Está en la página 1de 14

LAS TEORÍAS CLÁSICAS DE LA COMUNICACIÓN: APORTES Y

LIMITACIONES.

2.1.- La Escuela Norteamericana, conformada por los llamados


padres de la comunicación, porque fue la primera escuela que
abordó el fenómeno como una disciplina científica y que se inició en
1929 con los estudios pioneros del psicólogo y experto en ciencias
políticas, Harold Laswell, manifestó un crecimiento sostenido desde
esa fecha hasta los años sesenta.
Sin embargo, ese crecimiento significó un desarrollo progresivo del
conocimiento empírico, comercial y administrativo sobre la
comunicación y sus efectos, pero nunca una ruptura del paradigma
clásico que instauró Laswell sobre: Emisor-Mensaje-medio o canal-
receptor y efectos.
Los estudios realizados por los seguidores de esta escuela como:
los de los efectos directos de los medios sobre el receptor,
realizados por el mismo Laswell, en 1927 y 1930; los de los efectos
limitados por la intervención de factores psicológicos individuales,
realizados en los años de 1940, por Hovland, Lewin, Lazarfeld y
Berelson; los de la intervención de factores grupales y sociales,
realizados en 1994 por Lazarfeld y Berelson, Lazarfeld y Katz, R.
Merton; los relativos a los usos y gratificaciones de los medios,
realizados en los años 60, por Klapper y Katz , De Fleur; las
investigaciones sobre la teoría de la fijación de la agenda pública
por parte de los medios de comunicación, realizadas desde 1947
por Cohen, Comb y Shaw y por Iyengen y los relativos a la teoría de
la “espiral del silencio”, efectuados por la norteamericana Elizabeth
Neüman, contribuyeron con la maduración de la corriente teórica de
la “Mass Communication Research”, nombre con el que se conoce
a esta escuela, pero no produjeron una transgresión de las fronteras
de la matriz epistemológica neopositivista que fue la que la sustentó
a lo largo de más de cuatro décadas.
El único cambio de perspectiva introducido en esta corriente tuvo
lugar en los años sesenta con los estudios sobre los usos y las
gratificaciones de los medios, al haber modificado la pregunta de
qué es lo que hacen los usuarios con los medios? Y no lo que los
medios hacen con los usuarios, revirtiendo así la propuesta
conductista de Laswell sobre el papel poderoso y unilateral de los
medios para influir sobre las personas, no obstante este nueva
interrogante no cuestionó el esquema o paradigma de Laswell y
continuó apegado a una visión funcionalista, instrumental y
pragmática del proceso de la comunicación.
Los seguidores de los planteamientos de los pioneros como W.
Schramm, D. Berlo, en los años cincuenta, que ayudaron a
completar los modelos o paradigmas de la comunicación humana o
colectiva y a destacar la intervención de elementos psicológicos y
persuasivos en el proceso, tampoco revirtieron la matriz teórica de
esta escuela.
Las propuestas de autores posteriores como Mc Luhan, D. Bell ,
E.Schils y Mac Donald, entre otros, continuaron limitando sus
análisis sobre los medios masivos y no replantearon el problema de
la comunicación por fuera de ellos, sino que por el contrario como
es el caso de Mc Luhan coincidieron con Laswell sobre el papel
poderoso de los medios en la sociedad.

2.2.- La Escuela crítica Europea, incluye tres corrientes de estudio,


a saber:

2.2.1.La Escuela de Francfort, por el origen de la mayoría de sus


pensadores más importantes, entre los que destacan T. Adorno,
Horheimar, H. Marcuse, W. Benjamín, se constituyó en la primera
corriente teórica que se enfrentó a los planteamientos funcionalistas
de los norteamericanos sobre la industria cultural, la sociedad de
masa y los medios masivos. A partir de un enfoque desde el
psicoanálisis, el marxismo y la sociología crítica estos teóricos
inician una crítica radical a la cultura de masas, donde comienzan a
ver una instancia para la reproducción de la sociedades capitalistas
avanzadas y para el ejercicio del poder y la manipulación
ideológica, rompiendo con los estudios de la “Mass Communication
Research” y fundando una teoría opuesta, la Teoría social crítica,
desde la cual interpretaron los problemas de la mercantilización de
la cultura y el arte en su fase de reproducción técnica, industrial y
comercial.
Las revisiones actualizadas de los planteamientos de esta escuela,
permiten observar las siguientes tendencias: predominio de una
visión aristocrática de la cultura, al pensar sus manifestaciones
como algo ajeno a las experiencias devenidas de la articulación de
la cultura de masas con la cultura popular, que hoy ayudan a
enriquecer el pensamiento sobre la “hibridación cultural” como un
proceso de negociación que tiene lugar en el encuentro de los
sectores populares con la cultura de los medios masivos
contemporáneos; presencia marcada de una visión pesimista sobre
las sociedades de masas y sus posibles salidas para un cambio
cultural y político. Sin embargo, no se puede dejar de reconocer que
Benjamin introdujo una renovación al hablar de las posibilidades
que la técnica abría para que el arte pudiese reproducirse y llegar a
las masas, motivo por el cual en la década de los ochenta sus
planteamientos son retomados para abordar la relación del
arte/cultura popular.
A pesar de que esta corriente tiene grandes diferencias con la
norteamericana, tanto es su matriz teórica (marxismo Vs
funcionalismo), como ideológica, sus fundadores no fueron más allá
del análisis de los medios de comunicación, aunque desde una
postura crítica.
No fue sino hasta los años setenta que un autor, seguidor de los
pioneros de esta escuela, Jurgen Habermas, da un vuelco a la
reflexión teórica y replantea el problema de la comunicación, no
desde la perspectiva de la técnica o los medios tecnológicos sino
desde una teoría del lenguaje que de sentido epistemológico a la
teoría social crítica de los fundadores. Es así como, este autor,
elabora su Teoría de la Acción Comunicativa, según la cual los
hablantes están dotados de competencia lingüística para
comunicarse con sus semejantes, en un clima de consenso
democrático, independientemente de los soportes técnicos que
utilice para lograrlo, con lo cual desplaza el interés hacia la
dimensión humana de la comunicación y con su concepto de “giro
lingüístico” introduce como elemento fundamental el problema del
sujeto y no del medio.
2.2.2. El estructuralismo Francés, el cual desde los años setenta
con sus análisis sobre los discursos y los textos introduce en los
estudios de comunicación los aportes de la antropología cultural de
Levy Strauss, de la lingúística de Ferdinand Saussure y de Román
Jackobson, desplazando el interés que tenían las dos escuelas
anteriores del medio hacia los mensajes y sus contenidos.
Sin embargo ese desplazamiento del interés sobre un objeto de
estudio diferente, mantuvo una visión muy cerrada sobre la
estructura del texto como un todo independiente del contexto que le
da sentido y al igual que la perspectiva de la escuela de Francfort
mantuvo una posición crítica, fundamentalmente de denuncia y
maniquea sobre la manipulación ideológica que escondía todo texto
o discurso.
De ese modo, los estudios estructuralistas que prosperaron en la
década del setenta otorgaban mucho poder al emisor y a los medios
técnicos de comunicación, por lo que seguían moviéndose dentro
del paradigma de lo masivo, sin considerar las posibilidades de
reacción y de participación del receptor, como el otro polo activo del
modelo de comunicación.
La aparición de los trabajos de Roland Barthes , quien introduce los
aportes de la semiología, como la ciencia que aborda el estudio de
los signos no sólo desde la grámatica y la lingüística, sino desde el
seno de la vida social, es decir, el contexto, ayudó a la renovación
de esta corriente sobre todo al abordar temas como la moda, la
publicidad, el cine y los medios audiovisuales, donde los enfoques
no se centraban tanto en el texto lingúístico sino en su articulación
con la imagen, pero continuaron poniendo el énfasis sobre los
medios como instrumentos de manipulación ideológica.
Son la pragmática y la semiótica, las disciplinas que en los últimos
años han enriquecido los estudios sobre el discurso y los textos,
sobre todo con sus consideraciones sobre el contexto social e
histórico que rodea la situación de los hablantes y sobre los
procesos de enunciación y actos de habla
los cuales otorgan poder a los destinatarios. Estos nuevos estudios
dan prioridad no a la lengua, sino al lenguaje hablado por unos
sujetos psicológica y socialmente ubicados en un contexto,
introduciendo así otras interrogantes en los análisis de los mensajes
y contenidos.

2.2.3. La Escuela Inglesa de los Estudios Culturales o la Escuela de


Birmingham como también se la conoce, significó un importante
avance en los estudios críticos europeos sobre todo porque
desbordó el estudio de lo meramente textual o discursivo para
abordar problemas concretos de la cultura contemporánea, la
cultura popular así como los procesos de recepción y apropiación
de la cultura masiva.
Al recurrir a metodologías etnográficas para estudiar la incidencia
del consumo cultural en la vida cotidiana de las personas,
especialmente en lo relativo a la audiencia de la televisión, introdujo
enfoques novedosos en los modos de abordar el papel del receptor
frente a la cultura masiva, al concebir la participación activa de éste
en los procesos de negociación que el receptor establece no sólo
con el emisor sino con el texto y con los mensajes de los medios.
Con esta concepción, esta escuela aborda la producción social de
sentido como una cuestión no sólo de significación sino
fundamentalmente de poder.
Los pioneros de esta corriente inglesa, Raymond Williams (1961,
1980, 1982), Richart Hoggart (1972) y E.P. Thompson (1972),
ayudaron a consolidar el enfoque crítico al introducir renovaciones
en los enfoques del marxismo clásico y proponer en el debate el
concepto de la lucha cultural como parte de la lucha política para el
cambio social, al reivindicar la cultura popular y obrera frente a la de
elite y al introducir el concepto de “agencia” social en los fenómenos
culturales. De manera que en los años sesenta se fundó la Escuela
para ocuparse de estudiar el proceso social, continuo y
contradictorio de la producción, la circulación y el consumo cultural.
La renovación que los estudios culturales introducen se basó
fundamentalmente en que invirtieron el paradigma de los estudios
marxistas, al interesarse no por el poder de las clases dominantes
sino por los procesos de resistencia de las clases subalternas, por
su capacidad de negociación e incluso extrapolan esa relación a los
procesos de recepción de los medios masivos, donde autores como
Jensen (1987) introduce el concepto de “comunidad interpretativa”
para explicar cómo inciden factores contextuales diversos en los
procesos de recepción; autores como Fiske (1993) contradice las
proposiciones de los pioneros al indicar que la recepción se realiza
no sólo desde una clase social sino desde la perspectiva de un
género (sexo ) o de una raza, y autores como James Lull (1980,
1988, 1992)
aporta su concepto de “reglas” o conjunto de conductas sociales
modeladas por la familia y la escuela, como elementos que
intervienen en los procesos de recepción y consumo cultural.
Sin embargo, la escuela inglesa al otorgar demasiada autonomía al
receptor, al abogar por una democracia cultural y al reivindicar la
cultura popular, llega a concebir que el sujeto es totalmente libre al
encontrarse con el texto como si no estuviese influenciado por un
contexto social y económico que a veces limita esa autonomía o
libertad. Tampoco aborda con un enfoque más integral, las
relaciones contradictorias que se pueden dar entre el discurso
dominante y las clases subalternas, de oposición y de complicidad,
lo cual ayudaría a entender el cruce que se da entre lo hegemónico
y lo popular en la cultura masiva.
En suma, los estudios culturales de esta corriente sí se desmarcan
de la rigidez de la Escuela de Francfort, pero manteniendo la
posición crítica de ésta, y al utilizar metodologías empíricas pueden
abordar problemas más concretos de la vida cotidiana de los
receptores, con lo cual se acerca con enfoques más reales a los
asuntos de la recepción crítica.

2.3. Los estudios críticos latinoamericanos sobre la comunicación


iniciaron una corriente teórica en comunicación propia en la región,
manteniendo también enfoques críticos frente a la escuela
norteamericana y bastante cercanos a los planteamientos de los
teóricos europeos.
La renovación de la visión latinoamericana se centró en el
desplazamiento de la mirada de los procesos de la comunicación
desde los medios masivos hacia la comunicación humana y en su
insistencia en abordar problemas de la comunicación ocurridos por
fuera de los medios clásicos, como la comunicación alternativa, o
temas de fundamentación filosófica o teórica, de democratización
de las comunicaciones, o sobre los procesos de apropiaciones
críticas de los receptores o las mediaciones simbólicas.

2.3.1. La Comunicación Alternativa como objeto de estudio en


América Latina se inicia en 1970, con las investigaciones de
Armand Mattelart sobre las experiencias de comunicación popular ,
que tienen lugar en Chile durante el gobierno de Salvador Allende y
que buscaban romper con el esquema rígido de comunicación
vertical que otorgaba funciones prefijadas al emisor y al receptor.
La propuesta de Mattelart sobre un nuevo modelo de comunicación
buscaba fomentar una comunicación más democrática y
participativa, donde el receptor tuviese igualdad de condiciones y
oportunidades para producir y emitir mensajes, cuestión que este
autor definió con la expresión de “devolver la palabra al pueblo”. A
partir de allí, se esquematizó un modelo alternativo de
comunicación o modelo generativo que al enfrentarse a los
paradigmas de los clásicos norteamericanos inauguró un cambio de
perspectiva porque rescataba la dimensión humana de la
comunicación antes que la técnica o instrumental y planteaba
interrogantes entorno a las relaciones dialógicas del proceso
dejando de prestar interés en los medios.
El modelo alternativo tuvo como base una concepción de la
comunicación aportada por los autores latinoamericanos Paulo
Freire (1973) y Antonio Pasquali (1972 y 1979), Por un lado, el
brasileño P. Freire con sus análisis sobre educación y dependencia
abrió el camino para entender que la comunicación dialógica es la
base de la liberación del educando y por ende de la liberación
cultural e ideológica; por el otro, el venezolano, A. Pasquali con sus
planteamientos filosóficos sobre la comunicación ayudó a delimitar
este fenómeno como “compartir” o “poner en común”, con lo cual lo
deslindó completamente de los procesos unilaterales a través de los
medios masivos, denominado a éstos como de información o de
difusión y reservando la comunicación a las experiencias humanas
de compartir y consaber. Este autor fundó en la región una
perspectiva teórica radicalmente opuesta a la idea de que a través
de los medios pueda ser posible establecer auténtica comunicación,
asunto que ninguna escuela anterior había puesto en duda, y ayudó
a consolidar una concepción de la comunicación diferente sobre la
cual se sustentó la comunicación alternativa, según la cual lo
importante es la interacción social y el intercambio simbólico entre
los polos emisor/receptor en igualdad de condiciones.

2.3.2. La vinculación del modelo alternativo de comunicación con la


Escuela de Francfort, en su segunda época, se produce a través del
teórico alemán Jürgen Habermas, quien en los años setenta realiza
una revisión de la teoría de la comunicación al introducir su
concepto de “competencia comunicativa”, según la cual los
hablantes tienen no sólo la capacidad de entender sino de producir
lenguajes, porque humanamente están dotados de capacidades
expresivas para ello. Y comienza a ubicar los problemas de la
comunicación desde una Teoría del Lenguaje y no de los medios
tecnológicos, concluyendo en los años ochenta con su Teoría de la
Acción Comunicativa, según la cual el lenguaje es el elemento que
define a la comunicación humana.
Habermas aporta además su concepto de “giro lingüístico” para
hacer énfasis en la capacidad de diálogo de los individuos para su
liberación social e individual, coincidiendo con las propuestas
latinoamericanas sobre la comunicación alternativa.
En su teoría de la acción comunicativa, este autor reflexiona sobre
el papel de los discursos y de los argumentos para el logro de un
consenso que conduzca a la acción social como producto de una
reacción coordinada por la discusión democrática y pública de los
asuntos sociales. Este autor ayuda a reflexionar sobre el hecho de
que la comunicación va más allá de los medios masivos y elabora
una teoría social crítica que engloba a la comunicación pública e
institucional (opinión pública) y a la comunicación interpersonal,
humana y subjetiva, con lo cual abre las puertas para la
consolidación de un paradigma que vaya más allá de lo masivo.
Las disciplinas de las que se vale para avanzar en su propuesta son
la filosofía del lenguaje, la lingüística generativa, la pragmática y la
hermenéutica contemporánea, y su enfoque a diferencia de los
predecesores de este escuela, es una reflexión fundamentalmente
teórica-epistemológica más que una práctica política. Por ello, se
considera que Habermas refresca al pensamiento francfurtiano,
porque centra su teoría de la acción comunicativa en el mundo de lo
vivido, con lo cual ayuda a comprender mejor las prácticas
significativas que tienen lugar en lo cotidiano y en las experiencias
dialógicas de la comunicación popular, que son preocupaciones
centrales en el pensamiento crítico latinoamericano.

2.3.3. Los estudios sobre la dependencia cultural, la


democratización de las comunicaciones y el nuevo orden
internacional de la comunicación, se realizaron en América Latina,
durante los años setenta y ochenta, generando importantes aportes
sobre la relación de la información, la comunicaciones y la
dependencia económica.
Estas investigaciones tomaron como referencia algunas teorías de
la economía política sobre el desarrollo, la integración mundial , el
intercambio desigual y la dependencia, aportadas sobre todo por
autores de la región que en la época fueron representantes de lo
que se denominó “Teoría de la dependencia” ( T. Do Santos,
Cardoso y Faletto, A. Quijano) y que sentaron las bases para un
pensamiento crítico latinoamericano en el campo de las ciencias
económicas y sociales.
Autores del campo de la comunicación, como Antonio Pasquali, Luis
Ramiro Beltrán, Juan Somavía, Roque Faraone, Eleazar Díaz
Rangel, Fernando Reyes Matta, entre otros, extrapolan algunos
planteamientos de las teorías económicas para analizar cómo en el
campo de la comunicación y la cultura también se expresan
relaciones de desequilibrio sobre todo en lo informativo que
desfavorecen al Tercer Mundo. Estos teóricos hacen énfasis en que
las desigualdades comunicacionales abren las puertas a procesos
de dependencia cultural en los países pobres y se constituyen en
una traba para un desarrollo autónomo y sostenido, se inicia así una
corriente de investigación sobre la “economía política de las
comunicaciones”, que relaciona la dependencia económica, la
informativa y la cultural.
El norteamericano Herbert Schiller (1970), con su obra
“Comunicación de Masas e imperialismo Yanqui”, avanza en esta
corriente al relacionar las industrias de la comunicación con el
estamento militar y al vincular el concepto de “imperialismo”,
propuesto por los teóricos de la dependencia económica, con la
cultura para así explicar cómo el capitalismo avanzado utiliza las
“industrias de las conciencias” (medios masivos) para el control
político e ideológico en sus zonas de influencia o países periféricos
para imponer el modo de vida norteamericano. La influencia del
pensamiento de este autor en los estudios latinoamericanos fue
fundamental y ayudó a profundizar los enfoques sobre la economía
política de las comunicaciones en su vinculación con las teorías
económicas marxistas y críticas.
También algunos investigadores europeos se sumaron a la
preocupación latinoamericana sobre la dependencia cultural. Así
autores como Nordenstreng y Varis, C. Hamelink y P. Flichy
realizaron trabajos sobre los flujos internacionales de los programas
de televisión, el papel de los medios masivos en la reproducción del
capital transnacional, ratificando lo planteado por Schiller sobre el
proceso de imperialismo cultural.
Con estos aportes, en América Latina se aumentó el interés por el
análisis de la dependencia en las relaciones Norte/Sur, lo cual sirvió
de antesala para el movimiento del Nuevo Orden Informativo
Internacional (NOMIC) propuesto en los años ochenta, en los
organismos internacionales por los países del Tercer Mundo. El
NOMIC , basándose en la Teoría de la Dependencia, planteó la
necesidad de una ruptura con el modelo de desarrollo económico y
con el modelo informativo y comunicacional, impuesto por los
países desarrollados, por considerarlo injusto y desigual. Dicho
interés dio inicio a los estudios sobre los procesos de
“transnacionalización de las comunicaciones”, adelantados por el
Instituto de Estudios Transnacionales (ILET), con sede en México y
Chile, donde se analizó el papel de las agencias internacionales de
noticias en el refuerzo de la dependencia informativa y cultural y se
comenzó a discutir el problema de la democratización de las
comunicaciones como condición fundamental para el logro de la
democracia política y económica en las naciones en desarrollo;
principio sobre el cual se afincó el Informe Mac Bride, aparecido en
1987 y auspiciado por la UNESCO, donde también participaron
expertos de la región para proponer la necesidad de utilizar los
medios y las comunicaciones para el desarrollo social, económico y
cultural de los pueblos.
A pesar de que el NOMIC a finales de los ochenta decayó como
movimiento de vanguardia, por causas políticas (presiones de los
países desarrollados, dictaduras militares en el cono sur),
económicas (deuda externa, crisis financiera) y profesionales ( no
se involucró a la sociedad civil, solo a los políticos y expertos, se
planteó sólo en el ámbito de los medios y no en otras experiencias
de comunicación por fuera de ellos, no se formó críticamente a los
usuarios o receptores), entre otras; en la década de los noventa los
mismos padres del NOMIC realizaron un balance y reconocieron
que con la globalización y la aparición de las tecnologías de la
información y la comunicación (TIC), los viejos problemas de este
movimiento vuelven a aparecer en el panorama mundial de las
comunicaciones con mayor contundencia, tales como la falta de
pluralidad informativa de los medios globalizados, la no
democratización de las comunicaciones internacionales y los
desequilibrios informativos y comunicacionales entre países ricos y
pobres
La entrada en la Era de la Información, según expresión de Manuel
Castells (2000), está haciendo entender a otros países no punteros
en el desarrollo de las TIC, como Europa y Canadá, que las
preocupaciones de los países del Tercer Mundo manifestadas en
los ochenta a través del NOMIC, adquieren hoy más que nunca
vigencia y obliga a la investigación sobre las tecnologías, las
comunicaciones, el audiovisual y los flujos informativos a volver la
mirada sobre los problemas de la democracia, los desequilibrios y
las diferencias culturales y sociales entre zonas del mundo,
regiones e individuos, para replantear el asunto sobre el derecho a
la información y la comunicación, como un tema a considerar como
de sumo interés en la agenda de investigación del siglo en el que
recién entramos.

2.3.4. Los estudios sobre las mediaciones simbólicas y las teorías


sobre las apropiaciones críticas, realizados en Latinoamérica a
finales de los ochenta y durante la década de los noventa, ayudaron
a reenfocar las análisis de recepción realizados por la escuela
norteamericana en los años cuarenta con sus investigaciones sobre
los usos y gratificaciones, porque hicieron hincapié en el uso social
de los medios y no sólo en los procesos individuales de gratificación
psicológica del receptor.
Los aportes de Jesús Martín- Barbero, a través de su “ teoría de las
mediaciones” (1987) fueron pioneros en el pensamiento
latinoamericano. Este autor inaugura una mirada distinta sobre la
forma de concebir al receptor en su encuentro con los mensajes
masivos y sobre el proceso que tiene lugar cuando ese encuentro
se produce, en el cual el receptor es un sujeto activo que se
“apropia” de la cultura masiva y con sus códigos culturales
resemantiza los mensajes desde su contexto cultural y social,
proceso que no solo se produce en el momento de la percepción del
mensaje sino que abarca la etapa de la producción, de la circulación
y de la recepción, las cuales están atravesadas por mediaciones
diversas.
Los planteamientos de Martín Barbero iniciaron una corriente crítica
de investigación en América Latina que se enfrenta a la visión lineal
y mecanicista de la comunicación y sobre todo del papel del
receptor. Se plantea una perspectiva conceptual que rescata el
concepto de sujeto activo en la comunicación y su capacidad de
producción de sentido, y que revaloriza el proceso de recepción
como acto complejo, dinámico, creativo y contradictorio, donde
tienen lugar conflictos, reapropiaciones y negociaciones entre el
emisor y el receptor.
El movimiento crítico que se originó a partir de este autor llevó a los
estudios de recepción latinoamericanos a establecer distancias
fundamentales con los enfoques funcionalistas de la escuela
norteamericana, con los enfoques semióticos e incluso con los de la
escuela de Francfort. En esa separación, acercan en sus análisis al
sujeto con su mundo de vida, con su contexto real y con su vida
cotidiana, abordando los problemas de la cultura popular en su
relación con la cultura masiva.
En 1990, el mexicano Néstor García Canclini profundiza la
propuesta con su teoría sobre los procesos de” hibridación cultural”,
donde rompe con las visiones dualista utilizadas para explicar la
relación de las clases subalternas con la cultura masiva para ayudar
a comprender los procesos de seducción que los medios y sus
mensajes ejercen sobre los receptores.
El concepto de “negociación” asomado por Habermas, ayuda a
entender como se produce un encuentro entre lo popular y lo
masivo implicado por convergencias y divergencias entre el receptor
y el mensaje, y cuáles son las posibilidades reales de los usuarios
para subvertir la cultura masiva, lo cual lleva a García Canclini a
proponer, desde la antropología, el concepto de “culturas híbridas”
estrechamente vinculado al concepto del sociólogo francés P.
Bordieu de consumo cultural como espacio de producción de
sentido a travesado por relaciones de poder.
A partir de Canclini , los estudios de recepción crítica, aunque
nacieron apoyados en los aportes de los estudios culturales
europeos van más allá, al vincular la comunicación con la cultura
para abordar los problemas de la significación desde nuestro
contexto social y político. También se produce un distanciamiento
con las concepciones clásicas que predominaron desde Europa y
Estados Unidos sobre la recepción entendida como una actividad
totalmente autónoma ejercida por el receptor en su encuentro con el
texto.
La particularidad de la visión latinoamericana en cuanto a los
procesos de significación debe bastante a la noción de “mestizaje”
destacada por Martín-Barbero y, especialmente, por García Canclini
en sus análisis, quienes insisten en la relación híbrida que tiene
lugar cuando las culturas populares de nuestra región en su
encuentro con la cultura masiva desarrollan relaciones de
resistencia pero también en sumisión frente a ella; así como a los
conceptos antropológicos de “frentes culturales” y “campos
culturales”, entendidos como los espacios desde los cuales las
clases subalternas construyen su vida cotidiana mediante procesos
simbólicos a travesados por múltiples mediaciones.
Concretamente, Martín-Barbero reenfoca la óptica de la corriente de
la recepción crítica, al reelaborar el concepto de mediación
simbólica más no mediática, a partir del mundo de lo vivido, es decir
del espacio real y cotidiano desde el cual las clases populares
reinterpretan los mensajes masivos, y al hacerlo ayuda a que la
teoría de las apropiaciones críticas, como más se le conoce en
América Latina, se vuelva mas concreta y acorde para buscar
repuestas al fuerte impacto de la cultura masiva en nuestras
poblaciones.
Los estudios empíricos posteriores de Orozco, Fuenzalida y
Hermosilla, Cornejo y el mismo Martín Barbero ayudaron a
visualizar mejor como las mediaciones determinadas por el género
o sexo, la edad, la etnia o raza, el origen social, la geografía y la
residencia, intervienen en la resemantización que realiza un
receptor concreto e histórico. Al haber acudido en esos trabajos a
disciplinas como la etnografía, la antropología, la historia, la
sociología política, la sociología urbana; la investigación de la
comunicación latinoamericana dio un paso importante en la
búsqueda por un acercamiento multidisciplinario realmente original
que contribuyó a llenar el vacío teórico que tenían los estudios de
recepción iniciales, aunque todavía tiene que enfrentar el desafío de
pasar de la teoría de las mediaciones a una teoría de la producción
social de sentido en nuestras sociedades contemporáneas que
permita comprender cuáles son los mecanismos a través de los
cuales éste es institucionalizado.

También podría gustarte