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PROCESAL INTERNACIONAL
PROCESAL DE TRIBUNALES
EUROPEOS Y UE
1. CONCEPTO
No constituye, dice el Tribunal, una nueva instancia judicial, sino que es “un proceso
autónomo, sustantivo y distinto, con un ámbito específico y propio para la protección reforzada de
los derechos fundamentales”.
Los derechos amparables son los reconocidos en la sección 1ª del capítulo II del título I de
la Constitución, más la igualdad ante la ley, reconocida en el art. 14, y el derecho a la objeción de
conciencia respecto de las obligaciones militares, garantizado por el art. 30.2 y hoy desaparecido
por haber sido suprimido el servicio militar obligatorio.
Hemos de anotar que en la sección 2ª del mismo capítulo constitucional hay derechos
subjetivos que no habría sido desatinado cubrir con esta garantía. El criterio seguido por el
constituyente no parece ser ni material ni formal, sino meramente de la importancia social y
política que, a su juicio, tienen estos derechos y libertades para el régimen instaurado; además, el
constituyente pretendió con esta acotación de los derechos amparables evitar que la institución
pudiera colapsarse por pretender abarcar un objeto demasiado amplio.
Pero de hecho, tanto por la vía legislativa como jurisprudencial, el cuadro anterior se ha
visto notablemente ampliado. A título de mero ejemplo, indicamos algunos derechos que han
terminado entrando en el elenco de amparables:
b) Los derechos a la negociación colectiva y a la huelga, del art. 37, han sido reconducidos
por el Tribunal al derecho de libertad sindical, del art. 28.1.
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c) Los derechos procesales, etc.
En cuanto a las vulneraciones impugnables de los derechos, únicamente pueden serlo las
de los poderes públicos, entendida esta expresión en sentido amplio, puesto que, de un lado,
incluye los poderes centrales y territoriales, los corporativos y los institucionales, y, de otro,
también sus omisiones. Pero ha de tratarse de lesiones concretas de derechos fundamentales.
Evidentemente no pueden ser objeto de este recurso los actos de personas particulares.
En ningún caso pueden ser objeto de recurso de amparo los actos del Rey, porque, como
sabemos y como corresponde a su estatuto de inviolabilidad e irresponsabilidad, no son actos
propios.
Uno. Las violaciones de los derechos y libertades antes referidos originadas por
disposiciones, actos jurídicos, omisiones o simple vía de hecho del Gobierno o de sus autoridades
o funcionarios, o de los órganos ejecutivos colegiados de las comunidades autónomas o de sus
autoridades o funcionarios o agentes, podrán dar lugar al recurso de amparo una vez que se haya
agotado la vía judicial procedente.
Dos. El plazo para interponer el recurso de amparo constitucional será el de los veinte días
siguientes a la notificación de la resolución recaída en el previo proceso judicial.
Tres. El recurso sólo podrá fundarse en la infracción por una resolución firme de los
preceptos constitucionales que reconocen los derechos o libertades susceptibles de amparo.
a) Que se hayan agotado todos los medios de impugnación previstos por las normas
procesales para el caso concreto dentro de la vía judicial.
b) Que la violación del derecho o libertad sea imputable de modo inmediato y directo a una
acción u omisión del órganos judicial con independencia de los hechos que dieron lugar al proceso
en que aquellas se produjeron, acerca de los que, en ningún caso, entrará a conocer el Tribunal
Constitucional.
c) Que se haya denunciado formalmente en el proceso, si hubo oportunidad, la vulneración
del derecho constitucional tan pronto como, una vez conocida, hubiera lugar para ello.
Exceptuando las pretensiones de amparo dirigidas contra actos provenientes del Poder
Legislativo lesivo de los derechos fundamentales, con respecto a los cuales el TC conoce en
primera y única instancia, la necesidad de agotar la vía judicial previa en los recursos de amparo
contra los actos del Poder Ejecutivo y Judicial, ha provocado en la doctrina y la jurisprudencia una
importante polémica consistente en determinar si el proceso que transcurre ante el TC es un
proceso autónomo, en cuyo caso el término recurso sería manifiestamente inapropiado, o si, por el
contrario, la actividad del TC se limita a revisar la aplicación o interpretación del Derecho que han
realizado aquellos Tribunales, constituyendo el recurso de amparo un auténtico medio de
impugnación.
a) Por la primera tesis abonaría el TC como una jurisdicción especial. Su fundamento legal
habría que encontrarlo en la ubicación que la Constitución realiza del TC al situarlo fuera del
capítulo del Poder Judicial. El TC es también un órgano institucionalmente dotado de
independencia, pues sus jueces son inamovibles dentro de su mandato, independientes frente a
los demás poderes del Estado y solamente sometidos a la Constitución y a su Ley Orgánica.
Algo similar sucede también con el procedimiento de amparo contra los actos u omisiones
del Poder Judicial, en el que la petición de amparo aparece claramente conexa con otra principal
acerca de la cual al TC le está vedado entrar en su conocimiento por prohibirlo expresamente el
art. 44.1.b y 54 LOTC.
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embargo, no puede perderse de vista que el sentido propio del amparo es beneficiar al recurrente,
si procede, reponiéndolo en su derecho.
5. NATURALEZA Y CARACTERES
Los caracteres del recurso de amparo más reseñables, tal como fue concebido por la
primera redacción de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y, sobre todo, por la
jurisprudencia de éste durante más de veinte años, eran la subsidiariedad, la gratuidad y el
antiformalismo.
b) La gratuidad está expresamente establecida en la propia Ley Orgánica para todos los
procedimientos ante el Tribunal Constitucional, si bien éste podrá imponer las costas e incluso
multa si aprecia temeridad o abuso de derecho. Los litigantes pueden gozar del beneficio de
pobreza cuando estén en alguno de los casos fijados por la Ley de Enjuiciamiento Civil, según ha
dispuesto el propio Tribunal.
La Constitución dice en su artículo 162 que están legitimados: Para interponer el recurso de
amparo, toda persona natural o jurídica que invoque un interés legítimo, así como el Defensor del
Pueblo y el Ministerio Fiscal . El art. 46 de la LOTC matiza aquella afirmación al decir que los
legitimados son en todo caso, el Defensor del Pueblo, y el Ministerio Fiscal; además, en los casos
de los art. 42 y 45 (actos del legislativo y del ejecutivo), lo es la persona afectada; mientras que en
los de los art. 43 y44 (actos del poder judicial), quienes hayan sido parte en el proceso. Se requiere
que la persona natural o jurídica invoque un interés legítimo. Podrán comparecer en el proceso de
amparo constitucional, con el carácter de demandado o con el de coadyuvante, las personas
favorecidas por la decisión, acto o hecho en razón del cual se formule el recurso o que ostenten un
interés legítimo en el mismo. El Ministerio Fiscal intervendrá en todos los procesos de amparo, en
defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley.
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b) En los casos de los artículos cuarenta y tres y cuarenta y cuatro, quienes hayan sido
parte en el proceso judicial correspondiente, el Defensor del Pueblo y el Ministerio Fiscal.
Dos. Si el recurso se promueve por el Defensor del Pueblo o el Ministerio Fiscal, la Sala
competente para conocer del amparo constitucional lo comunicará a los posibles agraviados que
fueran conocidos y ordenará anunciar la interposición del recurso en el “Boletín Oficial del Estado”
a efectos de comparecencia de otros posibles interesados. Dicha publicación tendrá carácter
preferente.
A) Legitimación activa
A tenor del art. 162.1.b CE están legitimados para interponer recurso de amparo, toda
persona natural o jurídica que invoque un interés legítimo, así como el Defensor del Pueblo y el
Ministerio Fiscal.
Tanto la LODP como el vigente EOMF atribuyen a ambos organismos la función de velar
por la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Partiendo de esta premisa, no
ha de resultar extraño que el art. 46.1 LOTC les conceda legitimación para interponer el recurso
de amparo constitucional. Se trata de una sustitución procesal, en la que el Defensor del Pueblo o
el Ministerio Fiscal actúan, de un lado, en nombre del titular del derecho fundamental vulnerado, y,
de otro de la sociedad que impone a los poderes públicos la obligación de que sean celosos en el
respeto y efectivo cumplimiento de los derechos fundamentales. Por tal razón, la LOTC no impone
al alto comisionado de las Cortes o al Garante de la legalidad género de traba alguna para el
ejercicio del recurso de amparo.
- Los particulares
Naturalmente también está legitimada toda persona natural o jurídica que invoque un
interés legítimo. La Constitución viene aquí a recoger el concepto de interés legítimo del derecho a
la acción, toda vez que, para interponer dicho recurso, se requiere ser la persona directamente
afectada, en el caso de las lesiones producidas por el Poder Legislativo (art. 46.1.a LOTC) o haber
sido parte en el proceso judicial correspondiente, cuando la vulneración del derecho fundamental
provenga del Poder Ejecutivo o del Judicial (art. 46.2 LOTC).
i) Persona directamente afectada e interés legítimo: Por persona afecta a los efectos de
legitimación en el procedimiento, no cabe entender exclusivamente al titular del derecho
fundamental vulnerado, o a la víctima de la violación del derecho fundamental, sino a “toda
persona que tenga un interés legítimo en su restablecimiento”, si bien, la persona que no pueda
reputarse víctima de la vulneración del derecho fundamental carecerá de legitimación para acudir
a los órganos encargados de aplicar el Convenio.
El concepto de persona directamente afectada, de conformidad con el art. 162.a CE, hay
que reconducirlo al del interés legítimo. Así pues no solo tienen legitimación activa para ejercitar el
recurso de amparo los titulares de la relación jurídica material que en él ha de discutirse, sino
también los portadores de intereses sociales, generales, colectivos o difusos. Esta es la razón por
la cual, cuando la acción es ejercitada por los organismos públicos especialmente encargados de
custodiarlos (el Defensor del Pueblo y el Ministerio Fiscal), el art. 46.2 LOTC establezca la
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obligación del Tribunal de llamar a los agraviados e interesados para que puedan acudir a
sostener la pretensión.
B) Legitimación pasiva
El recurso de amparo solo protege a los ciudadanos frente a las violaciones de los
derechos y libertades cometidas por disposiciones, actos jurídicos o simple vía de hecho de los
poderes públicos del Estado, las Comunidades Autónomas y demás entes públicos de carácter
territorial, corporativo o institucional, así como de sus funcionarios o agentes.
Lo que viene a establecer la redacción del precepto es que no toda lesión de un derecho
fundamental puede hacerse valer en un recurso de amparo, sino tan solo las dimanantes de los
poderes públicos.
Por poderes públicos hay que entender los del Estado español; en consecuencia quedan
fuera del ámbito del amparo las lesiones que puedan producirse a súbditos españoles por poderes
públicos extranjeros o supranacionales. Dentro del concepto poderes públicos hay que incluir a
todos aquellos agentes que ejercen un poder de imperio, derivado de la soberanía del Estado y
procedente, en consecuencia, a través de una mediación más o menos larga del propio pueblo.
Pero por Estado español hay que entender aquí también el de aquellos Estados que, por
obra de un Tratado, ejercitan dicha potestad de imperio. Como ocurre con la Iglesia Católica en
materia de enseñanza.
Asimismo, dentro del Poder Ejecutivo, y a los efectos de legitimación pasiva en el recurso
de amparo, hay que estimar incluida a toda la Administración Pública, en tanto actúe bajo el
ejercicio de prerrogativas administrativas.
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Hay que distinguir una hipotética legitimación para comparecer como parte principal y de
los coadyuvantes:
La realidad confirma, por otra parte, que desgraciadamente no son pocas las violaciones
de los derechos y libertades públicas cometidas por particulares. Colisiones entre el derecho a
comunicar libremente información veraz y el derecho al honor de las personas, objeto de la noticia
entre libertad de expresión y de cátedra y la libertad de creación, el principio de igualdad y las
discriminaciones laborales, etc., suceden frecuentemente en la vida cotidiana y han motivado en la
doctrina la pregunta, consistente en determinar, si las normas constitucionales que tutelan tales
derechos han de estar presentes exclusivamente en las relaciones jurídicas de Derecho público o,
por el contrario, son reclamables también en el esfera del derecho privado.
La citada cuestión ha de ser en todo caso afirmativa, pues no sólo los poderes públicos,
sino también los ciudadanos, están sujetos a la Constitución, la cual establece que los derechos
inviolables de la persona son fundamento del orden político y de la paz social.
Hay que excluir sin embargo, la posibilidad de que formalmente pueda dirigirse la
pretensión constitucional de amparo exclusivamente contra un particular o grupo de particulares,
por ello aún siendo clases privilegiadas, nunca pueden estar pasivamente legitimadas. Carecen
pues los particulares de legitimación pasiva para comparecer por sí solos en el procedimiento
constitucional de amparo, al excluirlos de dicha cualidad el art. 41.2 LOTC.
ii) Codemandados
Si el recurso de amparo solo es procedente contra los actos de los poderes públicos
lesivos de los derechos fundamentales; la legitimación pasiva para comparecer como parte
principal demandada debe tan solo a alguno de tales poderes ser reconocida. Y por ello las
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violaciones de los derechos fundamentales cometidas por los particulares, al ser asumidas por un
órgano judicial, el litigio deja de ser una relación uti et singuli para convertirse en un conflicto en el
que el Estado ha de ser el principal interesado en determinar si existió o no una efectiva
vulneración del derecho fundamental invocado. Por esta razón la posición del particular es
litisconsorcial.
iii) Coadyuvantes
7. PROCEDIMIENTO
Admitida a trámite, “la Sala requerirá al órgano o autoridad que dimane la decisión, el acto o
el hecho, o al Juez o Tribunal que conoció del procedimiento precedente para que (…) remita las
actuaciones.
Uno. Admitida la demanda de amparo, la Sala requerirá con carácter urgente al órgano o a
la autoridad de que dimane la decisión, el acto o el hecho, o al Juez o Tribunal que conoció del
procedimiento precedente para que, en plazo que no podrá exceder de diez días, remita las
actuaciones o testimonio de ellas.
Dos. El órgano, autoridad, Juez o Tribunal acusará inmediato recibo del requerimiento,
cumplimentará el envío dentro del plazo señalado y emplazará a quienes fueron parte en el
procedimiento antecedente para que puedan comparecer en el proceso constitucional en el plazo
de diez días.
1. La interposición del recurso de amparo no suspenderá los efectos del acto o sentencia
impugnados.
2. Ello no obstante, cuando la ejecución del acto o sentencia impugnados produzca un
perjuicio al recurrente que pudiera hacer perder al amparo su finalidad, la Sala, o la Sección en el
supuesto del artículo 52.2, de oficio o a instancia del recurrente, podrá disponer la suspensión,
total o parcial, de sus efectos, siempre y cuando la suspensión no ocasione perturbación grave a
un interés constitucionalmente protegido, ni a los derechos fundamentales o libertades de otra
persona.
3. Asimismo, la Sala o la Sección podrá adoptar cualesquiera medidas cautelares y
resoluciones provisionales previstas en el ordenamiento, que, por su naturaleza, puedan aplicarse
en el proceso de amparo y tiendan a evitar que el recurso pierda su finalidad.
4. La suspensión u otra medida cautelar podrá pedirse en cualquier tiempo, antes de
haberse pronunciado la sentencia o decidirse el amparo de otro modo. El incidente de suspensión
se sustanciará con audiencia de las partes y del Ministerio Fiscal, por un plazo común que no
excederá de tres días y con el informe de las autoridades responsables de la ejecución, si la Sala
o la Sección lo creyera necesario. La Sala o la Sección podrá condicionar la denegación de la
suspensión en el caso de que pudiera seguirse perturbación grave de los derechos de un tercero,
a la constitución de caución suficiente para responder de los daños o perjuicios que pudieran
originarse.
5. La Sala o la Sección podrá condicionar la suspensión de la ejecución y la adopción de
las medidas cautelares a la satisfacción por el interesado de la oportuna fianza suficiente para
responder de los daños y perjuicios que pudieran originarse. Su fijación y determinación podrá
delegarse en el órgano jurisdiccional de instancia.
6. En supuestos de urgencia excepcional, la adopción de la suspensión y de las medidas
cautelares y provisionales podrá efectuarse en la resolución de la admisión a trámite. Dicha
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adopción podrá ser impugnada en el plazo de cinco días desde su notificación, por el Ministerio
Fiscal y demás partes personadas. La Sala o la Sección resolverá el incidente mediante auto no
susceptible de recurso alguno.
La suspensión o la denegación puede ser modificada durante el curso del juicio de amparo
constitucional, de oficio o a instancia de parte, en virtud de circunstancias sobrevenidas o que no
pudieron ser conocidas al tiempo de sustanciarse el incidente de suspensión.
Uno. Serán competentes para resolver sobre las peticiones de indemnización de los daños
causados como consecuencia de la concesión o denegación de la suspensión los Jueces o
Tribunales, a cuya disposición se pondrán las fianzas constituidas.
Dos. Las peticiones de indemnización, que se sustanciarán por el trámite de los incidentes,
deberán presentarse dentro del plazo de un año a partir de la publicación de la sentencia del
Tribunal Constitucional.
Desarrollo normativo mediante el art 27.2 LOTC por el cual son susceptibles de declaración
de inconstitucionalidad:
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El art. 28.1 LOTC dispone que “para apreciar la conformidad o disconformidad con la
Constitución de una Ley, disposición o acto con fuerza de ley del Estado o de las
Comunidades Autónomas, el Tribunal considerará además de los preceptos
constitucionales, las leyes que, dentro del marco constitucional, se hubieran dictado para
delimitar las competencias del Estado y de las diferentes Comunidades Autónomas o para
regular o armonizar el ejercicio de las competencias de estas”.
Aunque no se cite los Estatutos de Autonomía es evidente que son las leyes orgánicas más
importantes de delimitación de competencias entre el Estado y las diferentes Comunidades
Autónomas.
A) La legitimación activa.
Constitución (art 162.1, a) y por la Ley (arts. 32 y 82.1 LOTC)… en virtud de la alta
cualificación política que se infiere de su respectivo cometido constitucional”
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Parte de la doctrina entiende que el Defensor del Pueblo solo se encontraría legitimado para interponer recurso de
inconstitucionalidad sobre leyes que afectaran a los derechos y libertades fundamentales ya que es definido según el art.
54 CE como “alto comisionado de las Cortes Generales… para la defensa de los derechos comprendidos en este título
(Título I). Sin embargo el TC ha declarado la legitimidad del Defensor del Pueblo sin límite material alguno. SST
150/1990 y 274/2000.
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El órgano o el conjunto de Diputados o Senadores legitimados por el miembro o miembros
que designen o por un comisionado nombrado al efecto, los órganos ejecutivos del Estado y
de las Comunidades Autónomas, serán representados y defendidos por sus Abogados – por
los órganos ejecutivos del Estado actuará el Abogado del Estado-.
B) El iter procesal.
a. Plazo de interposición del recurso: Tres meses desde la publicación oficial de la ley,
disposición o acto normativo con fuerza de ley que se pretenda impugnar. El TC entiende
prorrogado el mandato de los parlamentarios a los meros efectos del ejercicio por los mismos
de la acción de inconstitucionalidad. No obstante el Presidente del Gobierno y los órganos
colegiados ejecutivos de las CC.AA. podrán interponer el recurso de inconstitucionalidad en
el plazo de nueve meses si cumplen los siguientes requisitos al efecto establecidos:
3. Que el acuerdo sea puesto en conocimiento del TC por los órganos anteriormente
mencionados, dentro de los tres meses siguientes a la publicación de ésta en el “Boletín
Oficial del Estado” o en el “Diario Oficial de la Comunidad Autónoma correspondiente”.
Tras la reforma de la LOTC del 2000 ha sido profusamente utilizado. “Ha servido para
abrir nuevos espacios de colaboración y avenencia entre el Estado y las Comunidades
Autónomas
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formular las alegaciones que estimen oportunas. Personación y alegaciones deben de
realizarse en el plazo de quince días.
C) La sentencia.
El TC dictará sentencia en diez días, salvo que, mediante resolución motivada, el TC estime
necesario un plazo más amplio que en ningún caso podrá exceder de treinta días. Sin embargo el
Tribunal dicta sus sentencias al margen de todo plazo, cuando buenamente su agenda y el cielo
se lo permiten (Recordar SSTC 80/2012 y 110/2012 que resuelven recursos presentados catorce
y trece años atrás cuando estaba en el Gobierno José María Aznar).
b. Las sentencias tienen valor de cosa juzgada (no cabe la interposición de ningún recurso
contra la sentencia) a partir del día siguiente al de su publicación en el BOE y con efectos
frente a todos (erga omnes). En ocasiones el TC restringe los efectos temporales de la
declaración de inconstitucionalidad.
Puerta abierta al sistema de jurisdicción difusa a través del art. 163 CE con una “cuestión”
(que no recurso) “cuando un órgano judicial considere, en algún proceso, que una norma con
rango de ley, aplicable al caso, de cuya validez dependa el fallo, pueda ser contraria a la
Constitución, planteará la cuestión ante el TC en los supuestos, en la forma y con los efectos que
establezca la ley que en ningún caso serán suspensivos”.
La importancia reside en que si la persona física o jurídica entiende que una norma con
fuerza de ley es nula por inconstitucional, no va a poder provocar en abstracto un recurso de
inconstitucionalidad, pero, en el caso de que la norma le sea de aplicación determinante en un
proceso en el que es parte, podrá solicitar del juez o tribunal que entiende, que él mismo
interponga ante el TC, para que este alto Tribunal resuelva sobre la presunta inconstitucionalidad
de la norma de cuya validez dependa el fallo.
Por tanto, la cuestión de inconstitucionalidad se va a poder suscitar ante el TC por el
órgano de la jurisdicción ordinaria de oficio bien a instancia no vinculante de parte, en cuyo caso el
órgano de la jurisdicción ordinaria actúa de filtro y decide sobre la procedencia de interponer
formalmente o no la cuestión. Las partes solo pueden sugerir la pertinencia de suscitar la cuestión,
quedando a la libre decisión del órgano jurisdiccional ordinario el promover o no la cuestión (arts.
35 y 36 LOTC)
Según dispone el art. 35.1 LOTC, el órgano judicial solo podrá plantear la cuestión una vez
concluso el procedimiento y dentro del plazo para dictar sentencia, debiendo concretar la Ley o
norma con fuerza de ley cuya constitucionalidad se cuestiona, el precepto constitucional que se
considera infligido y especificar y justificar en qué medida la decisión del proceso depende de la
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validez de la norma en cuestión. Antes de tomar su decisión, mediante auto, el órgano
jurisdiccional oirá a las partes y al MF para que en un plazo común e improrrogable de diez días
puedan alegar lo que deseen sobre la pertinencia de plantear la cuestión de inconstitucionalidad,
resolviendo el juez seguidamente y sin más trámite en el plazo de tres días.
Dicho auto no será susceptible de recurso de ninguna clase. Sin embargo, esta cuestión
puede ser intentada en las sucesivas instancias en tanto no se llegue a sentencia firme.
Podrá el TC rechazar en trámite de admisión, mediante auto motivado y sin otra audiencia
que la del Fiscal General del Estado (FGE), la cuestión de inconstitucionalidad cuando faltaren las
condiciones procesales o fuese notoriamente infundada la cuestión suscitada.
Sin embargo, esto fue criticado pues a juicio de parte de la doctrina, convertía al TC en una
tercera cámara, y además fue utilizado por la oposición contra las leyes aprobadas por un
Gobierno con mayoría socialista lo que hizo que el Gobierno no disimulara su disgusto con el
hecho y derogara tal posibilidad por la LO 4/1985, de 7 de junio.
Desde entonces el control previo fue reservado por la LOTC a los Tratados internacionales.
Sin embargo, esta posibilidad no quedó nunca al libre arbitrio de la LOTC ya que el art. 95 CE,
tras disponer en su primer apartado que la celebración de un Tratado que contenga estipulaciones
contrarias a la CE exigirá la previa revisión constitucional, establece en el siguiente párrafo que
bien el Gobierno o bien cualquiera de las Cámaras, podrá requerir al TC para que declare si existe
o no disconformidad.
Solo se ha utilizado en dos ocasiones, en 1992 con motivo de la necesaria ratificación por
España del Tratado de Maastricht y en 2004 con ocasión del Tratado por el que se establecía una
Constitución para Europa.
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Se trata de un control concreto de constitucionalidad y así lo ha reconocido el Tribunal
desde sus primeras sentencias: la cuestión de inconstitucionalidad es un instrumento puesto a
disposición de los órganos judiciales para conciliar la doble obligación en que se
encuentran de actuar sometidos a la Ley y a la Constitución. La supremacía de la
Constitución obliga también a los jueces y tribunales a examinar, de oficio o a instancia de
parte, la posible inconstitucionalidad de las leyes en las que, en cada caso concreto, hayan de
apoyar sus fallos, pero, en defensa, como antes se dice, de la dignidad de la Ley emanada de la
representación popular, el juicio adverso a que tal examen pueda eventualmente conducirlos no
los faculta para dejar sin más de aplicarlas, sino sólo para cuestionarlas ante este Tribunal. Así
solo cabe la presentación de una cuestión de inconstitucionalidad en el supuesto en que el juez o
tribunal tenga dudas efectivas acerca de la contradicción entre la Ley que va a aplicar con el texto
constitucional.
Antes de adoptar su decisión definitiva, el órgano judicial debe oír a las partes y al
Ministerio Fiscal para que, en el plazo común e improrrogable de 10 días, puedan alegar
lo que deseen sobre la pertinencia de plantear la cuestión de inconstitucionalidad, o sobre el
fondo de ésta.
b. Procedimiento.
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Plazo (LOTC art.35.2)
El órgano judicial sólo puede plantear la cuestión una vez concluso un procedimiento,
dentro del plazo para dictar sentencia, o la resolución judicial que proceda. Debe concretar la
Ley -o norma con fuerza de Ley- cuya constitucionalidad se cuestiona y el precepto constitucional
que se supone infringido, especificando o justificando en qué medida la decisión del proceso
depende de la validez de la norma en cuestión. Se marca en la LOTC un plazo preclusivo y el
órgano judicial a
de emitir un juicio provisional sobre la norma con rango de Ley que ha de aplicar.
El órgano judicial al plantear la cuestión debe concretar la Ley o norma con fuerza de Ley
cuya constitucionalidad se cuestiona, el precepto constitucional que se supone infringido y
especificar o justificar en qué medida la decisión del proceso depende de la validez de la norma
en cuestión. En el auto en el que plantee la cuestión el órgano judicial no dispone de
total libertad, pues está condicionado por el trámite previsto de audiencia a las partes y al
Ministerio Fiscal, y con ello se garantiza que en el auto que plantea la cuestión no se introduzcan
elementos nuevos que los sujetos interesados en el proceso no han podido previamente conocer
ni, por ello, apreciar o impugnar su relevancia para el planteamiento de la cuestión, privándose así
al órgano judicial de la opinión de aquéllos y no facilitándose su reflexión sobre los mismos.
Son presupuestos procesales: que sea una norma con rango de Ley aplicable al caso y
de cuya validez dependa el fallo la que pueda ser contraria a la Constitución.
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Sobre el control de coherencia: en este sentido, corresponde al Tribunal Constitucional
revisar la adecuación y consistencia del juicio de relevancia y, dado que la cuestión de
inconstitucionalidad se suscita en el seno de un concreto y determinado proceso, dicha revisión
tiene necesariamente que realizarse partiendo de la naturaleza y ámbito objetivo de ese proceso,
pues la interdependencia que existe entre pretensión procesal, proceso y resolución judicial hace
que el sentido y alcance de ésta vengan siempre determinados y condicionados por la clase de
proceso en que se produce y por el contenido y finalidad de la pretensión que en el mismo se
ejercita. En lo referente al fundamento de la cuestión o a la posibilidad de inadmitir la cuestión si
es «notoriamente infundada» ( LOTC art.37.1 )
Galeotti define las garantías constitucionales como los mecanismos jurídicos de seguridad
que el Ordenamiento constitucional establece para salvaguarda y defensa de la integridad de su
valor normativo. Estas garantías de los derechos son siempre necesarias porque siempre hay
riesgos de violación o ataque que pueden provenir de los poderes públicos, de los individuos y de
las organizaciones sociales.
Ha habido conciencia desde el inicio del régimen constitucional, de que un derecho vale
jurídicamente lo que valen sus garantías. Como dice M. A. García Herrera, las garantías nos
muestran la sinceridad del Ordenamiento, de ahí que los textos constitucionales acompañen los
derechos con garantías tendentes a dotarlos de efectividad.
En la CEno hay un sistema perfilado de garantías; lo que hay en ella es más bien una
acumulación de garantías, existiendo tres niveles generales de protección de los derechos que
establece el artículo 53 de la Constitución:
1. El capítulo III del título 1 contiene principios de política social y económica, que sólo
están protegidos por la rigidez constitucional y la correlativa posibilidad de impugnar y
cuestionar la inconstitucionalidad de una norma con rango legal que los vulnere.
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Artículo 53 CE:
1. Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo segundo del presente Título vinculan a todos los poderes públicos.
Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y
libertades, que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1, a).
2. Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en el artículo 14 y la Sección primera
del Capítulo segundo ante los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de preferencia y
sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este último recurso será aplicable
a la objeción de conciencia reconocida en el artículo 30.
3. El reconocimiento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo tercero informarán la legislación
positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos. Sólo podrán ser alegados ante la Jurisdicción ordinaria
de acuerdo con lo que dispongan las leyes que los desarrollen.
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contenido esencial3. A esta garantía de regulación legal le corresponde la del control de su
constitucionalidad, que vela por el respeto al contenido esencial del derecho.
3) La iniciativa legislativa popular (art. 87.3) es amparable por ser parte del contenido
del derecho de participación política (art. 23.1).
Hay ciertos derechos específicos cuyo ejercicio garantiza la efectividad de otro, más general,
del que derivan o del que son una concreción. Así, por ejemplo, el derecho a la intimidad personal
y familiar protege uno de los ámbitos a que se extiende la libertad personal, y la libertad de
creación de centros docentes es una de las garantías de la libertad educativa.
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La duda sobre si dicha ley debía revestir el carácter de orgánica fue resuelta por el TC exigiendo solamente ley e incluso validando
el decreto-ley si se daba el requisito de una extraordinaria y urgente necesidad.
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Pero en nuestra norma fundamental hay garantías que, por el carácter fronterizo entre
garantía y derecho, vienen formuladas de este último modo, como sucede con la cláusula de
conciencia de los profesionales de la comunicación, y su derecho al secreto profesional.
Algunas garantías son elevadas a categoría de derechos, como sucede con parte de las antes
mencionadas, que también son oponibles frente a los poderes públicos: el derecho a la cláusula
de conciencia y al secreto profesional en materia informativa y, en su nivel de garantía legal, el
derecho de rectificación, que es ejercitable también frente a los medios de titularidad pública y
oficiales; pero están así formuladas sobre todo las garantías referentes a la tutela judicial de los
derechos, recogidas en el artículo 24,2 de la Constitución.
Aunque se las puede interpretar como derechos, algunas garantías vienen formuladas como
exenciones de obligaciones, es el caso de la no obligación de declarar del detenido o la cualquier
persona a no hacerlo sobre su religión o ideología.
Algunos derechos están protegidos por los requisitos de procedimiento a los que ha de
someterse la actuación de los poderes públicos. Unas veces se trata de la participación del
interesado en el proceso de adopción de decisiones, como el que establece el artículo 27 para la
programación de la enseñanza. Otras veces se requiere una actuación previa del Poder Judicial,
como la necesaria para el secuestro de publicaciones. Y en este mismo grupo se pueden inscribir
la exigencia de ley para la regulación del ejercicio de los derechos y la fijación de sus límites, e
incluso el procedimiento agravado de reforma constitucional si afecta a los derechos
fundamentales.
En otras ocasiones, los poderes públicos tienen absolutamente vedadas ciertas actuaciones,
como la censura previa de publicaciones o la sanción administrativa privativa de libertad.
Junto a todas esas garantías, el Ordenamiento jurídico confiere acciones a los interesados
para instar la tutela de órganos judiciales o asimilados a estos efectos. Algunas de estas acciones
tienden al rápido restablecimiento del derecho violado si la demora comporta la inefectividad de
las garantías o la difícil reparación del daño; así sucede con el procedimiento de habeas corpus.
Otras acciones se dirigen a obtener la tutela judicial en el curso habitual de un proceso.
Ahora bien, en su mayor parte, las garantías de los derechos vienen expresadas como tales
garantías. Son, entre otras:
22
g) El requisito de resolución judicial motivada para la suspensión o disolución de una
asociación legalmente constituida.
m) La fuerza vinculante de los convenios laborales colectivos, como garantía del derecho de
negociación colectiva. La regulación de esta garantía se remite íntegramente a la ley, pero tiene
apoyo constitucional en el artículo 37.
Pero según la letra de la Constitución, parece que también la sociedad y el régimen político se
dotan de garantías frente a ciertos riesgos derivados del ejercicio de algunos derechos. Así
podríamos interpretar la retirada exigencia de estructura interna y funcionamiento democráticos de
partidos políticos, sindicatos, asociaciones empresariales, etc., y también el mandato que hace al
legislador el artículo 37.2 para que, al regular el ejercicio del derecho de trabajadores y
empresarios a adoptar medidas de conflicto colectivo, incluya las garantías precisas para asegurar
el funcionamiento de los servicios esenciales de la comunidad. Sin embargo, aunque la propia
Constitución utiliza en este caso el término garantías, tanto en el cómo en el anterior estamos más
bien ante sendos límites de los derechos mencionados.
Algunos autores denominan amparo ordinario a la vía judicial preferente y sumaria que
establece el art. 53.2 CE. Este fue regulado por la ley 68/1978 de Protección Jurisdiccional de los
Derechos de la Persona, para dar cumplimiento a la garantía jurisdiccional previa al recurso de
amparo constitucional.
La tutela judicial del amparo ordinario y judicial, es previa al recurso de amparo y protege así,
en primera instancia, los actos lesivos producidos por los poderes públicos (no requiere ningún
tipo de recurso administrativo previo).
A pesar de denominarse este tipo de juicio como sumario, es más bien plenario rápido ya que
es urgente y tiene garantías debido a la necesidad de proteger los derechos de forma rápida y
eficaz, y a su vez, por ello, también tiene un régimen especial de suspensión del acto impugnado.
23
Objeto: posible violación de los derechos fundamentales de la persona por un acto del poder
público (si carece de este contenido el tribunal puede inadmitir el recurso sin que haya
indefensión).
Durante 20 años hubo cierta provisionalidad, tras los que varias leyes introdujeron en el
Ordenamiento Jurídico procedimientos tendentes a posibilitar que el Poder Judicial subsanase las
vulneraciones que hubieran podido producirse por procesos sustanciados ante él, la
administración o casos de filtración antes de que llegasen ante el TC a través del recurso de
amparo. Estas leyes han sido: Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa, la
cual reguló el amparo judicial; Ley de Enjuiciamiento Civil; y la Ley Orgánica de Reforma de la
Ley Orgánica del TC que ha ampliado el incidente de nulidad de actuaciones de la LOPJ.
- Sin merma de las garantías: plazos breves desde la interposición del recurso hasta el
existente para dictar sentencia.
- No se exige (ni se prohíbe) haber agotado la vía administrativa.
- Puede solicitarse la suspensión del acto impugnado. Sólo lo permitirá el órgano judicial
cuando, de mantenerlo, pudiera perder su finalidad el recurso.
- La demanda debe ser precisa clara y concisa, respecto a los derecho/s cuya tutela se
pretende, los fundamentos del recurso y la justificación de la elección de esta vía
jurisdiccional.
- La sentencia puede acordar tanto el restablecimiento del derecho vulnerado como otras
medidas (ej.: indemnización)
- Cabe ulterior recurso de apelación o casación.
La LEC reguló pro futura, para cuando una reforma de la LOPJ atribuya a los Tribunales
Superiores de Justicia la competencia, la tutela de los derechos, diversificándola en función de su
naturaleza procesal o sustantiva. Así, creó un recurso extraordinario por infracción procesal que
se sustanciará en la Sala Civil y Penal del TSJ de cada CCAA para las posibles infracciones de
los derechos procesales cometidas por los órganos judiciales que actúan en la misma; y reguló el
recurso extraordinario de casación para la vulneración de derechos fundamentales sustantivos,
cuyo conocimiento corresponderá en exclusiva al TS.
Este procedimiento fue creado por la LOPJ en 1997, reformado posteriormente y finalmente
transformado por la Ley de reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC) de
2007. Mediante él se puede instar la nulidad de actuaciones judiciales que supuestamente
hubieran vulnerado derechos fundamentales, siempre que no hayan podido denunciarse antes de
la resolución del proceso en el que se produjo y que dicha resolución no sea ya susceptible de
recurso alguno ante la jurisdicción ordinaria. Se sustancia ante el mismo órgano que resolvió
finalmente el caso.
Es un procedimiento ad hoc, busca reducir el número de recursos de amparo ante el TC. Pero
no parece eficaz al ser el mismo órgano quien resuelve el supuesto infractor.
24
Según la doctrina y jurisprudencia el Derecho a la legalidad penal es considerado como uno
de los derechos fundamentales y libertades públicas. Dice así el precepto: “Nadie puede ser
condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de producirse no
constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en aquel
momento”.
El Tribunal Constitucional tiene establecido que las garantías del ciudadano frente al
iuspuniendidel Estado son de observación y cumplimiento y a su vez considera al principio de
legalidad como una concreción de diversos aspectos del Estado de Derecho en el ámbito del
Derecho estatal sancionador. A su vez, este principio es vinculado con los principios de imperio de
la ley y de interdicción de la arbitrariedad, lo cual redunda en la seguridad jurídica de las personas
pudiendo programar sus comportamientos.
Este principio de legalidad punitiva integra cuatro garantías: criminal, penal, jurisdiccional y de
ejecución y bajo un concepto integral de este principio completa la fórmula clásica con la
siguiente: nullum crimen, nullapoena sine praevialegescripta et scricta et certa.A su vez, esta
fórmula se puede desglosar del siguiente modo:
Así pues:
1. El principio non bis in ídem ha sido reconocido por el Tribunal Constitucional como
implícitamente unido al de legalidad penal y administrativa sancionadora.
2. La pena tiene que ser necesaria y proporcionada, siendo precisamente este principio
erigido por el Tribunal Constitucional como uno de los derechos que integra el art. 25 1.
3. La pena es personal e intransferible salvo caso de “actuación en nombre de otro”
legalmente prevista como delictiva.
4. El principio de responsabilidad por el hecho determina que el eventual inculpado sólo
responde del hecho realizado o cometido, no por su personalidad, la cual solo será tenida
en cuenta para la adopción de medidas de seguridad y la individualización de la pena, pero
no para la inculpación con independencia de lo actuado. Este principio está directamente
vinculado al de culpabilidad, que busca detectar el elemento subjetivo de la culpa y no así
la responsabilidad objetiva sin ella.
5. El principio de subsidiariedadaboga por la intervención mínima del “iuspuniendi” del
Estado, únicamente como última ratio.
El legislador (las Cortes al tratarse de una competencia exclusiva del estado) debe regularlo
modulándolo según las jurisdicciones, los órdenes, las instancias, los procesos y los recursos.
El ciudadano interesado debe usar la vía procesal adecuada y respetar su procedimiento para
alcanzar la efectividad de su derecho.
Incluye el derecho al juez ordinario, natural o legal, donde juez debe entenderse como órgano
judicial. La CE y el TC hablan del “juez ordinario predeterminado por la Ley” y de “juez imparcial”-
Para que lo sea:
- Ha debido ser creado previamente por la norma
- Ésta lo haya investido de jurisdicción y competencia antes de su actuación.
- No sean especiales ni excepcionales sus regímenes orgánico y procesal.
- Su composición venga determinada por la ley y se siga en cada caso su procedimiento de
constitución
- El órgano que juzgue y falle sea diferente del que haya instruido
Se trata de garantizar que el juez sea independiente e imparcial (tal y como exigen la CE, el
PIDCP, el CEDH)
Esta garantía del juez cierto, ordinario, legalmente predeterminado, quedaría burlada, dice el
TC, si bastara con mantener el órgano alternado su composición.
La TJE comporta el principio de publicidad del proceso y, también los siguientes derechos:
Debe promoverse igualmente la contradicción y la paridad de las partes por lo que no debe
haber condenas ni resoluciones inaudita parte ni procesos clandestinos.
6.3 Antiformalismo
De todo ello se deriva que hay que interpretar el sistema procesal como antiformalista:
principio reiterado por el TC como por el TS. Ambos tribunales confieren preferencia a las
motivaciones de justicia material; que no puede ser enervada con formalismos ni interpretaciones
de formas contrarias a la finalidad: según el TC “no toda irregularidad formal es obstáculo
insalvable para la prosecución del proceso”- Los requisitos y formas procesales han de ser
razonables y guardar relación con las finalidades del propio proceso. Ello rige también en materia
de plazos y respecto del recurso de casación.
El órgano judicial debe notificar los defectos formales para permitir su subsanación en los
momentos procesales oportunos; porque el antiformalismo tiene límites, consistentes en esencia
en que no debe afectar la regularidad del proceso ni los intereses de la parte contraria.
Si la inadmisión se produce porque el órgano aprecia falta de competencia propia, debe
indicar al interesado el órgano competente y el modo de acceder a él.
La necesaria agilidad no debe impedir que se practiquen todas las diligencias que puedan
arrojar luz sobre el caso. La parte que se sienta perjudicada por dilaciones indebidas ha de
invocarlo antes de la sentencia, para poder posteriormente recurrir al amparo.
27
decida sobre todos los problemas litigiosos, pues de lo contrario no se resuelve el caso planteado
sino otro distinto.
Puede haber incongruencia por error judicial, cuando la sentencia parece corresponder a un
pleito diferente o concede algo que no se ha pedido (incongruencia extra petitum). También la hay
por omisión, así como por ir el fallo más allá de los fundamentos jurídicos en que se sustenta.
La TJE incluye el derecho al recurso que las normas legales hayan establecido para el caso.
Su denegación arbitraria supone una violación de ese derecho y la inexistencia de todo recurso
puede deparar la responsabilidad del Estado ante el TEDJ. España ha sido condenada varias
veces por el Comité de DDHH de NNUU por no tener establecida en todos los casos la doble
instancia penal.
Diputados y Senadores, por ejemplo, están aforados en la Sala Segunda del TS, contra cuyas
sentencias no cabe ulterior recurso. La situación descrita se agrava cuando en la causa concurren
aformados y personas no aforadas, quedando todos sujetos a la única instancia.
La TJE no da derecho exclusivamente a “abrir el proceso”; sino a que este cumpla y observe
todas las garantías del Art. 24 CE y otras tendentes a evitar la indefensión del justiciable:
- principios de igualdad de partes y de contradicción en el desarrollo del proceso
- presunción de inocencia
- actividad probatoria suficiente
- asistencia o dirección efectiva de letrado
- principio de publicidad del proceso, que admite excepciones renuncias limitadas.
- Acusación precisa y juicio oral en los procesoso penales
- Notificación en la sentencia de los recursos de que dispone el interesado
El concepto de indefensión que utiliza el TC es material, y equivale a una merma real de las
posibilidades de defensa o actuación procesal. No abarca las meras irregularidades formales que
no impliquen un efectivo menoscabo del justiciable.
7.El proceso del Habeas Corpus. Derechos del detenido. Prisión provisional.
El sistema inglés cristalizó históricamente en la institución del habeas corpus (denominado así
ya que era el mandamiento judicial que habría el proceso). Fue en su origen, una defensa contra
las jurisdicciones feudales, frente a ellas estaban los tribunales del Rey como dispensadores de
una justicia más imparcial, que no se institucionalizó hasta 1679.
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Por su parte, la francesa Declaración de Derecho de 1789 prescribía que nadie podía ser
acusado, detenido ni preso sino en los casos determinados por la ley y con arreglo a los
procedimientos establecidos en ella. La Ley era la suprema garantía de la libertad.
La Ley Orgánica ha conectado esta garantía con las existentes respecto de la detención
preventiva, con las contenidas en los artículos 17.3 y 24.2, que consagran los derechos del
detenido y del acusado. Es aplicable por tanto en el ámbito militar y en los casos de detención de
enajenados mentales. También a los extranjeros pendientes de un expediente de expulsión.
La defensa preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario para la
realización de las averiguaciones que esclarezcan los hechos y, en todo caso, máximo de setenta
y dos horas el detenido debe ser puesto en libertad o a disposición de la autoridad judicial. La Ley
considera ilegal y susceptible del procedimiento de habeas corpus toda detención que sobrepase
este término de tres días (por razones de economía procesal y de la conveniente urgencia en la
tutela).
Según el Tribunal Europeo de Derecho Humanos, la prisión provisional debe ser controlada
periódicamente por el juez y cesar tan pronto como deje ser razonablemente necesaria.
El artículo 17.4 de la Constitución no habla de tiempo razonable, sino de tiempo máximo. Por
eso la Ley de Enjuiciamiento Criminal ha establecido términos explícitos de seis meses o
dieciocho meses, según las penas, cuyo transcurso lleva automáticamente aneja la puesta en
libertad del encausado; excepcionalmente, el juez o tribunal podrá prolongar la prisión hasta los
treinta meses en casos de especial transcendencia del delito o en aquellos en los que la
instrucción de la causa sea de extraordinaria complejidad. No se computarán las dilaciones de la
causa imputables al inculpado. Además no es obligatorio agotar esas duraciones máximas. Y su
finalidad principal es la de asegurar la comparecencia del inculpado en el proceso por lo que si
hay otros procedimientos de asegurarlo sin privación de libertad, son preferibles.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos suele ponderar factores, para adoptar esta
medida, tan heterogéneos como el peligro de fuga, la gravedad de las consecuencias del delito, el
peligro de manipulación o desaparición de pruebas, o de reiteración de la conducta delictiva, o
bien se atiende al estado de salud del interno e incluso a su seguridad personal.
2. EL MINISTERIO FISCAL
Es una institución que tiene un tratamiento muy variado y no hay acuerdo a la hora de
determinar su naturaleza. Los sistemas de ubicación constitucional del mismo son:
“ El Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tiene por
misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los
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ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesados,así
como velar por la independencia de los tribunales y procurar antes éstos la satisfacción del interés
social”.
Por su parte, el artículo 162.1.b. le confiere legitimación para interponer el recurso de amparo.
La delineación constitucional del Ministerio Fiscal es muy parecida a la del Defensor del
Pueblo. Son tres los rasgos coincidentes: la defensa de los derechos de los ciudadanos, el actuar
de oficio o a petición de los interesados y el poder recurrir en amparo ante el Tribunal
Constitucional.
Respecto del recurso del amparo , el Ministerio Fiscal no sólo está legitimado para su
interposición , sino que la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional ordena su intervención en
todos ellos “ en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público
tutelado por la ley”.
Por lo demás, su Estatuto trata de evitar toda expresión que pueda interpretarse como relación
de dependencia externa respecto del Gobierno.
Se ha ido conformando una cultura de los derechos humanos llamada por P. Haberle
“internacional de los Estados constitucionales”, o sea una conciencia generalizada acerca de la
necesaria protección internacional de los derechos y libertades y, en concreto, mucho más eficaz
que la protección diplomática.
El conjunto formado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), el Pacto Internacional de Derecho
Económicos Sociales y Culturales (1966) y el Convenio Europeo de Derechos Humanos (1950)
constituyen una verdadera Carta Internacional de Derechos Humanos, a la cual han seguido
muchas otras declaraciones específicas.
Sostiene el mismo autor atinadamente que la nota definidora de esta evolución internacional
en la materia es la de su progresividad, tanto en número y contenido de los derechos
contemplados cuanto en la eficacia y vigor de los procedimientos de protección.
Los derechos conforman una especie de orden público internacional y supranacional que
legítima la emergencia de instituciones y jurisdicciones en tales ámbitos para su protección .
Ahora bien, la eficacia de la protección internacional de los derechos aún depende en mayor o en
menor medida de las garantías internas de los Estados, según que esta internacionalización esté
presidida por un tratado del que los Estados son partes, o estemos ante una supranacionalización
culminada por un ente mayor del que los Estados son miembros. Pero es necesario insistir en que
todavía la garantía estatal es insustituible.
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Casi todos los juristas han saludado muy favorablemente la adopción del Estatuto de la Corte
Penal Internacional como un paso más a favor de la internacionalización de la justicia y contra la
inmunidad de los más altos cargos políticos, que suelen ser los mayores responsables de los
crímenes y contra la Humanidad.
Así y todo, acaso por precipitación en su redacción y quizás también por el deseo de que
todos los países lo ratifiquen, se deslizan en sus preceptos elementos y procedimientos poco
garantistas si los comparamos con una Constitución democrática, por ejemplo, la española.
A pesar de ello, el Estado español fue uno de los primeros en ratificar el Acuerdo por el que se
adoptaba aquél sin acudir a la reforma constitucional, que habría sido lo jurídicamente adecuado.
Este Acuerdo todavía no ha entrado en vigor y tiene dificultades para ello por la oposición de
Estados Unidos.
El Consejo de Europa fue creado en 1949 en la Haya con la idea matriz de la solidaridad
europea en la defensa de los derechos humanos, mitad como reacción a los totalitarismos recién
vencidos, mitad como linea ideológica divisoria respecto de los países de influencia soviética. El
Consejo de Europa acometió prontamente la tarea de redactar un proyecto de Convenio, que
finalizó en 1950 y, abierto a la ratificación de los Estados, entró en vigor en 1953 con el nombre de
Convención o Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales, al que le han seguido varios Protocolos Adicionales y de Enmienda.
España ingresó en el Consejo de Europa en 1977 y ratificó el Convenio en 1979 reconociendo la
jurisdicción obligatoria del Tribunal.
Este Convenio ha transformado en obligaciones jurídicas para los Estados partes muchos de
los principios proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos decha por la ONU
en 1948. Las novedades no se centran en el catálogo de derechos, sino en los medios de
protección.
El Consejo de Europa creó a estos efectos una Comisión y un Tribunal Europeos de Derechos
Humanos como órganos específicamente dedicados a la protección de los mismos, aunque tanto
el Comité de Ministros como la Asamblea Parlamentaria tenen también competencias al respecto.
El Convenio en un principio redujo a los Estados miembros la legitimación activa para acceder
al Tribunal, debiendo hacerlo los particulares a la Comisión, la cual rechazaba unos casos,
resolvía otros y filtraba los menos al Tribunal. Sin embargo, pronto comenzó el Tribunal a admitir
prácticas procesales en las que el denunciante individual se hacía presente a través de un
abogado.
El Reglamento de 1982 hizo una nueva interpretación del Convenio a este respecto y el
Protocolo número 9 vigente desde 1994 amplió la legitimación a las organizaciones no
gubernamentales y a grupos de personas. No deja de ser importante el hecho de que los Estados
miembros puedan también interponer demandas en casos de posible violación de derechos
humanos por parte de otro Estado. Sin embargo, esta competencia es de muy delicado ejercicio.
Por otra parte, el sistema europeo de protección es subsidiario respecto de los sistemas
nacionales, n pudiéndose conocer de un asunto sino después de que se hayan agotado todos los
recursos internos.
La doctrina se halla dividida en la valoración de este requisito del agotamiento de la vía judicial
interna, entre los que lo consideran una cortapisa injustificada y dilatoria y los que afirman que es
una consecuencia necesaria de la soberanía interna de los Estados.
32
El Convenio no crea por sí solo recursos internos inexistentesm como ningún tratado lo hace.
Así lo tiene proclamado el TEDH y nuestro TC. Ahora bien, aquél añade que los Estados
miembros tienen la obligación de ajustar el sistema judicial interno a las garantías del Convenio.
Las sentencias del Tribunal se adoptan por mayoría, pudiendo los magistrados emitir votos
particulares, prácticas que han seguido en nuestro país el TC y tras él todos los Tribunales.
Las sentencias son obligatorias para los Estados miembros y estos aquieren la
responsabilidad de hacerlas efectivas, lo que plantea la seria dificultad de remover una sentencia
del órgano superior de su sistema judicial o si se trata de una sentencia del Tribunal
Constitucional.
El Tribunal está integrado por un número de jueces igual al de Estados miembros, elegidos por
la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sobre ternas presentadas por los Estados y sin
límite en cuanto a la nacionalidad de los elegidos, cuyo mandato es de seis años.
El Tribunal actúa:
en Comités de tres jueces facultados para inadmitir las demandas individuales;
en Salas de siete jueces con competencias sobre la admisibilidad y sobre el fondo;
en la Gran Sala de diecisiete jueces para resolver asuntos que susciten importantes
problemas interpretativos o el reexamen de las sentencias dictadas por una Sala.
Además, el reciente Protocolo número 14 (en vigor desde el 1/7/2010), prevé incluso el
funcionamiento de juez único para los asunto claramente inadmisibles que no requieran un
análisis especial, así como las Salas de cinco jueces.
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La demanda se registra en una Sala y se confía a un Juez instructor. Éste, si estima que debe
inadmitirse, la remite a un Comité de 3 miembros, que por unanimidad puede inadmitirla sin
posible recurso.
Pero si el Juez instructor entiende que la demanda plantea una cuestión de principio, ésta
pasa a la Sala, integrada por siete jueces, para su enjuiciamiento, pudiendo las partes presentar
observaciones por escrito.
Si no se logra un acuerdo amistoso entre las Partes, la Sala dicta sentencia. Antes de ello,
cabe una consulta a la Gran Sala, compuesta por diecisiete jueces.
Si una sentencia del Tribunal europeo considera que una norma infraconstitucional española
es contraria al Convenio los efectos de aquélla deben ser los de la inconstitucionalidad de dicha
norma de producción interna. Si uno de los propósitos de la puesta en vigor del Protocolo número
11 fue el de evitar los retrasos indebidos en la tramitación de las demandas, pronto se ha
advertido que tal objetivo no sólo resultaba inalcanzable, sino que hoy los retrasos son mayores
que antes, seguramente por el incremento progresivo de las demandas.
Por otra parte, cabe señalar que la Carta Social Europea de 1961 fue adoptada por el Consejo
de Europa como complemento de Convenio Europeo de 1950 en materia de derechos sociales,
haciendo realidad el principio de indivisibilidad de todos los derechos humanos. La Carta ha sido
completada por dos Protocolos, uno de 1988 que amplió el catálogo de derechos , y otro de 1995
que instituyó un mecanismo cuasijudicial de reclamaciónes colectivas que son resueltas mediante
decisiones de fondo por el Comité Europeo de Derechos Sociales. La Carta y sus Protocolos se
han visto consolidados en la Carta Social Europea Revisada de 1996 (España a fecha de junio de
2010, aún no había ratificado ni el Protocolo de 1995 ni la Carta Revisada de 1996).
La antigua CEE no recogía en sus tratados fundacionales los derechos y libertades, aunque sí
algunos principios básicos de la unidad económica que se creaba: libre circulación del dinero, de
las mercancías y de las personas. Poco a poco el TJUE fue incorporando a su jurisprudencia
criterios de los Estados miembros y del TEDH acerca de los derechos, de manera que terminaron
formando parte del denominado acervo comunitario o acervo común europeo.
El Defensor del Pueblo de la UE está regulado en el artículo 228 del TFUE. Cualquier persona
física o jurídica residente o domiciliada en un Estado miembro puede dirigirle reclamaciones por
“mala administración en la acción de las instituciones, órganos u organismos de la Unión, con
exclusión del TJUE en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales” (art. 228).
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En la Carta de Niza está reconocido el derecho a la tutela judicial efectiva (art. 47) y el Tratado
de Lisboa atribuye al TJ la misión de garantizarla a través de su organización en tres instituciones:
el TJ, el Tribunal General y el Tribunal de la Función Pública.
Pueden acceder a las instituciones de Justicia Europea tanto los Estados como las personas
físicas y jurídicas demandando una tutela judicial efectiva.
Estima el Tribunal que el respeto de los derechos fundamentales es parte integrante de los
principios generales del Derecho europeo y que su salvaguarda debe inspirarse en las tradiciones
constitucionales comunes a los Estados miembros, sin que sean admisibles medidas
incompatibles con los derechos fundamentales reconocidos y garantizados por las Constituciones
de dichos Estados. Se planteaba también el problema de si el CEDH forma parte del Derecho
comunitario o no
Una vez abandonada la resistencia a considerar el Convenio como parte integrante del
Derecho de la Unión, el Tribunal, con sede en Luxemburgo, vino a entender que su competencia
debía quedar centrada en los derechos económicos propios de la Unión. Aun así, a veces, tomó el
Convenio como nivel mínimo de tutela de dichos derechos económicos.
El problema consiste en que hay en Europa dos sistemas de garantías de los derechos, con
sus correspondientes tribunales, y que un acto de la Unión no puede ser recurrido ante el TEDH
porque aquélla no se ha adherido al Convenio de Roma.
Un Tribunal de Primera Instancia resuelve, sin perjuicio de ulterior recurso ante el Tribunal de
Justicia, las demandas directas de las personas físicas y jurídicas.
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otro tribunal lo son de apelación o de casación de los tribunales nacionales, ni la competencia
nacional sobre los derechos ha sido transferida a la UE.
Si se impugna un acto interno, la vía procedente es la del juez nacional y posterior reenvío
prejudicial, si procede, en los términos antes expuestos. Pero también el juez interno puede
aplicar directamente el Derecho de la Unión en un litigio entre particulares en caso de ser
ciertamente aplicable.
Así nos encontramos con las tutela judicial del articulo 24 CE, pero también con:
En cuanto al referido articulo 24 CE, que garantiza todos los anteriores, se divide en 2
apartados:
El 2º incluye las denominadas garantías procesales como son el juez ordinario y la
presunción de inocencia.
El 1º La tutela judicial efectiva de los jueces y tribunales.
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II.- PROCESAL INTERNACIONAL
1. IDEAS GENERALES
Las O.I. gozan, pues, de personalidad jurídica, es decir, de la capacidad de ejercer ciertos
derechos y asumir determinadas obligaciones en el marco de unos sistemas jurídicos concretos:
nacional o internacional. La existencia de esta personalidad jurídica independiente ha sido
reconocida sobre todo en la práctica de los Estados de sede, en la jurisprudencia interna e
internacional, y de una manera indirecta en disposiciones de los instrumentos constitutivos.
Ahora bien, a diferencia de los Estados, sujetos soberanos y jurídicamente iguales, que
poseen una personalidad jurídica plena y general, la personalidad de las Organizaciones va a
estar afectada por el principio de la especialidad que inspira todo su régimen jurídico: esto es, va a
estar limitada a los objetivos y funciones que les fueron confiados, tal y como aparecen
enunciados o pueden deducirse de sus tratados constitutivos y han sido desarrollados en la
práctica (Dictamen de 8 de julio de 1996 sobre la licitud de la utilización de las armas nucleares
por un Estado en un conflicto armado, punto 25). Se trata, por tanto de una personalidad
funcional, cuyos límites podrán quebrarse, no obstante, merced al juego de los podres implícitos,
como ha reconocido claramente el TIJ en su dictamen de 11 de abril de 1949 al afirmar que,
“mientras que un Estado posee, en su totalidad, los derechos y deberes internacionales
reconocidos por el Derecho Internacional, los derechos y deberes de una entidad como la
Organización dependen de los fines y de las funciones de ésta, enunciados o implicados en su
acta constitutiva desarrollados en la prácica”.
37
Por otro lado, las O.I. constituyen entidades muy individualizadas, diferenciándose
notablemente unas de otras tanto del punto de vista de sus funciones como de las competencias
que le han sido conferidas para su realización, de manera que resulta imposible hablar de una
personalidad jurídica de igual alcance para todas ellas. Será, pues, necesario examinar una a una
dichas entidades y a través de un método de carácter empírico determinar el grado de subjetividad
del que gozan en cada caso concreto, lo que exige el análisis de las reglas particulares de cada
O.I.
Las O.I. en el cumplimiento de sus funciones están llamadas a actuar tanto en los órdenes
jurídicos internos de los Estados como en el orden jurídico internacional, lo que nos llevará a
examinar tanto su personalidad jurídica en los derechos internos, como su personalidad
internacional. Pero, además, como la personalidad jurídica de las Organizaciones no es una
personalidad estática sino evolutiva, analizaremos someramente el establecimiento, continuidad y
desaparición de las O.I.
A) CREACIÓN
Las O.I. son sujetos de derecho cuya creación es el fruto de un acto jurídico multilateral,
anterior y exterior a las mismas, generalmente un acuerdo internacional entre Estados. Este
acuerdo suele negociarse en el marco de una conferencia internacional (ejemplos, Conferencia de
San Francisco en relación con la Carta de las N.U. de 1945, la Conferencia de París respecto del
Tratado CECA de 1951, la Conferencia intergubernamental que preparó el Tratado de Niza de
2001, por el que se revisa el Tratado de la Unión Europea de 1992 y de 1997, o la que en 2004
examinó el Proyecto de Tratado por el que se establece una Constitución para Europa), que ha
sido precedida por unos trabajos preparatorios de diversa duración.
La entrada en vigor del acuerdo internacional por el que se instituye la Organización señala
el nacimiento de la misma. Esta entrada en vigor depende de las condiciones que se
establezcan en el acuerdo, por lo que varían de una a otra Organización. En general va a estar
condicionada por la exigencia de que un número determinado de Estados ratifiquen el tratado
constitutivo. Este número va a variar de unas a otras Organizaciones, según sean éstas
universales o regionales, y según contemplen o no la existencia en su seno de miembros que
asuman responsabilidades especiales.
A veces, bastará con un mínimo numérico de ratificaciones sin que se establezcan otras
exigencias, esto suele ocurrir en los Organismos especializados de UN (por ejemplo, UNESCO).
Desde que entra en vigor el acuerdo constitutivo de la Organización, sus Estados partes
pasan a ser Estados miembros de la Organización que se establece. En este sentido estaremos
ante un acuerdo de naturaleza específica (como reconocen los arts. 5 de los Convenios sobre el
Derecho de los Tratados de 1969 y 1986), dotado de una dimensión convencional y de una
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dimensión constitucional (Dictamen del TIJ de 8 de julio de 1996 sobre la licitud de la utilización de
las armas nucleares por un Estado en un conflicto armado, punto 19). Este último rasgo deriva del
hecho de que a través del acuerdo se crea un nuevo sujeto internacional dotado de una estructura
permanente destinada a durar y capaz de expresar una voluntad jurídica propia.
Por otra parte, esta continuidad de las Organizaciones Internacionales va a verse facilitada
por la existencia en ellas de mecanismos de adaptación a las nuevas circunstancias; como
pueden ser, los procedimientos de revisión de los instrumentos constitutivos, más o menos
rigurosos según las Organizaciones de que se traten y las materias objeto de modificación y que
han posibilitado transformaciones tan importantes como, por ejemplo, la fusión de las instituciones
comunitarias o la significativo desaparición del adjetivo “económica” en la CEE que pasa a
denominarse Comunidad Europea. Otro mecanismo que permite a la Organización evolucionar es
el representado por la interpretación de las disposiciones de su tratado constitutivo; esta
interpretación es la tarea cotidiana de las instituciones de la Organización, y cuando surge alguna
controversia respecto a la misma habrá que acudir a los medios de solución previstos en dicho
tratado.
B) SUCESIÓN
Otro problema particular es el que afecta a los agentes de las organización que
desaparece, en relación con ello hay que distinguir los supuestos de sucesión-transformación, en
los que por regla general se transfiere la generalidad del personal de la antigua a la nueva
Organización. Y los casos de sucesión-disolución, en que se deja libertad a la nueva Organización
para reclutar o no los agentes de la antigua, aunque eso sí, salvaguardándose los derechos
sociales del personal de la Organización que desparece, a través, por ejemplo, de la transferencia
de la caja de pensiones en la nueva Organización.
C) DISOLUCIÓN
Las Organizaciones internacionales pueden también desaparecer sin que ninguna nueva
Organización venga a retomar sus funciones. Las razones de tal disolución son diversas. En
ocasiones, el propio Tratado que las crea les fija una duración determinada, lo que es excepcional
salvo para las Organizaciones de productos básicos, que por su naturaleza de reguladores de
mercados, sus acuerdos constitutivos van a tener una vida breve (cinco años), aunque suelen ser
recreados.
Muy excepcional va a ser, en cambio, el caso de una disolución decidida por una OI al
considerar que ya ha alcanzado todos los objetivos que motivaron su creación, esto fue lo que
ocurrió en 1985 con la OCAM. Aunque lo normal en estos casos es que la OI eluda la disolución y
prefiera entrar en una fase de “hibernación”.
40
Por regla general los instrumentos constitutivos de las Organizaciones no contemplan la
posibilidad de disolución de las mismas, por lo que la decisión de disolverse la toma la institución
en la que están representados todos los Estados miembros, esto es, la asamblea general, o los
Estados a través de un acuerdo específico adoptado por unanimidad (en las restringidas) o por
mayoría (en las universales).
A diferencia de los Estados que son sujetos de base territorial, las Organizaciones
internacionales no disponen de un territorio propio, por lo que en el ejercicio de las funciones que
le han sido atribuidas deberán actual en el territorio de los Estados. A tal fin se les ha conferido
cierta personalidad jurídica en los órdenes jurídicos internos similar a la que éstos reconocer a las
personas jurídicas extranjeras.
A) FUNDAMENTO
Tal reconocimiento puede adoptar bien una forma general y abstracta, como ocurre en el
caso de la Carta de las UN, cuyo art. 104 dispone que “La Organización gozará, en el territorio de
cada uno de sus Mi3embros, de la capacidad jurídica que sea necesaria para el ejercicio de sus
funciones y la realización de sus propósitos”.
O bien contener una descripción mucho más detallada, como la que figura, por ejemplo, en
el art. IX, sc. 2, del Estatuto del FMI, según el cual “El Fondo tendrá plena personalidad jurídica y,
en particular, capacidad para: i) contratar, ii) adquirir y enajenar bienes inmuebles y muebles, y iii)
entablar procedimientos legales”.
Finalmente hay que mencionar a las legislaciones nacionales de los Estados que pueden
contener precisiones relativas a las modalidades de ejercicio de la capacidad jurídica reconocida
en las Organización en sus territorios.
B) CONTENIDO
Por lo que respecta al derecho aplicable a estos actos jurídicos internos, rige el principio
de la autonomía de la voluntad de las partes que inspira los contratos (art. 1 de la Convención de
19 de junio de 1980 sobre la ley aplicable a las obligaciones contractuales), por lo que las partes
podrán someterlos bien al Derecho del Estado en cuyo territorio se efectúe uno de estos actos, o
bien a otro derecho, aunque la tendencia actual es la de evitar referirse en los mismos a una ley
nacional concreta y considerar que la ley aplicable al contrato debe extraerse de los principios
generales del derecho, incluyéndose el Derecho Internacional, así como de las cláusulas del
propio contrato.
Las Organizaciones internacionales para cumplir con los objetivos que les confían sus
Estados miembros tienen, a veces, que actuar en la esfera internacional participando en las
relaciones jurídicas internacionales y entrando en contacto directo e inmediato con las normas
internacionales. Se suscita entonces la cuestión de su personalidad jurídica internacional, esto es,
de su capacidad para ser titular de derechos y obligaciones en el orden jurídico internacional, así
como la posibilidad de hacer valer internacionalmente dichos derechos y de responder también
internacionalmente en caso de violación de estas obligaciones.
Otros autores estiman, en cambio, que en Derecho internacional general no existe ninguna
forma que atribuya directamente a las Organizaciones la personalidad internacional, sino que se
limita a dar a los Estados la competencia para crear una OI y dotarla de personalidad jurídica. En
este caso, el fundamento de la personalidad se localizaría en el tratado constitutivo de la
Organización internacional.
La evolución del fenómeno de la OI parece dar razón a este última aportación doctrinal,
solamente que esta misma evolución ha introducido ciertos matices, y de este modo el contenido
de la personalidad internacional no va a ser únicamente aquel que resulte de las disposiciones del
Tratado constitutivo que expresamente atribuyan competencias internacionales a la Organización,
sino que también podrá deducirse del mismo. No será, pues, necesario que el instrumento
constitutivo de la Organización prevea expresamente la personalidad internacional de la misma,
basta con que ésta se deduzca implícitamente.
Situándonos, por nuestra parte, dentro de esta última opción, consideramos que el
fundamento de las competencias internacionales de una Organización se encuentra en las “reglas
de la Organización”, que se hallan básicamente contenidas en los instrumentos constitutivos de la
Organización, en sus decisiones y resoluciones adoptadas de conformidad con esto y en su
práctica establecida. El examen de las reglas propias de cada Organización nos permitirá
determinar las competencias internacionales que le han sido a ésta atribuidas o que pueden
deducirse de las mismas, Del conjunto de estas competencias se extraerá la personalidad jurídica
internacional de la que goza cada Organización en concreto.
43
B) EN FUNDAMENTO DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA INTERNACIONAL EN LA
PRÁCTICA Y EN LA JURISPRUDENCIA INTERNACIONALES
Por lo que se refiere a la práctica internacional hay que destacar cómo la generalidad de
los instrumentos constitutivos de las OI anteriores a la Segunda Guerra Mundial no contienen
ninguna referencia expresa a la personalidad jurídica internacional de las mismas, los primeros
indicios los encontramos en textos colaterales y en interpretaciones jurisprudenciales de las
mismas. Así, a título de ejemplo, cabe mencionar el representado por el Acta adicional de 1881
del Acto público relativo a la navegación en la desembocadura del Danubio (1865), donde se
afirmaba que la Comisión Europea del Danubio funcionaría con total independencia del soberano
territorial; de ahí que en alguna ocasión se le llegara a denominar “Estado fluvial”. El Tribunal
Permanente de Justicia Internacional, llamado años después a pronunciarse sobre la naturaleza
jurídica de la citada Comisión, confirmó de manera implícita la personalidad internacional
específica de la misma, distinta a la de un Estado y propia a la de una institución internacional que
gozaba de ciertas competencias internacionales (CPJI, Dictamen n 14, de 8 de diciembre de
1927), co lo que, como ha dicho P. N. DUPUY, la posesión de competencias internacionales se
disocia de la soberanía.
Otro ejemplo al que hay que referirse, dentro también de este periodo, es el representado
por la SDN, pues si bien el Pacto que la crea no menciona en ningún momento la personalidad
internacional de la misma, su propio fundamento la llevó a participar en diversos acuerdos
internacionales donde sí que se hacía referencia expresa a su personalidad jurídica; así, en el art.
I del Acuerdo de sede o Convenio sobre modus vivendi entre la SDN y Suiza, se decía que “el
Gobierno federal suizo reconoce que la Sociedad de Naciones, poseyendo personalidad
internacional y la capacidad jurídica no puede en principio, de acuerdo con las normas del
Derecho internacional, ser llevada ante los tribunales suizos sin su expreso consentimiento”.
Este modelo fue seguido, posteriormente, en numerosos tratados constitutivos de OI, tanto
de aquellas que se fueron creando o remodelando en aquella época (por ejemplo, UNESCO, FMI,
FAO, etc.) como en otras mucho más recientes. Estas disposiciones no permiten determinar con
claridad la existencia en las OI a las que se refieren de una personalidad jurídica internacional.
Los argumentos utilizados por el TIJ para reconocer la personalidad jurídica internacional
de la ONU son en buena parte transponibles a la generalidad de las Organizaciones
internacionales. Ciertamente el Tribunal de la haya al analizar este problema está pensando en la
ONU, por lo que una extensión por puna analogía sólo es posible respecto de las organizaciones
de vocación universal que disfruten de la representatividad de la ONU; no obstante, la referencia
continua a la personalidad internacional de naturaleza funcional permite pensar que otras
Organizaciones también poseen, para el desempeño de sus funciones, dicha personalidad,
aunque pueda ser de menor entidad. Lo que a la postre exigirá examinar las reglas propias de
cada Organización para determinar su personalidad internacional.
Aunque en el art. 38 del Estatuto del TIJ no haya ninguna referencia a los actos de las
Organizaciones internacionales, existen determinadas Organizaciones, como por ejemplo la
Unión Europea, que tienen atribuida competencia normativa y, en consecuencia, las
decisiones adoptadas en virtud de esa competencia, son obligatorias para los Estados miembros.
Por otro lado, otros actos, en principio no vinculantes, como las recomendaciones de las
Asamblea General de las Naciones Unidas, no dejan de producir algunos efectos internacionales,
por su contribución en la formación del Derecho internacional, tanto en lo que se refiere a las
reglas generales como a las convencionales, favoreciendo la preparación y adopción de tratados
internacionales.
Para poder determinar, en cada caso concreto, el alcance de la competencia normativa de una
OI, será preciso examinar las “reglas de la OI” de la que se trate, esto es, su instrumento
constitutivo, sus decisiones y resoluciones adoptadas de conformidad con éste y su práctica
establecida. En otros términos, las OI no son realidades unívocas, sino que existen numerosas
categorías de OI, cuyos fines, composición y competencias son distintos. Además estas OI no
constituyen compartimentos estancos y excluyentes, ya que están sujetas a la evolución
incesante que conoce este fenómeno asociativo, siendo frecuente las transformaciones
operadas en las mismas, lo que les lleva a transitar por diversas categorías de OI.
Podemos observar que el orden jurídico particular de una OI está constituido por un
derecho originario y un derecho derivado.
El derecho derivado se va formando con la actividad normativa que es desarrollada por los
órganos de la OI y que completa su derecho originario (mediante normas convencionales que,
eventualmente, han venido a completar y modificar el derecho originario a lo largo del tiempo). Se
caracteriza por ser un derecho secundario. A través de este derecho derivado o secundario, la OI
puede contribuir directa o indirectamente a la creación de normas internacionales.
Las OI son sujetos de Derecho internacional, creados generalmente por los Estados, dotados de
una estructura institucional permanente e independiente, en cuyo seno van a elaborar una
voluntad jurídica distinta de la de sus Estados miembros, destinada a realizar las competencias
que les han sido atribuidas. Esta voluntad puede manifestarse, en el ámbito internacional, a través
a dos vías:
Por medio de la concertación de tratados con otros sujetos internacionales. Es una realidad la
participación directa de las OI como sujetos internacionales en tratados bilaterales y multilaterales.
El poder normativo ejercido por los órganos de la OI podrá adoptar en la práctica una
terminología muy variada e incierta (salvo en el marco del Derecho comunitario europeo), y así
nos encontraremos con resoluciones, decisiones, recomendaciones, dictámenes, directivas,
declaraciones, votos, estándares, reglamentos, etc. Para tratar de salvar el escollo de esta
46
imprecisión terminológica y para intentar agrupar las diferentes posibilidades, se puede, con
carácter general, utilizar los términos siguientes:
Resolución como expresión genérica referida a todo acto emanado de un órgano colectivo de
una Organización internacional.
De lo dicho se desprende que no todas las resoluciones de las OI producen efectos jurídicos, de
manera que sólo aquellas que establecen una regla de derecho en el orden jurídico internacional
van a constituir una fuente autónoma del Derecho internacional.
En relación con lo anterior, cabe advertir que los efectos jurídicos de un acto no dependen de la
denominación que le ha sido dada por el órgano que lo ha adoptado, sino de su objeto y
contenido en relación con las definiciones que aporta el instrumento constitutivo de la OI. Incluso,
podemos ver cómo en una determinada Organización la terminología que en la práctica adoptan
sus actos puede no coincidir con la que figura en su instrumento constitutivo. De este modo,
podemos encontrarnos ante recomendaciones que según el Tratado constitutivo producen
efectos jurídicos obligatorios y, a la inversa, podemos descubrir decisiones que carecen de
efectos jurídicos obligatorios. Habrá, consiguientemente, que examinar caso por caso los
distintos supuestos para determinar su particular alcance jurídico, lo que en determinadas OI se
verá facilitado por la presencia de órganos judiciales propios encargados de precisar el contenido
jurídico de las normas de esas Organizaciones, tal y como sucede, por ejemplo, con el Tribunal de
Justicia de las Comunidades Europeas.
Las “reglas de la OI” atribuyen a la Organización un poder normativo interno destinado a regular
su propio funcionamiento y administración y a adaptarlo a la evolución de sus actividades y del
entorno internacional en el que ésta se desenvuelve. Los destinatarios de estas normas son, en
principio, los siguientes:
La propia Organización.
Las recomendaciones
Las decisiones
Con las decisiones el poder normativo externo de las Organizaciones adquiere una
naturaleza legislativa o cuasi legislativa, sobre todo en aquellos supuestos en los que son
adoptadas según un sistema de mayorías. En este caso, resultan obligadas por las decisiones no
sólo los Estados que votaron favorablemente, sino también aquellos que lo hicieron en contra o
se abstuvieron, salvo en los casos en los que las decisiones fueran adoptadas según el
sistema denominado “contracting out”, pues según este sistema los miembros tienen el
derecho de rechazar el carácter obligatorio de la decisión o el de hacer reservas.
Estos actos jurídicos obligatorios no tienen siempre el mismo alcance. Así, podemos distinguir:
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para adoptar actos jurídicos unilaterales de carácter general, que imponen obligaciones tanto
de resultado como de comportamiento.
Este primer método se hace posible cuando las reglas de la OI prevén la posibilidad de que algún
órgano de la Organización adopte un convenio internacional cuyo texto ha sido
previamente preparado en el seno de la Organización. Este órgano suele ser aquel en el que
están representados todos los Estados, pudiendo, de este modo, participar en su discusión
todos ellos, lo que facilitará su posterior aceptación. Una vez aprobado el tratado va a quedar
abierto a la firma y ratificación o adhesión de los Estados, lo que significa que el citado tratado no
va a obligar hasta que entre en vigor internacionalmente y sólo respecto de los Estados que
lleguen a ser partes del mismo.
Hoy en día son numerosas las OI que utilizan esta técnica jurídica para alcanzar los
objetivos que les fueron fijados por sus fundadores. Tenemos ejemplos de la misma tanto en el
ámbito de la cooperación regional como en el de la universal.
En el ámbito universal. Hay que destacar el papel de la propia ONU donde este
procedimiento ha sido utilizado en múltiples ocasiones.
Las resoluciones de las OI, especialmente las de la Asamblea General de las NU,
desempeñan un papel relevante en el proceso consuetudinario, puesto que pueden llegar a
declarar un derecho consuetudinario preexistente, cristalizar una costumbre en proceso de
formación o, finalmente, generar una nueva práctica.
En este orden de cosas, vemos como la Asamblea General de las NU constituye el centro más
idóneo en el que los diferentes Estados pueden manifestar sus puntos de vista sobre una
norma jurídica existente o en vías de formación o para suministrar la base y el punto de partida
para un desarrollo progresivo del Derecho internacional.
En relación con lo que estamos hablando, dos ejemplos nos permitirán ilustrar la
interacción entre las resoluciones de las OI y la costumbre.
La Declaración sobre los principios jurídicos que regulan la actividad de los Estados en el uso y
exploración del Espacio Ultraterrestre, representaría un supuesto de resolución que cristaliza
normas de Derecho internacional en vías de formación.
1. LA COMPETENCIA CONTENCIOSA *
La competencia contenciosa del TIJ es la más amplia, ya que con base en ella se juzga
el mayor número de asuntos. Dentro de la competencia contenciosa distinguimos una
competencia de carácter general y otra de carácter especial.
Competencia contenciosa de carácter general. Está basada en el Estatuto del TIJ, por
el que los Estados reconocen dicha competencia general del TIJ para resolver
controversias jurídicas entre ellos de acuerdo con el Derecho Internacional. El Estatuto del
TIJ está anexo a la Carta de NU.
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Vamos a examinar a continuación la competencia contenciosa especial del Tribunal.
Para una mayor claridad en la exposición distinguiremos la competencia ratione personae de
la competencia ratione materiae.
Sólo los Estados podrán ser Partes en casos ante la Corte (art. 34.1 del Estatuto).
Esta afirmación lleva como consecuencia que los particulares (personas físicas y
jurídicas) no tienen acceso al Tribunal en la vía contenciosa ni en la consultiva (OJO
CON ESTA AFIRMACIÓN). Las Organizaciones Internacionales, pese a ser sujetos del
Derecho Internacional, tampoco tienen acceso en vía contenciosa al Tribunal. No obstante,
el Estatuto del Tribunal en su art. 34.2 nos dice que podrá solicitar de las Organizaciones
Internacionales públicas informaciones relativas a casos que se litiguen ante la Corte y
recibirá la información que dichas Organizaciones envíen a iniciativa propia.
El Tribunal está abierto a los Estados, pero no a todos los Estados. Debemos
distinguir los siguientes grupos de Estados que pueden llevar sus diferencias ante el
Tribunal:
Los Estados que sean Parte en el Estatuto del Tribunal. Dentro de éstos se pueden
distinguir dos grupos:
Los Estados que sean miembros de las N.U. ya que éstos son ipso facto partes en
el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
Otros Estados que han llegado a ser partes en el Estatuto por cumplir las
condiciones que determine en cada caso la Asamblea General a recomendación
del Consejo de Seguridad.
Los Estados que no sean Parte en el Estatuto del Tribunal. Para ello, el art. 35.2
del Estatuto dejaba en manos del Consejo de Seguridad que fijara las condiciones bajo
las cuales la Corte estaría abierta a otros Estados.
Para que el TIJ ejerza su competencia en materia contenciosa es necesario que las
Partes en la diferencia hayan manifestado su voluntad de someter el asunto al Tribunal. En
otras palabras, el TIJ no puede pronunciarse en vía contenciosa sobre asuntos que las
Partes no le hayan sometido, bien directa o indirectamente. Ello lleva implícito que hayan
aceptado las Partes la jurisdicción o competencia del Tribunal.
2. LA COMPETENCIA CONSULTIVA
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del dictamen. De ahí que la Corte no pueda negarse a responder a la cuestión planteada
aduciendo que su opinión no tendría utilidad.
Ideas generales
En las crisis internacionales que se crean por las acciones u omisiones de los propios
sujetos del Ordenamiento internacional, cabe distinguir tres momentos principales:
Un momento inicial, conocido por situación, en el que la crisis no se ha producido aún, pero
está en estado potencial o incluso latente.
Un paso más adelante nos viene dado por la noción de conflicto que supone una
discrepancia entre sujetos de DI, que ha inducido o puede inducir a uno de ellos a actuar
contra otro.
Situación, conflicto y diferencia pueden ser los tres momentos de una crisis internacional,
pero no se dan siempre de forma necesaria, ya que los mecanismos del arreglo pacífico pueden
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funcionar en cualquiera de los tres momentos para prever que la situación continúe, evitando el
nacimiento del conflicto o su prolongación, lo que daría paso en esta última hipótesis a que nos
encontráramos ante una verdadera diferencia.
Concepto de diferencia
La diferencia surge cuando un sujeto internacional hace valer ante otro una
reclamación concreta basada en un incumplimiento de una obligación y la parte a la que va
dirigida la rechaza. Para llegar a este momento ha sido necesario un período más o menos
largo, en que se haya ido delimitando la diferencia que, por otro lado, generalmente
apareció bajo la forma de una situación.
Las partes en una diferencia tienen que ser sujetos del Ordenamiento internacional.
Preferentemente las diferencias se dan entre Estados, pero esto no quiere decir que no
sean también diferencias internacionales las que se planteen entre un Estado y una OI
o entre dos OI o entre Estados u Organizaciones y otros sujetos del DI. Las diferencias
entre personas privadas o entre éstas y los Estados no son diferencias internacionales.
La diferencia supone una discrepancia entre las partes, que se refiera, no sólo a
cuestiones propiamente jurídicas (interpretación de una o varias cláusulas de un
tratado), sino tambien a cuestiones de hecho (límites entre los Estados o sobre el
trazado de un punto concreto de una frontera).
Para que exista una diferencia internacional hace falta que la misma haya sido fijada
por las partes mediante conversaciones directas, actos unilaterales u otros medios
capaces de delimitar su verdadero contenido y que objetivamente sea identificable.
Clases de diferencias
Clasificación tradicional
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Tradicionalmente se distinguían entre medios de solución de diferencias pacíficos y
no pacíficos. La razón es que hasta fecha reciente el uso de la fuerza era considerado
como un medio incluso lícito de arreglo. La obligación de resolver las diferencias por
medios pacíficos es reciente dentro del DI y fue necesario llegar al final de la Segunda
Guerra Mundial para que apareciera de forma inequívoca la obligación del arreglo pacífico
de las diferencias.
Medios diplomáticos
Los medios diplomáticos son aquellos en que intervienen los órganos normales
de las relaciones internacionales, como los agentes diplomáticos, ministros de Asuntos
Exteriores, etc. Dentro de estos medios están las negociaciones diplomáticas, los
buenos oficios y la mediación, lascomisiones de investigacióny deconciliación.
Medios jurídicos
Los sujetos internacionales son generalmente libres, salvo que previamente se hayan
comprometido a otra cosa, para escoger cualquier medio de arreglo, sea diplomático o judicial.
Dentro de estas categorías, también son nuevamente libres de aceptar cualquier medio
concreto de arreglo.
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Los medios diplomáticos fueron los primeramente utilizados en el tiempo,
especialmente las negociaciones diplomáticas directas y siguen utilizándose con gran amplitud
pese a la institucionalización del arreglo judicial con cáracter de permanencia.
Se trata del método diplomático por excelencia, que se realiza a través de los
servicios diplomáticos normales o bien en el seno de una Conferencia Internacional,
convocada o utilizada para este fin. Es, sin duda, el medio más importante de arreglo
cuantitativamente hablando, ya que a través de él se han solucionado la mayoría de las
diferencias entre Estados. Reúne las siguientes características: inmediatez, rapidez,
discreción y secreto.
Las negociaciones diplomáticas directas se llevan a cabo por los métodos normales
de la diplomacia: conversaciones directas, intercambio de notas diplomáticas, de
propuestas, etc. y finalizan mediante declaraciones comunes o generalmente por acuerdos
entre las partes. Con frecuencia, las negociaciones directas están previstas en los tratados
de arreglo de diferencias como un medio previo a la via arbitral o a la judicial.
En el caso de los buenos oficios, el tercero se limita a ser un simple intermediario sin
formular ninguna solución. Se trata de la acción amistosa del tercer Estado u
Oganización Internacional, para poner de acuerdo a las partes en desacuerdo
mediante una intervención discreta. Cada vez es más frecuente que el Secretario
General de las N.U. o alguno de sus representantes presten sus buenos oficios en el
contexto de muy diversas controversias internacionales y recientemente el Rey de
España ha desarrollado una labor de buenos oficios en el conflicto entre Uruguay y
Argentina.
La investigación internacional
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El funcionamiento de las Comisiones se prevé en los arts. 17 a 36 del Convenio de
La Haya de 1907. Entre dichas reglas de funcionamiento podemos resaltar las siguientes:
que la investigación tendrá carácter contradictorio; que la Comisión tiene la facultad de
trasladarse momentáneamente a sitios donde juzgue útil acudir como medio de
información; que la Comisión tiene derecho a solicitar de cualquiera de las partes las
explicaciones o informes que considere convenientes; que las partes se comprometen a
procurar a la Comisión de Investigación todos los medios y todas las facilidades necesarias
para el conocimiento completo y la apreciación exacta de los hechos; que las
deliberaciones serán secretas; el informe de la Comisión será firmado por todos sus
miembros y leído en sesión pública; finalmente, el “Informe”, limitado a la comprobación de
los hechos, no tiene ningún carácter de sentencia arbitral.
La conciliación internacional
4. EL ARBITRAJE INTERNACIONAL
Ideas generales
Una controversia surgida entre sujetos internacionales puede ser sometida por
éstos a un tercero independiente para que adopte, después de un procedimiento
contradictorio, una decisión fundada en derecho obligatoria para las partes por la que se
ponga fin a la misma. Estaremos en estos casos ante los denominados medios jurídicos de
solución pacífica de diferencias, que son dos: el arbitraje internacional y el arreglo judicial.
En este apartado vamos a examinar exclusivamente el arbitraje internacional.
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El arbitraje internacional es una institución jurídica internacional de gran tradición
histórica, que ha cumplido una importante función al servicio de la paz y de la justicia a lo
largo de los tiempos y que pervive en la actualidad, donde, a pesar de haber perdido la
importancia que tuvo en otros tiempos, está conociendo un claro fenómeno de
revitalización, encontrando en el ámbito de las soluciones de controversias fronterizas una
campo especialmente apropiado para su desarrollo.
Concepto y caracteres
Los jueces son elegidos por las partes en litigio, lo que supone que no están
predeterminados como sucede en el arreglo judicial y que sean verdaderos jueces, lo
que distingue también al arbitraje de otros medios de arreglo diplomático de
diferencias.
Fundamento
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partes. El arbitraje debe ser voluntariamente aceptado y ningún Estado puede ser obligado
a someterse al juicio arbitral.
El órgano arbitral
El órgano arbitral es por regla general un órgano ad hoc y temporal, esto es, creado
para resolver un determinado litigio y llamado a desaparecer una vez dictada la sentencia.
No obstante, en la historia del arbitraje internacional encontramos un ejemplo de un
Tribunal de cáracter permanente.
El conocido por Comisiones mixtas. Este tipo de órgano está constituido por
Comisarios designados por las Partes entre sus nacionales, soliendo contar con
la presencia de un superárbitro llamado a intervenir tan sólo en caso de
desacuerdo de los miembros designados por las partes. Este arbitraje por
comisiones tuvo una gran importancia en el siglo XIX.
Tiene como objetivo facilitar el recurso inmediato al arbitraje; es decir, hace más
fáciles los trámites para llegar a constituir el órgano arbitral.
Para la constitución del tribunal cada parte nombrará a dos árbitros, uno solo de
los cuales podrá ser nacional suyo. Estos cuatro eligen de común acuerdo un
superárbitro.
El procedimiento arbitral
El Convenio de La Haya de 1907 recoge unas reglas ilustrativas que, salvo casos
excepcionales, son seguidas generalmente en los arbitrajes. Designados los árbitros y la
sede, se constituye el órgano arbitral que opera con arreglo a las citadas reglas. Estas
normas de procedimiento las encontramos mutatis mutandis, en el procedimiento judicial.
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De aclaración en caso de desacuerdo de las partes sobre el verdadero sentido de la
sentencia.
La posibilidad de solución no queda reservada a las diferencias entre los solos Estados
miembros, sino que cabe la posibilidad de la comparecencia de un Estado no miembro
mediante el expediente de la autorización al efecto de un órgano de la Organización.
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Objeto de la diferencia
4. LA SOLUCIÓN INSTITUCIONAL
Puede ser frecuente que surjan diferencias entre las OI, debido, sobre todo, al
hecho de que en ocasiones proyectan su actividad sobre una misma situación,
abordándola para conseguir distintos objetivos y, en consecuencia, con criterios no
necesariamente coincidentes.
61
el Tribunal no deja de ser un órgano de una de las partes en la diferencia, las Naciones
Unidas.
Presupuesto
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apoye en reglas internacionales convencionales que estipulan una colaboración entre
Estados a los citados fines represivos.
Esta distinción entre los dos planos, sociológico y jurídico, sirve para poner en evidencia el
hecho de que algunas entidades que actúan en la escena internacional, como las
empresas transnacionales o las organizaciones internacionales no gubernamentales, cualquiera
que pueda ser su relevancia como actores internacionales, carecen por lo general de subjetividad
internacional al no depender en cuanto a su estatuto jurídico del DI, sino del Derecho de uno o
varios Estados.
Sujeto del DI es el titular de derechos y obligaciones conferidos por las normas jurídicas
internacionales. Ahora bien, no basta con ser beneficiario de un derecho o estar afectado por
una obligación, sino que se requiere una aptitud para hacer valer el derecho o para ser
responsable en caso de violación de una obligación ante las instancias internacionales: doble
exigencia, situada en el plano procesal de la legitimación (activa o pasiva) que hace
controvertida la inclusión del individuo entre los sujetos del DI.
Los Estados son los sujetos necesarios y plenos del DI, pero junto a ellos coexisten otros
sujetos que cabe calificar de secundarios o derivados, poseedores de alguno o algunos de
los rasgos que integran la capacidad internacional. En conclusión, el DI contemporáneo se
caracteriza por la pluralidad y la heterogeneidad de sus sujetos. Junto a los Estados, sujetos
soberanos de base territorial, y a las organizaciones internacionales integradas por Estados,
parecen haber adquirido carta de naturaleza en el plano de la subjetividad internacional otras
entidades como la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano, los beligerantes y, todavía
controvertidamente, los individuos.
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► La cuestión de la atribución de la subjetividad internacional
Para ser considerado sujeto del orden jurídico internacional no basta con ser beneficiario
de un derecho o estar afectado por una obligación, sino que se requiere una aptitud para
hacer valer el derecho ante instancias internacionales o para ser responsable en el plano
internacional en caso de violación de la obligación. Desde esta perspectiva, que se refiere a la
capacidad de actuar en el plano internacional, el individuo no puede ser reconocido como un
sujeto del DI general, si bien en el DI particular de determinadas organizaciones
internacionales es posible encontrar algunos asideros para sostener la posibilidad de llegar
a una subjetividad internacional del individuo en sentido amplio. En ese contexto restringido
del DI particular de algunas organizaciones internacionales, al individuo ya se le reconoce la
titularidad de ciertos derechos y obligaciones de carácter internacional y, excepcionalmente, una
cierta capacidad para hacer valer esos derechos ante órganos internacionales o para incurrir en
responsabilidad internacional por la violación de esas obligaciones.
► La protección de los derechos del individuo y la capacidad de éste para acceder a las
instancias internacionales
Mediante acuerdos internacionales, los Estados han ido estableciendo diversas normas
dirigidas a la protección de intereses individuales o de grupo. Si bien el ser beneficiario de esas
normas no convierte ipso facto al individuo en sujeto del DI, tampoco se le puede reducir por ello a
la condición de mero objeto de este orden jurídico.
Ahora bien, el DI suele limitarse a establecer en estos casos, por vía de tratado
internacional, los tipos penales aparejados a tales transgresiones, resignando en los
Estados la tarea de su punición. Dejando aparte los supuestos excepcionales de la
creación de órganos y procedimientos internacionales ante los cuales se puede hacer exigible la
responsabilidad directa del individuo en el plano del DI, o de ciertas previsiones convencionales
posibilitando en abstracto su creación, lo habitual es que sea el Derecho interno, a través
de órganos y procedimientos estatales, el que se encargue de dilucidar las consecuencias
penales de la comisión por el individuo de estos delitos internacionales.
1. MECANISMOS CONVENCIONALES.
2. MECANISMOS EXTRACONVENCIONALES.
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El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), con sede en La Haya, es el órgano judicial principal
de las Naciones Unidas. Es uno de sus seis órganos principales y el único con sede fuera de
Nueva York. Este Tribunal fue creado en junio de 1945 pero comenzó a trabajar en la primavera
de 1946. El TIJ funciona como sucesor del Tribunal Permanente de Justicia Internacional instituido
en 1921 por la Sociedad de Naciones.
El TIJ es el único órgano jurisdiccional de ámbito universal que posee jurisdicción general. Sus
funciones principales son resolver por medio de sentencias las disputas que le sometan los
Estados (procedimiento contencioso) y emitir dictámenes u opiniones consultivas para dar
respuesta a cualquier cuestión jurídica que le sea planteada por la Asamblea General, el Consejo
de Seguridad o por las agencias especializadas que hayan sido autorizadas por la Asamblea
General de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas (procedimiento consultivo). El Estatuto
de la Corte Internacional de Justicia forma parte integral de dicha Carta (cap. XXV). En virtud del
artículo 30 del Estatuto, la Corte adoptó el 14 de abril de 1978 un Reglamento mediante el cual se
determinó la manera de ejercer sus funciones y, en particular, sus reglas de procedimiento.
Sólo los Estados poseen legitimación activa para llevar un caso al Tribunal. En Derecho
internacional, es preciso el consentimiento del Estado, de manera que los Estados parte en el
Estatuto del TIJ (miembros de la ONU que son ipso facto partes en el Estatuto del TIJ y otros
Estados que han llegado a ser partes en el Estatuto) y aquellos Estados que, no siendo partes en
el Estatuto, hayan depositado una declaración aceptando la jurisdicción del Tribunal4.
Los fallos del TIJ son inapelables, por lo que constituyen cosa juzgada. La única posibilidad
jurídica de reabrir el caso es el procedimiento de revisión, que afecta al principio de cosa juzgada,
y sólo puede solicitarse cuando se descubra “un hecho de tal naturaleza que pueda ser factor
decisivo y que, al pronunciarse el fallo, fuera desconocido de la Corte y de la parte que pide la
revisión, siempre que su desconocimiento no se deba a negligencia”.
El TIJ está constituido por 15 jueces elegidos para un mandato de 9 años (y reelegibles por
tercios) por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad. En noviembre de 2014 la Asamblea
General y el Consejo de Seguridad de NN.UU. procederán a la elección del tercio de jueces del
TIJ que, en virtud del estatuto, corresponde llevar a cabo cada tres años. Los jueces deben ser
elegidos entre personas que gocen de la más alta consideración moral y reúnan las condiciones
exigidas para ejercer, en sus países respectivos, las más altas funciones judiciales o ser juristas
de reconocida competencia en el ámbito del Derecho internacional. La votación tiene lugar de
forma separada y es preciso que obtengan mayoría absoluta para resultar elegidos. Todos los
Estados parte en el Estatuto del TIJ pueden proponer a un candidato a juez 5, no pudiendo haber
más de un juez de la misma nacionalidad en el Tribunal. En la votación se tienen en cuenta
criterios de equitativa distribución geográfica para asegurar que estén presentes los principales
sistemas jurídicos del mundo. Este principio se ha traducido en un reparto entre las principales
regiones que se concreta de la siguiente manera: África, tres; América Latina y Caribe, dos; Asia,
tres; Europa occidental y otros Estados, cinco y Europa oriental, dos. Los jueces del Tribunal se
renuevan por terceras partes cada tres años para garantizar la continuidad de los trabajos del TIJ.
Cabe destacar la figura del juez “ad hoc”, que se articula en el derecho que tienen los Estados
litigantes, si no hay juez de su nacionalidad, de designar un juez de su nacionalidad mientras dure
el procedimiento.
4
España depositó su declaración aceptando la jurisdicción obligatoria del Tribunal Internacional de Justicia el 29 de
octubre de 1990, bajo condición de reciprocidad.
5
Este procedimiento se lleva a cabo vía el Tribunal Permanente de Arbitraje.
69
Además de Tomka y Sepúlveda, los jueces que componen actualmente el TIJ son los
siguientes: Hisashi Owada (Japón), Ronny Abraham (Francia), Kenneth Keith (Nueva Zelanda),
Mohamed Bennouna (Marruecos), Leonid Skotnikov (Federación Rusa), Antonio Augusto
Cançado Trindade (Brasil), Abdulqawi Ahmed Yusuf (Somalia), Christopher Greenwood (Reino
Unido), Xue Hanqin (China), Joan E. Donoghue (EE.UU.), Giorgio Gaja (Italia), Julia Sebutinde
(Uganda) y Dalveer Bhandari (India)
70
noviembre de 1997, el Tribunal recibió una demanda por la que se entabló su primera causa, la
Causa relativa al buque “Saiga”.
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar plasma en un único
instrumento la normativa sobre el régimen jurídico de los océanos y sus usos y recursos.
Contiene, entre otras, disposiciones sobre el ejercicio de los derechos en distintas zonas
marítimas y la delimitación de estas, la protección y preservación del medio marino, las
pesquerías y la investigación científica marina. Una parte importante de la Convención se refiere a
la exploración y explotación de los recursos de la “Zona”. La Zona es una zona establecida por la
Convención como patrimonio común de la humanidad, que abarca los fondos marinos y oceánicos
y su subsuelo fuera de los límites de la jurisdicción nacional. Considerada por muchos como un
hito en la historia del derecho internacional, la Parte XV de la Convención establece un
mecanismo para la solución obligatoria de las controversias relativas a la interpretación o la
aplicación de sus disposiciones, entre otras cosas mediante el recurso al Tribunal Internacional del
Derecho del Mar. Antecedentes históricos Durante siglos, el derecho internacional del mar
sustentó su desarrollo en el derecho tanto consuetudinario como convencional. La Primera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, celebrada en 1958, culminó en la
aprobación de las llamadas Convenciones de Ginebra sobre el Derecho del Mar. La Segunda
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar no condujo a un acuerdo
internacional. La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de 1982, es el
fruto de un proceso que se inició en 1970 y que llevó a la convocación de la Tercera Conferencia
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. El 17 de diciembre de 1970, la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó una Declaración de principios que regulan los fondos
marinos y oceánicos, en la que proclamó que son patrimonio común de la humanidad. Decidió
asimismo convocar una nueva conferencia internacional que se ocupara del establecimiento de un
régimen internacional del derecho del mar. El primer período de sesiones de la Tercera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se celebró en 1973. Durante los
nueve años siguientes, los representantes de más de 160 Estados negociaron el tratado
multilateral más amplio de la historia del derecho internacional público: la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. El 30 de abril de 1982, la Asamblea General de las
Naciones Unidas aprobó la Convención, que se abrió a la firma el 10 de diciembre de 1982 en
Montego Bay (Jamaica). Al concluir el plazo para la firma, 159 Estados y otras entidades habían
suscrito la Convención. Sin embargo, esta solo entró en vigor el 16 de noviembre de 1994, 12
meses después de que se efectuara el depósito del sexagésimo instrumento de ratificación o de
adhesión necesario para su vigencia. En su discurso en la ceremonia inaugural de la firma de la
Convención, el Excmo. Sr. Pérez de Cuellar, Secretario General de las Naciones Unidas, dijo que
la Convención era “posiblemente el instrumento jurídico más importante del siglo”.
PROCEDIMIENTO
Las actuaciones se entablan ante el Tribunal mediante una solicitud escrita o la notificación
de un compromiso. La solicitud escrita se puede presentar al Tribunal sobre la base de un acuerdo
entre las partes en la controversia, en los asuntos en que el Tribunal tiene competencia obligatoria
o en virtud de las declaraciones hechas por las partes conforme al artículo 287 de la Convención.
Al firmar o ratificar la Convención o adherirse a ella, los Estados pueden hacer una declaración,
conforme al artículo 287 de la Convención, por la que eligen uno o más de los siguientes medios
para la solución de controversias: el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, la Corte
Internacional de Justicia, un tribunal arbitral o un tribunal arbitral especial. Si los Estados eligen el
Tribunal, este es competente para ocuparse de las controversias entre dichos Estados. El Tribunal
tiene competencia obligatoria, de conformidad con la Convención, en dos supuestos: las
solicitudes de pronta liberación de buques y de sus tripulaciones (artículo 292 de la Convención) y
las solicitudes de medidas provisionales hasta que se constituya un tribunal arbitral (párrafo 5 del
artículo 290 de la Convención). Una de las Salas del Tribunal, la Sala de Controversias de los
Fondos Marinos, tiene competencia obligatoria sobre las controversias relativas a actividades en
la Zona. Esta Sala también es competente para emitir opiniones consultivas sobre las cuestiones
jurídicas que se planteen dentro del ámbito de las actividades de la Autoridad Internacional de los
71
Fondos Marinos. El Tribunal en pleno también puede emitir opiniones consultivas cuando deba
hacerlo en virtud de acuerdos internacionales relacionados con los propósitos de la Convención.
El procedimiento aplicable a la tramitación de los asuntos sometidos al Tribunal se establece en el
Estatuto del Tribunal (Anexo VI de la Convención) y en su Reglamento. El primer período de
sesiones de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se celebró
en 1973. Durante los nueve años siguientes, los representantes de más de 160 Estados
negociaron el tratado multilateral más amplio de la historia del derecho internacional público: la
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. El 30 de abril de 1982, la
Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención, que se abrió a la firma el 10 de
diciembre de 1982 en Montego Bay (Jamaica). Al concluir el plazo para la firma, 159 Estados y
otras entidades habían suscrito la Convención. Sin embargo, esta solo entró en vigor el 16 de
noviembre de 1994, 12 meses después de que se efectuara el depósito del sexagésimo
instrumento de ratificación o de adhesión necesario para su vigencia. En su discurso en la
ceremonia inaugural de la firma de la Convención, el Excmo. Sr. Pérez de Cuellar, Secretario
General de las Naciones Unidas, dijo que la Convención era “posiblemente el instrumento jurídico
más importante del siglo”.
ORGANIZACIÓN
Sala de Controversias de los Fondos Marinos Esta Sala, integrada por 11 miembros del
Tribunal, tiene competencia exclusiva, en actuaciones contenciosas o consultivas, para conocer
de las controversias o cuestiones relativas a la exploración y explotación de la Zona. elección para
que participe en calidad de magistrado (magistrado ad hoc). Si varias partes tuvieren un mismo
interés, se considerarán una sola parte a ese efecto. Presidente y Vicepresidente El Presidente y
el Vicepresidente son elegidos en votación secreta por los magistrados del Tribunal. Se
desempeñan en el cargo por tres años y pueden ser reelegidos. El Presidente dirige la labor
judicial del Tribunal, supervisa su administración y lo representa en sus relaciones con los Estados
y otras entidades. El Presidente preside todas las sesiones del Tribunal. En caso de empate en la
votación, decidirá el voto del Presidente. El Vicepresidente ejerce las funciones de la presidencia
en caso de quedar ésta vacante o de incapacidad del Presidente para ejercer sus funciones.
72
Salón de entrada Salas Aparte del caso específico de la Sala de Controversias de los Fondos
Marinos, la regla es que el Tribunal en pleno oye y decide todas las controversias, de conformidad
con el párrafo 3 del artículo 13 del Estatuto del Tribunal. Sin embargo, las controversias pueden
ser remitidas a una sala si ambas partes así lo acuerdan.
Sala de Procedimiento Sumario Esta Sala está integrada por cinco miembros y dos
suplentes. El Presidente y el Vicepresidente del Tribunal son miembros de la Sala por derecho
propio.
Otras salas especiales El Tribunal ha constituido también las siguientes salas especiales
permanentes: la Sala de Controversias de Pesquerías, la Sala de Controversias del Medio Marino
y la Sala de Controversias de Delimitación Marítima. Salas ad hoc A petición de las partes, el
Tribunal puede constituir salas ad hoc para entender en una controversia determinada. El Tribunal
determina la integración de esas salas con la aprobación de las partes. Secretaría La Secretaría
es una secretaría internacional que asiste al Tribunal en cuestiones jurídicas, administrativas y
financieras. También presta servicios de biblioteca, conferencias e información. Secretario y
Secretario Adjunto El Secretario es el jefe de la Secretaría. Es elegido por los magistrados del
Tribunal por un mandato renovable de cinco años. El Secretario cuenta con el concurso del
Secretario Adjunto, quien también es elegido por un mandato renovable de cinco años. El
Secretario está encargado de todos los trabajos jurídicos y administrativos, incluida la
administración de las cuentas y finanzas del Tribunal. El Secretario es el conducto ordinario de las
comunicaciones que recibe y despacha el Tribunal. Lleva el Registro de los asuntos y conserva
copias de las comunicaciones y acuerdos de conformidad con el Reglamento. Personal del
Tribunal (2011) Secretario y Secretario Adjunto El Secretario es el jefe de la Secretaría. Es elegido
por los magistrados del Tribunal por un mandato renovable de cinco años. El Secretario cuenta
con el concurso del Secretario Adjunto, quien también es elegido por un mandato renovable de
cinco años. El Secretario está encargado de todos los trabajos jurídicos y administrativos, incluida
la administración de las cuentas y finanzas del Tribunal. El Secretario es el conducto ordinario de
las comunicaciones que recibe y despacha el Tribunal. Lleva el Registro de los asuntos y
conserva copias de las comunicaciones y acuerdos de conformidad con el Reglamento. Personal
del Tribunal (2011) Causa relativa a la reclamación de tierras por Singapur en el estrecho de Johor
y sus alrededores (Malasia contra Singapur), medidas provisionales El 5 de septiembre de 2003,
Malasia presentó una solicitud de medidas provisionales contra Singapur, hasta que se
constituyera un tribunal arbitral de conformidad con el Anexo VII de la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar. La controversia se refería a las actividades de reclamación de
tierras realizadas por Singapur que supuestamente vulneraban los derechos de Malasia en el
estrecho de Johor y sus alrededores, que separan a la isla de Singapur de Malasia. El Tribunal
dictó su orden el 8 de octubre de 2003. Estimó que los trabajos de reclamación de tierras podrían
tener efectos perjudiciales sobre el medio marino en el estrecho de Johor y sus alrededores. En
consecuencia, consideró que, por razones de prudencia y precaución, Malasia y Singapur debían
establecer mecanismos de intercambio de información sobre la labor de reclamación de tierras y
la evaluación de sus efectos. Se ordenó a las partes que establecieran un grupo de expertos
independientes para preparar un informe sobre los efectos de esas actividades. El Tribunal ordenó
que Singapur no realizara sus actividades de reclamación de tierras de maneras que pudieran
producir un perjuicio irreparable a los derechos de Malasia o daños graves al medio marino y
también decidió que las partes debían presentar un informe para el 9 de enero de 2004 sobre el
respectivo cumplimiento de las medidas provisionales ordenadas. El 26 de abril de 2005, Malasia
y Singapur resolvieron su controversia mediante la firma de un acuerdo apropiado. El 1° de
septiembre de 2005, el tribunal arbitral dictó un laudo final de conformidad con lo estipulado en
dicho acuerdo. Las medidas provisionales dictadas por el Tribunal en 2003 contribuyeron a
acercar a las partes y a dar una solución diplomática satisfactoria a la controversia.
73
El 17 de marzo de 1981, Alemania presentó a la Tercera Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar la candidatura de Hamburgo como sede del Tribunal. El 21 de
agosto de 1981, la Conferencia aprobó que Hamburgo fuera la sede del Tribunal. En 1986, el
Gobierno de la República Federal de Alemania ofreció proveer los locales para la sede del
Tribunal por cuenta del Gobierno Federal, incluida una considerable contribución de la Ciudad de
Hamburgo. En 1989 se convocó un concurso internacional de arquitectura para el diseño del
edificio y en dicho concurso se adjudicó el primer premio el diseño presentado por el estudio del
Barón Alexander y la Baronesa Emanuela von Branca, establecido en Múnich. La piedra
fundamental del edificio fue colocada el 18 de octubre de 1996 por el Secretario General de las
Naciones Unidas, el Excmo. Sr. Boutros BoutrosGali. Hasta la terminación del edificio, Alemania
suministró locales provisionales al Tribunal en el centro de Hamburgo. El 3 de julio de 2000, el
Secretario General de las Naciones Unidas, el Excmo. Sr. Kofi Annan, inauguró oficialmente la
Sede del Tribunal. El edificio está situado en Am Internationalen Seegerichtshof 1, en el distrito de
Nienstedten en Hamburgo. Presentación de la llave en la ceremonia de inauguración oficial del
Edificio de la Sede del Tribunal el 3 de julio de 2000.
LOS LOCALES
Los locales del Tribunal ocupan una superficie de 30.090 metros cuadrados. Constan de
un edificio moderno de hormigón y cristal y de una villa del siglo XIX, que el Tribunal destina a
recepciones, reuniones y programas de capacitación. Alemania provee estos locales al Tribunal a
título gratuito. Salas de audiencia La sala principal de audiencias se destina a las sesiones
plenarias del Tribunal y de la Sala de Controversias de los Fondos Marinos. El estrado tiene
capacidad para los magistrados ad hoc y los expertos. Esta sala de audiencias tiene butacas para
250 personas. Hay dos salas de audiencias más pequeñas para las sesiones de las Salas del
Tribunal. Cada sala de audiencias está equipada con tecnología moderna que permite que los
testigos o expertos presten declaración desde lugares remotos mediante una conexión de vídeo.
Responsabilidades y obligaciones de los Estados patrocinantes de personas y entidades respecto
de actividades en la Zona (solicitud de opinión consultiva presentada a la Sala de Controversias
de los Fondos Marinos) El 6 de mayo de 2010, el Consejo de la Autoridad Internacional de los
Fondos Marinos decidió pedir a la Sala de Controversias de los Fondos Marinos una opinión
consultiva sobre las responsabilidades y obligaciones de los Estados patrocinantes de personas y
entidades respecto de actividades en la Zona. La “Zona” es una zona establecida por la
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que abarca los fondos marinos y
oceánicos y su subsuelo fuera de los límites de la jurisdicción nacional. La Convención declara
que la Zona y sus recursos son patrimonio común de la humanidad. Los recursos de la Zona, tales
como los nódulos y sulfuros polimetálicos, son administrados por la Autoridad Internacional de los
Fondos Marinos. Doce Estados Partes en la Convención y tres organizaciones
intergubernamentales presentaron declaraciones escritas y las actuaciones se incoaron en
septiembre de 2010, con la participación de nueve Estados Partes y tres organizaciones
intergubernamentales. La Opinión Consultiva, aprobada por unanimidad por los miembros de la
Sala de Controversias de los Fondos Marinos, fue emitida el 1º de febrero de 2011. La Sala
distinguió entre dos tipos de obligaciones de los Estados patrocinantes: una obligación directa, tal
como el deber de aplicar el criterio de precaución, y un deber de debida diligencia para asegurar el
cumplimiento por los contratistas patrocinados de las condiciones de los contratos y las
obligaciones establecidas en la Convención. De acuerdo con la Opinión Consultiva, el hecho de
que el contratista patrocinado no cumpla sus obligaciones no da de por sí lugar a responsabilidad
por parte del Estado patrocinante. La responsabilidad de un Estado patrocinante nace si el Estado
no cumple las responsabilidades que la Convención le impone y si se produce un perjuicio. Se
debe probar un nexo de causalidad entre ese incumplimiento y el perjuicio. La Sala consideró
también que la Convención requiere que el Estado patrocinante sancione leyes y reglamentos
dentro de su ordenamiento jurídico y adopte medidas administrativas para asegurar el
cumplimiento por parte del contratista de sus obligaciones y eximir al Estado patrocinante de
responsabilidad. Responsabilidades y obligaciones de los Estados patrocinantes de personas y
entidades respecto de actividades en la Zona (solicitud de opinión consultiva presentada a la Sala
de Controversias de los Fondos Marinos) El 6 de mayo de 2010, el Consejo de la Autoridad
Internacional de los Fondos Marinos decidió pedir a la Sala de Controversias de los Fondos
Marinos una opinión consultiva sobre las responsabilidades y obligaciones de los Estados
74
patrocinantes de personas y entidades respecto de actividades en la Zona. La “Zona” es una zona
establecida por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que abarca los
fondos marinos y oceánicos y su subsuelo fuera de los límites de la jurisdicción nacional. La
Convención declara que la Zona y sus recursos son patrimonio común de la humanidad. Los
recursos de la Zona, tales como los nódulos y sulfuros polimetálicos, son administrados por la
Autoridad Internacional de los Fondos Marinos. Doce Estados Partes en la Convención y tres
organizaciones intergubernamentales presentaron declaraciones escritas y las actuaciones se
incoaron en septiembre de 2010, con la participación de nueve Estados Partes y tres
organizaciones intergubernamentales. La Opinión Consultiva, aprobada por unanimidad por los
miembros de la Sala de Controversias de los Fondos Marinos, fue emitida el 1º de febrero de
2011. La Sala distinguió entre dos tipos de obligaciones de los Estados patrocinantes: una
obligación directa, tal como el deber de aplicar el criterio de precaución, y un deber de debida
diligencia para asegurar el cumplimiento por los contratistas patrocinados de las condiciones de
los contratos y las obligaciones establecidas en la Convención. De acuerdo con la Opinión
Consultiva, el hecho de que el contratista patrocinado no cumpla sus obligaciones no da de por sí
lugar a responsabilidad por parte del Estado patrocinante. La responsabilidad de un Estado
patrocinante nace si el Estado no cumple las responsabilidades que la Convención le impone y si
se produce un perjuicio. Se debe probar un nexo de causalidad entre ese incumplimiento y el
perjuicio. La Sala consideró también que la Convención requiere que el Estado patrocinante
sancione leyes y reglamentos dentro de su ordenamiento jurídico y adopte medidas
administrativas para asegurar el cumplimiento por parte del contratista de sus obligaciones y
eximir al Estado patrocinante de responsabilidad. El Tribunal tiene una biblioteca especializada
con una amplia colección sobre el derecho del mar y otros temas conexos, tales como el derecho
marítimo, el derecho ambiental, los asuntos oceánicos, la gestión costera, las organizaciones
internacionales, la solución de controversias, el arbitraje y las cuestiones generales de derecho
internacional público. La iblioteca dispone de un gran salón que contiene la colección de
monografías, un anexo que alberga la colección de publicaciones periódicas y en serie y una sala
de lectura.
Aunque fue establecido en virtud de una convención de las Naciones Unidas, el Tribunal no es un
“órgano” de las Naciones Unidas. Sin embargo, mantiene estrechas relaciones con las Naciones
Unidas y, en 1997, celebró un Acuerdo de Cooperación y Relación con las Naciones Unidas. El
Presidente José Luis Jesus con el Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Ban Ki-Moon
Desde 1996, el Tribunal goza de la condición de observador ante la Asamblea General, que le
permite participar en las sesiones y los trabajos de la Asamblea General de las Naciones Unidas
cuando se tratan asuntos de su interés. El Presidente hace una exposición ante la Asamblea
General en cada año en que se examina la cuestión del derecho del mar. El Tribunal también ha
concertado un b acuerdo con las Naciones Unidas a fin de que sus funcionarios puedan recurrir al
Tribunal de Apelaciones de las Naciones Unidas en asuntos administrativos.
La biblioteca El Tribunal tiene una biblioteca especializada con una amplia colección sobre
el derecho del mar y otros temas conexos, tales como el derecho marítimo, el derecho ambiental,
los asuntos oceánicos, la gestión costera, las organizaciones internacionales, la solución de
controversias, el arbitraje y las cuestiones generales de derecho internacional público. La
biblioteca dispone de un gran salón que contiene la colección de monografías, un anexo que
alberga la colección de publicaciones periódicas y en serie y una sala de lectura.
El presupuesto del Tribunal se financia con las contribuciones de los Estados Partes en la
Convención. Las contribuciones se calculan de acuerdo con la escala de cuotas de las Naciones
Unidas, que refleja el tamaño de la economía de los Estados Partes interesados. Los Estados
Partes que sean partes en causas ante el Tribunal no incurren en costas o gastos judiciales. Los
Estados en desarrollo que sean partes en una controversia ante el Tribunal pueden recibir
asistencia financiera para ayudarles a solventar los honorarios de los abogados o los gastos de
viaje y alojamiento de su delegación durante las actuaciones orales en Hamburgo. Esta asistencia
75
se financia con los recursos de un fondo fiduciario voluntario establecido por la Asamblea General
de las Naciones Unidas y mantenido por la División de Asuntos Oceánicos y del Derecho del Mar
de la Oficina de Asuntos Jurídicos de las Naciones Unidas.
CAPACITACIÓN
ANTECEDENTES:
Se definió como una institución permanente con personalidad jurídica internacional a la que se
atribuye la capacidad jurídica que sea necesaria para el desempeño de sus funciones y
realización de sus propósitos.
Surge de este modo una nueva Organización Internacional que presenta rasgos
especialísimos en su estructura y funcionamiento que se derivan de la función asignada al nuevo
ente, que no es otra que enjuiciar o ejercer su jurisdicción sobre persones respecto de los
crímenes más graves de trascendencia internacional. Se trata de la primera Organización
Internacional de naturaleza eminentemente judicial, representa la incorporación de la dimensión
penal en el ámbito de la responsabilidad internacional, y sobre todo, el recurso a la fórmula de una
jurisdicción internacional autónoma para proteger valores esenciales del Derecho y la Comunidad
Internacionales.
Aunque las CPI es una Organización Autónoma, el propio Estado prevé que la misma estará
vinculada con las N.U. mediante acuerdo. El establecimiento de un sistema de relación entre
ambas instituciones internacionales resulta imprescindible por varias razones:
a)-La competencia material de la Corte está directamente vinculada con el logro de objetivos
que se configuran como Propósitos y Principios de la Carta, como son el mantenimiento de la Paz
77
y seguridad internacional y la promoción y protección de los derechos humanos. Ej. el crimen de
agresión.
Dicha solicitud genera una obligación que ha de ser cumplida automáticamente por la corte. El
ejercicio de esta potestad por parte del Consejo de Seguridad está sometida a dos condiciones:
-La decisión ha de ser adoptada mediante una resolución formal y aprobada conforme a lo
previsto en el Capítulo VII de la Carta y
-La suspensión deberá tener un término final que no puede exceder de los doce meses, si bien
podrá ser renovada en idénticas condiciones.
El Acuerdo de Relación: define un modelo de relación sui generis para garantizar la mayor
autonomía de la CPI. El Estatuto de Roma contempla la posibilidad de que la CPI celebre
acuerdos con otras organizaciones internacionales, en el marco de cooperación y asistencia
judicial internacional. Sobre esta base se ha celebrado el Acuerdo de cooperación y asistencia
entre la Corte Penal Internacional y la Unión Europea de 10 abril del 2006 y en vigor desde el 1
mayo de 2006.
FINES:
Vienen en el art. 1 del Estatuto de Roma , y dice que estará facultado para ejercer su
jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes más graves de trascendencia
internacional .Dicho fin se complementa con dos elementos teleológicos que se enuncian en el
Preámbulo: la voluntad de eliminar el fenómeno de la impunidad y prevenir de esa manera
nuevos crímenes de trascendencia internacional y la voluntad de garantizar que la justicia
internacional sea respetada y puesta en práctica en forma duradera.
- y la definición de los tipos penales respecto de los cuales la citada jurisdicción resultará
operativa.
78
Desde una perspectiva material, la Corte ejercerá su competencia sobre cuatro tipos penales:
Genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión.
Las tres primeras categorías se encuentran son objeto de desarrollo en los art. 6,7,8 del
Estatuto. Y la lista de crímenes de guerra están contenidos en el art. 8 que ha sido recientemente
ampliado por una enmienda adoptada en la Conferencia de Kampala aunque no ha entrado en
vigor aun.
Por lo que se refiere a la tipificación del crimen de agresión, el mismo se entiende como un
comportamiento individual cometido por una persona que estando en condiciones de controlar o
dirigir efectivamente la acción política o militar de un Estado, planifica, prepara, inicia o realiza un
acto de agresión que por sus características, gravedad y escala constituye una violación
manifiesta de la Carta de las Naciones Unidas. En consecuencia el crimen de agresión ha sido
definido como un crimen de líderes.
Esta competencia material de la CPI, no puede ser alterada unilateralmente por los Estados
partes que no pueden excluir la competencia de la misma respecto de ninguna de las categorías
de los crímenes enunciados en el art. 5. Esta regla general admite, sin embargo, una excepción
contemplada en el art. 124 del Estatuto. En virtud de la misma , cualquier Estado puede declarar
en el momento de ratificar o adherirse al Estatuto , que la Corte no será competente para enjuiciar
los crímenes de guerra cometidos en su territorio o por sus nacionales durante los primeros 7
años contados a partir de la entrada en vigor del Estatuto para dicho Estado. El art. 124 ha sido
debatido en la Conferencia de Revisión de Kampala, que ha decidido mantener en vigor este
mecanismo y someterlo a un nuevo proceso de revisión en el XIV periodo de sesiones de la
Asamblea de Estados Partes celebrado en 2015.
La Corte solo puede enjuiciar los crímenes cometidos con posterioridad a la entrada en vigor
del Estatuto, lo que limita su competencia temporal y la somete a la regla de la irretroactividad. Por
el contrario, tiene una competencia personal muy amplia, ya que puede juzgar a cualquier
individuo mayor de 18 años con independencia del lugar que ocupe en la escala de mando civil o
militar del Estado. La competencia así definida es además automática con la única condición de
que el Estado del que sea nacional el imputado o en cuyo territorio se haya cometido el crimen
sea parte en el Estatuto de Roma. Esta condición no opera sin embargo en el supuesto de que la
denuncia de los crímenes sea remitida al CPI por el Consejo de Seguridad de las N.U. en cuyo la
competencia siempre es automática.
-que haya transcurrido un año desde que treinta Estados Partes hayan ratificado o aceptado
enmiendas en cuestión.
-Que los Estados Parte adopten después, por una mayoría igual a la exigida para aprobar
enmiendas las 2/3 de todos los Estados Parte).
79
En segundo lugar, la competencia personal de la Corte se ve igualmente limitada respecto el
régimen general ya que no podrá enjuiciar en ningún caso los crímenes de agresión cometidos por
un nacional o en el territorio de un Estado no Parte y al mismo tiempo se reconoce a cualquier
Estado Parte el derecho a declarar que no aceptan la competencia de la corte para juzgar este
tipo de crímenes aunque los mismos hayan sido cometidos por sus nacionales o en su territorio.
Sin embargo la posición del Consejo de Seguridad frente a la Corte no se ha visto reforzada
por esta disposición, ya que únicamente podrá paralizar la jurisdicción de la CPI mediante una
determinación expresa que niegue la existencia del acto de agresión. Por el contrario, tanto en
caso de determinación expresa positiva como en el caso de que el Consejo de Seguridad guarde
silencio, la Corte podrá continuar con el ejercicio de su jurisdicción sin ningún otro filtro externo,
siempre que se cumplan los siguientes requisitos:
-Que hayan transcurrido 6 meses desde que interesó el pronunciamiento del Consejo de
Seguridad
En todo caso ha de recordarse que el Consejo de Seguridad conserva en todo caso el poder
de suspensión de la competencia de la Corte que le reconoce con carácter general el art. 16 del
Estatuto.
MIEMBROS:
Basta con destacar que mediante la prestación del consentimiento el Estado no sólo se
incorpora al sistema de un nuevo sujeto internacional, sino que además reconoce
automáticamente la jurisdicción de la Corte para enjuiciar los crímenes internacionales cometidos
en su territorio o por sus nacionales. La voluntad de que dicha jurisdicción sea lo más amplia y
80
representativa posible explica, sin duda, el sistema de acceso automático al Estatuto y a la CPI.
Hasta la fecha han ratificado o se han adherido al Estatuto de Roma 112 Estados.
B) Cualquier Estado Parte puede retirarse de la Organización mediante simple denuncia, que
surtirá efectos un año después de su notificación alsecretario General de la ONU. Se habilitara a
cualquier Estado Parte contrario a la enmienda adoptada a denunciar con efecto inmediato el
Estatuto dentro del año inmediatamente posterior a la entrada en vigor de la enmienda a la que se
opuso. No obstante, la retirada de un Estado Parte no afectará en ningún caso a las obligaciones
financieras nacidas con anterioridad a la misma, ni a la competencia jurisdiccional de la Corte
sobre un asunto de interés para el Estado denunciante que haya comenzado a sustanciarse antes
de que la denuncia surta efecto.
ESTRUCTURA ORGANICA:
A) ORGANOS POLITICOS:
El Órgano político por excelencia es la Asamblea de Estados Partes, está integrada por un
representante de cada uno de los Estados que hayan ratificado o se hayan adherido al Estatuto.
En la misma podrán participarigualmente, a título de observadores, los Estados que simplemente
hayan firmado el Estatuto o el Acta final de la conferencia de Roma. También podrán participar
en las sesiones de la Asamblea, cuando proceda, el presidente de la Corte, el Fiscal y el
Secretario o sus representantes.
Las funciones permanentes que se asignan a la Asamblea son muy amplias y pueden ser
reconducidas a las siguientes categorías:
81
4- Aprobación del presupuesto de la Corte
Además de estas funciones de carácter permanente, la Asamblea de los Estados Partes tiene
importantes funciones vinculadas con la puesta en funcionamiento por primera vez de la CPI , que
ha ejercido sobre la base de las propuestas que le han sido sometidas por la Comisión
preparatoria y que se han traducido en la adopción de los instrumentos complementarios a que se
ha hecho referencia supra, así como la elección de los jueces y el Fiscal y del resto de los cargos
directivos de la nueva Organización.
El Estatuto prevé la posibilidad de establecer órganos subsidiarios cuya creación deber ser
decidida como regla por la Asamblea de Estados Partes. Como excepción a esta regla, el
Estatuto crea expresamente la Mesa de la Asamblea, cuya función es asistir a esta en el
desempeño de su mandato y que garantiza la continuidad en los trabajos de la Asamblea. Se
trata de un órgano restringido compuesto por un presidente, dos vicepresidentes y 18 miembros
que serán elegidos por la Asamblea.
B) ORGANOS JURISDICCIONALES:
De acuerdo con lo previsto en el art. 34 del Estatuto, son órganos de la Corte la presidencia,
las Secciones Judiciales, la Fiscalía y la Secretaria.
-LA PRESIDENCIA:
82
Son los órganos deliberantes de la Corte, a los que corresponde la adopción de todas las
decisiones judiciales. Existen 3 secciones:
Sección de Cuestiones Preliminares
Sección de primera instancia
Sección de Apelaciones
Tanto la Presidencia como las Secciones judiciales están integradas por magistrados de la
corte en total de 18 , son elegidos por la Asamblea de los Estados Partes, de entre dos listas de
candidatos, los candidatos han de ser juristas de alto nivel moral y reconocido prestigio y que
reúnan unas condiciones:
LA FISCALIA :
La Fiscalía está dirigida por el Fiscal y en su caso dos fiscales adjuntos que serán elegidos
por la Asamblea de Estados Parte, por un periodo de 9 años y no son reelegibles.
Los candidatos han de gozar de una gran consideración moral y de amplia competencia y
experiencia en el ejercicio de la acción penal o la sustanciación de causas penales. El Fiscal
nombrara al personal necesario para el desarrollo de sus funciones, y que estarán a sus órdenes.
LA SECRETARIA:
Esta dirigida por un Secretario elegido por mayoría absoluta de los Magistrados de la Corte,
que habrán de tener en cuenta las recomendaciones formuladas por la Asamblea de Estados
Partes. El secretario, que desempeñará sus funciones en régimen de dedicación exclusiva
durante un periodo de 5años, es el principal funcionario administrativo de la Corte y actuara bajo
la autoridad del Presidente. Al Secretario corresponde el nombramiento de los funcionarios que
resulten necesarios en la secretaria.
83
(concepción Escobar Hernandez) ALF
El Estatuto de Roma define un modelo de competencia subjetiva que, en los términos que
ahora nos interesa, se traduce en la proclamación de un principio de responsabilidad penal
individual de alcance universal. En virtud del mismo, la Corte es competente para enjuiciar a
cualquier persona mayor de 18 años que haya cometido un crimen de competencia de la Corte,
aplicándose a cualquier persona idénticas reglas de responsabilidad, sin que sea relevante el
hecho de que la persona en cuestión desempeñe o haya desempeñado un cargo oficial. Se define
de este modo un principio de responsabilidad de vocación universal.
2-Esta proclamación del Principio general de la improcedencia del cargo oficial reviste
una especial importancia en relación con los crímenes internacionales de competencia de la
Corte.
El Estatuto contiene en su art.28 una regla especial en virtud de la cual el desempeño de una
cargo oficial. Se trata de la denominada Responsabilidad de los jefes y otros superiores, que si
bien está concebida con carácter general para cualquier persona que desempeña un cargo en
virtud de dicha disposición, el jefe militar o quien actue como jefe militar incurrirá en
responsabilidad penal por los crímenes cometidos por las tropas sometidas a su mando y control
efectivo si conoció o debió haber conocido , la comisión de los crímenes o que los mismos iban a
cometerse y no adopto las medidas para prevenirlos o para reprimirlos, o para poner en
conocimiento de las autoridades competentes a efectos de la oportuna investigación y
enjuiciamiento.
Se intenta evitar que comportamientos omisivos o negligentes liberen a los mandos y jefes
militares de responsabilidad, en una forma a todas luces incompatible con la posición de garante
respecto de sus subordinados que les corresponde en virtud de la relación jerarquica que les une
con los mismos.
En todo caso ha de destacarse que el desempeño del cargo oficial y la relación jerarquica
que del mismo se deriva tan solo se toma en consideración para deducir una nueva forma de
responsabilidad , nunca para liberarse de la misma.
Según el art. 33 del Estatuto, ninguna persona militar o civil será eximida de responsabilidad
por haber cometido un crimen de competencia de la Corte, en cumplimiento de una orden emitida
por un gobierno o un superior. Esta declaración se exceptua en el caso de que se den en forma
acumulativa los siguientes requisitos:
Que el autor de los hechos estuviera obligado por ley a acatar la orden y que no supiera
2-Esta proclamación del principio general de la improcedencia del cargo oficial reviste
una especial importancia en relación con los crímenes internacionales de competencia de
la Corte.
Que el autor de los hechos estuviera obligado por la ley a acatar la orden y que no supiera
que la orden era ilícita. Dado que el propio Estatuto declara como manifiestamente ilícita cualquier
orden relativa a la comisión de un crimen de genocidio o de lesa humanidad, la excepción
analizada solo será de aplicación respecto de los crímenes de guerra: lo que sin duda explica
como consecuencia de la muy diferente naturaleza de una y otra categoría de crímenes.
Por consiguiente , ha de concluirse que la inclusión de dicha regla constituye, sin duda uno
de los elementos más positivos del Estatuto ya que tiene como efecto el impedir que una
simple alegación de inmunidad tenga como resultado el sustraer a un individuo de la
acción de la justicia. Lo que, sin embargo no impide que este efecto se vea empañado por la
subsistencia de ciertas formas de protección del individuo frente a la entrega que, en la práctica,
impedirán el enjuiciamiento efectivo del mismo.
1-En el art.27 , del Estatuto impide la alegación ante la Corte de cualquier impunidad, lo que
se traduce en que la Corte es competente incluso respecto de personas que , conforme al
Derecho Interno o Internacional, se liberarían de responsabilidad por falta de competencia de los
tribunales nacionales respecto de determinadas personas protegidas.
Lo que se exige que el mismo haya sido detenido y puesto a disposición de la Corte. Ello nos
sitúa ante la institución de la entrega, que incide y condiciona el ejercicio efectivo de la jurisdicción
en la medida en que si la misma no se produce, la Corte se ve impedida de ejercer su
competencia, aunque siga disponiendo de la misma en términos formales.
Este deber de cooperar se extiende también a la entrega de los acusados, que se define con
carácter general como un deber absoluto que no podrá en ningún caso estar condicionado por
norma interna alguna, ya que si la hubiere no será oponible a la Corte como consecuencia de la
obligación de adaptación de la legislación interna prevista en el art. 88 del Estatuto. Sin embargo,
el carácter absoluto del deber de entrega encuentra un importante límite en las circunstancias
especialísimas previstas en el el art.98 del Estatuto, que en términos generales permite que no se
proceda a la entrega cuando la obligación derivada del Estatuto entre en colisión directa con una
obligación derivada de otro tratado internacional. En dichos supuestos, el Estatuto define un
régimen especial del deber de entrega que se relativiza, preservándose los derechos de los
terceros Estados a cuyo favor se han establecido las reglas de inmunidad o protección
internacionales, que habrán de otorgar su consentimiento para que la orden de entrega pueda ser
cursada por la Corte.
Por consiguiente, aun siendo competente para enjuiciar a las citadas personas, la CPI no
podrá exigir la cooperación de terceros países en cuyo territorio se encuentren las personas
protegidas para obtener su entrega a la Corte.
Por el contrario, deriva hacia los Estados que envían o acreditan a los acusados las
actividades de cooperación con la misma, bien sea mediante la formulación directa de una
solicitud de entrega bien mediante el expediente de obtener su cooperación para que un tercer
estado proceda a la misma.
86
2-El art.98 del Estatuto tiene como finalidad establecer un mecanismo técnico que permita a
los Estados Partes compatibilizar las obligaciones derivadas del Estatuto de Roma en materia de
cooperación con las obligaciones que se puedan derivar de otras normas de Derecho
Internacional general o de otro tratado internacional en el que sean partes, Dado que el sistema
de prelación normativa propio del Derecho internacional no permite concluir la primacía del
Estatuto de Roma sobre el resto de las normas mencionadas y viceversa. La finalidad el art. 98 es
garantizar un cierto equilibrio entre las obligaciones jurídicos internacionales y evitar que el
Estado Parte incurra en una violación del Estatuto o de alguna de las otras normas mencionadas y
por consiguiente, en posible responsabilidad internacional. Se trata, por tanto de una clausula de
salvaguardia que permitiría a los Estados partes afectados por la misma liberarse de alguna de las
obligaciones derivadas del Estatuto de Roma, siempre en el marco de los principios de justicia
definidos en el Estatuto y de conformidad con las reglas de Derecho Internacional general
aplicables.
Como toda clausula de salvaguardia, los mecanismos descritos alteran en parte el régimen
del tratado en que se inserta, y en especial inciden sobre el deber general de cooperación con la
Corte enunciado en el art. 86 del Estatuto, que se concreta en los art.87 y siguientes. Por ello,
toda interpretación del 98 deber realizarse en forma restrictiva y conforme a criterios sistemáticos,
sin que en ningún caso su aplicación práctica, pueda traducirse en un atentado contra el objeto y
fin del Estatuto (que no es otro que eliminar el fenómeno de la impunidad mediante el
establecimiento de un nuevo sistema jurisdiccional) ni alterar el núcleo esencial de las
disposiciones contenidas en el mismo.
3-En este ámbito han de situarse los Acuerdos bilaterales celebrados en el último año por los
Estados Unidos con distintos Estados con la finalidad inequívoca de impedir la entrega a la Corte
de cualquier nacional norteamericano que sea reclamado por la misma.
La Corte continúa ejerciendo la jurisdicción sobre el asunto y las personas afectadas, y por
tanto le corresponderá a ella valorar todo elemento que pueda afectar a dicha jurisdicción
incluidas las controversias jurisdiccionales que puedan surgir entre la Corte y los Estados Partes
a lo largo de un proceso. Por consiguiente, será la Corte quien deberá pronunciarse sobre la
aplicabilidad del art. 98 en aquellos supuestos en que un Estado alegue la existencia de otra
obligación internacional que le resulte exigible para eximirse del deber de entrega de personas
Este mecanismo, que resulta también aplicable a los acuerdos bilaterales impulsados por Estados
Unidos, podrá llegar incluso hasta la declaración por la Corte de la inadecuación de dichos
acuerdos a los previsto en el art. 98.2 con las consecuencias lógicas de que el Estado Parte en el
Estatuto que se niegue a la entrega alegando uno de dichos acuerdos bilaterales podrá ser
declarado por la Corte en situación de incumplimiento de las obligaciones contenidas en el
Estatuto, con las consecuencias que de ello se derivan.
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TICAY), sito en La Haya, fue establecido
en virtud de la resolución 827 del Consejo de Seguridad, de 25 de mayo de 1993, al amparo del
Capítulo VI de la CNU, y con el propósito fundamental de acabar con la impunidad por los
crímenes en la Antigua República de Yugoslavia a partir de 1991. Se le encomendaba así la labor
de procesar y juzgar a aquellos individuos inculpados por graves violaciones del derecho
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internacional humanitario genocidio o de la comisión de crímenes de guerra y contra la
humanidad.
El mandato del Tribunal está definido en su Estatuto, que fue enmendado por las resoluciones
del Consejo de Seguridad 1166 (1998), de 13 de mayo de 1998, 1329 (2000), de 30 de noviembre
de 2000, y 1411 (2002), de 17 de mayo de 2002. Igualmente, el Tribunal se rige por un reglamento
de procedimiento y prueba inspirado tanto en la tradición del Common Law como del Derecho
Romano.
Tras 10 años de andadura y por haber sido establecido como un tribunal ad hoc, el Consejo de
Seguridad aprobó la estrategia de conclusión del TICAY con el objetivo de llevar a cabo un cierre
escalonado y ordenado, recomendada por las resoluciones 1503 (2003) y 1534 (2004).
Según los últimos informes presentados, se prevé que los juicios se hallen finalizados, en
principio, en 2015 y las apelaciones durante 2017.
Desde su creación hace 20 años, el TICAY ha imputado a 161 personas por crímenes de
guerra cometidos en el territorio de la ex-Yugoslavia desde 1991. Se han concluido procesos
contra 141 imputados, 69 de los cuales han resultado condenados y 18 absueltos, 25
procedimientos se encuentran en curso, constituyendo el resto casos remitidos a las respectivas
jurisdicciones nacionales o casos cerrados por falta de pruebas o fallecimiento.
Por resolución 1757 (2007) del Consejo de Seguridad se decidió crear el Tribunal Especial
del Líbano (TEL), con sede en la Haya. El mismo comenzó a funcionar en marzo de 2009. El 13
de diciembre de 2005, el Gobierno de la República Libanesa pidió a Naciones Unidas que
estableciera un tribunal de carácter internacional para enjuiciar a todos los presuntos
responsables del atentado de 14 de febrero de 2005 en Beirut y causó la muerte del ex Primer
Ministro Libanés Rafiq Hariri y otras 22 personas. Con arreglo a la resolución 1664 (2006) del
Consejo de Seguridad, las Naciones Unidas y la República Libanesa negociaron un acuerdo sobre
el establecimiento de un Tribunal Especial para el Líbano. Una vez aprobada la resolución 1757
(2007) del Consejo de Seguridad, de 30 de mayo de 2007, las disposiciones del documento anexo
a ella, incluido el Estatuto del Tribunal Especial, entraron en vigor el 10 de junio de 2007.
Una de las particularidades de este Tribunal frente a otros es la de que en aquel se aplica el
código penal libanés en relación con los aspectos procesales y punitivos por, entre otros, actos de
terrorismo y otros crímenes y faltas contra la vida y la integridad física, quedando excluidas las
disposiciones sobre pena de muerte y el trabajo forzado contempladas por la legislación penal
libanesa. Las condenas se cumplen en los Estados que designa el Presidente del Tribunal sobre
la base de la lista de Estado que hayan concertado un acuerdo de cumplimiento de sentencias
con el mismo.
En agosto de 2011 amplió su jurisdicción a los tres atentando conexos con el de Hariri y
perpetrados contra Marwan Hamadeh (2004), George Hawi (2005), Elias El-Murr (2005),
solicitándose a los tribunales libaneses por parte de la Sala Preliminar del Tribunal los expedientes
judiciales relativos a estos casos.
88
La presentación en 2011 del primer acta de acusación contra los cuatro individuos arriba
mencionados ha abierto la fase de inicio del juicio propiamente dicho. Actualmente el TEL está
ultimando los preparativos para el inicio del juicio sobre el caso Hariri.
El Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) fue creado por el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, el 8 de noviembre de 1994, con el fin de perseguir, arrestar, juzgar y
condenar a los autores o promotores del genocidio ruandés. A través de varias resoluciones, el
Consejo de Seguridad estableció que este Tribunal completara sus investigaciones para final de
2004, finalizara las actividades judiciales a finales de de 2008 y terminara su labor en 2012. Sin
embargo, estos plazos han sido postergados debido al retraso en los casos.
Este hecho provocó el inicio de una masacre inconmensurable que afectó a las comunidades
hutu y tutsi que habitaban desde tiempos inmemoriales en la zona de los Grandes Lagos
africanos. Durante un mes, facciones de hutus atacaron a tutsis y hutus moderados.
El Tribunal creado por la Resolución 955 del 8 de noviembre de 1994 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, tiene como base una estructura similar al del Tribunal Penal
Internacional para la ex Yugoslavia.
A finales de 2013, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda había completado más de 75
casos, 16 de los cuales han sido apelados; en 12 de los casos los acusados fueron absueltos de sus
cargos. 9 de los inculpados por este Tribunal siguen fugitivos, entre ellos, Felicien Kabuga, un
empresario que habría financiado el genocidio.
En junio de 2011 este Tribunal dictó su primera sentencia por genocidio contra una mujer. Se
trata de Pauline Nyiramasuhuko, de 65 años y antigua ministra ruandesa de la Mujer y la Familia,
que fue condenada a cadena perpetua. La procesada es de etnia hutu (mayoritaria en el país
africano) y los jueces han fallado que organizó el secuestro y violación de mujeres y niñas tutsi, la
comunidad minoritaria. Ayudada por su hijo, Arsene Shalom Ntahobaki, que recibió la misma
pena, también ordenó el asesinato de civiles tutsi en su ciudad, Butare, al sur de Ruanda.
En diciembre de 2012 el TPR emitió su última sentencia, comenzando así la fase post-judicial
al empezar a funcionar el Mecanismo para Tribunales Penales Internacionales, establecido en
diciembre de 2010 por la Resolución 1966 del Consejo de Seguridad con objeto de completar la
labor pendiente emprendida tanto por el TICAY como por el TPR. El Mecanismo comprende una
división con sede en Arusha (Tanzania) para el TPR.
En la actualidad, los tres casos escuchados en Freetown se han completado, incluidas las
apelaciones. El juicio contra el ex presidente liberiano Charles Taylor se ha celebrado en La Haya
por motivos de seguridad.
El 27 de septiembre de 2013, el Tribunal Especial para Sierra Leona celebró una sesión
informativa en la que se anunció oficialmente el cumplimiento de su mandato y el cierre del
mismo.
Hasta fines del 2013, 115 países son miembros del TPA, es decir países que son parte de una
o ambas de las Convenciones fundadoras del TPA. Albania, Vietnam y Bangladesh son los
últimos Estados que han sido aceptados como miembros del TPA
El TPA no es una “corte” en el sentido formal de la palabra. Es más bien descrita como una
estructura diseñada para apoyar las operaciones de arbitrajes, conciliaciones, o comisiones de
investigación en controversias entre Estados, entidades estatales, partes privadas y organismos
internacionales. Los tribunales para cualquier procedimiento bajo los auspicios del TPA son
constituidos “ad hoc” para cada caso. El organismo consiste en una Oficina Internacional que
actúa como registro para los casos, un Consejo de Administración compuesto de representantes
diplomáticos de los países miembros, y de una lista de árbitros potenciales de la cual pueden
escoger las partes. Esta lista es opcional y las partes son libres de escoger a árbitros cuyos
nombres no se encuentran en la lista del TPA. España cuenta en la actualidad con cuatro
miembros (árbitros) en este Tribunal.
La sede del TPA se encuentra en el Palacio de Paz en La Haya desde 1913. Ésta fue
construida especialmente para el TPA con fondos donados por el filántropo americano Andrew
Carnegie. Desde el 1922 hasta el 1946, el Palacio de Paz acogió también al Tribunal Permanente
de Justicia Internacional. En 1946, este fue reemplazado por el Tribunal Internacional de Justicia
(TIJ), principal órgano judicial de las Naciones Unidas.
En contraste con el TIJ, el TPA proporciona servicios para la resolución de controversias entre
varias combinaciones de estados, entidades estatales, organismos internacionales y partes
privadas. En este sentido, el TPA se sitúa en la intersección entre el derecho internacional público
y el derecho internacional privado.
90
III.- PROCESAL DE TRIBUNALES EUROPEOS Y UE
EL TEDH fue creado por el Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950. Su mandato
es enjuiciar las presuntas violaciones de los derechos humanos protegidos por dicho Convenio o
por sus Protocolos adicionales. Ejerce, en la actualidad, su función jurisdiccional con exclusividad,
tiene jurisdicción automática respecto de cualquier Estado parte en el Convenio y el individuo
puede presentar directamente demandas ante el Tribunal sin ningún filtro previo.
El TEDH está integrado por tantos jueces como Estados partes haya en el Convenio,
actualmente cuarenta y siete. Son elegidos por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de
Europa, a partir de una terna presentada por cada uno de los Estados partes. Los candidatos
deben gozar de alta consideración moral y reunir los requisitos exigidos para desempeñar las más
altas funciones judiciales conforme a la legislación interna del Estado que los propone, o ser
jurisconsultos de reconocida competencia. La duración del mandato es de nueve años, no son
reelegibles. Se produce la renovación por mitades cada tres años. En caso de sustitución el juez
nuevo desempeñará su mandato solo por el periodo de tiempo que quedase pendiente a su
antecesor.
Los jueces ejercen sus funciones a título individual, a tiempo completo y de forma exclusiva
para garantizar la independencia e imparcialidad. Durante ese periodo los jueces gozan de los
privilegios e inmunidades previstos en el art. 40 del Estatuto del Consejo de Europa y en
determinados Acuerdos.
Para el caso de que el juez elegido a título nacional no pueda participar en el proceso que
afecta a dicho Estado y tenga derecho a hacerlo, es posible la designación de un juez ad hoc que
ejercerá sus funciones en idénticos términos y condiciones que el juez elegido. Cualquier Estado
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parte puede remitir al Tribunal una lista que puede contener entre tres y cinco personas
designadas para actuar como juez ad hoc a título de dicho Estado. La elección y designación final
del juez ad hoc que intenvendrá en el caso concreto corresponde al Presidente del Tribunal.
El tribunal podrá actuar en Pleno, a través de una Gran Sala compuesta de 17 jueces, de
Salas de 7 jueces, de Comités de 3 jueces o en formación de juez único, dependiendo de la
actividad a desarrollar.
1) el juez único tan sólo puede declarar la inadmisibilidad o archivar una demanda individual,
cuando tal decisión pueda adoptarse sin necesidad de un examen completo.
2) los Comités de tres jueces tienen la misma competencia que el juez único cuando éste no
se pronuncia más la competencia de declarar admisible un asunto y pronunciarse sobre el fondo
de una demanda individual cuando la cuestión subyacente al caso ya ha dado lugar a una
jurisprudencia consolidada del Tribunal.
4) La Gran Sala se pronunciará en vía contenciosa sobre los asuntos que le haya remitido una
Sala o sobre los recursos contra las sentencias de una Sala o de un Comité de tres jueces que le
pueden ser remitidos en el plazo de tres meses desde su adopción; además se pronunciará sobre
las opiniones consultivas ordinarias que le puedan ser sometidas, así como sobre cualquier
solicitud de opinión que le sea remitida por el Comité de Ministros en relación con la ejecución de
una sentencia.
5) La intervención del Pleno del Tribunal tiene carácter excepcional. Tiene encomendadas
funciones vinculadas con la administración judicial: elección del Presidente y Vicepresidentes,
constitución de las Salas y elección de sus Presidentes, la elección del Secretario del Tribunal y la
aprobación del Reglamento.
El TEDH cuenta con un Secretario que nombra directamente y con los letrados o
“refrendarios”, que asisten a los jueces en el desempeño de sus funciones.
92
Tras la declaración de admisibilidad se iniciará el procedimiento ante el Comité o la Sala
competentes o, en su caso, ante la Gran Sala si la Sala decide inhibirse en su favor. La inhibición
solo podrá realizarse con el consentimiento de las partes y en aquellos casos en que se plantee
una cuestión grave relativa a la interpretación del Convenio o sus Protocolos, o si la solución a dar
a la cuestión debatida pudiera ser contradictoria con la jurisprudencia anterior del Tribunal. La
regla general es que sean los Comités o la Sala los órganos llamados a intervenir en cada
procedimiento. Se contempla el arreglo amistoso entre las partes que, si es autorizado por el
Comité o la Sala, pondrá fin al procedimiento. En caso contrario, este seguirá conforme a un
modelo contradictorio en el que se garantiza la igualdad de las partes y que terminará mediante
sentencia. Tanto la sentencia como el proceso serán públicos.
Las sentencias expresan el sentir mayoritario del Comité o la Sala, a las mismas se podrán
unir las opiniones separadas de los jueces que disientan. Las sentencias de las Salas son
obligatorias para las partes, pero no definitivas, ya que podrán ser recurridas en el plazo de tres
meses ante la Gran Sala, con carácter excepcional, cuando en el asunto se plantee “una cuestión
grave relativa a la interpretación o aplicación del Convenio o de sus Protocolos o una cuestión
grave de carácter general”. En caso de ser admitido el recurso, la Gran Sala se pronunciará de
nuevo sobre el fondo del asunto mediante una sentencia que será ya definitiva y no admitirá otros
recursos que los extraordinarios de revisión e interpretación.
2.1. Composición
93
2.1.1. Los Jueces
El Tribunal de Justicia está compuesto por un juez por Estado miembro, nombrados de
común acuerdo por los gobiernos de los Estados miembros por un periodo de 6 años. Los
gobiernos no pueden elegir libremente, sino dentro de una categoría (art. 253 TFUE).
El comité estará compuesto por 7 personalidades elegidas de entre antiguos miembros del
Tribunal de Justicia y del Tribunal General, miembros de los órganos jurisdiccionales nacionales
superiores y juristas de reconocida competencia, uno de los cuales será propuesto por el
Parlamento Europeo.
La duración del mandato es de 6 años, a contar desde la fecha que consta en el titulo del
nombramiento.
El mandato de los jueces puede acabar, por haber cumplido el plazo de su mandato y no ser
reelegido, por muerte, por dimisión, por impedimento físico y por cese.
- En caso de dimisión basta una carta dirigida al Presidente del Tribunal (que lo pondrá en
conocimiento del Presidente del Consejo) para que provean cubrir la vacante.
- En el caso de impedimento físico, lo normal es que el propio juez pida su dimisión, pero si no
fuera así el Tribunal puede de oficio llegar a declarar el cese de las funciones con todos los
derechos que le correspondan.
- En el caso de cese por acuerdo unánime de los jueces y abogados generales, en los casos
en que dejen de reunir las condiciones requeridas para ser juez, o incumplan las obligaciones que
se derivan del cargo, tal decisión puede llevar incluso a la pérdida del derecho de pensión o
cualquier otro beneficio sustitutivo.
- En el cese no voluntario, el juez debe ser oído por el Pleno sin presencia del Secretario.
Aunque la duración de su mandato es de seis años, se renuevan parcialmente cada tres. Cada
tres años se procederá a una renovación parcial de los jueces. Esta renovación afectará
alternativamente a 14 y 13 jueces. La finalidad de esta renovación es asegurar cierta continuidad
en la composición del Tribunal.
- Inamovilidad: el juez del Tribunal no puede ser privado de su mandato nada más por causa
grave y sobre la que decide el propio Tribunal del pleno y no cualquier órgano comunitario. Se
exige unanimidad para adoptar una decisión valida.
- Inmunidad de jurisdicción civil y penal para todo lo relativo al ejercicio de sus funciones
durante el desempeño de éstas y después de haberlas ejercido, por todos los actos realizados con
carácter oficial, incluidas las manifestaciones orales o escritas. Sólo el Tribunal del pleno podrá
retirar la inmunidad.
- Una vez retirada la inmunidad, si se ejercitara una acción penal contra un juez, éste solo
podrá ser juzgado, en cada uno de los Estados miembros, por la autoridad competente para
juzgar a los magistrados pertenecientes a la más alta jurisdicción nacional.
94
2.1.2. Los Abogados Generales
El Tribunal de Justicia está asistido por 8 abogados generales, aunque el Consejo, por
unanimidad y a solicitud del Tribunal de Justicia, puede aumentar su número. Su renovación
parcial tendrá lugar cada 3 años y afectará cada vez a 4 abogados generales. Entre los abogados
generales se encuentra el Primer abogado general. Éste es designado por el Tribunal (jueces y
abogados generales) por un periodo de un año.
Hasta hace poco su función se reducía a decidir la atribución de los asuntos a los abogados
generales inmediatamente después de que el Presidente haya designado al juez ponente, pero en
las últimas reformas de los Tratados (Niza y Lisboa) es el único legitimado para instar el
preexamen ante el Tribunal de Justicia de las sentencias de casación del Tribunal General
recaídas sobre sentencias de los tribunales especializados.
La función principal del abogado general consiste en presentar públicamente, con toda
imparcialidad e independencia, conclusiones motivadas sobre los asuntos que requieran su
intervención.
El abogado general lleva a cabo un análisis detallado del litigio que le ha sido asignado,
análisis que tendrá como misión recomendar al tribunal una solución al respecto.
- Después de ellas empiezan las deliberaciones del Tribunal, en las que no participa el
abogado general.
- En algunos casos los litigantes solicitan la posibilidad de responder a las conclusiones del
abogado-general, pero el Tribunal ha denegado esta posibilidad.
- Facilitar al tribunal al final del procedimiento oral, una síntesis objetiva de las cuestiones
debatidas y los argumentos importantes para la decisión.
- Hacer referencias indicativas a los derechos de los diversos Estados miembros en orden a
la-definición de Instituciones que satisfagan las necesidades propias del Derecho europeo.
2.1.3. El Secretario
Los Tratados simplemente indican que el Tribunal de Justicia o el Tribunal General “nombrará
a su Secretario y establecerá el estatuto de éste”.
1. Es responsable del desarrollo del procedimiento y, en tal concepto, sigue la evolución de los
asuntos desde el punto de vista procesal (registro de demandas, notificaciones, redacción de las
actas).
2. Es el jefe de la administración del tribunal, lo que lleva consigo tanto la administración del
personal y de los servicios como la preparación y ejecución del presupuesto.
La organización del Tribunal de Justicia presenta caracteres comunes con otros Tribunales,
como el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya y el Tribunal Europeo de DDHH de
Estrasburgo.
2. El plurilingüismo derivado del carácter oficial de todos los idiomas de los Estados miembros
2.2.1. El Presidente
Al frente del Tribunal de Justicia y del Tribunal General se encuentra su respectivo Presidente,
que es elegido por un periodo de 3 años. En el caso de cese en sus funciones se procederá a su
sustitución por el periodo que falte para terminarlo. La votación es secreta, es el juez que obtenga
la mayoría absoluta; en segunda votación será elegido el juez que obtenga mas votos; en caso de
empate es elegido el de más edad.
Las funciones del Presidente vienen descritas de forma general, en los Reglamento de
Procedimiento indicando que “dirigirá los trabajos y los servicios del Tribunal; presidirá las vistas y
las deliberaciones” (art. 8 RPTJ).
El Presidente del tribunal, en cuanto se presente la demanda, atribuye el asunto a una sala y
designará entre sus miembros al juez ponente. La función es doble: administrativa y jurisdiccional:
- Las pretensiones de las partes y los principales motivos y argumentos presentados por éstas.
2.3. Competencias
1. El Tribunal General será competente para conocer en primera instancia de los recursos de
anulación, por omisión, de los litigios por responsabilidad extracontractual de las Comunidades,
del contencioso de la función pública y de los litigios que se funden en una cláusula
compromisoria.
Introducción
Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, la Unión Europea se ha dotado de
personalidad jurídica y se ha hecho cargo de las competencias anteriormente conferidas a la Comunidad Europea. Por
tanto, el Derecho comunitario ha pasado a ser el Derecho de la Unión, formando también parte de él todas las
disposiciones adoptadas en el pasado en virtud del Tratado de la Unión Europea en su versión anterior al Tratado de
Lisboa. No obstante, en esta presentación, el término Derecho comunitario se utilizará cuando se haga referencia a la
jurisprudencia del Tribunal de Justicia anterior a la entrada en vigor del Tratado de Lisboa.
Junto a la Unión Europea, la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euroatom) continúa existiendo. Dado que las
competencias del Tribunal de Justicia relativas a Euroatom son, en principio, las mismas que las ejercidas en el marco de
la Unión Europea -y con el fin de hacer la presentación más lisible- toda referencia al Derecho de la Unión comprenderá
también el Derecho de Euroatom.
Composición
El Tribunal de Justicia está compuesto por 28 Jueces y 11 Abogados Generales. Los Jueces y
los Abogados Generales son designados de común acuerdo por los Gobiernos de los Estados
miembros, previa consulta a un comité encargado de emitir un dictamen sobre la idoneidad
de los candidatos propuestos para el ejercicio de las funciones de que se trate. Su mandato
es de seis años con posibilidad de renovación. Se eligen entre personalidades que ofrezcan
absolutas garantías de independencia y que reúnan las condiciones requeridas para el
97
ejercicio, en sus países respectivos, de las más altas funciones jurisdiccionales o sean
jurisconsultos de reconocida competencia.
Los Jueces del Tribunal de Justicia eligen de entre ellos al Presidente y al Vicepresidente por un período de tres años
renovable. El Presidente dirige los trabajos del Tribunal de Justicia y preside las vistas y deliberaciones en las
formaciones más numerosas del Tribunal. El Vicepresidente asiste al Presidente en el ejercicio de sus funciones y le
sustituye en caso de impedimento.
Los Abogados Generales asisten al Tribunal de Justicia. Están encargados de presentar, con toda imparcialidad e
independencia, un dictamen jurídico (las «conclusiones») en los asuntos que se les asignen.
El Secretario del Tribunal de Justicia es también Secretario General de la institución, cuyos servicios dirige bajo la
autoridad del Presidente del Tribunal.
El Tribunal de Justicia puede reunirse en Pleno, en Gran Sala (quince Jueces) o en Salas de cinco o tres Jueces.
El Tribunal de Justicia actúa en Pleno en casos excepcionales previstos en su Estatuto (en particular, cuando deba
destituir al Defensor del Pueblo o declarar el cese de un Comisario europeo que haya incumplido sus obligaciones) y
cuando considere que un asunto reviste una importancia excepcional.
Se reúne en Gran Sala cuando así lo solicita un Estado miembro o una institución que sea parte en el procedimiento, y
para los asuntos particularmente complejos o importantes.
El resto de los asuntos se examinan en Salas de cinco o tres Jueces. Los Presidentes de las Salas de cinco Jueces son
elegidos por tres años y los de las Salas de tres Jueces por un año.
Competencias
Para llevar a cabo las tareas que tiene encomendadas, se han atribuido al Tribunal de Justicia competencias
jurisdiccionales estrictamente definidas, que ejerce en el marco del procedimiento de remisión prejudicial y de las
distintas categorías de recursos.
La cuestión prejudicial
El Tribunal de Justicia trabaja en colaboración con los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros, que son jueces
ordinarios encargados de aplicar el Derecho de la Unión. Para garantizar la aplicación efectiva y homogénea de la
legislación de la Unión y evitar interpretaciones divergentes, los jueces nacionales pueden, y a veces deben, dirigirse al
Tribunal de Justicia para solicitarle que precise una cuestión de interpretación del Derecho de la Unión, a fin de poder,
por ejemplo, comprobar la conformidad de la normativa nacional con este Derecho. La cuestión prejudicial también
puede tener por objeto el control de la validez de un acto del Derecho de la Unión.
El Tribunal de Justicia no responde mediante un mero dictamen, sino mediante una sentencia o un auto motivado. El
órgano jurisdiccional nacional destinatario está vinculado por la interpretación efectuada a la hora de resolver el litigio
que se le ha planteado. La sentencia del Tribunal de Justicia vincula asimismo al resto de los órganos jurisdiccionales
nacionales que conozcan de un problema idéntico.
También en este marco de las cuestiones prejudiciales, cualquier ciudadano de la Unión puede contribuir a que se
precisen las normas de la Unión que le afectan. Aunque este procedimiento sólo puede iniciarlo un órgano jurisdiccional
nacional, las partes litigantes en el asunto de que conoce, los Estados miembros y las instituciones de la Unión pueden
participar en el procedimiento iniciado ante el Tribunal de Justicia. De este modo, algunos de los principios más
importantes del Derecho comunitario se han establecido a partir de cuestiones prejudiciales, a veces planteadas por
órganos jurisdiccionales nacionales de primera instancia.
Permite al Tribunal de Justicia controlar si los Estados miembros respetan las obligaciones que les incumben en virtud
del Derecho de la Unión. Antes de someter el asunto ante el Tribunal de Justicia tiene lugar un procedimiento previo
dirigido por la Comisión, por el que se requiere al Estado miembro afectado para que responda a las imputaciones que
se le hayan hecho. Si tras este procedimiento el Estado miembro no ha puesto fin al incumplimiento, puede interponerse
un recurso ante el Tribunal de Justicia por vulneración del Derecho de la Unión.
Este recurso puede iniciarlo bien la Comisión -es el caso más frecuente en la práctica- bien un Estado miembro. Si el
Tribunal de Justicia declara que se ha producido un incumplimiento, el Estado de que se trate está obligado a adoptar
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sin demora las medidas necesarias para ponerle fin. Si después de serle sometido de nuevo el asunto por la Comisión el
Tribunal de Justicia declara que el Estado miembro de que se trate no ha cumplido su sentencia, podrá imponerle el
pago de una cantidad a tanto alzado o de una multa coercitiva. No obstante, en caso de que no se hayan comunicado a
la Comisión las medidas tomadas para la adaptación del Derecho interno a una directiva, el Tribunal de Justicia, a
propuesta de la Comisión, podrá imponer una sanción pecuniaria al Estado miembro afectado en la primera sentencia
por incumplimiento.
El recurso de anulación
Mediante este recurso, el demandante solicita la anulación de un acto de una institución, de un órgano o de un
organismo de la Unión (en particular, reglamentos, directivas y decisiones). Se reservan al Tribunal de Justicia los
recursos interpuestos por un Estado miembro contra el Parlamento Europeo y/o contra el Consejo (salvo los interpuestos
contra el Consejo en relación con las ayudas de Estado, el dumping o las competencias de ejecución) y por una
institución de la Unión contra otra institución. El Tribunal General es competente para conocer de todos los demás
recursos de este tipo y, en concreto, de los interpuestos por los particulares.
Pueden interponerse ante el Tribunal de Justicia recursos de casación limitados a las cuestiones de Derecho contra las
sentencias y autos del Tribunal General. Si el recurso de casación es admisible y está fundado, el Tribunal de Justicia
anulará la resolución del Tribunal General. Cuando el estado del asunto así lo permita, el Tribunal de Justicia resolverá el
litigio. En caso contrario, devolverá el asunto al Tribunal General, que estará vinculado por la decisión adoptada por el
Tribunal de Justicia en el marco del recurso de casación.
El reexamen
Las resoluciones dictadas por el Tribunal General en los recursos interpuestos contra las resoluciones del Tribunal de la
Función Pública de la Unión Europea pueden ser reexaminadas, excepcionalmente, por el Tribunal de Justicia en las
condiciones establecidas en el Protocolo sobre el Estatuto del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Procedimiento
Sea cual fuere la naturaleza del asunto, el procedimiento consta de una fase escrita y, en su caso, de una fase oral, en
audiencia pública. Sin embargo, es preciso distinguir entre, por un lado, el procedimiento de los recursos directos y, por
otro, el de las cuestiones prejudiciales.
Cuestiones prejudiciales
El órgano jurisdiccional nacional plantea al Tribunal de Justicia cuestiones relativas a la interpretación o a la validez de
una disposición del Derecho de la Unión, generalmente en forma de resolución judicial adaptada a las normas procesales
nacionales. Una vez traducida la petición a todas las lenguas de la Unión por el servicio de traducción del Tribunal, el
Secretario la notifica a las partes del litigio principal, a todos los Estados miembros y a las instituciones de la Unión. Se
encarga de que se publique en el Diario Oficial una comunicación en la que se indiquen, en particular, las partes del
litigio y el contenido de las cuestiones. Las partes, los Estados miembros y las instituciones disponen de dos meses para
presentar al Tribunal de Justicia sus observaciones escritas.
Recursos directos
El procedimiento ante el Tribunal de Justicia debe iniciarse mediante un escrito de recurso dirigido a su Secretaría. El
Secretario se encarga de que en el Diario Oficial de la Unión Europea se publique una comunicación sobre el recurso,
indicando los motivos y las pretensiones del demandante. Al mismo tiempo se notifica el recurso a la parte contraria,
que dispone de un mes para presentar el escrito de contestación. El demandante tiene derecho a presentar una réplica y
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el demandado una dúplica, disponiendo en cada caso de un plazo de un mes. Los plazos de presentación de estos
documentos deben respetarse estrictamente, salvo que el Presidente otorgue una prórroga.
En ambos tipos de recurso, el Presidente y el Primer Abogado General designarán, respectivamente, un Juez Ponente y
un Abogado General que seguirán el desarrollo del procedimiento.
Medidas preparatorias
En todos los procedimientos, una vez concluida la fase escrita, las partes pueden indicar, en el plazo de tres semanas, si
desean que se celebre una vista y, de ser así, por qué motivo. El Tribunal de Justicia decide, a propuesta del Juez
Ponente y tras oír al Abogado General, si el asunto requiere diligencias de prueba, a qué formación del Tribunal debe
atribuirse el asunto y si procede celebrar una vista, que tendrá lugar en la fecha que fije el Presidente.
Si se ha decidido que se celebre una vista, el asunto se debate en una vista pública, ante la formación del Tribunal de
Justicia competente y el Abogado General. Los Jueces y el Abogado General pueden formular a las partes las preguntas
que estimen oportunas. Al cabo de unas semanas el Abogado General presenta sus conclusiones ante el Tribunal de
Justicia, también en audiencia pública. En ellas analiza en detalle los aspectos del litigio, especialmente los jurídicos, y
propone con toda independencia al Tribunal de Justicia la solución que considera que debe darse al problema. Así
finaliza la fase oral del procedimiento. Cuando se estime que el asunto no suscita ninguna cuestión jurídica nueva, el
Tribunal de Justicia puede decidir, tras oír al Abogado General, que se juzgue sin conclusiones.
Sentencia
Los Jueces deliberan basándose en un proyecto de sentencia elaborado por el Juez Ponente. Cualquier Juez de la
formación que conozca del asunto puede proponer modificaciones. Las decisiones del Tribunal de Justicia se adoptan por
mayoría, sin que sea posible formular votos particulares. Únicamente firman la sentencia los Jueces que hayan estado
presentes en la deliberación oral en la que se adopta aquélla, sin perjuicio de la regla según la cual el juez menos
antiguo de la formación no firma la sentencia si dicha formación consta de un número par de Jueces. Las sentencias se
pronuncian en audiencia pública. Tanto las sentencias como las conclusiones de los Abogados Generales están
disponibles en el sitio Internet CURIA el mismo día de su pronunciamiento o lectura. En la mayoría de los casos, se
publican posteriormente en la Recopilación de la Jurisprudencia.
El procedimiento simplificado
Cuando una cuestión prejudicial sea idéntica a una cuestión sobre la que ya se haya pronunciado el Tribunal de Justicia
o su respuesta no plantee ninguna duda razonable o pueda deducirse claramente de la jurisprudencia, el Tribunal de
Justicia, tras oír al Abogado General, puede decidir mediante auto motivado, haciendo referencia, en particular, a la
sentencia dictada sobre esta cuestión o a la jurisprudencia pertinente.
El procedimiento acelerado
Gracias a la reducción al máximo de los plazos y a la concesión de una prioridad absoluta, el procedimiento acelerado
permite al Tribunal de Justicia resolver rápidamente los asuntos de extrema urgencia. Tras la solicitud formulada por una
de las partes, corresponde al Presidente del Tribunal de Justicia decidir, a propuesta del Juez Ponente y oídos el
Abogado General y las demás partes, si existe una urgencia particular que justifique la aplicación del procedimiento
acelerado. También está previsto un procedimiento acelerado para las cuestiones prejudiciales. En tal caso, es el órgano
jurisdiccional nacional que se dirige al Tribunal de Justicia quien debe presentar la solicitud y explicar en ésta las
circunstancias que hacen que sea necesario dar respuesta con urgencia extraordinaria a la cuestión planteada con
carácter prejudicial
Este procedimiento permite al Tribunal de Justicia tratar en un plazo muy reducido las cuestiones más sensibles relativas
al espacio de libertad, seguridad y justicia (cooperación policial y judicial en materia civil y penal, así como visados, asilo,
inmigración y otras políticas vinculadas a la libre circulación de personas). Los asuntos sujetos al PPU se confían a una
sala de cinco jueces especialmente designada y, en la práctica, la fase escrita se desarrolla esencialmente por vía
electrónica y se ve extremadamente abreviada, tanto por lo que atañe a su duración como al número de personas
100
autorizadas a presentar observaciones escritas, de modo que la mayor parte de interesados intervienen en la fase oral
del procedimiento, que es obligatoria.
El procedimiento de medidas provisionales tiene por objeto la suspensión de la ejecución de un acto de una institución,
que haya sido recurrido, o cualquier otra medida provisional necesaria para evitar un perjuicio grave e irreparable para
una de las partes.
El procedimiento tramitado ante el Tribunal de Justicia es gratuito. Sin embargo, las partes deben estar representadas
por un abogado facultado para ejercer ante un órgano jurisdiccional de un Estado miembro y el Tribunal de Justicia no
se hace cargo de los honorarios. No obstante, si una parte carece de medios suficientes para hacer frente en todo o en
parte a los gastos del proceso, puede, sin estar representada por un abogado, solicitar el beneficio de justicia gratuita.
La solicitud debe ir acompañada de los documentos necesarios para probar la falta de medios de la parte de que se
trate.
Régimen lingüístico
En los recursos directos, la lengua utilizada en el recurso (que puede ser una de las veinticuatro lenguas oficiales de la
Unión Europea) será la lengua de procedimiento del asunto, es decir, la lengua en la que va a desarrollarse. En la
remisión prejudicial, la lengua de procedimiento es la del órgano jurisdiccional nacional que plantea la cuestión al
Tribunal de Justicia. Los debates que tienen lugar durante las vistas son traducidos simultáneamente por los intérpretes
a otras lenguas oficiales de la Unión Europea, según las necesidades de cada caso. Los Jueces deliberan, sin intérpretes,
en un idioma común, que tradicionalmente es el francés.
Recursos directos y recursos de
Cuestiones prejudiciales
casación
Fase escrita
Escrito de recurso [Solicitud del beneficio de justicia Resolución de remisión del órgano
Notificación del recurso al demandado gratuita] jurisdiccional nacional
por el Secretario Designación del Juez Ponente y del Traducción a todas las lenguas
Publicación de la comunicación Abogado General oficiales de la Unión Europea
del recurso en el Diario Oficial de Publicación de las cuestiones
la Unión Europea (serie C) prejudiciales en el Diario Oficial
[Medidas provisionales] de la Unión Europea (serie C)
[Intervención] Notificación a las partes, a los
Escrito de contestación Estados miembros, a las instituciones
[Excepción de inadmisibilidad] de la Unión, a los Estados del EEE y
[Réplica y dúplica] al Órgano de Vigilancia de la AELC
Observaciones escritas de las partes,
de los Estados y de las instituciones
Fase oral
Sentencia
101
Las actuaciones facultativas del procedimiento se indican entre corchetes.
En negrita se indican los documentos accesibles al público
(*) Lengua de procedimiento
Para construir Europa, los Estados miembros (actualmente veintiocho) suscribieron los Tratados constitutivos de las
Comunidades Europeas, posteriormente de la Unión Europea, que cuentan con instituciones facultadas para adoptar
normas jurídicas en ámbitos concretos.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea es la institución jurisdiccional de la Unión y de la Comunidad Europea de la
Energía Atómica (CEEA). Está integrado por tres órganos: el Tribunal de Justicia, el Tribunal General y el Tribunal de la
Función Pública. Su principal tarea consiste en controlar la legalidad de los actos de la Unión y garantizar la
interpretación y aplicación uniformes del Derecho de ésta.
El Tribunal de Justicia también colabora con los órganos jurisdiccionales nacionales, que son los jueces ordinarios
encargados de aplicar el Derecho de la Unión. Cualquier juez nacional ante el que se plantee un litigio relativo al
Derecho de la Unión puede, y en ocasiones debe, someter al Tribunal de Justicia las correspondientes cuestiones
prejudiciales. El Tribunal de Justicia tiene entonces ocasión de dar su interpretación de una norma de Derecho de la
Unión o de controlar su legalidad.
La evolución de su jurisprudencia ilustra la contribución del Tribunal de Justicia a la creación de un espacio jurídico para
los ciudadanos mediante la protección de los derechos que la normativa de la Unión les reconoce en los distintos
aspectos de su vida cotidiana.
El Tribunal de Justicia ha establecido en su jurisprudencia (comenzando por la sentencia Van Gend & Loos de 1963) el
principio del efecto directo del Derecho comunitario en los Estados miembros, que permite a los ciudadanos europeos
invocar directamente las normas del Derecho de la Unión ante sus tribunales nacionales.
La empresa de transportes Van Gend & Loos tuvo que pagar, al importar mercancías de Alemania a los Países Bajos,
unos aranceles que estimaba contrarios a la norma del Tratado CEE que prohibía a los Estados miembros aumentar los
derechos de aduana en sus relaciones comerciales mutuas. El recurso presentado planteaba la cuestión del conflicto
entre una normativa nacional y las normas del Tratado CEE. El Tribunal de Justicia se pronunció sobre la misma, a raíz
de la petición de decisión prejudicial de un tribunal neerlandés, proclamando la doctrina del efecto directo, que en este
caso otorgaba a la empresa de transportes una garantía directa ante el órgano jurisdiccional nacional de sus derechos
derivados de la normativa comunitaria.
En 1964, la sentencia Costa estableció la primacía del Derecho comunitario sobre la normativa interna. En este asunto,
un tribunal italiano había preguntado al Tribunal de Justicia si la Ley italiana de nacionalización del sector de la
producción y distribución de energía eléctrica era compatible con determinadas normas del Tratado CEE. El Tribunal de
Justicia formuló la doctrina de la primacía del Derecho comunitario, basada en la naturaleza específica del ordenamiento
jurídico comunitario que obliga a aplicarlo de manera uniforme en todos los Estados miembros.
En 1991, en la sentencia Francovich y otros, el Tribunal de Justicia desarrolló otro concepto fundamental, que es el de la
responsabilidad de un Estado miembro frente a los particulares por los daños sufridos como resultado de un
incumplimiento por parte de dicho Estado del Derecho comunitario. Por tanto, los ciudadanos europeos disponen, desde
1991, de la posibilidad de reclamar una indemnización al Estado que infringe una norma comunitaria.
Se trataba de dos ciudadanos italianos, cuyos salarios no habían sido pagados por sus respectivos empresarios
102
declarados en quiebra, que recurrieron contra el Estado italiano por no haber adaptado el ordenamiento jurídico interno
a las normas comunitarias sobre protección de los trabajadores por cuenta ajena en caso de insolvencia del empresario.
Planteada la cuestión por un órgano jurisdiccional italiano, el Tribunal de Justicia indicó que la Directiva correspondiente
pretendía otorgar a los trabajadores asalariados unos derechos de los que aquellos habían sido privados por la omisión
del Estado, que no había adaptado el Derecho nacional a lo previsto en la misma, abriendo de esta forma una vía para
reclamar una indemnización al propio Estado.
Entre las miles de sentencias dictadas por el Tribunal de Justicia, la mayoría, en especial todas las pronunciadas con
carácter prejudicial, tienen claramente consecuencias importantes en la vida cotidiana de los ciudadanos de la Unión.
Algunas de ellas se citan a continuación como ejemplo en los ámbitos más importantes del Derecho de la Unión.
Desde la sentencia Cassis de Dijon, dictada en 1979, relativa al principio de la libre circulación de mercancías, los
comerciantes de un Estado pueden importar cualquier producto procedente de otro Estado de la Unión, con tal de que
haya sido legalmente fabricado y comercializado en dicho Estado y de que no existan motivos imperativos, relativos, por
ejemplo, a la protección de la salud y del medio ambiente, que se opongan a su importación al Estado de consumo.
Una sentencia de 1989 sobre la libre prestación de servicios analizó el caso de un turista británico que había resultado
gravemente herido como consecuencia de una agresión en el metro de París. En respuesta a la cuestión planteada por
un órgano jurisdiccional francés, el Tribunal de Justicia decidió que esta persona, al ser un turista, era el destinatario de
una prestación de servicios fuera de su país y se le aplicaba el principio de no discriminación por razón de la
nacionalidad que establece el Derecho comunitario. Por tanto, tenía derecho a la misma indemnización que pudiera
reclamar un nacional francés (sentencia Cowan).
A raíz de sendas peticiones de decisión prejudicial planteadas por los tribunales luxemburgueses, el Tribunal de Justicia
declaró que una normativa nacional que tiene como resultado la denegación a un asegurado del reembolso de los gastos
de un tratamiento dental por haber sido dispensado en otro Estado miembro, constituye un obstáculo injustificado a la
libre prestación de servicios (sentencia Kohll, 1998) y que la negativa a reembolsar los gastos derivados de la compra de
gafas en el extranjero supone un obstáculo injustificado a la libre circulación de mercancías (sentencia Decker, 1998).
Una azafata de vuelo interpuso una demanda contra su empresario por la discriminación en la retribución que ella
percibía en relación con la de sus compañeros de sexo masculino que realizaban el mismo trabajo. Planteada la cuestión
por un tribunal belga, el Tribunal de Justicia decidió, en 1976, que la disposición del Tratado que establece el principio
de la igualdad de retribución entre trabajadores y trabajadoras para un mismo trabajo tenía efecto directo (sentencia
Defrenne).
Al interpretar las normas comunitarias relativas a la igualdad de trato entre hombres y mujeres, el Tribunal de Justicia ha
contribuido a la protección de las mujeres contra el despido vinculado a la maternidad. Esto lo ilustra el caso de una
mujer que fue despedida al no poder seguir trabajando por problemas relacionados con su embarazo. En 1998, el
Tribunal de Justicia declaró dicho despido contrario al Derecho comunitario. Consideró que el despido de una
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trabajadora producido durante el embarazo y motivado por ausencias debidas a una enfermedad derivada del propio
embarazo supone una discriminación ilícita por razón de sexo (sentencia Brown).
A fin de garantizar la protección de la seguridad y de la salud de los trabajadores, es necesario que éstos puedan
disfrutar de unas vacaciones anuales retribuidas. En 1999, el sindicato británico BECTU impugnó la normativa británica,
que privaba de este derecho a los trabajadores que tuvieran contratos de trabajo de corta duración, por considerar que
dicha normativa infringía lo dispuesto en una directiva comunitaria sobre la ordenación del tiempo de trabajo. El Tribunal
de Justicia concluyó (sentencia BECTU, 2001) que el derecho a vacaciones anuales retribuidas es un derecho social que
el ordenamiento jurídico comunitario reconoce directamente a todos los trabajadores, sin que pueda privarse a ningún
trabajador del mismo.
Derechos fundamentales
El Tribunal de Justicia, al declarar que los derechos fundamentales forman parte de los principios generales del derecho
cuyo respeto garantiza, ha contribuido a elevar los niveles de protección de estos derechos. A este respecto, se inspira
en las tradiciones constitucionales comunes a los Estados miembros y en los instrumentos internacionales relativos a la
protección de los derechos humanos con los que los Estados miembros han cooperado o a los que se han adherido, en
especial el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el Tribunal de
Justicia podrá aplicar e interpretar la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 7 de diciembre de
2000, a la cual el Tratado de Lisboa otorga el mismo valor jurídico que a los Tratados.
En Irlanda del Norte, tras producirse numerosos atentados terroristas contra policías, se estableció que las fuerzas de
policía irían armadas. No obstante, por razones de seguridad pública (basándose en una certificación expedida por el
ministerio competente e inatacable ante las autoridades judiciales nacionales), no se autorizó el uso de armas a las
mujeres que trabajaban en la policía. Como consecuencia de ello, la policía de Irlanda del Norte no volvió a contratar a
tiempo completo a ninguna mujer. A raíz de la cuestión planteada por un órgano jurisdiccional del Reino Unido, el
Tribunal de Justicia decidió que el principio del control jurisdiccional efectivo, que se reconoce a cualquier persona que
estime haber sufrido una discriminación por razón de sexo, se opone a que se excluya toda posibilidad de control por
parte de un juez de una certificación emitida por una autoridad nacional (sentencia Johnston, 1986).
Ciudadanía de la Unión
En cuanto a la ciudadanía de la Unión, que según el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, se reconoce a
toda persona que ostente la nacionalidad de un Estado miembro, el Tribunal de Justicia ha confirmado que ésta implica
el derecho de residencia en el territorio de otro Estado miembro. De esta forma, un menor de edad nacional de un
Estado miembro, titular de un seguro de enfermedad adecuado y que dispone de recursos suficientes, también goza de
tal derecho de residencia. El Tribunal de Justicia subrayó que el Derecho comunitario no exige que sea el propio menor
el que posea los recursos necesarios y que la negativa a conceder al mismo tiempo el derecho de residencia a su madre,
nacional de un Estado tercero, privaría de todo efecto útil al derecho de residencia del niño (sentencia Zhu y Chen,
2004).
En la misma sentencia, el Tribunal de Justicia precisó que, incluso en el supuesto de que la adquisición de la
nacionalidad de un Estado miembro tenga como finalidad obtener un permiso de residencia en virtud del Derecho
comunitario para el nacional de un Estado tercero, un Estado miembro no puede limitar los efectos de la atribución de la
nacionalidad de otro Estado miembro.
4) TRIBUNAL GENERAL
Nueva denominación del antiguo Tribunal de Primera Instancia. La creación del TPI se fecha
el 24 de Octubre de 1998, debido a una Decisión del Consejo y con el objetivo de mejorar la
protección judicial en los recursos que requerían un examen profundo de hecho complejo.
Dicha creación fue posteriormente modificada por el Tratado de Niza, el cual regulo la
institución en los arts. 47 a 62 del Estatuto del Tribunal de Justicia. Y posteriormente, fue el
Tratado de Lisboa el que modificó el nombre de TPI a Tribunal General pero manteniendo en todo
caso la misma regulación que en el Tratado de Niza.
COMPOSICION:
Art. 254 TFUE; establece la composición del TG: “contará al menos con un juez por Estado
Miembro”. Aunque permite que con una simple modificación del Estatuto del Tribunal se aumente
el número de jueces del TG, en caso de ser imprescindible aumentar su productividad. Su
nombramiento es el mismo que los jueces del TJ y que pueden ser elegidos entre personas que
104
ofrezcan absolutas garantías de independencia y que posean la capacidad necesaria para el
ejercicio de funciones jurisdiccionales. A diferencia de TJ, en su composición no existen abogados
generales, aunque existe la posibilidad, de que un juez realice funciones de abogado general en
algún asunto. El mandando de los jueces es de 6 años con posibilidad de renovación sin
limitaciones.
Entre los jueces se elige a un presidente por periodo de 3 años renovables, así como un
Secretario. El presidente es quien dirigirá los trabajos y servicios del TG y presidirá las visas del
Pleno y las deliberaciones, mientras que el Secretario es quien realiza funciones administrativas y
procesales. Los gabinetes de los jueces y su secretaría judicial son los únicos elementos
específicos de la administración del TG.
El estatuto de los derechos y obligaciones de los jueces de ese Tribunal es coincidente con el
de los jueves del TJ.
FORMACIONES JURISDICCIONALES:
El estatuto prevé que actue en Pleno, Gran Sala de 13 jueces, salas de cinco y salas de 3
jueces, así como de un juez único. Lo normal son las salas de 5 y 3 jueces, ya que el
funcionamiento en pleno es excepcional y solamente se reunirá de esta forma cando lo requieran
las dificultades de hecho, la importancia del asunto o las cuestiones concretas que lo justifiquen.
COMPETENCIA:
1. Recursos del art. 263, 265, 268, 270 y 272. En general, son todos los recursos directos
interpuestos por PJ y PF, salvo el recurso de incumplimiento y los atribuidos expresamente
al TJ por el art. 51 Estatuto. Estos últimos son los recursos de anulación y por omisión
interpuestos por un EM en los que sean parte demandada el Parlamento, Consejo o
ambos, así como los recursos interinstitucionales.
2. Recursos de casación limitados a las cuestiones de Derecho o, si se prevén, recursos de
apelación referentes también a las cuestiones de hecho, contras las resoluciones de los
tribunales especializados. Las resoluciones dictadas en este caso por el TG serán
irrecurribles y solo se contempla un reexamen con carácter excepcional por el TJ en caso
de riesgo grave de que se vulnere la unidad o la coherencia del DUE.
3. Cuestiones prejudiciales en determinadas materias. Cuando se trata de cuestión prejudicial
en contenciosos específicos la competencia queda diferida temporalmente.
RECURSOS:
Art. 56-61 Estatuto. Contras las resoluciones dictadas en el ámbito de los recursos directos,
cabe recurso de casación limitado a cuestiones de derecho ante el TJ. Su plazo de interposición
es de 2 meses, y está limitado a cuestiones de Derecho y debe fundarse en 3 tipos de motivos:
Incompetencia del TG
Irregularidades del procedimiento ante el mismo que lesionen los intereses de la parte
recurrente
Violación del Derecho de la Unión por parte del TG
Composición
105
El Tribunal General está compuesto por al menos un Juez por cada Estado
miembro (veintiocho en 2015). Los Jueces son nombrados de común acuerdo por los
posibilidad de renovación. Los Jueces designan entre ellos, por tres años, a su
Los Jueces ejercen sus funciones con toda imparcialidad y con total independencia. Contrariamente al Tribunal de
Justicia, el Tribunal General no dispone de Abogados Generales permanentes. No obstante, excepcionalmente puede
confiarse esta función a un Juez.
Los asuntos de que conoce el Tribunal General se sustancian en salas compuestas por tres o cinco Jueces o, en
determinados casos, en formación de Juez único. También puede reunirse en Gran Sala (quince Jueces), cuando la
complejidad jurídica o la importancia del asunto lo justifiquen. Los Presidentes de las Salas integradas por cinco Jueces
se eligen de entre los Jueces por un período de tres años. El Tribunal General dispone de su propia Secretaría, pero
utiliza los servicios de la Institución para cubrir sus restantes necesidades.
Competencias
los recursos interpuestos por personas físicas o jurídicas para obtener la anulación de los actos de las
instituciones, órganos u organismos de la Unión Europea de los que sean destinatarias o que les afecten directa
e individualmente (se trata, por ejemplo, del recurso formulado por una empresa contra una decisión de la
Comisión que le impone una multa), así como contra los actos reglamentarios que les afecten directamente y
que no incluyan medidas de ejecución, y los recursos interpuestos por estas mismas personas con objeto de
que se constate la inacción de dichas instituciones, órganos u organismos;
los recursos formulados por los Estados miembros contra la Comisión;
los recursos formulados por los Estados miembros contra el Consejo en relación con los actos adoptados por
éste en el ámbito de las ayudas de Estado, las medidas de defensa comercial («dumping») y los actos por los
que ejerce competencias de ejecución;
los recursos dirigidos a obtener la reparación de los daños causados por las instituciones o por los órganos u
organismos de la Unión Europea o sus agentes;
los recursos basados en contratos celebrados por la Unión Europea que prevean expresamente la competencia
del Tribunal General;
los recursos en el ámbito de la propiedad intelectual dirigidos contra la Oficina de Armonización del Mercado
Interior (Marcas, Dibujos y Modelos) y contra la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales;
los recursos de casación, limitados a las cuestiones de Derecho, que se interpongan contra las resoluciones
dictadas por el Tribunal de la Función Pública;
Las resoluciones dictadas por el Tribunal General pueden ser objeto, en un plazo de dos meses, de un recurso de
casación limitado a las cuestiones de Derecho ante el Tribunal de Justicia.
A 31 de diciembre de 2014, los asuntos pendientes estaban repartidos de la siguiente manera: 61 % de recursos
directos, 34 % de asuntos de propiedad intelectual y 5 % de recursos de casación y procedimientos especiales.
Procedimiento
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El Tribunal General dispone de su propio Reglamento de Procedimiento. En principio, el procedimiento comprende una
fase escrita y una fase oral. El procedimiento se inicia mediante una demanda redactada por un abogado o por un
agente y dirigida a la Secretaría. Los puntos esenciales del recurso se publican en una comunicación, en todas las
lenguas oficiales, en el Diario Oficial de la Unión Europea . El Secretario notifica la demanda a la parte contraria, que
dispone de un plazo de dos meses para presentar un escrito de contestación. En los recursos directos, la parte
demandante tiene, en principio, derecho a presentar una réplica, en el plazo fijado, a la que la parte demandada puede
responder mediante una dúplica.
Cualquier persona que demuestre un interés en la solución de un litigio sometido al Tribunal General, los Estados
miembros y las instituciones de la Unión pueden intervenir en el procedimiento como coadyuvantes. El coadyuvante
presenta un escrito para apoyar o rechazar las pretensiones de una de las partes, al que las partes pueden contestar a
continuación. Durante la fase oral del procedimiento, si la hay, se celebra una vista pública. En ella, los Jueces pueden
formular preguntas a los representantes de las partes. El Juez Ponente resume, en un sucinto informe para la vista, los
hechos alegados, la argumentación de cada parte y, en su caso, de los coadyuvantes. Este documento se pone a
disposición del público en la lengua de procedimiento.
Los Jueces deliberan a continuación, tomando como base el proyecto de sentencia elaborado por el Juez Ponente, y la
sentencia se pronuncia en audiencia pública.
El procedimiento ante el Tribunal General está exento de gastos. En cambio, los gastos del abogado facultado para
ejercer ante un órgano jurisdiccional de un Estado miembro que debe representar a las partes no corren a cargo del
Tribunal General. Sin embargo, cualquier persona que carezca de medios suficientes para hacer frente a los gastos del
proceso puede solicitar el beneficio de la asistencia jurídica gratuita.
El recurso interpuesto ante el Tribunal General no suspende la ejecución del acto impugnado. No obstante, el Tribunal
General puede ordenar la suspensión de la ejecución de dicho acto o adoptar otras medidas provisionales. El Presidente
del Tribunal General o, en su caso, el Vicepresidente, resuelve sobre dicha demanda mediante auto motivado.
1. 1. el recurso en cuanto al fondo no debe parecer, a primera vista, carente de fundamento serio,
2. el demandante debe acreditar la urgencia de las medidas sin las cuales sufriría un perjuicio grave e irreparable,
3. las medidas provisionales deben ponderar los intereses de las partes y tener en cuenta el interés general.
El auto tiene carácter provisional y no prejuzga en modo alguno la decisión del Tribunal General sobre el asunto
principal. Por otro lado, puede ser objeto de un recurso de casación ante el Vicepresidente del Tribunal de Justicia.
Procedimiento acelerado
Este procedimiento permite que el Tribunal General resuelva rápidamente sobre el fondo del litigio en asuntos
considerados particularmente urgentes. El procedimiento acelerado puede ser solicitado por la parte demandante o por
la parte demandada. También puede ser aplicado de oficio por el Tribunal General.
NATURALEZA:
Estos tribunales fueron contemplados en el Tratado de Niza para los contenciosos específicos.
El Tratado de Lisboa mantiene esta posibilidad de crear Tribunales Especializados adjuntos al
Tribunal General.
ORIGEN:
107
El Consejo de la UE creo en 2004 un tribuntal especializado agregado al Tribunal General: el
Tribunal de la Función Pública de la UE (por ahora es el único, aunque está prevista la creación
de otros relativos a la propiedad intelectual y comercial).
COMPETENCIA:
Dirimir en primera instancia los litigios en materia de función pública de la UE (régimen jurídico
de los funcionarios y agentes de la UE). Se trata no sólo de las relaciones laborales en sentido
estricto (retribuciones, desarollo de la carrera, medidas disciplinarias), sino también del régimen
de Seguridad Social ( enfermedad, invalidez,etc).
COMPOSICIÓN:
Está compuesto por 7 jueces, que gozan de un estatuto similar al de los miembros del Tribunal
General. Son nombrados por un periodo de 6 años.
FUNCIONAMIENTO:
Ordinariamente actúa en Salas de 3 jueces. Sin embargo, también puede actuar en Pleno, en
Salas de 5 jueces o como órgano unipersonal.
RECURSOS:
Contra las resoluciones de este tribunal puede interponerse ante el Tribunal General el recurso
de casación limitado a las cuestiones de Derecho.
Composición
El Tribunal de la Función Pública está compuesto por siete Jueces nombrados por el
Consejo, por un período de seis años renovable, tras una convocatoria de
candidaturas y previa consulta a un comité creado al efecto. Junto a estos Jueces
pueden formar parte del Tribunal unos Jueces suplentes, destinados a suplir la
ausencia de los Jueces titulares que padezcan un impedimento duradero para
participar en la resolución de los asuntos.
Al proceder al nombramiento de los Jueces a propuesta del comité, el Consejo busca una composición equilibrada del
Tribunal de la Función Pública, tratando de que la base geográfica y la representación de los diferentes sistemas
jurídicos nacionales sean lo más amplias posible.
Los Jueces del Tribunal de la Función Pública designan entre ellos a su Presidente, por un período de tres años
renovable. El Tribunal de la Función Pública actúa en Salas compuestas por tres Jueces. No obstante, cuando la
dificultad o la importancia de las cuestiones jurídicas lo justifiquen, un asunto puede atribuirse al Tribunal en Pleno.
Además, en los casos que determine su Reglamento de Procedimiento, el Tribunal de la Función Pública podrá actuar en
Salas compuestas por cinco Jueces o en formación de Juez único. Los Jueces nombran a un Secretario por un período de
seis años. El Tribunal de la Función Pública dispone de su propia Secretaría, pero utiliza los servicios del Tribunal de
Justicia para cubrir sus demás necesidades administrativas y lingüísticas.
Competencias
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El Tribunal de la Función Pública es, dentro de la institución jurisdiccional de la Unión Europea, el tribunal especializado
en los litigios en materia de función pública de la Unión Europea, competencia ejercida anteriormente por el Tribunal de
Justicia y después, a partir de su creación en 1989, por el Tribunal General. Es competente para conocer en primera
instancia de los litigios entre la Unión Europea y sus agentes en virtud de lo dispuesto en el artículo 270 TFUE, lo que
representa aproximadamente 150 asuntos al año; el personal de las instituciones, órganos y organismos de la Unión
Europea está compuesto por unas 40 000 personas. Dichos litigios se refieren no solamente a las cuestiones relativas a
las relaciones laborales propiamente dichas (retribuciones, desarrollo de la carrera, selección y contratación, medidas
disciplinarias, etc.), sino también al régimen de seguridad social (enfermedad, jubilación, invalidez, accidentes laborales,
complementos familiares, etc.).
Es también competente en los litigios relativos al personal de ciertas instituciones u órganos específicos, como Eurojust,
Europol, el Banco Central Europeo, la Oficina de Armonización del Mercado Interior (Marcas, Dibujos y Modelos) (OAMI)
y el Servicio Europeo de Acción Exterior. En cambio, no puede conocer de los litigios entre las Administraciones
nacionales y el personal de éstas. Contra las resoluciones dictadas por el Tribunal de la Función Pública puede
interponerse en un plazo de dos meses un recurso de casación ante el Tribunal General, limitado a las cuestiones de
Derecho. Las resoluciones que adopte en casación el Tribunal General pueden ser reexaminadas, a su vez, por el
Tribunal de Justicia en casos excepcionales.
Procedimiento
El procedimiento ante el Tribunal de la Función Pública se rige por las disposiciones del Estatuto del Tribunal de Justicia,
en particular las contenidas en el anexo I de éste, por su Reglamento de Procedimiento y por otros textos
complementarios (todos estos textos se encuentran recogidos en http://www.curia.europa.eu). En principio, el
procedimiento consta de una fase escrita y una fase oral.
Fase escrita
El procedimiento se inicia mediante una demanda redactada por un abogado y dirigida a la Secretaría. La
presentación puede hacerse por vía electrónica, utilizando la aplicación e-Curia. El Secretario notifica la demanda a la
parte contraria, que dispone de un plazo de dos meses para presentar un escrito de contestación. El Tribunal de la
Función Pública puede decidir que es necesario un segundo intercambio de escritos. Cualquier persona que demuestre
un interés en la solución de un litigio sometido al Tribunal de la Función Pública, así como las instituciones, órganos y
organismos de la Unión Europea y los Estados miembros, pueden intervenir en el procedimiento como coadyuvantes. El
coadyuvante presenta un escrito, para apoyar o rechazar las pretensiones de una de las partes, al que éstas pueden
contestar con posterioridad. El coadyuvante puede también presentar sus observaciones en la fase oral del
procedimiento.
Fase oral
En la fase oral normalmente se celebra una vista pública. En el transcurso de ésta, los Jueces pueden formular
preguntas a los representantes de las partes y, en su caso, a las propias partes. El Juez Ponente elabora un informe
preparatorio para la vista, que contiene los datos esenciales del asunto e indica los puntos en que las partes deben
centrar sus informes orales. Este documento se pone a disposición del público en la lengua de procedimiento. Los Jueces
deliberan tomando como base el proyecto de sentencia elaborado por el Juez Ponente. La sentencia se pronuncia en
audiencia pública.
El procedimiento ante el Tribunal de la Función Pública está exento de gastos. En cambio, los gastos del abogado
facultado para ejercer ante un órgano jurisdiccional de un Estado miembro que debe representar a las partes no corren
a cargo del Tribunal de la Función Pública. Sin embargo, si una parte carece de medios suficientes para hacer frente a
los gastos del proceso, puede solicitar asistencia jurídica gratuita.
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En cualquier fase del procedimiento, incluso desde el momento de la presentación de la demanda, el Tribunal de la
Función Pública puede intentar facilitar una solución amistosa del litigio.
El recurso interpuesto ante el Tribunal de la Función Pública no suspende la ejecución del acto impugnado. No obstante,
el Tribunal puede ordenar la suspensión de la ejecución de dicho acto o adoptar otras medidas provisionales. El
Presidente del Tribunal o, en su caso, otro Juez —en calidad de Juez de medidas provisionales— resuelve sobre dicha
demanda mediante auto motivado. Las medidas provisionales sólo se conceden si se cumplen tres requisitos: 1. El
recurso relativo al fondo del asunto debe parecer, a primera vista, fundado. 2. El solicitante debe acreditar la urgencia
de las medidas, sin las cuales sufriría un perjuicio grave e irreparable. 3. Las medidas provisionales deben sopesar los
intereses contrapuestos de las partes y tener en cuenta el interés general.
El auto tiene carácter provisional y no prejuzga en modo alguno la decisión del Tribunal de la Función Pública sobre el
asunto principal. Por otro lado, puede ser objeto de un recurso de casación ante el Presidente del Tribunal General.
Régimen lingüístico
La lengua que se utilice en la demanda, que puede ser cualquiera de las veinticuatro lenguas oficiales de la Unión
Europea, será la lengua de procedimiento del asunto. Los debates mantenidos en la fase oral del procedimiento reciben
una interpretación simultánea a diversas lenguas oficiales de la Unión Europea, en función de las necesidades. Los
Jueces deliberan, sin intérpretes, en una lengua común, que es el francés.
Procedimiento
Comunicación del recurso en el Diario Oficial de la Unión Europea Atribución del asunto a
(serie C) una Sala y designación
del Juez Ponente
(Publicación oficial del objeto y de las pretensiones de la demanda,
disponible en todas las lenguas aproximadamente seis semanas
después del día en que se haya sometido el asunto al Tribunal de la
Función Pública) (*)
[Intervención]
Escrito de contestación
[Excepción de inadmisibilidad]
[Réplica y dúplica]
Reunión de Sala
[Diligencias de prueba]
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Fase oral
(Documento elaborado por el Juez Ponente que contiene los datos esenciales del asunto e
indica, en su caso, los puntos en los que las partes deben centrar sus informes orales) (**)
Las etapas facultativas del procedimiento se indican entre corchetes. (*) Estos documentos están disponibles en
internet, en el sitio web del Tribunal de Justicia (http://www.curia.europa.eu) o bien en la base EUR-Lex
(http://www.eur-lex.europa.eu). (**) Estos documentos están disponibles en un expositor situado junto a la sala de
audiencias, y además la Unidad de Prensa e Información del Tribunal de Justicia de la Unión Europea puede facilitarlos a
quien los solicite. Los demás documentos no son públicos.
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