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Rizópodos:
Los rizópodos, también conocidos como sacodarios y sacodinos, son una clase de
protozoarios unicelulares, de membrana finísima o ausente, lo que les permite cambiar de
forma mediante la emisión de seudópodos, su característica principal, que utilizan para
desplazarse o para capturar el alimento sólido.
La inmensa mayoría hacen vida libre, en el mar o en las aguas dulces; por también los hay
de tierra húmeda y parásitos o comensales de los animales superiores.
Son los más sencillos de los protozoos, aunque quizá no los más primitivos de los actuales,
y se agrupan en los órdenes de los amébidos, foraminíferos, radiolarios y heliozarios.
Entamoeba histolytica
En 1925 Emile Brumpt sugirió que había dos especies: una capaz de causar enfermedad
invasora, Entamoeba histolytica, y otra que nunca causa la enfermedad, a la que llamó
Entamoeba dispar. En los 1970-1979 fueron reconocidas.
A los 10 años del descubrimiento del parásito se asoció con las úlceras en colon y absceso
hepático. En el siglo XX se logró cultivar en medios artificiales lo que permitió el desarrollo
de nuevos métodos de diagnóstico. En 1993 se publicó la descripción formal de la
diferenciación de las especies E. histo y E. dispar, la primera patógena y la segunda no
patógena.
Agente etiológico
E. histolytica presenta distintos estados morfológicos sucesivos; no obstante, las dos fases
más importantes del parásito son: 1) el quiste, que es la fase de resistencia (forma
infectiva) y donde el parásito permanece inmóvil; 2) el trofozoíto, que es la fase móvil en la
que se reproduce y durante la cual es capaz de causar daño al huésped (forma invasiva).
Patogenia
De los pacientes que tienen E. histolytica/E. dispar en las materias fecales, solamente del
1% a 4% corresponden a E. histolytica comprobada por métodos inmunológicos. Esta
especie destruye la mucosa intestinal y causa lesiones puntiformes que se pueden
convertir en úlceras necrótica y en algunos casos originan perforaciones.
Formación de las úlceras. Los trofozoítos se abren paso entre las células de la mucosa,
mediante una colagenasa que destruye los puentes intercelulares. Los colonocitos son
inducidos a presentar autolisis, la matriz extracelular se degrada y las amebas pasan de la
mucosa a la submucosa. En esta lucha entre los parásitos y el huésped, un buen número
de amebas muere, y liberan otras enzimas como hialuronidasa y gelatinasa, lo que, unido a
la isquemia y a la trombosis, permite la extensión lateral de las lesiones en la submucosa,
para dar origen a las úlceras en botón de camisa. Hay una pobre respuesta inflamatoria
debida a la destrucción de los neutrófilos macrófagos y eritrocitos por E. histolytica. Sólo
se observa un infiltrado linfoplasmocitario escaso. La necrosis que se presenta en la base
de las úlceras, permite que éstas se extiendan y den origen a lesiones mayores, que en los
casos muy graves cubren gran parte del colon y dan origen a las formas necróticas
fulminantes, a veces asociadas a perforación intestinal.
Inmunidad
Defensa no inmune
Las barreras naturales, no inmunes, contra la invasión amebiana son: pH ácido del
estómago que destruye los trofozoítos; enzimas digestivas; competencia con la flora
bacteriana normal del intestino y capa de moco que cubre la mucosa intestinal, la cual
contiene mucinas que interfieren con la adherencia de los trofozoítos a las células
intestinales. Este último mecanismo es el de mayor capacidad protectora contra la invasión
amebiana.
Manifestaciones clínicas
Amebiasis asintomática
Esta forma de amebiasis no invasiva, se diagnostica por medio del examen coprológico,
que generalmente revela únicamente quistes. Estos portadores sanos representan un gran
papel desde el punto de vista epidemiológico, pues son la principal fuente de diseminación
de la infección. La ausencia de síntomas se explica porque los parásitos viven en la luz del
colon y no invaden la mucosa. En estos casos lo más probable es que la amebiasis sea
debida a E. dispar, pero puede también ser por E. histolytica, cuando habita en la luz
intestinal. En este caso la forma asintomática puede convertirse en sintomática, cuando los
parásitos invaden los tejidos.
Amebas no patógenas
Entamoeba coli
El trofozoíto mide de 20 µ a 30 µ, posee endoplasma con gránulos gruesos, vacuolas y
bacterias, pero sin eritrocitos. El ectoplasma da origen a seudópodos romos que aparecen
simultáneamente en varias partes de la célula y le imprimen movimiento lento, muy
limitado y sin dirección definida. El núcleo presenta un cariosoma grande y excéntrico,
cromatina alrededor de la membrana nuclear dispuesta en masas grandes e irregulares
(figura 2-31). El prequiste es de tamaño similar al del trofozoíto, redondeado, sin las
inclusiones antes mencionadas, con uno a dos núcleos y a veces una vacuola iodófila. El
quiste redondeado o ligeramente ovoide, de 15 µ a 30 µ, tiene más de cuatro núcleos
cuando está maduro, éstos tienen las mismas características morfológicas descritas para el
trofozoíto (figura 2-32). Al colorearlos se puede observar en algunos quistes los cuerpos
cromatoidales delgados en formas de astilla, éstos son más frecuentes en los quistes
inmaduros, en los cuales se puede también ver una vacuola de glucógeno que se colorea
con lugol. Los quistes se encuentran al examen coprológico con mucha mayor frecuencia
que los trofozoítos.
Iodamoeba butschlii
Entamoeba hartamanni
Entamoeba dispar
En 1925 Brumpt propuso diferenciar y clasificar dos especies del género Entamoeba, una
patógena, E. histolytica (Schaudinn, 1903) y otra no patógena, E. dispar, cuya morfología al
mi croscopio óptico es idéntica en ambas. La diferenciación a este nivel se basa
fundamentalmente en aspectos inmunológicos y en patrones isoenzimáticos; esta
hipótesis de dualidad propuesta por Brumpt no fue aceptada sino hasta 1993, cuando se
establecieron bases de diferenciación genómica, bioquímica e inmunológica, culminando
con la propuesta de la separación de ambas especies. Se denominó a E. dispar como la
especie no patógena y a E. histolytica como la patógena. A partir de entonces las nuevas
técnicas moleculares han permitido diferenciar con mayor claridad y precisión a E.
histolytica de E. dispar, determinándose para la primera mecanismos relacionados con su
capacidad patógena como la presencia de lectina galactosa-galactosamina (responsable de
la adherencia), la presencia de polipéptidos solubles (amebaporos) que se insertan a la
membrana celular e inducen lisis; también se han caracterizado proteasas de cisteína
capaces de degradar diversos componentes de la matriz celular involucradas también con
la evasión de la respuesta inmune (degradan IgA e IgG y anafilotoxinas C3a y C5a). Por el
contrario, en E. dispar la presencia de ameboporos y proteasas de cisteína se encuentra en
menor concentración y con menor actividad biológica, lo que hace suponer tiene un
impacto en la carencia de patogenicidad de esta especie. Existen también diferencias
respecto al número de zimodemos identificados para diferenciar amibas patógenas de no
patógenas. Prácticamente todos los individuos asintomáticos que eliminan quistes en
heces tienen E. dispar. En la actualidad los criterios señalan que ante el hallazgo a la
microscopia de estas especies se debe referir como complejo E. histolytica/E.dispar. Las
dimensiones y características morfológicas que presenta E. dispar son iguales a las de E.
histolytica; tiene una fase de trofozoíto de 20 a 50 μm y con tinciones especiales se puede
observar su único núcleo con endosoma fino y central, cromatina periférica nuclear en
forma de gránulos homogéneamente distribuidos. Los quistes miden de 10 a 20 μm;
presenta cuatro núcleos con el endosoma fino y central.
Amibiasis intestinal
En los casos sintomáticos, la intensidad es muy variable. La forma más clásica, aunque no
la más frecuente, es la disentérica. Lo más habitual es que en un inicio muestre una
sintomatología poco intensa, con anorexia, astenia, dolor abdominal, alteraciones en el
tránsito del intestino y diarrea no sanguinolenta. Estos síntomas reflejan simplemente la
existencia de un proceso irritativo del colon y se trata de una fase inicial de la enfermedad
que puede prolongarse varios meses.
Amibiasis extraintestinal