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E S T U D IO S

ETICA DISCURSIVA,
DERECHO Y DEMOCRACIA*
Guillermo Hoyos Vásquez**

“A la auténtica política le es imposible miento después del cambio, sino que debe res­
dar un solo paso sin haber rendido antes ponder ya a un nuevo sentido del proceso, el
homenaje a la moral... El derecho del de un sistema en “transición”. Este se caracte­
hombre ha de ser guardado como algo
riza por la interrelación de los avances políti­
sagrado, por muchos sacrificios que ello
cos y la revolución tecnológica, en el marco de
pueda ofrecer al poder gobernante”
(Kant, La paz perpetua) una opción general por la democracia política
y la economía de mercado; la competencia ya
no es ideológica, sino tecnológica, de producti­
IN T R O D U C C IO N vidad y comercio; y esta competencia no es en­
tre Estados nacionales, sino entre macro-
Hace apenas dos meses se inauguraba en Bo­ regiones y megapoderes. En el archipiélago
gotá el Capítulo Colombia de la Sociedad In­ mundial, no es sensato permanecer aislado, si
ternacional para el Desarrollo, SID, con un se es pequeño, porque se corre el peligro de ser
seminario sobre ‘"Desafíos de la seguridad na­ considerado proyecto no viable.
cional en América Latina”. Caracterizada la
situación al terminar la guerra fría, se consi­ Así que en esta nueva modalidad de postgue­
deraron proyectos, naturalmente todos ellos rra, las tareas nacionales están íntimamente
marcados con el signo de la democratización y entreveradas con las internacionales. La nue­
animados por el rechazo a todo autoritarismo va agenda cuenta con categorías nuevas: segu­
no muy lejano entre nosotros y vuelto a ensa­ ridad y equidad económica, los diversos car­
yar recientemente. El afán de las tareas de teles internacionales, equilibrio ecológico, ca­
modernización e integración internacional ha lidad humana concretada como lucha por los
puesto de presente como alternativa ineludi­ derechos humanos, reconocimiento de mino­
ble: o democracia radical o regreso al autorita­ rías, rechazo del racismo. En torno a asuntos
rismo. como éstos, que exigen nuevas formas de lega­
lidad y derecho internacional, se redefine la
El análisis no se agotó en la relación causal: tendencia a la cooperación regional y se debe
fin de la guerra fría y nueva situación interna­ redescribir la convivencia política: ahora ya no
cional. No es sólo la falta del enemigo común, girando sólo en torno a la seguridad nacional,
con sus eventuales representantes en casa, lo sino con capacidad para abordar temas como
que debe determinar la nueva agenda: ésta no la pobreza y la modernización, la integración
puede esperar pasivamente a un reordena­ social y el progreso educativo; donde persisten

Conferencia dictada en el Seminario “Variedades y lím ites de la Democracia” en la Universidad Internacional Menéndez
Pelayo, —U IM P -, Valencia, España, septiembre 6 a 10 de 1993.
Filósofo, profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional.

5
6 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

fenómenos de violencia guerrillera o se acen­ reformas necesarias para la protección del or­
túan los del narcotráfico, estos ya no pertene­ den público, la modernización del Estado y de
cen al contexto global de la guerra fría, sino la producción y la apertura económica, co­
que son retos a la legitimidad de la democracia rriendo el peligro de todo pragmatismo de cor­
en los respectivos países en íntima relación te neoliberal, de confundir legitimidad política
con su integración internacional. con eficiencia.

En esta transición tenemos como latinoameri­ Estos modelos pueden ser comprendidos mejor
canos posibilidad de reubicarnos mejor que en con la ayuda de los paradigmas de la actual
la guerra fría: la integración regional puede discusión entre modernidad y posmodernidad:
ser entonces prioritaria, más todavía si se tie­ la crítica a la performatividad de los pragmá­
nen en cuenta características raciales, cultura­ ticos puede hacerse desde el contextualismo
les, espaciales y políticas compartidas. Sobre comunitarista o desde un renovado universa­
todo nuestro pasado reciente confirma el descré­ lismo. Como también es válida la advertencia
dito de los autoritarismos y el agotamiento de al paradigma republicano de los peligros del
clases políticas tradicionales, abriendo nuevas nacionalismo, al liberal clásico de su cercanía
perspectivas a una democracia ampliada a todas a la frivolidad y al social liberal de la miopía
las esferas de la vida social y a los nuevos movi­ del Estado benefactor. Una crítica a la moder­
mientos sociales. Claro está que en el momento nidad que además de cuestionar la hegemonía
de las propuestas, los proyectos son diversos. de los modelos desarrollistas, terminara por
desacreditar toda propuesta colectiva como
Para países como Chile se habla de la priori­ metanarración, dejando como única opción ‘la
dad del escenario interestatal de integración nueva figura de guerra de guerrillas’, las mi-
con base en opciones democráticas. El proble­ cropolíticas, sólo equivaldría a una legitima­
ma no es la soberanía nacional como defensa ción no requerida para el funcionalismo
territorial, sino la autonomía política, afir­ sistèmico.
mando la democracia como la forma más de­
Al analizar estos modelos vale la pena tener
seable de organización y cooperación, lo cual
presente la invitación que hiciera Gianni Vat­
no siempre motiva a la identidad nacional. Pa­
timo1 a reconocer la posmodernidad como “la
ra países como Brasil se plantean como priori­
época de las culturas latinas”, después de que
tarios los intereses nacionales, que no pueden
“lo moderno estuvo guiado por las culturas an­
subordinarse a los colectivos transnacionales.
glosajonas”. Este “acento latino de la posmo­
Pero la soberanía nacional como principio ab­
dernidad”, muy propio de América Latina,
soluto se define por la democracia, que a la vez
tendría que estimular “nuestro empeño ético-
depende de la cultura propia y no siempre está político” en la forma de un pensamiento dé­
libre de particularismos. Algo semejante po­ bil. Es lo mismo que insinúa N. Lechner2: la
dría decirse de países como México para los heterogeneidad estructural de América Lati­
que el liberalismo social como forma democrá­ na, considerada durante años como obstáculo
tica de nacionalismo significa modernización al desarrollo, se puede convertir ahora en
en los diversos ámbitos de la vida cotidiana, nuestro mejor recurso para fomentar una in­
justicia como equidad y apertura internacio­ teracción social más densa y rica.
nal, lo cual no elimina los riesgos del paterna-
lismo. Finalmente países como Colombia, Pienso que un “pensamiento débil” no dogmá­
donde estamos estrenando Constitución, en­ tico en moral y en política tendría que poder
sayan con mayor o menor éxito, compaginar el articular la democracia en el uso pragmático,
proyecto ético de la carta fundamental, con las ético y moral de la razón práctica, según pro-

1 Gianni Vattimo, L a sociedad transparente, Barcelona, Paidós, 1990, págs. 69-71.


2 Norbert Lechner, L os patios interiores de la dem ocracia. Santiago de Chile, Flacso, 1988.
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puesta reciente de J. Habermas3, lo que se sentido radical de democracia participativa


acerca mucho a la idea de una democracia par­ que se apoya en un uso teleológico ético-políti­
ticipativa4, que algunos han querido, de acuer­ co de la razón práctica, que por estar más cer­
do con la moda, llamar posdemocracia. En esta cano a una moral comunitarista, exige no
propuesta tendrían que confluir también las perder de vista el horizonte universalista tan­
críticas que se hacen hoy a la democracia, an­ to de la moral como del principio mismo de la
tes de que se consume su deslegitimación y el acción comunicativa.
debilitamiento del Estado de derecho5. La nue­
va Constitución de Colombia, julio de 1991, Para exponer este sentido renovador de la de­
proclama ya en su preámbulo “un marco jurí­ mocracia participativa, parto de un recuento
dico, democrático y participativo que garanti­ de las posibilidades de la acción comunicativa
ce un orden político...” y ya desde el primer para conformar democráticamente el mundo
artículo constituye paradigmáticamente la de la vida social, como se podría comprender a
nación como República “democrática, partici- partir de la fenomenología husserliana (I); lue­
pativa y pluralista”. El objetivo principal de go con base en los recientes planteamientos de
este trabajo es clarificar con la ayuda de la J. Habermas en Faktizität und Geltung
teoría de la acción comunicativa el sentido y (Facticidad y validez)6en torno a la filosofía
los alcances de la democracia participativa. política, se distingue entre moral y derecho,
para descubrir la especificidad del principio de
Quisiera mostrar las relaciones entre demo­
la democracia (II). Una reconstrucción discur­
cracia y moral por un lado y por otro entre
siva del derecho en sus diversos niveles y for­
democracia y derecho. En términos generales
mas nos lleva a su génesis lógica en los
se piensa que una democracia que no se orien­
te por la moralidad está en peligro de formali­ movimientos sociales y en procesos de partici­
zarse y convertirse en mera estrategia; y una pación democrática (III), cuya tematización
democracia que no reconozca positivamente el nos obliga a una valoración más positiva y es­
sentido del derecho, puede disolverse muy pecífica de los principios éticos de la democra­
pronto en retórica moralista o anarquista. A cia, que la que pudiera seguirse de una moral
estos planteamientos se puede responder con universalista (IV).
un discurso específico sobre la política que dis­
tinga el principio de la democracia de un sen­
tido fuerte de moral y radique a partir de dicha E L M U N D O D E L A V ID A ,
distinción la legitimidad del derecho en su ori­ L A A C C IO N C O M U N IC A T IV A
gen en procesos políticos. Esto permite com­ Y L A D E M O C R A C IA
prender el Estado de derecho como articu­
lación necesaria de la democracia; si se forta­ No puedo presentar ahora la teoría de la acción
lece así la legitimidad del Estado se lo podrá comunicativa en su conjunto. Lo que me inte­
proteger del paternalismo propio de cierto li­ resa es destacar cómo una reconstrucción co­
beralismo social, de la frivolidad del liberalis­ municativa del mundo de la vida pone de
mo clásico y del neoliberalismo y, de lo que es manifiesto aquellas características que nos
peor, de todos los intereses grupales que ame­ permiten reconocer estructuras democráticas
nazan con privatizarlo. Esto compromete un en su constitución originaria; esto hace que el

3 Jürgen Habermas, “Acerca del uso ¿tico, pragmático y moral de la razón práctica”, en Filosofía, No. 1, Mérida, Venezuela,
1990.
4 José Rubio Carracedo, "De la democracia al corporatismo. Genealogía de una frustración histórica”, en C lave s d e razón
p ráctica. No. 33, Madrid, junio de 1993, pága. 54-59.
5 Fernando Morán, “La deslegitimación relativa de la democracia”, en C laves de razón p ráctica, No. 33, Madrid, junio de
1993, págs. 10-16.
6 Jürgen Habermas, Fak tizität u n d G eltung, B eiträge zu r D isk u rsth eo rie des Rechts u n d des d em okratischen
Rechtsstaats, Frankfurt, a.M., Suhrkamp, 1992.
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mundo de la vida sea el contexto de todo el que le son propias, no puede reconocer él mis­
sistema político. mo las de otros, sino “como si” fueran las pro­
pias. Esto es lo que exige el cambio de
El descubrimiento del mundo de la vida por la paradigma, de la filosofía de la conciencia a la
fenomenología explícita, sin poder desarrollar acción comunicativa, de suerte que efectiva­
en toda su riqueza, la perspectividad en que se mente la perspectividad de las perspectivas
me da el mundo, no sólo en situaciones y opi­ del mundo de la vida tenga la significación y
niones diversas, sino en general en la multi­ la fuerza originaria que comporta el lenguaje
plicidad de las culturas. Más aún: esta pers- como expresión pública de vivencias, senti­
pectivad es originaria, es en este sentido nece­ mientos, opiniones, puntos de vista y convic­
saria, sin ella no tengo mundo. Esta rehabili­ ciones.
tación de la ‘doxa’ señala ya el camino cons­
tructivo genético tanto de las ciencias, como en De esta forma la acción comunicativa me per­
general de los discursos que pretenden expli­ mite en un primer momento, el de la compren­
car y orientar nuestra situación en el mundo. sión de otras perspectivas de mundo, de otras
El reconocimiento de la perspectividad de las culturas y formas de vida, reconocer la contin­
perspectivas lleva al fenomenólogo a pregun­ gencia y la facticidad de mis puntos de vista,
tarse por el sentido de la verdad en las diversas abrirme a la multiplicidad de lo diverso y acep­
regiones del mundo de la vida. tar la heterogeneidad de posiciones, visiones
del mundo y concepciones del bien. La posibi­
La contingencia propia de este darse el mundo
lidad de comprender a otros implica mi auto-
nos sitúa y ubica antes de toda reflexión, en un
reconocimiento. Pero comprender a otros no
horizonte cultural en el cual podemos contem­
significa tener que estar de acuerdo con ellos.
plar “ante todo la diversidad de las naciones,
las propias y las ajenas, cada una con su mun­
do circundante propio, considerado con sus
¿Es posible ahora obtener algo menos relativo
tradiciones, sus dioses, demonios, potencias
y contingente? Una racionalidad comunicati­
míticas, como el mundo absolutamente evi­
va pretende poder avanzar con base en razo­
dente y real. Surge, en este sorprendente con­
nes y motivos y lograr acuerdos tanto en lo
traste, la diferencia entre la representación
relacionado con el mundo objetivo, la cultura
del mundo y el mundo real y emerge la nueva
y la ciencia, como con el mundo social, la mo­
pregunta por la verdad; por consiguiente no por
ral, la política y el derecho. Se trata de dos usos
la verdad cotidiana, vinculada a la tradición, si­
no por una verdad unitaria, universalmente vá­ del lenguaje: si en un primer momento se am­
lida para todos los que no estén deslumbrados plía el horizonte de comprensión, la tolerancia
por la tradición, una verdad en sí”7. y el pluralismo, en el segundo momento se ga­
na la posibilidad del consenso, en el cual se
Lo que no puede resolver la fenomenología, así articula un enriquecimiento cognitivo con una
sea el último esfuerzo de la filosofía de la re­ motivación vinculante de interacción social:
flexión, es cómo a partir de mi perspectiva, re­ como posibilidad de solución de conflictos, ge­
conozco efectivamente la multiplicidad de nerados en la heterogeneidad, y como instru­
perspectivas del mundo de la vida, y cómo pre­ mento de coordinación de acciones comunes.
cisamente gracias a este reconocimiento de las El acuerdo que se logra pasando por el recono­
diferencias, puedo todavía llegar a verdades cimiento de las diferencias es el sentido fuer­
con pretensiones de validez universal en el temente positivo de la racionalidad comu­
ámbito de lo objetivo, lo social y lo personal. nicativa y el que da validez y vigencia a las
Un sujeto que reconoce sus vivencias sólo por­ normas que de allí puedan seguirse, y estabi-

7 Edmund Husserl, “L a filosofía en la crisis de la humanidad europea” en F ilosofía com o ciencia estricta, Buenos Aires,
Nova, 1981, págs. 135 y ss.
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lidad a los procesos sociales que se regulen por recho, sin tener que considerarlo restricción de
dicha normatividad. Pero esta inclinación al la libertad, como fruto de la democracia. De
consenso no puede ser urgida en deterioro de esta forma la racionalidad comunicativa pre­
las manifestaciones del conflicto en los múlti­ tende poder solucionar las relaciones entre au­
ples movimientos sociales, cuyo potencial co­ tonomía personal y social, mostrando la
municativo amplía el ámbito político. La articulación necesaria de la autonomía subje­
democracia participativa se legitima, si antes tiva en la comunicación, cuyo resultado es la
que consensos, busca el compromiso de los autonomía política, fuente de todo derecho. En
agentes sociales en la solución de los conflictos la comunicación intervienen individuos, sin
y en la realización de las tareas, valiéndose perder su identidad, con sus propias vivencias
para ello de las herramientas jurídicas. y razones para ejercer y buscar en ella lo que
puede ser común a todos. Así la teoría de la
Nos encontramos pues ante un caso especial acción comunicativa tiende el puente entre la
de acción estratégica, la construcción y utiliza­ filosofía moral y la filosofía política para com­
ción de un instrumento, el jurídico, con base prender el derecho como sistema empírico de
en acción comunicativa, pero con su propia ra­ acción, sin el cual las ideas filosóficas sobre la
cionalidad, la legal, la cual como producto de sociedad se quedan vacías9.
acuerdos da estabilidad relativa a los acuerdos
mismos, así para ello haya que acudir a la coac­
ción. En especial el derecho sirve para vincular L A R E L A C IO N E N T R E D E R E C H O
a procesos comunicativos mundovitales, siste­ Y MORAL
mas con racionalidad funcional no comunica­
tivos, que amenazan con colonizar el mundo El análisis de las estructuras comunicativas
de la vida, como son el poder, la administración del mundo de la vida y las posibilidades que
y la economía. La legitimidad de tales estrate­ ellas ofrecen para llegar a acuerdos vinculantes
gias se garantiza por los procesos que las ge­ en la vida social permite mostrar que tanto la
neran y establecen; su validez y vigencia moral como el derecho se fúndan originariamen­
exigen conservar el vínculo necesario comuni­ te en dichas estructuras: el derecho no requiere
cativo entre el producto, la ley, y los procedi­ la mediación de la moral, no se deduce de ella.
mientos democráticos que la sancionan. Es Si bien el derecho no debe contradecirse con la
importante destacar esta función de transfor­ moral, esto no significa que para su constitución
mador que cumple el derecho, como lenguaje baste sólo con esta no contradicción.
abierto por un lado al mundo de la vida social
y por otro al mundo regulado sistémicamente, Las relaciones tradicionales del derecho con la
cuyos codigos sólo son sensibles a mensajes moral no implican el que la democracia sea
con contenido normativo, si vienen traducidos mera aplicación de la moral al ámbito de la
al lenguaje del derecho8. política, como pudiera desprenderse de la filo­
sofía de Kant. Esto lleva a una confusión entre
La teoría de la acción comunicativa como re­ normas morales y leyes, que impide la clarifi­
construcción reflexiva del mundo de la vida cación del sentido moderno del derecho y de su
social puede, sin acudir a ficciones como tienen significación constructiva para la sociedad ci­
que hacerlo las teorías contractualistas. mos­ vil. Se trata de liberar de tal forma la política
trar el fundamento discursivo de la coordina­ de la moral, que el principio de la democracia
ción social, así éste se piense en la forma explique suficientemente el sentido procedi-
originaria de un contrato; pero también puede mental del derecho. Dicho principio puede ser
dar razón del sentido específico positivo del de­ relacionado entonces con el uso ético-político

8 Jürgen Habermas, Fak tizität un d G e ltu n g .^ pág. 78.


9 Idem, pág. 90.
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de la razón práctica, que no es lo mismo que el Precisamente al ganar la diferencia entre mo­
uso moral. ral y derecho, se puede caracterizar mejor el
aporte positivo del derecho con respecto a la
Al plantearse la necesidad de diferenciar entre conformación, estabilidad y organización de la
el principio moral y el principio del derecho, sociedad, ya que él llega a aspectos de las re­
conviene sobre todo mostrar qué se pretende laciones sociales, de los cuales la moral, en su
obtener con esta distinción y luego ver cómo se universalidad y formalismo, forzosamente tie­
logra y con qué costos. Con la distinción se ne que abstraer. El derecho puede ser com­
busca desarrollar un discurso independiente, prendido como una ayuda a la sociedad en las
específico, ético-político acerca de la democra­ tres dimensiones, en las cuales la moral nece­
cia y del derecho. Esta concepción de política sariamente permanece ambivalente: en la cog-
parte del reconocimiento, con base en la racio­ nitiva, en la motivacional y en la institucional
nalidad comunicativa, del sentido positivo de organizacional1S.
una racionalidad estratégica, que se compren­
da como concreción eficaz de procesos discur­ Desde el punto de vista del conocimiento, tanto
sivos. los procesos legislativos, como la interpreta­
ción y la práctica jurídica aclaran situaciones
La distinción ayuda a comprender cómo el y caracterizan acciones en un nivel al cual no
principio de la democracia es el “procedimien­ llega la moral. En general los procesos políti­
to de constitución legítima del derecho” 10. Para cos que preceden a las decisiones jurídicas
la democracia sólo pueden reclamar legitimi­ aportan un cúmulo de información, del cual
dad las leyes, que al establecerse legalmente prescinde la moral. Motivacionalmente el de­
en un proceso discursivo pueden encontrar recho es una ayuda tanto desde el punto de
acuerdo entre los asociados. Mientras el prin­ vista de la fijación de expectativas, como desde
cipio moral opera en el nivel de una racionali­ el de la exigibilidad. La moral en cambio per­
dad interna de las normas, el de su validez manece en un nivel tan general de responsa­
universal y categórica, el principio de la demo­ bilidad, que sus resortes motivacionales no son
cracia se ocupa de la institucionalización ex­ siempre los más vinculantes. Finalmente, el
terna de las normas: es decir de todo aquello derecho permite organizar mejor la acción so­
que tiene que ver con los presupuestos y desa­ cial en ámbitos en los que la moral es discre­
rrollos discursivos de los acuerdos, a partir de cional: por ejemplo, de qué manera se puede
los cuales se establecen leyes, se las hace acep­ ser más eficaz en el cumplimiento de la norma
tables y viable su cumplimiento. moral de la ayuda al prójimo? De esta forma
el derecho no sólo llega a niveles de compren­
La diferencia entre moral y derecho se ve más sión y acción a los que no puede llegar la moral,
claramente si se considera el caracter como de sino que es ‘Instrumento” de efectividad de la
“artefacto” 11 de las normas jurídicas. No son moral. Para esto se vale de instituciones con
sólo el producto positivo de procesos democrá­ reglamentos precisos, objetivos determinados
ticos, sino que tales procesos están normados y funciones claras. Este es el sentido de la com-
por productos de esa misma clase. “Con el sis­ plementariedad entre moral y derecho14.
tema jurídico se debe crear al mismo tiempo el
lenguaje , en el cual se pueda entender una Pero si la independencia del derecho con res­
comunidad como asociación voluntaria de pecto a la moral, pudiera parecer un voto de
miembros jurídicamente iguales y libres”12. confianza al funcionalismo, que propone la po-

10 Idem, päg. 141.


11 Idem, päg. 142.
12 Idem, päg. 143.
13 Wolfgang Wieland, A p o rie n d e r praktisch en V ernunft, Frankfurt a. M., Klostermann, 1989.
14 Jürgen Habermas, Faktizität un d Geltung..., pägs. 147-149.
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sitivización del derecho, pensamos que es po­ vo no es el mismo principio moral como tam­
sible fundamentar su normatividad, sin tener poco el de la democracia. Se articula como ar­
que regresar a la moral: en el uso ético-político gumentación moral cuando se usa para nor­
de la razón práctica, al cual corresponde, no en mas de comportamiento que regulan intrínse­
sentido moral sino social, responsabilidad civil camente interacciones simples en un círculo
y solidaridad. La crítica al positivismo, al rea­ ilimitado de personas. Pero si se trata de nor­
lismo jurídico o a la teoría de sistemas no tiene mas de acción más concretas y complejas, que
que recurrir inmediatamente a la moral. Por pueden darse en forma de derecho y que están
el contrario, una reconstrucción discursiva de relacionadas con asuntos públicos, entonces el
su génesis basta para explicitar el sentido de principio discursivo se usa en diversos proce­
la normatividad del derecho basada en su dimientos democráticos, para validar tales for­
constitución intersubjetiva y en las condicio­ mas jurídicas16. Por ello el derecho no se
nes éticas de la democracia. refiere a una voluntad absolutamente libre co­
mo en la moral, sino a un libre albedrío, a cier­
Veamos cómo se establece la diferencia entre ta voluntariedad relativa a las circunstancias
moral y derecho. En lugar de considerar el de­ de la norma. Esta tiene que ver con situaciones
recho como fundado directamente en el sujeto externas, sociales, en las que se relacionan
moral, se busca una concepción de autonomía personas; y finalmente goza de la posibilidad
tan general que nos permita explicar la auto­ de imponerse coactivamente17.
nomía política, origen del derecho, como ejer­
cicio público de una autonomía subjetiva, que Una vez establecida la diferencia entre moral
a la vez, sólo se realiza en interacción social. y derecho, y entre la reconstrucción del princi­
El sentido general de autonomía se expresa en pio de la moral y del principio de la democracia
un principio discursivo universal, a partir del a partir del principio discursivo general, se
cual se pueden desarrollar en su especificidad pueden volver a plantear sin peligro de confu­
la moral y la democracia como proceso funda­ sión las mutuas relaciones:
cional del derecho. Este principio reza así: “Só­
lo son válidas aquellas normas de acción con La moral es criterio fundamental de discerni­
las que pudieran estar de acuerdo como parti­ miento entre lo correcto y lo incorrecto: debe
cipantes en discursos racionales todos aque­ por tanto ocupar lugar privilegiado en los pro­
llos que de alguna forma pudieran ser afecta­ cesos de formación y de comunicación pública.
dos por dichas normas”15. Por otro lado la mayoría de los contenidos de
los que se ocupa la moral (asesinatos, secues­
Se trata de comprender este principio discur­ tros, robo), pasan al código jurídico para ganar
sivo en toda su generalidad, como garantía de en él otros tipos de validez, pero este traslape
imparcialidad previa a toda discusión acerca no significa una remoralización del derecho.
de la moral o del derecho. No se lo puede iden­ De igual manera tanto el sistema de los dere­
tificar de inmediato con el principio de la moral chos fundamentales, igualdad de libertad per­
comunicativa, porque entonces todo tipo de fun- sonal, libertad de asociación, exigibilidad de
damentación discursiva del derecho, sólo sería defensa de los derechos, como los principios
una aplicación de la moral: un nuevo moralismo constitutivos del Estado de derecho pueden
en política. Lo característico del derecho moder­ ser objeto de la moral y del derecho, por lo que
no es poderse fundamentar y desarrollar sus a ellos subyace el mismo principio discursivo,
propiedades independientemente de la moral. lo que permite que se entrecrucen sus conteni­
Esto se logra gracias a que el principio discursi­ dos18. Más aún, se puede aceptar que más allá

15 Idem., pág. 138.


16 Idem., pág. 196.
17 Idem., pág. 136.
18 Idem., pág». 252- 253.
12 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

de la necesidad de que las reglas jurídicas no ra simultáneamente la autonomía privada y


contradigan las normas morales, se da una pública de los asociados, es interpretado y con­
primacía heurística de los discursos morales, formado en el proceso democrático de la legis­
una especie de horizonte de universalidad en lación y en el proceso de la aplicación imparcial
el que se tienen que enmarcar y en el que son del derecho”22. Esta concepción discursiva del
criticables las opciones políticas partidistas o derecho en sus diversos procesos y formas
nacionales, contextualizadas y circunstancia­ acentúa su independencia frente a la moral y
les. Pero nada de esto significa “que los discur­ al mismo tiempo su normatividad, fundada en
sos jurídicos puedan ser concebidos como su origen democrático y legitimada en formas
partes de argumentaciones morales” 19. jurídicas. Por ello los discursos jurídicos no só­
lo se refieren a normas, sino que en su misma
La independencia de las relaciones entre de­ racionalidad pertenecen aun sistema de dere­
mocracia y derecho con respecto a la moral, cho estructurado comunicativamente.
permite valorar la legitimidad de las normas
jurídicas, a partir de una teoría discursiva del Con esto debería quedar claro el sentido posi­
derecho, por lo razonable del procedimiento tivo del derecho, como construcción social para
democrático que sustenta la legislación. Este dilucidar conflictos que se presentan ineludi­
proceso es mucho más complejo que el de la blemente, a pesar de la moral, y para afrontar
simple argumentación moral. Esta se reduce tareas necesarias, más allá de la normatividad
en todos los casos a la aplicación discursiva del moral. Si el derecho necesita de la democracia,
principio de universalización, a saber: “en lu­ la democracia necesita del derecho. Precisa­
gar de proponer a todos los demás una máxima mente esta concepción constructiva comunica­
como válida y que quiero que sea ley general, tiva del derecho da valor a la democracia como
tengo que presentarles a todos los demás mi procedimiento. Estaríamos ante una especie
máxima con el objeto de que comprueben dis­ de “instrumento” y “estrategia”, que son nece­
cursivamente su pretensión de universali­ sarios para motivar y unir fuerzas para bien
dad”20. En cambio el procedimiento jurídico es de la sociedad, en un sentido de teleología, que
más complejo, cuenta con mediaciones como la complementa el sentido absoluto de la moral.
disponibilidad, pertinencia y relevancia de las Pues bien, este “más” de lo jurídico político con
informaciones, la equidad en la interpretación respecto a la moral es lo que permite reconstruir
de las situaciones, lo convincente de las razo­ la democracia participativa como forma de orga­
nes, lo razonable de las decisiones, lo auténtico nización política, “buena para” fomentar la au­
de las valoraciones, la justeza de los compro­ todeterminación y la realización de la persona,
misos, etc. Tbdo esto debe ser incorporado en la justicia como equidad y la utopía liberal, que
los procesos democráticos21. no renuncia a disminuir los sufrimientos de los
asociados y a suprimir definitivamente las hu­
Si se toma en serio la diferenciación entre de­ millaciones de unos a otros.
recho y moral a partir del principio discursivo
general, especificado de manera diferente de En las democracias modernas se puede ganar
acuerdo con las respectivas formas de normas la participación ciudadana en la conformación
de acción, se logra una moral para interaccio­ de la sociedad, al distinguir el sentido de polí­
nes informales entre personas naturales y, co­ tica y derecho, de un sentido fuerte de moral,
mo complementario, un derecho para relacio­ para encontrar el fundamento mismo de los
nes entre personas jurídicas portadoras de de­ derechos en sus propios autores, los ciudada­
rechos. “El sistema de los derechos, que asegu­ nos en acción comunicativa y en movimientos

19 Idem., pág. 283.


20 Jürgen Habermas, C o n c ie n c ia m o ra l y a c c ió n c o m u n ic a tiv a , Barcelona, Península, 1985, pág. 88.
21 Jürgen Habermas, F a k tiz itä t u n d G eltun g..., pág. 286.
22 Idem., pág. 287.
ETICA DISCURSIVA, DERECHO... GUILLERMO HOYOS VASQUEZ 13

sociales: esto hace de la democracia la manera ye, sin agotarse en ella, la legitimidad del Es­
más legítima de hacer política. tado y del derecho, “instrumentos” no sólo para
impulsar el desarrollo material del mundo de
Esto sin embargo no significa desvincular to­ la vida, sino para estabilizar el respeto por los
talmente la política de los temas de la moral y derechos humanos y el compromiso con el “pro­
mucho menos de la actitud fundamental de yecto ético” por excelencia, la constitución de
responsabilidad. La razón práctica no se agota una nación. Este sería el sentido positivo de la
en el uso moral referido a lo universal y abso­ relación del Estado con la sociedad civil, criterio
luto de las relaciones humanas; en su uso ético de evaluación de políticas y gobiernos concretos.
nos habla de normas orientadas a lo concreto
en relación con el bienestar de una nación. Si
los principios generales de la moral, como fun­ R E C O N S T R U C C IO N D IS C U R S IV A
damentos de una sociedad justa, han de ser D E L D E R E C H O Y D E M O C R A C IA
tenidos como normas, es necesario que real­ P A R T IC IP A T IV A
mente motiven, como valores para una socie­
dad determinada. Pero esto solo es viable si Aquí no es posible detallar cada una de las
como complemento del principio universal de formas del derecho y los procesos que las sus­
la moral, se recupera un sentido más contex- tentan y desarrollan. Baste una breve carac­
tualizado de razón práctica, que pueda moti­ terización de las más importantes para ganar
var a una sociedad concreta. Esto lo logra la una comprensión procedimental del derecho,
democracia participativa, cuyo sentido de res­ como resultado de procesos democráticos. Pero
ponsabilidad se enmarca sí en el horizonte de como estos procesos articulan la “soberanía po­
la moral, pero en su especificidad, se orienta a pular”, es decir, son atribuciones de un poder
las necesidades de una nación en vías de reali­ del pueblo, es necesario mostrar cómo este po­
zación de un proyecto histórico (la constitución der se teje con caracter fundacional, constitu­
de un pueblo) mediante el compromiso de los cional, como poder comunicativo, según la
ciudadanos. concepción de H. Arendt: “el poder sólo aparece
allí y donde los hombres se reúnen con el pro­
Es necesario ahora, una vez establecida la di­ pósito de realizar algo en común, y desapare­
ferencia entre moral y derecho, explicitar lo cerá cuando, por la razón que sea, se dispersan
que significa una comprensión discursiva del o se separan”. Esto constituye “la sintaxis del
derecho, para ver cómo la soberanía popular poder: el poder es el único atributo humano
se articula en procedimientos democráticos, que se da en el espacio secular interhumano
en los cuales a la vez se asumen los derechos gracias al cual los hombres se ponen en rela­
humanos, no como propiedades del hombre ge­ ción mutua, se combinan en el acto de funda­
nérico, sino como competencias que han de ser ción en virtud de la prestación y cumplimiento
desarrolladas para que sean realidad: ese de­ de promesas, las cuales, en la esfera de la po­
sarrollo es precisamente la conformación de lítica, quizá constituyen la facultad humana
una sociedad democrática y de un Estado de superior”23. El poder comunicativo, no la liber­
derecho democrático. Así se interrelacionan tad subjetiva, como síntesis de perspectivas y
los derechos humanos y la soberanía popular, propósitos, constituye algo nuevo: un espacio
dos ideas íntimamente ligadas en el concepto y un estilo político en el que puede construirse
mismo de democracia, aunque no siempre el derecho como objetivación de voluntades
comprendidas en su complementariedad origi­ puestas de común acuerdo acerca de determi­
naria. Esta vinculación de autonomía subjeti- nados fines. La democracia es la síntesis del
vay autonomía política, de autodeterminación principio discursivo con la forma del derecho.
personal y autorealización solidaria constitu­ Esto constituye “una génesis lógica de de-

23 Hannah Arendt, “Sobre la revolución", en R evista de Occidente, Madrid, 1967, pága. 185-186.
14 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

rechos, que se deja reconstruir progresiva­ mento y sus procedimientos, el pluralismo po­
mente”24. lítico, la garantía de una opinión pública infor­
mada y autónoma, la competencia limpia de
Según esto el principio discursivo se articula los partidos, las prácticas electorales, la sepa­
en la libertad no sólo desde el punto de vista ración entre sociedad y Estado, la diferencia­
privado; también en lo público, donde se expre­ ción de instancias y funciones (legislativa,
sa el sentido de un proyecto de vida de quienes judicial y ejecutiva), la regla de las mayorías,
han decidido convivir orientados por leyes etc. Mediante la regeneración discursiva, se­
constituidas con base en acuerdos mínimos. gún el caso, de todos estos componentes de la
Los derechos humanos fundamentales, si se democracia se pueden conservar los principios
reconstruyen como competencias, y la autono­ del Estado de Derecho como fuerza del proceso
mía pública que funda el Estado de derecho no de autorealización de ciudadanos libres e igua­
son realidades independientes, se determinan les, al adaptarse sus aplicaciones a los intere­
recíprocamente. Por ello las instituciones jurí­ ses, motivos y actitudes de los asociados.
dicas democráticas se debilitan sin ciudadanos
formados en cultura política capaces de ejercer Esto tiene como consecuencia la vinculación
sus derechos. del sistema de derecho en general, tanto el le­
gislativo, como el judicial y el ejecutivo-admi-
Una cosa es el sistema de derechos y otra la
nistrativo, al poder comunicativo, para mante­
legitimidad del poder para organizados, de­
ner al derecho libre de privilegios particulares.
fenderlos y fomentar su realización. Es nece­
El sistema de derecho se regenera con la vigo-
saria por tanto una fundamentación discur­
rización del poder comunicativo. La soberanía
siva del Estado de derecho y sus instituciones
del pueblo se va realizando mediante procesos
y una justificación pública de las acciones del
discursivos, cuyo origen es un público inde­
Estado, como ejecutorias de derechos. Pero
pendiente: sus decisiones pueden tomar forma
precisamente la íntima relación entre derecho
de derecho con base en acuerdos democráticos,
y poder político es la que posibilita la manipu­
asumidos por legisladores con responsabilidad
lación de aquél por intereses parciales. Ello
política. Esto no significa reprimir el pluralis­
hace necesario que el Estado de derecho y sus
mo en favor de las mayorías. La democracia
instituciones se legitimen en un derecho, cuyo
participativa se nutre de un sentido de lo ra­
origen esté en una auténtica participación de­
mocrática, y que los usos del derecho sean zonable, anclado en la estructura comunicati­
aceptados por corresponder a las expectativas va de lo público, el cual no otorga a ningún
de los ciudadanos. Una reconstrucción comu­ consenso fuerza legitimadora, si no se recono­
nicativa del derecho permite mostrar cómo en ce cuestionable por otras opciones libertarias.
el desarrollo democrático de la soberanía po­ “En el vértigo de esta libertad no hay ningún
pular confluyen los derechos subjetivos de li­ punto fijo más que el del mismo proceso demo­
bertad y asociación con los aspectos objetivos crático, un proceso, cuyo sentido ya está implí­
de institucionalización de prácticas de autode­ cito en el sistema de derechos”25. Se trata de
terminación de los ciudadanos. El poder comu­ una comprensión participativa de la democra­
nicativo origina el derecho legítimo y éste a la cia, casi que fin en sí misma, por cuanto su
vez regula la transformación de dicho poder en finalidad no es el desarrollo del mercado y de
decisiones administrativas. la economía, sino la construcción de una socie­
dad pluralista, en la que las diferencias, los
Se trata de caracterizar el sentido de los pro­ disensos, los anarquistas, también puedan so­
cesos democráticos que mejor canalicen el po­ lucionar problemas, proponer nuevas concep­
der comunicativo: la institución del parla­ ciones sociales y acciones alternativas. Por eso

24 Jürgen Habermas, Faktizität und Geltung..., pág. 155.


25 Idem., págs. 228-229.
ETICA DISCURSIVA, DERECHO... GUILLERMO HOYOS VASQUEZ 15

la democracia participativa privilegia la mul­ hace que en el espacio público se diferencien


tiplicidad de formas asociativas, cuyos objeti­ los ciudadanos del común, de intelectuales y
vos todavía no han funcionalizado la partici­ dirigentes, respetados por su visión de los
pación de los ciudadanos a fines demasiado le­ asuntos generales y por su capacidad de expli­
janos de la misma sociedad civil26. carlos en un lenguaje público. La opinión pú­
blica, que como puede ser manipulada por los
Pero esto no equivale al fundamentalismo de medios, también puede ser orientada por ellos,
movimientos sociales, que se autocomprendie- es un potencial político de influjo en el compor­
ran como crítica permanente al sentido mismo tamiento electoral y en las corporaciones pú­
de democracia: ésta sería una opción más por blicas, organismos de gobierno e instancias
“diversas formas de lucha” que de “participa­ judiciales; es un poder con respecto a los elec­
ción”. Por ello la tarea fundamental de la de­ tores y a los elegidos. Pero el influjo depende
mocracia participativa es precisamente con­
de la comunicación efectiva: el público puede
servarse abierta a los más diversos movimien­
ser convencido de la importancia de los temas
tos sociales, para que encuentren en ella su
mediante un lenguaje comprensible, capaz de
mejor articulación. Una comprensión discursi­
motivar el compromiso de las mayorías. Un
va de la política, como política deliberativa, in­
público bien formado no será comprado, ni pre­
siste en que la formación de la voluntad
sionado: sabrá detectar la veracidad y capaci­
general no gana su fuerza legitimadora de la
dad de sus dirigentes y su compromiso con la
convergencia dada por tradiciones o por con­
comunidad.
vicciones no cuestionables; la democracia par­
ticipativa se apoya más bien en las posibi­ Esto nos lleva a caracterizar el sentido que se
lidades de construir acuerdos con base en la
da hoy al término “sociedad civil”28, en íntima
interrelación de las diversas formas de acción
relación con el de los “nuevos movimientos so­
política: tanto las establecidas oficialmente,
ciales”. La sociedad civil no es la sociedad bur­
como las informales de los nuevos movimien­
guesa de la tradición liberal, conformada sólo
tos sociales, cuyo escenario de influjo más que
en función del trabajo y el mercado. Su núcleo
la política tradicional es un espacio público
está formado más bien por organizaciones no
más abierto.
gubernamentales y no interesadas primor­
Habermas entiende por lo público27 aquello dialmente en asuntos económicos: son asocia­
que Kant señalaba como principio trascenden­ ciones y movimientos relativamente espontá­
tal de la democracia. Se trata de un sentido de neos que descubren los problemas más sensi­
opinión pública correspondiente al tejido de bles en diversos estratos de la sociedad y les
las relaciones comunicativas del mundo de la dan relevancia política. Por ello su fortaleci­
vida; allí se dan momentos más intensos como miento no va en contra de la democracia29. Se
reuniones, asambleas, manifestaciones, etc., trata de un estilo asociativo para manejar
que se realizan en espacios abiertos como fo­ asuntos de interés general en un espacio pú­
ros, escenas, teatros, etc. Las redes de lo pú­ blico cada vez más complejo, que se vigoriza en
blico se extienden al ámbito potencial de el tejido de diversas perspectivas. Es una re­
lectores, oyentes, espectadores y participantes serva de opiniones y participantes que proce­
en general. den de círculos privados pero se potencian
frente a intereses generales e influyen así en
La comunicación se concentra a veces en torno los mismos medios de comunicación y en la
a determinados contenidos y decisiones, lo que esfera política.

26 Idem., pág. 620.


27 Idem., pág*. 435 y m .
28 Idem., pág». 443 y m .
29 Femando Morán, op. cit.
16 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-didembre de 1993

La sociedad civil tiene una conformación radi­ En la desobediencia civil se manifiesta la con­
calmente pluralista, la cual fortalece las es­ ciencia de poder de la sociedad para presionar
tructuras del mundo de la vida, diversificando el sistema político de suerte que tenga en cuen­
las formas de organización social. El poder co­ ta las situaciones conflictivas y las solucione
municativo que la anima es origen de la demo­ de acuerdo con los principios fundamentales
cracia participativay fuente de legitimidad del de la constitución política. Esta es un proyecto,
Estado de derecho. Esto permite que las relacio­ en cuya realización progresiva está compro­
nes entre sociedad civil y política puedan ser metida la sociedad civil mediante reformas al
desarrolladas con realismo: no se puede confiar mismo derecho. Su poder político se manifies­
sólo en el poder de los discursos informales, de ta más radicalmente en los nuevos movimien­
tos sociales: ecologistas, feministas, cívico-
los movimientos de protesta y de las políticas
populares, barriales, campesinos, etc. Estos
alternativas, sino que hay que intentar articu­
movimientos buscan redefinir lo público, crear
larlos en las formas de la democracia participa-
nuevos valores e imaginarios, renovar solida­
tiva para influir en los partidos, en los órganos
ridades, recrear la cultura política en niveles
de decisión y en el gobierno mismo. todavía no colonizados por el clientelismo tra­
dicional o por el Estado paternalista. La deso­
Pero este reconocimiento de sus límites no sig­
bediencia civil en la que pueden desembocar
nifica que la sociedad civil deba silenciarse. A estos movimientos no siempre se queda en la
veces los asesores del Estado piensan que su denuncia simbólica, sino que tiene a veces ca­
lógica tecnocrática supera la opinión pública: rácter reivindicativo, como por ejemplo en el
esto parece ahorrarles el esfuerzo de interpre­ caso de toma de tierras: es la exigencia de he­
tar las necesidades del pueblo para hacer com­ cho de lo equitativo frente a lo formalmente
prensibles a la gente las medidas de su legal. Esto hace que muchos movimientos so­
gobierno. Este sería sólo uno de los muchos ciales sean criminalizados por los tradiciona-
casos de conflicto entre sociedad y Estado. El listas como causantes del desorden, de la
caso extremo es el de la desobediencia civil, violencia y como forma ilegítima de participa­
que ciertamente exige un fuerte grado de ex­ ción ciudadana. La respuesta siempre tendrá
plicación pública, en lo cual consiste su fuerte que ser la explicación pública del comporta­
poder comunicativo. Estos actos de violación miento no legal.
simbólica de lo establecido son la expresión de
protesta contra decisiones que, según los deso­ ¿Cuál es el sentido de las relaciones entre so­
bedientes, así sean legales, no responden a los ciedad civil y Estado en el contexto de una de­
mocracia participativa? Habermas, cuya
principios en los que se basa el orden social.
argumentación hemos intentado reconstruir
Tales protestas, asumidas en actitud ética, se
hasta aquí, hace cinco años había escrito que
dirigen a los que gobiernan para que revisen
el poder comunicativo sitia, sin pretender to­
la legislación y al mismo tiempo apelan a las márselo, el sistema de gobierno31. Ahora pien­
ideas de los derechos fundamentales, a la legi­ sa que la metáfora puede llevar a confusiones,
timidad democrática y a la sensibilidad moral pues si bien las intenciones de una opinión pú­
de las mayorías. ‘L a desobediencia civil es blica crítica, con pretensiones de participación
pues un medio de reafirmar la vinculación en­ política, no son tomarse el poder, tampoco pue­
tre la sociedad civil y la sociedad política..., den ser únicamente sitiar al Estado cual for­
cuando los intentos legales de fortalecer la in­ taleza inexpugnable. La metáfora y su acla­
fluencia de aquélla en ésta han fracasado y se ración ayudan a comprender en qué sentido
han agotado otros medios”30. las estructuras comunicativas de la sociedad

30 A. Arato y J. L. Cohen, C ivil society an d Political Theory, Cambridge, Mass, 1992, p igs. 587 y s.
31 Jurgen Habermas, Faktizitfit und Geltung..., pdg. 626.
ETICA DISCURSIVA, DERECHO... GUILLERMO HOYOS VASQUEZ 17

civil son recurso de legitimidad para la confor­ confiriendo autoridad al legislador, controlan­
mación democrática del Estado de derecho. do al ejecutivo y exigiendo una justicia más
equitativa y pública32.
Para esto propone Habermas un p a ra d ig m a
p ro c e d im e n ta l d e l derecho, que equival­
dría a la concepción de sociedad subyacente a C O N C L U S IO N : D E M O C R A C IA
los diversos modelos de democracia: la socie­ P A R T IC IP A T IV A Y E T IC A
dad compuesta por individuos autónomos del D IS C U R S IV A
liberalismo clásico, la integrada por personas
cuyo desarrollo material y social es responsa­ El paradigma procedimental, como impronta
bilidad del Estado, la constituida cultural y de una democracia participativa, tiene una
políticamente por los valores de un republica­ normatividad más fuerte que la teoría liberal
nismo tradicionalista. Frente a estas ideas de clásica o neoliberal contemporánea, más for-
sociedad, se opta más bien por un paradigma mativa que el liberalismo social, pero más dé­
procedimental: éste sintetiza los elementos bil que el modelo republicano. En él hay
normativos de la teoría discursiva del derecho elementos de todos estos paradigmas, como
con los aspectos empíricos de una concepción hemos podido mostrarlo: el reconocimiento del
comunicativa de la sociedad. En otras pala­ Estado de derecho como forma adecuada de
bras, si el estilo comunicativo del mundo de la organización social, el ejercicio de derechos co­
vida permite solucionar conflictos y llegar a mo proceso fundador de instituciones demo­
acuerdos para desarrollar determinadas ta­ cráticas y la opción ética por una forma de vida
reas, reconociendo el derecho fundamental de autónoma privada y pública. Para una teoría
la diferencia y la posibilidad de asociación de discursiva el progreso político radica sobre to­
las personas, este mismo estilo puede consti­ do en la competencia comunicativa de los ciu­
tuirse en paradigma para el todo social. En­ dadanos y en el aprendizaje de procedimientos
tonces es posible reconstruir la génesis radi­ de organización en el ámbito de la política, la
calmente democrática de las relaciones entre economía y la administración.
sociedad y Estado en la interrelación entre po­
deres legalmente constituidos y formas no ins­ Pero si en el paradigma procedimental todo se
titucionalizadas de soberanía popular. El reduce a la forma de la comunicación, entonces
sistema jurídico no se debe sólo a las fuerzas se carece de aquello “substancial” que permita
del mercado, ni a las políticas de bienestar; su plantear cuál es la sociedad deseable. El dile­
legitimación radica sobre todo en el poder co­ ma es: formalismo procedimental o comunita-
municativo generado por múltiples interaccio­ rismo. Antes de discutirlo habría que resaltar
nes sociales en las que se teje la sociedad civil lo mucho que se gana con la propuesta de de­
en el espacio público. Su influjo en las diversas mocracia participativa: ésta no es sólo el pro­
instancias del Estado se logra mediante la par­ cedimiento para establecer las mayorías en
ticipación ampliada de los ciudadanos, la fun­ torno a los acuerdos que legitimen el derecho,
ción crítica de partidos independientes y el sino el espacio para que se articulen los con­
poder de medios de comunicación autónomos. flictos, se desarrollan los movimientos socia­
La despolitización del público se evita grac;as les, se fortalezca la opinión pública y en una
a elementos plebiscitarios, procedimientos de palabra se inventen las diversas formas de
consulta popular, políticas de descentraliza­ participación ciudadana, que permiten re­
ción, renovación de procesos electorales, etc. crear la complementariedad entre sociedad y
Es urgente que el público efectivamente influ­ Estado. Con esto se amplia el sentido de par­
ya con su sentido común y su fuerza motiva- ticipación para relativizar el directivismo del
cional en todas las órbitas del sistema político, Estado, su superespecialización y la conse-

32 Idem., págs. 532-533.


18 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

cuente juridización de la sociedad. Sobre todo cia: su fuerza integradora se teje de momentos
se hace frente a quienes privatizan lo público: comunicativos cotidianos, opinión pública,
el paramilitarismo y la privatización de la jus­ procesos de participación ciudadana, movi­
ticia, la corrupción y la deslegitimación de la mientos sociales, medios jurídicos, institucio­
política y el mismo terrorismo de Estado como nes, etc. Se busca una sociedad capaz de orga­
“ejercicio criminal del poder supremo del Es­ nizarse democráticamente con una constitu­
tado, sin estar sometido a control alguno, me­ ción, que no sólo es fundación sino también
diante un sistema organizado y alentado
proyecto de autorealización, con procedimien­
desde sus estructuras para el logro de sus fi­
tos democráticos y autodeterminación de la so­
nes”33. Si el derecho requiere de la democracia
ciedad civil desde sus orígenes en el mundo de
para no positivizarse, para ganar su auténtica
la vida: para no vivir en función de la política
racionalidad, la democracia requiere del dere­
cho, no sólo en aspectos de legitimidad proce- institucionalizada, los ciudadanos recrean
dimental, sino sobre todo como articulación más acá de ella el principio de la democracia
necesaria de procesos y de acuerdos. como solidaridad y equidad.

La concepción participativa de la democracia Para llegar hasta aquí se ha partido de una


no identifica la legitimidad de las instituciones distinción fuerte entre moral y derecho, es de­
con su eficiencia en la solución de asuntos re­ cir entre el principio de la moral y el principio
lacionados con la seguridad y el bienestar. Si de la democracia. ¿Pero entonces de que índole
bien un uso pragmático de la razón práctica es es el principio de la democracia: es moral tam­
necesario para un desarrollo material del bién? Como reclama Laporta la legitimidad
mundo de la vida, es su uso ético y moral el que del derecho hace necesaria “la apelación a cier­
reconstruye la solidaridad y la equidad como tos derechos básicos de los individuos concebi­
fundamento de la sociedad. La solidaridad se dos como derechos morales anteriores al
vale también del derecho para realizar progre­ sistema de normas jurídicas”. Dichos derechos
sivamente las tareas, proyectos y “utopías” de básicos “constituyen un núcleo de identidad
la constitución de una nación: “las fuerzas de personal y moral que ni el proceso político ni
la solidaridad social no se pueden hoy regene­
las normas jurídicas están éticamente autori­
rar sino en las formas de prácticas de autode­
zados para ignorar”36 .
terminación comunicativa”34. En este punto
parecen coincidir hoy Habermas y Rorty, quien
A estos reclamos responde Habermas con el
enfatiza: “La solidaridad tiene más bien que
principio discursivo de toda normatividad. Pe­
ser construida a partir de pequeñas piezas,
ro este principio sólo se legitima, como lo ha
que ser encontrada, como si ya estuviera espe­
explicitado recientemente Ch. Larmore, si “la
rando a ser reconocida en la forma de un pro-
tolenguaje en cuanto lo oyéramos”35. identidad entre destinatario y autor del dere­
cho”, que se requiere para el principio discur­
De acuerdo con la distinción entre moral y de­ sivo, “descansa sobre un principio moral
recho, la solidaridad más que una categoría fundamental, que se debe asumir como ya vá­
moral, deducible de un macroprograma, es lido: nadie debería ser obligado con violencia a
aquel acontecer sociopolítico, en el que se re­ someterse a normas de acción, si no le es posi­
conoce el principio discursivo de la democra­ ble ver razonablemente su validez”87.

33 M. C. Caiati y D. Frontalini, E l m ito de la g u e rr a sucia, Buenos Aires, Editorial CELS, 1984, pág. 83.
34 Jürgen Habermas, F aktizität un d Geltung..., pág. 536.
35 Richard Rorty, C ontingency, irony an d solidarity. Cambridge, Cambridge University Press. Versión castellana “Contin­
gencia, ironía y solidaridad”, Buenos Aires, Paidós, 1989-1991, pág. 94.
36 Laporta en Victoria Camps, H isto ria de la ética, 3 tomos, Barcelona, Crítica, 1989, pág. 292.
37 Ch. Larmore y otros, “Symposium zu Jürgen Habermas: Faktizität und Geltung”, en D eutsche Zeitschrift fü r P h ilo so ­
phie, Berlin, Bd. 41, Nr. 2, 1993, págs. 326-327.
ETICA DISCURSIVA, DERECHO... GUILLERMO HOYOS VASQUEZ 19

El poder no violento de la comunicación, su no que bien puede llevarse a términos de demo­


coactividad por medios distintos a la comuni­ cracia radical transnacional o patriotismo pa­
cación misma, su capacidad de reconocer reci­ radójico. El uso moral no supera el uso ético,
procidad y construir solidaridad antes que es si mucho su horizonte: se complementan,
presionar estratégicamente las relaciones co­ porque no pueden darse el uno sin el otro.
tidianas, sería el punto de partida de todo el
análisis, inclusive de aquel que reconoce al Pero esto conlleva un riesgo, del cual hay que
mismo derecho como acción estratégica legíti­ ser conscientes. Si bien las tareas ético-políti-
ma. Pero entonces si el principio normativo de cas, la Constitución que articula la “constitu­
la democracia no es directamente la moral, ni ción” de un pueblo y al mismo tiempo es
menos aún la eficacia, sólo queda en el medio propuesta de su realización en un contexto
precisamente el uso ético de la razón práctica. mundial, tienen que poder motivar y convocar
Lo ético político del discurso de la democracia a la autenticidad y a la solidaridad, el peligro
participativa y del derecho no es lo mismo que está de nuevo en el particularismo y en el na­
cionalismo. Y si bien el énfasis que tome la
lo moral, pero tampoco es simplemente la efi­
democratización en un futuro depende mucho
ciencia. ¿Estaremos en presencia de una con­
de la historia de los pueblos, la democracia
cesión de la ética discursiva a morales comuni-
participativa podrá conservar vigorosa la rela­
taristas, contextualistas, inclusive de raigam­
ción de los diversos usos de la razón práctica,
bre republicana?
evitando todo reduccionismo o unilateralidad.
La democracia participativa tiene el sentido Si el universalismo parece tener escasos recur­
no sólo de una práctica política, sino que ella sos motivacionales, el contextualismo de estir­
pe republicana, sobre todo si faltan expe­
misma como procedimiento es una especie de
riencias democráticas, tiende al dogmatismo e
ideal social, frente al liberalismo clásico, al li­
intolerancia, y el pragmatismo reduce la mo­
beralismo social o al republicanismo comuni-
dernidad a modernización en el puro “desplie­
tarista. La sospecha es que este paradigma
gue de la racionalidad formal”38.
procedimental para no ser puramente formal,
tiene que apoyarse en el contextualismo, pues­ Por tanto, habría que aceptar la necesidad de
to que toda acción comunicativa se desarrolla énfasis en alguno de los tres usos según la his­
en la tensión entre “facticidad y validez”: la toria de cada nación (su desarrollo material,
facticidad del lenguaje y la validez que se va nivel de educación, apertura a migraciones,
consolidando con base en razones y motivos, la guerras civiles, identidad nacional, etc.) y la
facticidad de las perspectivas de una cultura urgencia de sus tareas, pero sin absolutizar
política, de una forma de vida, de una concep­ ninguno de los tres: la interrelación entre lo
ción del bien, y la validez a la que aspira en su moral, lo ético y lo pragmático no sólo es posi­
constitución, su derecho y su idea de sociedad. ble desde un paradigma procedimental, sino
Entonces habría que acudir a un modelo de necesaria para evitar unilateralidad es que de­
identidad ético-existencial en un contexto de­ bilitan la democracia. Porque más que la in­
terminado, que por un lado se proyecta moral­ terrelación de sus diversos usos hay que forta­
mente en un horizonte universalista, pero en lecer el sentido mismo de razón práctica en su
su articulación concreta se compromete con forma de democracia participativa como pra-
ideales nacionales. La tensión necesaria sería digma procedimental en estrecha relación con
entre lo moral universal y lo político nacional, el Estado de derecho.

38 Norbert Lechner, op. cit.

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