Está en la página 1de 3

Rithy Pahn: “La libertad debe ser el objetivo de toda acción”

Irradiado, una película del director camboyano Rithy Pahn, inauguró el pasado martes la versión
23 de la Muestra Internacional de Bogotá-MIDBO. El nombre de Pahn es muy conocido en los
círculos del cine documental por títulos como La imagen perdida y S21: La máquina roja de
matar, en los que examina la memoria de la crueldad de los jemeres rojos, que al gobernar
Camboya entre 1975 y 1979 provocaron un brutal genocidio. En Irradiado, el cine de Pahn ya no se
queda solo en el mal que irradió a su país; enfrenta la pulsión humana de destrucción, el deseo de
aniquilación de otros cuerpos. Ante tal barbarie, el espectador se ve impulsado – como escribió
Didi Huberman sobre la película hungara El hijo de Saúl– no a cerrar los ojos, sino a implorar que
todo lo que puede sacar a la luz el cine vuelva, aunque sea por un breve tiempo, a la oscuridad. La
película se presenta una vez más en Colombia este próximo domingo 31 de octubre en la
Cinemateca La Tertulia de Cali.

Por María Luna*

MARÍA LUNA: ¿Cuál es el objetivo de buscar la imagen perdida, el testimonio de lo que no se


puede contar, lo que se queda atrapado en un archivo? Su cine revive la memoria través de
muchos materiales; por ejemplo, los testimonios de los perpetradores o, en el caso de La imagen
perdida, las esculturas de arcilla en las que se reconstruye aquello que se ha perdido. En Irradiado
parece que la poesía y lo teatral son parte central de un proceso de activación de la memoria.
¿Puede hablarnos un poco más de esta búsqueda como cineasta?

RITHY PAHN: Descubrí el cine mientras buscaba los medios para contar mi historia de
sobreviviente. En un principio, sentía que tenía algo que sacar de mi corazón y mis entrañas.
Intenté diferentes medios hasta que, casi por azar, llegué al cine. El cine, que es a la vez escritura e
imagen, me facilitó la toma de conciencia de lo difícil que es reflexionar sobre una tragedia.
Necesitaba encontrar una forma que fuese adecuada para ese propósito. Aun sabiendo que el cine
será siempre algo subjetivo, al mismo tiempo me permite también contar una historia. Intento
pues encontrar la unión entre el fondo y la forma, y encontrar libertad para hacerlo. Al contar una
historia personal de sufrimiento busco, antes que nada, ser libre, no contarla simplemente como
un testimonio. No quiero ser un cineasta del genocidio o del crimen, quiero ser sencillamente un
cineasta. Es decir, alguien que trabaja, que vive, que se expresa con la imagen y el sonido. Es un
recorrido en el que toca aprender el rigor y la ética, y también inventar, soñar e imaginar como
herramienta casi naturales.

P: En el caso particular de Irradiado, ¿cómo fue trabajar inmerso en la revisión de una inmensa
cantidad de imágenes de archivo? ¿Cómo logra orientarse  y encontrar una forma de relato entre
tantas imágenes del dolor? ¿Hay una función particular de la poesía en este proceso?

R: Cada película toma mucho tiempo, cuando escribo un proyecto tengo una idea, pero no sé cuál
será el objeto final. Cuando se vive una violencia extrema como puede ser la guerra, la bomba de
Hiroshima, o el abuso dentro de una familia, quedamos como irradiados. Es como la irradiación
nuclear. Mi pregunta desde un principio consistía en lograr saber si ese trauma se transmite o no.
Luego me interesé en la experimentación médica; por ejemplo, cuando hacemos sufrir los ratones
a una violencia extrema, se encuentran aún las huellas de traumatismo hasta la cuarta o quinta
generación. Cuando se pone un ratón normal en agua fría, este empieza a nadar intentando
sobrevivir. Pero cuando ponemos a un ratón que ha sufrido una violencia extrema en agua de la
misma temperatura, el ratón traumatizado deja de nadar al cabo de tres minutos, y se deja morir.
No digo que la violencia se transmita humanamente de una generación a otra, pero se dejan
huellas. Eso se estudia en epigenética: que existen marcas de las que no se habla, secuelas que
permanecen esparcidas en la historia familiar. Partí con esta idea, me encontré con distintas
personas, fui a Hiroshima, el lugar donde por primera vez se descargó una bomba atómica sobre
seres humanos y donde se cometió una violencia brutal contra una población. Pero me interesé
también por el genocidio judío en Alemania, y por otras guerras… por Vietnam. Y pues eso es todo
lo que intento comprender y saber, cómo se mató, tanto en Hiroshima como en Auschwitz. El
resultado es una película sobre la violencias extrema que se repite de una época a otra. No
planifiqué crear una forma poética, simplemente… llegó así. Había que encontrar una forma de
mostrar imágenes, muchas veces insoportables, a los espectadores y a mí mismo. ¿Cómo hacer
que las personas acepten verlas? Si nadie quiere verlas, terminamos atormentados, más temprano
que tarde, por las mismas imágenes. Intenté encontrar la posibilidad de mostrar esas imágenes
para reflexionar juntos. Sé muy bien que es solo una película, y que no tiene el poder de cambiar
la naturaleza de hombres y mujeres, pero las películas son reflejo de nosotros mismos, es como un
termómetro que toma la temperatura y que nos indica algo enfermizo que cada uno debe
encontrar la manera de sanar. Quería hablar de cosas del pasado y mostrar que siguen vivas de
muchas maneras.

P: Este año nosotras tomamos “irradiados” como una palabra clave de la muestra, en parte
inspiradas por su película y el título de ella. Pero esa palabra en su película tiene un sentido
trágico. En la MIDBO quisimos encontrar otra motivación u otra dirección de esa irradiación, como
una fuerza que queda y permite vivir situaciones extremas. Al final de la película, se dice algo muy
bonito: la inocencia siempre vive bajo todas estas capas de dolor. ¿Ese sentido de la irradiación
podría ser positivo en algún sentido? ¿No solo la irradiación del mal, sino la irradiación de la
resistencia que produce vivir situaciones extremas?

R: Sí sí.¿Por qué no? El mal y el bien siempre van juntos. Hay que ingeniarnos más bien, para que
sea el Bien lo que se irradié, y no el Mal. Es un mensaje de esperanza y usted tiene razón de
utilizar la palabra irradiar para este año y en relación con la libertad. Sí, al final del film doy un
tono de esperanza. Yo me doy cuenta de de la violencia que hay en la película, pero también es la
violencia que yo sufrí. Es por eso que insisto mucho sobre la libertad, la creatividad, y no
solamente en el cine de la desgracia o del sufrimiento. Es por ello que la poesía es necesaria, y es
importante que la infancia y también el amor estén presentes. El fin de la película es también eso,
sabemos que el Mal es poderoso, pero somos valientes: hacemos películas, seguimos imaginando,
soñando y haciendo festivales, juntamos espectadores diferentes para reflexionar en común. La
película es un objeto de discusión finalmente, y la fuerza de la resistencia debe ser encontrada por
cada ciudadano y ciudadana. Yo me esfuerzo cada día, me esfuerzo para hacer algo positivo,
aunque sea solo un poco. Incluso estar contento, caminar en la calle y sentir el sol, observar
rostros distintos, eso ya es algo positivo. Evidentemente toca resistir, hay que creer en la vida, que
es siempre bella de todas formas y hay que apreciarla.

P: Quisiera saber ahora que la película se va a transmitir en Colombia, si quisiera decirle algo a la
audiencia de aquí. Sabemos, por nuestro contexto de violencia y resistencia, que el dolor nos hace
ver o entender otras cosas por debajo de la guerra, o más allá de la guerra. ¿Qué piensa de que en
nuestra muestra estemos diciendo que la “MIDBO es Libertad”?

R: Lamento mucho poder haber ido a Colombia, un país en el que he deseado estar. Te puedo
decir, respecto a tu pregunta, que cada ciudadano tiene un rol. Creo que no es fácil lograr la
libertad, el camino está lleno de obstáculos. Pero, ¿qué hace que la vida valga la pena vivirla si no
es el deseo de libertad? La libertad debe ser el objetivo de toda acción. Debe estar presente en
nuestros gestos de creación, en nuestros gestos cotidianos. Yo siempre he dicho que la libertad o
la generosidad son cosas que se aprenden, no son cosas naturales. Ser solidarios los unos con los
otros, se aprende. La libertad es como todo lo demás, toca realmente protegerla, cuidarla, y luchar
por ella pues no cae del cielo. La opresión es la tendencia general en el mundo hoy. Cuando usted
mira un poco más al sur en su continente, en Brasil, por ejemplo, es un gran país que vive una
forma de totalitarismo. Los nacionalismos exacerbados están por todos lados, y la dominación de
los más fuertes sobre los más pobres. El cine, como otras formas de arte, tiene también su
responsabilidad en este combate. Debe estar del lado de los oprimidos, de los más débiles: ser su
compañero en la lucha.

*Directora artística de la Muestra Internacional Documental de Bogotá-MIDBO, que en su edición


23 llega con la idea de irradiar libertad en estos tiempos de peligro.

También podría gustarte