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PROBLEMAS Y POLÍTICAS SOCIALES

SEGUNDA PRUEBA DE CONTENIDOS (C)

NOMBRE COMPLETO ESTUDIANTES:

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Jueves 18/06/2010
Orientaciones para el desarrollo y entrega del Ejercicio Evaluativo
Estimadas/os estudiante: El objetivo de este segundo ejercicio evaluativo es que
puedan estructurar juicios argumentados acerca los procesos de intervención social de
la Política Social, desde el análisis de los contextos sociohistóricos de la intervención
social, y el rol de sujetos o actores en su producción y reproducción de los problemas
sociales. Usted junto a otra/o compañera/o más, trabajaran dos ejercicios
considerando los textos propuestos en el curso. Les sugiero bajen la prueba, le ponga
2° Prueba de PPS y sus respectivos nombres completos, luego la guardan en un
archivo que puedan ubicar con facilidad. Los ejercicios tienen 20 puntos, los que serán
asignados según se evidencie una adecuada aplicación de los contenidos. La exigencia
es del 60% y, al menos, deberán alcanzar 12 puntos para obtener nota 4.0. El resultado
del ejercicio debe ser editado como una unidad clara y coherente. Una vez contestado
la prueba deberán enviarla a: mvasquezd@ucsh.cl hasta las 21:00 horas del día
19/06/2020.

EJERCICIO 3
De acuerdo con la evolución histórica de las políticas sociales, especialmente en el
Cono Sur (según Fabián Repetto y Potenza Dal Masetto, F. (2015), Chile presentaba
algunos temas de mayor preocupación (clases del 28/05). Identifique cuáles eran esas
preocupaciones y cómo se desarrollaron en las décadas siguientes según nos informa
Farías, (2019).
De acuerdo a lo planteado en clases, los temas de mayor preocupación que se
presentan en Chile son:
1. Reposición en la tendencia a la reducción de la pobreza y de la pobreza
encubierta (vulnerabilidad por pérdida de empleo, enfermedad o llegar a la
vejez). Farías (2019) argumenta que se trabajó en la reducciòn de la pobreza y
de la pobreza encubierta al establecer nuevos indicadores para medir, por
ejemplo, índices de vulnerabilidad que permiten leer de forma más concreta el
panorama general del fenómeno de la pobreza.
Estos nuevos instrumentos como la CASEN, la Ficha CAS, o el RSH que actualmente se
utiliza para elaborar la medición, ha permitido dar luces sobre la realidad de la pobreza
en Chile y sus diferentes prismas. Este cambio en la forma de medir la pobreza y
vulnerabilidad ha permitido la elaboración de nuevas y más acertadas políticas
públicas en relación a la previsión social, y han determinado cuáles deben ser las
prioridades a las que se debe prestar atención.
Desde esa perspectiva, se desarrollaron los siguientes Programas de Políticas Públicas
con el fin de disminuir, desde una mirada subsidiaria y garantista, el acceso a la
educación, la salud, y las oportunidades a las familias más vulnerables del país:
Sistema de protección Social Chile Solidario, (Gobierno de Lagos), el Sistema de
protección a la Primera Infancia Chile Crece Contigo(Gobierno de Bachelet), y la
reforma al sistema previsional. Estos programas y reformas estuvieron orientados a
abarcar la amplitud de preocupaciones de forma integral, proponiendo una diada
entre lo subsidiario y lo garantista, con una enfoque de derechos fundamentales a los
que la ciudadanía debe acceder para generar condiciones de igualdad de
oportunidades, por lo cual se trabajó con los diversos ciclos vitales de las personas y
sus necesidades en reformas sociales que tuvieron un largo trayecto para ser
aprobadas, pero finalmente, se fueron concretando durante los últimos gobiernos de
la Concertación de Partidos por la Democracia. Fue un proceso de mucha negociación
política, y de mucha profesionalización y planteamiento de paneles de expertos y
asesorías nacionales e internacionales para lograr concretar un paquete de medidas
que permitiera posicionar el gasto público como inversión en el capital humano.
El cambio, no estuvo exento de polémicas durante la década del ‘90, cuando se
cuestionaba, tal como señalan Repetto y Potenza (2015), la orientación que debían
seguir las políticas públicas de acuerdo a la estabilidad del contexto político
institucional, en este caso, en contexto de transición a la democracia, y el
reposicionamiento o validación de partidos de coalición por la democracia y de
oposición ligados a las ideas liberales.
La misma discusión se expandió hacia las demás preocupaciones presentes en la
realidad nacional, teniendo especial preponderancia durante la década del 2000 los
temas relacionados a la Reforma de la salud, orientados al mantenimiento de la
evolución positiva de los indicadores a través de la implementación del plan AUGE o
GES (Acceso universal a Garantías explícitas de salud) que impulsó el Presidente
Ricardo Lagos desde su mandato iniciado en el año 2000 y concluyó con un primer
establecimiento de patologías que debían ser de acceso universal independiente del
prestador de salud al que esté sujeto la persona, es decir, sí pertenece a FONASA o
ISAPRE, en el año 2003, y que hasta el año 2018 presenta 80 patologías que cobre
diferentes tipos de enfermedades.
Esta reforma se vió con recelo por parte de sectores estatistas, quienes planteaban
que en realidad lo que se debía hacer era robustecer el sistema de salud público en
conjunto y no tipologías específicas puesto que este sistema se había visto muy
afectado por las políticas neoliberales de la dictadura, que precarizaron al sector a
todo nivel, desde la calidad de las instalaciones hasta la cobertura que podían ofrecer
(por ejemplo, falta de insumos, mala distribución del financiamiento local, entre otras).
Aún cuando hubo polémica, es un caso que se considera exitoso de reforma ante la
preocupación que se planteaba para el país en el ámbito de salud, pero no hay duda
que en un país en que sobre el 70% de la población está inscrito con el prestador
público (FONASA) deberían encaminarse reformas para fortalecer el sector público,
distanciandose del bicefalismo impuesto entre las lógicas estado-mercado, puesto que
la consecuencia directa de este bicefalismo continúa siendo que el sector privado tiene
más acceso a insumos, tratamientos, y calidad en la prestación siempre que el afiliado
pueda pagarlo, es decir, fondos que son públicos se fugan hacia los empresarios del
sector privado en desmedro de la salud de las personas, pero también de la
responsabilidad del Estado de garantizar el acceso a la salud y la mantención positiva
de los indicadores en el país.
En el ámbito de la educación, la preocupación se encontraba en mejorar la calidad de
la educación, una demanda muy sentida por la población en general y que motivó
grandes procesos de movilización social entre los años 2006 y 2011, coincidente con
generaciones que nacieron posterior a la dictadura militar, jóvenes de 15 o 16 años,
que lejos de conformarse con el régimen estado-mercado preexistente, comenzaron a
presionar para concretar cambios a largo plazo en la calidad de la educación,
específicamente para derogar la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE). El
ámbito de la educación no era uno de los pilares reformistas sobre los que descansaba
la agenda programática de los partidos por la democracia, por lo cual se enfrentaron a
grandes desafíos que terminaron siendo, a palabras de Farías (2019) meros “cambios
cosméticos” que se tradujeron en la Ley General de Educación (LGE) del año 2007, que
sí bien revocaron algunos temas problemáticos como el financiamiento, la subvención
o la selección de los estudiantes en los establecimientos educacionales, no han logrado
apuntar a las problemáticas de fondo sobre la calidad de la educación y el problema
del lucro que se genera con ella, ambos elementos que contribuyen de forma directa a
la desigualdad del país, y que se han hecho notar con más fuerza desde octubre del
año 2019 y el denominado “Estallido Social” que puso en evidencia las enormes
brechas de desigualdad en el país. Como reflexión personal, creo que es importante
recordar que fueron los estudiantes quienes comenzaron con este proceso al saltar los
torniquetes del medio, pero también me llama la atención que quienes lideraron la
reforma a la LOCE en el 2006 hoy son treintañeros que apoyaron desde diversas
plataformas el movimiento social que ha experimentado el país, en especial en las
protestas, masificación y visualización de las problemáticas que el desigual acceso a la
educación y su calidad produce en una sociedad como la chilena.
Los últimos 30 años, han tenido un impacto también en la conformación de la familia,
en qué elementos se evalúan para desarrollar políticas sociales y asignar recursos
estatales, y uno de los elementos que ha tomado la visibilidad que corresponde a los
tiempos que transcurren es el rol de las mujeres en la sociedad, y la eliminación de
las barreras para insertarse al mercado laboral; La sociedad chilena es altamente
machista, no solo a nivel cultural, sino que también a nivel económico y laboral. Farías
(2019) demuestra que existe una brecha salarial entre hombres y mujeres indiferente
del grado de profesionalización que ellas posean, es decir, la brecha se agudiza más
entre mujeres que tienen menor escolaridad y desempeñan labores precarizadas
(largos horarios, poca remuneración) pero se mantiene igual sobre el 60% entre las
mujeres profesionales que se desempeñan en el mundo laboral. Durante las últimas
décadas se han mejorado las leyes del trabajo, orientándose a la disminución de la
discriminación de las mujeres en los espacios laborales por su género, promoviendo su
incorporación al mercado laboral formal e incluso, con programas de gobiernos
orientados a la independencia económica de las mujeres jefas de hogar, como lo fue el
caso del programa Mujer Jefas de Hogar, la creación del ministerio de la mujer y la
equidad de género, el fortalecimiento de las capacidades de liderazgo político de las
mujeres, las creación de oficinas municipales de la Mujer que canalizan la inversión
estatal para desarrollar lineamientos en el contexto local, entre otras iniciativas que
promueven el enfoque de derechos, así como potencian la inserción femenina en el
mundo laboral. Empero lo anterior, las barreras permanecen, aún existen problemas
para tramitar los pre y post natal de las madres trabajadoras, se han limitado y fallado
entonces en abordar dos problemáticas fundamentales, la maternidad y crianza, y la
infancia.
En cuanto a las preocupaciones relacionadas con la mejora en las condiciones medio-
ambientales y de biodiversidad y el aumento en el acceso a agua potable en zonas
rurales, se ha trabajado mucho más desde la sociedad civil que desde políticas públicas
que garanticen una solución a esta preocupación, ya que en realidad las problemáticas
medio ambientales se han acrecentado tanto en el país, como en el cono sur y a nivel
internacional.
La política ambiental de Chile se ha caracterizado por abordar los desafíos globales
existentes y participando de manera activa en la agenda mundial para el desarrollo
sustentable. Chile ha sido parte de la Cumbre sobre Medio Ambiente y Desarrollo en
Río de Janeiro (1992), y Johannesburgo, en la Cumbre de Desarrollo Sostenible (2002),
suscribiendo una serie de protocolos y convenios que apuntan en tal dirección. El país
ha puesto especial énfasis en incorporarse constructivamente a la red de acuerdos y
tratados internacionales ambientales, con el propósito de alcanzar un desarrollo
sustentable. Estos convenios constituyen una fuente importante de Derecho
Ambiental Internacional y contribuyen a la generación de las políticas de cada nación
sobre este tema, pero en la práctica, no se ve una mejora, sino que las condiciones han
empeorado, por ejemplo, la situación hídrica de la zona de Petorca en la Quinta región,
que incluso ha llevado a crear campañas internacionales de defensa del agua, y ha
posicionar el acceso a ésta como un derecho humano fundamental, que la constitución
política chilena no consagra, sino que más bien, privatiza.

EJERCICIO 4
Desarrolle en qué consistió la Tercera Fase del Estado de Bienestar en Chile y explicite
por qué se habla de “crisis”.
Lo que se conoce como la Tercera Fase del Estado de Bienestar en Chile, corresponde a
la crisis del Estado Bienestar cuando las demandas sociales exceden la capacidad de
respuesta del sistema económico y político, y este periodo comprende los años 1952 a
1973.
Es importante señalar que la denominada “crisis” está relacionada a diferentes
elementos:
En primer lugar, el El estado ha crecido, junto con la población, lo que llevó a que en
un par de décadas se doblaran las demandas por derechos fundamentales a nivel de
vivienda, salud o educación. El proyecto de Estado de Bienestar va de la mano con un
proceso democratizador que contempla la inclusión de diferentes grupos sociales
que se ven representados e interpelan al Estado de manera constante, existiendo un
dinamismo de la institucionalidad, sin embargo, esto se encuentra con el punto de
vulnerabilidad de la base económica necesaria para dar respuesta a todas las
demandas existentes.
El proceso de Sustitución de las importaciones no tuvo el resultado esperado para
dinamizar la vida económica del país, y se comienza a dar un giro bajo la
administración de Carlos Ibáñez y Jorge Alessandri (1952 a 1964) introduciendo
medidas de liberalización en la economía pero, deberán frenar sus intentos al
evidenciarse que el producto per cápita crece en 1,4% como promedio anual, mientras
que la tasa de inflación alcanza un promedio de 36% anual, con puntas de 84%, en
1955 y 5%, en 1960. Es decir, el costo de la vida era sumamente elevado para una
población que no veía reflejo en el salario para poder subsistir.
En materia de vivienda, se proponen planes habitacionales para dar respuesta a las
demandas, pero no se logra cumplir con las metas propuestas y el ánimo de “crisis”
continúa creciendo en el país. Para facilitar el acceso a la vivienda se crea el Sistema
Nacional de Ahorro y Préstamo (SINAP) que asigna puntos para ir jerarquizando y
priorizando a las familias beneficiadas, los que apuntan a apoyar a personas que no
están en el sector más vulnerable de la población quienes siguen manteniendo esa
categoría y enfrentando las problemáticas de sentirse al margen del Estado de
Bienestar, y comenzando así la ocupación de terrenos baldíos por parte de familias
que se exponían a vivir sin acceso a agua, electricidad y alcantarillado, o cualquiera de
los servicios mínimos para vivir dignamente.
En 1964 llega al poder Eduardo Frei Montalva, quien impulsa diversos cambios y
reformas para paliar la situación de inflación que vive el país y para poder dar abasto
con las demandas sociales de las que se hace cargo el Estado de Bienestar. Frei aboga
por dar más espacio a la sociedad civil, mediante la incorporación de centros de
madres, centros juveniles, asociaciones deportivas, juntas de vecinos y sindicatos a los
procesos de toma de decisión, como muestra de la democratización hacia la que
avanzaba el país, se crea el Ministerio de Vivienda, y se comienza a generar la reforma
agraria y acciones redistributivas, como la Operación Sitio que entregaba un sitio semi
urbanizado que se pagaba en cuotas, donde se podía edificar una vivienda. que se
acrecentaron durante los tres años del gobierno de la Unidad Popular, en donde la
crisis económica se tradujo en el producto per capita cae al 1,2% anual y la explosión
de la inflación, que alcanza máximos históricos de 255%, en 1972 y 606%, en 1973,
producto de un fuerte desbalance entre el gasto y la producción nacional.
Durante los años del gobierno de Frei ya se había generado un fuerte impulso de los
capitales privados de inversión en el área de vivienda, como un camino diferente a
las políticas sociales del Estado de Bienestar, demostrando que éste no era capaz de
sostener en base a sus propios recursos. Este elemento será central en la
denominada crisis, porque se expandirá hacia todas las áreas de intervención del
Estado de Bienestar.
Junto con la crisis en el área de la vivienda, se produce una crisis en la seguridad
social, porque el aumento de población significa también el aumento de la cobertura
de los beneficios previsionales al conjunto de los trabajadores. Este tipo de reformas
intenta dar respuesta a problemáticas que la economía no puede resolver, pero la ley
sí, por lo cual, Larrañaga señala que el Estado de Bienestar se fija como meta tratar
de calmar la agitación social con medidas que no tienen sustento en el presupuesto
fiscal, y de ahí surgen los procesos de inflación anteriormente mencionados. Entre
estas reformas destaca que entre 1950 y 1975 el gasto en seguridad social creció 11,4
veces en términos reales. El sistema de reparto en el cual se basaba el estado de
Bienestar comienza a colapsar por la cantidad de personas a las que debe dar
cobertura.
Lo mismo ocurre con la salud, sí bien se crea el Sistema Nacional de Salud una década
antes de la crisis, aún existen contradicciones sobre cómo se debe financiar el sistema
de salud, cuántos impuestos se deben cobrar, entre otros elementos que también
entran como elemento para hablar de una “crisis”. Hacia 1959 se realiza inversión
fiscal en hospitales y establecimientos hospitalarios de menor complejidad, los
consultorios de atención primaria y las postas rurales,y esto ayuda a que mejore la
calidad de vida de las personas, la tasa de mortalidad infantil disminuye
significativamente en dos tercios, y la mortalidad general descendió a la mitad y
aumenta la esperanza de vida, es decir, es muy significativa, sin embargo, el problema
del financiamiento se mantiene y surge la opción de acceder a prestadores privados
de salud, empezando a fallar el rol garante del Estado.
Lo mismo ocurre a nivel de urbanización, de obras públicas, de educación, todas áreas
donde el estado comienza a subsidiar para desincentivar las expresiones de la crisis,
pero la profundizan más, y abren el camino al sector privado como la alternativa a los
problemas de la crisis económica que atraviesa el país y lo tiene sumido en esta crisis
sistémica de las instituciones que no pueden dar respuestas a los ciudadanos, sujetos
de derecho.
Es por todo lo anterior que se habla de una crisis, a modo de reflexión personal, no se
podría decir que las instituciones efectivamente estuvieran fallando en su gestión,
sino que no habían logrado compatibilizar una política de ingresos fiscales que
permitiera subsistir al Estado de Bienestar que apostaba por la universalidad de los
derechos y prestaciones sociales. Un Estado fuerte y operativo se caracteriza por la
capacidad que tiene para interactuar con la sociedad civil y eso ocurría en Chile, lo que
no ocurría era contar con la inversión necesaria para dar respuesta a todo, o a la gran
mayoría de lo solicitado por la sociedad civil.
Finalmente, esta crisis se enmarca también en un periodo histórico de alta
polarización política a nivel internacional, la denominada Guerra Fría, que oponía dos
visiones de la sociedad totalmente contrapuestas, una abiertamente liberal en la cual
el mercado regula todos los aspectos del Estado, encarnado en la experiencia
norteamericana, y otra de Estado Centralizado y garante, a expensas de la libertad de
las personas, encarnada en la Unión Soviética. Latinoamérica fue el patio trasero de
esta Guerra Fría y de la polarización de los sectores liberales y estatistas, por lo cual
todos los elementos que se mencionaron anteriormente, más la falta de una estrategia
de ingreso fiscal para mantener el Estado de bienestar terminaron por desencadenar la
crisis, y generar el golpe de Estado en el año 1973, cerrando así definitivamente las
puertas a construir un proceso nacional acorde a las necesidades del país, y a las
capacidades del mismo, puesto que la dictadura impuso la privatización de todas las
instituciones, y dejó en manos de privados lo que anteriormente era deber del Estado.

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