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Derecho Matrimonial y Derecho Penal

CIC 1983
Siete Libros
◦ Libro I: De las normas generales
◦ Libro II: Del pueblo de Dios
◦ Libro III: De la función de enseñar de la Iglesia
◦ Libro IV: De la función de santificar en la Iglesia
◦ Parte I: De los Sacramentos
◦ Títulos I-VI: (Bautismo-Orden Sacerdotal)
◦ Título VII: Del Matrimonio
◦ Libro V: De los bienes temporales de la Iglesia
◦ Libro VI: Las sanciones penales en la Iglesia
◦ Pate I: De los delitos y penas en general
◦ Parte II: De cada uno de los delitos y de las penas establecidas para estos
◦ Libro VII: De los procesos
Del Matrimonio
C. I. De la atención pastoral y de lo que debe preceder a la celebración del matrimonio
C. II. De los impedimentos dirimentes en general
C. III. De los impedimentos dirimentes en particular
C. IV. Del consentimiento matrimonial
C. V. De la forma de celebrar el matrimonio
C. VI. De los matrimonios mixtos
C. VII. De la celebración del matrimonio en secreto
C. VIII. De los efectos del matrimonio
C. IX. De la separación de los cónyuges
Art. De la disolución del vínculo
Art. De la separación permaneciendo el vínculo
C. X. De la convalidación del matrimonio
Art. De la convalidación simple
Art. De la sanación en raíz

Vamos a estudiar el derecho matrimonial y penal siguiendo el método sistemático


En primer lugar estudiaremos el matrimonio
EL MATRIMONIO, INSTITUCIÓN NATURAL Y SACRAMENTO DE LA NUEVA LEY
1. El matrimonio, institución natural
◦ Noción
◦ Esencia del matrimonio
◦ Propiedades esenciales del matrimonio
◦ Fines del matrimonio
2. El matrimonio, sacramento de la Nueva Ley
3. El “ius connubii” y la regulación jurídica del matrimonio

1. EL MATRIMONIO, INSTITUCIÓN NATURAL


a) Noción
- CIC no definición
- c. 1055 se limita a describir con palabras del Concilio la alianza conyugal
Para nuestro estudio:
- El matrimonio es la unión por la que un varón y una mujer, en virtud del vínculo con que quedan
ligados a causa del consentimiento matrimonial, se hacen perpetuamente y en exclusiva una
unidad en las naturalezas (una sola carne).
- Esa íntima unidad de los dos los convierte en copartícipes (consortes) de un destino común
(consorcio de toda la vida) que, por la propia naturaleza de su unión, tiende a constituirlos en
comunidad de vida y amor y coprincipio de la transmisión de la vida en la familia.
Aclaración:
- Termino matrimonio designa:
o Habitualmente acto: casarse
o Sentido más propio: la peculiar comunidad de los dos constituida por ese acto.

- Lenguaje jurídico:
o a lo primero: celebración del matrimonio, pacto conyugal o matrimonio in fieri
o a lo segundo: Sociedad o comunidad conyugal o matrimonio in facto esse

- Nuestra noción es en el segundo sentido


o No pretende ser una definición
o Comprende los elementos imprescindibles para captar con exactitud lo que el matrimonio es.
Lo vamos a desarrollar …
o El matrimonio es de institución natural y en cuanto tal es presupuesto necesario para estudiar
el matrimonio canónico
o Porque es el mismo matrimonio elevado por Jesucristo a sacramento (c. 1055)
o Que es institución natural quiere decir que forma parte de lo que el hombre tiene por recibido
por su propio modo de ser, que implica:
 a) que en sus rasgos esenciales, no tiene su origen en la invectiva humana, sino en la
naturaleza del hombre
 b) que no es una entre las posibles formas de unión sexual entre personas, sino la
forma específicamente humana del desarrollo completo de la sexualidad
 c) que es de Derecho natural y, por eso, la recta razón puede descubrir su lógica
intrínseca, sus exigencias jurídicas y morales en cuanto realización específicamente
humana
 d) que, en consecuencia, no es una estructura impuesta por las leyes para organizar
según determinados criterios las uniones entre personas: es una realidad, con su
propia estructura jurídica y moral natural, previa a la intervención (legítima o
ilegítima) de cualquier legislador que regule el matrimonio en atención a su
dimensión social y a su incidencia en el bien público (Hervada, Viladrich).
Es decir:
o El matrimonio es el designio de Dios en el principio al crear a la persona humana
sexualmente modalizada , como varón y mujer: “El mismo Dios es el autor del
matrimonio (GS 48). La vocación al matrimonio se inscribe en la misma naturaleza del
hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una
institución puramente humana a pesar de las variaciones que ha podido sufrir a lo largo
de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas
diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes” (CCE, 1603).

b) Esencia del matrimonio


◦ No es cualquier tipo de unión entre varón y mujer: “el marido y la mujer (…) por el pacto conyugal
ya no son dos, sino una sola carne (Mt 19, 6)” (GS 48).
◦ Una caro del Gn 2, 24 recordada por Jesucristo apunta a la esencia del matrimonio
◦ Para su correcta comprensión conviene fijarse en el presente verbal: no se trata de un proceso
existencial, de un “llegar a ser”, sino de una realidad establecida ya por el pacto conyugal: ya no son
dos, sino una sola carne.
◦ Esa es la realidad estable y permanente —esencial— que constituye el ser del matrimonio, y de la
que nace el vivir, obrar y devenir siendo matrimonio—el obrar sigue al ser—, en consorcio
(compartiendo la misma suerte) de toda la vida, para llegar a realizar, con mayor o menor plenitud,
una comunidad fiel y fecunda de vida y amor (cf. GS 48; c. 1055 § 1).
Esa realidad reside en el vínculo jurídico que liga a los cónyuges en virtud del consentimiento
matrimonial
◦ “El vínculo que se crea entre el hombre y la mujer en la relación matrimonial es superior a cualquier
otro tipo de vínculo interhumano, incluso al vínculo con los padres (…): ´Por eso deja el hombre a
su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hace una sola carne´ (Gn 2, 24)” (Juan Pablo II,
Discurso a la Rota Romana, 1991, n.2)
Hervada ha explicado esa unidad de los dos, que constituye la esencia del matrimonio, sintetizándola en
tres afirmaciones:
◦ “1º El matrimonio es una unidad en las naturalezas que comporta una comunidad de vida y amor.
◦ 2º El principio formal del matrimonio (es decir, de su esencia) es el vínculo jurídico.
◦ 3º Este vínculo se caracteriza y discierne por los tres bienes del matrimonio: ordenación a la prole,
unidad e indisolubilidad”.
◦ El sentido de estas afirmaciones es el siguiente: la naturaleza humana se da individualizada
como varón y mujer, de tal modo que la masculinidad y la feminidad son complementarias
entre sí (complementariedad física y biológica, pero también psicológica y espiritual).
Gracias a esa complementariedad y comunicabilidad natural en el ser, es posible que el
varón y la mujer se hagan coposesores mutuos, es decir, se otorguen recíprocamente una
participación en el dominio que cada uno, por ser persona, tiene sobre su propio ser. Esa
participación —que se ciñe a los aspectos conyugales, es decir, a aquellos en que son
complementarios como varón y mujer— no pueden ser de fusión personal, ya que la persona
es incomunicable: se trata precisamente de una participación jurídica.
◦ Esto se da a través del consentimiento matrimonial
La unidad en las naturalezas une a los cónyuges, en primer lugar, uniendo sus cuerpos y sus almas (de
cuerpo y alma está compuesta la naturaleza humana): “los cuerpos mediante el derecho mutuo sobre
ellos, las almas por la unión del yo personales mediante el amor debido o comprometido. En segundo
término, quienes son uno en sus seres, son uno en sus destinos y en sus vidas. Es, pues, claro que el
matrimonio, siendo una unidad en las naturalezas, comporta una comunidad de vida y de amor”
(Hervada)

c. Propiedades esenciales del matrimonio


◦ “Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio
cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento” (c. 1056).
o Pertenecen a todo verdadero matrimonio
◦ Forman parte de la verdad original del matrimonio transmitida por la Sagrada Escritura y la
Tradición.
◦ Concilio de Trento (Sess. XXIV, cc. 1-2): definidas como doctrina de fe
◦ Concilio Vaticano II (GS 48a)
◦ Por ser naturales están al alcance de la recta razón, que es capaz de conocer en lo fundamental la
verdad del matrimonio: “es la dimensión natural de la unión y, más concretamente, la naturaleza del
hombre modelada por Dios mismo, la que proporciona la clave indispensable de la lectura de las
propiedades esenciales del matrimonio. Su ulterior fortalecimiento en el matrimonio cristiano a
través del sacramento (cf. CIC, c. 1056) se apoya en un fundamento de derecho natural, sin el cuál
sería incomprensible la misma obra salvífica y la elevación que Cristo realizó una vez para siempre
con respecto a la realidad conyugal…” (Juan Pablo II, Discurso a la Rota Romana, 2002,n. 3)
◦ La calificación de esenciales que se da a esas propiedades ha de entenderse… no como si significara
simplemente que son características muy importantes en el orden práctico, y por eso se proponen
como ideales, sino en el preciso sentido de que se trata de propiedades de la esencia del matrimonio
(es decir, características propias que le pertenecen por naturaleza y sin las cuales no se puede dar,
como confirma el c. 1134 al afirmar “del matrimonio válido se origina entre los cónyuges un vínculo
perpetuo y exclusivo por su misma naturaleza”).
◦ Por tanto: no cabe querer contraer un verdadero matrimonio desprovisto de alguna de estas
propiedades.

La unidad
◦ Implica que el vínculo conyugal sólo puede ser único
 De un varón con una mujer, y no cabe multiplicarlo —ni simultánea ni sucesivamente—
mientras el vínculo permanezca.
 Es consecuencia directa de la verdad del matrimonio, que solo nace por mutua entrega y
aceptación totales de los cónyuges.
 Esa totalidad —que debe ser igualmente plena en el varón y la mujer, ya que su dignidad
personal, su valor en cuanto persona, es igual— no se daría si uno de ambos se reservaran el
derecho de entregarse también, en lo conyugal, a otros.
 Exige la monogamia y la fidelidad.
 Cf. GS 49c y FC 19
La indisolubilidad
◦ Significa que, por la propia naturaleza de la unión matrimonial, los cónyuges quedan vinculados
mientras los dos vivan.
 Se trata de otra faceta de la misma totalidad de la entrega conyugal
 Es más, puede decirse que la indisolubilidad no es otra cosa que la “plenitud de la unidad”
(Hervada)
 Si por el consentimiento, los cónyuges son una sola carne, la ruptura del vínculo se opone a
la propia naturaleza (esencia) del matrimonio.
 Esa es la conclusión que Jesucristo extrajo de Gn 2,24, como verdad del principio: “Luego ya
no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”
(Mt 19,6)

Una vez que se haya emitido el consentimiento matrimonial


◦ Los esposos no tienen el poder de romper y volver a ser dos lo que ya es uno
◦ Solo la misma naturaleza puede romperlo con la muerte
◦ Se comprende bien que la indisolubilidad responde a la naturaleza del verdadero matrimonio si se
considera que la persona necesariamente existe y se desarrolla durando en el tiempo, por lo que la
mutua entrega no sería total (no sería matrimonial) si no se entrega también el futuro,
comprometiéndolo definitivamente. No cabe una entrega-aceptación total de la persona por un
tiempo. La entrega solo del momento presente no vincula, porque es simplemente un hecho que pasa
y no puede constituirse en una relación de justicia, en un vínculo jurídico como es el matrimonio.
◦ “La donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que esté
presente toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se reservase algo o la
posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se donaría totalmente” (FC 11)
◦ Por tanto, la unión entre varón y mujer, si es matrimonio, es una e indisoluble y, por eso, debe ser,
en su existir como matrimonio, exclusiva y perpetuamente fiel (cf. CCE 2364-2365)

d) Fines del matrimonio


◦ No indica cualquier finalidad que pudieran proponerse una mujer y un varón
◦ Sino aquellas a las que está ordenada la unión marital entre varón y mujer por su propia naturaleza
(no por la voluntad de los contrayentes o de la ley)
◦ Los fines también pertenecen a la esencia del matrimonio como su dinámica operativa natural, no se
le añaden desde fuera, ni son realmente distintos de la esencia, sino su propia estructura teleológica.
o Las propiedades esenciales muestran la esencia del matrimonio considerada estáticamente,
los fines la muestran en perspectiva dinámica, en cuanto es principio del obrar propio
(naturaleza) del matrimonio.

El c. 1055 § 1 lo expresa cuando afirma:


o Que el matrimonio está “ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la
generación y educación de la prole”, fines que se dan íntimamente relacionados y coordinados entre
sí, sin que sea posible separarlos (cf. CCE 2363)
 No habría plena entrega y aceptación mutuas en la dimensión conyugal si se excluye al otro
consorte
 Si se rechaza su potencial paternidad o maternidad, que son dimensión natural primaria de la
mutua complementariedad entre los sexos
 JP II: “la dimensión natural esencial” del matrimonio “implica por exigencia
intrínseca la fidelidad, la indisolubilidad, la paternidad y maternidad potenciales,
como bienes que integran una relación de justicia” (Discurso a la Rota Romana,
2001, n. 7; cf. FC 14).
Para una comprensión correcta
o Requiere clarificación de tres cuestiones: a) la ordenación y jerarquía de esos fines; b) su
inseparabilidad; y c) la distinción entre su presencia objetiva en el vínculo conyugal y su efectiva
realización existencial

Ordenación de los fines


Discusión de los autores sobre la abolición de la jerarquía de los fines
o Doctrina tradicional sostiene que hay una ordenación de los fines, jerarquía entre ellos
o El c. 1013 del CIC 17, recogiendo la enseñanza tradicional de la Iglesia, calificaba de primario el fin
de la generación y de secundario el del bien de los cónyuges
 Algunos interpretan que al no especificarlo el CV II (cf. GS 48, 50 y el c. 1055) desapareció
la jerarquía.
 El CV II quiso adoptar un leguaje pastoral y de diálogo con el mundo, por lo que no
se consideró necesario usar expresiones técnicas o jurídicas y sus textos confirman la
ordenación natural del matrimonio a la generación y educación de los hijos (cf. GS 48
y 50).
 JP II: aunque la GS y la HV no utilicen la terminología tradicional, sus expresiones
pastorales no excluyen esa jerarquía de fin primario-fin secundario.
 El matrimonio es más que una simple unión procreativa; y la comunidad de vida y
amor de los esposos es más que un simple contexto conveniente para la generación y
educación de los hijos: ambos fines tienen consistencia y dignidad propias, y nunca
pueden separarse. No se pueden separar, no se excluyen ni se minusvaloran, sino que
expresan la ordenación intrínseca del amor propiamente conyugal (Cf. GS 50e).

Inseparabilidad de los fines


o Algunas de las interpretaciones, tergiversan la naturaleza del matrimonio, por entender la jerarquía
de fines como una alternativa entre ellos, cuyo orden habría invertido el Concilio, otorgando la
preeminencia al bien de los cónyuges (referido únicamente a su relación interpersonal), con
independencia de la procreación (que incluso podría valorarse, en ocasiones como un obstáculo para
el bien de los cónyuges, así entendido).
 La exclusión voluntaria de la generación no haría nulo el matrimonio, porque no impediría lo
fundamental, que sería la comunidad de vida y amor.
 JP II salió al paso de esas visiones reductivas: “La ordenación a los fines naturales del
matrimonio … está intrínsecamente presente en la masculinidad y en la feminidad. Esta
índole teleológica es decisiva para comprender la dimensión natural de la unión. En este
sentido, la índole natural del matrimonio se comprende mejor cuando no se lo separa de la
familia. El matrimonio y la familia son inseparables, porque la masculinidad y la feminidad
de las personas casadas están constitutivamente abiertas al don de los hijos. Sin esta apertura
ni siquiera podría existir un bien de los esposos dignos de este nombre” (Discurso a la RR,
2001, n. 5)

Ordenación natural y obtención efectiva de los fines


o Los fines, en cuanto ordenaciones de la esencia, están siempre presentes en el matrimonio
verdadero (en el vínculo mismo), con independencia de que en la vida matrimonial se lleguen
a alcanzar en mayor o menor medida. Para contraer matrimonio válidamente, por tanto, no se
requiere la obtención efectiva de los fines, sino que los contrayentes no excluyan
positivamente, con su voluntad, ninguno de ellos al prestar el consentimiento, es decir, que
quieran contraer verdadero matrimonio respetando su intrínseca ordenación natural.

2. EL MATRIMONIO SACRAMENTO DE LA NUEVA LEY


La Iglesia, acogiendo y meditando fielmente la Palabra de Dios, ha enseñado solemnemente y enseña
que el matrimonio de los bautizados es uno de los siete sacramentos de la Nueva Alianza (cf. Concilio
de Trento, Sess. XXIV, can. 1). En efecto, mediante el bautismo, el hombre y la mujer son inseridos
definitivamente en la Nueva y Eterna Alianza, en la Alianza esponsal de Cristo con la Iglesia. Y debido
a esta inserción indestructible, la comunidad íntima de vida y de amor conyugal, fundada por el Creador
(cf. GS 48), es elevada y asumida en la caridad esponsal de Cristo, sostenida y enriquecida por su fuerza
redentora. En virtud de la sacramentalidad de su matrimonio, los esposos quedan vinculados uno a otro
de la manera más profundamente indisoluble. Su recíproca pertenencia es representación real, mediante
el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia” (FC 13).
“El sacramento del matrimonio tiene esta peculiaridad respecto a los otros: ser el sacramento de una
realidad que existe ya en la economía de la creación; ser el mismo pacto conyugal instituido por el
Creador «al principio»” (FC 68).

La sacramentalidad del matrimonio supone:


◦ a) que la misma realidad natural descrita en los apartados anteriores ha sido elevada por Cristo a la
dignidad de sacramento entre bautizados (cf. c. 1055 § 1)
◦ b) que, por tanto, entre bautizados no puede haber un verdadero matrimonio natural que no sea, por
eso mismo, sacramento (principio de inseparabilidad entre contrato y sacramento: cf. c. 1055 § 2)
◦ c) que, de acuerdo con la ley general que rige las relaciones entre naturaleza y gracia, la elevación
del matrimonio al orden de la gracia no anula su naturaleza, sino que la asume, eleva y perfecciona,
santificándola con una eficacia sacramental (cf. FC 19).
Elementos del sacramento del matrimonio (igual que los demás sacramentos)
◦ Sujeto: los esposos
◦ Ministros : los esposos
◦ Signo sacramental: el matrimonio mismo (la unidad en las naturalezas desde el pacto
conyugal…). Solo son sacramento según praxis de la Iglesia y mayoría de los autores cuando los
dos son bautizados.
o lo significado por el signo es la unión salvífica indisolublemente fiel de Cristo con su
Iglesia (cf. Ef 5,22-33)
◦ Y efectos: propio e inmediato (res et sacramentum), no es la gracia sobrenatural en sí, sino el
vínculo conyugal cristiano (cf. FC 13; HV 9), que es como el título por el que los cónyuges se
hacen acreedores a la gracia sacramental, que los fortalece y los capacita para vivir su
matrimonio como vocación y camino eclesial de santidad (cf. c. 226), en la nueva dimensión
que supone su elevación al orden de la gracia (cf. c. 1134; FC 13 y 20).
En virtud de su sacramentalidad, el vínculo mismo se convierte en un vínculo sagrado, ya no meramente
natural (GS 48; JP II, Discurso a la RR, 2003, nn. 3 y 6). Por esta razón, las propiedades esenciales del
vínculo quedan dotadas de una singular firmeza (cf. c. 1056), congruente con su significación
sacramental y sus fines trascienden también el ámbito meramente natural: la comunidad de vida y amor
pasa por el signo indefectible de Cristo y su Iglesia, la generación y educación cristiana de los hijos es
también crecimiento de la Iglesia, y la familia misma se constituye en Iglesia doméstica (cf. LG 11;
CCE 1641-1642).
3. EL «IUS CONNUBII» Y LA REGULACIÓN JURÍDICA DEL MATRIMONIO
Únicamente el consentimiento mutuo del varón y la mujer, que ningún poder humano puede sustituir o
suplantar, es capaz de unirlos en matrimonio (cf. c. 1057 § 1); y pueden ejercer libre y eficazmente su
derecho a unirse en matrimonio todos los que no lo tengan prohibido por el Derecho (cf. 1058).
◦ Estos dos aspectos, poder eficiente exclusivo y libertad —para contraer o no y para elegir al
cónyuge—, integran el contenido de lo que se denomina «ius connubii», si bien esta expresión
suele usarse sobre todo para indicar el derecho a contraer matrimonio. Se trata de un derecho
natural de la persona, y también de un derecho fundamental del fiel en el ámbito eclesial (cf.
219).
Al derecho no le corresponde, por tanto, conceder, sino reconocer ese derecho, como hacen los cc. 1057
y 1058 citados (y genéricamente el c. 219). Pero sí le compete regular su recto ejercicio, estableciendo
las necesarias condiciones, requisitos o formalidades (cf. c. 1059), e incluso sometiéndolo a ciertas
limitaciones, como afirma indirectamente el citado c. 1058, al prever que pueda haber quienes tengan
prohibido por el Derecho el ejercicio del ius connubii.
Por tratarse de limitaciones al ejercicio de un derecho fundamental, solo serán legítimas si, además de
obedecer razones justas (lo serán especialmente las que tiendan a garantizar que el ius connubii se ejerce
de modo acorde con la naturaleza del matrimonio y en armonía con las demás exigencias del bien
común) y graves (ya que, tratándose de una esfera de autonomía, ante inconvenientes leves o en caso
dudoso de Derecho ha de estar por la libertad), están definidas por la ley expresamente y con certeza, de
modo que puedan interpretarse estrictamente (cf. c. 18). Entre las limitaciones al ius connubii que el
Derecho puede establecer o declara cuentan los impedimentos matrimoniales.

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