas que se
conservan son los primeros existentes: Chanson de Roland, Poema de Mío Cid, y son
de poetas individuales, cultos, de carácter clerical, que tomaron los datos para sus
obras de fuentes escritas, conservadas en alguna abadía o monasterio.
2.2- Orígenes:
• Origen francés. Gastón París. 1904. La épica española procede de la francesa, que es
anterior a la española. Menéndez Pidal admite el influjo francés, pero sólo a partir del
siglo XII. Aspectos a tener en cuenta: peregrinaciones a Santiago, los monjes
cluniacenses, repetición del indefinido Tanto, enumeraciones descriptivas encabezadas
por el verbo veríais, oraciones narrativas, manifestación del dolor por medio de
lágrimas.
• Origen germánico. Menéndez Pidal. Los visigodos tenían desde antiguo cantos
guerreros que ensalzaban a sus héroes antiguos y recientes. San Isidoro de Sevilla
sugiere que los jóvenes aprendan a cantar estos cantos para estimularlos a la gloria.
Hay ciclos épicos del rey Rodrigo (el más antiguo de la Península Ibérica).
- El realismo.
• Formación: Siglos X-1140. Cantares breves de 500 a 600 versos sobre el tema de
don Rodrigo, Fernán González, los Infantes de Lara.
• Florecimiento o plenitud: 1140 (El Cid)-1236 (Chronicon Mundi de Lucas de Tuy,
primera obra historiográfica que usa las gestas como fuentes históricas). Se acusan
influjos franceses.
• Prosificaciones: 1236-XIV: Primera crónica general de Alfonso X; Crónica de
Castilla o Crónica particular del Cid [1512], Crónica de 20 reyes.
• Decadencia: hasta mediados del siglo XV: elementos novelescos y legendarios. Se
inicia la época de los romances, como texto más empleado.
3- LA EVOLUCIÓN DE LOS CANTARES DE GESTA.
Sabemos que los cantares de gesta eran escuchados por el pueblo. Ya hemos comentado que
el juglar cantaba para todos. Como si se tratase de la radio o la canción del verano de la
actualidad, los cantares de gesta eran recordados en sus partes más llamativas. Imaginémonos
al padre, a la madre o al niño recitando un estribillo de manera repetitiva. Esos fragmentos
desgajados de los cantares de gesta es lo que dio origen a los romances.
El pueblo, que no sabía leer. Con los cantares de gesta aprendía así la historia fabulada
de su país y se enteraba de los acontecimientos más importantes. La transmisión oral,
a cargo de los juglares, permitía añadir, quitar o reelaborar pasajes de acuerdo con el
gusto del público. Cabe considerarlas, por tanto, creaciones colectivas. Sobre un
fondo histórico, a veces muy leve, se sobreponía la ficción literaria. Los cantares de
gesta más importantes son Los Nibelungos en Alemania, la Canción de Roldán en
Francia, y el Cantar de Mío Cid en España. Todos ellos datan de entre los siglos XI al
XIII. Al tercero le hemos dedicado un tema, por lo que es posible conocer un poco de
los otros dos, aunque sólo sea de forma sinóptica.
Entre 1160 y 1170 esta leyenda es narrada en verso por un poeta austriaco que titula
su poema La ruina de los Nibelungos, fase literaria intermedia entre los cantares de los
Edda y el Cantar de los Nibelungos. Este poema fue escrito entre los años 1200 y 1205,
y es la reelaboración de la materia legendaria con unos nueve mil quinientos versos
distribuidos en treinta y nueve cantos, estructurada para dotarla de unidad y
homogeneidad y amoldada a los gustos refinados de las cortes, en la que se introducía
la moda de los cantares de gesta, de las novelas y de la lírica románica.
El autor del Cantar de los Nibelungos combinó varias tradiciones, que fue amoldando
a la estructura y ordenación del poema, donde el concepto de la venganza,
personificado en Crimilda, adquiere un patetismo heroico y una implacabilidad
obsesionante. Crimilda es, de hecho, la figura central del poema: delicada, tierna e
ingenua en su juventud, mientras vive Sigfrido; brutal y sanguinaria en su madurez y
empeñada en el duelo con Hagen, que no cesará hasta que ella colme sus deseos de
venganza. Quien leyera escenas aisladas del principio y del final de los Nibelungos
creería que se trata de dos figuras distintas; pero cuando se sigue el poema se advierte
que el autor ha hecho que tal transformación sea natural, matizada con rasgos que
justifican la evolución del carácter. La escena de la discusión entre Crimilda y Brunilda
es un acierto en la captación de la psicología femenina.
La más antigua de las conservadas y la más bella de las gestas francesas es el Cantar de
Roldán (la Chanson de Roland, nombre dado modernamente a la obra, sin título en el
manuscrito original), que conocemos a partir de un texto de entre 1087 y 1095.
La gesta narra los acontecimientos históricos, pero deformados de tal manera que
queda un relato profundamente novelizado, con exageraciones y personajes históricos
que nada tuvieron que ver con la batalla de los Pirineos, y que da una visión
inexacta de España y del mundo musulmán. Lo que fue una imprevisión estratégica
se convierte en el drama de una pasión surgida de la pugna entre Roldán y
su padrastro Ganelón, que condiciona la traición por parte de éste; y vemos que
el desastre militar es vengado en una batalla que a orillas del Ebro
mantienen Carlomagno y el emir Baligán, señor feudal del reyezuelo de Zaragoza, que
ha acudido desde Egipto para ayudarlo; vemos también que la traición es
castigada tras un proceso y un combate judicial a que es sometido Ganelón, a quien
se condena a morir descuartizado.
Debemos recordar la elaboración de esta obra de arte. Hacia el año 1000 existía un
primitivo Cantar de Roldán, tan divulgado y celebrado que en gran parte de la Europa
románica aparecen parejas de hermanos llamados Roldán y Oliveros, lo que supone
que sus familiares sentían entusiasmo por un relato en el que estos dos personajes
eran admirados por su valor. Es posible que este primitivo Cantar
de Roldán únicamente se divulgara mediante el recitado. Entre 1054 y 1076 un
monje de San Millán de la Cogolla, en la Rioja, copiaba en un manuscrito una
síntesis de un Cantar de Roldán en versión castellana; y el 14 de octubre de 1066,
cuando en la batalla de Hastings Guillermo el Bastardo, duque de Normandía, vencía a
los anglosajones, antes de iniciarse la acción un juglar llamado Taillefer entonó versos
del Cantar de Roldán para enardecer a los que iban a luchar. Nada podemos saber del
contenido, de la extensión ni del estilo de estas gestas sobre Roncesvalles que se
conocían en la Rioja.
Enlaces:
https://histlit.es.tl/Cantar-de-gesta.htm
Bibliografía: