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El matrimonio y la filiación en el Derecho

de Familia venezolano (página 2)


Enviado por Johan A. Sarmiento J.

Partes: 1, 2, 3

      Teóricamente, la edad para contraer matrimonio debería ser aquella en que los
contrayentes hubiesen alcanzado la pubertad, es decir, la capacidad de procrear; pero, como
esa situación es diferente para cada individuo, las legislaciones han tenido que acudir a la
ficción legal de que la aptitud sexual para celebrar nupcias se produce automáticamente en
la mujer a una determinada edad y en el hombre a otra, siendo la pubertad en aquella mas
anticipada que en éste.

Características generales:

La forma más habitual de matrimonio es entre un hombre y una mujer, aunque la definición
precisa de esta relación varía de unas culturas a otras. En distintos tiempos y lugares se han
reconocido otras variedades. Estadísticamente, las sociedades que permiten la poligamia
como variedad aceptada de matrimonio son más frecuentes que las que sólo permiten la
monogamia. Sin embargo, la monogamia es la práctica más común incluso en las primeras.

El matrimonio se considera un concepto importante porque contribuye a definir la


estructura de la sociedad, al crear un lazo de parentesco entre personas (generalmente) no
cercanas en línea de sangre. Una de sus funciones ampliamente reconocidas es la
reproducción y socialización de los hijos, así como la de regular el nexo entre los
individuos y su descendencia que resulta en el parentesco, rol social y estatus.

En las sociedades de influencia occidental se suele distinguir entre matrimonio religioso y


matrimonio civil, siendo el primero una institución cultural derivada de los preceptos de
una religión, y el segundo una forma jurídica que implica un reconocimiento y un conjunto
de deberes y derechos legal y culturalmente definidos.

Matrimonio católico:

Según la Iglesiael origen del matrimonio entre una pareja no es sólo cultural, sino que
procede de la misma naturaleza del hombre en cuanto que -como dice el libro del Génesis
(1-27), en la Biblia- al principio Dios los "creó hombre y mujer". El matrimonio sería, por
tanto, una institución y no un producto cultural cuyas principales características -unidad,
indisolubilidad y apertura a la vida- vendrían definidas por la propia naturaleza del amor
entre hombre y mujer que exige a los esposos amarse el uno al otro, para siempre y que
alcanza su mayor expresión en el hijo, fruto del amor. El reconocimiento civil que las leyes
hacen del matrimonio debe respetar la naturaleza de esta institución, de ahí la oposición de
la Iglesia Católica al matrimonio polígamo, poliándrico y homosexual.

Para los católicos el fundamento del matrimonio se encuentra en las siguientes palabras del
génesis: "Creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó varón y
hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer; y vendrán a
ser los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne". Una sola
carne significa que los esposos se pertenecen en lo conyugable (en aquello que los hace
sexualmente complementarios), que forman una unidad de dos, que son en lo conyugable,
un nuevo ser que recrea el mundo, y ese co-ser da origen a los hijos.

Fundamentos jurídicos
Las características generales de la institución del matrimonio incluidas en algunos
ordenamientos jurídicos, son la dualidad, la heterosexualidad y el contenido en cuanto a
derechos y deberes. A partir del siglo XX, en las sociedades de influencia occidental y
procedente del liberalismo se recoge también el principio de igualdad, con un peso
creciente en las regulaciones derivadas.

·         La dualidad del matrimonio es el principio por el que la institución está prevista, en
principio, para unir a dos personas y vincularlas en orden a su convivencia y procreación.
Una excepción muy importante a este principio se encuentra en algunos ordenamientos (en
especial los de base islámica), que reconocen la posibilidad de que un hombre contraiga
matrimonio con más de una mujer; pero incluso en este caso la institución vincula a una
persona con otra, pues las diversas mujeres que un musulmán pueda tener no están unidas,
en principio, por ningún nexo jurídico ni tienen derechos y obligaciones entre sí.

·         La heterosexualidad matrimonial exige la pertenencia de cada contrayente a uno de


los sexos, de manera que un hombre y una mujer son los únicos que, en principio, pueden
contraer matrimonio. Este principio está siendo modificado en algunos países en favor del
principio de igualdad, a fin de reconocer la paridad de derechos y obligaciones entre
hombre y mujer y extender los beneficios que implica la institución del matrimonio a
parejas formadas por personas del mismo sexo.

·         Países Bajos, Bélgica, España, Canadá y Sudáfrica, así como el estado de
Massachusetts en Estados Unidos, han admitido el matrimonio entre dos personas del
mismo sexo para crear una familia que prolongue la existencia de la especie. Estos países
modifican la anterior definición legal del matrimonio al concebirlo como la unión de dos
personas.  El contenido en cuanto a derechos y deberes de los cónyuges varía en función
del ordenamiento jurídico de cada país, pero por lo general todos les imponen la obligación
de vivir juntos y guardarse fidelidad, de socorrerse mutuamente, de contribuir al
levantamiento de las cargas familiares y de ejercer conjuntamente la potestad doméstica y
la patria potestad sobre los hijos, que se presumen comunes salvo prueba en contrario. Las
singularidades del contenido del matrimonio en cuanto a derechos y deberes de los
cónyuges derivan en cada país de su propia concepción cultural de la institución, que ha
dado forma a la misma en su legislación positiva y en su práctica jurídica.

Efectos del matrimonio


El matrimonio produce una serie de efectos jurídicos entre los cónyuges y frente a terceras
personas, de los cuales los fundamentales son las obligaciones conyugales, el parentesco y
el régimen económico del matrimonio. Además, en la mayoría de países produce de
derecho la emancipación del contrayente menor de edad, con lo cual éste queda libre de la
patria potestad de sus padres y podrá en adelante actuar como si fuera mayor, aunque
posteriormente se divorcie.

Precisamente, por el mismo hecho de tratarse de un contrato, el matrimonio suscita una


serie de efectos, tan peculiares como él mismo. Un efecto general, y de carácter
fundamental en esta materia está constituido por la creación de un nuevo estado para con
los sujetos: el estado conyugal; generando un vínculo que es algo más que un parentesco,
ya que es una unión más íntima, un vínculo matrimonial. Esta naciente condición de
cónyuges determina un entretejido de recíprocos derechos y deberes, originando asimismo
relaciones tanto personales como patrimoniales.

En cuanto a las relaciones personales, es necesario hacer referencia a los derechos y


deberes de los esposos, mencionados anteriormente. Estos están consagrados en el Código
Civil Venezolano (CCV), el cual en su artículo 137 establece que:

.-          Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen
los mismos deberes. Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos,
guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente.

.-          La mujer casada podrá usar el apellido del marido. Este derecho subsiste aún
después de la disolución del matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas
nupcias.

.-          La negativa de la mujer casada a usar el apellido del marido no se considerará, en


ningún caso, como falta a los deberes que la ley impone por efecto del matrimonio.

.-          De igual modo, en el primer aparte del artículo 139 se contempla que:

El marido y la mujer están obligados a contribuir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales.

            Gracias a tales disposiciones se puede decir  que el legislador venezolano incluye el
Principio de la Igualdad del Hombre y la Mujer dentro de esta normativa, ya que ambos
asumen idénticos deberes, los cuales constituyen derechos de los que goza el otro. Esos
deberes serán de carácter legal (se encuentran consagrados en la ley), ético (se confían al
afecto y a la conciencia del marido y de la mujer), recíproco (cada uno de los esposos los
tiene para con el otro, y de orden público (no son relajables por el deseo de los cónyuges).
Es importante destacar que la fijación del domicilio conyugal debe ser designado con
arreglo al mutuo acuerdo de los esposos, tal como reza en el artículo 140 del CCV.
Efectos del matrimonio y del concubinato
en Venezuela según la constitución nacional
 

Indice
1. Introducción
2. ¿Qué es el Matrimonio?
3. La Figura del Concubinato
4. Artículo 77 de la Constitución
5. Conclusiones
6. Bibliografía

1. Introducción

La familia, institución que aparece en la historia como una comunidad creada por el
matrimonio y compuesta por progenitores y procreados, además de otras personas
conviventes o no, unidas por lazos de sangre o por sumisión a una misma autoridad; es el
eje social primario donde el individuo comienza a girar en torno a los demás.
Aristóteles la definió como una convivencia querida por la naturaleza misma para los actos
de la vida cotidiana, con lo que señalaba que tiene su base en la propia naturaleza, en orden
al cumplimiento del fin para el cual es querida o exigida. Dicho fin es la conservación de la
vida, bien por satisfacción de necesidades físicas y espirituales, o bien por engendrar y
educar a nuevas generaciones.
Por la importancia que tiene con respecto a la sociedad, la familia ha sido llamada "célula
social", ya que entre ambas existe la misma relación que entre la célula y el organismo
vivo. Dentro de la sociedad constituye la pieza esencial y uno de los cimientos que la
sostiene; por eso se ha dicho que las especies animales que no tienen familia también
carecen de sociedad. De ahí que configure un fenómeno social tan antiguo como la
humanidad misma, y que la filosofía cristiana sitúe su origen en los albores de la
humanidad, en la primera pareja creada por Dios, la cual, multiplicándose, ha llenado la
tierra.
Aunque el matrimonio es en esencia una relación de personas que da origen al hecho de la
familia; el Derecho se ocupa por igual de regular aquellas uniones estables de hecho que
constituyen un hogar, obedeciendo ha costumbres e idiosincrasias, siendo una realidad
social más frecuente que el legislador ha empezado a tratar, pero que aún no han sido
objeto de un estudio serio y riguroso en nuestro ordenamiento.
Tanto nuestra legislación como las de otros países latinos carecen de un marco jurídico
completo que codifique cabalmente las relaciones personales, patrimoniales y frente a
terceros de las parejas que conforman estos matrimonios naturales. Sosegadamente y muy
poco a poco han ido reconociendo determinados derechos a los concubinos; mas sin
embargo, ha sido la labor de los tribunales a través de sus veredictos la que ha otorgado
procedente seguridad jurídica a las circunstancias surgidas de estos casos.
Ante un contexto tan enraizado que va incrementándose día tras día, resulta forzosa y hasta
perentoria una regulación legal integral, buscando la formalización de las relaciones
nacidas dentro de estas uniones, tendiente sobre todo a proteger más aún los intereses de las
partes, afianzando su seguridad, considerando que se trata de una alternativa cultural al
matrimonio, procurando que surta los mismos efectos de un enlace civil. De esta manera
transformaría lo que hasta ahora encarna una opción cultural en otra legal, tomando como
ejemplo legislaciones como las de Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, Panamá, e
inclusive en menor grado, la nuestra.
En Venezuela más de la mitad de las familias emanan de una unión extramatrimonial. Y
esta cifra no puede pasar fácilmente desapercibida. Es por ello que la interrogante planteada
en este trabajo es si, conforme a las disposiciones del Código Civil y de la Constitución
Nacional, ¿resulta beneficioso o no para la familia venezolana que un precepto
constitucional ordene que toda unión estable de hecho genere los mismos efectos que el
matrimonio?
La metodología empleada en este trabajo es de carácter bibliográfico, reseñando la
situación de los distintos tipos de familia (matrimonio y concubinato), así como de análisis
de la normativa referida para tratar el tema propuesto.

2. ¿Qué es el Matrimonio?

"El amor que hay entre dos, mujer y marido, es el más estrecho, como es notorio, porque le
principia la naturaleza y le acrecienta la gracia, y le entiende la costumbre, y le enlazan
estrechísimamente otras muchas obligaciones".
(Fray Luis de León)

El hombre, desde el principio de los tiempos, ha sentido la necesidad de vivir en


comunidad, rodeado de sus semejantes. Gracias a su evolución, esta forma de vida fue
instaurada bajo el nombre de sociedad, teniendo como núcleo central la unión de hombres y
mujeres para reproducir su especie, constituyéndose así la familia como célula fundamental
de la misma, dentro del ámbito jurídico, religioso, y de la vida en todas sus modalidades. Y
el Derecho ha tomado parte en ella, no creándola (puesto que ella configura un fenómeno
natural), sino sistematizando sus aspectos fundamentales. Así tiene su origen el
matrimonio, como intervención clave, específicamente dentro del Derecho de Familia.
La palabra matrimonio, de acuerdo con la opinión de un sector de la doctrina, se deriva de
la palabra latina matri munium que significa carga, gravamen de la madre. Esto podría
conducir a conclusiones erróneas, pues el matrimonio no tiene por qué representar una
pesada carga para la mujer. Por ende, existe otro punto de vista sociológico que considera
la frase matrem muniens, que implica defensa, protección de la madre.
Existen definiciones de carácter jurídico-formal, teleológico y sociológico para el
matrimonio. Conjugándolas en una sola, podríamos decir que es "la unión legal de un
hombre y una mujer para establecer entre ellos una plena y perpetua comunidad de vida"
(Grisanti: 2000, p.88). Constituye el matrimonio la unión del hombre y la mujer consagrada
por la ley formando una unidad perfecta de vida física y espiritual. Es, por tanto, una unión
total de vida, que convierte al esposo y a la esposa en una sola carne (tal como dice el
Génesis), fundiéndolos en una unidad superior, a través de un acto jurídico por el cual
establecen entre sí una alianza que la ley sanciona.
Su importancia radica en la condición que posee de asiento básico de las relaciones
personales, y por tanto, de la sociedad; ya que sus fines primordiales son, entre otros,
procurar auxilio y complemento mutuo entre ambos cónyuges, constituyendo la clave para
perpetuar la especie, así como formar a las nuevas generaciones, inculcando en ellas
valores humanos esenciales.
Esta institución, dentro del Derecho Civil Moderno, contempla las siguientes cualidades:
Unidad, porque se realiza entre un solo hombre y una sola mujer; tal como lo contempla el
artículo 77 de nuestra Constitución vigente, y el Código Civil en su artículo 44.
Perpetuidad, pues el matrimonio se celebra con la aspiración de que esa unión perdure en el
tiempo; y su consentimiento debe otorgarse sin someterlo a término o condición alguna.
Laicismo, debido a que produce efectos jurídicos.
Solemnidad, porque requiere de formalidades previstas en la ley para su celebración.
Consentimiento, ya que se requiere de la plena voluntad de ambos contrayentes respecto del
acto que están realizando.
Intervención del Estado, a través de un funcionario público competente, quien debe prestar
declaración referente a la nueva unión que ha presenciado.
Diversas corrientes jurídicas han pretendido establecer teorías acerca del origen del
matrimonio. Entre ellas se destacan la Teoría Contractualista, según la cual el matrimonio
es un contrato con características peculiares, ya que constituye un acuerdo de voluntades
entre las partes (contrayente) para crear un nuevo vínculo jurídico: el vínculo jurídico
matrimonial; la Teoría del Negocio Jurídico Complejo, pues lo considera como tal,
enmarcado por el consentimiento de las partes y la presencia solemne del Estado; la Teoría
del Contrato Institucionalizado, porque proviene del mutuo acuerdo entre los contrayentes
y, una vez perfeccionado, recibe de la autoridad de la ley las normas que lo rigen y los
efectos que produce. De acuerdo con esto, la legislación venezolana hace pensar que se
considera la Teoría del Matrimonio como Contrato, atendiendo al Capítulo II, Título IV del
Libro Primero del Código Civil vigente que se titula De las formalidades que deben
preceder al contrato de matrimonio.
Precisamente, por el mismo hecho de tratarse de un contrato, el matrimonio suscita una
serie de efectos, tan peculiares como él mismo. Un efecto general, y de carácter
fundamental en esta materia está constituido por la creación de un nuevo estado para con
los sujetos: el estado conyugal; generando un vínculo que es algo más que un parentesco,
ya que es una unión más íntima, un vínculo matrimonial. Esta naciente condición de
cónyuges determina un entretejido de recíprocos derechos y deberes, originando asimismo
relaciones tanto personales como patrimoniales.
En cuanto a las relaciones personales, es necesario hacer referencia a los derechos y
deberes de los esposos, mencionados anteriormente. Estos están consagrados en el Código
Civil Venezolano (CCV), el cual en su artículo 137 establece que:
Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen los
mismos deberes. Del matrimonio deriva la obligación de los cónyuges de vivir juntos,
guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente.
La mujer casada podrá usar el apellido del marido. Este derecho subsiste aún después de la
disolución del matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas nupcias.
La negativa de la mujer casada a usar el apellido del marido no se considerará, en ningún
caso, como falta a los deberes que la ley impone por efecto del matrimonio.
De igual modo, en el primer aparte del artículo 139 se contempla que:
El marido y la mujer están obligados a contribuir en la medida de los recursos de cada uno,
al cuidado y mantenimiento del hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales.
Gracias a tales disposiciones es posible concluir que el legislador venezolano incluye el
Principio de la Igualdad del Hombre y la Mujer dentro de esta normativa, ya que ambos
asumen idénticos deberes, los cuales constituyen derechos de los que goza el otro. Esos
deberes serán de carácter legal (se encuentran consagrados en la ley), ético (se confían al
afecto y a la conciencia del marido y de la mujer), recíproco (cada uno de los esposos los
tiene para con el otro, y de orden público (no son relajables por el deseo de los cónyuges).
Es importante destacar que la fijación del domicilio conyugal debe ser designado con
arreglo al mutuo acuerdo de los esposos, tal como reza en el artículo 140 del CCV.
Finalmente, en lo que respecta a los efectos patrimoniales, se encuentra el régimen de
bienes en el matrimonio, conformado por el grupo de normas que enmarca los aspectos
económicos que brotan de los cónyuges entre sí o entre éstos con terceros. Dichas normas
pueden ser acogidas por el consenso de voluntades de ambos sujetos, o en caso contrario,
son determinadas por la propia ley.
Esta situación se origina por causa del mismo matrimonio en sí; pues aunque su propósito
original sea no pecuniario, en la convivencia permanente de dos personas se suscitan una
serie de gastos impostergables que requieren ser subsanados. Y si bien se ha dicho
anteriormente que los deberes de hombre y mujer en el matrimonio son iguales, en
consecuencia ambos deberán soportar los gastos de manera compartida, pues recae en ellos
el soporte económico del hogar; incluyendo en él sus atenciones personales así como las
atenciones con personas frente a las cuales están obligados (hijos, familiares enfermos,
acreedores, etcétera).
Cuando la pareja decide llegar a un acuerdo previo al matrimonio para regular su
patrimonio dentro de la vida conyugal, se habla de Capitulaciones Matrimoniales. Si no es
llevado a cabo este procedimiento, la ley procura un régimen supletorio: la Comunidad
Limitada de Gananciales.
Las Capitulaciones Matrimoniales son acuerdos que realiza la pareja próxima a casarse para
determinar el tratamiento que será aplicado a sus bienes patrimoniales, una vez efectuado el
matrimonio, y en tanto que la duración de éste.
Estos pactos se caracterizan por ser bilaterales (pues son efectuados por ambos
contrayentes); además son accesorios al matrimonio (ya que no podrán celebrarse de
manera independiente a él, si el matrimonio no llega a realizarse o en caso de declararse
nulo, las capitulaciones no surten efecto alguno); son solemnes (para su debida ejecución es
necesario cumplir con las formalidades de ley); son personalísimos (así como lo es el
matrimonio, pues son llevadas a cabo exclusivamente por la pareja); son inapelablemente
anteriores al matrimonio (si no son pactadas previamente, ya no podrán serlo, siendo
sometida dicha unión al régimen supletorio); y por último son inmutables (no pueden
modificarse después de la celebración del matrimonio).
Por otra parte se encuentra el régimen legal supletorio: la Comunidad Limitada de
Gananciales. Ésta entra en escena cuando los futuros cónyuges no ejercen el derecho que
les otorga la ley para elegir su régimen patrimonial matrimonial, supliendo el vacío que
podría causar esa falta de escogencia. Está consagrado en el artículo 148 del CCV que
establece:
Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes, de por mitad,
las ganancias o beneficios que se obtengan durante el matrimonio.
Así, la Comunidad Limitada de Gananciales puede definirse como un género de comunidad
limitada, constituido por la propiedad compartida de un conjunto de bienes, que se
consideran comunes a ambos cónyuges; siendo tales bienes las ganancias o beneficios
obtenidos por cualquiera de ellos durante el matrimonio; manteniendo esa propiedad al
margen de la existencia (absolutamente legal y por demás obvia) de bienes propios de cada
esposo.
Por ser especial y genérica, posee cualidades que la diferencian de la comunidad corriente
de bienes. Entre éstas puede mencionarse el hecho de que sólo puede existir entre
cónyuges, quedando prohibida la sociedad de ganancias a título universal surgida entre
personas que no gocen de este parentesco (según el artículo 1650 del CCV). Las cuotas de
copropiedad se mantienen inalterables, correspondiente a la mitad de las ganancias (artículo
148 del CCV). No puede ser establecida previamente a la celebración del matrimonio
(artículo 149 del CCV). Su sistematización corresponde al texto legal, y nunca a la voluntad
de las partes. Y por último, no persigue fines lucrativos, sino que busca el debido
cumplimiento de las obligaciones que trae consigo el matrimonio.
Luego, dentro de ésta comunidad de gananciales se hallan dos conjuntos bienes: aquéllos
propios de cada cónyuge, y aquéllos que pasan a ser compartidos por ambos. Éstos últimos
se constituyen por las ganancias obtenidas por su trabajo, así como también los
rendimientos (frutos, rentas e intereses) que generan los bienes comunes y propios. De
igual manera, constituyen gananciales los bienes adquiridos con otros gananciales.
Artículo 158. El derecho de usufructo o de pensión, forma parte de los bienes propios del
cónyuge a quien pertenece; pero las pensiones y frutos correspondientes a los primeros
veinte años del matrimonio, corresponden a la comunidad en los cuatro quintos. De los
veinte años en adelante todos los frutos y pensiones corresponden a la comunidad.
Artículo 161. Los bienes donados o prometidos a uno de los cónyuges, por razón del
matrimonio, aún antes de su celebración, son de la comunidad, a menos que el donante
manifieste lo contrario.
Artículo 163. El aumento de valor por mejoras hechas en los bienes propios de los
cónyuges, con dinero de la comunidad, o por la industria de los cónyuges, pertenece a la
comunidad.
Los bienes propios de cada uno de los esposos, es decir, los que no forman parte de los
gananciales, están expresados en el CCV como sigue:
Artículo 151. Son bienes propios de los cónyuges los que pertenecen al marido y a la mujer
al tiempo de contraer matrimonio, y los que durante éste adquieran por donación, herencia,
legado o por cualquier título lucrativo. Son también propios los bienes derivados de las
accesiones naturales y la plusvalía de dichos bienes, tesoros y bienes muebles abandonados
que hallare alguno de los cónyuges, así como los vestidos, joyas y otros enceres u objetos
de uso personal o exclusivo de la mujer o del marido.
Artículo 152. Se hacen propios del respectivo cónyuge los bienes adquiridos durante el
matrimonio:

1. Por permuta con otros bienes propios del cónyuge.


2. Por derecho de retracto ejercido sobre los bienes propios por el
respectivo cónyuge y con dinero de su patrimonio.
3. Por dación en pago hecha al respectivo cónyuge por obligaciones
provenientes de bienes propios.
4. Los que adquiera durante el matrimonio a título oneroso, cuando la
causa de adquisición ha precedido al casamiento.
5. La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños
personales o de enfermedades, deducidas las primas pagadas por la
comunidad.
6. Por compra hecha con dinero proveniente de la enajenación de otros
bienes propios del cónyuge adquiriente.
7. Por compra hecha con dinero propio del cónyuge adquiriente,
siempre que haga constar la procedencia del dinero y que la
adquisición la hace para sí.

En caso de fraude, quedan a salvo las acciones de los perjudicados para hacer declarar
judicialmente a quien corresponde la propiedad adquirida.
Es fundamental mencionar el supuesto de los Derechos de Autor, debido a que éstos
permanecen como bienes propios del cónyuge que mediante su actividad intelectual los
produjo, aún cuando hayan sido adquiridos durante el matrimonio.
El mantenimiento económico del hogar únicamente no gira en torno a las propiedades y
transacciones de los esposos; ambos también deberán correr (de por mitad) con las
denominadas cargas comunes, constituidas por las responsabilidades o deudas adquiridas
por cualquiera de los cónyuges o ambos, pero que por su origen no deben ser soportadas
individualmente, sino en comunidad, según lo indican los artículos 165 y 166 del CCV.
Para concluir, esta comunidad limitada de gananciales incluye, obviamente, cláusulas a
través de las cuales puede disolverse el vínculo generado de ese régimen patrimonial
matrimonial. Nuestro CCV, en su artículo 173, enumera de manera taxativa tales causas de
separación; es decir, que no podrán ser impuestas por la voluntad particular de los
cónyuges, siendo así de orden público. Cuando, por cualquiera de las causales expuestas, se
extingue la comunidad de gananciales, esto acarrea como consecuencia que la misma se
sustituye por una comunidad ordinaria entre los cónyuges y los ex cónyuges, o sus
herederos. Ésta se regirá por la normativa relativa a la comunidad, y sólo llegará a su fin
una vez sea liquidada.
El legislador venezolano considera a la familia como elemento fundamental para el
crecimiento y desarrollado de la sociedad; y plantea la salvaguarda de dicha situación a
partir de la sistematización de esa institución llamada matrimonio, procurando evitar que
por motivos erróneos o de carácter doloso, alguno de sus miembros (los cónyuges), así
como sus descendientes y todos aquéllos relacionados que posean un interés en la
comunidad conyugal, puedan verse afectados de modo alguno; manteniendo protegida esta
figura para que en ningún momento lleguen a desvirtuarse, ocasionando daños, los efectos
que ella conlleva intrínsecamente por tratarse de la unión pura y total de un hombre con una
mujer.

3. La Figura del Concubinato

"En la unidad de los dos el hombre y la mujer son llamados a existir recíprocamente, el uno
para el otro"
(Juan Pablo II)

A pesar de que el matrimonio aparece como una institución prácticamente de condición


universal, regulado tanto por el Derecho como por las distintas religiones existentes; con el
paso de los años, ha ido creciendo progresivamente bajo su sombra la figura del
concubinato.
Específicamente en Venezuela podría asegurarse que el setenta por ciento de las familias
viven en uniones extramatrimoniales, incluso se ha llegado a decir que "los venezolanos
tenemos vocación hacia la vida en concubinato" (González: 1999, p.7).
Este modo de actuar social ha sido definido como una unión monogámica entre un hombre
y una mujer que, aunque posean la capacidad requerida para celebrar un matrimonio,
mantiene una sociedad de hecho (siendo aquélla que, a pesar de ser lícita, no ha cumplido
con todos los requisitos legales para la constitución del matrimonio) permanente y
responsable, cuyo fin sea edificar una familia, cumpliendo con los deberes recíprocos de
cohabitación, socorro y respeto, todo esto bajo la apariencia de un matrimonio.
El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación.
Entre los elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como:
Inestabilidad, diferencia clave entre el matrimonio y el concubinato, ya que éste no cuenta
con una formalidad que incluya al menos la apariencia de permanencia. Los concubinos no
poseen un verdadero vínculo legal que los una, a pesar de que dicha unión se realice con
miras a un verdadero futuro estable y duradero.
Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo
subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.
Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro Código Penal).
Individuos de sexo diferente, aplicando analógicamente el principio que determina el CCV
en cuanto afirma que el matrimonio sólo puede celebrarse entre un hombre y una mujer.
Así, se prohíbe toda posibilidad de uniones incongruentes entre personas del mismo sexo.
Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan cumplir con todos los requisitos
que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no celebrar su unión de tal modo.
Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto económico
como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la razón casi
primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta mucho más
arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más fácil,
representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación legal
alguna. En relación con las causas de carácter cultural, se encuentra la falta de desarrollo
en la educación; pues esto ocasiona que el venezolano de escasos recursos no comprenda
cabalmente la importancia de un vínculo familiar sistematizadamente organizado.
Parece imperioso delimitar la frontera que cubre el concepto de la relación concubinaria en
sí, es decir, su aspecto personal. Para ello es indispensable aclarar dentro de cuál o cuáles
conceptos jurídico-institucionales se ubica la situación en cuestión. Resulta sin duda
incuestionable que el concubinato representa un estado meramente familiar, ya que cumple
básicamente con las funciones del mismo. Pese a ello, únicamente representa dicha
circunstancia y no la constituye como tal, debido a que no posee un lazo biológico entre la
pareja ni una sentencia de matrimonio firmes que lleguen a sustentarla; así se da en este
caso la existencia de un estado aparente de familia, basado en los hechos y no en el
Derecho. De modo que los concubinos desarrollan ante la comunidad en la cual se
desenvuelven una aparente vida conyugal de marido y mujer (cuando la unión es pública y
no oculta, claro está), sin estar unidos por el vínculo matrimonial que otorga la ley.
Esta situación tiene escena en nuestro mundo jurídico debido a que la relación
extramatrimonial implica un valor intrínseco en sí misma al cual el Derecho no puede dar la
espalda, pues si lo hiciera estaría yendo en contra de su misma esencia, como es la de
organizador de las formalidades requeridas por los supuestos jurídicos que surgen día tras
día en la sociedad.
La protección jurídica otorgada al concubinato por parte del legislador venezolano, a través
de una reducida (mas no poco ineludible) organización, cubre ciertos aspectos de ese
carácter personal que se indicó precedentemente. La primera parte del artículo 70 del CCV
señala:
Podrá prescindirse de los documentos indicados en el artículo anterior y de la previa
fijación de carteles, cuando los contrayentes deseen legalizar la unión concubinaria
existente en que hayan estado viviendo. Esta circunstancia se certificará expresamente en la
partida matrimonial...
Así, tomando en consideración que las situaciones de hecho a las que se refiere la norma
son cada vez más numerosas, y que la función del Derecho en este caso debe ser llamar al
ciudadano a la debida guarda de las instituciones jurídicas básicas de la sociedad, tal como
lo es el matrimonio, pilar fundamental del resguardo de la familia, el Código exonera de la
introducción de los recaudos para la celebración del matrimonio a que hace referencia en su
artículo 69, de modo que las parejas que se hallen motivadas a legalizar su unión
concubinaria, no encuentren ningún impedimento para hacerlo, y gocen de la debida
protección jurídica que su posición requiere.
El CCV considera un último aspecto de la relación extramatrimonial a nivel personal en su
artículo 211:
Se presume, salvo prueba en contrario, que el hombre que vivía con la mujer en
concubinato notorio para la fecha en que tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha cohabitado
con ella durante el período de la concepción.
En consecuencia, se observa una vez más que nuestra normativa busca salvaguardar el
fenómeno extramatrimonial como cimiento real de la manifestación de la familia, al
expresar que bajo presunción iuris tantum se facilita la prueba de la filiación del niño
nacido de pareja de concubinos.
Diversos estatutos como la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la nueva
Ley Orgánica de la Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA), además de la reforma de
nuestro Código Civil en 1982, entre otros, han ratificado la libertad probatoria para el
establecimiento de la filiación, han eliminado la diferenciación entre hijos naturales y
legítimos (válida para el Código de 1942), todo ello en aras de promover el desarrollo pleno
y estable de la personalidad de todo niño, protegiéndolo de cualquier clase de maltrato o
menosprecio que pudiese sufrir; pues resguardar su situación es velar a la vez por el futuro
crecimiento de la sociedad, con ciudadanos considerados con su propia persona y con
quienes que les rodean.
En tal caso, una vez probada la posesión de estado de concubina respecto del hombre con el
cual cohabita para el momento del alumbramiento, se asume que éste convivió con ella para
el momento de la concepción; evitando así la incertidumbre referente a la paternidad que
resulta muy frecuente en estos casos. La norma está equiparando esta presunción iuris
tantum con la presunción de paternidad en el matrimonio.
Por otra parte, cuando el acto de reconocimiento del hijo nacido fuera del matrimonio no se
hiciere de manera voluntaria, la madre del niño (o incluso éste personalmente, según se dé
la situación) podrá acudir a todo género de pruebas; incluyendo exámenes hematológicos y
heredobiológicos, constancia de la posesión de estado de hijo, etcétera. Una vez establecida
la filiación, el padre queda en la obligación de prestar a su hijo pensión alimentaria
(entendida como el suministro de todos los medios que requiera para su manutención). De
igual modo, comenzará a desempeñar el ejercicio de la patria potestad (la cual consistirá en
la protección integral del sujeto confiada a sus padres) y de la guarda (referida a la debida
satisfacción que debe darse a las exigencias del menor, vigilándolo y educándolo) de su
descendiente, pero de manera conjunta con la madre, pues así lo establece la ley; siempre y
cuando alguno de ellos no incurra en los impedimentos previstos por la LOPNA para
practicar estos deberes de padre. Todos estos supuestos de responsabilidad paterna serán
llevados a cabo mientras el hijo sea menor de edad no emancipado, o en caso de que se
trate de un mayor de edad inhabilitado.
Gracias a estos aspectos previstos en el CCV para la adecuada regulación del concubinato,
es posible afirmar que éste, al igual que el matrimonio, origina determinados efectos
pecuniarios que involucran a ambos miembros de la unión de hecho, así como a terceros
que se vean relacionados a ella.
La existencia del estado aparente de familia que genera el concubinato da cabida al
surgimiento de un Derecho aparente, según autores como Bossert, llegando a la situación
de que se originen negociaciones y relaciones jurídicas de la pareja (o uno de sus
miembros) con terceros, tal como si fuesen un verdadero matrimonio, gozando de sus
aparentes efectos pertinentes; siempre y cuando esta unión resulte notoria y estable
(procurando respaldar de igual modo los intereses ajenos involucrados con motivo de buena
fe); circunscribiendo elementalmente dentro de dichas relaciones jurídicas los deberes que
tendrán los concubinos con sus hijos, en caso de que los tengan, analizados arriba. Así, esta
simulación de un matrimonio en una unión estable de hecho debe ser debidamente probada
a través de presunciones, demostración por excelencia en estos casos según la doctrina
venezolana, bien sean iuris tantum (que admiten prueba en contrario) o bien iuris et de iure
(que no admiten prueba en contrario); señalando la certeza del parentesco que relaciona a la
pareja envuelta en la negociación.
La principal presunción que considera nuestro Código en cuanto al carácter patrimonial de
toda unión extramatrimonial, se encuentra en el artículo 767 y se refiere a la Comunidad
Concubinaria:
Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no
matrimonial, cuando la mujer, o el hombre, en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción sólo surte efectos legales entre
ellos dos y entre sus respectivos herederos y también entre uno de ellos y los herederos del
otro. Lo dispuesto en este artículo no se aplica si uno de ellos está casado.
Abriendo un paréntesis dentro de este respecto, es posible asegurar que la situación jurídica
de estas uniones de hecho (como también se les denomina) se ha visto modificada con la
introducción del CCV vigente, ya que para 1942, en su artículo 767 determinaba que:
Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no
matrimonial, cuando la mujer demuestra que ha vivido permanentemente en tal estado y ha
contribuido con su trabajo a la formación o aumento del patrimonio del hombre, aunque los
bienes cuya comunidad se quiera establecer aparezcan documentados a nombre de uno solo
de ellos. Tal presunción solamente surte efectos legales entre ellos dos y entre sus
respectivos herederos, y también entre uno de ellos y los herederos del otro, salvo el caso
de adulterio.
Del análisis de ambas disposiciones se deduce que, nuestro actual Código ha producido
beneficios en cuanto a la situación de la mujer, pues el derogado le imponía a ésta la carga
absoluta de la prueba de haber vivido permanentemente en concubinato (a través de la
mejor evidencia que es la posesión de estado que se requiere probar: trato, fama y
continuidad), así como con su trabajo haber fomentado el crecimiento del patrimonio de su
pareja (sin importar a nombre de quién se encuentre); haciendo fácil de tal modo el camino
del hombre para aprovecharse de ella. Además, se modificó la terminología empleada, al
sustituir la excepción de adulterio alterándola por la fórmula que indica que el artículo no
es aplicable cuando uno de los concubinos esté casado.
Luego, la comunidad concubinaria se vincula a un "cuasi-contrato de comunidad" en
cuanto a las relaciones económicas de la pareja que conforma la unión de hecho; debido a
que puede considerarse que poseen todas las características del mismo, entre ellas
voluntariedad (la unión proviene de un mutuo acuerdo), licitud (ya que no existe norma
alguna en nuestra legislación que considere al concubinato como un delito), así como el
hecho de que el trabajo (de ambos o de uno solo) también es deliberado y legal, y genera un
deber recíproco entre las partes.
Esta situación jurídica es regulada según la intención del legislador de acuerdo con lo que
determine la costumbre y con la aplicación de la analogía del manejo de la comunidad
conyugal en muchos aspectos; permitiendo que los concubinos gocen del derecho de
compartir la masa común de bienes que ha ido generándose dentro de su unión, tal como
ocurre en el caso de la comunidad limitada de gananciales en el matrimonio, siempre y
cuando haya certificación del contexto vinculante en el que se encuentran ambos individuos
y de que ninguno se encuentre bajo otra unión (matrimonial), pues si alguno de éstos
faltara, no cabría presunción alguna de la comunidad, sencillamente no existiría.

4. Artículo 77 de la Constitución

¿Es o no favorable esta equivalencia?


"Es imposible que la República valga nada si las familias, que son sus pilares, están mal
fundadas".
(Juan Bodino)

Como consecuencia de la forma de vida en familia que adopta la sociedad como estructura
substancial para apoyar sus basamentos, el ser humano requiere necesariamente de una
autoridad que, atendiendo al bien común, señale las normas por las cuales puedan y deban
los hombres regular dicha conducta. Con tal propósito, aparece dentro de un aspecto
sumamente concreto y específico la figura del Derecho de Familia, regulando esta
situación. Pero, muy por encima de éste, se encuentra una ordenanza de carácter supremo
que ampara y acoge los derechos de todos por igual, a través de su perfil imperativo e
ineludible. Es ésta la norma primaria de Kelsen, la Carta Magna de la nación; en la cual se
recogen todos los principios más elementales concebidos en la mente del legislador, para
consagrar los derechos fundamentales a través de la imposición de deberes de respeto de los
mismos.
En fecha de 23 de Enero de 1961 se sanciona la Constitución venezolana que sustituirá al
régimen dictatorial instaurado por el General Pérez Jiménez, luego de ser destituido del
poder por la revolución llevada a cabo un año antes. Esta novedosa propuesta legislativa
procuraba protección para la familia pero, quizás de una forma muy reducida en
consideración a la situación que comenzaba a vivir el país para ese entonces. Reconocía su
posición de fundamento de la sociedad, previendo que no se vieran perturbadas sus
condiciones económicas ni morales. Se protegía al matrimonio, pues como se ha explicado
anteriormente, constituye la institución jurídica por excelencia de preservación de la
familia. Pero, no velaba por la tutela de la comunidad originada en el seno de una unión no
matrimonial, limitando esa materia a las pocas disposiciones que consideraba al respecto el
Código Civil.
Actualmente, como resultado de un proceso de cambio en el ámbito político e institucional
a través de la actuación de una Asamblea Nacional Constituyente, ha sido promulgada la
nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, electa por decisión popular
en el año 1999. Ésta introdujo una serie de cambios en la estructura convencional que traía
nuestro antiguo texto al implementar derechos que, a pesar de ser inherentes a la persona
humana, no estaban previstos expresamente en aquél.
Con relación al punto que trata el presente capítulo, vale mencionar entre esos nuevos
derechos que dejan de ser sobrentendidos para tener regulación específica, el artículo 77
perteneciente al capítulo que trata De los derechos sociales y de las familias; según el cual:
Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado en el libre consentimiento
y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones estables
de hechos entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio.
De acuerdo con esta apreciación, es posible verificar que nuestra actual norma suprema
reconoce la pluralidad de las familias;
es decir, no circunscribe el nacimiento de las mismas exclusivamente al matrimonio, sino
que el legislador se percata de que resulta necesario elevar a rango constitucional de igual
modo a aquéllas surgidas de las uniones estables de hecho, pues la regla cuenta con un fin
específico y deja de ser una simple exigencia de carácter formal sin relación alguna con la
realidad social de la nación. Dicho fin consiste en proteger a la familia dentro de la cual se
fomentan los valores principales de la sociedad, procurando así el adecuado crecimiento
ético y personal de todos los individuos ciudadanos de la República, a través de la
intermediación de la ley.
Luego, queda eliminada la discriminación presente entre "familia matrimonial" (legal) y
"familia concubinaria" (natural), ya que siempre y cuando tal unión estable de hecho entre
un hombre y una mujer cumpla con los ya expuestos requerimientos del artículo 767 del
CCV, tal como la estabilidad que debe existir en la pareja (afín en ese sentido a la relación
de cónyuges), goza de la igualdad que se merece emanando los mismos deberes y derechos
que dicha institución (matrimonio), bien sea que ellos estén expresados en el Código o en la
propia Constitución.
Además, la disposición deja abierta la posibilidad de que la situación del concubinato se
vea regulada más a fondo en un futuro en leyes especiales o en alguna modificación del
CCV, pues la idea que propone el texto constitucional resulta vaga, al no concretar de
manera exacta cuáles serán los efectos del matrimonio que serán aplicados correlativamente
a la unión concubinaria, evitando que se desmedre el hogar surgido de ella, así como los
valores familiares de sus miembros.
Por tanto, en efecto pareciera favorable esta determinación, pues así aquellos sujetos (los
mismos concubinos, por ejemplo) que, bajo cualquier circunstancia, resultaran
perjudicados, ya sea económica o incluso moralmente, debido a que la ley no ampare la
situación en la cual se ven envueltos, pueden recurrir a la analogía que les está brindando la
Constitución, simulando los efectos de la unión matrimonial dentro de ese nexo natural.
5. Conclusiones

Luego de revisar el marco teórico referido a qué es la institución del matrimonio y qué la
figura del concubinato, además de cuál es en realidad el propósito ulterior de la familia; así
como la normativa competente para ello (Constitución Nacional y Código Civil) y revisar si
su aplicación es la más adecuada respecto situación que vivimos actualmente; es posible
considerar que debido a la situación del concubinato es más que justificable promover su
formalización y sistematización, es decir, alentar a que se le reconozcan efectos no sólo
patrimoniales sino personales, así como los compromisos y facultades de protección,
fidelidad, convivencia, correcta filiación, entre otros; debido a que en nuestro caso implanta
una alternativa sumamente habitual de fundar un hogar de hecho para llevar a cabo un
modo de vida homólogo a aquél que se da en el matrimonio.
Es por ello que resulta deber primordial de la actual Asamblea Nacional (cuerpo legislativo
del estado), en vista a la decisión que tomó en su carácter constituyente al incluir como
prerrogativa constitucional en el artículo 77 de la Constitución la asimilación en cuanto a
efectos de la unión matrimonial a la concubinaria, partiendo del supuesto de que ambas son
forjadoras de familia; la creación de una ley especial que regule todos los vacíos jurídicos
que deja la norma mencionada, ya que no son previstos por completo en las disposiciones
del CCV previamente analizados.
La familia constituye el fundamento de toda sociedad humana y es en su seno donde se
crean los lazos afectivos imprescindibles para transmitir la cultura y los valores ideológicos
y morales de unas generaciones a otras. Por ello el Derecho como instrumento protector de
las relaciones personales tiene la responsabilidad de brindarle toda la resguardo que ella
requiera, sin importar el modo en el cual se origine.

1.
2. Matrimonio
3. Uniones estables de hecho
4. Concubinato
5. Conclusión
6. Referencias

INTRODUCCIÓN
El ser humano está impregnado de un dispositivo de sociabilidad indisoluble de su propia
naturaleza, por esta razón necesita la cercanía de otros hombres para encontrar su equilibrio
y vivir en armonía, es así como se ha unido de generación en generación formando, desde
las formas mas primitivas, como la familia, hasta las mas sofisticadas, como la sociedad,
una red humana de relaciones que le permiten alcanzar un desarrollo integral.

La familia, entendida bajo los principios de unidad y pluralidad, alberga en su seno la


indiscutible realidad de la convivencia social de las personas, es el primer ambiente para el
desarrollo armónico y esencia para el desenvolvimiento de los miembros de la misma;
debido a que es la forma mas antigua de asociación, posterior a la cual nace el estado y a la
par de la historia las normas de convivencia, el derecho como factor y producto social
aparece para regular las conductas y estatuye formas legales para controlar las actuaciones
de los particulares y del Estado mismo, ejemplo de ello es la instauración de la figura del
matrimonio como institución mediante la cual un hombre y una mujer sin impedimentos
legales pueden decidir convivir juntos, bajo un mismo techo, con el fin de amarse y
procrear formalizando su unión ante un funcionario del Estado para que tal acto tenga fe
publica, formando por ende y en definitiva una familia, en principio, nuclear.

Ahora bien, ¿será que solo mediante el matrimonio un hombre y una mujer pueden
permanecer juntos con los mismos fines (amarse, convivir, procrear)?, ¿existe válidamente
otra figura legal que contemple derechos para las personas que asumen estas formas
distintas de permanencia bajo la semejanza del matrimonio sin llegar a serlo?, ¿Qué efectos
alcanzan a los unidos validamente fuera del matrimonio?.

Todas estas interrogantes serán dilucidadas en la presente investigación, la cual en forma


sencilla establecerá la existencia o no de tales figuras distintas al matrimonio, los efectos
del matrimonio y de las uniones sobre la base de la jurisprudencia, de la doctrina y del
ordenamiento jurídico venezolano vigente.

MATRIMONIO

CONCEPTO

De acuerdo con Padrón y González (1991), el matrimonio es la unión legal de un hombre y


una mujer con la finalidad de vivir juntos, a perpetuidad, procrear y socorrerse mutuamente.

ELEMENTOS

Unidad:

Implica que solo se puede contraer entre un solo hombre y una sola mujer.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo entre los contrayentes de tomarse como marido y mujer, el


cual debe manifestarse en el momento de la celebración del acto.
Perpetuidad:

Ello debido a que su celebración depende de la voluntad la cual para ser valida no puede
someterse a término ni condición alguna, esto indica que si los cónyuges lo desean pueden
estar juntos toda la vida de estos.

Formalidad

Esta sujeto a ciertas formas legales: ante una autoridad civil, previos esponsales, entre
otros.

Intervención del Estado:

Para que sea formalizado el vinculo matrimonial es necesaria la presencia de un funcionario


publico que de fe del acto para que una vez que los contrayentes manifiesten su s
voluntades el declare la formación de tal lazo.

Disolubilidad:

Pues puede quedar disuelto por el divorcio.

Laicismo

Por cuanto que aunque se permite la celebración de formalidades religiosas, las mismas
solo se pueden hacer luego de celebrada la solemnidad civil legal.

REQUISITOS DEL MATRIMONIO:

Los requisitos pueden ser de fondo y de forma. Los de fondo se refieren a la esencia misma
del matrimonio y están contenidos en tres categorías:

1.- Supuestos o elementos esenciales del matrimonio:

Los elementos sine quanon para la existencia del matrimonio es la diversidad de sexo, pues
aunque el fin primario de esta unión no es la procreación, la misma es consecuencia
instintiva de todas las especies, así por ejemplo en la legislación venezolana es nulo el
matrimonio entre personas de un mismo sexo; el consentimiento que debe ser expreso, puro
y simple, serio en el que debe estar ausente, el error y la violencia y por último la presencia
de un funcionario público competente.

2.- Capacidad de las partes:

Que implica la aptitud legal para actuar. En el caso del matrimonio se toma en
consideración: la edad mínima, la cordura o salud mental y la potencia sexual permanente.

3.- Ausencia de impedimentos matrimoniales:


Es decir que no existan obstáculos legales para el ejercicio de la capacidad matrimonial.
Existen impedimentos dirimentes e impedientes.

En cuanto a los impedimentos dirimentes las prohibiciones legales de celebración del


matrimonio, cuya violación acarrea la nulidad absoluta del acto matrimonial, los hay
absolutos cuando prohíben la celebración del matrimonio entre la persona afectada por el
impedimento y cualquier otra del sexo opuesto (vinculo anterior) y relativos aquellos que
prohíben la celebración del matrimonio entre la persona afectada y otra persona
específicamente (ascendientes descendientes).

Sobre los impedimentos impedientes, son lo obstáculos legales para celebrar el matrimonio
cuya violación no acarrea nulidad absoluta ni relativa del acto, la consecuencia que pudiera
acarrear seria una sanción pecuniaria y en ocasiones ninguna sanción. Estos impedimentos
pueden ser dispensables y no dispensables los primeros permiten el levantamiento o
suspensión de la prohibición legal para celebrar la unión (impedimento de matrimonio entre
tíos y sobrinos).

En lo referente a lo no dispensables, cuando no se puede levantar o suspender la


prohibición legal (impedimento de autorización).

EFECTOS DEL MATRIMONIO:

El matrimonio acarrea efectos personales y patrimoniales para los cónyuges.

Los efectos o consecuencia personales son el estado civil como condición personal pues por
su voluntad deja se ser soltero, para ser casado y puede dejar de ser casado para ser
divorciado. El matrimonio crea un vínculo entre los esposos que genera derechos y
obligaciones reciprocas.

Por ende, de acuerdo con Meléndez, (2005) subsisten los siguientes deberes recíprocos:
Deber de convivencia, es decir que el domicilio conyugal que es elegido de común acuerdo
debe ser el lugar de cohabitación de los esposos. También está el deber de ambos cónyuges
de contribuir al mantenimiento del hogar. En lo que respecta a los hijos la Patria Potestad es
ejercida por ambos cónyuges. Además los cónyuges tienen el deber de prestarse auxilio
recíproco, y el matrimonio crea un vínculo de afinidad con los familiares de los cónyuges.
La ley dispone que la capacidad civil del hombre y de la mujer son iguales.

De lo anterior se puede resumir los derechos y deberes de los cónyuges:

1.
2. Deber de fidelidad
3. Deber de cohabitación
4. Elección de domicilio conyugal
5. Deber de asistencia, los cónyuges se deben auxilio, solidaridad y tolerancia mutua.
6. Deber de protección, los cónyuges se deben solidaridad y protección tanto moral
como física.
7. Contribución a los gastos del hogar(antes los gastos eran pagados por el hombre
pero desde que la mujer comienza a trabajar se compensa con el cuidado a los hijos
y al hogar)
8. Usar el apellido del marido no es obligación, es optativo.

También existen consecuencias en cuanto a los bienes, pues se puede dar previamente las
capitulaciones matrimoniales o funciona la comunidad de gananciales, como régimen
supletorio legal a la voluntad de las partes.

Así, la Comunidad Limitada de Gananciales puede definirse como un género de comunidad


limitada, constituido por la propiedad compartida de un conjunto de bienes, que se
consideran comunes a ambos cónyuges; siendo tales bienes las ganancias o beneficios
obtenidos por cualquiera de ellos durante el matrimonio; manteniendo esa propiedad al
margen de la existencia (absolutamente legal y por demás obvia) de bienes propios de cada
esposo.( Pérez y Tesara, 2005).

UNIONES ESTABLES DE HECHO

La norma constitucional reza en el artículo 77 que las uniones estables de hecho tendrán los
mismos efectos que el matrimonio.

Evidentemente de tal artículo no se verifica con especificidad las características de las


uniones estables de hecho, por lo que se hace imperioso acudir a la sentencia de la Sala
Constitucional ___en lo adelante la Sala___del Tribunal Supremo de Justicia ___para los
efectos del presente ensayo TSJ___ de fecha 15/07/2005 cuyo expediente es el 04-331 del
caso Carmela Manpieri, que interpuso un recurso de interpretación. Y en la cual el ponente
fue del Dr. Jesús Cabrera.

Así las cosas el concubinato es una especie de unión estable de hecho.

CONCEPTO

La unión estable de hecho, es la cohabitación o vida en común, elemento que puede ser
sustituido por la convivencia en visitas constantes, socorro mutuo, ayuda económica
reiterada, vida social conjunta, e hijos, entre un hombre y una mujer, sin impedimentos para
contraer matrimonio, tal unión será con carácter de permanencia (dos años mínimo), y que
la pareja sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que
existan impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio. Y para reclamar posibles
efectos civiles del matrimonio es necesario que una sentencia definitivamente firme la
reconozca, siendo la relación excluyente de otras con iguales características. Así lo expresa
la Sala del TSJ.

ELEMENTOS:

Unidad:
Pues al igual que el matrimonio, implica que solo se puede existir una unión entre un solo
hombre y una sola mujer, para ser considerada como válida.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo entre los unidos de tomarse como pareja, entre ellos y ante los
demás, no siendo necesaria la convivencia bajo el mismo techo.

Perpetuidad:

La unión también implica permanencia en el tiempo y debe ser mínimo dos años.

Formalidad

No esta sujeto a formas legales, solo que aquel que lo alegue debe probarlo y ha de ser
declarado o reconocido para que surta efectos, mediante sentencia definitivamente firme.

Disolubilidad:

Pues puede quedar disuelto por el acuerdo de voluntades y si alguno de los unidos desea
reclamar bienes debe establecerse en la sentencia la fecha de inicio de la relación y la fecha
de terminación de la misma.

CONCUBINATO

CONCEPTO

Es una unión no matrimonial entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada por
la permanencia de la vida en común, siendo la soltería un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de Código Civil y 7,
letra a) de la Ley del Seguro Social, así lo manifiesta el TSJ en tal sentencia. De allí la
diferencia entre las uniones estables de hecho y el concubinato, la cohabitación bajo un
mismo techo, pues todos los concubinatos son uniones estables de hecho, pero no todas las
uniones estables de hecho son concubinato, de acuerdo con la sentencia in comento.

Dentro de este contexto Pérez y Tesara (2005), definen el concubinato como la situación de
hecho en que se encuentran dos personas de distinto sexo que hacen vida en común sin
estar unidos en matrimonio y sin que haya impedimentos para contraerlo. Se trata, pues, de
una unión de hecho con caracteres de estabilidad y permanencia; quedan indudablemente
excluidas de su concepto tanto la unión transitoria de corta duración, como las relaciones
sexuales estables pero no acompañadas de cohabitación.

ELEMENTOS:

Unidad:
Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una sola mujer.

Consentimiento:

Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir juntos como pareja, bajo el mismo


techo, sin ningún impedimento para contraer nupcias.

Perpetuidad:

Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años.

Formalidad

No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos en permanecer juntos bajo
un mismo techo, y sin que ninguno tenga impedimentos para el matrimonio, además
también debe ser probado por quien lo alegue y declarado mediante sentencia
definitivamente firme. En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia de
convivencia la cual es meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de
beneficios en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una
relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a
fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.

Disolubilidad:

Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier momento. Toda vez que
interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.

Dada todas las consideraciones anteriores se procede a elaborar un cuadro comparativo de


los efectos del matrimonio y de las uniones estables de hecho, entendiendo dentro de esta al
concubinato como especie, que en los términos de la CRBV, son equiparables y que
emergen de la interpretación que el TSJ hiciera del artículo 77 de la Carta Magna.

MATRIMONIO UNIONES ESTABLES DE HECHO


Efectos Personales: Efectos Personales:

Existen deberes entre los cónyuges: fidelidad, No existen deberes entre los unidos: la vida
vivir juntos y socorro mutuo. Uso opcional en común se verifica porque sea una relación
del apellido del marido. seria y compenetrada, que se esté en
presencia de una pareja.

Sin embargo el deber de socorro mutuo si


subsiste.

No puede usar el apellido del concubino o del


unido, pues la condición de concubino (a) o
unido (a), no modifica el estado civil, por
tanto no puede alterar la identidad de la
persona.
Extinción de la relación: Extinción de la relación:

Por divorcio o muerte. En consecuencia se le por muerte o repudio de la relación por


denomina ex cónyuge. cualquiera de los componentes, ruptura de la
continuidad de la relación (porque uno
contraiga matrimonio con otra persona). En
consecuencia, si fuere concubino (a), se le
denominaría ex concubino (a).
Régimen patrimonial: Régimen patrimonial:

Capitulaciones matrimoniales, o comunidad Se trata de beneficios económicos que surgen


limitada de gananciales. del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente, todo lo
Hay pensión de sobre vivencia, tienen que se refiere al patrimonio común. En
derecho a la asistencia médica integral, tienen consecuencia para los concubinos hay
derecho a reclamar indemnizaciones que pensión de sobre vivencia, les corresponde la
correspondan a su pareja fallecida, pueden asistencia médica integral, tienen derecho a
pedir prestamos para la obtención de reclamar indemnizaciones que correspondan
vivienda. a su pareja fallecida, son elegibles en los
prestamos para la obtención de vivienda.
Tal comunidad se disuelve con el divorcio o
en la solicitud de separación de cuerpos se Su disolución se hace por muerte o de hecho,
especifica la separación de bienes también. supuesto en el cual se debe alegar y probar
por quien pretende a disolución y liquidación
La esposa hereda y concurre con los otros de la comunidad.
herederos según el orden de suceder señalado
en el Código Civil (artículo 824 y 825) en Entre los unidos existen derechos sucesorales
materia de sucesión sin testamento, conforme a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
al artículo 807 del Código Civil. Código Civil, siempre que el deceso de uno
de ellos ocurra durante la existencia de la
Son nulas as ventas entre los esposos. unión. Una vez haya cesado, la situación es
igual a la de los cónyuges separados de
cuerpos o divorciados. Además concurre con
los otros herederos según el orden de suceder
señalado en el Código Civil (artículo 824 y
825) en materia de sucesión ab intestato,
conforme al artículo 807 del Código Civil, y
habrá que respetársele su legítima (artículo
883 del Código Civil) si existiere testamento.
Igualmente, las causales de indignidad que
haya entre los concubinos, se aplicarán
conforme al artículo 810 del Código Civil.
Así lo expresa la Sentencia in comento. Igual
ocurre en el caso de ausencia, puede pedir
pensión alimentaría.

Son nulas las ventas entre los unidos.

CONCLUSIÓN

Basados en la realidad de las relaciones humanas, el derecho que es un fenómeno social


actuando como factor, porque incide sobre las conductas y las regula y como producto
social, porque emerge de las necesidades del colectivo, es así como regula las uniones que
distintas al matrimonio albergan bajo sus alas a las familias, entendiendo que la finalidad
principal es la protección a los niños y adolescentes y en honor a muchas personas que por
no llenar requisitos formales del matrimonio eran excluidas de muchos beneficios sociales,
legales y económicos, es así como finalmente mediante la constitución y la jurisprudencia
se asemejan, en lo que sea posible , los efectos del matrimonio a las uniones estables de
hecho entre ellas el concubinato.

De lo anterior se evidencia la importancia que tiene el hecho de que el legislador responda a


las exigencias de la convivencia social, pues la sociedad por ser un agente cambiante,
modifica las conductas, lo que debe generar, como en efecto lo hace, la transformación
legislativa y lo que es mas importante el cambio paradigmático de la conciencia cultural y
social.

Cabe señalar, de acuerdo con la apreciación de la autora de la investigación, que con la


asimilación de todas las uniones al matrimonio, definitivamente la institución matrimonial
es el modelo por excelencia de unión entre un hombre y una mujer y que ha llegado con su
evolución a celebrarse mas que por motivos económicos y culturales, por razones de amor
y sentimiento entre los contrayentes.

https://issuu.com/thaniagonzalez/docs/familia_issuu

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