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El cuerpo humano
Es una estructura física y orgánica conformada por tres partes las cuales son; la
cabeza, el tronco y las extremidades superiores e inferiores, además el mismo
cuenta con una estructura orgánica que está formada por diferentes sistemas; el
cuerpo humano se encuentra cubierto por la piel, la cual brinda protección a los
músculos y órganos; sumado a ello, este cuenta con diferentes elemento químicos
vitales para su funcionamiento, como es el caso del oxígeno, nitrógeno, hidrógeno,
calcio, fosforo, entre otros.
Sistema Locomotor: está constituido por dos tipos de estructura; los huesos y los
músculos, que como respuestas a las órdenes recibidas de los sistemas nervioso
y endocrino realizan los movimientos voluntarios. Los huesos, cuyo conjunto
constituye el esqueleto, son los elemento pasivos del aparato locomotor, actuando
como soporte y protección de las partes delicadas. Los músculos constituyen el
elemento activo, ya que, permiten el movimiento del esqueleto a nivel de las
articulaciones. Además, algunos como los de la cara, son capaces de expresar
mediante los gestos los estados de ánimo y multitud de sentimientos. Asimismo,
determinados músculos intervienen en la producción de la voz. Por eso los seres
humanos consiguen una comunicación afectiva entre los otros seres vivos que les
rodean.
Sistema Esquelético: los huesos están formados por tejido óseo esponjoso y
compacto en proporciones variables, recubierto de una membrana de tejido
conjuntivo. El periostio. La proporción de cada tipo de tejido óseo que forma parte
de un hueso depende de las tensiones y fuerzas que tiene que soportar. Según
esto se distinguen tres tipos de hueso: los huesos planos, que presentan dos
capas de tejido óseo compacto entre las que hay una de tejido óseo esponjoso;
son huesos en los que predomina la superficie sobre el volumen, como es el caso
de los del cráneo, los omóplatos o los de la caderas (ílion, isquion y pubis). Los
huesos cortos, son de pequeño tamaño y con sus tres dimensiones prácticamente
iguales; se encuentran generalmente en zonas de articulaciones, como las de las
muñecas (carpo) o tobillo (tarso) y en la columna vertebral (vértebras). Los huesos
largos, son los de mayor longitud, predominando en ellos el tejido óseo compacto
de la caña o diáfisis; son los que constituyen las extremidades.
El crecimiento en longitud de los huesos tiene lugar por sustitución de las células
cartilaginosas del cartílago de crecimiento, situado entre la diáfisis y la epífisis de
los huesos largos, por células de tejido óseo. Cuando la etapa de crecimiento
termina, al final de la adolescencia, todo el cartílago de crecimiento se ha
osificado. El crecimiento en grosor se realiza a partir de la envoltura conjuntiva que
rodea a la diáfisis (periostio), depositando capas concéntricas de hueso. A lo largo
de la vida los tejidos del hueso son permanentemente renovados; por un lado
ciertas células llamadas osteoclastos lo destruyen, para ser reconstruidos de
nuevo por otras células llamadas osteoblastos. Además, de esta manera, las sales
minerales que constituyen en hueso (fundamentalmente sales de calcio) son
permanentemente reemplazadas. Así, si no existe suficiente cantidad de iones de
calcio en la sangre, porque la dieta no los aporta, el esqueleto es capaz de
liberarlos. Este intercambio de minerales entre el hueso y la sangre está
favorecido por la acción de la vitamina D y por hormonas de la glándula
paratiroides.
La zona de contacto entre dos huesos continuos se denomina articulación,
distinguiéndose tres tipos básicos: las articulaciones fijas o sinartrosis, en las que
el hueso encaja perfectamente en el otro mediante salientes en bisel a modo de
dientes; de esta manera quedan firmemente unidos entre sí y no es posible el
movimiento entre ambos huesos; presentan este tipo de articulación todos los
huesos de la cabeza (cara y cráneo) excepto la mandíbula inferior. Articulaciones
semimóviles o anfiartrosis, en las que los huesos están separados por una capa
de cartílago fibroso, a modo de disco, que permite ciertos movimientos; éste es el
caso de la articulación de unas vértebras con otras. Las articulaciones móviles o
diartrosis que permiten una amplia variedad de movimientos; son las más
complicadas y están constituidas por varios elementos; la cabeza articular de un
hueso que encaja en un hueco del otro, los ligamentos externos e internos que los
sujetan entre sí y la cápsula articular, de tejido conjuntivo, que encierra en su
interior el líquido sinovial a modo de lubricante. Este tipo de articulación se
encuentra generalmente en los extremos de los huesos largos, como es el caso
del fémur con el coxal o del húmero con el omóplato. Las articulaciones son
susceptibles de sufrir varios tipos de lesiones bastante frecuentes, tal es el caso
de los derrames sinoviales, por rotura de la membrana sinovial, y las luxaciones
en las que dos superficies articulares pierden el contacto.
La fuerza que hace que la palanca se mueva se conoce como esfuerzo o potencia,
que en este caso lo realiza el músculo para levantar o mover un peso: el propio del
cuerpo o alguno adicional que se levante. Existen tres tipos de palancas, 1ero, 2do
y 3er grado, en función de la posición relativa del esfuerzo (potencial) y del peso
(resistencia).
Los músculos pueden tirar de lis huesos pero no pueden empujar, de manera que
el músculo que mueve un hueso en un sentido no lo puede hacer en el contrario.
Por ello, en cada articulación deben trabajar al menos dos músculos: el agonista,
que trabaja en un sentido y el antagonista al contrario. Tal es el caso de los
músculos flexores (agonistas) que doblan una articulación, y los extensores
(antagonistas) que la extienden. Otras parejas antagonistas en el cuerpo son los
músculos elevadores y depresores, los esfínteres y los dilatadores, los abductores
y los aductores. Todos los músculos estriados se mantienen en un estado de
permanente contracción; es el tono muscular que está mantenido por fibras del
sistema nervioso autónomo. Tras la contracción muscular sobreviene siempre la
relajación para que el músculo recupere sus constantes. Cuando se hace un
ejercicio en el que las contracciones son tan rápidas como para que el músculo no
tenga tiempo de recuperarse, se produce la fatiga muscular, por lo que se contrae
cada vez más débilmente. En condiciones normales el músculo utiliza el
glucógeno que almacena en sus fibras, transformándolo en moléculas de glucosa
que pueden seguir dos vías metabólicas: la respiración aerobia, que proporciona
más energía, y la fermentación láctica, que proporciona menos energía, tiene lugar
cuando falta el oxígeno y produce ácido láctico como residuo. Esto es lo que
ocurre cuando se realizan muchas contracciones con mala oxigenación. Si hay un
exceso de ácido láctico, se producen las llamadas agujetas porque cristaliza y se
clava en las fibras musculares.
Todo el sistema nervioso tiene una estructura similar, estando constituido por
centros nerviosos y vías periféricas o nervios. Los centros nerviosos, comunes a
ambos sistemas, son el encéfalo y la médula espinal. El sistema nervioso está
formado por neuronas y células de la neurología, que sirven de sujeción y nutrición
para éstas. Fundamentalmente los centros nerviosos están constituidos por los
cuerpos neuronales y unas prolongaciones de estas llamadas dendritas. Como no
están recubiertas de mielina, presentan un color grisáceo, por lo que se les
denomina sustancia gris. Otras prolongaciones de las neuronas, los axones,
neuritas o cilindroejes, que están recubiertas de una vaina de mielina de color
blanco, constituyen la sustancia blanca. Los nervios están constituidos por axones
de las neuronas y se encargan de la conducción de los impulsos nerviosos.
Existen dos tipos de nervios: los eferentes, motores o centrífugos, que conducen
los impulsos nerviosos desde los centros hacia los órganos efectores (músculos o
glándulas) y los aferentes, sensitivos o centrípetos, que los conducen desde los
receptores nerviosos hacia los centros.
Los nervios craneales son los que parten del encéfalo y hay doce pares: I olfatorio
(sensitivo), II óptico (sensitivo), III motor ocular común (motor), IV patético (motor);
V trigémino (mixto); VI Motor ocular externo (motor); VII auditivo (sensitivo); IX
glosofarígeo (mixto); X vago (mixto); XI espinal (motor) y XII hipogloso (motor).
Los nervios raquídeos, que son los que salen de la médula espinal son todos
mixtos. Hay 31 pares que salen entre las vértebras cervicales, dorsales y hasta la
2da lumbar. Los restantes salen en la llamada cola de caballo, al final de la
columna. Cada nervio raquídeo tiene dos raíces: la sensitiva, que entra a la
médula por el asta superior, y la motora, que sale de la médula por el asta
anterior.
Las fosas nasales, tapizadas por un epitelio mucoso, se abren al exterior por los
orificios nasales y en su parte posterior, por medio de los dos orificios de las
coanas, se comunican con la faringe. En el interior de las fosas nasales hay
multitud de pelillos que retienen las impurezas y partículas de polvo que entran al
respirar. Las fosas nasales comunican con el oído interno a través de la trompa de
Eustaquio (para compensar la presión del aire sobre el tímpano) con los senos
frontales (huecos del hueso frontal) y con los conductores lacrimales que evacúan
las lágrimas.
Los pulmones ocupan gran parte de la caja torácica y están envueltos por la
pleura, membrana doble de tejido epitelial. La pleura externa o parietal está unida
a la caja torácica y la pleura interna o visceral se une a los pulmones. Entre ambas
se encuentra el líquido pleural. El pulmón izquierdo es más pequeño, sólo tiene
dos lóbulos, mientras que el derecho tiene tres. Todo el espacio de los pulmones
que no está ocupado por los bronquios es de tejido conjuntivo elástico, lo que les
da aspecto esponjoso.
Los vasos sanguíneos son de tres tipos: arterias, venas y capilares. Las arterias
son los vasos que poseen la pared más gruesa, que consta de tres capas: una
interna, formada por endotelio; una media dotada de numerosas células de
musculatura lisa y fibras elásticas y una capa externa o adventicia, compuesta por
fibras de colágeno y elástica.
Las venas presentan las mismas capas pero mucho más finas que en las arterias,
sobre todo la capa muscular, ya que llevan la sangre a baja presión de vuelta al
corazón. A lo largo de su recorrido, especialmente en las venas de las
extremidades inferiores, las venas poseen válvulas en forma de nido de golondrina
que impide el retroceso de la sangre. Los capilares son los vasos más finos y su
pared está formada solamente por una capa de células endoteliales. Son los
vasos que comunican arterias con venas y se ramifican mucho dando las redes o
lechos capilares.
Una vez filtrada la sangre es recogida por la red capilar venosa que rodea el asa
de Henle, para juntarse todas en la vena renal que sale de cada riñón. La zona
interna o medular del riñón está ocupada por la parte final de los túbulos uriníferos.
Todos juntos constituyen una unidad llamada pirámide de Malpigio. Las distintas
pirámides se abren en los cálices renales que desembocan en los uréteres. Éstos
son los conductos por donde sale la orina de los riñones. Miden unos 25 cm de
longitud y unos 3 o 4 mm de diámetro. Los uréteres desembocan en la vejiga de la
orina, donde se almacena ésta, hasta que expulsa en la micción.
En los seres humanos es muy difícil separar las funciones de la relación estrictas
de las de regulación interna, ya que van estrechamente unidas. El sistema
nervioso y el endocrino son los principales sistemas de control de las demás
relaciones orgánicas. De esta manera, todos los órganos, aparatos y sistemas
forman un conjunto equilibrado, que es continuamente estimulado o frenado en su
actividad según sea necesario.
Los sistemas y aparatos son los componentes del cuerpo humano, uno de los
organismos más complejos. Si alguno de esos sistemas o aparatos no cumples
sus funciones, se corre el riesgo de tener graves problemas de salud. Las
principales características para establecer la interrelación entre sistemas y
aparatos en el cuerpo humano son el tipo de tejido y la cantidad de órganos que
los complementan.