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UN BUEN GERENTE. UN VENDEDOR DE ESPERANZAS.

JUAN DAVID VARGAS GUTIÉRREZ

Al interrogante de cómo debe ser el gerente de una empresa

internacional, quizás se puedan esbozar infinidad de reflexiones.

Plantearé la siguiente. Un gerente, cómo líder de una organización

empresarial, debe ser como Napoleón Bonaparte señalaba debía ser un

buen gobernador, al decir: “Sólo se puede gobernar un pueblo

ofreciéndole un porvenir. Un jefe es un vendedor de esperanzas”. He ahí

lo que debe ser un buen gerente: un vendedor de esperanzas.

Quien tenga a su cargo la responsabilidad de guiar el porvenir de una

empresa, sea cualquiera su categoría, debe poseer conocimientos

precisos sobre la organización y el campo específico en el cual compite

su empresa, pero esto lo puede hacer quien tenga un título profesional y

no por ello necesariamente posee las condiciones para ser un buen

gerente. Por eso advirtamos que un buen gerente es mucho más que un

buen profesional en su rama, es un personaje distinto, es en esencia, un

excelente vendedor de esperanzas.


Si pensamos o idealizamos un gerente que pueda ser categorizado como

un buen gerente, debemos imaginar a alguien capaz de crear en cada

individuo de su empresa un agente lleno de motivación, de amor por su

labor y lo que es igual, alguien consciente de un mejor porvenir. Por ello

el buen gerente visualiza una meta, planea el camino para llegar a ella y

pone a su disposición todas las herramientas para ejecutar los pasos de

ese camino. Es decir, un buen gerente planea un porvenir y lo comparte

con su empresa.

Disponer de actitud de liderazgo es un rasgo primordial de quien se

jacte de ser un buen gerente, porque quien debe guiar una organización

empresarial debe entender a cada individuo que compone su empresa

como un fin en sí mismo, y no como una herramienta más del mobiliario

de la empresa. Eso distingue a un buen gerente, un líder por naturaleza,

de un mero gerente, quien dispone de herramientas, y las clasifica en

herramientas materiales y ve a los individuos como herramientas

humanas. Es así como un buen gerente entiende lo importante de

concretar en cada individuo una esperanza, un fin el cual perseguir y por

el cual levantarse cada mañana a ser mejor su labor.


Si el mal gerente se distingue por administrar únicamente las

herramientas que posee, el buen gerente lo hace por ser quien además

de administrar crea unión entre sus administrados. Porque como

vendedor de esperanza es su deber generar y promover lazos, entre los

trabajadores y la empresa, y entre los mismos trabajadores. Todo ello

contribuye para que las metas que fija el buen gerente sean metas

comunes, compartidas por cada individuo de la empresa.

Además de ofrecer un mejor porvenir y vender esperanzas, señalemos

que el buen gerente debe comprender el ámbito en el cual se

desenvuelve para tener una expectativa de crecimiento que le permita

en un futuro competir con los mejores, es decir, acercarse al mercado

internacional. Un buen gerente entiende el contexto de la globalización

porque fija sus metas por fuera de sus propias fronteras para poder

vender esperanzas de crecimiento y desarrollo a los individuos que

integran su empresa.

Comprender el contexto de la globalización le impone cargas que el

buen gerente sabe soportar, siempre en aras de hacer crecer la

empresa, de proyectar su producto al mercado internacional, y al final

del camino, para vender esperanzas aquí y en cualquier parte del


planeta. Eso distingue a un buen gerente, su capacidad de ver por

encima de lo que habitualmente pudiere ser visto por un mero gerente o

lo que es lo mismo, un mero administrador.

Por último, quisiera señalar que aquel buen gerente que hemos

esbozado en las líneas anteriores, además de ser un excelente vendedor

de esperanzas, debe ser por excelencia un visionario. Un visionario que

guía a quienes está a su cargo y en general a su empresa a competir

internacionalmente en condiciones que varían, y que requerirán de

alguien dispuesto a dar soluciones donde los demás verán solo

problemas. El buen gerente es, y será siempre, un visionario que vende

esperanzas aquí, pero querrá venderlas también en el fin del mundo.

El gerente es aquella persona que se encarga de organizar, dirigir,

gestionar, administrar una empresa o entidad. Por lo general, las

personas que alcanzan por primera vez un puesto con este, pasan por

dos etapas: la felicidad de haberlo logrado y luego la preocupación por

el cargo que asumen.

A continuación, cinco características de un buen gerente según

finanzaspersonales.com
Cinco características de un buen gerente

-Conocimiento:Un buen gerente tiene que tener un conocimiento

especializado de una materia. Ya sea sobre la administración de un

negocio o sobre algún tema técnico específico, pero ese conocimiento es

diferencial y hace que tanto sus empleados como sus clientes le

respeten. Conscientes de ello, siempre piensan en cómo continuar

aprendiendo.

-Pensamiento estratégico: Los buenos gerentes son capaces de tener

una visión de hacia donde quieren llevar su empresa o su equipo de

trabajo más allá de la operación del día a día. Con una mezcla de

imaginación y técnicas de planificación se puede diseñar el futuro de

una manera razonablemente y sólida.

-Liderazgo: Una vez que han definido dónde llevar a la compañía son

capaces de convencer a sus equipos de que ese es el lugar al que hay

que ir y que las personas involucradas trabajen en esa dirección.

-Actitud: Los ejecutivos exitosos tienen una actitud positiva hacia el

triunfo. Creen en el éxito como algo factible y saben que aunque la


realidad es dura son capaces de manejarla. Como decía Frank Costello

interpretado por Jack Nicholson en su papel de la película Los Infiltrados:

"No quiero ser un producto de mi ambiente, quiero que el ambiente sea

un producto mío”.

Pero además de esa fuerza para cambiar las cosas, los gerentes que he

conocido que realmente me han impresionado todos tienen un rasgo

que les hace diferenciales: la humildad. Saben que están haciendo un

trabajo excelente y que marcan un punto de inflexión en el recorrido de

sus empresas pero no alardean de ello sino que reconocen la

importancia de su equipo.

-Resultados: Al final, todos los conocimientos, actitudes y habilidades

tienen un fin: obtener resultados. Los resultados son los que dan

credibilidad al gerente, a sus conocimientos, a la planeación estratégica

que haya diseñado, a su liderazgo con el equipo y a la actitud positiva

con la que hay que enfrentar los retos personales y profesionales a los

que nos enfrentamos en nuestros negocios.


Un buen gerente posee habilidades, actitudes y conocimiento que

buscan el logro de los objetivos. Además, debe tener un trato cercano

con los empleados y motivarlos a trabajar en equipo para obtener

resultados positivos.

Perfil

Las características, rasgos o cualidades que un gerente debe poseer son

los siguientes:

Poseer un espíritu emprendedor: Consiste en la capacidad para

incursionar en cosas nuevas y desconocidas con la certeza y convicción

de que todo saldrá bien. Es lo que Mc Lelland decía debe tener afán de

logro y de poder.

Gestión del cambio y desarrollo de la organización: Habilidad para

manejar el cambio para asegurar la competitividad y efectividad a un

largo plazo. Plantear abiertamente los conflictos, manejarlos

efectivamente en búsqueda de soluciones para optimizar la calidad de

las decisiones y la efectividad de la organización.


Habilidades cognitivas: Debe poseer inteligencia para tomar decisiones

acertadas, lo que implica buena capacidad de análisis y síntesis, buena

memoria para recordar datos, cifras, nombres y rostros de personas y

creatividad para innovar. Por eso Peter Drucker dice que el gerente es

un trabajador cerebral y Kenich Ohmae en la Mente del Estratega dice

que la clave de su trabajo es el análisis.

Habilidades interpersonales: Comprende la capacidad para comunicarse

e influenciar sobre los demás y para resolver conflictos. Sensibilidad y

empatía ante los demás, habilidad para motivar al personal y capacidad

para ejercer el liderazgo.

Habilidad comunicativa: Es la capacidad para hacerse entender,

expresar conceptos e ideas en forma efectiva, así como la capacidad

para escuchar y comprender a otros, para hacer preguntas, capacidad

para dar reconocimiento verbal, es decir felicitar y expresar emociones

positivas.

Liderazgo: Es la capacidad para ejercer influencia, motivar e integrar

personas, ejercer el poder y aplicar la autoridad y la disciplina.


Liderazgo también es la habilidad para orientar la acción de los grupos

humanos en una dirección determinada. Inspirar valores de acción y

anticipar escenarios de desarrollo, establecer los plazos y objetivos,

efectuar adecuado seguimiento y retroalimentación, considerando las

opiniones de los otros.

Motivación y dirección del personal: Capacidad de poder hacer que los

demás mantengan un ritmo de trabajo intenso, teniendo una conducta

auto dirigida hacia las metas importantes. Tener la capacidad para

desarrollar, consolidar y conducir un equipo de trabajo alentando a sus

miembros a trabajar con autonomía y responsabilidad.

Espíritu competitivo: Debe poseer cualidades para no dejarse amilanar

por los fracasos y capacidad para no dejarse avasallar por circunstancias

adversas, ni por las acciones de gerentes de otras entidades, es el

espíritu de lucha del deporte trasladado a los negocios. También

comprende su entrega al trabajo, la constancia y perseverancia por

alcanzar los objetivos.


Integridad moral y ética: El gerente es una persona de confianza para

los accionistas y para la sociedad, por lo que sus acciones y conductas

deben enmarcarse dentro de una moral y ética intachable.

Capacidad crítica y autocorrectiva: El gerente enfrenta muchas

situaciones de incertidumbre y a muchos conflictos, por tanto debe

tener la suficiente perspicacia para autoanalizarse y tomar las acciones

correctivas en caso estuviera tomando decisiones equivocadas o

llevando a la organización en la dirección incorrecta.

Ser un buen coach, proveyendo feedback y ofreciendo soluciones a la

medida de las necesidades de los empleados. Esto implica lograr que

sus colaboradores puedan conseguir los resultados que esperan y que

estén en línea con los objetivos empresariales. Para ello es clave crear

diálogos de confianza e instancias de escucha activa que permitan

identificar las metas y definir los caminos para alcanzarlas. En dicho

proceso el líder debe acompañar a sus colaboradores y entregar

retroalimentación a su equipo, para así potenciar los aciertos y corregir

los errores.

Empoderar a los equipos y no micromanejarlos. El liderazgo real es

aquel que saca lo mejor de cada persona. En este sentido, es

fundamental que el gerente o ejecutivo cree un ambiente en donde cada


colaborador desarrolle seguridad y confianza en sus capacidades

profesionales para realizar su labor de manera adecuada y exitosa. Debe

convertir a cada miembro de su área es un verdadero jugador de equipo

y no en un títere que se maneja o manipula arbitrariamente.

Inspirar a los demás (ser entusiasta y optimista). Un líder efectivo debe

ser un verdadero ejemplo para sus seguidores, debe inspirarlos y

motivarlos. Para ello debe ser positivo e irradiar ese optimismo al resto

de su equipo. Ver siempre la mitad del vaso lleno y no la parte vacía.

Esto ayudará a mantener la moral siempre en alto, independiente de las

situaciones que se deban enfrentar, aunque debe ser realista y no crear

tampoco falsas expectativas.

Promotor de pensamientos innovadores. Todo ejecutivo que se

considere como líder tiene que fomentar los espacios de discusión y

estimular la creatividad entre sus colaboradores, con miras a desarrollar

productos y/o servicios que sean innovadores, diferentes. Esto es más

difícil cuando se han obtenidos éxitos, ya que está la tendencia de

repetir lo aprendido, por lo que el líder debe desafiar a sus equipos.

Generar confianza hacia al interior de la organización, como a los

stakeholders. No sólo debe crear lazos de confiabilidad con los miembros

con su equipo u organización, sino que también con otros grupos de


interés, como proveedores, clientes, autoridades, reguladores,

comunidades, etc.

Demostrar un sentido de dirección y ética. Tener claridad sobre la ruta

que se debe seguir y saber cuando aumentar o bajar la velocidad a lo

largo del viaje es sinónimo de un sentido de dirección efectivo y

concreto. Conocer las reglas, respetarlas y hacerlas cumplir por el resto,

demuestra un alto sentido de la ética y un carácter fuerte frente a

cualquier situación reñida con la moral.

Ser productivo y orientado a los resultados. Todo ejecutivo o gerente

que exhiba un liderazgo de verdad debe ser capaz de establecer metas

claras, estrategias para alcanzarlas y fijar plazos para ello.

Ayudar a los empleados en su desarrollo de carrera. El líder

organizacional debe ser capaz de sacar lo mejor de sus colaboradores y

guiarlos en su desarrollo de carrera, tomando en cuenta sus fortalezas,

habilidades y potencial profesional.

Ser buen comunicador y escuchar a su equipo. Todo liderazgo para ser

efectivo debe apoyarse en una comunicación que sea fluida, simple,

clara y permanente, de tal manera de transmitir los objetivos que se

quieren alcanzar, las vías para lograrlos, así como para aclarar dudas y

entregar consejos. Asimismo, es importante que todo ejecutivo o


gerente tenga la capacidad de escuchar activamente a su equipo,

mostrando empatía y tolerancia.

Tener una visión clara y una estrategia para el equipo. Poseer una

mirada de futuro, es decir, mostrar claridad hacia donde debe ir la

organización y sus colaboradores en el largo plazo, junto con dar los

pasos necesarios para aquello, es otra de las habilidades de un liderazgo

verdadero.

Contar con habilidades técnicas para asesorar al equipo. El líder no sólo

debe actuar como un “director de orquesta”, que facilite la coordinación

de los miembros del equipo y logre que cada uno de ellos alcance “sus

mejores acordes”. También tiene que actuar como consultor en aquellos

casos en que sus colaboradores requieren orientación acerca de su

trabajo.

Tener un equilibrio en la administración del trabajo y la administración

de relaciones. Esta capacidad es esencial para alcanzar los retos

establecidos para cada uno de esos ámbitos. Todo líder sabe que se

puede avanzar en los desafíos profesionales y personales por igual.

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