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Ficha de Cátedra de EPSSI -2011-

La sociología comprensiva de Max Weber, algunos aspectos


metodológicos

Palabras claves: relación con valores, individuo histórico, tipo ideal, explicación
causal.

Betina Monteverde
Mariela Ragone

En el presente escrito intentaremos mostrar fragmentariamente algunos aspectos


que nos parecen importantes para abordar el pensamiento de Max Weber 1 en lo
concerniente a su faz metodológica. Los estudios referidos a dicha problemática nos
introducen en una reflexión epistemológica inscripta en un período histórico donde, en
el ámbito científico, se comienza a delinear la existencia de obstáculos en torno a la
producción de conocimiento objetivamente válido y respecto a la universalidad del
mismo.
En función de tal propósito tomaremos como eje el ensayo “La ‘objetividad’
cognoscitiva de la ciencia social y de la política social”, publicado en 1904 en el
“Archivo de Ciencias Sociales y Política social”2.

La relación entre ciencia y política

En el artículo antes mencionado existe una referencia a los lugares diferenciados


de la ciencia y de la política en el tratamiento de los problemas prácticos de la vida
social. Weber señala que la finalidad de la revista es (…) la formación del juicio acerca
de los problemas prácticos mismos y, con ello – en la medida limitada en que semejante
meta puede exigirse de estudios particulares- , la crítica de la práctica de la político-
social, incluida la legislación. Weber (1997/40)
Para tal fin, en este ensayo se establece una distinción entre los juicios de valor
(que implican una toma de decisión) y el saber científico que puede dar cuenta de un
ordenamiento conceptual de los hechos. La ciencia en este sentido no es portadora de
ideales, no puede enseñarle a nadie lo que debe hacer, (…) enjuiciar la validez de tales
valores es asunto de la fe, y, junto a ella, quizá tarea de una consideración e
interpretación especulativas de la vida y del mundo con respecto a su sentido; con
seguridad, no es objeto de una ciencia empírica en el sentido que se le debe atribuir
aquí. Weber (1997/ 44)
La ciencia puede ofrecer al sujeto actuante la posibilidad de confrontar las
consecuencias deseadas y no deseadas de su actuación, en tanto que la misma es capaz
de determinar qué medios son adecuados o inadecuados para los fines propuestos por el
1
Max Weber (1864-1920) fue un sociólogo y economista alemán; algunas de sus principales obras son:
La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905), Ensayos sobre metodología sociológica,
este libro incluye cuatro trabajos: “La ‘objetividad’ cognoscitiva de la ciencia social y de la política
social” (1904), “Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura” (1906), “Sobre algunas
categorías de la sociología comprensiva” (1913) y “El sentido de la ‘neutralidad valorativa’ de las
ciencias sociológicas y económicas” (1917) , Economía y sociedad (1922) e Historia económica
general (1923).
2
El comité de redacción de la revista Archiv für Sozialwissenschaft und Social politik estaba formado por
Max Weber, Edgar Jaffé y Werner Sombart.

1
actor, y una vez dada la posibilidad de alcanzar dicho fin solo él puede elegir medios y
fines. Así Weber sostiene: Ofrecemos de este modo a los actores la posibilidad de
ponderar estas consecuencias no queridas con las buscadas, y con ello responder a la
pregunta: ¿cuánto “cuesta” el logro del fin deseado en términos de la pérdida
previsible de otros valores? Puesto que, en la gran mayoría de los casos, cualquier fin
a que se aspire “cuesta” o puede costar algo en este sentido, la auto-reflexión de
hombres que actúen responsablemente no puede prescindir de sopesar entre sí fines y
consecuencias de la acción; justamente, hacer posible esto es una de las funciones más
esenciales de la crítica técnica, que hemos considerado hasta aquí. Ahora bien, extraer
una decisión de aquella ponderación no constituye ya una tarea posible para la
ciencia; es propia del hombre que quiere: este sopesa los valores en cuestión, y elige
entre ellos, de acuerdo a su propia conciencia y su cosmovisión personal. (…)
Respecto de esta decisión, podemos ofrecerle todavía algo: el conocimiento del
significado de aquello a que se aspira. Podemos enseñarle a conocer los fines que él
procura, y entre los cuales elige, de acuerdo a la conexión y significado, ante todo
poniendo de relieve y desarrollando en su trabazón lógica las “ideas” que están o
pueden estar en la base del fin concreto. En efecto, una de las tareas esenciales de
cualquier ciencia de la vida cultural del hombre es, desde luego, poner de manifiesto
para la compresión intelectual esas “ideas” por las cuales se ha luchado y se lucha, en
parte realmente y en parte solo en apariencia. Weber (1997/ 42-43)
No obstante, Weber señala que al realizar la distinción entre juicio de valor y
saber empírico se presupone que existiría realmente un tipo válido de conocimiento en
el campo de las ciencias sociales. Tal suposición abre al problema de la objetividad, que
implica cuestiones metodológicas, conceptos fundamentales y premisas del
conocimiento.
La ciencia moderna a la que refiere Weber es parte integrante del proceso
histórico de racionalización, cuyo carácter inconcluso hace imposible concebir una
sociología acabada en la medida en que la realidad del hombre se encuentra en
permanente flujo. La historia renueva los sistemas de valores, propone nuevos
problemas a los hechos pasados o presentes, haciendo que la ciencia se encuentre en un
continuo devenir.
Las ciencias que refieren a la realidad del hombre son ciencias de la cultura que se
esfuerzan por comprender y explicar los valores a los cuales los hombres han adherido y
las obras que realizaron. Ahora bien, si las obras humanas son creadoras de valores o se
definen por referencia a valores ¿cómo puede existir una ciencia objetiva de obras
cargadas de valor? ¿Cómo se pueden establecer juicios de hecho universalmente válidos
de obras cargadas de valor?
R. Aron (1970) señala que éste es uno de los interrogantes centrales de la
reflexión filosófica y epistemológica de Max Weber, a la cual responde mediante la
distinción entre juicios de valor y relación con valores; los primeros son personales y
subjetivos, son una afirmación moral que el individuo realiza respecto de un valor (por
ejemplo, puedo estar a favor o en contra de la legalización del aborto o del matrimonio
igualitario); mientras que la relación con valores significa que el hombre de ciencia va a
concebir a estas problemáticas como objetos acerca de los cuales los sujetos históricos
han disputado, sin necesidad de declarase a favor o en contra; en este sentido la relación
con valores forma parte de un procedimiento de selección y de organización de la
ciencia objetiva. La distinción entre el juicio de valor y la relación con valores le
permite señalar la diferencia entre la actividad del sabio y la del hombre político, y al
mismo tiempo la similitud de interés entre ambos. Aron (1970/233)

2
Weber considera imposible acceder a los objetos sin la mediación de la cultura,
la teoría o algún tipo de interpretación. Por el contrario, le interesa una consideración
de la objetividad pero conociendo cuál es la función lógica y la estructura de los
conceptos con los que la sociología trabaja y, cuál es la significación de la teoría y de la
conceptualización teórica para el conocimiento de la realidad cultural. Weber (1997/74)
Una distinción ingenua de la objetividad-subjetividad entiende que la objetividad
supone considerar las cosas, los hechos o los objetos según propiedades que realmente
estos poseen, en cambio, la subjetividad supone pensar las cosas desde el modo como
éstas nos afectan. En definiciones clásicas de la ciencia, la objetividad se ha constituido
de manera generalizada como ideal de una investigación que observe los hechos como
independientes de la voluntad o sin el aporte del propio observador. En este caso, se le
atribuye una existencia propia a la realidad y a los objetos de conocimiento. La
objetividad es, para Weber, un problema sobre el que la sociología como ciencia de la
cultura tiene que dar cuenta, pero, por otro lado considera indispensable pensar esa
objetividad en un terreno en que el investigador no es ajeno a una cultura constituida en
una trama de valores.
Con la introducción de los valores como campo de significación Max Weber se
hace cargo de un problema que el positivismo (Comte) había intentado dejar de lado: la
subjetividad del investigador. Al abordar las acciones sociales 3 señala que aunque
deseemos desprendernos de los valores somos parte de una cultura pero además son
esos valores los que la vuelven significativa. Si Kant señalaba que los seres humanos no
podemos conocer la totalidad de lo que es, Weber resignifica este enunciado diciendo
que son los valores -en tanto significaciones culturales- los que vuelven significativo el
recorte de una realidad inconmensurable. Para la sociología comprensiva las acciones
sociales se investigan buscando su sentido4, el sociólogo está obligado a seleccionar
fragmentos de la realidad –dado que esta realidad se presenta como caótica e
inconmensurable- y a conceptualizarlos manteniendo una referencia a los valores de la
cultura de la que es parte. “Cultura” es una sección limitada de la infinitud desprovista
del sentido del acaecer universal, a la cual los seres humanos otorgan sentido y
significación. (…) Es este hecho puramente lógico-formal el que mentamos aquí,
cuando nos referimos a la vinculación necesaria desde el punto de vista lógico de todos
los individuos históricos con “ideas de valor”. La premisa trascendental de toda
ciencia de la cultura no consiste en que encontremos plena de valores una determinada
“cultura”, o cualquier cultura en general, sino en que somos hombres de cultura,
dotados de la capacidad y la voluntad de tomar conscientemente posición ante el
mundo y de conferirle sentido. Y este, cualquiera que sea, conducirá a que en la vida
juzguemos determinados fenómenos de la coexistencia humana a partir de él, y a que
tomemos posición frente a ellos como significativos (positiva o negativamente).
3
Si bien no nos detendremos aquí en el concepto de acción social, cabe mencionar que la sociología que
propone Max Weber intenta comprender, interpretar y explicar las acciones sociales. Se trata de una de
las nociones fundamentales del autor ya que permite pensar: sentido, motivo, fines, medios y
racionalidad de las acciones siempre en referencia a las acciones de otros. Es tal vez, Economía y
sociedad (1920) el libro en el que con mayor despliegue se puede pensar este concepto bajo la forma de
tipos ideales de acciones sociales.
4
Ahora bien, la acción que específicamente reviste importancia para la sociología comprensiva es, en
particular, una conducta que 1) está referida, de acuerdo con el sentido subjetivamente mentado del
actor, a la conducta de otros; 2) está co-determinada en su decurso por esta referencia plena de sentido,
y 3) es explicable por vía de la comprensión a partir de este sentido mentado (subjetivamente). Con el
mundo exterior y en especial con la acción de los otros relacionándose también, de manera
subjetivamente provista de sentido, las acciones afectivas y los “estados emotivos” que revisten
importancia respecto del curso de la acción, es decir indirectamente, como el “sentimiento de dignidad”,
el “orgullo”, la “envidia”, los “celos”. Weber (1997/177-78)

3
Además, sin que importe cuál sea el contenido de esta toma de posición, tales
fenómenos tienen para nosotros significación cultural y únicamente en ella estriba su
interés científico. Weber (1997/70)

Concepción de la realidad y límites del conocimiento

Antes mencionamos que la necesidad metodológica de la relación con valores


atañe directamente a los aspectos filosóficos referidos a la concepción kantiana de la
realidad y de los límites del conocimiento. Esto implica que la realidad se presenta a los
hombres como caótica e inabarcable en su totalidad, (...) dada la finitud del hombre en
cuanto a sus capacidades y de la infinitud de lo que hay por conocer, se produce un
hiato imposible de cubrir que lo obliga a admitir que el conocimiento no puede ser más
que fragmentario y acumulativo. Dávilo-Germain (1996/11)
De esta manera Weber señala: La ciencia social que queremos promover es una
ciencia de la realidad. Queremos comprender la realidad de la vida que nos circunda, y
en la cual estamos inmersos, en su especificidad; queremos comprender, por un lado, la
conexión y significación cultural de sus manifestaciones individuales en su
configuración actual, y, por el otro, las razones por las cuales ha llegado
históricamente a ser así-y-no-de-otro-modo. Ahora bien, tan pronto como tratamos de
reflexionar sobre la manera en que se nos presenta inmediatamente, la vida nos ofrece
una multiplicidad infinita de procesos que surgen y desaparecen, sucesiva y
simultáneamente, tanto “dentro” como fuera” de nosotros mismos. Y la infinitud
absoluta de esta multiplicidad para nada disminuye, en su dimensión intensiva, cuando
consideramos aisladamente un objeto singular (…) Cualquier conocimiento conceptual
de la realidad infinita por la mente humana finita descansa en el supuesto tácito de que
solo una parte finita de esta realidad constituye el objeto de la investigación científica,
parte que debe ser la única “esencial” en el sentido de que “merece ser conocida”.
Weber (1997/61-62)
Dicha concepción lleva implícita la necesidad de producir un recorte en función
de deslindar el objeto de investigación, (…) es a partir de una relación con valores que
algo de este caos se vuelve significativo para el investigador, de modo tal que este
puede definir el objeto a investigar (…) Dávilo-Germain (1996/11)

4
También en este sentido cabe destacar que toma de Rickert 5 la distinción entre
naturaleza e historia, siendo la realidad - en la primera- considerada respecto a su
generalidad (a lo que se repite) por ende tiende a la construcción de un sistema de leyes.
Mientras que en las ciencias históricas la realidad es considerada respecto a su
singularidad, en este sentido el relato histórico es una reconstrucción selectiva de lo que
sucedió en el pasado; el historiador realiza un selección en base a valores
Repetidas veces se ha creído que el criterio decisivo, también en las ciencias
culturales, puede discernirse en definitiva de la recurrencia “con arreglo a leyes” de
ligazones causales determinadas. Aquello que contienen en sí las “leyes” que podemos
discernir en el curso infinitamente múltiple de los fenómenos debe constituir, de
acuerdo con esta concepción lo único científicamente “esencial” en ellas: apenas
hemos demostrado la “legalidad” de una ligazón causal, como válida sin excepción,
con los medios de inducción histórica comprensiva, o bien la hemos vuelto
intuitivamente evidente para la experiencia interna, y cualquiera que sea la fórmula
que hayamos encontrado de este modo, una multitud de casos por elevado que pueda
concebirse su número, se subsume en ella. Y los elementos de la realidad individual
que, una vez establecida la “ley”, quedan fuera de ella, son considerados residuos no
elaborados científicamente todavía, que habrán de ser introducidos en el sistema
“legal” a través del perfeccionamiento de este, o bien permanecerá como
“contingente” y se los dejará de lado por científicamente inesenciales, en cuanto no
son “concebibles legalmente” y no encajan, por ello, en el “tipo” del proceso; en tal
caso, solo pueden ser objeto de una “curiosidad ociosa”. De este modo, aun entre los
representantes de la escuela histórica reaparece de continuo la convicción de que el
ideal al cual tienden todas las ciencias, incluidas las ciencias culturales y al cual deben
tender aun en vista de un remoto futuro, es la obtención de un sistema de proposiciones
del cual la realidad pueda ser “deducida”. Weber (1997/62)
Weber insiste, en contraposición a los planteos anteriores, que tanto el
significado de la estructuración de un fenómeno cultural así como sus causas, no se
puede deducir de ningún sistema de leyes por más perfecto que este fuera. Por ende,
sería absurda la idea de que la meta de las ciencias de la cultura sea la formulación de
un sistema cerrado de conceptos en el que la realidad quedara abarcada definitivamente.
La corriente del acaecer inconmensurable fluye de manera incesante hacia la

5
Weber está vinculado al debate en torno a las ciencias explicativas o de la naturaleza, y las
ciencias comprensivas o del espíritu. En Introducción a las ciencias del espíritu (1883), Dilthey señala
que la diferencia entre ambas posiciones radica en la relación entre el sujeto de conocimiento y los
fenómenos a ser conocidos. Desde esta distinción, en las ciencias explicativas, el sujeto sería ajeno a los
fenómenos en el sentido de que participa del devenir de los acontecimientos pero sólo los produce y
modifica de manera limitada. La expresión ciencias idiográficas posee un sentido que podríamos
equiparar al de las ciencias del espíritu ya que aquí, el investigador considera que el sujeto es parte del
campo de fenómenos y es a través de la comprensión como se podría acceder a ese campo. Por otra parte,
la distinción entre nomotético e ideográfico fue formulada por vez primera por W. Windelband y H.
Rickert. (Este último, no obstante, incluye la sociología entre las ciencias nomotéticas). El método de
investigación idiográfico es utilizado por las ciencias históricas, sociales y culturales, basado en el
supuesto de que los valores producen determinaciones que afectan la representación de los fenómenos
singulares que interesan a estas ciencias. Por oposición, el método propio de las ciencias de la naturaleza
o nomotético se basaría en la determinación de hechos según relaciones causales de orden fáctico. En
relación a este debate, tan presente en Alemania a finales del siglo XIX y principios del XX con
discusiones aún hoy no concluidas, sobre el carácter nomográfico o ideográfico de la ciencia nos interesa
señalar que para Weber no se trata de cualidades propias de los fenómenos sino del interés con el que el
investigador los indaga en su singularidad. El punto relevante no es el objeto a conocer sino el punto de
vista de un investigador que al conocer pone a jugar sus valores. Germain (2006)

5
eternidad. Siempre de nuevo y de maneras distintas se configuran los problemas
culturales que mueven a los hombres, y con ello se mantiene fluctuante el círculo de lo
que, para nosotros presenta sentido y significación entre el flujo permanente de lo
individual, y que se convierte en “individuo histórico” Weber (1997/73) El punto de
partida de las ciencias de la cultura es plantear nuevos interrogantes a la corriente
eternamente inagotable de la vida. Weber (1997/74)
Lo significativo no coincide, naturalmente, en cuanto tal, con ninguna ley, y, por
cierto, tanto menos cuanto más general sea aquella. En efecto, la significación
específica que un elemento de la realidad tiene para nosotros no se encuentra en
aquellas relaciones que comparte con muchos otros fenómenos. Weber (1997/66)
Las leyes no son fines del conocimiento sino medios cognoscitivos. Si para las
ciencias de la naturaleza las leyes son más valiosas en tanto que más generales y
abstractas, por el contrario, para el conocimiento de los fenómenos históricos mientras
más generales sean las leyes menos nos ayudarán en la imputación causal de los
fenómenos e indirectamente menos nos ayudaran a comprender el significado de los
acontecimientos culturales.

Explicación causal (condicional) y la validez universal del conocimiento

La validez universal del conocimiento va a estar relacionada con el análisis de las


determinaciones causales, que en la investigación puede orientarse en dos direcciones,
la causalidad histórica (determinación de las circunstancias únicas -antecentes- que han
tenido participación causal en cierto acontecimiento) y la causalidad sociológica
(establecimiento de una relación regular entre dos fenómenos, de manera tal que uno de
ello pueda favorecer el desarrollo del otro). Aron (1970)
Para la atribución de causas es necesario construir una “individualidad histórica”
(por ejemplo: capitalismo occidental moderno)6, que permita determinar con precisión
las características de tal acontecimiento y por ende encontrar elementos causales para el
desarrollo del mismo, sugiriendo que la inexistencia de tales elementos haría que el
curso de los hechos fuera diferente.
La explicación de un “individuo histórico” implica una selección de la
multiplicidad de lo empírico y de las infinitas relaciones que ligan a infinitos elementos.
La totalidad de relaciones de causa efecto es inagotable, la explicación se limita a una
serie finita de elementos siguiendo sus relaciones en una conexión particular.
En el proceso de imputación de un acontecimiento a sus causas Weber no usa el
modelo determinista de explicación causal basado en una relación necesaria entre
causa y efecto sino que configura un modelo de explicación condicional. La sociología
no establece factores determinantes sino que determina condiciones que junto a otras
vuelven posible un fenómeno. Por ende, causalidad histórica y sociológica son
solidarias7 y solo son posibles de plantear en términos de probabilidad, no existe la
determinación unilateral ya sea de un elemento político, económico o religioso; las

6
Sobre este punto puede pensarse la puesta en acto del método weberiano cuando estudia, por ejemplo
en Economía y sociedad, los tipos ideales de dominación. También, en La ética protestante y el espíritu
del capitalismo podemos leer el despliegue de conceptos metodológicos tanto a través de la distinción
entre capitalismo occidental moderno y capitalismo aventurero como así también mediante la relación
entre ciertas prácticas del protestantismo y del capitalismo.
7
Max Weber…se niega a creer que las ciencias que tienen como objeto la realidad humana sean
históricas de modo exclusivo…Es verdad que las ciencias de la realidad humana se interesan más en lo
singular, en el devenir único que las ciencias de la naturaleza. Pero no es verdad que descuiden las
proposiciones generales…La comprensión histórica exige la utilización de proposiciones generales, y es
posible de mostrar éstas últimas solo a partir de análisis y de comparaciones históricas. Aron (1970/246)

6
relaciones causales son siempre parciales y no globales, indican probabilidad y no
determinación necesaria.
Dicho planteo implica una refutación a cierta interpretación marxista que
considera a un elemento (económico) de la realidad como determinante de los restantes
aspectos de la misma. Así mismo, para Weber no es posible determinar la sociedad
futura a partir de las características de la sociedad actual.8
La denominada “concepción materialista de la historia”, como cosmovisión o
como denominador común para la explicación causal de la realidad histórica, ha de
rechazarse de la manera más decidida; no obstante, uno de los fines más esenciales de
nuestra revista es la interpretación económica de la historia.
Esto requiere elucidación más precisa.
La llamada “concepción materialista de la historia” en su viejo sentido,
genialmente primitivo, del Manifiesto comunista, por ejemplo, sólo sigue prevaleciendo
hoy en la cabeza de legos y diletantes. Entre estos aún se encuentra difundido por cierto
el curioso fenómeno de que no quedan satisfechos en su necesidad de hallar una
explicación causal de cierto hecho histórico hasta que, de algún modo o en alguna
parte, no se muestran causas económicas coactuantes ( o que parezcan serlo). Pero
cuando este es el caso, en cambio, se conforman con las hipótesis más socorridas y los
lugares comunes más generales, ya que entonces han satisfecho su necesidad
dogmática de creer que las “fuerzas impulsoras” económicas son las “auténticas”, las
únicas “verdaderas”, las “decisivas en última instancia”. Weber (1997/58)

Tipo Ideal como herramienta metodológica

El tipo ideal para Weber es el procedimiento adecuado para la formulación de


conceptos históricos específicos y rigurosos, que permiten el análisis y la interpretación
causal de los fenómenos históricos. Archenti y Aznar (1986/ 93)
La construcción de un tipo ideal es el intento de aprehender la realidad como
individuo histórico. Un tipo ideal pudo haber sido en el pasado un ideal a alcanzar en
los hechos o un imperativo para la regulación de relaciones sociales. Pero para el
análisis sociológico de ninguna manera se trata ni de ideales ni de hechos reales sino de
conceptos teóricos construidos lógicamente. (...) hemos aprendido a discernir los tipos
ideales, en lo esencial, solo como conceptos abstractos de conexiones que,
permaneciendo en el flujo del acaecer, son representadas por nosotros como individuos
históricos en los cuales se cumplen ciertos desarrollos. Weber (1997/90)
El tipo ideal no es exposición de la realidad pero busca generar medios de
expresión unívocos para representarla (Weber 1997/79). Como concepto puro no puede
encontrarse empíricamente en la realidad. Plantea la tarea de comprobar en la
singularidad de cada caso la distancia entre la realidad y el tipo ideal sobre la base de
rasgos acentuados en un cuadro ideal sin contradicciones.
(...) la noción de “‘deber ser”, de ‘”ejemplaridad”, debe ser cuidadosamente
distinguida de estas formaciones conceptuales, “ideales” en un sentido puramente
lógico, a que aludimos aquí. Trátase de la construcción de conexiones que aparecen
como suficientemente motivadas para nuestra fantasía, esto es, como “objetivamente
posibles”, adecuadas respecto de nuestro saber nomológico (...) es imposible decidir a
priori si se trata de un puro juego conceptual o de una formación de conceptos

8
Si bien Weber estaba convencido que el proceso de burocratización poseía un desarrollo inevitable, no
es posible determinar a partir de allí los futuros regímenes políticos, ni los modos de pensar o vivir de los
hombres del futuro. Los argumentos en torno a esta mirada pesimista de Max Weber pueden leerse en
Economía y Sociedad.

7
científicamente fructífera; también aquí existe sólo un criterio: el de su éxito para el
conocimiento de fenómenos culturales concretos en su conexión, su condicionamiento
causal y su significación. De acuerdo con ello, la formación de tipos ideales abstractos
entre en consideración, no como meta, sino como medio.” (Weber: 1997/81)
Es decir, el tipo ideal permite alcanzar el aspecto original de cada fenómeno
histórico produciendo un realce conceptual de un aspecto (lo racional) de la realidad, a
fin de obtener una visión unívoca y coherente de la misma; no se trata de un tipo medio
en tanto no se construye a partir de la generalización de los rasgos comunes de los
individuos sino por racionalización utópica de los rasgos únicos.
Reunimos caracteres más o menos presentes aquí o allá, subrayamos,
eliminamos, exageramos: finalmente, sustituimos la confusión y la incoherencia de lo
real por un conjunto coherente y racional. Aron (1953/117)
Weber toma a la “teoría económica abstracta” como ejemplo de síntesis
caracterizadas como “ideas” de fenómenos históricos. La “teoría económica abstracta”
ofrece un modelo ideal del funcionamiento del mercado: intercambios, libre
competencia, propios de una organización social basada en la acción estrictamente
racional. Este cuadro para Weber es conceptual, reúne procesos y relaciones de la vida
histórica en un cosmos de conexiones entre conceptos. Tal construcción es una
“utopía” (en el sentido de un no lugar, imposible de encontrar empíricamente) obtenida
a través del el realce conceptual de ciertos elementos de la realidad.
La función de los tipos ideales consiste en hacer una comparación de los mismos
con la realidad empírica a los fines de hallar las divergencias existentes. Por ende
mientras más alejado se encuentre el tipo ideal de la realidad más útil es para
comprenderla por comparación.
El investigador buscará divergencias en el caso real respecto del tipo ideal
exagerado. El paso siguiente constituye la búsqueda por parte del científico de las
causas de la desviación. Ritzer (2005/256)
El fin de la formulación de los tipos ideales es producir inteligibilidad no de lo
genérico sino de la especificidad de los fenómenos culturales, por ende el tipo ideal de
un individuo histórico es una reconstrucción parcial donde el sociólogo elige en un
conjunto histórico cierto número de rasgos para construir un todo inteligible.
De acuerdo a la concepción weberiana de una realidad inconmensurable no es
posible pensar en términos de leyes científicas que con frecuencia se hacen equivaler a
leyes de la naturaleza presentándose como la descripción de regularidades de
fenómenos naturales,
Estas leyes se expresan a través de un monismo 9 descriptivo que señala lo que es
o sucede, expresando necesidad y universalidad. Este monismo choca con la búsqueda
weberiana de conexiones e imputaciones causales nunca cerrada en una relación
mecánica de causa y efecto.
A criterio de Weber, un concepto típico-ideal puede tener la pretensión de guiar el
juicio de imputación que aunque no sea una hipótesis puede orientar a la formación de
hipótesis. Para Weber no es posible una ciencia de la cultura sustentada en hipótesis que
sometidas a contrastaciones con la realidad proporcionen leyes explicativas generales.
Las hipótesis son un medio para explicar algún aspecto de la realidad mediante la
imputación de causas.

9
Si bien el concepto de monismo se halla ya en Aristóteles aplicándolo a los sistemas filosóficos
que sostienen la existencia de una sola clase de sustancia: mental, espiritual o material que pueda
explicar el conjunto de la realidad en general se utiliza para hablar de la reducción de las cosas a una
unidad.

8
Para Weber, la influencia de lo que él llama un panlogismo hegeliano que
sostiene una idea de realidad y totalidad inteligible junto a una idea de investigación
biológica impidieron a la economía política reconocer en todo su alcance la relación
entre concepto y realidad. Weber (1997/76). El conocimiento que se produce a través
de conceptos es resultado de un proceso de abstracción en el que el que el sujeto que
conoce hace una representación mental del objeto a conocer de un modo general y
abstracto. El concepto se distingue de la imagen en que ésta posee características
concretas comunes con algún objeto determinado, mientras que el concepto sólo
contiene características generales, esenciales y definitorias, obtenidas por abstracción.
No sólo los conceptos son resultado de un proceso cognoscitivo, sino que como
representación mental, son necesarios para pensar las cosas. El concepto posee una
determinación que hace posible reconocer y comprender lo percibido por los sentidos.
Un concepto se obtiene por la abstracción mental de experiencia de los sentidos.
Entendido como significado, refiere a un mundo exterior y representa propiedades o
atributos de objetos pero de ninguna manera el concepto es la realidad. En este sentido
los conceptos no son fin sino medio y no debe confundirse tipo ideal con realidad
histórica. Weber (1997/96)
Weber insiste en marcar distancia con el “prejuicio naturalista” según el cual la
meta de las ciencias sociales debe consistir en la reducción de la realidad a leyes y lee a
Marx como el caso más importante de construcciones típico ideales. Para él, las leyes
marxistas en la medida en que no sean teóricamente erróneas pueden pensarse como
tipos ideales. Weber (1997/92)
Las ciencias de la cultura están atadas a la proliferación incesante de nuevos
problemas que un mundo de valores plantea. En la ciencias de la cultura humana la
formación de los conceptos depende del planteamiento de los problemas, y que este
varía junto con el contenido de la cultura. La relación entre los conceptos y lo
conceptuado lleva consigo, en las ciencias culturales, la transitoriedad de tales síntesis.
Weber (1997/94-95)
De acuerdo a la concepción metodológica y científica de la sociología
comprensiva los conceptos y juicios no son considerados como la realidad empírica, ni
siquiera afirma que la copian; en todo caso la sociología de Max Weber piensa que
estos permiten ordenar la realidad de manera conceptualmente válida. Weber (1997/99)

Consideraciones finales

Hemos trabajado en este artículo algunos aspectos de la sociología Weberiana con


el fin de mostrar su riqueza y complejidad, tanto respecto a la constitución de los
objetos de conocimiento, como a la objetividad y al lugar de ciencia en la sociedad.
En relación al objeto de estudio, en la revista “Archivo de Ciencia Social y
Política Social”, Weber sostiene que la misma ha tratado a todos los objetos de estudio
como económicos sociales, no obstante afirma: El carácter “económico –social” de un
fenómeno no es algo que este posea objetivamente. Antes bien, está condicionado por la
orientación de nuestro interés cognoscitivo, tal como resulta de la significación cultural
específica que en cada caso atribuimos al proceso correspondiente. Weber (1997/53).
Por ende, cuestiona la existencia de una esencia de la realidad, tomando fuertemente la
idea de una construcción de los objetos de conocimiento por parte del investigador,
quien de acuerdo a su interés cognoscitivo y basado en una relación de valor producirá
un recorte respecto a la infinitud de la realidad.

9
Por otra parte, Weber no resigna la pretensión de universalidad del
conocimiento, no hay un planteo relativista respecto a los resultados de la labor
científica. Pero, si bien existe un criterio de verdad en la ciencia, ésta no puede enseñar
a los hombres cómo deben organizarse para la resolución de los problemas sociales, en
tanto que tal tarea se encuentra en el ámbito de la política.
Hacia el final del ensayo Weber señala que en el terreno de la ciencia podemos
encontrarnos de manera esquemática con  dos posiciones. Los científicos como
buscadores de materiales  o como  buscadores de sentido. En línea con la
argumentación sobre qué significa objetividad en este ensayo, señala que  El
inextinguible apetito de hechos de los primeros solo puede saciarse con documentos,
con tablas estadísticas y encuestas, pero son insensibles al refinamiento del nuevo
pensamiento. La gula de los segundos echa a perder el gusto por hechos a través de
siempre nuevos destilados conceptuales. Weber (1997/100) La sociología weberiana
con su participación en los debates epistemológicos del siglo XIX en torno
a  subjetividad y  objetividad, neutralidad valorativa, singularidad y universalidad del
conocimiento; significó una compleja elaboración en donde es posible producir un
conocimiento racional, lógico, objetivo y universal sin apelar a negar la infinitud, el
caos y la irracionalidad de la realidad y los sujetos.

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