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Sistemas de Nutrición: Sistema digestivo

El acto de comer es una actividad que las personas, igual que el resto de los
animales, realizamos cotidianamente. Los seres humanos comemos cuando tenemos
hambre, pero también por placer, por costumbre, para festejar, porque estamos
aburridos, por muchos motivos diferentes. No siempre somos conscientes de que comemos para
satisfacer una necesidad fisiológica ni de la importancia que tiene nuestra alimentación para el
crecimiento, durante la niñez y la adolescencia, o para nuestro bienestar y salud, tanto actual
como futura.
Pero... ¿Por qué necesitamos comer? Como estudiamos, el organismo está constituido por
unidades llamadas células; el latido del corazón, correr, pensar, respirar, son el resultado de la
actividad de millones de células. Para construirse a sí mismas y para funcionar, las células deben
incorporar continuamente una cantidad de sustancias que no pueden sintetizar: los nutrientes. Los
alimentos que componen la dieta son las fuentes de donde obtenemos algunos nutrientes como
los lípidos, las proteínas y los glúcidos.
El sistema digestivo es el encargado de la incorporación de los alimentos y de la
transformación de los mismos, posibilitando que los nutrientes contenidos en aquéllos ingresen al
medio interno. Una vez en el medio interno, los nutrientes están accesibles a las células, donde
son asimilados.
El sistema digestivo también se ocupa de la eliminación de los componentes del alimento
que no se incorporan al medio interno, junto con los cuales se desechan algunos residuos del
proceso digestivo.

Anatomía del Sistema Digestivo


El sistema digestivo consta del tubo digestivo y las glándulas anexas.
El tubo digestivo se inicia en la boca y termina en el ano y en él se diferencia una serie de
órganos que comparten una estructura común y a lo largo de los cuales el alimento ingerido
avanza a medida que va siendo modificado.

Los órganos del tubo digestivo son:


· Cavidad bucal
· Faringe
· Esófago
· Estómago
· Intestino delgado
· Intestino grueso
· Conducto anal

Las glándulas anexas se originan durante el


desarrollo embrionario como evaginaciones de las paredes
del tubo y se mantienen conectadas al mismo por medio de
sus conductos excretores. Comprenden de:
· Las glándulas salivales (glándulas pares) llamadas
parótidas, submaxilares y sublinguales, que secretan la saliva hacia la cavidad bucal.
· El hígado, que secreta la bilis hacia el duodeno, primera porción del intestino delgado.
· El páncreas, que vuelca su secreción, el jugo pancreático, en el duodeno.

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Figura 1. Anatomía del Sistema Digestivo

Histología del Sistema Digestivo


Los órganos que forman el tubo digestivo presentan una
estructura histológica común, que consiste en cuatro capas de
tejido. Desde la luz del tubo hacia la periferia, éstas son:
· Mucosa
· Submucosa
· Muscular
· Serosa

Figura 2. Histología del sistema digestivo

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La mucosa es una capa de tejido epitelial en contacto con la luz de los órganos. El tejido epitelial
se adapta a distintas funciones y presenta diferentes formas según el órgano. Se especializa en la
protección, la secreción de moco, la secreción de enzimas y la absorción. Apoya sobre una lámina basal o
lámina propia.
En el límite externo de la mucosa se halla la muscular de la mucosa (“muscularis mucosae”),
formada por tejido muscular liso.
La submucosa está formada por tejido conectivo. Posee abundante irrigación sanguínea e
inervación nerviosa. El tejido nervioso forma el plexo submucoso o plexo de Meissner. La submucosa está
recorrida por glándulas que se invaginan desde la capa mucosa adyacente.
La muscular consta de tejido muscular liso dispuesto típicamente en dos capas: una interna de
disposición circular y otra externa, de disposición longitudinal. Una variante se encuentra en el estómago,
donde se agrega una capa de fibras musculares dispuestas en forma oblicua. También se diferencia el
intestino grueso, en el cual la capa de músculo longitudinal es discontinua, formando bandas. En la
muscular se encuentra el plexo de Auerbach o mientérico (mio: músculo; enterón: intestino).
El tejido muscular liso de esta capa es responsable de la motilidad del tubo digestivo. Se halla
inervado por el sistema nervioso autónomo simpático y parasimpático.
En el tercio superior del esófago las fibras musculares son estriadas.
La muscular forma los esfínteres, que regulan el avance del alimento desde un órgano a otro:
· El esfínter esofágico superior (EES), en el inicio del esófago.
· El esfínter esofágico inferior (EEI), en el límite entre el esófago y el estómago.
· El píloro, ubicado entre el estómago y el duodeno.
· La válvula ileocecal, que separa al intestino delgado del ciego, la primera porción del intestino
grueso.
· El esfínter anal. Éste tiene dos partes: el esfínter anal interno, formado por músculo liso, y el
esfínter anal externo, formado por músculo estriado, de control voluntario.

Figura 3. Tubo digestivo: ubicación de esfínteres

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La serosa está formada por tejido epitelial y reviste todos los órganos del tubo ubicados en la
cavidad abdominal (estómago, intestino delgado e intestino grueso).
La capa serosa es una dependencia del peritoneo. Esta membrana posee dos hojas: una visceral, que
envuelve a los órganos, y otra parietal, que se aplica contra las paredes internas de la cavidad abdominal.
Los mesos son las porciones del peritoneo que conectan a los órganos con las paredes del abdomen. A
través de los mesos los órganos reciben irrigación e inervación.
Entre las hojas visceral y parietal del peritoneo existe una cavidad virtual, la cavidad peritoneal.
Además del tubo digestivo, también el hígado y el bazo se hallan envueltos por el peritoneo.
En el esófago, que atraviesa el cuello y el tórax, la serosa está reemplazada por un tejido conectivo
que forma la capa adventicia.

Fisiología general del Sistema digestivo


El sistema digestivo, junto a los sistemas respiratorio y urinario, constituye una superficie de
contacto e intercambio entre el medio externo y el medio interno.
La función primordial este sistema consiste en aprovisionar al medio interno de diferentes
sustancias indispensables para la supervivencia: los nutrientes.
Para llevar a cabo dicha función, en el sistema digestivo tienen lugar diferentes procesos: recibe los
alimentos cuando se produce la ingestión y los descompone hasta liberar los nutrientes que están
contenidos en ellos. La descomposición o simplificación de la estructura del alimento recibe el nombre de
digestión.
La digestión mecánica consiste en una simplificación que no afecta la estructura molecular.
Incluye la humectación y la disgregación física de las partículas alimenticias. La masticación y los
movimientos producidos por la capa muscular del tubo digestivo contribuyen a separar al alimento en
partículas más pequeñas, lo que no solo facilita su avance a lo largo del tubo, sino que también lo prepara
para una eficaz digestión química.
La digestión química es un proceso de hidrólisis, que divide a las moléculas del alimento en sus
unidades constitutivas. Por ejemplo, separa a los aminoácidos de las cadenas proteicas o a los
monosacáridos de una cadena de almidón.
La hidrólisis requiere la intervención de enzimas hidrolíticas específicas. Las enzimas digestivas se
especializan en la hidrólisis de determinados enlaces químicos y están contenidas en los diversos jugos que
actúan sobre el alimento en la luz del tubo digestivo. Dichas enzimas son secretadas por las glándulas
anexas, como las salivales y el páncreas, o bien por células especializadas de la mucosa de los órganos que
conforman el tubo, como la mucosa gástrica (gastros: estómago) y la del intestino delgado. El intestino
delgado también posee enzimas que se hallan insertas en la membrana apical de las células de la mucosa.
Las enzimas digestivas actúan a diferentes valores de pH; los jugos digestivos contienen, además de
enzimas, otras secreciones cuya función es generar las condiciones de acidez o alcalinidad necesarias para
una actividad hidrolítica óptima en cada órgano.
La musculatura del tubo digestivo lleva a cabo movimientos de mezcla y movimientos
peristálticos. El peristaltismo propulsa los alimentos mediante la combinación de la contracción muscular
de un área y la relajación de la siguiente. Una vez que el alimento avanza hacia la zona relajada, ésta se
contrae, impulsándolo hacia adelante.
Los esfínteres impiden el reflujo del alimento y se abren oportunamente para permitir el avance
desde un órgano hacia el siguiente.
Mientras los alimentos o los productos de su digestión permanecen en la luz del tubo digestivo,
puede decirse que aún no han sido verdaderamente incorporados, pues no están accesibles a todas las
células del cuerpo. La verdadera incorporación se produce cuando los productos de la digestión llegan al
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medio interno. Para ello, deben atravesar las paredes del tubo digestivo, que es una superficie de
intercambio entre el medio externo (la luz del tubo digestivo) y el medio interno. Se denomina
absorción al pasaje de los nutrientes (u otras sustancias) desde la luz del tubo digestivo al medio
Las sustancias absorbidas se incorporan generalmente a la circulación sanguínea o, en algunos
vasos linfáticos.
En la absorción influyen diversos factores; un factor fundamental es el tamaño de las
partículas. La digestión, en tanto transforma a las macromoléculas en moléculas pequeñas, es un
paso necesario para permitir la absorción. Salvo excepciones, como la absorción de alcohol o
ciertos medicamentos, que puede realizarse en las paredes del estómago, la absorción tiene lugar
mayoritariamente en el intestino delgado y, en menor medida, en el intestino grueso.
Es importante destacar que la absorción es selectiva en el sentido en que puede serlo una
membrana, es decir dependiendo del tamaño de las partículas, de sus gradientes y del tipo de
transportadores presentes, y no en un sentido “inteligente”. Las membranas no discriminan si las
sustancias absorbidas serán útiles o perjudiciales.
Además de nutrientes, en el intestino se absorbe gran parte del agua, los electrólitos y
otros componentes de los jugos digestivos, como las sales biliares.
Las sustancias del alimento que no pueden ser digeridas y/o absorbidas se expulsan en la
materia fecal. Ésta contiene también ciertas excreciones o desechos, como los pigmentos biliares.
La expulsión de la materia fecal se denomina egestión.
Los alimentos que ingresan al sistema digestivo no son estériles, por el contrario, tienen
bacterias y otros elementos que pueden resultar nocivos. Gran parte de las bacterias mueren
debido a la acidez del jugo gástrico. Además, las paredes intestinales presentan grandes
acumulaciones de tejido linfático, las placas de Peyer, que ejercen protección contra agentes
invasores.
El sistema digestivo está controlado por el sistema nervioso autónomo y muchas de sus
funciones se regulan mediante reflejos locales, integrados
en los plexos nerviosos de sus propias paredes (el “sistema
nervioso entérico”).
En las paredes del tubo digestivo hay células
endócrinas especializadas que secretan hormonas
(principalmente péptidos) algunas de la cuales tienen
acción local, mientras que otras producen sus efectos a
nivel sistémico.
En conclusión, este sistema cumple múltiples
funciones:
· Ingestión
· Motilidad
· Secreción
· Digestión mecánica
· Digestión química
· Absorción
· Egestión
· Protección inmunológica
· Control nervioso y endócrino
Figura 4. Representación esquemática de funciones del sistema digestivo

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Boca: digestión bucal

Figura 5. Estructuras que confoman cavidad bucal

La cavidad bucal se describe como una cavidad


con seis caras: un piso, un techo, una cara anterior,
otra posterior y dos paredes laterales. En la cara
anterior se encuentra el orificio bucal, limitado por los
labios superior e inferior; entre éstos y las arcadas
dentarias se ubica el vestíbulo bucal. En el piso de la
boca se encuentra la lengua y el techo corresponde al
paladar, que separa la cavidad bucal de las fosas nasales.
Las caras internas de las mejillas forman las paredes
laterales. La pared posterior está flanqueada por los
pilares del paladar y conduce a la faringe a través del
istmo de las fauces.
En la cavidad bucal tienen lugar los primeros procesos de digestión mecánica y química. La
digestión mecánica es el resultado de la masticación. La digestión química se debe a una enzima presente
en la saliva, la ptialina o amilasa salival, que actúa sobre las moléculas de almidón, produciendo la
hidrólisis parcial de las mismas. De dicha hidrólisis se
obtienen moléculas de maltosa, pocas unidades de
glucosa libre y dextrinas. Estas últimas son polímeros
cortos de glucosa que contienen los puntos de
ramificación, los cuales no son atacados por la ptialina.
La ptialina actúa en medio alcalino.
La saliva no solo participa en la digestión
química, sino que además es indispensable para la
masticación y la aglutinación de las partículas
alimenticias. El mucus contenido en la saliva lubrica el
alimento y contribuye a transformarlo en un bolo
alimenticio.
Figura 6. Ubicación de las piezas dentales

Figura 7. Estructura del diente

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Cada diente posee una corona, un cuello y una raíz, la cual está inserta en el alvéolo
dentario, cavidad excavada en el hueso maxilar.
De afuera hacia adentro, un diente presenta tres capas: el esmalte, la dentina o marfil y la
pulpa. En esta última se ubican los vasos y nervios del diente.

Figura 8. Ubicación anatómica de las glándulas salivales

La lengua ayuda a la formación


del bolo alimenticio y posee las papilas
gustativas, donde se encuentran los
receptores del sentido del gusto.
Una vez formado el bolo
alimenticio, los movimientos de la
lengua lo empujan hacia el istmo de las
fauces, iniciando el proceso de
deglución.

Figura 9. La lengua y sus características

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Figura 10. Resumen en red conceptual

Faringe y esófago: Deglución


La deglución es el pasaje del bolo alimenticio desde la boca hasta el estómago. Durante la
deglución el bolo alimenticio recorre la faringe y el esófago.
La faringe es un órgano común a los aparatos digestivo y respiratorio; da paso al bolo alimenticio
y al aire durante la inspiración y la espiración.
La faringe es un tubo de paredes musculares, de unos 13 cm de largo por 3 cm de diámetro. Este
tubo está cerrado en su parte posterior, pero por su parte anterior comunica sucesivamente con las fosas
nasales (a través de las coanas), con la boca (por medio del istmo de las fauces) y con la laringe. Así
quedan delimitadas sus tres porciones: la rinofaringe, la orofaringe y la laringofaringe.
Hacia abajo la faringe se continúa con el esófago, ubicado por detrás de la laringe.
El esófago es un conducto que ocupa sucesivamente el cuello y el tórax, y atraviesa el diafragma
ingresando en el abdomen, donde se continúa con el estómago. El tejido muscular forma los esfínteres
esofágicos superior e inferior en ambos
extremos del conducto, los cuales
regulan el ingreso del bolo al esófago y
su pasaje hacia el estómago,
respectivamente.

Figura 11. La faringe

La faringe y el esófago participan


en la deglución. La deglución se inicia
voluntariamente cuando el bolo
alimenticio es empujado por la lengua
hacia la faringe. A partir de la

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estimulación de la faringe por el bolo alimenticio, la deglución se convierte en un acto reflejo
(involuntario). Se desencadena entonces una serie de mecanismos que ayudan al avance del bolo
alimenticio por el tubo digestivo. Al mismo tiempo, cierran la vía respiratoria para evitar que el
bolo se desvíe hacia la misma. Por lo tanto, la respiración queda interrumpida durante el instante
en que ocurre la deglución.
Los mecanismos reflejos de la deglución incluyen:
- La elevación del velo del paladar, que cierra las coanas.
- El ascenso de la laringe y el cierre de su orificio superior, la glotis, que queda cubierta por
un cartílago a modo de tapa (la epiglotis).
- La contracción de los músculos faríngeos, que empujan el bolo hacia abajo.
- La relajación del esfinter esofágico superior, para permitir el ingreso del bolo alimenticio.
Una vez en el esófago, el bolo avanza gracias a los movimientos peristálticos, ondas de
contracción que recorren el órgano en sentido descendente. La llegada de las ondas peristálticas a
la zona del EEI ocasiona la relajación del mismo, permitiendo el ingreso del bolo alimenticio al
estómago.

Figura 12. Movimiento peristáltico

En su paso por la faringe y el esófago el bolo alimenticio no sufre modificaciones.


El epitelio que constituye la mucosa de ambos órganos está adaptado para resistir
agresiones físicas, pues se trata de un epitelio pluriestratificado plano. Además, posee glándulas
mucosas, cuyas secreciones lubrican el conducto facilitando el avance del alimento.

Figura 13.Persitaltismo en tubo digestivo trayecto superior

1- El bolo alimenticio es empujado hacia la faringe.


2- Se relaja el ESS.
3- Las ondas peristálticas propulsan al bolo alimenticio.
4- Se relaja el EEI.
5- El bolo alimenticio ingresa al estómago.

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Estómago: Digestión gástrica

Figura 14. Anatomía del estómago

El estómago (gastros) es una porción dilatada del tubo digestivo, cuya forma se compara con una
gaita o una letra J mayúscula. Se encuentra entre el esófago y el duodeno, con los cuales se comunica a
través de sendos orificios: el cardias y el píloro. Desde el punto de vista anatómico se divide en tres
regiones: el fundus, el cuerpo y el antro.
El estómago se comporta como un reservorio, pues adapta su capacidad (de aproximadamente
1500cc) para recibir distintas cantidades de alimento. En él, el bolo alimenticio se mezcla con el jugo
gástrico hasta convertirse en una pasta llamada quimo.
En la formación del quimo se combinan fenómenos mecánicos y fenómenos químicos: La
digestión mecánica consiste en movimientos de mezcla que diluyen el bolo alimenticio en el jugo
gástrico y trituran las partículas sólidas de alimento hasta que alcanzan un tamaño muy pequeño. En la
digestión química participa el jugo gástrico, secretado por la mucosa gástrica.
La composición del jugo gástrico es diferente cuando el estómago está en reposo o en actividad. El
jugo gástrico en reposo tiene una composición similar al plasma. Las células mucosas superficiales
también secretan una
gruesa capa de moco el
cual protege a la mucosa
de la acidez del jugo
gástrico, cuando el
estómago se halla en
actividad.
Fallas en la
barrera mucosa del
estómago pueden
provocar una lesión de
sus paredes, como la
llamada úlcera péptica.

Figura 15. Histología del


estómago

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El ácido clorhídrico, además de actuar como un potente bactericida, es necesario en el jugo
gástrico para la conversión del pepsinógeno en pepsina.
La pepsina reduce proteínas y polipéptidos a moléculas más cortas, de diversos tamaños.
El jugo gástrico contiene también una lipasa (lipasa gástrica), enzima que degrada
triacilglicéridos de cadena corta, aunque su actividad sólo cobra importancia en casos de
insuficiencia pancreática.

Figura 16.
Activación del
pepsinógeno

Una vez que se ha completado la digestión gástrica, el píloro se relaja y movimientos de


avance producidos por los músculos del estómago permiten evacuar su contenido, enviando el
quimo hacia el duodeno.

Figura 17. Resumen en red conceptual

Hígado y vesícula biliar: Secreción y acción de la bilis


El hígado es el órgano más grande del cuerpo, luego de la piel, y es vital. Se ubica en la
parte superior del abdomen, debajo del diafragma, encima del estómago y de la masa intestinal.

Figura 18. EL hígado:


ubicación anatómica

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Las células hepáticas (hepatocitos) secretan la bilis en forma continua
y se acumula en la vesícula biliar, un receptáculo ubicado en la cara inferior
del hígado. La vesícula biliar es un reservorio de bilis, que se contrae ante
diversos estímulos, durante y después de las comidas, expulsando la bilis
hacia el duodeno. La bilis llega al duodeno en forma intermitente, a través
del conducto cístico y del colédoco, continuación del conducto hepático.
El colédoco termina en la ampolla de Vater, junto con el conducto
pancreático principal.
La bilis es un líquido amarillo-verdoso que contiene agua, electrólitos, sales biliares, colesterol,
fosfolípidos y los pigmentos bilirrubina y biliverdina. Estos últimos, que le otorgan su color, son
productos de desecho provenientes del metabolismo del grupo hemo (hemoglobina de la sangre).
La bilis se concentra en la vesícula biliar aunque las sales biliares son el componente activo de la
bilis; son sintetizadas en el hígado a partir del colesterol. Las sales biliares son como “detergentes”,
moléculas con una parte hidrofílica y otra parte hidrofóbica (anfipáticas), que actúan como
emulsionantes de los lípidos de la dieta. Estas rompen las grandes gotas de lípidos (insolubles en agua) en
gotas más pequeñas o micelas; éstas se mantienen suspendidas en el medio acuoso de los jugos digestivos,
formando una emulsión. La emulsión de los lípidos es necesaria para la acción de las lipasas, enzimas que
actúan en la digestión química de los lípidos.
Las sales biliares también se combinan con los productos de la digestión de los lípidos,
aumentando su absorción a nivel intestinal. El déficit de sales biliares ocasiona
una malabsorción de grasas.
Se requiere una pequeña cantidad de sales biliares, ya que la mayor parte
de las mismas es reabsorbida en el íleon (la última porción del intestino
delgado) y reciclada en el hígado.
La litiasis biliar es una enfermedad causada por la formación de piedras o
cálculos (litos) por precipitación de los componentes de la bilis. Si se extirpa la
vesícula biliar (colecistectomía), la bilis se secreta de forma constante y lenta
hacia el duodeno, permitiendo la digestión de cantidades moderadas de grasas
en la dieta.

Páncreas y jugo pancreático

El páncreas es un órgano retroperitoneal, cuya cabeza se ubica en


la curva que describe el duodeno.

Figura 19. Páncreas en detalle

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El jugo pancreático contiene sodio y bicarbonato, llevando el pH intestinal a 6 ó 7. La
secreción alcalina del páncreas no solo protege a la mucosa duodenal de la acidez del quimo, sino
que también brinda un pH óptimo para la actividad de las enzimas pancreáticas.
El jugo pancreático es rico en enzimas digestivas que actúan sobre todos los
macronutrientes: los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas. Por esta razón, la digestión no
se completa si la secreción de enzimas pancreáticas hacia el intestino delgado es defectuosa.
Cuando la aptitud de la glándula para sintetizar o secretar las enzimas se ve comprometida,
se afectan la digestión y absorción de distintos componentes de la dieta. En estas circunstancias
aumenta la cantidad de hidratos de carbono y proteínas en las heces. Sin embargo, el efecto
predominante de la deficiencia de enzimas pancreáticas es la esteatorrea, o sea la aparición de
grandes cantidades de grasa sin digerir en la materia fecal.
Varias de las enzimas pancreáticas se secretan en forma inactiva y se activan en el lumen
intestinal; de esta forma la glándula se protege de la autodigestión.

Estructura del intestino delgado


El intestino delgado, que se extiende desde el estómago hasta el colon, mide entre 6 y 8
metros y se divide en dos porciones: el duodeno y el yeyunoíleon. El duodeno es la primera
porción del intestino delgado; mide unos 25 cm de longitud y está fijo a la pared posterior del
abdomen mediante el peritoneo. El yeyunoíleon, la porción más larga del intestino delgado, es
flotante; está sujeto a la pared posterior del abdomen por el mesenterio (meso del intestino), pero
su borde anterior es libre. Ocupa la mayor parte del abdomen inferior, donde describe una serie de
asas.
En el intestino delgado se lleva a cabo la fase más importante de la digestión. La hidrólisis
de las sustancias orgánicas del alimento se completa en este órgano, de manera que los nutrientes
quedan en condiciones de ser absorbidos. La mayor parte de la absorción también se produce en el
intestino delgado.

Figuras 20. Anatomía del intestino delgado

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La mucosa del intestino delgado presenta una serie de pliegues que hacen de ella una estructura
altamente especializada para la función de absorción. Se calcula que la superficie total de la mucosa
intestinal, gracias a dichas estructuras, es equivalente a la de una cancha de tenis. Esta amplísima superficie
optimiza la posibilidad de absorber los nutrientes que se liberan en la luz del intestino a medida que se
lleva a cabo la digestión química.
La sustancias absorbidas generalmente deben atravesar el enterocito (vía transcelular) para llegar
hasta la circulación, pues la vía paracelular (entre las células) se encuentra ocluida por las uniones
estrechas.
La membrana plasmática de los enterocitos posee una superficie apical, en contacto con la luz, por
donde ingresan los nutrientes. Éstos abandonan el enterocito a través de la superficie basal, en contacto
con vasos sanguíneos y linfáticos. En ambas superficies, apical y basal, se ubican diferentes transportadores
a través de los cuales se realiza la absorción.
En el interior de cada vellosidad se encuentran capilares sanguíneos y linfáticos, hacia donde se
dirigen los nutrientes.
Los capilares sanguíneos pertenecen al sistema de la arteria
mesentérica superior y confluyen luego en la vena mesentérica
superior, tributaria de la vena porta. La vena porta transporta
hasta el hígado los nutrientes absorbidos en las
microvellosidades.
Los quilíferos son los capilares linfáticos que ocupan el
centro de las microvellosidades. Hacia ellos se dirige la mayor
parte de los lípidos obtenidos de la dieta.

Ilustración 1. Representación esquemática de unidad anatómica y fisiológica


del sistema digestivo

Figura 21. Vasos sanguíneos intestinales y vena porta hepática

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Digestión en el intestino delgado
En el intestino delgado hay procesos de digestión química y de digestión mecánica.
El intestino delgado recibe el quimo. Al duodeno se vuelcan también la bilis y el jugo
pancreático, los cuales actúan sobre el quimo en la luz del intestino. Esta fase de la digestión
química intestinal, que transcurre en la luz del órgano, se conoce como digestión luminal.
En el duodeno se completa la digestión química de los glúcidos y de las proteínas, iniciada
en la boca y el estómago, respectivamente. A ello contribuyen las diversas enzimas del jugo
pancreático. También se lleva a cabo la digestión de las grasas, gracias a la acción emulsificante de
las sales biliares y la actividad hidrolítica de la lipasa pancreática.
Las células de la mucosa intestinal, los enterocitos, presentan una superficie apical plegada,
formando microvellosidades; a esta superficie se la conoce como “el ribete en cepillo”. Las
membranas del ribete en cepillo poseen diversas enzimas que participan en la digestión química.
Como resultado de la acción de estas enzimas, los glúcidos de la dieta se reducen a
monosacáridos y las proteínas a tripéptidos, dipéptidos y aminoácidos libres.
Después de su paso por el intestino delgado, todos los componentes del alimento han sido
expuestos a la totalidad de las enzimas presentes, de manera que alcanzan el máximo grado de
hidrólisis que dichas enzimas posibilitan, y están en condiciones de ser absorbidos.
Además de la digestión química, el intestino delgado realiza movimientos musculares que
toman parte en la digestión mecánica. En el intestino delgado se producen movimientos de
segmentación y movimientos de avance (peristálticos).
Los movimientos de segmentación ayudan a la mezcla del contenido luminal. Al mezclar
el quimo con la bilis, el jugo pancreático y las secreciones intestinales, aumentan la interacción de
los componentes del alimento con las sales biliares y las enzimas. También favorecen el contacto
con la mucosa intestinal. Esto facilita la digestión de superficie, a nivel del ribete en cepillo, y la
posterior absorción de los productos de la digestión.

Figura 22. Peristaltismo y mezcla dejugos en la digestión química intestinal

Los movimientos de segmentación consisten en la contracción rítmica alternada de


distintas partes del tubo y permiten la mezcla del contenido intestinal.
Los movimientos peristálticos propulsan el contenido intestinal y conforme ocurre el
avance, los nutrientes en estado simplificado (monomérico) son absorbidos por las vellosidades
intestinales.
Absorción de vitaminas hidrosolubles y minerales:Las vitaminas hidrosolubles son
absorbidas en la parte alta del intestino delgado, excepto la B12, que se absorbe en el íleon. La
absorción de la vitamina B12 requiere la unión de la vitamina con el factor intrínseco, secretado
por las células parietales gástricas.
El calcio y el hierro también son absorbidos en la primera parte del intestino delgado. La
absorción intestinal de calcio es facilitada por la vitamina D y se ajusta a las necesidades del
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organismo, aumentando cuando hay una disminución del Ca2+ corporal y disminuyendo cuando aquél se
incrementa.
El hierro hémico (proveniente de la hemoglobina y la mioglobina) se absorbe más fácilmente que
el no hémico.
Absorción de agua y electrólitos: El intestino recibe diariamente unos 2 litros de líquido con la
ingesta, más 7 litros provenientes de las secreciones de los órganos digestivos y las glándulas anexas. El 98
% de este líquido se reabsorbe, con una pérdida neta de 200 ml a través de las heces. La mayor parte del
líquido es reabsorbida en el intestino delgado.

Figura 23. Absorción de agua en el intestino delgado

Figura 24. Resumen en red conceptual

Anatomía y fisiología del intestino grueso


El intestino grueso se extiende desde la válvula ileocecal hasta el ano y tiene una
longitud de 1,5 m. Consta del ciego, el apéndice, el colon, el recto y el canal anal.

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El ciego está conectado con el apéndice, el cual tiene agregados de tejido linfático. El
apéndice tiende a obstruirse e inflamarse, exigiendo su extirpación quirúrgica para evitar su rotura
y una peritonitis.
El colon se divide en las siguientes porciones: colon ascendente, colon transverso, colon
descendente y colon sigmoideo o ileopélvico; dichas porciones describen un marco alrededor de
las asas intestinales.
El intestino grueso es de mayor calibre que el delgado, pero más corto que éste.
El músculo longitudinal del intestino grueso no forma una capa continua, sino que está
dividido en bandas longitudinales, las tenias. Como dichas bandas son más cortas que la capa
muscular circular, provocan la formación de unos pliegues (haustras) en la pared del intestino
grueso.
El canal anal posee dos esfínteres. El interno es un engrosamiento del músculo liso circular
y su control es involuntario. El esfínter externo, de control voluntario, está formado por músculo
estriado.
La mucosa del intestino grueso no presenta pliegues. Contiene numerosas glándulas
tubulares rectas con células caliciformes. Las células de revestimiento, los colonocitos, están
especializadas en la absorción de agua y electrólitos.

Figura 25. Intestino grueso: partes y mucosa

Al colon no llegan nutrientes orgánicos, ya que éstos se absorben en el intestino delgado.


El colon recibe alrededor de 1,5 l de líquido espeso, que se transforman en unos 250 cc de materia
fecal semisólida, de manera que la mayor parte del agua que alcanza el colon es reabsorbida. Entre
las materias sólidas se encuentran bacterias, células descamadas y fibra. La fibra incluye hidratos de
carbono y otros polímeros indigeribles como celulosa, hemicelulosa y lignina.
Como el contenido del colon se va solidificando a medida que avanza, se secreta gran
cantidad de moco, que lo protege de posibles traumatismos.
En el colon se producen contracciones que mezclan su contenido y permiten que el
mismo haga contacto con la superficie mucosa, favoreciendo la reabsorción de agua y sales.
Los movimientos peristálticos, llamados movimientos en masa, se producen entre 1 y 3
veces por día y empujan el contenido del colon hacia el recto.
El reflejo gastroduodenocólico consiste en un aumento del peristaltismo del colon, como
respuesta al llenado gástrico o a la recepción del quimo en el duodeno. El contenido fecal es
barrido hacia el recto, preparando la defecación.

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El volumen fecal estimula el peristaltismo, de allí la importancia del consumo de fibra para
mantener una defecación regular.
La necesidad de defecar se percibe cuando el contenido fecal distiende las paredes del recto. Este
Este estímulo relaja temporalmente el esfínter interno. Si el esfínter externo no se relaja voluntariamente,
voluntariamente, el esfínter interno se contrae nuevamente y la
urgencia de la necesidad de defecar desaparece por un tiempo.

Diarrea: La diarrea se caracteriza por una deposición acuosa,


es decir un aumento del contenido líquido de las heces. La diarrea
puede obedecer a una falla en la absorción de algún nutriente o
electrólito osmóticamente activos.
Flora del aparato digestivo: El aparato digestivo está
colonizado por bacterias, en su mayoría comensales, que en
conjunto forman la flora. Los únicos sitios relativamente estériles
son las glándulas salivales, la vesícula biliar y el estómago. Cuando
hay aclorhidria (el estómago no secreta ácido) existe una
predisposición a las infecciones intestinales.
En el intestino grueso hay al menos 400 especies de bacterias. Las bacterias forman alrededor de la
cuarta parte del peso de las heces.
La flora del intestino proporciona vitaminas K y B12, que pueden ser absorbidas.
En el intestino grueso la flora transforma la bilirrubina en urobilinógeno (que en parte se
reabsorbe y se elimina por orina) y estercobilinógeno, el cual se elimina con la materia fecal. El color
pardo de las heces se debe a estos pigmentos.
El metabolismo bacteriano de la fibra también genera diversas sustancias absorbidas en el colon
(amoníaco, ácidos grasos de cadena corta y aminas), otras responsables del olor de la materia fecal (como
el escatol) y contribuye a formar los gases de los flatos.

Figura 26. Resumen en red de conceptos

Resumen de la digestión química a lo largo del tubo


digestivo
• Hidratos de carbono. La digestión química de los polisacáridos se inicia en la boca, por acción de
la ptialina o amilasa salival. Como producto de la hidrólisis se obtienen maltosa, dextrinas, trisacáridos y
en pequeña medida, glucosa libre. La acción de la amilasa salival se inhibe cuando el bolo alimenticio se

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mezcla con el jugo gástrico en la formación del quimo. En el estómago no hay hidrólisis de los
hidratos de carbono. Los polisacáridos que no pudieron hidrolizarse en la boca son atacados en el
duodeno por la amilasa pancreática, la cual posee la misma acción que la amilasa salival. Las
dextrinasas y disacaridasas del ribete en cepillo completan la hidrólisis hasta la obtención de
monosacáridos.

Figura 27. Digestión química de los hidratos de carbono

• Proteínas. La hidrólisis de las proteínas comienza en el estómago, por acción de la


pepsina. Ésta escinde a las cadenas polipeptídicas, hidrolizando enlaces del interior de la cadena
(acción endopeptidasa); genera polipéptidos de menor longitud u oligopéptidos. En duodeno
continúa la digestión por acción de las endopeptidasas y carboxipeptidasas pancreáticas, las que
liberan oligopéptidos y aminoácidos libres. Los oligopéptidos son atacados finalmente en la
superficie del ribete en cepillo por las aminopeptidasas, que liberan aminoácidos del extremo
aminoterminal y por las dipeptidasas. Los productos finales de la hidrólisis son tripéptidos,
dipéptidos y aminoácidos libres.

Figura 28. Digestión química peptídica


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• Lípidos. Los lípidos no son atacados químicamente hasta
que llegan al duodeno. Allí se emulsionan, por acción de las sales
biliares. Una vez formadas las micelas, la colipasa pancreática ayuda
al anclaje de la lipasa, que hidroliza los enlaces éster de los
triglicéridos. Los productos de la hidrólisis permanecen en la micela
hasta que hacen contacto con el ribete en cepillo para su absorción.

Figura 29. Digestión química de lípidos

Figura 30. Absorción de nutrientes en forma esquemática

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