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Principios, Reglas Técnicas Y Garantías del Derecho Procesal.

Facultad de Derecho, Universidad Tecnológica del Perú

Teoría General del Proceso

Dr. Talledo Chavez Hugo

8 de mayo de 2023

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo de la asignatura de DERECHO GENERAL DEL PROCESO, tiene

como voluntad el entendimiento y el discernimiento integral  de las bases de cada

tema y sub tema dando a conocer las diferencias entre las reglas, principios y

garantías a si también el conocimiento de los principios del proceso civil ya que es de

vital importancia saber  para cada individuo dentro de nuestra jurisdicción debido a la
globalización dado en el mundo el derecho ha ido progresivamente evolucionando de

manera que se dio a la existencia de la igualdad de las partes litigantes 2 con ello la

imparcialidad del juzgador, la transitoriedad del proceso , la eficacia del proceso que

va de la mano con la moralidad en el debate esto para hacer que el proceso sede de

manera justa y parcial y que se conduzca a una sentencia correcta . 

LAS REGLAS 

Las reglas son normas que atribuyen consecuencias jurídicas de un supuesto de

hecho determinado según (Dworkin, 1988) “las reglas son aplicables en la forma todo

o nada” es decir que ni bien se cumplen o no se cumplen y que (Alexy, 1985) señala

que estas son mandatos definitivos a la par trae consecuencias jurídicas por lo que si

cometes una infracción serás sancionado por ejemplo el código penal establece en el
art. 106 el que mata a otra persona será reprimido con pena privativa de su libertad de

5 a 15 años entonces se sabe que a partir de esta disposición se puede identificar una

regla baja la estructura de un enunciado condicional “si una persona mata a otra será

reprimido de su libertad”. 

Con ello la regla es de suma importancia en un determinado estado porque de

esta manera trata de regular un parámetro y un comportamiento de la población, estas

no presentan tantos problemas de interpretación, quiere dar a entender que las reglas

tienen que ser interpretadas de un ámbito objetivo. 

Para Georg Henrik von Wright propone 6 tipos de reglas  

Tipos de reglas: 

1. Las reglas Definitorias o determinativas: estas se refieren a su definición del

concepto que determinan. 

1. Las reglas técnicas o directrices: son las que se encargan de indicarnos un

medio para alcanzar un fin de buena fe. 

1. Las reglas prescriptivas: son las que dirigen el comportamiento de otros y nos

conduce a que adoptemos un curso de acción. Ejemplo leyes 

1. Las reglas ideales: son las que manifiestan un modelo el que se debe seguir

una determinada actividad, por ejemplo, un código de ética 

1. Las reglas consuetudinarias: son hábitos sociales que se hacen repetitivos

ciertos comportamientos, por ejemplo, las normas de cortesía  

1. Las reglas morales: estas se caracterizan por tener enunciados imperativos,

pero cabe destacar que son de alcance unilateral e interno, un ejemplo de ello son

los mandamientos mosaicos. 

Otra postura que tiene mucha importancia es de (Adolphus Hart, 2021) que

señala que Las reglas de otro tipo dependen del primero o de las secundarias en

relación a aquellas. Las primeras imponen deberes, las secundarias confieren

potestades públicas o privadas. 


En las reglas primarias el autor afirma que imponen deberes a sus

destinatarios para que Hagan u omitan ciertas conductas humanas y se recurre a

prohibiciones u obligaciones, por otro lado, las reglas secundarias otorgan facultades,

es decir que determinadas personas puedan incluir, eliminar, reformar o aplicar las

normas primarias 

  

PRINCIPIOS 

Para (Alexy, 2019) los principios son normas según las cuales algo debe ser

realizado en la mayor medida posible, dadas las posibilidades fácticas y jurídicas. De

acuerdo con esta definición, los principios   son mandatos de optimización, por lo que

no se ordena desde el derecho que conducta ocurra de determinada manera, estas se

caracterizan tanto por el hecho de que pueden ser satisfechos en diferente grado y

que no contienen mandatos definitivos, asimismo es una norma de cumplimiento

progresivo es decir que con el tiempo se va acoplando a los derechos humanos. 

Si bien los principios son normas que están redactadas como tal, estas no

tienen determinado el supuesto, de hecho, es decir, en qué casos serán aplicables las

normas jurídicas tampoco tienen determinada la consecuencia jurídica, entonces no

sabemos qué pasaría si una persona incumple un principio, que pasara después, pero

que si existe una solución a un conflicto esta es el de la ponderación esta teoría ayuda

a poder resolver situaciones de gran escala 

Principios explícitos e implícitos 

Tal y como señalan Atienza y Ruiz Manero (1996). Los principios explícitos

son razones para la acción independientes del contenido, pero no perentorias. Son

independientes del contenido porque la razón por la que deben entrar a formar parte

del razonamiento justificativo de las decisiones de los órganos jurisdiccionales es la

misma que en el caso de las reglas: a saber, su origen en una determinada fuente. Es

decir, que están contempladas dentro de una disposición. 


Por su parte (Vidal, 2012), los principios implícitos, explican Atienza y Ruiz

Manero, también son razones para la acción no perentorias, por los mismos motivos

que no lo son los principios explícitos. Y no son independientes del contenido porque

si deben entrar a formar parte del razonamiento judicial, no es en virtud de su origen,

en fuente alguna, sino por cierta cualidad intrínseca de su contenido. En las implícitas

no se encuentran expresamente establecidas en la disposición.  

DIFERENCIAS ENTRE LA REGLA Y PRINCIPIO  

Con respecto a su estructura:  

Las reglas están conformadas por dos elementos, por un supuesto de hecho y una

consecuencia jurídica, con ello son normas definitivas. Por otro lado, el principio

Contiene un elemento y es el deber de ser jurídico positivado y que están

formados por un mandato de optimización. 

Con respecto a su ubicación normativa:  

Las reglas generalmente se encuentran en las normas legislativas, mientras que los

principios en normas constitucionales como conceptos omnipresentes.

Con respecto a solucionar los conflictos: 

Cuando se tiene un conflicto entre reglas se soluciona con las reglas de la antinomia,

esto es invocando las jerarquías, especialidad, competencia y temporalidad. En caso

de conflictos de principios se resuelve con el test de proporcionalidad donde se analiza

su fin, si es idóneo, si es necesario y finalmente se llega analizar la ponderación para

restablecer el orden.

GARANTÍAS 

“Una garantía es un medio jurídico-institucional que la propia ley señala para

hacer posible la vigencia de los derechos y libertades reconocidos y

otorgados.” (Cesar Romero). (MACHICADO, 2013) 


Por lo que son conjuntos de derechos públicos reconocidos por

Una disposición jurídica para lograr un proceso justo y una protección. Así mismo, las

garantías son medidas que otorga el estado de manera inmediata a los ciudadanos

cuando se encuentren expuestos: 

 amenaza  

 violencia 

 maltrato 

 hostigamiento  

 acciones que atenten con su vida, etc. 

Con la única finalidad de mantener la tranquilidad y con ello salvaguardar su vida y la

de su familia. 

  

PRINCIPIOS DEL PROCESO CIVIL 

El jurista Rioja explica que “los principios procesales pueden ser entendidos como

directivas u orientaciones generales en las que se inspira cada ordenamiento jurídico

procesal, con la finalidad de describir y sustentar la esencia del proceso”. 

En el diccionario panhispánico del español jurídico define a los principios del Proceso

Civil como “las reglas básicas que configuran el proceso civil pertenecen a la esencia

propia del mismo y tienen como fin principal que el desarrollo de la función

jurisdiccional esté en condiciones de ofrecer un resultado justo para los

intervinientes”. 

Rioja en su artículo ¿Cuáles son los principios procesales que regula nuestro sistema

procesal civil? Nos sostiene que, son principios del proceso: 

a) Exclusividad y obligatoriedad de la función jurisdiccional; 

b) Independencia de los órganos jurisdiccionales; 

c) Imparcialidad de los órganos jurisdiccionales; 

d) Contradicción o bilateralidad; 

e) Publicidad; 
f) Obligatoriedad de los procedimientos establecidos en la ley; 

g) Motivación de las resoluciones judiciales; 

h) Cosa juzgada. 

A continuación, explicaremos cada principio del proceso civil: 

Exclusividad y obligatoriedad de la función jurisdiccional 

Este principio está consagrado en el inciso 1 del artículo 139 de la

Constitución, el Estado tiene la exclusividad de la administración de justicia; esto es,

que tiene el poder-deber de solucionar la litis. Luego de superada la autodefensa

(solución de la litis empleando la fuerza o violencia), y al no ser viable la

autocomposición (solución de la litis que reside en el acuerdo de las partes), surge el

Estado a través del Poder Judicial, el cual tiene la hegemonía en la administración de

justicia, 

En el mismo artículo, Rioja cita a Monroy, que explica que el principio

de exclusividad consagra como prohibición de carácter constitucional al legislador, de

que atribuya la potestad jurisdiccional a órganos que no conforman parte del Poder

Judicial. Para Monroy, nadie puede irrogarse en un estado de derecho la función de

resolver conflictos de intereses con relevancia jurídica, sea en forma privada o por acto

propio. Esta actividad le corresponde al Estado a través de sus órganos

especializados, éste tiene la exclusividad en dicho encargo.  

Independencia de los órganos jurisdiccionales 

Previsto en el inciso 2 del artículo 139 de la Carta Magna, está basado en la

tradicional división de poderes, cuyo contrapeso es el principio de la responsabilidad

de los jueces. Rioja cita a Bergalli que explica que “La independencia judicial tiene que

ser entendida como independencia frente a los otros poderes del estado y a los

centros de decisión de la propia organización judicial, pero no como separación de la

sociedad civil ni como cuerpo separado de toda forma de control democrático y

popular”. 
El Tribunal Constitucional ha señalado que el principio de independencia de la función

jurisdiccional tiene dos dimensiones: 

Independencia externa 

Rioja (2016) sostiene que, según esta dimensión, la autoridad judicial, en el desarrollo

de la función jurisdiccional, no puede sujetarse a ningún interés que provenga de fuera

de la organización judicial en conjunto, ni admitir presiones para resolver un caso en

un determinado sentido. Las decisiones de la autoridad judicial, ya sea que ésta se

desempeñe en la especialidad constitucional, civil, penal, penal militar, laboral, entre

otras, no pueden depender de la voluntad de otros poderes públicos, partidos políticos,

medios de comunicación o particulares en general, sino tan solo de la Constitución y

de la ley que sea acorde con ésta. 

Independencia interna 

Rioja (2016) explica que, de acuerdo con esta dimensión, la

independencia judicial implica, entre otros aspectos, que, dentro de la

organización judicial: 

1) la autoridad judicial, en el ejercicio de la función jurisdiccional, no puede

sujetarse a la voluntad de otros órganos judiciales, salvo que medie un medio

impugnatorio; y, 

2) que la autoridad judicial, en el desempeño de la función jurisdiccional, no

pueda sujetarse a los intereses de órganos administrativos de gobierno que

existan dentro de la organización judicial. 

La independencia entonces es aquella facultad de la que se encuentra

investido el juez para resolver las pretensiones puestas en sus manos sin que

exista algún tipo de injerencia en sus decisiones; es la libertad que tiene el juez

para decidir una controversia aplicando la Constitución y la ley al caso

concreto. 

Imparcialidad de los órganos jurisdiccionales 


En el proceso cada uno tiene, o debe tener, su función previamente definida, es decir,

que debe encontrarse anteriormente regulado lo que puede o debe y lo que no puede

o debe hacer. Si decimos que la función judicial es dirigir y controlar el desarrollo del

proceso de acuerdo a las garantías constitucionales, la imparcialidad debe ser

entendida como la imposibilidad del juez de realizar tareas propias de las partes. Es

decir, la imparcialidad supone la no injerencia del juzgador en cuestiones ajenas a su

función. Pensar de otra manera implica directamente propugnar el incumplimiento de

funciones. (Betiana: Consultado el 12 de enero 2010). 

Doctrinariamente se entiende a la imparcialidad como la posición del juez que

equidista entre dos litigantes. Velloso explica que la imparcialidad tiene, en realidad,

tres despliegues: la imparcialidad (el juez no ha de ser parte), la imparcialidad (el juez

debe carecer de todo interés subjetivo en la solución del litigio) y la independencia (el

juez debe poder actuar sin subordinación jerárquica respecto de las dos partes); y la

de Aguiló que opina que la imparcialidad podría definirse como la independencia frente

a las partes y el objeto del proceso (Alavarado: 1989, p. 261). 

Rioja concluye que, de la interpretación integral de estas definiciones, vemos que la

doctrina entiende que un juez imparcial es aquel que aplica la ley sin tender a un fin

determinado, sea propio o ajeno (acá juega la independencia) y para esto tiene

vedada la realización de actividades propias de las partes (acá juega

la imparcialidad). 

Contradicción o audiencia bilateral 

Este principio está regulado en los artículos 2° y 3° del Código Procesal Civil. La

contradicción presupone el ejercicio del derecho de acción. Este principio tiene como

excepciones la figura de la inaudita parte, que se presenta en los casos de prueba

anticipada sin citación (artículo 287 del CPC) y medidas cautelares (artículos 608 y

636 del CPC). 

Para Rioja, el principio de contradicción o audiencia bilateral se construye sobre la

base de aceptar respecto de las partes del proceso (demandante y demandado), la


posibilidad efectiva de comparecer o acceder a la jurisdicción, a fin de poder hacer

valer sus respectivas pretensiones, mediante la introducción de los hechos que las

fundamentan y sus correspondientes prácticas de pruebas. Es decir, que lo que una

de las partes ponga a conocimiento del juez, deba ser traslada a su contraparte a fin

de que tenga conocimiento de las actuaciones de su contrario, de esta manera se

evita la arbitrariedad del órgano jurisdiccional, ya que este sólo podrá actuar a mérito

de lo que las partes hayan propuesto en el proceso, teniendo ambas la oportunidad de

ser atendidas en el mismo a través de los distintos actos procesales que introduzcan al

proceso. 

En ese sentido, y a fin de que exista una correcta administración de justicia, y por ende

exista una resolución judicial justa, debe previamente haberse atendido a la pretensión

de una de las partes con participación de la otra, es decir con su alegación con

respecto a lo señalado por la contraria y así el juez decida confrontando las posiciones

y aplicando la norma legal correspondiente. 

Publicidad 

Este principio se encuentra consagrado en el inciso 4 del artículo 139° de nuestra

Constitución, constituyendo esa posibilidad de que los actos procesales sean

presenciados o conocidos incluso por quienes no participan en el proceso como

partes, sean funcionarios o auxiliares. En materia civil las audiencias serán públicas, a

menos que los jueces o tribunales atendiendo a las circunstancias del caso,

dispusieran lo contrario mediante resolución debidamente fundamentada. 

Al respecto Gozaini precisa que la tarea dogmática e informadora de la publicidad es

importante por los siguientes motivos: 

a) Como garantía constitucional integrada a la noción de ‘debido proceso’, por

cuanto refleja los actos del Poder Judicial, transformando el silogismo que para

el público tiene el proceso en una noción deductiva y comprensible para

quienes nada conocen de leyes. 


b) La publicidad interna del proceso, se desenvuelve en el principio regulando

los actos que pueden trascender hacia fuera o que, por su contenido, quedan

sólo en conocimiento de las partes. 

En este aspecto, conviene advertir que la naturaleza pública del proceso

impide la existencia de procedimientos secretos para las partes. Estas deben

igualarse en las reglas de la bilateralidad, porque si el contradictorio se anula,

también se anula el proceso como institución regular. 

c) El principio de publicidad interesa al proceso como manifestación exterior de

sus actos. No ocupa, en este sentido, tanto el interés de las partes, como sí el

acceso que tiene el público en general para conocer sus problemas internos.”

(Gozaini: 1996, p. 131). 

En ese sentido el principio de publicidad ocupa tres grandes aspectos que van

desde constituirse en una garantía constitucional hasta convertirse en

una manifestación interna y externa del propio proceso. 

Con ello se busca que los actos realizados por el órgano jurisdiccional se sustenten en

procedimientos notorios, manifiestos y no secretos, reservados, ocultos o escondidos,

es decir, que cualquier persona pueda acceder a dicha información con las salvedades

de ley, ya que en todo Estado democrático y constitucional de derecho, tiene que

obrarse siempre con transparencia, la cual permite y promueve que las personas

conozcan esos actos, sus fundamentos y los procedimientos seguidos para

adoptarlos. 

Obligatoriedad de los procedimientos establecidos por la ley 

Rioja, explica que este mandato excluye la posibilidad de que los sujetos procesales

convengan libremente los requisitos de forma, tiempo y lugar, a que han de hallarse

sujetos los actos procesales. De esta manera se les indica a las partes, terceros,

auxiliares y al propio órgano jurisdiccional, que todo acto que se realice al interior del

proceso debe revestir determinadas formalidades que se encuentran establecidas en


la norma procesal. El artículo IX del Título Preliminar establece este principio, del

mismo modo los artículos 171° y 172° del Código Procesal Civil relativos a la nulidad

de los actos procesales, que son normas que garantizan la eficacia de los actos

jurídicos procesales. 

En ese sentido, debe tenerse en cuenta que aquellas normas que garantizan el debido

proceso son de orden público y por ende de ineludible y obligatorios cumplimientos,

destinadas a garantizar el derecho de las partes durante el transcurso del proceso e

impedir la expedición de sentencias arbitrarias. 

Motivación de las resoluciones judiciales

Este principio está regulado en el inciso 5 del artículo 139 de la Constitución y en los

artículos 121 y 122 del CPC (motivación los autos y las sentencias). Hubo una época

en que los reyes -quienes entre sus atribuciones tenían la de administrar justicia-, no

necesitaban motivar sus fallos. Ahora los jueces tienen el deber de motivar las

resoluciones precitadas, motivarlas y fundamentarlas. La motivación comprende la

evaluación de los hechos y la valoración de los medios probatorios; la fundamentación

consiste en la aplicación de las normas jurídicas al caso concreto. 

Al respecto, Rioja cita que nuestro supremo Tribunal ha precisado que el derecho a la

debida motivación de las resoluciones judiciales “es una garantía del justiciable frente

a la arbitrariedad judicial y garantiza que las resoluciones judiciales no se encuentren

justificadas en el mero capricho de los magistrados, sino en datos objetivos que

proporciona el ordenamiento jurídico o los que se deriven del caso.” (STC. Nº 3943-

2006-PA/TC, fund. jur. 4). 

El juez se encuentra en la obligación de precisar aquellas razones por las cuales ha

arribado a la conclusión que se manifiesta en la parte resolutiva o decisoria de la

sentencia; su razonamiento, análisis en base a las pruebas propuestas, admitidas y

valoradas en el proceso, así como los hechos expuestos por las partes que son el

elemento trascendental para emitir el fallo. Es una garantía del proceso, pues permite

en su caso y al momento de la impugnación, cuestionar los argumentos y razones que


llevaron al juez a decidir así, garantía que permite fiscalizar la labor jurisdiccional y

advertir por parte del superior el análisis del desarrollo del proceso, el cumplimiento de

la ley y la Constitución y que ello de alguna u otra manera pueda advertirse de lo

expuesto en su sentencia. 

Cosa juzgada

Está regulada por el inciso 13 del artículo 139 de la Constitución y el artículo 123 del

Código Procesal Civil. Se sustenta en el valor seguridad, según la cual “una resolución

adquiere la autoridad de cosa juzgada cuándo: i) no proceden contra ella otros medios

impugnatorios que los ya resueltos; o, ii) las partes renuncian expresamente a

interponer medios impugnatorios o dejan transcurrir los plazos sin formularlos.” 

Conforme lo precisa Hinostroza, “la cosa juzgada implica el asignarle un

carácter definitivo e inmutable a la decisión de certeza contenida en la sentencia. Por

consiguiente, el principio de cosa juzgada está orientada a evitar la continuación de la

controversia cuando ha recaído sobre ella la decisión del órgano jurisdiccional, vale

decir, no puede plantearse nuevamente el litigio ((entre las mismas partes y respecto

del mismo petitorio e interés para obrar) si ya fue resuelto. de esta manera habrá

seguridad jurídica, fortaleciéndose además la función jurisdiccional al conferirle plena

eficacia.” (Hinostroza, 2001, p. 70). 

Para que pueda prosperar la autoridad de cosa juzgada como excepción, debe ocurrir

la llamada triple identidad: i) la identidad de las partes (demandante y demandado)

salvo en la cosa juzgada general que comprende sus efectos erga omnes; ii) la

identidad de objeto (el tema en debate, lo que se reclama) y iii) la identidad de causa

(los motivos del reclamo). 

En este sentido, para efectos de verificar la existencia de cosa juzgada es importante

establecer cuando existen procesos idénticos, el artículo 452° del CPC establece que

“Hay identidad de procesos cuando las partes o quienes de ellos deriven sus

derechos, el petitorio y el interés para obrar, sean los mismos.” De este se tiene que la

identidad de procesos implica: 


a. Identidad de partes o quienes de ellos deriven sus derechos. 

b. Identidad de petitorio. 

c. Identidad de interés para obrar. 

IGUALDAD DE LAS PARTES LITIGANTES 

Este es un principio y que consiste en que ambas partes ya sea el demandante y

demandando tengan las misma oportunidades y condiciones de derecho al de ser

informado de los hechos que postula dicho acto como también merecen saber qué

consecuencias jurídicas traerá consigo sin que ninguno de los litigantes se encuentre

en posición de inferioridad respecto a los demás 

Según el código procesal civil en el art 50 inciso 2 es el deber del juez Hacer efectiva

la igualdad de las partes en el proceso, empleando las facultades que este Código les

otorga. Por lo que se asume que el juez tiene que ser imparcial al momento de impartir

justicia.

IMPARCIALIDAD DEL JUZGADOR 

La imparcialidad como principio procesal en nuestra práctica judicial, resulta ser una

expresión monodisciplinar de los principios generales del Derecho, debe entenderse

como aquel parámetro o regla a seguir por todo Juez que desee cumplir con la

esmerada y difícil deber de impartir justicia. 

Empecemos por conocer la dimensión subjetiva y objetiva de la imparcialidad:  

La imparcialidad subjetiva garantiza que una persona no sea sometida a un proceso o

procedimiento en el que el juez, llamado a decidir sobre el asunto controvertido, tenga

algún tipo de compromiso con alguno de los resultados del conflicto. 

Imparcialidad objetiva, consistente en la influencia negativa que la estructura del

sistema puede tener sobre el juez, reduciendo la imparcialidad. 

Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se desarrolla cuando el juez,

en una determinada controversia, aborda los hechos del caso, careciendo


subjetivamente de todo prejuicio y, asimismo, ofreciendo suficientes garantías de

carácter objetivo que permitan desterrar cualquier duda que el imputado o la

comunidad pueda tener sobre la falta de imparcialidad. 

En este mismo sentido, Montero Aroca nos dice que la imparcialidad implica

necesariamente la ausencia de designio o prevención en el juez de poner su función

jurisdiccional al servicio del interés particular de una de las partes (…) la imparcialidad

se quiebra cuando el juez ha el diseño o la prevención de no cumplir realmente esa

función, pero, en su defecto, puede perseguir en un caso determinado servir a una de

las partes. 

Esta posición de neutralidad implica un compromiso de respeto a las partes, por lo que

generar desequilibrios durante el proceso que inclinen la balanza a favor o en contra

perjudicará la credibilidad del sistema de justicia. También, es necesario que en el

Perú nuestros jueces tengan presente que la imparcialidad como principio procesal se

configura como una de las características esenciales del proceso judicial. Es por ello

que el juez no puede ser parte del proceso, ni personalmente ni en representación del

Estado. 

El juez que tenga verdadero sentido de la justicia renunciará voluntariamente al

ejercicio de su jurisdicción en el caso de que deba ser considerado como parte. 

 San Martin Castro (Ex presidente de la Corte Suprema y del Poder Judicial del

Perú) menciona que: 

 La imparcialidad es uno de los elementos integrantes del debido proceso,

siendo esto a su vez una garantía procesal genérica, de tal manera que la

imparcialidad judicial garantiza una limpia e igualitaria contienda procesal, que

permite al juez desempeñar un papel super partes. Su fin último es proteger la

efectividad del derecho a un proceso con todas las garantías. Esto quiere decir

que el juez debe despojarse de cualquier motivo de carácter subjetivo para

cumplir con su deber y dar solución a un determinado conflicto. 


En consecuencia, como principio, la imparcialidad exige una determinada

conducta del Juez, ya que, en un proceso judicial, el director del proceso debe

mostrarse en el medio de las partes, sin evidenciar ninguna conducta de carácter

subjetivo que desobedezca este principio. 

Una de las manifestaciones más frecuentes para señalar la imparcialidad como

presupuesto esencial del debido proceso surge gracias al principio de aislamiento del

juez de toda influencia externa o interna. 

TRANSITORIEDAD DEL PROCESO 

Nadie puede dudar que el proceso es un remedio para resolver los conflictos que

ponen en peligro la convivencia armónica de quienes integran una sociedad. Pero esto

no quiere decir que constituya un bien en sí mismo: cuando alguien tiene fiebre, se

sabe que le bajará la temperatura al ingerir aspirina en la dosis necesaria que, si se

excede, puede provocar una nueva enfermedad. 

Lo mismo sucede con el proceso: su duración como medio de debate debe

equilibrarse adecuadamente para lograr que actúe como remedio sin generar nuevos

conflictos. Por lo tanto, todo proceso debe ser necesariamente transitorio, es decir,

debe terminar en algún momento, sin posibilidad de reabrir la discusión ya cerrada. 

La serie procesal puede estar más o menos dilatada en el tiempo; puede haber o no

varios grados de conocimiento judicial. Pero es imprescindible que en algún momento

se le ponga un punto final que sea definitivo para todos: partes y juez. Y esta es una

directriz fundamental del sistema: todas las normas procesales deben regularse para

lograr ya la mayor brevedad posible la culminación del proceso, para lograr el sosiego

de las pasiones inflamadas. 

Alvaro Velloso (Clases de Derecho Procesal Civil.Cit., pág. 259.) nos dice

que: 

“la transitoriedad debe equilibrarse adecuadamente para lograr que actúe

como remedio sin provocar un nuevo conflicto.” 


Por ello, no quiere decir que se constituya un bien en sí mismo, un ejemplo

claro seria: 

Cuando alguien tiene fiebre se sabe que le bajará la temperatura al ingerir aspirina en

la dosis necesaria que, si se excede, puede provocar una nueva enfermedad. 

Lo mismo sucede con el proceso, su duración como medio de debate debe

equilibrarse adecuadamente para lograr que actúe como remedio sin generar nuevos

conflictos. Y esta es una directriz fundamental del sistema: todas las normas

procesales deben regularse para lograr la culminación del proceso lo antes posible. 

EFICACIA DEL PROCEDIMIENTO           

Es dado a conocer, que el proceso es transitorio, al que consiste en el conjunto de

normas jurídicas para que se lleve a cabo un proceso. 

Cuando nos referimos de “eficacia”, sin duda pensamos en la cualidad que tiene una

acción para producir efectos ansiado por la persona, pero en relación a la norma

jurídica se da a confundir la eficacia con la validez, la vigencia, la obligatoriedad y

otros términos similares, es muy importante aclarar este concepto. 

Por lo cual, la eficacia de una norma jurídica se constituye en la realización de un

objetivo mediante su observancia y cumplimiento real y eficaz. Un mandato normativo

se debe de ejecutar. Este es el sentido que se debe dar a una norma. Asimismo, la

eficacia de la norma debe comprender la capacidad que contiene en la realidad que

tienen estas para normar una conducta, es decir, es adecuado de la conducta de los

destinatarios de la norma, en los casos, sea de objeto directa que esta persigue, lo

que a su vez signifique que dichas normas sean efectivamente cumplidas y que lo son

porque están vigente dentro de la Constitución Política del Estado.  

Por lo cual, estas normas son de carácter obligatorio. El problema de si una norma es

vigente o tiene una validez es que no se puede concluir sin hacer referencia al derecho
como sistema, como “el conjunto abstracto de ideas normativas que lo que hacen es

como un sistema de interpretación para los fenómenos del derecho de acción”. (Ross:

1999, p.18) 

Existen diversas maneras de comprender el concepto de la eficacia de la norma

jurídica. Para John Austin, la eficacia se constituye en el ámbito de la obediencia en

general hacia el legislador supremo”. Al nosotros preguntarnos sobre, la validez de

una norma jurídica significa preguntar por qué esta debe ser obedecida. 

Por otra parte, toda norma jurídica se requiere de la eficacia en su hecho, es decir,

toda norma se crea con la simple intención de ser eficaz en el proceso.  En conclusión,

la eficacia en el derecho como tal implica en la realización de esta misma, la aplicación

práctica y efectiva en la normativa, añadir que esto también implica en la creación de

normas jurídicas que sean empleadas por las autoridades y obedecidas en el ámbito

del Estado. 

MORALIDAD EN EL DEBATE            

Es importante definir sus conceptos fundamentales, entender de acuerdo a su

práctica, explicar su función social, su estructura normativa y diferentes vertientes que

implementa la moralidad.  

Desde un punto de vista en general, la moral es el conjunto de acciones o inacciones

que se derivan del comportamiento humano, podemos decir que gracias a las

creencias o exigencia de un grupo social e impuestos por ellos se puede reflejar por

decir las prácticas formales o bien como acciones del rechazo repetitivo, al interior de

un grupo. 

Para Echegoyem- Olleta (1996) cuando la moral es explicada describiendo un

comportamiento diverso se inclina por aquella, es decir a una libre elección, se

considera que está frente hacia un “ética formal”, aquella defiende la “autonomía de la

ley moral”.  
De acuerdo a la definición de la moral como ordenamiento normativo como la

“Perteneciente o relativa a las acciones o características de las personas, desde el

punto de vista de la bondad o maldad”. “que pertenece al campo de los sentidos, por

ser de la apreciación del con prendimiento o de la conciencia. No exactamente

concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano, es decir es el

hábito de obrar bien, particularmente de los preceptos de la ley, por la sola bondad de

la operación y concorde con la razón natural. 

Para Vicente Villacampa (1981), define la moral como la disciplina que trata del bien y

del mal y de las reglas a que se relaciona con la acción humana. Él explica que a

través de la historia se han establecido dos conceptos sobre la moral. El primero,

considera que el fin último del hombre es la felicidad, a lo cual considera que la moral

del bien. El segundo, que el fin es la virtud y el define como la moral del deber.  

Ahora trataremos de que implica la moralidad en el proceso civil moderno, al cual se

sostiene en el renacimiento de los principios de lealtad, buena fe y probidad. La

moralización del proceso no solo recae en los operadores jurídicos, sino también en

los cuerpos legislativos, y por supuesto, en la doctrina procesal. En realidad, podemos

dar a conocer que el avance incontenible de la idea moral como tal del produciendo,

pero es muy importante el empuje jurídico teniendo en cuenta a asegurar la ética del

debate judicial, se recae que no siempre es así obtienen los resultados factibles para

las partes.  

Como señala Vescovi (1974), se ha dado implicar muchos conflictos en el pasado

sobre la posibilidad de aplicar al proceso la regla de la moralidad, habiendo

prevalecido ampliamente la posición confirmativa. En cambio, el alcance y los límites

de la regla de la moral en el proceso se ha dado en lugar a grandes problemas que no

están hoy sujetas. 

Prueba de ello, es que en cada proceso de reforma de la justicia que se debe ser a

cabo en cualquier país, cuando llega el instante de establecer las normas y las

consecuencias de su incumplimiento, los debates de estos temas se vuelven


interminable por la falta de parcialidad en la causa, y casi siempre ponen de manifiesto

interés muy distintos a los cuerpos jurídicos establecidos.  

Hay que tener claro, que no se busca decir con esto a volver a la primitiva

indiferenciada entre reglas morales, jurídicas, religiosas y de las costumbres, sino, se

busca realizar la tarea de la moralización del derecho y por ende del proceso, al cual

se debe de aplicar las reglas de la moral a través de los preceptos jurídicos, sino que

estos pierdan sus valores fundamentales que donde se garantizan los derechos

naturales.  Al hacer referencia a este auge de la moralidad procesal, no quiere

significar que esta temática sea una cuestión nueva. Los Principios de buena fe y

lealtad procesal son previstos desde la antigüedad. 

No se puede olvidar que el proceso persigue la aplicación del derecho, y que, con su

resultado del caso concreto, y, por ende, si existe en la posición opuesta, debe estar

guiado por la lealtad y la moral en la búsqueda de la verdad en el proceso. 

CONCLUSION

 - Concluimos que tanto las reglas, principios y garantías del proceso son muy

importantes dentro de nuestra jurisdicción porque esto permite un pleno desarrollo

entre los habitantes y que cada uno de los conceptos desarrollados permitirá un grado

de claridad de lo que podamos entender con respecto a dichos temas llegando a tener

una relevancia de practica formidable accediendo a si a utilizar las herramientas

correctas para solucionar un determinado caso. 

 - En conclusión, los principios del proceso civil se pueden entender como

orientaciones generales en las que se inspira cada ordenamiento jurídico procesal, con

la finalidad de describir y sustentar la esencia del proceso. Hay diversos principios y en

este nos concentramos en los más importantes principios del proceso, y los que la

doctrina considera en su amplia mayoría. 


- En síntesis, La imparcialidad subjetiva garantiza que la persona no esté sujeta al

proceso o procedimiento en el que el juez, diseñado para resolver el tema

controvertido, tiene algún tipo de compromiso con ninguno de los resultados del

conflicto. Imparcialidad objetiva, que consiste en una influencia negativa, que la

estructura del sistema puede tener en un juez, reduciendo la imparcialidad. 

- En conclusión, el principio de moralidad procesal es orden público de existencia del

sistema procesal y no funcionamiento u operativo del proceso judicial, por lo cual se

deben obrar como pilar fundamental de los principios y los valores sociales que están

establecidos en nuestro ordenamiento jurídico. 

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