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metodológicos.
Período histórico: en el ámbito científico, se comienza a delinear la existencia
de obstáculos en torno a la producción de conocimiento objetivamente válido y
respecto a la universalidad del mismo.
Weber establece una distinción entre los juicios de valor (que implican una
toma de decisión) y el saber científico que puede dar cuenta de un
ordenamiento conceptual de los hechos. La ciencia en este sentido no es
portadora de ideales, no puede enseñarle a nadie lo que debe hacer. Enjuiciar
la validez de tales valores es asunto de la fe, y, junto a ella, quizá tarea de una
consideración e interpretación especulativas de la vida y del mundo con
respecto a su sentido.
Weber señala que al realizar la distinción entre juicio de valor y saber empírico
se presupone que existiría realmente un tipo válido de conocimiento en el
campo de las ciencias sociales.
Las ciencias que refieren a la realidad del hombre son ciencias de la cultura
que se esfuerzan por comprender y explicar los valores a los cuales los
hombres han adherido y las obras que realizaron. Ahora bien, si las obras
humanas son creadoras de valores o se definen por referencia a valores
¿cómo puede existir una ciencia objetiva de obras cargadas de valor? ¿Cómo
se pueden establecer juicios de hecho universalmente válidos de obras
cargadas de valor?
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Weber considera imposible acceder a los objetos sin la mediación de la cultura,
la teoría o algún tipo de interpretación.
Además, sin que importe cuál sea el contenido de esta toma de posición, tales
fenómenos tienen para nosotros significación cultural y únicamente en ella
estriba su interés científico.
Weber señala que la ciencia social que queremos promover es una ciencia de
la realidad. Queremos comprender la realidad de la vida que nos circunda, y en
la cual estamos inmersos, en su especificidad; queremos comprender, por un
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lado, la conexión y significación cultural de sus manifestaciones individuales en
su configuración actual, y, por el otro, las razones por las cuales ha llegado
históricamente a ser así-y-no-de-otro-modo. Cualquier conocimiento conceptual
de la realidad infinita por la mente humana finita descansa en el supuesto tácito
de que solo una parte finita de esta realidad constituye el objeto de la
investigación científica, parte que debe ser la única “esencial” en el sentido de
que “merece ser conocida”.
Es a partir de una relación con valores que algo de este caos se vuelve
significativo para el investigador, de modo tal que este puede definir el objeto a
investigar.
Las leyes no son fines del conocimiento sino medios cognoscitivos. Si para las
ciencias de la naturaleza las leyes son más valiosas en tanto que más
generales y abstractas, por el contrario, para el conocimiento de los fenómenos
históricos mientras más generales sean las leyes menos nos ayudarán en la
imputación causal de los fenómenos e indirectamente menos nos ayudaran a
comprender el significado de los acontecimientos culturales.
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Para la atribución de causas es necesario construir una “individualidad
histórica” (por ejemplo: capitalismo occidental moderno), que permita
determinar con precisión las características de tal acontecimiento y por ende
encontrar elementos causales para el desarrollo del mismo, sugiriendo que la
inexistencia de tales elementos haría que el curso de los hechos fuera
diferente.
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La función de los tipos ideales consiste en hacer una comparación de los
mismos con la realidad empírica a los fines de hallar las divergencias
existentes. Por ende mientras más alejado se encuentre el tipo ideal de la
realidad más útil es para comprenderla por comparación. El paso siguiente
constituye la búsqueda por parte del científico de las causas de la desviación.
Consideraciones finales.