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Podemos decir que vemos porque, en realidad, hay un objeto que vemos. Pero
cuando nada está presente, también podemos decir que vemos que no hay
nada ahí. Sentimos que si no podemos ver un objeto concreto, no deberíamos
decir veo. Pero podemos estar de acuerdo en que ver también se refiere a
observar que, de hecho, no hay nada que ver. Aunque no se pueda ver el
espacio, el hecho de que no haya nada que ver también es una experiencia
válida. Podemos tener la experiencia de confirmar que no hay nada allí.
Sabemos que el espacio existe, aunque no lo podamos ver o palpar.
Hay dos maneras de ver la realidad. Una es el modo percibido (cómo las cosas
parecen ser), y la otra es el modo real (cómo son realmente). Pero en realidad,
verdadera y fundamentalmente, no hay una cosa real que sea percibida, y
tampoco hay una persona real que perciba. También se le llama la naturaleza
de las cosas. Si algo aparece sólo como resultado de ciertas condiciones
previas, significa que carece de una verdadera identidad independiente. Esta
falta de identidad independiente se puede aplicar también al concepto de
tiempo. No se puede decir que el pasado exista, porque es algo que ya está en
el pasado. El momento presente tampoco se puede precisar, porque el
momento que tú defines en un instante de tiempo como presente ya ha
transcurrido y forma parte del pasado.
Para termina y concluir este capítulo se puede decir que nosotros tenemos la
capacidad de la sabiduría, y también la capacidad de ser compasivos. Por eso,
si practicamos y cultivamos esta capacidad, nosotros también podemos ser
budas. Esto se llama el buda que surge de dentro, de dentro de nosotros
mismos porque todos tenemos el potencial de ser purificados y perfeccionados.
Nos convertimos en budas al reconocer y ejercitar un potencial que ya está
presente en nosotros.