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de Adrián Novella
OBRA
BULLANGA
EQUIPO
CONTACTO
TEXTO
Obra
Dos jóvenes, un chico y una chica, vestidos de novios, de novios de los 80; principios
de los 80. Perneras y solapas anchas en él, vestido “Lady Di” y ramo de flores para
ella. Él con un corte de pelo tipo Beatle pero con bigote español predemocrático; ella
pelo corto y con florecillas en la cabeza.
Él canta Julio Iglesias y le gustan los karaokes. Ella es más de Leonard Cohen y de la
cultura anglosajona.
Ambos están en un espacio incierto, vacío. Ambos llevan una maleta. Una maleta-
silla; una maleta-karaoke; una maleta-tumba; una maleta-maleta.
Manuel y Maite cuentan la boda, pero Maite cambia cosas de la versión de Manuel.
Maite y Manuel nunca se conocieron. Maite murió sin haberse casado. Entonces,
¿qué hace vestida de novia? ¿Y Manel?
Manuel se casó a los 23 años, la edad que aparenta, más o menos, pero mientras
Maite le hace preguntas, Manuel recuerda vivencias de los 30 años, de los 50 y los
60. Manuel no entiende qué hace en ese espacio pero Maite sí lo sabe.
Manuel se está muriendo. Sólo le queda dar un último vistazo a su vida y morir. Por
eso está aquí con Maite, su vecina de tumba, que ayuda a recordar y a llevarlo al más
allá o lo que sea.
Sólo le queda cantar “La vida sigue igual” para ser vecino perpetuo de Maite. Maleta
junto a maleta; lápida junto a lápida.
Textos propios, libertad creativa para los actores y potenciar la relación con el
espectador. Son los tres ejes que guían la carrera de Bullanga Compañía Teatral. El
inconformismo podría ser un cuarto.
Debutaron con una obra inspirada en el cuadro del pintor valenciano Antonio Fillol
Granell (La Gloria del pueblo, 2014), le quitaron el sable de luz a Luke Skywalker
para dárselo al Segismundo calderoniano en El sueño de las galaxias (2015), viajaron
a San Petersburgo para celebrar el aniversario masivo de la matriarca de una familia
rusa con Maruschka. Comèdia russa sobre la nostra terreta (2015. Premio Micalet
de Teatro 2017), se encerraron en una escuela para diseccionar el comportamiento
humano en Joc de xiquetes / Juego de niñas (Premio Max del público 2018),
abrieron las puertas y mostraron a la ciudadanía las miserias de un pacto político en
El Pacto (2018. Candidata a los XXII Premios Max a mejor espectáculo y texto
revelación y finalista en la categoría de mejor actor en los II Premios de las Artes
Escénicas Valencianas) y endulzaron al público con un viaje de aceptación, llamado
El xiquet que volia una falda escocesa (2019. Premio de Teatro Infantil Escalante).
Un recorrido en el cual han ido, con el tiempo, apostando por formas nuevas de
percibir y consumir teatro, para conseguir que el público forme parte de la ficción.,
recordando que bullanga significa tumulto, bullicio.
Equipo
Finaliza su grado con El embrujado (2014), obra dirigida por Ramón Moreno, e
interviene en otros proyectos -fuera de su formación- como La podredumbre (2015),
con dirección Manuela Montañés y supervisión de Rafael Calatayud, y en la
producción del Festival Russafa Escènica No hables de ello (2014), de Gabriel
Ochoa, con textos de Víctor Sánchez, entre otros.
Como director cuenta con una destacada trayectoria en la que ha llevado a escena
más de una veintena de montajes, producciones públicas, tanto autonómicas como
nacionales y en teatros como el Piccolo Teatro de Milán. Ha sido, además, profesor
de interpretación en varios centros e instituciones, tanto públicas como privadas.
una obra de
www.bullanga.net
bullangaciateatral@gmail.com
distribuye
AMADEO VAÑÓ
amadeo@camarablanca.com
www.camarablanca.com
LOS NOVIOS
Adrián Novella
PERSONAJES
ELLA
ÉL
* Esta obra está ideada para ser representada por Ariana Higón y Adrián Novella.
1
Un espacio, espacio. Vacío. Blanco. Únicamente hay maletas. Maletas grises de diferentes tonos y
épocas. Hay dos centradas, dejando un pasillo entre ellas, paralelas al público. Este pasillo está
iluminado.
ELLA está sentada en una de estas dos maletas. Está vestida de novia estilo “Lady Di” y lleva un
ramo de flores. Aparenta, o quiere aparentar, 23 anys.
ELLA mira el ramo, se levanta y camina hacia delante de manera solemne, por el pasillo.
ELLA: Well I've heard there was a secret chord that David played and it pleased the Lord but you
don't really care for music, do you? Well it goes like this: The fourth, the fifth, the minor fall and the
major lift, the baffled king composing Hallelujah. Hallelujah. Hallelujah.
ÉL está sentado en la otra maleta. Se está acabando de vestir de novio; de novio de los años 80,
con perneras y solapas anchas de un traje de colores ocres. Pelo corto, bien peinado y bigote
predemocrático. Se acerca al proscenio, junto a ELLA.
ÉL.- (Al público.) Me llamo Manuel, tengo veintitrés años y hoy es el día de mi boda. Bueno, ya
estoy casado. Hoy, el día más caluroso de 1982. Entre el platazo de paella que me ha puesto mi
madre para comer y el sol que cae a un barrio que todavía no tiene árboles que hagan sombra,
estoy más rojo que la bandera del PC. Veinticinco de junio para ser exactos. El veinticinco de
junio más caluroso de mi vida, y eso que ya he vivido muchos.
Al salir de la iglesia, entre el arroz, el sol y el viento de poniente, mis pintas eran más bien las que
debía de tener a las seis de la mañana del día siguiente. Por suerte, a las seis no hacía tanto calor.
ÉL.- Sí.
ELLA.- Sí.
ÉL.- (Al público.) Ella y yo tenemos casa propia desde hace años. (A ELLA.) Bueno, es más del
banco que nuestra, pero nadie, y menos mis padres, puede decir que nosotros no tenemos piso
propio.
2
ELLA.- Un piso en el que se podría recordar esta boda cada día de verando de aquí a 2019.
ELLA.- Ah, no sé. Puede que entonces te hayas cansado de aquel piso. Un último piso donde daba
el sol todo el día. Un calor...
ELLA.- ¿Tu pensabas que era precipitado? Si decías que sólo quedaba este por la zona.
ÉL.- ¿Cómo?
ÉL.- Bueno, era una oportunidad. (Al público.) Una manera de planificar nuestra independencia.
Además, ella viviría cerca de su madre y estaba contenta por eso. Su madre, digo.
3
ÉL.- Casi todos.
ÉL.- Lo dices como si todas las familias catalanas tuvieran una prima en Peñíscola.
ÉL.- Sí. El piso. (Al público.) Lo compramos en el 79. Todavía no había muchos edificios por la
zona. Sí, toda la parte nueva, que ya no es nueva. Pues allí lo tenemos.
ÉL.- (Niega con la cabeza.) También es cierto que la mili nos cogió justo en ese momento.
ELLA.- ¿Sí?
ÉL.- Sí.
ELLA.- Ya...
ELLA.- ¿Cómo?
ÉL.- La mili.
ELLA.- Yo tampoco tenía muchas amigas, exactamente. En el mundo del arte hay muchas envidias.
4
Lo que sí que tenía eran muchos amigos, amigos.
ÉL.- No. Bueno, sí. Estaba la Mari. La Mari nada más. (Al público.) La Mari fue mi pareja antes...
Antes que mi pareja, novia.
ELLA.- Sí, la típica ex que la madre del tu novio tiene la manía de recordarte continuamente.
Hasta de regalarte por Navidad el perfume que utilizaba la otra.
ÉL.- “A la Mari le gustaba”, decía mi madre. Mi madre no es de aquí, es andaluza. Por eso yo
hablo más castellano. Eso sí, mi padre, cuando sale de casa intenta hablar en valenciano con todo
el que puede.
ÉL.- (Al público.) Bueno, yo acabo de vestirme, en casa de mis padres. No sé por qué, pero tengo
a mi tío haciéndome fotos en mi habitación. Salgo de casa, subo al coche. (A ELLA.) Lo lleva un
amigo del trabajo. El del juzgado de instrucción...
ELLA.- Sí.
ELLA.- Segur?
ÉL.- Bueno...
ELLA.- ¿Seguro?
ÉL.- Puede que la novia llevara un rato dando vueltas con el coche.
5
ÉL.- Sí...
Se miran. Silencio.
ÉL.- (A ELLA.) Mi hermano era el padrino (Al público.) y su hermana la madrina. Y presidiendo el
partido (A ELLA.) el señor José. (Al público.) El párroco de la iglesia de mi novia. Antes uno sólo se
podía casar en la iglesia donde iba la familia del novio o la de la novia.
ELLA.- ¿Verde?
ÉL.- (Al pública.) Y la novia; la novia estaba radiante. Lleva un vestido como, como... No sabría
decir, como...
ELLA.- ¿Este?
ELLA.- Si es que tengo un ojo... (Al público.) Vestido de novia tipo (Pronuncia en inglés.) Lady
Di. Diana. Todas las mujeres de principios de los 80 querían vestir como ella a la hora de casarse.
Pero con un marido como el de ella. (Al público.) Como cuando la Leticia se casó con este que
tenéis ahora, que todas querían el mismo vestido, pues eso pero tipo pastel.
6
ÉL.- Ey... ¿Qué haces?
ELLA.- Perdón.
ÉL.- Así...
ÉL.- Y tú...
ÉL.- ¿Seguro?
ÉL.- Cómo?
ELLA.- La ceremonia. Volvamos. Vestido tipo Lady Di... (Lo mira como si quisiera confirmar que
sí puede decir Lady Di.) Florecillas por todas partes con los coloretes de las mejillas bien vivos.
ÉL.- (Se queda un instante mirándola y enseguida se gira hacia el público.) Es por el calor que
hace. Sólo hay dos ventiladores ahí dentro. (Para sí mismo.) ¿Dos o tres?
ÉL.- (Al público.) Creo que no iba a la iglesia desde la primera comunión.
7
ÉL.- (Al público.) Bueno. Fuimos ayer.
Ruido.
Ruido.
Silencio.
ÉL.- (Al público.) Pero claro, dile a tus padres y a los suegros que no nos casamos por la iglesia. Si
mi padre de normal me dice ateo y rojo...
ÉL.- ¡Ya está bien, eh! Teníamos que venir ayer para hablar del matrimonio.
ELLA comienza hacer el ruido de nuevo pero al oír la palabra “matrimonio” corta.
ELLA.- Uy, no. No lo dicen todo. Y además, el José este, ¿qué sabe de matrimonio?¿Dónde dicen
que, cuando te casas, no sólo te casas con él sino que lo haces con toda su familia, especialmente
con su madre? ¿Dónde? ¿Y eso de estar supeditada al marido? Excuse-me? Y lo digo en inglés
porque yo he vivido en London, y en New York, como buena artista que soy, y allí estas cosas son
impensables. ¡Ah! “Los hijos, tantos como vengan”. ¿Cómo que los hijos tantos como vengan,
chato? Serán los que quiera yo que vengan. ¿Y soy yo la que tiene que cargar con ellos? Y él, ¿qué?
¿Él qué? ¿No es el padre? ¿No es una unión entre iguales? ¿Eh? ¿No lo es? Pues “igual” le dejo a
los críos a él mientras yo estoy tocándome los huevos en el bar. Mira, por eso mismo yo nunca
quise casarme. Dejar mi vida por la de un men. Claro. No tengo que hacer nada mejor en la vida. Y
ahora me veo con este vestido que parece que me vayan a meter en un horno... Caliente que estoy,
madre...
ÉL.- ¿Qué?
ELLA.- (Disimula.) Mmm... Te gusta el vestidito, ¿eh? Mira qué bonito, mira que bonito... El
pastelito blanquito.... Con florecitas. The little pastel amb flowers.
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Silencio.
ELLA.- ¿Sabes quién le hizo el vestido de novia a quien hasta hoy es tu mujer?
ÉL.- Su tía.
ELL.- (Piensa un momento.) La tía Mercedes, que también vive al barrio. También muy, muy...
ELLA.- De su casa.
ÉL.- De su casa.
ÉL.- Pues no lo sé. Era una mujer fuerte que no callaba nunca. Cuarenta tendría. Después
envejeció...
ELLA.- ¿Eh?
Silencio.
9
ELLA.- ¿Y dónde estamos?
ÉL.- En la calle. Hemos salido ya de la iglesia y vamos a un bar porque nos han organizado un
piscolabis.
ÉL.- No. Bueno, sí. Yo sabía que mi madre quería organizar alguna cosa para mi familia. Venían
primos de Granada y creo recordar que le dije que no hiciéramos nada.
ÉL.- De acuerdo. No le dije nada, pero siempre hace lo que quiere (Al público.) y ahora me
encuentro con que mi suegra ha organizado una cosa en un bar para que tuviéramos pastel de boda.
Mi suegra es pastelera.
ÉL.- Pues...
ELLA.- ¿Cómo es? Explícame. ¿Por qué no había dicho nada? ¿Por qué no se había ofrecido
a organizar un convite?
ÉL.- Porque es muy caro, dice. Mi madre siempre está con el dinero que...
ELLA.- Pues ya me dirás si no era igual de caro antes, avisando y organizado, que después.
¿Qué se pensaba, que les dos familias aceptarían, como si nada, su sorpresa?
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ÉL.- No.
Silencio.
ELLA.- ¿Cómo? (Pausa.) Tu madre organiza una merienda para tu familia sin contar con la
novia?
ELLA.- Uy, la puta frase de los cojones. Sería la primera vez que la dirías como marido pero no la
última. ¿Cuántas veces la habrás dicho durante tu matrimonio? De hecho, creo que es la frase que
más decís los hombres casados.
ÉL.- No llevo la cuenta. (Al público.) Por suerte, la merienda de mi madre y el pastel de mi
suegra nos esperaban en el mismo bar de al lado de la iglesia.
Silencio.
11
ÉL.- En un bar, un baile?
ELLA.- Hombre...
ELLA.- Bailemos.
ELLA.- Pues yo ahora quiero un baile. Ninguno de los dos tuvimos baile de novios y ahora lo
vamos a tener.
ÉL.- ¿Ahora?
ÉL.- Ya...
ELLA.- Mira que no sabemos si nos volveremos a encontrar vestidos para la ocasión.
ÉL.- Me da vergüenza.
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ÉL se mueve. Bailan.
ELLA.- Tarararará...
ELLA.- Tarararará...
ELLA.- Tarararará...
ELLA.- Tarararará...
ELLA.- Tarararará...
ÉL.- ¿Ya?
ELLA.- Acaba.
ELLA.- ¡Oh! Qué bonito. (Mirando al público.) Toda la gente mirando, sonriendo, aplaudiendo.
ELLA.- Ssh...
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ELLA.- ¿Sí?
ELLA.- Que asco. Sólo de pensarlo... (Se separa de ÉL. Tiene arcadas).
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ELLA.- Oh, qué bonito.
ÉL.- Italia.
ÉL.-Bueno primero nos esperan todas estas maletas. ¿Ya está todo recogido?
ELLA.- Sí.
ÉL.- (Al público.) Mi mujer suele recordar, nada más cerrar la puerta de casa, que se ha dejado
alguna cosa dentro.
ÉL.- Segur.
ELLA.- Sí, distracciones de alguien que no para de querer tenerlo todo controlado y lo único que
hace es marear.
ÉL.- (Al público.) El caso es que llevábamos muchas cosas, según ella, necesarias.
ÉL.- Es verano.
ELLA.- Aquí.
ELLA.- Nunca se sabe. Y no pierdes nada llevándote las cosas que puedas necesitar.
ELLA.- Yo sólo tengo una con mis cosas. No me hacen falta más.
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ÉL.- Ya... (Al público.) Eso dicen.
ELLA.- Mi nombre.
ELL.- A ver.
ELLA.- Si no está, quiere decir que todavía no hace falta. De todas formas...
ÉL.- ¿Sí?
ÉL.- Mejor, aquí hay muchas maletas y vamos en bus. No quiero que se pierda.
ÉL.- Sí, por favor. Nunca había visto tanta gente. Es julio de 1982 y hemos dejado a Naranjito en
España pero con lo que no contamos es que Italia gana el mundial de fútbol cuando nosotros
estamos aquí. Por eso hay tanta gente. Es insoportable.
ELLA.- Por eso hay tantas maletas y tanto desorden. ¿No hay nadie que atienda? ¿Están todos en la
calle? Fucking italians. Son maleducados, machistas, gritones, cerdos y si encima ganan un partido
de fútbol...
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ÉL.- Es un descontrol. No podemos ir a ningún sitio. Hemos alquilado un coche para recorrer todo
el país pero todo está paralizado.
ÉL.- El país.
ELLA.- ¡Ah!
ÉL.- Y el coche.
ELLA.- Ya te he dicho que no me gustan mucho los coches. Y en Italia menos. Son maleducados,
machistas, gritones, hooligans y no saben conducir. No respetan ninguna señal.
ÉL.- (Al público.) Un coche se clava completamente en el nuestro. (A ELLA.) Hemos tenido un
accidente.
Silencio.
Se miran.
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ÉL.- No bailamos.
ÉL sonríe. Silencio.
ELLA.- Yo...
ÉL.- ¿También?
Silencio.
ÉL.- Igual.
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ÉL.- Recuperados.
ÉL.- Mucha.
ÉL.- Claro.
ELLA.- Nada.
ÉL.- Nada.
Silencio largo.
ÉL.- Al volver.
ELLA.- ¿Ahora?
ELLA.- No, no. Yo? No, qué va. ¿Quieres hablar de eso?
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ÉL.- No. No hace falta. Es decir, yo lo llevo bien.
ÉL.- Es mi padre.
ELLA.- Tu padre.
ÉL.- Sí. Bien. Yo llevo estas cosas bien. (Al público.) Con los padres de mi mujer me pasó lo
mismo. Es decir, me falta alguna cosa pero...
ELLA.- ¿Pero?
ELLA.- Dime.
ELLA.- Dime.
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ÉL.- (Al público, sonriendo, como si fuera consciente de que suena peliculero.) Me hubiera gustado
escuchar de mi padre que estaba orgulloso de mi. (Para sí mismo.) Hala, ya lo he dicho.
ELLA.- Ya. Aunque yo pienso que si los padres dicen todo lo que quieren a sus hijos e hijas, ellas se
cansarían.
Él.- No lo sé.
ÉL.- Eso tiene que pasar. Ahora es pronto para que pase, no cres?
Silencio.
ÉL la mira como si quisiera entender lo que le insinúa mientras ELLA mueve la cabeza y sonríe.
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ÉL mueve la cabeza sin entender nada.
ELLA.-... La declaración.
ELLA.- ¿Nada?
ÉL.- ¿Qué?
ÉL.- (Al público.) Fue únicamente el acuerdo de comprar el piso, ya sabes. Pero sí que hubo...
ELLA.- ¿Sí?
ÉL.- Sí.
ELLA.- Bueno, cuando yo llevo un mes, no sé si todavía se puede decir que estamos saliendo.
ÉL.- No, si ya me di cuenta de que no estábamos en el mismo... ritmo. ¿Puedo explicar lo que pasó?
ÉL.- Ya pero eso no lo había explicado antes y puede que sea importante para que quede clara la
historia.
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ÉL.- Pero a la Mari nunca le hice esto.
ÉL.- ¿Quieres que hablemos del chico que esperaba a la salida del juzgado?
ELLA.- ¿Quién?
ÉL.- (Al público.) Al acabar el trabajo, se iba con un chico que venía en moto.
ELLA.- Sexy.
ELL.- (Al público.) Pero que la recogía en moto incluso cuando estábamos empezando.
ELLA.- Ya te he dicho que cuando se empieza, para una mujer, todavía no se empieza formalmente.
ÉL.- (Al público.) Hasta le alquilé la moto a mi vecino durante dos semanas. Una mobylette a
pedales que me costó sus pesetas. Y ningún día de las dos semanas conseguí que subiera conmigo.
Silencio.
ELLA.- ¿Sí?
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ÉL va hacia las maletas, dispuesto a abrirlas.
ELLA.- ¿Expresar?
ÉL. (Al público.) Tenemos dieciocho años. Franco ya hace un tiempo que está enterrado, donde
todavía está,...
ELLA.- Bueno...
ÉL saca un micrófono donde hay también un altavoz. Suena música de karaoke. ÉL imita a Julio
Iglesias. Suena de fondo “Un canto a la vida” de Javier Abreu.
ÉL.- Yo canto a esas gentes que luchan por una ilusión. Yo canto al recuerdo
de un tiempo que ya no volvió.
ÉL.- Es Julio.
ELLA.- ¿Cómo?
ÉL.- Julio Iglesias. (Volviéndolo a imitar.) Quizás tú no sepas que canto pensando en tu amor.
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ÉL.- Quizás no comprendas de cómo nació esta canción.
ÉL.- Me falta el amor que tanto busqué. Cantándole estoy y tú sin saber.
ÉL.- ¿Qué?
ELLA.- Un clásico no, una momia. La pregunta es: ¿Cómo es que te gusta Julio? Podrías haber
cantado otra cosa.
ÉL.- No, eso lo escuchaba con los compañeros de la mili, los días de permiso.
ELLA.- Nada... Nada. Yo soy más de Queen, de (en perfecto inglés) Leonard Cohen.
ELLA.- ¿Cohen?
ÉL.- No lo conozco.
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ÉL.- ¡Ah! Ya... No, no lo había escuchado antes.
ÉL.- No.
Silencio.
ÉL.- ¿Cómo?
ELLA.- De...
ÉL.- Sí. (Al público.) Me llamo Manuel, tengo veintitrés años y hoy es el día de mi boda.
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ELLA.- Mira, no.
ÉL.- ¿Cómo?
ELLA.- Es 1984. Ha llegado el año de la famosa novela de Orwell y, como no somos conscientes
de cómo The Big Brother será el amo de nuestras vidas de aquí a unos años, tú estás viendo
tranquilamente un partido de baloncesto en la televisión de la sala de espera de un hospital, sin
saber que hace sólo unos días los Estados Unidos han hecho un nuevo ensayo con bombas
atómicas. Tienes veinticinco años, el mismo número que el día del tu boda y estás a punto de tener
un hijo, hombre, varón. Tu, ahora ya, esposa, hace horas que está en el paritorio y tu estado de
nerviosidad ya ha pasado. Todavía no eres consciente de lo que es criar a un hijo. A tu hijo. Por eso
estás delante de un televisor viendo...
ELLA.- ¿Cómo?
ÉL.- Las Olimpiadas de Los Ángeles. (Al público.) Me llamo Manuel, tengo 25 años y hoy es el
día en que nace mi primer hijo. Y como se ve que le cuesta nacer -bueno, y que también quería
verlo- estoy delante de la tele viendo a Michael Jordan arrasar él solo con la selección española de
baloncesto. Hace mucho calor. Cómo no va a hacer calor si estamos en agosto. El agosto más
caluroso que recuerdo en mi vida, y eso que he vivido muchos.
Silencio.
ÉL.- ¿Eh?
ÉL.- Sí.
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ÉL.- ¿Eh? Nada, nada.
ÉL.- ¡Uf!
ELLA.- ...estuvieras...
Silencio.
ELLA.- No lo entiendo.
ÉL.- ¡Pasos!
ELLA.- ¿Pasos?
ELLA.- Vale. Sí. Estás viendo el partido y son los pasos de...
ELLA.- ¿Cómo?
ELLA.- Ah...
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ÉL.- Al principio, sí, está bien. No duermes por las noches por los lloros y te pasas todo el día
cambiando pañales.
ELLA.- No te veo.
ÉL.- El problema fue después. Cundo un bebé no hace nada, bueno, no se cansa y no necesita
descansar tanto.
ÉL.- Pero cuando un niño camina, avanza, pisa, circula, deambula, gatea, transita, se tambalea,
corre, se acelera, galopa, fluye, trota y teóricamente se cansa, y hace que te canses...
ELLA.- ¿Sí?
ÉL.- ¿Por qué no se cansa? ¿Por qué no duerme? ¿Por qué llora? ¿Por qué no descansas? ¿Por qué
no cierras los ojos? ¿Por qué no intentas descansar? ¿Por qué lloras? ¿Por qué continúas despierto?
¿Por qué lloras? ¿Por qué corres por el pasillo por las noches? ¿Por qué lloras? ¿Por qué lloras?
¿Por qué lloras?
ÉL.- Y más.
ÉL.- Seis años así. ¡Seis años! Y yo a mi hijo lo quiero mucho, ¿eh? ¡Mucho!
ÉL.- Además, con seis años juega al baloncesto que ya podría formar parte de la selección española,
porque la que teníamos entonces...
ÉL.- Entonces.
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ELLA.- ¿Entonces, cuándo estamos?
ELLA.- ¡Por fin! La noticia. Aquí quería yo llegar. Aquella noticia que lo cambia todo, que te
cambia la vida.
ELLA.- Aquella noticia que te hace ser consciente de que la vida tiene fecha de caducidad.
ELLA.- Hepatólogo.
ELLA.- ¿Cómo?
ÉL.- Pero era lo primero que pensé. (Al público.) Los 90 me traen un nuevo hijo hiperactivo.
ELLA.- Hija. Fue niña. La mía. La única. Los noventa comenzaban con su llegada. Mi Aura. Aura
la llamaba yo. Pero su padre la registró como Ariana Aura, y la llamaba Ariana. Lo que no sé es si
la llamaba Ariana antes o después de que lo hiciera mi “suegra”. Sí. De tanto llamarla su padre
Ariana y tooda su familia, la del padre, a la niña le gustó Ariana y no Aura. (Pausa.) Cómo la echo
de menos. Por aquí, ni viene. Puede que no la haya visto. Puede que nunca le hayan dicho que
estoy aquí. Esperando. Esperándola. Y mientras espero, acompaño a otros. Otros como... Como tú.
Como yo. Lo que daría por una abrazo de mi Ariana. De mi Aura. Pero todo salió mal. Primero, el
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fracaso como artista. Puede que fracaso sea una palabra muy fea, pero cuando no tienes trabajo fijo
ni gente que te dé apoyo, es muy difícil mantenerse en esta profesión. Después, la separación. Eso
fue duro. Para ella, supongo. A mi no me afectó tanto. No me hizo daño, quiero decir. Dejar
Barcelona, perder el contacto con su familia; irnos a vivir con mi hermana; distanciarte de tu
idioma, de tu identidad... En aquel, en aquel momento comencé a perderla. A perderme. Y en
consecuencia a ella. Ella tenía a sus tíos como mejores referentes. Mientras yo, a trabajar, a dar
calases, a respirar, a salir, a conocer a otros hombres, a no querer hablar, a todo y a nada. A recorrer
la vida sin freno. A querer ser más. A querer gritar mis pasiones al viento. A cruzar la verdad con
mentiras. (Pausa.) De tanto cantarle al amor y a la vida, me quedé sin amor una noche de un día.
De tanto jugar con quien yo más quería, perdí, sin querer, lo mejor que tenía.
ÉL.- Es Julio.
ELLA.- ¿Julio?
ÉL.- Ya...
Silencio.
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ELLA.- ¿Eh? ¡Ah! Sí, sí. Ahora ya... (Irónica.) He expiado mis pecados.
ÉL.- ¿Católica?
Silencio.
ELLA.- ¿Sí?
ELLA.- ¡Ah! (Gira su maleta y le muestra el nombre que está escrito: María Teresa Higón.) Teresa.
María Teresa.
ELLA.-Sí.
ELLA.- ¿Y tu mujer?
ÉL.- ¿Perdón?
ELLA.- ¿Teresa?
ÉL.- Sí.
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ÉL.- Sí. Como las Teresinas. ¿Te acuerdas? Eso también fue en los noventa. Claro que yo no tenía
mucho tiempo para la tele. Ninguno de los dos. Con dos hijos...
ELLA.- ¿Hiperactivos?
ÉL.- ¡No! Aquí has acertado. El segundo es calmado. Muy calmado. Más artístico, como tú. Y el
primero más... Más deportivo.
ÉL.- ¡No!
ÉL.- No podemos hacer ninguna actividad juntos. Uno no para quieto y el otro ni se mueve. Uno es
explosivo y el otro un valium con patas. Yo creo que será filósofo, o escritor, o pensador. Todo el
día quieto. Sólo se dedicará a pensar, y a escribir. Todo el tiempo. Y le pagarán por hacerlo, porque
lo hará muy bien. Ahora, para moverlo... Yo pagaría.
ÉL.- No creo.
ELLA.- Lo que me has explicado del convite y las suegras era gracioso.
ÉL.- Y si lo cuenta, que cambie cosas para que no parezca la misma historia. No, no, no. Mejor
que no.
ÉL.- Bueno...
ELLA.- Más que actriz, hace teatro. Y me utiliza a mi, o el recuerdo que tiene de mi, para hacer un
personaje. ¿Te imaginas?
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ÉL.- No.
ELLA.- Sí. Que me utiliza para explicar historias, obras de teatro. Para poder expresarse como yo
noca lo conseguí. Y que me disfraza, como ahora, que no sé muy bien qué hago con un vestido de
novia cuando yo nunca me he casado. Ni lo haré, claro. Puede que quiera darme una vida más
convencional. Puede que sepa que de tanto en tanto pienso en cómo habría sido todo de otra
manera.
ELLA.- No.
ELLA.- Claro que me presionaron. Finales de los 80... No éramos tan modernos como
pensábamos.
ÉL.- Ahora.
ELLA.- Ahora... De todas formas, mejor no haberme casado. Habría pedido el divorcio a los años.
ÉL.- Ah...
ÉL.- ¿No?
ELLA.- No.
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Silencio.
ÉL.- No te entiendo.
ELLA.- ¿Qué?
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ELLA.- ¿Qué está pasando?
ÉL.- ¿Pasando?
ÉL.- ¿Dejado?
ÉL.- ¿Cómo?
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ELLA.- ¿Dónde estaba?
ÉL.- ¿Pistas?
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ELLA.- ¿Señales?
ELLA.- ¿Recuerdas?
ÉL.- ¿Y yo?
ÉL.- ¿Cuándo?
ÉL.- ¿Ahora?
ELLA.- No.
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ELLA.- 2017.
Silencio.
ÉL.- Yo Manuel, me llamo Manuel... Y tengo... Tengo sesenta años. Estoy... Estoy en un hospital.
Todo blanco. Pasillos blancos, muros blancos, artefactos blancos y bata blanca.
ELLA.- ¿Cómo?
ÉL.- ¡Me han hecho abuelo! Bueno, todavía no porque sólo está de tres meses. Pero seré abuelo.
ÉL.- Es una niña. Será preciosa. Y pienso enseñarle a jugar al baloncesto, como hice con su padre.
ELLA.- ¡No!
ÉL.- ¿No?
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ÉL.- ¿A qué te referías?
ÉL.- No.
ELLA.- Recuerda. Estás en el hospital. Todo blanco. Pasillos blancos, muros blancos, artefactos
blancos, y bata blanca. ¿Sí?
ÉL.- Sí.
ÉL.- ¿Más?
ELLA.- Sí.
ELL.- Más... Mes... Octubre. Veinticinco de octubre. Un mes después del cumpleaños de mi
segundo hijo.
ELLA.- ¿Veinticinco?
ÉL.- Veinticinco.
ELLA.- De octubre.
ÉL.- Sí...
ÉL.- Hace calor. Hoy es el día más caluroso de 2017. Entre el platzao de paella que me ha puesto
mi madre para comer y el calor que tengo en el cuerpo, que no me lo puedo quitar de encima,
estoy más rojo que la sangre que me han sacado.
ELLA.- ¿Quienes?
ÉL.- El de blanco.
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ÉL.- Se acaba.
ÉL.- Sí.
ÉL.- Nada.
ÉL.- Callo.
ÉL.- A mi mujer.
ELLA.- ¿Sólo?
ÉL.- Creo que escuchó alguna cosa de una discusión que tuve con Victoria.
ÉL.- La mía.
ELLA.- En 2019.
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ÉL.- No lo sé.
ÉL.- Sí.
ÉL.- Sí.
ÉL.- Adrián.
ELLA.- Adrián está en la cafetería del hospital y todavía queda un mes para el nacimiento de tu
nieta. Tu hijo acaba de donar sangre. Para ti. Mucha sangre. Nunca había donado sangre. Al menos,
eso ha dicho. Hay televisiones encendidas. España juega la final del mundial de baloncesto y hace
calor. Puede que sea el día más caluroso de 2019. El agosto más caluroso de tu vida, y eso que has
vivido muchos.
ÉL.- ¿Veinticinco?
ELLA.- Por eso está tu hijo ahí, en la cafetería, para decirte cuando despiertes quién y cómo
ganó. Y para comer algo.
ELLA.- Parece.
ELLA.- Un recorrido.
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ÉL.- ¿Sabré cómo queda la final?
ELLA.- No.
ELLA.- No.
ELLA.- Sí.
Silencio.
ELLA.- Ovarios.
ÉL.-¿Y tu hija?
ÉL.- Claro.
Silencio.
ÉL.- ¿Recordar?
ELLA.- A transitar.
ÉL.- Entiendo.
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Silencio.
ÉL.- ¿Cuándo?
ÉL.- Entiendo.
Silencio.
ÉL.- Como que no. Ahora no. No puede ser. Me queda mucho por hacer.
ÉL.- ¡No!
ÉL.- No puedo.
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ELLA.- No existe razón.
ÉL.- No lo suficiente. No le he dado las gracias a Victoria por todo. No los he abrazado bastante
como para que me recuerden por siempre. No me han visto sonreir tantas veces como tendría que
ser. No me he despedido de ellos. No me puedo ir.
ELLA.- ¡Y no lo eres!
ELLA.- ¿Cómo?
ÉL.- Sí. Me quedaré aquí, como tú, a esperarlos, y entonces les diré todo lo que no les he dicho.
ELLA.- No te lo recomiendo. Hazme caso. Ya está todo hecho. No cometas el mismo error que yo.
ÉL.- ¿Cómo?
ELLA.- Tendré que dejar que viva su vida, ¿no cres? No creo que a nuestros hijos les haga falta
fantasmas rondado por la cabeza.
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ÉL.- No. Tienes raón.
ÉL.- Sí.
ELLA.- Sí.
Silencio.
ELLA.- ¿Vamos?
No se mueven. Silencio.
ÉL.- Es curioso...
ELLA.- ¿Sí?
ÉL.- ¿Ahora?
ELLA.- Cuenta que te llamas Manuel, que tienes veintitrés, veinticinco, treinta, cincuenta y ocho,
sesenta, que eres feliz, que has sido feliz, que has tenido momentos difíciles, sí, pero has vivido,
nene.
ÉL.- Hombre.
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Se anima a irse pero recula.
ÉL.- ¿Y mi nieta?
ELLA.- Unos que nacen otros morirán. Unos que ríen otros llorarán. Aguas sin cauces, ríos sin
mar, penas y glorias, guerras y paz.
ÉL.- Al final, las obras quedan, las gentes se van. Otros que vienen las continuarán. La vida sigue
igual.
Se acompañan por el pasillo iluminado, cogidos de la mano, cruzando y dejando atrás sus
maletas, como si fuera dos novios saliendo de la iglesia.
Oscuro.
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