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La Doctrina Social de la Iglesia, no está ajena a este arduo debate cada vez más profundo
como urgente: "Los interrogantes radicales que acompañan desde el inicio el camino de los
hombres, adquieren, en nuestro tiempo, importancia aún mayor por la amplitud de los
desafíos, la novedad de los escenarios y las opciones decisivas que las generaciones
actuales están llamadas a realizar"
La frase resume la idea fuerza de la presente reflexión: en una realidad social cuyo contexto es
la globalización, ¿Cómo hacer para convivir con las diferencias, presuponiendo que el hombre
necesariamente es un "ser con otro"?
El cúmulo de preguntas sobre este vocablo sugiere que resulta una palabra equívoca. Puede
pensarse como sinónimo de "soportar", o aceptar algo como un mal menor, como indiferencia (mientras
no perjudique mi accionar).
Desde un punto de vista fenomenológico, una visión realista nos obliga a plantearnos la cuestión
de si queremos vivir en un mundo en el cual haya cabida para lo diverso, aunque no nos guste, o si por
esta razón debemos excluirlo de nuestros horizontes (aunque ello no origine que la diferencia
desaparezca. Desconocerla no significa que no exista).
Aunque intentar definir la tolerancia no es una tarea en sí en vano, según se verá, quizás el
planteo más complejo no reside tanto en reconocer la existencia de la tolerancia sino los alcances, límites
e implicancias que trae consigo admitir este concepto.
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nos servirá de base para reflexionar.
En primer lugar, la define como una virtud necesaria pero que a la vez resulta imposible. En un
intento de describirla, el autor estima que existe intolerancia cuando es imposible aceptar la existencia
del otro.
En el plano religioso, ésta surge cuando un grupo religioso juzga que otro grupo se equivoca y
esa equivocación es blasfema, desastrosa y chocante.
También existe una tolerancia (o intolerancia) a la que podemos llamar “política” a la que el
articulista la define como "la actitud que un grupo poderoso o mayoritario puede adoptar respecto a un
grupo menos poderoso o minoritario." En este punto, la descripción se nos presenta como incompleta,
porque la tolerancia (o la falta de ella) puede venir de parte de los distintos grupos minoritarios, quienes
juzgan determinadas actitudes como contrarias a su grupo, raza o religión.
Quiero decir que no necesariamente en relaciones de poder, los más poderosos (las mayorías)
deben ejercer la tolerancia frente a las minorías, sino que estas minorías, cada vez más celosas de sus
diferencias, "imponen" a éstas sus puntos de vista, por lo tanto quedan subordinados a esas imposiciones.
En este sentido, Estados Unidos y su historia pueden brindar más de un ejemplo, en especial si se da una
mirada a los conflictos con la raza negra (v.g. el "black power").
Asiste razón al filósofo cuando afirma que entre la adhesión al propio sistema de valores y la
aceptación de los valores de los demás que pueden resultar desagradables, existe una tensión
constante, la cual es el núcleo de la actitud de tolerancia, y, por lo tanto requiere un ejercicio, una
actividad, una tarea.
La tolerancia no es indiferencia, no es una mera actitud pasiva. Implica toda una tarea
intelectual y física en torno a recibir en mi comunidad al diferente, al que piensa y se expresa distinto.
Si bien es un buen comienzo dejar que el otro haga lo suyo sin importarme, sacarlo del espacio público
y derivarlo a lo privado, a lo íntimo, la tolerancia impone una disposición de la mente y del espíritu
que implica mucho más que el principio de indiferencia o neutralidad. Diría que una actitud casi
contraria a la misma.
Porque me importa el hombre, porque me interesa lo que tengo enfrente, inicio una tarea
pontonera de búsqueda, de encuentro, de diálogo para ver aquello que tengo de común "para
reconfortarme" y aquello que tengo de distinto "para estimularme" usando la letra de una canción de
Serrat4.
4
"Puede que a ti te guste o puede que no/pero el caso es que tenemos mucho en común. Los dos tenemos
miedo a morir / idéntica fragilidad/ un corazón , dos ojos y un sexo similar/ y los mismos deseos de amar/ y
de que al-guien nos ame a su vez. ../ tu reniegas en swajili y yo en catalán/ yo blanco y tú como el betún/ Y
fíjate, no se si me gusta más de ti lo que te diferencia de mi/ o lo que tenemos en común/ Te guste o no / me
caes bien por ambas cosas. Lo común me reconforta, lo distinto me estimula. " - Te guste o no- Joan Manuel
Serrat
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Por lo tanto, el llamado a la tolerancia no debería imponerse en la sociedad moderna como una
simple utilidad o de instrumento de convivencia social derivada de las circunstancias. 5 Tampoco
debería derivar de una conveniencia política que surge de la necesidad de dar concesiones a
ciertos grupos en pos de otros fines (Como la "Pax Británica" para comerciar).
Con sus propias contradicciones, con sus luces y sombras, el mandato evangélico, como
toda la doctrina cristiana, fue plasmando en los distintos ordenamientos y en el corazón de los
pueblos dicha disposición, mucho antes de que el liberalismo sustentara su política de la
tolerancia.
La tolerancia se presenta, entonces, como una gran herencia, o como fruto de una
experiencia humana universal. Y de este acervo común es donde podrá encontrarse, entonces, el
fundamento de la virtud.
Esto no significa dejar de lado los aportes posteriores, entre ellos los del liberalismo e
incluso de autores no cristianos como se citará más adelante. Lo que se quiere significar es que
la idea de la tolerancia, inserta en el tema del pluralismo, si bien se podría denominar moderna,
sus fundamentos últimos, al menos en los términos en que lo plantea la DSI, están íntimamente
ligados a la tradición judeocristiana, a la que se ha denominado Humanismo solidario. 8
5
Habermas sostiene que desde el aspecto que el llama "motivacional" se mantiene la duda de si es posible
estabilizar a una colectividad de cosmovisión pluralista desde lo normativo (es decir, más allá de un mero
modus vivendi ) sobre la base de un consenso de fondo que no pasaría de ser, en el mejor de los casos un
consenso meramente formal, limitado a procedimientos y principios. HABERMAS J. , ob cit.
6
Pontificio Consejo Justicia y Paz. Ob.cit., n° 4: "Descubriéndose amado por Dios, el hombre comprende su
propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una
red de relaciones cada vez más auténticamente humanas".
7
De Saint Exupery, Antoine: "Piloto de Guerra", Buenos Aires, Editorial Sudamericana , págs. 192/193.
8
"La traducción de que el hombre es imagen de Dios a la idea de una igual dignidad de todos los hombres,
que hay que respetar incondicionalmente, es una de esas traducciones salvadoras (que salvan el contenido
religioso traduciéndolo a filosofia). Es una de esas traducciones que, más allá de los límites de una
determinada comunidad religiosa, abre el contenido de los conceptos bíblicos al público universal, al de
quienes profesan otras creencias o de quienes, simplemente no son creyentes.". J Habermas , ob. cit.
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las condiciones para su propio desarrollo, si no se intenta recuperar la herencia dilapidada (la
sabiduría de la humanidad), por usar el mismo lenguaje de Saint-Exupéry.
EL PLURALISMO DEMOCRATICO
En primer lugar, un Estado supone una unidad en la diversidad. Quiero decir que precisa
que el pluralismo se asiente sobre una base de convicciones compartidas, de la aceptación de un
sistema de valores, de "contenidos pétreos"9 “una gramática común” 10, sin los cuales la
convivencia puede resultar muy difícil.
La Nación, ese sentimiento de haber hecho grandes cosas en el pasado y querer seguirlas
haciendo en el porvenir, requiere que la tolerancia a la diversidad reconozca unos límites que,
en mi criterio, suponen un basamento inspirado en lo que la doctrina cristiana ha llamado los
derechos naturales, o más modernamente, los derechos humanos.
Cuando Saint-Exupéry habla de herencia, es evidente a qué se refiere con esto. Por ello,
le asiste razón a Williams cuando afirma que existen ocasiones en que el Estado no puede ser
neutral en materia ética, debe adoptar decisiones que se correspondan con ese sistema de
valores. Tiene la obligación de cuidar ese acervo común. Si no, el Estado, de tolerante pasa a ser
suicida.
4
¿Puede sobrevivir una democracia a su esencia sin una base o acuerdo sobre contenidos
pétreos no negociables? ¿Debe la democracia estar sustentada en valores cuyo olvido o
violación suponga una indignación moral que motive una solidaridad mundial?
¿Qué rol cumple entonces la tolerancia? Para quienes afirman lo anterior, la tolerancia
se la supone como sinónimo de neutralidad de opiniones, valen todas por igual y todas resultan
aceptables. O lo que quiere la mayoría se convierte en valor.
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individuo solitario, encerrado en sí mismo y aislado de los demás. No se niega la coexistencia
con los demás, pero no se la valora, más aún parece no tener importancia para la comprensión
del misterio del hombre.
En definitiva para este pensamiento, la realidad del mundo aparece únicamente por
obra de la conciencia subjetiva. En Kant, el yo que reflexiona racionalmente puede encontrar
en sí mismo y sacar de sí mismo la verdad de todos los sujetos. El yo del pensamiento
racional y objetivo se convierte así en un ego absoluto, en un Espíritu absoluto y objetivo.
La verdadera problemática del hombre concreto que existe con los demás en el mundo
queda completamente ignorada. No hay espacio alguno para las dimensiones de finitud, ni
para la esperanza, ni para la trascendencia del otro, que de ningún modo puede estar
constituido por mi razón. ¿Qué sentido tendría con este concepto hablar de tolerancia?
6
líquida, también renuncia a seguir ascendiendo hasta esa cima donde habita la verdad, el bien
y la belleza. La causa del desencanto de la posmodernidad es la desconfianza en la verdad. 17
Frente a esta concepción del hombre, Geavert nos acerca los aportes de M. Buber y E.
Levinas.
Para el primero, la relación con el tú no es solamente una relación entre las demás,
sino la relación por excelencia, el hecho primario de toda antropología y toda filosofía. El tú,
a diferencia de la cosa, no aparece jamás como sometido al yo o dependiente del yo, y por
tanto, está sustraído, fundamentalmente, del dominio del yo sobre el tú y del tú frente al yo.
De manera ética significa utilizar a los demás como medios. El hombre se convierte en
legislador de sí mismo, sometiéndolo todo al tribunal de su razón soberana. Desde el punto de
vista político, la voluntad del poder lleva al imperialismo y a nivel metafísico y religioso se
cierra en la historia, no queda espacio para una verdadera trascendencia, se atrofia esa
dimensión. El ateísmo es una consecuencia de esta interpretación inmanentista del hombre.
Pero quizá el aporte más importante de Levinas, que considero central para el presente
comentario, es la llamada "epifanía del rostro", la cual, siempre siguiendo a Geavert, implica
dos cosas: la certeza del otro como otro se impone con su propia fuerza e introduce así al
hombre en una verdadera experiencia metafísica y religiosa y el reconocimiento del otro no se
da solamente a nivel intimista y privado, sino que debe ser esencialmente ético y objetivo: el
otro exige ser reconocido en el mundo por el hecho de ser constitutivamente un ser indigente.
7
política, religiosa e incluso social, en el trasfondo del drama de la tolerancia, o sobre todo, en
la falta de ella, está la manifestación cabal del drama del hombre mismo. Cuando no hay
consideración de la verdadera naturaleza del hombre, sus anhelos, su destino trascendente, es
cuando todas las conversaciones y acuerdos se convierten en meras expresiones verbales
carentes de sustento.
Es por ello que, se insiste, todo intento de un "ethos" en común debe reconocer
necesariamente el rostro del otro. Continuando con Geavert, la epifanía del rostro es en
definitiva la presencia inmediata simbolizada por la desnudez del rostro del otro como otro,
que se impone con su propia fuerza y rompe para siempre el sueño de reducirlo a cualquier
forma de totalidad.
Encontrarse cara a cara con el prójimo es también encontrarse ante el Altísimo que exige
ser reconocido en la exigencia de reconocimiento del otro. La dimensión divina se abre a partir
del rostro humano. 20
IMPEDIMENTOS
Como nos recuerda J.L. Del Barco "el Pluralismo es un hecho que prueba la
esplendorosa fecundidad de la vida. Es la gama de colores y es el lujo de la existencia. Hay
diferentes culturas porque en la vida no rige el fuero de la rutina (...) tampoco posee un elenco
de respuestas uniformes para afrontar los escollos y resolver los problemas. Hay distintas
maneras de afrontar el reto de la existencia."21
Asiste razón a aquellos que dicen que estudiar los distintos sistemas culturales permite
desarrollar la capacidad de comprender y de tolerar. Y la particular visión de las cosas, los
diferentes matices conforme a la historia, a la cultura, dentro aún de un marco de valores
19
Véase el concepto de "orfandad" en sus tres dimensiones : a) de la discontinuidad de la memoria , b) del
desarraigo y c) la caída de las certezas en "La Nación por construir" -Carel. Jorge Mario Bergoglio SJ -El
Derecho T 23 -pág 135 y ss.
20
Pontificio Consejo Justicia y Paz , ob.cit., n°33: "Humanidad significa llamada a la comunión interpersonal
porque la imagen y semejanza de Dios Trino son la raíz de todo el "ethos" humano cuyo vértice es el
mandamiento del amor".
21
Del Barco, José Luis, ob. cit.
8
universales, debe ser bienvenida.
No me parece saludable "vivir de prestado". Cada cultura tiene sus legítimos valores,
los cuales deben respetar y requerir de los otros su respeto.
Como bien afirma J.L. Del Barco: "no significa que las distintas culturas no se tengan
que medir con la magnitud constante de la verdad y el valor", sobre todo "en ese núcleo
imperecedero que se ha dado en llamar universales culturales'. Un ejemplo indiscutible son los
Derechos Humanos, ellos marcan la frontera del apogeo de lo plural. No hay una versión
plural que incluya quitarla de en medio en algunas circunstancias del derecho inalienable del
Ser Humano a la vida. De la libertad tampoco puede haber un pluralismo que incluya la
esclavitud (...) Los grandes universales de la verdad y el valor son huellas de lo eterno
dibujadas en el tiempo. 24
Según Marciano Vidal 25 , el fanatismo es una de las más peligrosas enfermedades que
debilitan, traumatizan y llegan a dar muerte a la convivencia social. El fanático es una persona
cuyos rasgos psicológicos podrían sintetizarse en tres: a) creerse en posesión de toda la
verdad, al menos en relación con un ámbito de la realidad, b) vivir esa posesión (el modo
exaltado, cuasi místico, como de enviado; c) sentir un imperativo irresistible a imponer al
verdad a los demás como misión ineludible.
9
En el modo desproporcionado de entender y de defender una causa, recurren a todos
los medios, aún a los violentos, para hacerla triunfar.
La búsqueda de la verdad es siempre una tarea abierta. Quien se deja guiar por la
racionalidad no afirma la posesión de "toda" verdad sino que la misma se busca en la continua
confrontación y en diálogo permanente con los demás seres razonables.
La Gaudium et Spes, por ejemplo, afirma cómo la Iglesia -la fe- puede entrar en
comunión con las diversas formas de cultura; el proceso de diálogo tiende a escuchar no para
condenar, sino para comprender, conseguir una intercomunicación y finalmente una
comunión, sobre todo de valores "reducibles al bien". Como materias siempre fecundas de
diálogo se señalan: la dignidad de la persona humana, la comunidad humana y la actividad
humana. 28
26
Sin perjuicio de las razones apuntadas cabría agregar otras causales que alimentan el fanatismo. La realidad
cotidiana nos muestra cómo ciudadanos ingleses musulmanes supuestamente integrados atentan contra sus
conciudadanos. Véase el análisis de Alicia Duvojne Ortiz en el Diario La Nación del 26 de julio del 2005, en
su artículo "Un sainete cada vez más lejano", cuando observa el "ingenuo o fingido asombro de los ingleses
al enterarse de los atentados suicidas eran paquistaníes que jugaban al cricket" o sea, supuestamente
integrados. La analista afirma que "La pluralidad que salta a la vista en Londres o París esconde un repliegue
comunitario que a su vez oculta más de una herida" Desarrolla la tesis de que ante el contundente fenómeno
de la inmigración hay que prestar atención a cómo viven los inmigrantes en las ciudades y qué cabida se les
ofrece. Sugiere que el punto de partida de una decisión que lleva a inmolarse puede ser el de "una integración
que está a leguas de haber sido exitosa, una angustiosa incertidumbre con respecto a sí mismos, de la que
hubiera sido inteligente que los demás se dieran por enterados cuando aún era tiempo". Viene a mi memoria
la frase escuchada en un Congreso en Madrid sobre la inmigración atribuida a un funcionario de la
comunidad europea: "pedimos manos de obra y vinieron seres humanos" . Este el desafio que sugiere la
integración al extranjero que ha perdido su identidad doblemente, no es de aquí ni de allá y por eso es caldo
de cultivo de "iluminados" que le proporcionan mesiánicamente no solamente identidad sino sentido a su
vida en una realidad que le resulta agresiva.
27
Al decir de Monseòor Piero Coda que "el fundamentalismo traiciona y compromete la identidad de las
religio-nes y el sincretismo termina por no tomar en serio ni a Dios ni al hombre.(....) El Magisterio acepta el
modelo Cristocéntrico e inclusivista, como una dinámica de la semilla del Bien, respetuosa de la alteridad de
los otros, porque la fe cristiana es un elemento dinámico y no una lógica impositiva de la verdad" Mons. Dr.
Piero Coda - "El Cristianismo y las religiones a cuarenta años de la Declaración NOSTRA AETATE del
Concilio Vaticano Ir' citada por UCA Actualidad, Primera quincena de agosto de 2005, pág. 7.
28
Conf. José María Abad Buil (1993): "Manual de Doctrina Social de la Iglesia", Cap. 12, Fe y Cultura,
Madrid, Ediciones BAC, pág. 321.
10
El tercer impedimento se nos presenta como más sutil. Aún admitiendo lo conveniente
y necesario de la búsqueda de una "ética de convivencia", cuando se plantea, existe el riesgo
de que al hacerlo se renuncie a lo esencial o que exista una aceptación del error o se
incursione en un relativismo moral.
La búsqueda y el encuentro con el otro se hace desde lo que soy, desde una identidad
que se manifiesta plenamente y que se dona al otro.
En este sentido, como bien se dijo, la propuesta moral cristiana: "Ha de estar atenta a
aquellas metas hacia donde la conciencia ética de la humanidad va avanzando en madurez,
cotejar esos logros con su propio programa, dejarse enriquecer por sus estímulos y
reinterpretar en fidelidad el Evangelio, actitud e instituciones las que hasta ahora tal vez no
han prestado debida atención. Actuando de esa manera, la Iglesia vigorizará continuamente la
fuerza de su propio mensaje promoviendo a la vez credibilidad y significación para el hombre". 30
Precisamente, "cuando quizás con pretextos pseudo-ecuménicos, se reduce el cristianismo a una
cultura religiosa, a una marca religiosa que al parecer todos han registrado ya en el fondo de sus
conciencias y que se trata sólo de hacerla emerger, sólo si el cristianismo se reduce a una especie de
huella cultural, se llega inevitablemente a pensar que una hegemonía cultural -por su naturaleza
intolerante- es el instrumento para "imponer" esta huella en el mundo. Así se olvida que la fe es una
gracia". 31
En definitiva, la tolerancia en su raíz más íntima se presenta como una virtud, esto es como un
hábito, una serie de actos que suponen el respeto al otro porque reconozco en él a mi hermano.
El gran desafío de nuestros tiempos se presenta en la educación para un mundo mejor, tratando
de persuadir a las generaciones venideras de dejarlo en mejores condiciones que las que lo encontraron.
Pero ello no se logrará con acuerdos utilitarios, ni con simples utopías sino teniendo la absoluta
certeza de que quien está en frente tiene el mismo fin trascendente que yo.
Aún resuenan las palabras de la Madre Teresa de Calcuta cuando en 1979 exhortaba: "la peor
enfermedad no es la lepra ni la tuberculosis, sino la sensación de no ser respetado por nadie, de no ser
querido, de ser abandonado por todos"32
Epílogo
"Un viejo rabino preguntaba a sus alumnos: ¿Cuándo puedo reconocer el momento en el cual
la noche se termina y el día comienza?
29
Conf. Card. J. Ratzinger: "Iglesia y Modernidad", Ed. Paulinas, pág. 154.
30
Conferencia Episcopal Española: "La verdad os hará libres", Madrid, Edice.
31
de la Potterie, Ignace: "Cristianismo e intolerancia: Advertir una correspondencia es algo que no puede
irnponerse”, Revista 30 días, Año 4°, n° 11, págs. 60 y ss.
32
Citado por E. Noelle-Neumann (1995): "La Espiral del silencio. Opinión Pública: nuestra piel social",
Barcelona, Editorial Paidós, pág. 237.
11
Un alumno preguntó: ¿Será cuando puedo distinguir de lejos un perro de una oveja?
Otro alumno dijo: ¿Será cuando puedo distinguir una datilera de una higuera? -Tampoco,
respondió el rabino.
Parábola jasidíaca
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