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El ejercicio de despertar

Escrito por Jordi Sapés de Lema


Lo habitual es que la gente busque en la espiritualidad un remedio para los

problemas que tiene el personaje con el que se ha identificado. Y claro, esto

no constituye el verdadero problema; el verdadero problema es esta

identificación: el personaje en sí es el problema; no las cosas que nos

presenta como dificultades.

La cuestión es que uno no se puede desidentificar por real decreto; para

desidentificarnos de algo, tenemos que ver claro que nos somos ese algo,

tenemos que verlo como un objeto, y esto implica que el sujeto se sitúa en

otro punto de la conciencia desde el que puede observar aquello que antes

creía ser. Y esto no puede ser una idea, ha de ser una experiencia.

Todo lo que antecede deja de ser una teoría en el momento en que se

descubre experimentalmente la realidad de un estado de conciencia superior

natural y no alienado. Si esta alienación reside en la identificación con los

objetos, despertar significa prestar atención y tomar conciencia del sujeto. Y

¿cómo se puede experimentar el sujeto?: separándolo y diferenciándolo de

cualquier objeto.
No solo son objetos los objetos físicos, también lo son los pensamientos,

las emociones y los actos. El sujeto es el propietario de los objetos, el que los

produce y, a continuación puede observarlos. Así que lógicamente es algo

distinto de ellos, tiene entidad de por sí. Esta entidad es la capacidad de

pensar , sentir y hacer; de producir ideas, pensamientos y actos. Es decir: su

entidad es su identidad, la identidad genérica (1).

El sujeto no es nada que se tenga que conseguir y encontrar. Ya es;

seguro que está aquí y ahora. Sólo hace falta prestarle atención. Es cuestión

de recuperar parte de esta atención que desde la educación tenemos

proyectada hacia el exterior, para enfocarla en nosotros mismos; no en lo que

hacemos sino en el que hace.

Llamamos despertar a estar presentes en nuestra conciencia. No hablamos

de despertar en un sentido figurado sino real. Despertar implica pasar de un

estado de conciencia a otro distinto. Por ejemplo: de sueño profundo a sueño

ligero, de sueño ligero a duermevela o de duermevela al estado que llamamos

vigilia. ¿En qué se diferencian estos estados de conciencia? Se diferencian en

el grado de percepción de nuestra presencia: cuando estamos en sueño

profundo, no tenemos ninguna percepción de nosotros mismos; en el

momento en que pasamos a un sueño más superficial empezamos a

percibirnos soñando, en una fantasía onírica en la que pensamos, sentimos y


actuamos. Y cuando nos levantamos de la cama nos hacemos conscientes de

nuestro cuerpo y nuestras capacidades psicológicas, pero para ponerlas al

servicio del personaje y de las cosas que tenemos que hacer; para tener y

llegar a ser. Despertar del todo es tomar conciencia de nuestra realidad como

sujetos y, por tanto, de que ya somos.

***

Conviene distinguir entre percepción y conciencia: todos los seres vivos

perciben su entorno y sus fenómenos internos, pero únicamente el ser

humano puede ser consciente de ellos. No obstante, esta conciencia no se

puede dar por sentada porque precisa la presencia del sujeto y,

habitualmente, el sujeto brilla por su ausencia. Las plantas también perciben la

luz del sol; si las ponemos en una habitación cerrada crecen en dirección a la

ventana porque perciben que por ahí entra la luz. Ahora bien; ¿son

conscientes de percibir?, parece ser que no, porque no tienen conciencia de

sujeto.

Ahora que estás leyendo estas frases, percibes lo que lees, y quizás

percibes incluso lo que piensas acerca de lo que estás leyendo. Pero, ¿eres

consciente de ello? Si toda tu atención está puesta en lo que dice el texto es

imposible que seas consciente de ello. Para ser consciente tienes que destinar
un poco de tu atención a percibirte a ti leyendo. Seguramente, de entrada, si

pones la atención en ti para percibirte leyendo, vas a tener dificultades para

entender el texto y tendrás que leer más despacio. Pero si consigues que en

tu atención haya dos cosas: el objeto (lo que lees) y el sujeto (tú, leyendo)

podrás hablar de conciencia. Se trata de añadir algo que antes no estaba: tu

presencia aquí y ahora haciendo lo que haces. Ya lo hacías antes, pero ahora

te das cuenta de que lo haces tú.

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