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GENTE NORMAL
Apuntes de los diarios del Dr. S. Villasol en su investigación sobre los viajes en el
tiempo.
(2020)
It´s a strange courage
you give me ancient star:
Daniel Dannery
El escenario solo tiene un micrófono con paral, y una butaca alta, de alguna
manera sugiere el decorado austero de lo que normalmente suele verse
como un show de stand up, aunque precisamente este no sea un show de
stand up.
Escenario vacío.
En la medida que los actores entran para la acción, van buscando espacio
en el vacío del escenario, por decirlo de alguna manera, se van acumulando
y acomodando.
PRÓLOGO.
Marta, llamémosla Marta. Marta es una mujer particular, no se deja ver por todo el
mundo, no, Marta es lo más cercano a la idea de una mujer invisible, puede estar
ahí a veces, sin que sepas que ella está ahí. A Marta la conocí por una amiga, Marta
es la típica protagonista de esas historias que empiezan: <<Esto le pasó al amigo
de un amigo>>>. Recuerdo la mirada de Marta cuando nos vimos por primera vez,
era una mirada penetrante, de mucho interés, de encanto, de hipnosis, como la
mirada de una hechicera. ¿Si saben a lo que me refiero? Un día Marta me llama y
me dice que ha descubierto los viajes en el tiempo y me pide que vaya a su casa.
Por supuesto yo creo que está bromeando, pero no todos los días uno recibe una
llamada de Marta, para invitarte a ir a su casa, es una mujer celosa con su espacio
personal. Lo cierto es que no lo pienso mucho, y voy donde Marta.
Al llegar, Marta me recibe con su fantasmal sonrisa; la misma sonrisa fantasma que
tenía cuando me vio la primera vez, me hace pasar y me lleva directo hacía la mesa
del comedor, donde tiene sobre ella un tablero. Sí, un tablero de juegos, de casillas,
como los del ludo, o la oca, un laberinto de casillas en un tablero. Y al lado una serie
de figuritas: unos pequeños muñequitos alegóricos a personajes medievales, es
decir, un caballero blanco, un caballero negro, una princesa, un paje, eran muchos
muñequitos, cada uno con un significado titular medieval, y me dice: elige uno. Ok,
Marta, elegiré uno. Tomé el caballero blanco. Y me dice: ¿Significa algo para ti? No
lo sé, me recuerda a las películas de espada y brujería, de los años 80, no es que
tenga un valor real. ¿Seguro? Me vuelve a decir.
Veamos, yo había elegido el caballero, por acto reflejo, automáticamente, no lo
pensé mucho, así que realmente no había ninguna intención oculta en mi elección
del caballero blanco. No, Marta, solo eso, me recuerda a la película “Excalibur”, es
todo. Me gusta el cine de fantasía y aventuras de los años 80, Marta lo sabe, un día
me llegó a decir: ¿Qué tonto el cine de los años 80 verdad? Como no pasó nada en
los años 80, las producciones son tan tontas. Yo me quedé callado por supuesto.
Soy fanático del cine vacuo y tonto de los años 80. Marta no insiste más, y me da
un dado y me dice: lanza el dado y luego mueve al caballero hasta la casilla del
número que te indique el dado. ¡Marta, yo viene a hablar de viajes en el tiempo, ¿te
estas burlando de mi? Qué tiene que ver este juego con los viajes temporales.
Sebastián, me dice, ¿por qué viniste? ¡Para hablar de viajes en el tiempo! Le digo.
Entonces lanza el dado, remata ella.
En eso, Marta se para y me dice: las batallas que libramos siempre están presentes
en los espacios intermedios entre lo externo y lo interno, las palabras nos hacen
viajar, pudiésemos enfrentar al pasado al presente y al futuro solo con palabras, y
la meta estaría en lograr la unificación de esos estados del lenguaje en el espacio
intermedio, porque solo ahí es donde la magia es capaz de existir ¿no crees?
Me quedé callado durante un largo rato, Marta se dio cuenta de la hora, y puso a
hervir agua, para servir un té. Cuando viene con la taza humeante me dice: Si
volvieses a lanzar el dado, y el caballero avanzara sobre el tablero, es posible que
sigas hablando por 5 horas más… adentrarte en el universo de tus recuerdos, ¿lo
verías como una perdida de tiempo, o como una batalla ganada a la memoria?
¿dónde se almacenan nuestros recuerdos, en qué espacio? Hoy me has hecho
viajar a tus primeros años de la universidad, y he compartido contigo alegrías y
penas, quiero que sepas, que en cuanto a tu divorcio, estoy contigo, y creo que ella
no te entendió, y tampoco hizo un esfuerzo por hacerlo, cuando hablamos
invocamos el tiempo, ¿no es eso una manera de viajar?
Para Marta esto era muy sencillo de explicar, también muy poético, y porque era
poético tenía fundamentos abstractos, pero no científicos, la ciencia, aunque
apegada al arte, amerita de comprobaciones tangibles. No se conforma únicamente
con las palabras, también hay números, y sobretodo experimentos. Si una luz se
prende es porque vemos que una luz se prende, pero para que además esa luz se
encienda, hay una cantidad de factores que influyen en su proceso.
¿Y no es así con las palabras? Solo que en este caso los recuerdos y la forma como
se materializan, no se pueden ver a simple vista como un bombillo encendido, pero
si, como un acto de magia capaz de movilizarnos temporalmente. Dice Marta, para
viajar en el tiempo, sencillamente hay que aprender a imaginar.
Como verán, esto es algo que no se puede compartir en una universidad, digamos
que la simplicidad es una cuestión de gustos, y yo conozco gente con muy mal
gusto. Es por ello, que esa tarde le pedí prestado las figuras y el tablero a Marta, y
le dije que haría algunos experimentos con él. Marta me lo prestó con la condición
de que se lo regresara en un mes. Así que tenía un mes, para buscar un grupo de
personas que estuviesen interesadas en viajar en el tiempo conmigo, y que fuesen
capaces de relatarme sus recuerdos para yo viajar en el tiempo con ellos. Los
relatos que escucharán a continuación forman parte de ese mes de trabajo y de una
convocatoria que hice a un grupo de prueba, personas que no se conocían, que yo
no conocía y que ustedes por ahora, tampoco conocen.
GENTE NORMAL.
(Mujer, 35 años)
No me suelo cepillar los dientes todas las mañanas al despertar. Más bien, suelo
enjuagarme la boca, amanezco con la lengua pegada al paladar, y un rastro de
saliva en la mejilla. Cuando duermo, la boca se entreabre, y por esa rendija de mis
labios suele caer un hilo de baba que normalmente encharca un rincón de la
almohada. Me miro al espejo, siempre soy la mismo, hinchada, con los ojos caídos,
resguardando una tristeza nocturna que seguro el sueño ha implantado en mi. Los
últimos años no he sido muy feliz, y mis sueños han dejado evidencia de mi
infelicidad, la tristeza y la desdicha se dan la mano todas las mañanas al despertar,
y es con esa mirada, que me retorno mi objetivo del día. Siempre me repito que:
“hoy seré un poco más feliz de lo que fui ayer”. Pero todos los días cuando
anochece, al dormir, simplemente descubro que termino estando más triste que
ayer. Voy a la nevera, tomo un poco de agua fría; me gusta el agua fría en las
mañanas, enciendo la hornilla, pongo a colar el café, y entre el aroma del agua
ebulliendo, mis pensamientos se esparcen en las obligaciones diarias, las compras,
regar las matas, el trabajo. En las redes sociales, una o dos personas comentan el
mundo que suelo inventarme para esta “conexión” con los amigos, siempre es un
like, o una carita. No a mucha gente le suele gustar las cosas que publico. Luego,
cuando el desayuno está listo, y he comido y he bebido, y he visto el video de las
noticias diarias, después de todo eso, es que me cepillo los dientes. Cepillarme los
dientes es la última acción que hago antes de salir de casa, y forma parte de ese
ritual personal que mañana tras mañana suelo hacer. Algunos seguramente darán
besos a sus esposos, abrazos a sus hijos, otros tendrán conversaciones telefónicas
con sus amigos a la distancia, yo hago eso… es todo.
(Hombre, 23 años)
Una vez conocí un amigo que se bañaba cada dos horas, lo tenía cronometrado
¡una locura! Yo no, yo solo me baño cada vez que llego a la casa. Cada vez que
llego de la calle tengo que bañarme. Puede ser una manía, pero cada vez hay más
contaminación, y aunque no lo veamos o lo percibamos, nuestra piel absorbe toda
la contaminación que generamos, todo ese smog se adhiere a la piel. El sudor de
los demás, cada vez que alguien estornuda; son bacterias de otras personas que
se adhieren a tu piel, el humo de los carros, o el humo del cigarro de alguien, todo
eso la piel lo agarra y se queda ahí. El sol trabaja de una manera muy misteriosa,
los rayos solares están constantemente activando las partículas de agua que están
en nuestro organismo; de la misma manera como lo hace con las plantas. Así que
si tenemos nuestra piel abarrotada de finas partículas de basura y contaminación,
la luz solar no podrá hacer su trabajo completo, porque nuestros poros estarán
completamente tapados ¿sabes? Como las alcantarillas cuando no las limpian de
toda la basura que cae, que no puede drenar el agua de la lluvia, y por eso se
desbordan los ríos. De la misma forma funcionan nuestros poros, un poro tapado
por una minúscula partícula de suciedad en nuestra piel, no permite que los rayos
solares hagan su trabajo sobre nosotros, y el agua en nuestro cuerpo se encharca,
y se queda drenada en nuestro organismo. Así que, como medida de prevención,
cada vez que llego de la calle tengo que bañarme, además, a las chicas siempre les
gusta un hombre que huela bien… ¿si me entiendes no?
(Hombre, 72 años)
Desde que tengo memoria todos mis amigos o los han matado o les ha dado cáncer.
Yo vivía, cuando tenía 6 años, en una urbanización de casas, una de esas calles
cerradas, pero claro sin tanto tema sectario de vigilantes o rejas de división, y me la
pasaba jugando con Ricardo. Ricardo tenía mi edad, bueno éramos como un grupo
de 7 niños, pero Ricardo era mi mejor amigo, tú sabes que uno siempre tiene
afinidades con otros, más que con otros. Y Ricardo era, te lo puedo decir, uno de
esos mejores amigos que nunca voy a olvidar, éramos unos niños chiquitos, tan
chiquito como se puede ser cuando se tiene 6 años; y de cuidar, porque Ricardo y
yo éramos malos (Ríe) bueno lo malo que se puede ser cuando sé es un niño,
tocábamos timbre y corríamos, teníamos unas chinas hechas con palo, unos palos
que agarrábamos montándonos en las matas de mango; porque nos encantaba
montarnos en las matas. Me acuerdo que el “Zorro” estaba de moda, bueno ahora
que lo pienso ¿cuándo el “Zorro” no ha estado de moda? Bueno, creo que ahora
nadie sabe quién es el “Zorro”, pero te digo el “Zorro” estuvo de moda por lo menos
80 años, eso es ahora que los héroes cambiaron. Pero bueno, nos montábamos en
nuestras matas de mango, con nuestras capas del “Zorro”, creyendo hacer las cosas
mas heroicas de mundo; y con las ramas más fuertes que veíamos, con una navaja
que yo le había robado a mi papá cortábamos las mejores que ese árbol tuviese.
Nos buscábamos unas ligas y nos íbamos al borde de la autopista a lanzar piedra
con nuestras chinas a los carros ¡unos locos! ¿pero a esa edad quién no está loco?
Claro, menos mal teníamos mala puntería, porque si no, todavía estaríamos preso,
o en un psiquiátrico por andar promoviendo accidentes de carros. Una mañana
Ricardo no volvió a salir de su casa. Tampoco lo volví a ver, la mamá no dejaba que
nadie lo viera. Yo a veces me paraba frente a la puerta de su casa esperando a que
me dejaran entrar o, me dijeran algo, pero nunca abrieron la puerta, a Ricardo
prefirieron dejarlo en el olvido de sus amigos, como si esa hubiese sido la manera
que tenían sus padres de no hacer más doloroso lo inevitable, que nos olvidáramos
de Ricardo, porque Ricardo estaba siendo olvidado por la vida. A veces pienso que
si nos hubiesen dejado pasar a todos, o por lo menos a mí, a visitarlo, Ricardo
estaría vivo. Esto lo pienso en retrospectiva, porque por lo general la gente cuando
enferma, suele mejorar cuando ve a sus seres queridos, o por lo menos les aligera
el dolor. Yo quería a Ricardo como un niño puede querer, y entendía el dolor y nunca
me hubiese gustado pensar que Ricardo estuviese pasando por una situación
dolorosa. A veces cuando como mango me acuerdo de Ricardo, ¿quizás de eso se
trate todo no? De probar algo, de sentir un olor, y que eso te recuerde a alguien
importante en tu vida… Para mi Ricardo no está muerto, yo lo mantengo vivo cada
vez que como mango. ¿De qué murió? No lo sé, nunca nos enteramos, pero tengo
esto (Saca de su cartera una nota de prensa muy vieja, que tiene doblada. Es un
obituario. Lee) “La Familia Martínez lamenta la lamentable perdida de su hijo de 6
años Ricardo Martínez, quien aún en vida llegó a dejar como último deseo: “Cuando
muera quiero que me quemen, pues en vez de ir al cielo, me convertiré en el Zorro,
y buscaré a los malos desde cualquier sitio para que aprendan su lección”.”
(Hombre, 53 años)
Siempre era lo mismo, cogíamos y ella empezaba a verse en el espejo, sin emoción
alguna, simplemente se miraba en el espejo y se peinaba con las manos un mechón
de cabellos. Podía estar desnuda o vestida, daba igual, siempre estaba viéndose al
espejo. A veces me pregunto si buscaba algo, porque la mirada siempre la tenía
vacía de emoción, no sé cómo explicarlo, como si jugara a ser una ser desalmada…
¿será esa la palabra? Algo hueco. Es extraño, porque esa mirada vacía siempre la
tenía conmigo, pero no con otros, con otros reía, incluso la vi emocionarse varías
veces, llorar un mar de lágrimas por una canción, o por la confesión de una amiga,
o por una película, había obras de teatro de las que salía abrumadoramente
conmovida, con los ojos apagados de tanto llorar, pero cuando estaba conmigo era
como si estuviese muerta. Una vez empezó a sonar “Blue Skies” de Bobby Darin, a
mi me conmovió mucho, porque era la canción favorita de mi padre, tengo pocos
recuerdos de él, pero los pocos que tengo, siempre tarareaba o ponía a sonar esa
canción, realmente me fascinaba. Así que acabábamos de tener sexo, comenzó a
sonar “Blue Skies” y yo estaba realmente conmovido, bueno, los hombres también
nos sentimos vulnerables luego de un orgasmo, es como si estuviésemos más
abiertos a algunas emociones, pero no sé si es algo que le pase a todo el mundo, a
mi sí, y le comencé a hablar de mi papá, no sé por qué lo hice, simplemente la
canción me llevó a hablar de mi papá, y mientras hablaba de él, empecé a llorar, es
extraño, fueron lágrimas que me sorprendieron, tenía mucho tiempo sin llorar
además, en aquella época yo no lloraba mucho, no sabría decirte por qué,
simplemente era algo que no me pasaba, y ahí estaba yo, llorando por un recuerdo
de infancia, ¿qué tendría? ¿unos treinta años?, y cuando voltee a verla, mientras
yo lloraba ella se miraba en el espejo, y se peinaba el cabello con las manos… y sin
verme me dijo: ¡deja de llorar, por favor! Fue amargo, creo que el mismo vacío que
ella tenía en la mirada, se me instaló en el estómago. Durante algunas semanas
estuvimos saliendo, pero yo empecé a fallar… ¿entiendes? No sé cómo explicártelo,
ya no se me paraba con la misma fuerza, incluso un día me vi en el espejo y sentí
que lo tenía más pequeño, como si se hubiese achicado. Tuve miedo. Terminamos
por supuesto. Luego pasé mucho tiempo solo. Hasta que conocí a la que ahora es
mi esposa. ¿Qué cosas no? Esto pasó hace 20 años, y lo recuerdo como si hubiese
sido ayer. Creo que no se lo había contado a nadie. (Comienza a llorar) Disculpa…
es posible… es posible que quizás alguien esté picando cebollas. No… me siento
mejor, a veces simplemente basta con decir las cosas ¿no? Solamente decir las
cosas.
(Mujer, 40 años)
¡Un día de estos cuando venga un carro te van a sacar la cabeza de un solo
carajazo! Así le decía mi mamá a “Bolita de Queso”. “Bolita de Queso” era nuestro
perrito, ella le hablaba como si fuese un niño, siempre estaba discutiendo con él, si
Bolita no comía, entonces le decía que estaba “jodido”, “Si no comes te vas a joder,
porque aquí el menú es a la hora de siempre, ni te creas que te voy a servir un plato
nuevo, ahí te lo dejo y tu verás”. Y Bolita se me metía debajo de la mesa. Los perros
también se aburren, pero en su cabeza, ella creía que el perro estaba obligado a
obedecerle a través de las palabras, de verdad ella creía que le hablaba a un niño,
con los gritos “Bolita” bajaba la cabeza, metía la cola, y se ponía todo sumiso, era
un perrito muy tranquilo, pero raro, raro en un sentido particular… comía plástico.
¿Es normal que un perro coma plástico? Cuando lo sacaba a pasear y hacía sus
necesidades, a veces salían pitillos de culo de “Bolita”, rarísimo, yo no sé de dónde
sacaba tanto plástico, le gustaba comer más plástico que el potaje que ella le hacía.
“Bolita” era muy curioso, siempre corría entre los espacios del estacionamiento, y
metía la cabeza por las rendijas de la reja automática, tenía vocación de fisgón,
saludaba a todos los perros que pasaban del otro lado de la reja, casi como si
sintiera que él estaba preso, y los otros perros pasaban por ahí a visitarlo, o
simplemente era un perrito amistoso, y saludaba a todo el mundo, no lo puedo saber
con claridad, porque a veces yo lo miraba reposar, y me daba la impresión de que
estaba triste. Uno puede sentir la tristeza, y a veces él estaba triste, pero no te creas,
demostraba felicidad también, brincaba y ladraba horrores cuando se emocionaba,
que no había manera de hacerlo callar. Tuvo una vida rutinaria eso sí, siempre con
la cabeza metida entre las rejas, cuando subíamos de su paseo diario, mi mamá le
volvía a gritar como a un niño chiquito ¡Un día de estos cuando venga un carro te
van a sacar la cabeza de un solo carajazo!, refiriéndose a que por tener la cabeza
metida entre las rendijas, cuando se abrieran, la reja lo iba a despescuezar, pero
nunca pasó, salió digno de esa situación, una sola vez la puerta se abrió, y el “Bolita”
que era muy ágil, pegó un brinco hacía atrás como si una mano lo hubiese jalado,
era muy divertido, de verdad parecía una bolita de queso, y aún así tenía mucha
agilidad. “Bolita” murió de viejo, llegó hasta los 18 años, tranquilito como él era,
sobre su camita, simplemente se fue apagando hasta que dejó de respirar. Tuvo
buena vida “Bolita”. Cuando lo agarré para envolverlo en una sábana y llevarlo al
crematorio, descubrí que debajo de su camita, tenía una colección de tapas de
refresco masticadas, pedazos de plástico de todo tipo. Ese “Bolita” era un recolector
de tesoros, un pirata sin barco.
6. GENTE NORMAL.
(Hombre, 36 años)
Tenía 12 años cuando ingresé al bachillerato, siempre fui buen estudiante, pero
me gustaba andar con los malos; los malos es un decir, les digo así porque
siempre nos metíamos en problemas, nos escapábamos de clases, y nos íbamos
a un bar de pool que quedaba cerca del colegio. Era un bar rarísimo y además
ilegal, quedaba en la parte trasera de un bodegón y había que pasar
clandestinamente por debajo de una cueva de gaveras de cervezas. El dueño nos
dejaba pasar porque le pagábamos una plata. Al lado de la bodega había un
burdel horrible, a veces entrabamos para ver las putas, era divertidísimo, veíamos
a las putas y las putas nos veían a nosotros como caramelos, estábamos
chiquitos, pero lo disfrutábamos, éramos un grupo de 4: José Gabriel, Pirulo,
Hermes y yo. Hasta que al año siguiente llegaron los hermanos Ostos, Leonardo y
Aldo Ostos, Leonardo era el mayor, y además el más salido, era todo un guapo de
barrio. Era un colegio mixto público, ahí había de todo, gente de plata que por
mala conducta no aceptaban en ningún lado, gente como yo que no teníamos
plata, pero tampoco estábamos en la miseria y, gente de barrio. Leonardo tenía
esa sonrisa pícara que cautivaba a todo el mundo, las enamoraba a todas, y hasta
le pelaba el diente a una que otra profesora. Una vez lo descubrieron en el salón
con la profesora de inglés, ella con la falda a la altura de las rodillas, era una
morena hermosa, pero la botaron por culpa de Leo, dicen que se hicieron novios,
que ella a veces lo esperaba a la salida de clases y se escapaban por ahí. Yo lo
creo. Lo cierto es que los hermanos Ostos eran, la nueva adquisición y le caían
bien a todo el mundo, con ellos dos en el grupo, pasamos de ser los malos a los
populares. Nos ayudábamos, por lo general, era gracias a mi que pasaban los
exámenes, porque una cosa es tener carisma y otra gana para los estudios, y te
digo algo, ahí a ninguno de ellos les interesaba estudiar, lo de ellos siempre era el
pool, las putas, los cigarros y después le cogimos el gusto al ron, nos metíamos
por el parque hacía las fuentes de agua de la montaña, y los guardabosques ni
cuenta se daban, y nos emborrachábamos en los pozos de agua, nos lanzábamos
de unas piedras inmensas. Cuando lo pienso, la verdad es que nos pudimos haber
matado todos, pero eran unos salvajes, y poco les importaba morir. A Leonardo
además le gustaba surfear, y fue practicando surf que se clavó la tabla en el
costillar, y el dolor le duró semanas, a veces se quejaba con tan solo sentarse o
pararse. Leonardo era flaco, pero al tercer mes del accidente, estaba aún más
flaco. Una semana dejó de ir al colegio. ¿Y qué pasó con Leonardo? Nos fuimos
todos para su casa, el club completo, y ahí nos enteramos, le dio un tumor…
¡Todos mis amigos o los han matado o les ha dado cáncer! lo digo en serio.
Resulta que Leonardo tenía un tumor congénito y el golpe de la tabla, lo despertó,
¡qué vaina! ¿tú sabías que un coñazo te puede despertar partes de tu cuerpo que
ni sabias que existían, que solo están ahí durmiendo? Y le empezó a crecer una
bola dentro del estómago. Leonardo lo tomaba todo a chiste, así que se lo agarró
con calma. Lo operaron, le hicieron un agujero en el estómago, y cagaba por una
bolsita que le habían puesto, aquí a un lado del abdomen, e inició la quimioterapia.
No aguantó mucho. Un año apenas. El último recuerdo que tengo de Leonardo es
una imagen espantosa, donde casi ni podía hablar, se había convertido en un
monstruo, un tipo guapo, da rabia que las cosas hermosas terminen destrozadas.
Las piernas se le habían hinchado tanto que parecía un elefante, la mirada
siempre estaba desorbitada, la mamá decía que si nosotros hablábamos el nos
entendía, pero no estoy seguro. A la semana de ese día, le dio un paro
respiratorio, tenía 16 años. El día de su funeral, todos nos reíamos, recordándolo,
es que era un tipo muy divertido. Con Leonardo, su hermano, José Gabriel, Pirulo
y Hermes, puedo decir que pasé los mejores días de mi vida, los días más
salvajes, los más divertidos, lo más hermosos.
ÉL: Justo antes de irnos del país, llegó a nuestra casa un hombre.
ELLA: Era artista, siempre vestía de negro y por lo general mantenía silencio.
EL: Estaba saliendo con la mejor amiga de nuestra hija, eso fue el día de su
cumpleaños, ambos hacían una pareja muy extraña, porque la hija de mi hija es
mucho más extraña que el hombre con el que estaba.
ELLA: Se veían bien.
EL: Sí, se veían bien. En medio de la noche entre los tragos y todo lo demás, el
ambiente se puso más pícaro, y se soltaron las lenguas…
ELLA: Estas cosas siempre pasan cuando uno bebe de más..
EL: Lo cierto es que mi hija en una de esas dice que el hombre de negro leía el
tarot.
ELLA: Y todos voltearon a verlo.
EL: Él se puso rojo de la vergüenza, como si le hubiesen dicho que los pantalones
se le habían caído.
ELLA: Por supuesto, todos los que estaban ahí empezaron a decirle, casi que a
suplicarle que les leyera el tarot a todo el mundo.
EL: Pero él se negó.
ELLA: Fue bastante seco en realidad.
EL: Pero como todos estaban tomados, lo dejaron pasar, y se pusieron a bailar o a
hacer cualquier otra cosa…
ELLA: Cuando se iba, se acercó a nosotros y se despidió muy gentilmente y nos
dijo que sabía que nos ibamos del país, y que no tenía problema en volver para
leernos las cartas solo a nosotros.
EL: Yo me emocioné. Claro… dijimos que sí, y decidimos invitarlo a almorzar para
que nos leyera el tarot.
ELLA: Todo esto fue al día siguiente, lo más extraño, es que era nuestro vecino,
vivía en el edificio al lado nuestro… ¡Y nunca lo habíamos visto por la zona!
EL: No sé por qué estabamos nerviosos… pero estabamos nerviosos…
ELLA: No creo que haya sido porque él venía a comer, si no, porque de alguna
forma la invitación que le hicimos nos reafirmaba que nos iríamos. De alguna
manera la prescencia de él nos venía a confirmar que irnos del país era una
realidad, que íbamos a dejar nuestro apartamento donde vivíamos desde hace 30
años, para partir a un país desconocido.
EL: Sí, los nervios eran porque nos íbamos en dos días, y aún habían maletas que
no habíamos hecho.
ELLA: Lo cierto es que llegó puntual, a la hora que habíamos dicho, ni un minuto
antes ni un minutos despúes.
EL: Parecia un alemán desencajado.
ELLA: Al principio fue extraño, tuvimos que romper el hielo, no lo conocíamos
realmente, pero teníamos buenas referencias de él.
EL: El tipo habia ganado premios, y decían que era una especie de genio en su
área. La verdad es que se comportaba como un caballero. Solo hablaba cuando
tenía que hablar, y sus palabras siempre estaban medidas, pero normalmente lo
que hacía era escucharnos en silencio.
ELLA: Cuando llegó la hora del almuerzo pasó algo divertido.
ÉL: Se sentó en mi silla.
ELLA: De las seis sillas en el comedor, él eligió sentarse en la silla de Ernesto.
Qué risa. Ernesto le dijo: Te puedes sentar en cualquier otro lado de la casa
menos en esa silla.
ÉL: Él nos miró sorprendido y con algo de vergüenza se disculpó y se cambió de
silla.
ELLA: Nosotros somos cantantes, formamos parte del coro de la sinfónica, y él
nos relataba su experiencia cuando de niño formó parte del coro de la Schola
Catorum, la verdad teníamos afinidades…
ÉL: Nos unía el arte, yo la verdad lamenté no haberlo conocido antes, porque era
un tipo muy educado, estudiado y bien comportado, y en este país, ya no se
encuentra gente así, con esa buena educación, no solo cultural, si no, humana.
ELLA: Es la verdad… tenía los ojos azules.
ÉL: Tiene, no se ha muerto.
ELLA: Es cierto… tiene los ojos azules, muy hermosos, pero la mirada profunda,
como si siempre estuviese al margen de algo, cuidando de no traspasarlo.
ÉL: Cuando terminamos de comer, servimos café, y vino el momento de la lectura.
ELLA: Fue asombroso. Primero nos contó que el maso se lo había regalado una
amiga, y que tenía poco tiempo leyendo el tarot.
ÉL: Pero sinceramente lucía como si tuviese años haciéndolo.
ELLA: Si, mucha confianza es lo que transmitía, mucha confianza.
ÉL: No nos hizo ninguna pregunta… y aclaró que él no adivinaba el futuro, que el
tarot era una guia de presente, y que nosotros ya habíamos tomado una decisión,
y que esta lectura suponía un mapa de ruta sobre esa decisión tomada.
ELLA: Guardamos silencio los primeros veinte minutos. Y lo escuchamos.
ÉL: ¿Te acuerdas cuáles eran las cartas?
ELLA: Jamás lo olvidaré…Fue primero una tirada sencilla, en una línea de tiempo,
y en la medida que íbamos hablando la complementaba con otras imágenes en
torno a nuestras dudas… pero la línea principal fue: el arcano XII, el XI y el XXI
ÉL: El ahorcado, la fuerza y el mundo.
ELLA: Exacto. Fue perfecto. Recuerdo que lo resumió de la siguiente manera:
Han tomado una decisión que amerita del compromiso del primer impulso, si se
mantienen juntos, compartiendo esa fuerza que los ha llevado a consolidar un
matrimonio de 20 años, el mundo les seguirá perteneciendo aquí o en cualquier
lado.
ÉL: Nosotros estuvimos a punto de divorciarnos.
ELLA: Y lo dijo. Han pasado ya por momentos dificiles y por eso es necesario que
vuelvan a ese dolor, porque en ese dolor está la fuerza para que sigan juntos.
ÉL: Y tuvo razón. Sinceramente supo dar con las dudas que hemos tenido a lo
largo de toda nuestra relación, y ponerlas sobre la mesa, con la intención de que
las conversaramos y no las siguieramos callando, porque una relación no se
puede sostener en el silencio, al menos, no cuando hay ruidos internos.
ELLA: Luego nos fuimos. Ya tenemos 1 año fuera del país, ha sido duro, pero
Ernesto consiguió trabajo de panadero, y le está empezando a ir muy bien. Y yo,
estoy trabajando desde la computadora, ofrezco asesoria legal, y cada vez van
llegando más clientes.
ÉL: Estos primeros meses, han sido difíciles, y la idea del divorcio volvió a
aparecer, un dolor que creímos habíamos superado… pero ahora cuando nos
vemos a los ojos, sabemos exactamente las palabras que tenemos que decirnos.
ELLA: Las que nacieron de ese primer dolor, y que nos ayudaron a crecer.
Podríamos tomar un camino separados, pero nosotros decidimos estar juntos, así
como decidimos irnos del país, y necesitamos aprender a afrontar esas
responsabilidades. No siempre es fácil, pero es lo que intentamos hacer.
ÉL: Somo más abiertos.
ELLA: Somos más abiertos. A él no lo volvimos a ver, pero fue un ángel sabes,
luego nos enteramos, por mi hija, que a la semana, había terminado con la amiga
de mi hija. A veces pienso que ellos se conocieron, para que nosotros pudiesemos
conocerlo. Es una idea egoista, lo sé, pero de qué otra forma tendría sentido.
(Hombre, 44 años)
Recuerdo haber recibido de una tía, un libro de educación sexual a los 12 años.
Se llamaba: Biblioteca de educación sexual para niños. Era muy divertido, cuando
lo ojeabas veías penes y vaginas humanizadas, los penes tenían manitas y ojos, y
las vaginas también, y cuando pasabas las páginas, los penes te saludaban y
picaban el ojo, y las vaginas también. Recuerdo haberlo leído con mucha
curiosidad. Además llegó a mis manos en un momento muy particular. Tenía un
vecino, que era mi amigo desde que teníamos 8 años, él y yo, como decirlo, nos
tocábamos, justo a esa edad, a los 12, y lo hacíamos a cada oportunidad que
teníamos. Aprovechamos para descubrirnos en cierto placer. Es curioso, porque
en el libro una de las cosas que decían es que la exploración sexual inicia justo
entre los 10 y los 12 años, y que en esa exploración es cuando se iban definiendo
los gustos. Yo de niño, siempre fui muy curioso y como vengo de una crianza
netamente maternal, la referencia que tenía siempre era la de mi mamá. Muy
coqueta y perfumada a donde fuera. Así que mi mamá era un ejemplo a seguir.
Cuando ella salía de casa, me ponía su ropa y me maquillaba en el espejo, era
divertido jugar a maquillarme, a ponerme los tacones de mi mamá, y la ropa que
me quedaba grandísima. Taconeaba por todo el apartamento, con los lentes
puestos y la boca de rojo. Así pasaba los ratos de ocio cuando mi mamá se iba a
trabajar y me quedaba solo en casa. Luego conocí a Alberto, mi vecino. La verdad
nos caíamos bien. Él era mucho más decidido con las cosas, y yo mucho más
etéreo, cómo decirlo… me dejaba llevar, él era un guía, yo un explorador. Y nos
divertíamos en nuestros juegos de exploración. La verdad es que siempre me han
gustado las mujeres, pero siempre fui muy tímido, para mi era siempre más
productivo conversar con un niño que con una niña, y cuando me gustaba una
niña, resulta que Alberto la terminaba conquistando, y yo quedaba en segundo
plano, me pasó con Alberto y con todos los demás, las niñas que me gustaban,
terminaban siendo las novias de mis amigos. Con Alberto, ese juego de
exploración sexual duró un par de años hasta los 14 años. Y no fue hasta los 21
que me besé por primera vez con una mujer, y no la busqué yo, la verdad es que
nunca he sabido de que se trata el juego con lo femenino, a veces pienso que yo
mismo tengo algo de femenino, y que es más dominante que lo masculino, quizás
por eso jugaba a maquillarme y vestirme como una mujer, no porque quisiera ser
una mujer, sino, porque me interesaba explorar y sentir lo que se siente ser una
mujer. Te explico, con Alberto lo sexual era mucho más sencillo, nos decíamos:
ahora te toca a ti, ahora me toca a mi. Con las mujeres todo es mucho más
discreto, no sabría cómo explicarlo, nunca sabía realmente que querían, hasta el
día de hoy tampoco lo sé. Lo cierto es que esa dinámica se ha mantenido, las
mujeres de mi vida no las he elegido yo, ellas me han elegido a mi, supongo que
por la experiencia que he tenido, las mujeres que yo intentaba conquistar, eran
conquistadas por otros. Para mi siempre se ha tratado un poco de marcar esa
diferencia, siempre he funcionado así, no es lo que yo deseo, si no, simplemente
lo que se da, pareciera fácil, pero mi vida siempre ha estado marcada de esa
manera. Hay hombres que funcionan de guía, y hay otros que son exploradores.
Yo soy un explorador. Y es lo que he aprendido. Los exploradores como yo,
estamos abiertos a dejarnos encontrar e incluso a perdernos en el camino. Los
guías no, los guían saben exactamente a donde van. Un guía no se permite
perderse. Ahora que soy menos tímido, he aprendido que tengo una cualidad de
conquista en lo femenino que no es consciente ni salvaje, como lo es lo
abiertamente masculino, más bien de entrega y descubrimiento, como es lo
femenino, esa facultad se trata de usar las palabras correctas y los movimientos
adecuados, de pararse en el centro de las cosas y dejar que sea el aire por un
momento el que tome la decisión del camino a tomar, no lo digo a la ligera, fui
boyscout, y eso es algo que aprendí comprendiendo el funcionamiento de las
brújulas.
(Mujer, 33 años)
(Mujer, 46 años)
Al regar las plantas, siempre cuido que el agua esté limpia, lo aprendí de mamá,
que era una estupenda jardinera. Vivía para su jardín, siempre me decía, nunca
riegues las plantas con el agua del grifo, porque tú misma no tomarías del agua del
grifo, ellas sienten, como tú sientes, y ella se comunican, como tú te comunicas.
Mamá era una mujer sensitiva, casi se podría decir que su única compañía eran las
plantas. Mis recuerdos siempre me llevan a estar en el jardín mientras ella hablaba
con las plantas. Yo estaba ahí, porque ella me dejaba estar ahí, pero casi no me
prestaba atención, las únicas veces que volteaba a verme, era cuando me veía
arrastrándome por la tierra, o metiendo las manos entre los charcos de agua que
quedaban, como si fantaseara con la idea de ver a su hija convertida en una de sus
plantas. Y yo, yo soñaba con un día enterrarme en uno de esos charcos, y a veces
pensaba que me saldrían raíces, y que me convertiría en la planta que mamá quería,
y que de mis manos saldrían las flores más hermosas del mundo, y qué mamá
herviría el agua, para regarme y hablar conmigo, y yo le respondería con una
tonalidad distinta en mis pétalos, soñando con abejas, con que las abejas se
posaran sobre mi. ¡Qué extraño! Aún sueño con las abejas… hace pocos días, soñé
que estaba dentro de una maceta, así como me ves, pero más pequeña claro, y
estaba dentro de una maceta cavando un túnel, no sé muy bien porque cavaba,
pero lo hacía violentamente, cavaba y cavaba e iba dejando detrás de mi una
montaña inmensa de tierra, pero el túnel nunca se profundizaba. Como si intentaras
vaciar una vasija de agua, pero el agua nunca se vaciara. Entonces escucho un
ruido horrible, intento ver, volteo a todos lados, pero las plantas son tan grandes
que no puedo ver el cielo, solo hojas, tierra, todo estaba lleno de tierra, como si yo
misma fuese una muñeca hecha de barro, y de repente ahí apareció inmensa,
imponente, titánica, una abeja, aleteaba tan rápido que formaba olas de aire y eso
me desajustaba, y se acercaba a mí como si quisiera darme un beso, pero me
asustaba, y volvía a cavar el túnel, cavaba y cavaba entre la tierra con la esperanza
de profundizar más, cada vez más, pero el túnel no se formaba, y justo cuando sentí
que algo me agarraba por la espalda: ¡Me desperté! ¿Qué extraño? ¿No te parece?
Ahora que te comento este recuerdo de mamá, ese sueño tiene un significado
especial… Pero sí, me quedó esa manía, a las plantas siempre las riego con agua
hervida.
(Mujer, 66 años)
Adoro ese poema, es un poema hermoso que nos recuerda que la meta no es el
objetivo en sí mismo, sino, todo lo que hacemos para alcanzarlo, por eso la
manera cómo hacemos lo que hacemos, depende mucho de cómo esté el estado
de nuestra alma. Siempre me he preguntado sobre “las Ítacas” de mi vida, porque
crecí en una casa llamada “Ítaca”, la casa de mi infancia se llamaba Ítaca, ese
detalle de mi vida, siempre me ha hecho sonreír. Es curioso, porque nací en el
sitio al que todos quieren llegar, pero eso de alguna forma me ha enseñado, así
como lo dice Cavafis que Ítaca: “no tiene ya nada que darte”. Lo interesante es
que tuve que salir de Ítaca, alejarme de ella, y tenerla como el sitio que me dio
todo lo que necesito para emprender un camino: la vida. He partido de Ítaca, para
alejarme de Ítaca, sin olvidarla. Y el camino sigue siendo largo. No sé a dónde iré,
debo más bien perderme en otros laberintos, como los de tu tablero, no sé cuantas
casillas más debo recorrer, pero te digo algo, cada vez que caigo en una nueva
casilla la experiencia sigue siendo maravillosa, porque el mundo es un lugar
maravilloso. Teníamos en la casa, en Ítaca, un jardin de rosas, naranjales y un
árbol de poma rosa. Vivían gentes de todas partes, era realmente Ítaca una ciudad
dentro de una casa, con profesores, ingenieros y arquitectos, de hecho mi nombre
me lo pusieron en honor a una de los arquitectas que vivía en la quinta: Alejandra.
Algo que tambiñen me hace pensar en Alendría. Es extraño, sobretodo cuando
eres criado por cada uno de ellos, entendiendo que no tienes padre y madre, no
un padre y una madre como todo el mundo, pues a mi me adoptaron, me dejaron
a las puerta de la Quinta Ítaca, que era una residencia donde se alquilaban
habitaciones, me crió la mujer que regentaba la casa, una peruana hermosa que
cocinaba y atendía a todos sus residentes, y ella fue la que se encargó de mí,
estaba soltera, y claro tenía sus amantes, pero me dio todo el amor que mis
padres me negaron. ¿Es curioso como funciona la vida no te parece? Mi viaje no
fue a Ítaca, porque yo salí de ahí.
Dr. S. VILLASOL: ¿Cuándo miran las estrellas que ven? Me gusta pensar que
cuando miro las estrellas de alguna forma estoy viendo una parte de lo que soy. Y
eso, tan solo una ínfima parte de lo que somos. Entender el universo en cierto
modo nos permite controlarlo, entender cómo funcionamos nos permite tomar las
decisiones correctas, y generar que de cada una de esas decisiones se genere
una objetividad sobre el espacio que habitamos, que hemos habitado y que
posiblemente habitaremos. Mirar las estrellas es también mirar nuestro pasado,
porque el universo se ha mantenido así durante millones de años, y nosotros solo
estamos acá para observar ese instante de la eternidad, y nuestros recuerdos son
un instante de nuestra propia vida, por eso también mirar las estrellas es mirar el
futuro. ¿Pudiésemos recordar acaso el futuro? La diferencia entre pasado y futuro
es un juego que se plantea siempre en el presente. Somos turistas. Si quizás
viéramos a las estrellas con la intención de generar un recuerdo del futuro,
¿estaríamos en el futuro? ¿Cuándo nos proyectamos hacía adelante ese impulso
no viene precedido de una acción del pasado? Cuando Marta me hizo lanzar el
dado sobre el tablero, la pequeña figura del caballero blanco avanzó hacía un
futuro incierto para generar un recuerdo del pasado, es decir, que cada vez que
damos un paso estamos en el futuro, impulsados por un halo primitivo. Cada vez
que nuestra mente genera un pensamiento y lo materializamos en palabras,
estamos posiblemente atrapando una ínfima parte de un rayo de luz que está a
millones y millones de kilómetros de nosotros, pero de alguna manera nos hemos
convertido en un medio para reflejar esa luz. Cuando pienso en el tiempo, y no
pienso en el universo, lo único que queda soy yo, y me pregunto ¿qué parte del
tiempo estoy habitando? ¿qué parte del tiempo me sostiene? y ¿qué parte del
tiempo puedo ser capaz de atajar? Marta me enseñó que el tiempo es un juego, y
que solo hace falta un tablero, una figurita y un dado para transitar el camino
deseado que el tiempo nos ha regalado.
Música.
Acto musical, como en las obras de Brodway. Todos los actores participan.
OSCURO
Sept/2020