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JUAN MANUEL GÓNGORA MAYORGA

GRUPO: M2

PRÁCTICA

a) En 1995, un Tribunal contencioso-administrativo deja de aplicar, por


entenderlo derogado por el art. 24.1 de la Constitución, un precepto de Ley de
la jurisdicción contencioso-administrativa, de 27 de diciembre de 1956
(derogada en la actualidad) que excluía determinados actos de la posibilidad
de recurso judicial. En concreto, admite a trámite el recurso de un particular
contra un acto de la Administración militar en materia de ascensos que era
uno de los actos que no admitían recurso. El letrado de la Administración
alega que dicha exclusión no ha sido derogada; que en el supuesto de que así
fuera, el único competente para declararlo sería el Tribunal Constitucional al
tratarse del enjuiciamiento de una ley, y que, en todo caso, el art. 24.1 C.E. no
es de aplicación directa y requiere un desarrollo normativo.

Enjuiciar las alegaciones del letrado de la Administración y valorar si el Tribunal


actúo o no correctamente.

Nos habla sobre el art. 24.1 de la C, el cual establece que “todas las personas tienen el
derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus
derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.

El precepto de Ley de la jurisdicción contencioso-administrativa, de 27 de diciembre de


1956 que se considera derogado por el Tribunal Contencioso-administrativo era
contrario al art. 24.1 CE citado anteriormente, ya que establecía que determinados
actos estaban excluidos de la posibilidad de recurso judicial.
En concreto se excluía el recurso de un particular contra un acto de la Administración
militar en materia de ascenso, que es justo el que ese tribunal admitió a trámite.

Las alegaciones que llevo a cabo en este caso el Letrado de la Administración fueron:

- Que el precepto no podía considerarse derogado, y, en el caso de que sí


pudiese serlo, solo podría hacerlo el Tribunal Constitucional.
- Que el art. 24.1 no es de aplicación directa y requiere un desarrollo normativo.

Respecto a la primera alegación hay que basarse en el principio de legalidad ya que es


incompatible con el art. 24.1 CE, y al tratarse este precepto de una norma
preconstitucional (1956) queda derogada con la entrada en vigor de la Constitución
(1978) ya que es contrario a la misma. Esto está establecido en el último párrafo de la
Disposición derogatoria (que es el final de la constitución), que establece que toda
norma contraria a lo establecido en la CE queda derogada.

Los órganos judiciales ordinarios están entonces facultados para considerar derogado
el precepto, así que la necesidad que el Letrado establece de acudir al Tribunal
Constitucional es inexistente.
El precepto también vulnera el art. 106 CE, donde se establece que los tribunales
controlan la potestad reglamentaria y la legalidad de la actuación administrativa, así
como el sometimiento de esta a los fines que la justifican.

Ahora, con respecto a la segunda alegación, el Letrado está totalmente equivocado en


que el art. 24.1 CE no es de aplicación directa ya que este se encuentra recogido en la
Sección I, Capitulo II, Título I de la Constitución, siendo, por lo tanto, un derecho
fundamental, y gozando así de aplicación directa e inmediata.

Por lo tanto, el Tribunal Contencioso-administrativo actuó correctamente y conforme a


la ley.
Además, el Letrado no llevaba razón, aparte de estar equivocado ya que el tribunal no
alegaba la inconstitucionalidad de la ley, sino que estaba derogada.
El único órgano que está legitimado para declarar la inconstitucionalidad de una ley es
el TC.

b) Los representantes de unos chabolistas solicitan de un Tribunal contencioso-


administrativo que le reconozca el derecho a una vivienda digna, por cuanto
que hace tiempo que vienen solicitándosela a la Administración que no
contesta a sus peticiones. Basan su pretensión en la protección que, según
entienden, les otorga el artículo 47 de la Constitución. El Tribunal deniega su
petición al no tener apoyo en ninguna disposición legal o reglamentaria que
desarrolle dicho derecho. Ante ello, deciden interponer recurso de amparo
por vulneración de los artículos 24 y 47 de la Constitución.

El art. 47 CE establece que “todos los españoles tienen derecho a disfruta de una
vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones
necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho,
regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la
especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción
urbanística de los entes públicos”.
Al denegar el Tribunal esa petición por parte de los chabolistas del reconocimiento del
derecho a la vivienda digna, interponen un recurso de amparo, no solo por la
vulneración del art. 47 CE, sino también por la vulneración del art. 24.1 CE (“todas las
personas tienen el derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda
producirse indefensión”.)

El orden Contencioso–administrativo conoce de las cuestiones que se susciten en


relación con la protección jurisdiccional de los derechos fundamentales, (los cuales se
encuentran en el Título I de la CE) en relación con los actos del Gobierno.
Y, el derecho recogido en el art. 47 CE, es un derecho fundamental ya que se
encuentra en el Capítulo III, del Título I de la CE.
Por esto podemos considerar que dicho Tribunal Contencioso-administrativo no ha
actuado correctamente, ya que dicha materia es atribuida por el art. 2 de la
Jurisdicción Contencioso-administrativa (El orden jurisdiccional contencioso-
administrativo conocerá de las cuestiones que se susciten en relación con: a) La
protección jurisdiccional de los derechos fundamentales, los elementos reglados y la
determinación de las indemnizaciones que fueran procedentes, todo ello en relación
con los actos del Gobierno o de los Consejos de Gobierno de las Comunidades
Autónomas, cualquiera que fuese la naturaleza de dichos actos.) y no es necesaria la
atribución expresa de otra ley.

Además, tal y como establece el art. 53.3 CE: “El reconocimiento, el respeto y la
protección de los principios reconocidos en el Capítulo III informarán la legislación
positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos. Solo podrán ser
alegados ante la Jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las leyes que
los desarrollen”.

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