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LOS NOVIOS

de Adrián Novella

OBRA

BULLANGA

EQUIPO

CONTACTO

TEXTO
Obra

Dos jóvenes, un chico y una chica, vestidos de novios, de novios de los 80; principios
de los 80. Perneras y solapas anchas en él, vestido “Lady Di” y ramo de flores para
ella. Él con un corte de pelo tipo Beatle pero con bigote español predemocrático; ella
pelo corto y con florecillas en la cabeza.

Él canta Julio Iglesias y le gustan los karaokes. Ella es más de Leonard Cohen y de la
cultura anglosajona.

Ambos están en un espacio incierto, vacío. Ambos llevan una maleta. Una maleta-
silla; una maleta-karaoke; una maleta-tumba; una maleta-maleta.

Él es Manuel, tiene 23 años se acaba de casar. Él cuenta su experiencia hasta llegar al


punto donde está en su vida. Ella también. Ella es Maite, no se sabe cuántos años
tiene. Parece que los mismos que Manuel.

Manuel y Maite cuentan la boda, pero Maite cambia cosas de la versión de Manuel.
Maite y Manuel nunca se conocieron. Maite murió sin haberse casado. Entonces,
¿qué hace vestida de novia? ¿Y Manel?

Manuel se casó a los 23 años, la edad que aparenta, más o menos, pero mientras
Maite le hace preguntas, Manuel recuerda vivencias de los 30 años, de los 50 y los
60. Manuel no entiende qué hace en ese espacio pero Maite sí lo sabe.

Manuel se está muriendo. Sólo le queda dar un último vistazo a su vida y morir. Por
eso está aquí con Maite, su vecina de tumba, que ayuda a recordar y a llevarlo al más
allá o lo que sea.

Sólo le queda cantar “La vida sigue igual” para ser vecino perpetuo de Maite. Maleta
junto a maleta; lápida junto a lápida.

Esta es una historia de recuerdos y ficción a partir de nuestros padres. Es una


declaración de amor hacia la vida y una comedia hacia la muerte.

PREMIO MICALET DE TEATRO 2019

PREMIO TEATRO AUTOR EXPRÉS 2019 DE LA FUNDACIÓN SGAE

TEXTO PARTICIPANTE EN EL IX TORNEO DE DRAMATURGIA DEL


FESTIVAL TEMPORADA ALTA
Bullanga

Textos propios, libertad creativa para los actores y potenciar la relación con el
espectador. Son los tres ejes que guían la carrera de Bullanga Compañía Teatral. El
inconformismo podría ser un cuarto.

Debutaron con una obra inspirada en el cuadro del pintor valenciano Antonio Fillol
Granell (La Gloria del pueblo, 2014), le quitaron el sable de luz a Luke Skywalker
para dárselo al Segismundo calderoniano en El sueño de las galaxias (2015), viajaron
a San Petersburgo para celebrar el aniversario masivo de la matriarca de una familia
rusa con Maruschka. Comèdia russa sobre la nostra terreta (2015. Premio Micalet
de Teatro 2017), se encerraron en una escuela para diseccionar el comportamiento
humano en Joc de xiquetes / Juego de niñas (Premio Max del público 2018),
abrieron las puertas y mostraron a la ciudadanía las miserias de un pacto político en
El Pacto (2018. Candidata a los XXII Premios Max a mejor espectáculo y texto
revelación y finalista en la categoría de mejor actor en los II Premios de las Artes
Escénicas Valencianas) y endulzaron al público con un viaje de aceptación, llamado
El xiquet que volia una falda escocesa (2019. Premio de Teatro Infantil Escalante).

Un recorrido en el cual han ido, con el tiempo, apostando por formas nuevas de
percibir y consumir teatro, para conseguir que el público forme parte de la ficción.,
recordando que bullanga significa tumulto, bullicio.
Equipo

Autoría y planteamiento escénico: Adrián Novella

Dirección: Vicente Genovés

Intérpretes: Ariana Higón y Adrián Novella

Asesoría de Movimiento y coreografía: Alejandra García

Composición musical y asesoría musical: Javier Abreu

Vestuario: Sara Recatalà

Sastrería: Vicenta Sanvictorino

Diseño de iluminación: José Ramón Pérez

Diseño gráfico: Nacho Skaywölker

Fotografía: Mireia Raga

Distribución: Amadeo Vañó (Cámara Blanca)


Ariana Higón (actriz)
Graduada en Interpretación, especialidad textual, por la Escuela Superior de Arte
Dramático de Valencia, pasando su último curso, dentro el programa Erasmus, en la
Escola Superior de Teatro e Cinema de Lisboa. Comienza su formación artística en la
Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet, y asiste a cursos impartidos por El Pont
Flotant, Chema Cardeña, Ludovica Mosca, Fabio Mangolini, José Sanchis Sinisterra
y Vicente Fuentes.

Finaliza su grado con El embrujado (2014), obra dirigida por Ramón Moreno, e
interviene en otros proyectos -fuera de su formación- como La podredumbre (2015),
con dirección Manuela Montañés y supervisión de Rafael Calatayud, y en la
producción del Festival Russafa Escènica No hables de ello (2014), de Gabriel
Ochoa, con textos de Víctor Sánchez, entre otros.

Es cofundadora de Bullanga Compañía Teatral, con la que ha estrenado El sueño de


las galaxias (2014), Maruschka (2015), y Juego de niñas (2016), esta última Premio
Max del Público 2018. Entre los trabajos más recientes destaca la gira nacional que
realiza con Yerma (2018) e Historia de una escalera (2020) de Producciones
Micomicona, y Somni (2019), de Núria Vizcarro y dirección de Juan Carrillo,
producción del Instituto Valenciano de Cultura.
Adrián Novella (autor y actor)

Titulado en Interpretación, especialidad textual, por la Escuela Superior de Arte


Dramático de Valencia, pos-graduado en pedagogía teatral por el Instituto del Teatro
de Barcelona y Máster en Estudios Teatrales del IT y la Universidad Autónoma de
Barcelona. En este último se especializa en Teoría i practica de los procesos
creativos.
Su formación como dramaturgo ha venido de la mano de José Sanchis Sinisterra,
Paco Zarzoso, Itziar Pascual, Xavier Albertí, Rafael Spregelburd, Alfredo Sanzol y
Josep María Miró, entre otros.
Sus obras más destacadas Maruschka (2015), Premio Micalet de Teatro 2017, Juego
de niñas (2016) Premio MAX del público 2018, Los Tardones (2018), ganadora del
III Torneo de Dramaturgia Valenciana, y sus dos premios de Teatro Infantil Escalante
El xiquet que volia una falda escocesa (2017), y La xiqueta que volia arribar a La
Pau (2019).
Como actor ha trabajado con directores como Chema Cardeña, Edison Valls, Rafael
Calatayud o Vicente Genovés y en compañías como La Cubana. Es miembro
fundador de Bullanga Compañía Teatral, en la que dirige gran parte de sus obras, y
trabaja como profesor de teatro en diferentes centros e instituciones.

Actualmente prepara la autoría y dirección de la producción propia de la X edición


del Festival Russafa Escènica de València.
Vicente Genovés (director)
Licenciado en la Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia, amplía su
formación en técnica circense, técnica vocal y acrobacia con maestros como John
Strasberg y con las compañías Odín Theatre o Les Noctambules de París, entre otras.
Como actor su carrera se desarrolla en cine -en películas como Todos a la carcel
(1993) de L. G. Berlanga o Cien años de perdón (2014) de Daniel Calpasoro-: en
televisión -El Super (1998) o Hospital Central (2002)- y teatro, dirigido por Mario
Gas, Manuel Gil, Carlos Saura o John Strasberg, entre otros.

Como director cuenta con una destacada trayectoria en la que ha llevado a escena
más de una veintena de montajes, producciones públicas, tanto autonómicas como
nacionales y en teatros como el Piccolo Teatro de Milán. Ha sido, además, profesor
de interpretación en varios centros e instituciones, tanto públicas como privadas.
una obra de

www.bullanga.net

bullangaciateatral@gmail.com

distribuye

AMADEO VAÑÓ

(+34) 620 610 654

amadeo@camarablanca.com

www.camarablanca.com
LOS NOVIOS
Adrián Novella

PERSONAJES

ELLA
ÉL

* Esta obra está ideada para ser representada por Ariana Higón y Adrián Novella.

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Un espacio, espacio. Vacío. Blanco. Únicamente hay maletas. Maletas grises de diferentes tonos y
épocas. Hay dos centradas, dejando un pasillo entre ellas, paralelas al público. Este pasillo está
iluminado.

ELLA está sentada en una de estas dos maletas. Está vestida de novia estilo “Lady Di” y lleva un
ramo de flores. Aparenta, o quiere aparentar, 23 anys.

ELLA mira el ramo, se levanta y camina hacia delante de manera solemne, por el pasillo.

ELLA: Well I've heard there was a secret chord that David played and it pleased the Lord but you
don't really care for music, do you? Well it goes like this: The fourth, the fifth, the minor fall and the
major lift, the baffled king composing Hallelujah. Hallelujah. Hallelujah.

ÉL está sentado en la otra maleta. Se está acabando de vestir de novio; de novio de los años 80,
con perneras y solapas anchas de un traje de colores ocres. Pelo corto, bien peinado y bigote
predemocrático. Se acerca al proscenio, junto a ELLA.

ÉL.- (Al público.) Me llamo Manuel, tengo veintitrés años y hoy es el día de mi boda. Bueno, ya
estoy casado. Hoy, el día más caluroso de 1982. Entre el platazo de paella que me ha puesto mi
madre para comer y el sol que cae a un barrio que todavía no tiene árboles que hagan sombra,
estoy más rojo que la bandera del PC. Veinticinco de junio para ser exactos. El veinticinco de
junio más caluroso de mi vida, y eso que ya he vivido muchos.

Al salir de la iglesia, entre el arroz, el sol y el viento de poniente, mis pintas eran más bien las que
debía de tener a las seis de la mañana del día siguiente. Por suerte, a las seis no hacía tanto calor.

ELLA.- Puede que estés mezclando diferentes momentos.

ÉL.- Sí.

ELLA.- Vuelve al momento previo de la boda.

ÉL.- ¿Días antes?

ELLA.- No. No hace falta. Sólo desde que saliste de tu casa.

ÉL.- Bueno, de la casa de mis padres, querrás decir.

ELLA.- Sí.

ÉL.- (Al público.) Ella y yo tenemos casa propia desde hace años. (A ELLA.) Bueno, es más del
banco que nuestra, pero nadie, y menos mis padres, puede decir que nosotros no tenemos piso
propio.

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ELLA.- Un piso en el que se podría recordar esta boda cada día de verando de aquí a 2019.

ÉL.- ¿Por qué 2019?

ELLA.- Ah, no sé. Puede que entonces te hayas cansado de aquel piso. Un último piso donde daba
el sol todo el día. Un calor...

ÉL.- Si no nos hubiéramos precipitado en comprarlo...

ELLA.- ¿Tu pensabas que era precipitado? Si decías que sólo quedaba este por la zona.

ÉL.- Tampoco es que hubiera muchos edificios por la zona.

ELLA.- Puede que no.

ÉL.- Si hubiéramos pasado en él un día entero antes de casarnos...

ELLA.- Si tus padres lo hubieran permitido...

ÉL.- ¿Sólo los míos?

ELLA.- ¡Hombre! Los míos no serán.

ÉL.- ¿Cómo?

ELLA.- ¡Cuatro años con un piso y ni un día en él!

ÉL.- Bueno, era una oportunidad. (Al público.) Una manera de planificar nuestra independencia.
Además, ella viviría cerca de su madre y estaba contenta por eso. Su madre, digo.

ELLA.- Cerca de la madre, la hermana, la tía, la prima,...

ÉL.- (Al público.) Y eso que su familia no es de aquí.

ELLA.- Jo soy de Barcelona. Barcelona ciudad. De Gràcia.

ÉL.- Una familia muy... Muy de su casa.

ELLA.- Pues claro. ¿De dónde va a ser una familia si no es de su casa?

ÉL.- (Al público.) Bueno, el caso es que vivían todos aquí.

ELLA.- Todos, todos,...

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ÉL.- Casi todos.

ELLA.- Tengo una prima que vive en Peñíscola.

ÉL.- Lo dices como si todas las familias catalanas tuvieran una prima en Peñíscola.

ELLA.- Casi todas. Pero estábamos hablando del piso.

ÉL.- Sí. El piso. (Al público.) Lo compramos en el 79. Todavía no había muchos edificios por la
zona. Sí, toda la parte nueva, que ya no es nueva. Pues allí lo tenemos.

ELLA.- ¿Ni un sólo día en cuatro años?

ÉL.- (Niega con la cabeza.) También es cierto que la mili nos cogió justo en ese momento.

ELLA.- ¿Pero eso no fueron sólo seis meses?

ÉL.- Ya han pasado dos años de eso.

ELLA.- ¿Dos años nada más?

ÉL.- Cómo pasa el tiempo.

ELLA.- I tanto que pasa. ¿Pero sólo dos años?

ÉL.- Sí. Comencé la mili con veintiuno y ahora tengo veintitrés.

ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- Sí.

ELLA.- Ya...

ÉL.- La hice con amigos del pueblo.

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- La mili.

ELLA.- ¡Ah! Ya. Me lo habías explicado antes, ¿no?

ÉLL.- Bueno, sólo coincidimos por allí y no éramos amigos, amigos.

ELLA.- Yo tampoco tenía muchas amigas, exactamente. En el mundo del arte hay muchas envidias.

4
Lo que sí que tenía eran muchos amigos, amigos.

ÉL.- ¿Ah, sí?

ELLA.- ¿Tú no?

ÉL.- No. Bueno, sí. Estaba la Mari. La Mari nada más. (Al público.) La Mari fue mi pareja antes...
Antes que mi pareja, novia.

ELLA.- Sí, la típica ex que la madre del tu novio tiene la manía de recordarte continuamente.
Hasta de regalarte por Navidad el perfume que utilizaba la otra.

ÉL.- “A la Mari le gustaba”, decía mi madre. Mi madre no es de aquí, es andaluza. Por eso yo
hablo más castellano. Eso sí, mi padre, cuando sale de casa intenta hablar en valenciano con todo
el que puede.

ELLA.- ¡La boda!

ÉL.- Sí. Perdón. No me concentro.

ELLA.- Vamos. Poco a poco.

ÉL.- (Al público.) Bueno, yo acabo de vestirme, en casa de mis padres. No sé por qué, pero tengo
a mi tío haciéndome fotos en mi habitación. Salgo de casa, subo al coche. (A ELLA.) Lo lleva un
amigo del trabajo. El del juzgado de instrucción...

ELLA.- Sí.

ÉL.- He llegado de los primeros.

ELLA.- Segur?

ÉL.- De los primeros. Mi familia y después yo.

ELLA.- ¿Tu familia primero? ¿Después de la paella?

ÉL.- Bueno...

ELLA.- ¿Seguro?

ÉL.- Puede que la novia llevara un rato dando vueltas con el coche.

ELLA.- Mi cuñado me llevaba en coche. A mi nunca me verías al volante. Mi hermana sí que


conducía, pero me fiaba más de mi cuñado. De su marido, vaya.

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ÉL.- Sí...

ÉL.- De Pepe. ELLA.- De Vicente.

Se miran. Silencio.

ÉL.- Sí, eh... Sí.

ELLA.- Perdón, volvamos a la ceremonia. Has llegado tarde.

ÉL.- (Al público.) He entrado en la iglesia antes que la novia.

ELLA.- Qué mérito.

ÉL.- (A ELLA.) Mi hermano era el padrino (Al público.) y su hermana la madrina. Y presidiendo el
partido (A ELLA.) el señor José. (Al público.) El párroco de la iglesia de mi novia. Antes uno sólo se
podía casar en la iglesia donde iba la familia del novio o la de la novia.

ELLA.- La iglesia que más me gustaba a mí era la de Montserrat.

ÉL.- (Al público.) La de la familia de la novia. Yo llevo mi traje verde.

ELLA.- ¿Verde?

ÉL.- Verde claro.

ELLA.- ¿Eso es verde?

ÉL.- Verde pistacho.

ELLA.- Verde, cáscara de pistacho, en todo caso.

ÉL.- (Al pública.) Y la novia; la novia estaba radiante. Lleva un vestido como, como... No sabría
decir, como...

ELLA.- ¿Este?

ÉL.- ¡Sí! ¡Exacto! El mismo.

ELLA.- Si es que tengo un ojo... (Al público.) Vestido de novia tipo (Pronuncia en inglés.) Lady
Di. Diana. Todas las mujeres de principios de los 80 querían vestir como ella a la hora de casarse.
Pero con un marido como el de ella. (Al público.) Como cuando la Leticia se casó con este que
tenéis ahora, que todas querían el mismo vestido, pues eso pero tipo pastel.

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ÉL.- Ey... ¿Qué haces?

ELLA.- Perdón.

ÉL.- No es que así no...

ELLA.- Sí, tienes razón.

ÉL.- Así...

ELLA.- Tienes razón, chico. No tendría que...

ÉL.- No, es que soy yo quien habla...

ELLA.- Sí, sí.

ÉL.- Y tú...

ELLA.- Y yo a ti, sí.

ÉL.- Es que no sé que haces nombrando...

ELLA.- Perdón, son invenciones mías.

ÉL.- ¿Seguro?

ELLA.- Sí. (Para sí misma.) Todavía no...

ÉL.- Cómo?

ELLA.- La ceremonia. Volvamos. Vestido tipo Lady Di... (Lo mira como si quisiera confirmar que
sí puede decir Lady Di.) Florecillas por todas partes con los coloretes de las mejillas bien vivos.

ÉL.- (Se queda un instante mirándola y enseguida se gira hacia el público.) Es por el calor que
hace. Sólo hay dos ventiladores ahí dentro. (Para sí mismo.) ¿Dos o tres?

ELLA.- Tres. El padre José comienza.

ELLA hace un ruido como de ventilador muy cerca de ÉL.

ÉL.- (Al público.) Creo que no iba a la iglesia desde la primera comunión.

ELLA vuelve a hacer el ruido.

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ÉL.- (Al público.) Bueno. Fuimos ayer.

Ruido.

ÉL.- No soy mucho de iglesias.

Ruido.

ÉL.- (Mirándola intensamente para que pare.) Ninguno de los dos.

Silencio.

ÉL.- (Al público.) Pero claro, dile a tus padres y a los suegros que no nos casamos por la iglesia. Si
mi padre de normal me dice ateo y rojo...

ELLA vuelve a hacer el ruido del ventilador.

ÉL.- Él fue quien me trajo ayer aquí.

ELLA vuelve a hacer el ruido.

ÉL.- ¡Ya está bien, eh! Teníamos que venir ayer para hablar del matrimonio.

ELLA comienza hacer el ruido de nuevo pero al oír la palabra “matrimonio” corta.

ELLA.- Uy, no. No lo dicen todo. Y además, el José este, ¿qué sabe de matrimonio?¿Dónde dicen
que, cuando te casas, no sólo te casas con él sino que lo haces con toda su familia, especialmente
con su madre? ¿Dónde? ¿Y eso de estar supeditada al marido? Excuse-me? Y lo digo en inglés
porque yo he vivido en London, y en New York, como buena artista que soy, y allí estas cosas son
impensables. ¡Ah! “Los hijos, tantos como vengan”. ¿Cómo que los hijos tantos como vengan,
chato? Serán los que quiera yo que vengan. ¿Y soy yo la que tiene que cargar con ellos? Y él, ¿qué?
¿Él qué? ¿No es el padre? ¿No es una unión entre iguales? ¿Eh? ¿No lo es? Pues “igual” le dejo a
los críos a él mientras yo estoy tocándome los huevos en el bar. Mira, por eso mismo yo nunca
quise casarme. Dejar mi vida por la de un men. Claro. No tengo que hacer nada mejor en la vida. Y
ahora me veo con este vestido que parece que me vayan a meter en un horno... Caliente que estoy,
madre...

ÉL.- ¿Qué?

ELLA ríe muy fuerte.

ELLA.- (Disimula.) Mmm... Te gusta el vestidito, ¿eh? Mira qué bonito, mira que bonito... El
pastelito blanquito.... Con florecitas. The little pastel amb flowers.

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Silencio.

ELLA.- ¿Sabes quién le hizo el vestido de novia a quien hasta hoy es tu mujer?

ÉL.- Su tía.

ELLA.- ¿Cuál? Eran muchas tías.

ELL.- (Piensa un momento.) La tía Mercedes, que también vive al barrio. También muy, muy...

ELLA.- De su casa.

ÉL.- De su casa.

ELLA.- ¿Cuántos años tenía la tía?

ÉL.- Pues no lo sé. Era una mujer fuerte que no callaba nunca. Cuarenta tendría. Después
envejeció...

ELLA.- Y ahora, ¿cuántos años tiene?

ÉL.- Ahora ya no vive, hace años que faltó.

ELLA.- ¿A qué edad?

ÉL.- No sé. Era ya mayor.

ELLA.- ¿Y cuántos años tenías tú cuando murió?

ÉL.- Bf. Muchos. ¿Eh?

ELLA.- ¿Eh?

ÉL.- ¿Cómo es...?

ELLA vuelve a exageradamente. ÉL se queda pensando. ELLA se queda vacía de tanto


reír.

Silencio.

ELLA.- (Seria. Mostrando calma.) ¿Cuántos años tienes ahora, Manuel?

ÉL.- (Con calma, extrañado.) Veintitrés. Tengo veintitrés años.

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ELLA.- ¿Y dónde estamos?

ÉL.- En la calle. Hemos salido ya de la iglesia y vamos a un bar porque nos han organizado un
piscolabis.

ELLA.- No estaba preparado.

ÉL.- No. Bueno, sí. Yo sabía que mi madre quería organizar alguna cosa para mi familia. Venían
primos de Granada y creo recordar que le dije que no hiciéramos nada.

ELLA.- ¿Crees recordar?

ÉL.- De acuerdo. No le dije nada, pero siempre hace lo que quiere (Al público.) y ahora me
encuentro con que mi suegra ha organizado una cosa en un bar para que tuviéramos pastel de boda.
Mi suegra es pastelera.

ELLA.- (Al público.) Familia de horneros. (A ÉL.) ¿Qué piensas hacer?

ÉL.- No lo sé. ¿Vamos con el pastel?

ELLA.- ¿No lo sabes?

ÉL.- A ver, yo no sabía que mi madre haría...

ELLA.- ¿Lo que siempre hace?

ÉL.- Bueno, siempre, siempre, tampoco es así.

ELLA.- ¿Ah, no? ¿Y cómo es?

ÉL.- Pues...

ELLA.- ¿Cómo es? Explícame. ¿Por qué no había dicho nada? ¿Por qué no se había ofrecido
a organizar un convite?

ÉL.- Porque es muy caro, dice. Mi madre siempre está con el dinero que...

ELLA.- ¿Ah, pero ahora ya no es caro?

ÉL.- Hombre, sigue siendo caro, según ella.

ELLA.- Pues ya me dirás si no era igual de caro antes, avisando y organizado, que después.
¿Qué se pensaba, que les dos familias aceptarían, como si nada, su sorpresa?

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ÉL.- No.

ELLA.- ¿Ah, no? ¿Cómo que no?

ÉL.- Sólo la mía.

ELLA.- ¿Sólo la tuya? ¿Sólo la tuya? ¿Y si la familia de la novia no quiere?

ÉL.- ¡Sólo lo ha organizado para la mía!

Silencio.

ELLA.- ¿Cómo? (Pausa.) Tu madre organiza una merienda para tu familia sin contar con la
novia?

ÉL.- No. Cuenta con la novia, pero no con la familia de la novia.

ELLA.- ¿Y así ves que está bien?

ÉL.- Ya sabes como es mi madre.

ELLA.- Uy, la puta frase de los cojones. Sería la primera vez que la dirías como marido pero no la
última. ¿Cuántas veces la habrás dicho durante tu matrimonio? De hecho, creo que es la frase que
más decís los hombres casados.

ÉL.- No llevo la cuenta. (Al público.) Por suerte, la merienda de mi madre y el pastel de mi
suegra nos esperaban en el mismo bar de al lado de la iglesia.

ELLA.- Uy, una suerte...

ÉL.- Y ahora todo bien, en el bar.

Silencio.

ELLA.- Cuenta cómo fue el baile.

ÉL.- ¿Qué baile?

ELLA.- El del convite.

ÉL.- No hubo ningún baile.

ELLA.- Claro que sí.

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ÉL.- En un bar, un baile?

ELLA.- Hubo un “que se besen”.

ÉL.- ¿Cómo lo sabes?

ELLA.- Hombre...

ÉL.- Ah, ya, claro.

ELLA.- Bailemos.

ÉL.- Que no hubo baile.

ELLA.- Pues yo ahora quiero un baile. Ninguno de los dos tuvimos baile de novios y ahora lo
vamos a tener.

ÉL.- ¿Ahora?

ELLA.- Si no ha podido ser antes...

ÉL.- Pero ahora, sin la familia...

ELLA.- Te la imaginas. Jo no pienso decirle a tu familia que venga aquí.

ÉL.- Ya...

ELLA.- (Cogiéndole de los brazos.) Venga, hombre.

ÉL.- Ay, espera.

ELLA.- Ya es tarde. (Tarareando el “Danubio azul”.) Tarararará...

ÉL.- ¿Qué haces?

ELLA.- Tocar el vals.

ÉL.- Pero si yo no sé bailar.

ELLA.- Mira que no sabemos si nos volveremos a encontrar vestidos para la ocasión.

ÉL.- Me da vergüenza.

ELLA.- Que bailes, hostia.

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ÉL se mueve. Bailan.

ELLA.- Tarararará... Ejem...

ÉL.- Chan, chan, chan, chan.

ELLA.- Tarararará...

ÉL.- Chan, chan, chan, chan.

ELLA.- Tarararará...

ÉL.- Chan, chan, chan, chan.

ELLA.- Tarararará...

ÉL.- Chan, chan, chan, chan.

ELLA.- Tarararará...

ÉL.- Ya está, chan, chan.

ELLA.- Tarararará...

ÉL.- Chan, chan, chan, chan.

ELLA.- Tarararará... Tarará... Tararararará...

ÉL.- ¿Ya?

ELLA.- Acaba.

ÉL.- Chan, chan, chan, channn.

ELLA.- ¡Oh! Qué bonito. (Mirando al público.) Toda la gente mirando, sonriendo, aplaudiendo.

ÉL.- Eso no ha pasado.

ELLA.- Ssh...

Silencio. Se quedan abrazados como si continuasen bailando una música lenta.

ÉL.- Eh... Escucha.

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ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- Podríamos parar de...

ELLA.- Ssh... Disfruta el momento. Todos los problemas se pasan bailando.

ÉL.- Es posible. Ahora están las familias unidas, tranquilas.

ELLA.- Sí... Como ambas iban al mismo sitio...

ÉL.- De otro modo, creo que no habríamos aguantado mucho juntos.

ELLA.- Cierto, el divorcio ja era legal, ¿no?

ÉL.- No habríamos llegado, por fin, a nuestro hogar.

ELLA.- No habrías entrado con la novia en brazos.

ÉL.- No habríamos visto como vomitaba el chófer en nuestro nuevo piso.

ELLA.- Un piso nuevo de cuatro años.

ÉL.- Estrenarlo limpiando el vómito de nuestro compañero de juzgado.

ELLA.- Que asco. Sólo de pensarlo... (Se separa de ÉL. Tiene arcadas).

ÉL.- Ey, tranquila. Si eso ya ha pasado

ELLA.- ¿Sí? ¿Cuánto tiempo ha pasado?

ÉL.- Y después verlo en el juzgado cada día...

ELLA.- Qué recuerdo, ¿eh?

ÉL.- Él es quien lo recuerda, siempre pidiendo disculpas.

ELLA.- Bueno, eso también ha pasado. ¿Y ahora?

ÉL.- Ahora nos vamos.

ELLA.- No. No se puede.

ÉL.- ¿Cómo que no? Yo me voy de viaje de novios.

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ELLA.- Oh, qué bonito.

ÉL.- Italia.

ELLA.- La bella Italia nos espera.

ÉL.-Bueno primero nos esperan todas estas maletas. ¿Ya está todo recogido?

ELLA.- Sí.

ÉL.- Piensa que después no podemos volver.

ELLA.- Que sí.

ÉL.- (Al público.) Mi mujer suele recordar, nada más cerrar la puerta de casa, que se ha dejado
alguna cosa dentro.

ELLA.- Tonterías. Serán pequeñas distracciones.

ÉL.- Segur.

ELLA.- Sí, distracciones de alguien que no para de querer tenerlo todo controlado y lo único que
hace es marear.

ÉL.- (Al público.) El caso es que llevábamos muchas cosas, según ella, necesarias.

ELLA.- Si son necesarias, son necesarias.

ÉL.- Hombre, yo creo que no hace falta llevarse todo el armario.

ELLA.- Nunca sabes el tiempo que puede hacer.

ÉL.- Es verano.

ELLA.- Aquí.

ÉL.- Y allí también. No está tan lejos.

ELLA.- Nunca se sabe. Y no pierdes nada llevándote las cosas que puedas necesitar.

ÉL.- ¿Pero tú has visto cuántas maletas llevamos?

ELLA.- Yo sólo tengo una con mis cosas. No me hacen falta más.

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ÉL.- Ya... (Al público.) Eso dicen.

ELLA.- Esta. (Señala su maleta. La maleta donde estaba sentada al principio.)

ÉL.- Ya... Vaya, no me había fijado, está... ¿Qué pone?

ELLA.- Mi nombre.

ELL.- A ver.

ELLA.- (Interponiéndose.) La tuya no lleva tu nombre

ÉL.- No. ¿Debería ponerlo?

ELLA.- Si no está, quiere decir que todavía no hace falta. De todas formas...

ÉL.- ¿Sí?

ELLA.- ¿Quieres poner ya tu nombre?

ÉL.- Mejor, aquí hay muchas maletas y vamos en bus. No quiero que se pierda.

ELLA.- Sí. Hay muchas. ¿Dónde estamos?

ÉL.- Estamos en el hotel. En el recibidor.

ELLA.- Oh! The hall.

ÉL.- Está lleno de personas y de maletas por todas partes.

ELLA.- Pongo tu nombre antes de continuar.

ÉL.- Sí, por favor. Nunca había visto tanta gente. Es julio de 1982 y hemos dejado a Naranjito en
España pero con lo que no contamos es que Italia gana el mundial de fútbol cuando nosotros
estamos aquí. Por eso hay tanta gente. Es insoportable.

ELLA.- Por eso hay tantas maletas y tanto desorden. ¿No hay nadie que atienda? ¿Están todos en la
calle? Fucking italians. Son maleducados, machistas, gritones, cerdos y si encima ganan un partido
de fútbol...

ÉL.- Un partido no, un mundial.

ELLA.- Bueno, eso.

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ÉL.- Es un descontrol. No podemos ir a ningún sitio. Hemos alquilado un coche para recorrer todo
el país pero todo está paralizado.

ELLA.- ¿Estabas paralizado?

ÉL.- El país.

ELLA.- ¡Ah!

ÉL.- Y el coche.

ELLA.- Ya te he dicho que no me gustan mucho los coches. Y en Italia menos. Son maleducados,
machistas, gritones, hooligans y no saben conducir. No respetan ninguna señal.

ÉL.- (Al público.) Y cuando por fin conseguimos mover el coche...

ELLA.- No se fijan en si pasan vehículos o peatones.

ÉL.- (Al público.) En el primer cruce...

ELLA.- Si no te apartas tú...

ÉL.- (Al público.) Un coche se clava completamente en el nuestro. (A ELLA.) Hemos tenido un
accidente.

Silencio.

ELLA.- ¿Qué sientes?

ÉL.- Nada. (Al público.) Miro a mi mujer.

Se miran.

ÉL.- No podemos hablar.

ELLA.- No hay nada que hablar.

ÉL.- Todo se acaba.

ELLA.- Todo se acaba.

ÉL.- Pero tan pronto...

ELLA.- Al menos hemos bailado.

17
ÉL.- No bailamos.

ELLA.- Pero en el fondo sí.

ÉL sonríe. Silencio.

ELLA.- ¿En qué piensas?

ÉL.- En mis padres. ¿Y tú?

ELLA.- Yo...

ÉL.- ¿También?

ELLA.- Bueno, en mi... familia.

ÉL.- ¿La ves?

ELLA.- No hago más que imaginarmela.

ÉL.- Cuantas cosas por decir.

ELLA.- Cuantas cosas pendientes.

ÉL.- Pero ya está.

ELLA.- Sí. No podemos hacer nada.

Silencio.

ELLA.- Va, levanta. No te quedes en este recuerdo. Ya ha pasado.

ÉL.- Sí. Por suerte, todo pasa.

ELLA.- I la vida sigue.

ÉL.- Igual.

ELLA.- Ahora ya no estamos en Italia.

ÉL.- Ahora estamos en casa.

ELLA.- Sí... En casa. Lejos de los italians.

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ÉL.- Recuperados.

ELLA.- Como tiene que ser.

ÉL.- Qué tranquilidad ahora, ¿eh?

ELLA.- Uf, sí.

ÉL.- Mucha.

ELLA.- Sí. Mucha.

ÉL.- Ahora ya...

ELLA.- Ahora ya, sí que sí.

ÉL.- Claro.

ELLA.- Ahora... ¿Ahora dónde estamos?

ÉL.- Uy, en casa. ¿Por?

ELLA.- Nada.

ÉL.- Nada.

Silencio largo.

ÉL.- ¿Sabes qué pasa después?

ELLA.- Claro que lo sé. ¿Cuándo?

ÉL.- Al volver.

ELLA.- ¿Ahora?

ÉL.- Ahora es un momento duro.

ELLA.- Estamos hablando de...

ÉL.- De la muerte, no te asustes.

ELLA.- No, no. Yo? No, qué va. ¿Quieres hablar de eso?

19
ÉL.- No. No hace falta. Es decir, yo lo llevo bien.

ELLA.- Bueno, es dificil.

ÉL.- Es mi padre.

ELLA.- Tu padre.

ÉL.- No es fácil para nadie, supongo.

ELLA.- Ya. ¿Pero bien?

ÉL.- Sí. Bien. Yo llevo estas cosas bien. (Al público.) Con los padres de mi mujer me pasó lo
mismo. Es decir, me falta alguna cosa pero...

ELLA.- ¿Pero?

ÉL.- (Al público.) Pero...

ELLA.- Ey. Dímelo a mi.

ÉL.- Bueno, tú sabes que soy un hombre sensible.

ELLA.- Eso me pareció desde el primer momento.

ÉL.- Exacto. Lo parece pero en caso así...

ELLA.- En casos así, ¿qué?

ÉL.- Que no lloro.

ELLA.- Eso no quiere decir nada.

ÉL.- Quizá si...

ELLA.- Dime.

ÉL.- No, nada.

ELLA.- Dime.

ÉL.- No es nada, tranquila.

ELLA.- Dilo para allí si lo necesitas.

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ÉL.- (Al público, sonriendo, como si fuera consciente de que suena peliculero.) Me hubiera gustado
escuchar de mi padre que estaba orgulloso de mi. (Para sí mismo.) Hala, ya lo he dicho.

ELLA.- Seguro que lo estaba.

ÉL.- Seguro, pero me hubiera gustado escucharlo.

ELLA.- Ya. Aunque yo pienso que si los padres dicen todo lo que quieren a sus hijos e hijas, ellas se
cansarían.

Él.- No lo sé.

ELLA.- Tengo una ligera certeza.

ÉL.- (Al público.) Mi padre no era muy afectivo.

ELLA.- Es una cuestión de la época.

ÉL.- (Al público.) Yo soy más abierto.

ELLA.- También es una cuestión de la época.

ÉL.- Sí. Supongo.

ELLA.- Sí. Pero eso ya ha pasado.

ÉL.- Eso tiene que pasar. Ahora es pronto para que pase, no cres?

ELLA.- Sí. Está bien.

Silencio.

ELLA.- No has contado como fue.

ÉL.- ¿El qué?

ELLA.- ¿Cómo que el qué? Pues...

ÉL la mira como si quisiera entender lo que le insinúa mientras ELLA mueve la cabeza y sonríe.

ÉL.- ¿El qué?

ELLA.- ¡Ay, hombre!

21
ÉL mueve la cabeza sin entender nada.

ELLA.-... La declaración.

ÉL.- ¡Ah! (Al público.) No hubo.

ELLA.- ¿Nada?

ÉL.- No nos prometimos como en las películas.

ELLA.- Ah, no. Claro. Yo tampoco.

ÉL.- ¿Qué?

Silencio. ELLA sonríe para disimular.

ÉL.- (Al público.) Fue únicamente el acuerdo de comprar el piso, ya sabes. Pero sí que hubo...

ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- Sí.

ELLA.- ¿Ves como hubo?

ÉL.- (Al público.) Fue al mes de comenzar a salir.

ELLA.- Bueno, cuando yo llevo un mes, no sé si todavía se puede decir que estamos saliendo.

ÉL.- No, si ya me di cuenta de que no estábamos en el mismo... ritmo. ¿Puedo explicar lo que pasó?

ELLA.- En teoría, tendríamos que ir hacia delante.

ÉL.- Ya pero eso no lo había explicado antes y puede que sea importante para que quede clara la
historia.

ELLA.- Venga, adelante.

ÉL.- (Al público.) A mi me gustan mucho los karaokes.

ELLA.- ¡Uy, no! Ya sé por donde vas.

ÉL.- (Al público.) El caso es que yo quería demostrarle mi estima.

ELLA.- Claro, sobre todo si tu madre no paraba de nombrar a la Mari.

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ÉL.- Pero a la Mari nunca le hice esto.

ELLA.- Otras cosas le harías.

ÉL.- ¿Quieres que hablemos del chico que esperaba a la salida del juzgado?

ELLA.- ¿Quién?

ÉL.- (Al público.) Al acabar el trabajo, se iba con un chico que venía en moto.

ELLA.- Sexy.

ELL.- (Al público.) Pero que la recogía en moto incluso cuando estábamos empezando.

ELLA.- Ya te he dicho que cuando se empieza, para una mujer, todavía no se empieza formalmente.

ÉL.- (Al público.) Hasta le alquilé la moto a mi vecino durante dos semanas. Una mobylette a
pedales que me costó sus pesetas. Y ningún día de las dos semanas conseguí que subiera conmigo.

ELLA.- Normal, aquel trasto sería un peligro.

ÉL.- No exageremos, ¿eh? Que era buena.

ELLA.- Un trasto del siglo pasado.

ÉL.- No, que era de las nuevas.

ELLA.- ¡Del siglo pasado!

ÉL.- Pero si sólo tenía diez años.

ELLA.- De los sesenta, el siglo pasado.

ÉL.- No. El siglo pasado...

Silencio.

ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- El siglo... Veintiuno.

ELLA.- ¿Qué pasa en el siglo veintiuno?

ÉL.- No lo sé. (Pausa.) No. Nada. Estábamos en la declaración.

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ÉL va hacia las maletas, dispuesto a abrirlas.

ELLA.- Sí... ¿Qué piensas hacer?

ÉL.- Es una sorpresa.

ELLA.- No me gustan mucho.

ÉL.- Sólo quiero expresarte lo que siento.

ELLA.- ¿Expresar?

ÉL.- Sí, expresar.

ELLA.- Qué vergüenza.

ÉL. (Al público.) Tenemos dieciocho años. Franco ya hace un tiempo que está enterrado, donde
todavía está,...

ELLA.- Bueno...

ÉL.- Y yo declaro mi amor. A mi novia, no a Franco.

ELLA.- Ay, madre.

ÉL saca un micrófono donde hay también un altavoz. Suena música de karaoke. ÉL imita a Julio
Iglesias. Suena de fondo “Un canto a la vida” de Javier Abreu.

ÉL.- Yo canto a la vida, a las gentes, yo canto al amor.

ELLA.- ¿Qué es eso?

ÉL.- Yo canto a esas gentes que luchan por una ilusión. Yo canto al recuerdo
de un tiempo que ya no volvió.

ELLA.- ¿Qué es eso?

ÉL.- Es Julio.

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- Julio Iglesias. (Volviéndolo a imitar.) Quizás tú no sepas que canto pensando en tu amor.

ELLA.- Oh, por favor.

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ÉL.- Quizás no comprendas de cómo nació esta canción.

ELLA.- ¿“De cómo”? Eso está mal dicho, ¿sabes?

ÉL.- Me falta el amor que tanto busqué. Cantándole estoy y tú sin saber.

ELLA.- ¿Ya has acabado?

ÉL.- (Balbucea.) La, la ,la, la, la. ¡Weah!

ELLA.- ¿Por fin!

ÉL.- ¿Qué?

ELLA.- ¡Bravo! ¡Bravo!

ÉL.- ¿No te gusta Julio? Pero si es un clásico.

ELLA.- Un clásico no, una momia. La pregunta es: ¿Cómo es que te gusta Julio? Podrías haber
cantado otra cosa.

ÉL.- Sólo conozco las canciones de Julio Iglesias y de La Trinca.

ELLA.- No, claro. Si esa es tu cultura musical... Pero te la sabes.

ÉL.- Mi madre la pone mucho en casa.

ELLA.- Ah, la madre. ¿Y a La Trinca también la pone?

ÉL.- No, eso lo escuchaba con los compañeros de la mili, los días de permiso.

ELLA.- Pero si la mili fue después.

ÉL.- ¿Después de qué?

ELLA.- Nada... Nada. Yo soy más de Queen, de (en perfecto inglés) Leonard Cohen.

ÉL.- ¿De quién?

ELLA.- ¿Cohen?

ÉL.- No lo conozco.

ELLA.- El de la canción del principio.

25
ÉL.- ¡Ah! Ya... No, no lo había escuchado antes.

ELLA.- No, si ha quedado bien claro que no...

ÉL.- No.

Silencio.

ELLA.- ¿De verdad que no te acuerdas?

ÉL.- ¿Cómo?

ELLA.- De...

ÉL.- ¿De qué?

ELLA.- No. Nada. Mejor así: poco a poco.

ÉL.- Sí. (Al público.) La verdad es que a mi me gusta ir poco a poco...

ELLA.- Sí, es más lógico.

ÉL.- Las cosas se hacen mejor con calma.

ELLA.- De otra forma...

ÉL.- Así vas asegurando lo que ya has conseguido.

ELLA.- … puede que no lo consigas.

ÉL.- Consolidando la relación.

ELLA.- Si vamos deprisa puede que entres en shock.

ÉL.- Así que mejor poco a poco.

ELLA.- Sí, es... Es mejor.

ÉL.- Paso a paso.

ELLA.- Poco a...

ÉL.- Sí. (Al público.) Me llamo Manuel, tengo veintitrés años y hoy es el día de mi boda.

26
ELLA.- Mira, no.

ÉL.- Bueno, ya estoy casado.

ELLA.- ¡Tienes un hijo!

ÉL.- ¿Cómo?

ELLA.- Es 1984. Ha llegado el año de la famosa novela de Orwell y, como no somos conscientes
de cómo The Big Brother será el amo de nuestras vidas de aquí a unos años, tú estás viendo
tranquilamente un partido de baloncesto en la televisión de la sala de espera de un hospital, sin
saber que hace sólo unos días los Estados Unidos han hecho un nuevo ensayo con bombas
atómicas. Tienes veinticinco años, el mismo número que el día del tu boda y estás a punto de tener
un hijo, hombre, varón. Tu, ahora ya, esposa, hace horas que está en el paritorio y tu estado de
nerviosidad ya ha pasado. Todavía no eres consciente de lo que es criar a un hijo. A tu hijo. Por eso
estás delante de un televisor viendo...

ÉL.- Estados Unidos contra España.

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- Las Olimpiadas de Los Ángeles. (Al público.) Me llamo Manuel, tengo 25 años y hoy es el
día en que nace mi primer hijo. Y como se ve que le cuesta nacer -bueno, y que también quería
verlo- estoy delante de la tele viendo a Michael Jordan arrasar él solo con la selección española de
baloncesto. Hace mucho calor. Cómo no va a hacer calor si estamos en agosto. El agosto más
caluroso que recuerdo en mi vida, y eso que he vivido muchos.

ELLA.- ¿Cómo fue para ti este momento?

Silencio.

ELLA.- Uy. ¿Cómo fue?

ÉL.- ¿Eh?

ELLA.- Te decía que cómo fue.

ÉL.- Sí.

ELLA.- ¿Me escuchas?

ÉL.- Sí, sí.

ELLA.- ¿Qué te pasa?

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ÉL.- ¿Eh? Nada, nada.

ELLA.- Es que te estoy preguntando, pero estás como si no...

ÉL.- ¡Uf!

ELLA.- ...estuvieras...

Silencio.

ELLA.- No lo entiendo.

ÉL.- ¡Pasos!

ELLA.- ¿Pasos?

ÉL.- Sí, sí. Pasos. ¿No lo has visto?

ELLA.- ¿Qué tengo que ver?

ÉL.- Los pasos.

ELLA.- Estás hablándome de...

ÉL.- No pitan nada en contra de los americanos.

ELLA.- Vale. Sí. Estás viendo el partido y son los pasos de...

ÉL.- De él. ¡Los pasos de él!

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- Aquí comienza el problema.

ELLA.- ¿Qué problema?

ÉL.- Cuando comienza a caminar.

ELLA.- ¿El jugador?

ÉL.- ¡Mi hijo!

ELLA.- Ah...

28
ÉL.- Al principio, sí, está bien. No duermes por las noches por los lloros y te pasas todo el día
cambiando pañales.

ELLA.- ¿Tú cambiando pañales?

ÉL.- ¿Qué pasa?

ELLA.- No te veo.

ÉL.- Pues qué poca imaginación.

ELLA.- (Al público, disimuladamente.) Mi chico nunca cambió un pañal.

ÉL.- El problema fue después. Cundo un bebé no hace nada, bueno, no se cansa y no necesita
descansar tanto.

ELLA.- Podría ser.

ÉL.- Pero cuando un niño camina, avanza, pisa, circula, deambula, gatea, transita, se tambalea,
corre, se acelera, galopa, fluye, trota y teóricamente se cansa, y hace que te canses...

ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- ¿Por qué no se cansa? ¿Por qué no duerme? ¿Por qué llora? ¿Por qué no descansas? ¿Por qué
no cierras los ojos? ¿Por qué no intentas descansar? ¿Por qué lloras? ¿Por qué continúas despierto?
¿Por qué lloras? ¿Por qué corres por el pasillo por las noches? ¿Por qué lloras? ¿Por qué lloras?
¿Por qué lloras?

ELLA.- ¿Tan duro fue?

ÉL.- Y más.

ELLA.- Yo no lo recuerdo tan duro.

ÉL.- Seis años así. ¡Seis años! Y yo a mi hijo lo quiero mucho, ¿eh? ¡Mucho!

ELLA.- Lo sé, lo sé.

ÉL.- Además, con seis años juega al baloncesto que ya podría formar parte de la selección española,
porque la que teníamos entonces...

ELLA.- ¿Entonces, cuándo?

ÉL.- Entonces.

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ELLA.- ¿Entonces, cuándo estamos?

ÉL.- ¿Cuándo? Cuando se da la mala noticia.

ELLA.- ¡Por fin! La noticia. Aquí quería yo llegar. Aquella noticia que lo cambia todo, que te
cambia la vida.

ÉL.- ¡Exacto! Todo.

ELLA.- Aquella noticia que te hace ser consciente de que la vida tiene fecha de caducidad.

ÉL.- Bueno, yo no lo veo tan así.

ELLA.- Aquella noticia que te da el médico y lo destroza todo.

ÉL.- Sí. El ginecólogo ese...

ELLA.- Hepatólogo.

ÉL.- ¿Hepa...? El ginecólogo, de toda la vida.

ELLA.- Hepa, hepatólogo.

ÉL.- Ginecólogo. Ginecología. Otro.

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- Que vamos a tener otro.

ELLA.- ¡Ah! Esta es la noticia que te cambiaría la vida. Pensaba en...

ÉL.- ¿No te cambian la vida dos niños hiperactivos?

ELLA.- No tienen por qué serlo los dos.

ÉL.- Pero era lo primero que pensé. (Al público.) Los 90 me traen un nuevo hijo hiperactivo.

ELLA.- Hija. Fue niña. La mía. La única. Los noventa comenzaban con su llegada. Mi Aura. Aura
la llamaba yo. Pero su padre la registró como Ariana Aura, y la llamaba Ariana. Lo que no sé es si
la llamaba Ariana antes o después de que lo hiciera mi “suegra”. Sí. De tanto llamarla su padre
Ariana y tooda su familia, la del padre, a la niña le gustó Ariana y no Aura. (Pausa.) Cómo la echo
de menos. Por aquí, ni viene. Puede que no la haya visto. Puede que nunca le hayan dicho que
estoy aquí. Esperando. Esperándola. Y mientras espero, acompaño a otros. Otros como... Como tú.
Como yo. Lo que daría por una abrazo de mi Ariana. De mi Aura. Pero todo salió mal. Primero, el

30
fracaso como artista. Puede que fracaso sea una palabra muy fea, pero cuando no tienes trabajo fijo
ni gente que te dé apoyo, es muy difícil mantenerse en esta profesión. Después, la separación. Eso
fue duro. Para ella, supongo. A mi no me afectó tanto. No me hizo daño, quiero decir. Dejar
Barcelona, perder el contacto con su familia; irnos a vivir con mi hermana; distanciarte de tu
idioma, de tu identidad... En aquel, en aquel momento comencé a perderla. A perderme. Y en
consecuencia a ella. Ella tenía a sus tíos como mejores referentes. Mientras yo, a trabajar, a dar
calases, a respirar, a salir, a conocer a otros hombres, a no querer hablar, a todo y a nada. A recorrer
la vida sin freno. A querer ser más. A querer gritar mis pasiones al viento. A cruzar la verdad con
mentiras. (Pausa.) De tanto cantarle al amor y a la vida, me quedé sin amor una noche de un día.
De tanto jugar con quien yo más quería, perdí, sin querer, lo mejor que tenía.

ÉL.- “Me olvidé de vivir”.

ELLA.- Exacto. ¡Sí! Me olvidé de vivir y por eso estoy aquí.

ÉL.- (Medio cantado.) Me olvidé de vivir. Me olvidé de vivir.

ELLA.- ¿Qué es eso?

ÉL.- Es lo que estabas diciendo.

ELLA.- ¿El qué?

ÉL.- Es Julio.

ELLA.- ¿Julio?

ÉL.- Estabas diciendo la letra de la canción.

ELLA.- ¿Qué canción?

ÉL.- Pensaba que la conocías.

ELLA.- ¿Cuál es?

ÉL.- “Me olvidé de vivir”.

ELLA.- Eso hice yo.

ÉL.- Ya...

Silencio.

ÉL.- ¿Estás bien?

31
ELLA.- ¿Eh? ¡Ah! Sí, sí. Ahora ya... (Irónica.) He expiado mis pecados.

ÉL.- ¿Católica?

ELLA.- Aquí nadie me ha hecho creer en nada de eso.

Silencio.

ÉL.- Por cierto.

ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- Tú antes me lo has preguntado y, desde entonces, no he parado de hablar.

ELLA.- ¿Qué quieres decir?

ÉL.- ¿Cómo te llamas?

ELLA.- ¡Ah! (Gira su maleta y le muestra el nombre que está escrito: María Teresa Higón.) Teresa.
María Teresa.

ÉL.- Encantado. Yo, Manuel. Bueno, ya lo sabes.

ELLA.-Sí.

Se dan dos besos.

ELLA.- ¿Y tu mujer?

ÉL.- ¿Perdón?

ELLA.- ¿Cómo se llama?

ÉL.- ¡Ah! Victoria.

ELLA.- Un nombre bonito.

ÉL.- Sí... Teresa también lo es.

ELLA.- ¿Teresa?

ÉL.- Sí.

ELLA.- ¿María Teresa?

32
ÉL.- Sí. Como las Teresinas. ¿Te acuerdas? Eso también fue en los noventa. Claro que yo no tenía
mucho tiempo para la tele. Ninguno de los dos. Con dos hijos...

ELLA.- ¿Hiperactivos?

ÉL.- ¡No! Aquí has acertado. El segundo es calmado. Muy calmado. Más artístico, como tú. Y el
primero más... Más deportivo.

ELLA.- Que bien.

ÉL.- ¡No!

ELLA.- ¿Por qué no?

ÉL.- No podemos hacer ninguna actividad juntos. Uno no para quieto y el otro ni se mueve. Uno es
explosivo y el otro un valium con patas. Yo creo que será filósofo, o escritor, o pensador. Todo el
día quieto. Sólo se dedicará a pensar, y a escribir. Todo el tiempo. Y le pagarán por hacerlo, porque
lo hará muy bien. Ahora, para moverlo... Yo pagaría.

ELLA.- ¿Te imaginas que escribe sobre ti?

ÉL.- ¿Y qué sacaría escribiendo sobre mi?

ELLA.- No sé. Puede que quiera explicar tu vida.

ÉL.- No creo.

ELLA.- Lo que me has explicado del convite y las suegras era gracioso.

ÉL.- Ya, pero eso no se puede contar.

ELLA.- ¿Por qué no?

ÉL.- Y si lo cuenta, que cambie cosas para que no parezca la misma historia. No, no, no. Mejor
que no.

ELLA.- Pues yo me imagino a mi hija como actriz. Una buena, eh.

ÉL.- Bueno...

ELLA le lanza una mirada acusadora a ÉL.

ELLA.- Más que actriz, hace teatro. Y me utiliza a mi, o el recuerdo que tiene de mi, para hacer un
personaje. ¿Te imaginas?

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ÉL.- No.

ELLA.- Sí. Que me utiliza para explicar historias, obras de teatro. Para poder expresarse como yo
noca lo conseguí. Y que me disfraza, como ahora, que no sé muy bien qué hago con un vestido de
novia cuando yo nunca me he casado. Ni lo haré, claro. Puede que quiera darme una vida más
convencional. Puede que sepa que de tanto en tanto pienso en cómo habría sido todo de otra
manera.

ÉL.- ¿Nunca te casaste?

ELLA.- No.

ÉL.- Pero con pareja y con una hija...

ELLA.- Ya, ¿y?

ÉL.- No, nada.

ELLA.- Claro que me presionaron. Finales de los 80... No éramos tan modernos como
pensábamos.

ÉL.- Tampoco ahora.

ELLA.- Ahora, ¿cuándo?

ÉL.- Ahora.

ELLA.- Ahora... De todas formas, mejor no haberme casado. Habría pedido el divorcio a los años.

ÉL.- Ya. ¿Qué pasó?

ELLA.- ¿Eh? Bueno, nada del otro mundo. El alcohol...

ÉL.- Ah...

ELLA.- Ya sabes. Y nos fuimos.

ÉL.- A vivir aquí.

ELLA.- Aquí no se puede.

ÉL.- ¿No?

ELLA.- No.

34
Silencio.

ÉL.- ¿Y por qué vas con un vestido de novia?

ELLA.- ¿Tú qué crees?

ÉL.- No lo sé. ¿Por qué?

ELLA.- Porque tú has decidido aparecer así. De esta forma.

ÉL.- ¿De qué forma?

ELLA.- Así, con... Con... Tal como estabas el día de tu boda.

ÉL.- No te entiendo.

ELLA.- ¿Todavía no te has dado cuenta?

ÉL.- ¿De qué?

ELLA.- ¿De qué va a ser?

ÉL.- ¿Qué es?

ELLA.- ¿El qué?

ÉL.- ¿Qué va ser qué?

ELLA.- ¿Qué?

ÉL.- ¿Qué quieres decirme?

ELLA.- ¿Tú qué crees?

ÉL.- ¿ De lo que quieres decirme?

ELLA.- ¿Te has dado cuenta?

ÉL.- ¿De – qué?

ELLA.- ¿Qué pasa?

ÉL.- ¿Cómo que qué pasa?

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ELLA.- ¿Qué está pasando?

ÉL.- ¿Pasando?

ELLA.- ¿Qué ha dejado de pasar?

ÉL.- ¿Dejado?

ELLA.- ¿Estás haciendo las conexiones?

ÉL.- ¿Por qué me hablas ahora de electricidad?

ELLA.- ¿Atando cabos?

ÉL.- ¿De la marina?

ELLA.- ¿Quién es la Marina?

ÉL.- ¿Del mar?

ELLA.- ¿Quién habla ahora del mar?

ÉL.- ¿Sabes que hice la mili en la marina?

ELLA.- ¿La comarca?

ÉL.- ¿Una comarca?

ELLA.- ¿La marina?

ÉL.- ¿Sabes que hice la mili cuando el golpe de estado?

ELLA.- ¿En el 36?

ÉL.- ¿Cómo?

ELLA.- ¿Cuando Franco?

ÉL.- ¿Sabes que en 81 hubo un golpe de estado?

ELLA.- ¿Sabes qué me importaba a mi el golpe de estado?

ÉL.- ¿Dónde estabas?

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ELLA.- ¿Dónde estaba?

ÉL.- ¿Dónde estabas?

ELLA.- (Pensativa.) ¿Dónde estaba?

ÉL.- ¿En Londres?

ELLA.- ¿Por qué en Londres?

ÉL.- ¿No has dicho antes en Londres?

ELLA.- ¿Y a ti que te importa dónde estaba?

ÉL.- ¿Y a ti, por qué no te importa?

ELLA.- ¿Sabes que esa no es la pregunta?

ÉL.- ¿Dónde estabas?

ELLA.- ¿Dónde estoy?

ÉL.- (Extrañado.) ¿Dónde estás?

ELLA.- ¿Dónde estoy?

ÉL.- ¿Dónde estás?

ELLA.- ¿Sabes dónde estoy?

ÉL.- ¿Y a mí qué me importa dónde estás?

ELLA.- ¿Dónde estás?

ÉL.- ¿Dónde estoy?

ELLA.- ¿Dónde.... estás?

ÉL.- ¿Dónde... estoy?

ELLA.- ¿Quieres más pistas?

ÉL.- ¿Pistas?

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ELLA.- ¿Señales?

ÉL.- ¿Pistas? ¿Señales?

ELLA.- ¿Recuerdas?

ÉL.- ¿Por qué dices si recuerdo?

ELLA.- ¿Lo recuerdas todo?

ÉL.- ¿Qué quieres decir?

ELLA.- ¿Lo recuerdas todo hasta el final?

ÉL.- ¿Qué final?

ELLA.- (Respira.) ¿Sabes qué hay un final?

ÉL.- ¿Cómo se puede saber el final?

ELLA.- ¿No lo sabes?

ÉL.- ¿Cómo puedes recordar el final si es el final?

ELLA.- Porque yo ya he vivido el final.

ÉL.- ¿Y yo?

ELLA.- ¿Qué pasó?

ÉL.- ¿Cuándo?

ELLA.- ¿Qué está pasando?

ÉL.- ¿Ahora?

ELLA.- Des de hace dos años.

ÉL.- Hace dos años, no son los noventa.

ELLA.- No.

ÉL.- Ni los dos mil.

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ELLA.- 2017.

Silencio.

ÉL.- ¿Quién eres tú?

ELLA.- Yo soy Teresa, ¿y tú?

ÉL.- Yo Manuel, me llamo Manuel... Y tengo... Tengo sesenta años. Estoy... Estoy en un hospital.
Todo blanco. Pasillos blancos, muros blancos, artefactos blancos y bata blanca.

ELLA.- ¿Y qué más?

ÉL.- Más... Mes... ¿Meses?

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- Tres meses. Está confirmado.

ELLA.- ¿El qué?

ÉL.- ¡Me han hecho abuelo! Bueno, todavía no porque sólo está de tres meses. Pero seré abuelo.

ELLA.- Sí, en 2019.

ÉL.- Es una niña. Será preciosa. Y pienso enseñarle a jugar al baloncesto, como hice con su padre.

ELLA.- No vayas tan deprisa.

ÉL.- Claro. No te había dicho que mi hijo, el mayor, se ha casado.

ELLA.- Aquí todos se casan menos yo.

ÉL.-Sí, y tiene piso, y un perro, y todo.

ELLA.- Mira qué bien.

ÉL.- Y yo estoy contento, y Victoria, y todos. Seremos abuelos. ¡Abuelos!

ELLA.- ¡No!

ÉL.- ¿No?

ELLA.- Quiero decir... No me refería a eso.

39
ÉL.- ¿A qué te referías?

ELLA.- 2017. Cincuenta y ocho años. Todavía no había embarazo.

ÉL.- No.

ELLA.- Recuerda. Estás en el hospital. Todo blanco. Pasillos blancos, muros blancos, artefactos
blancos, y bata blanca. ¿Sí?

ÉL.- Sí.

ELLA.- ¿Y qué más?

ÉL.- ¿Más?

ELLA.- Sí.

ELL.- Más... Mes... Octubre. Veinticinco de octubre. Un mes después del cumpleaños de mi
segundo hijo.

ELLA.- ¿Veinticinco?

ÉL.- Veinticinco.

ELLA.- De octubre.

ÉL.- Sí...

ELLA.- ¿Y qué más?

ÉL.- Hace calor. Hoy es el día más caluroso de 2017. Entre el platzao de paella que me ha puesto
mi madre para comer y el calor que tengo en el cuerpo, que no me lo puedo quitar de encima,
estoy más rojo que la sangre que me han sacado.

ELLA.- ¿Quienes?

ÉL.- El de blanco.

ELLA.- ¿El hepatólogo?

ÉL.- Sí, el hepatólogo.

ELLA.- ¿Qué te pasa?

40
ÉL.- Se acaba.

ELLA.- ¿Qué se acaba?

ÉL.- Llego al final.

ELLA.- Te quedan dos años.

ÉL.- Sí.

ELLA.- ¿Y qué haces?

ÉL.- Nada.

ELLA.- ¿Cómo que nada?

ÉL.- Callo.

ELLA.- ¿No se lo dices a nadie?

ÉL.- A mi mujer.

ELLA.- ¿Sólo?

ÉL.- Creo que mi hijo, el pequeño, sabe alguna cosa.

ELLA.- ¿Cómo lo sabe?

ÉL.- Creo que escuchó alguna cosa de una discusión que tuve con Victoria.

ELLA.- ¿Sobre qué?

ÉL.- Sobre la vida.

ELLA.- ¿La tuya?

ÉL.- La mía.

ELLA.- ¿Sabes dónde está tu hijo ahora?

ÉL.- ¿Ahora, cuándo?

ELLA.- En 2019.

41
ÉL.- No lo sé.

ELLA.- ¿Quieres saberlo?

ÉL.- Sí.

ELLA.- Sí. Creo que ya estás preparado.

ÉL.- Sí.

ELLA.- Tu hijo... ¿Cómo se llama?

ÉL.- Adrián.

ELLA.- Adrián está en la cafetería del hospital y todavía queda un mes para el nacimiento de tu
nieta. Tu hijo acaba de donar sangre. Para ti. Mucha sangre. Nunca había donado sangre. Al menos,
eso ha dicho. Hay televisiones encendidas. España juega la final del mundial de baloncesto y hace
calor. Puede que sea el día más caluroso de 2019. El agosto más caluroso de tu vida, y eso que has
vivido muchos.

ÉL.- España, Argentina.

ELLA.- España, Argentina.

ÉL.- Los Estados Unidos están eliminados.

ELLA.- Sí. Quedan veinticinco segundos de partido.

ÉL.- ¿Veinticinco?

ELLA.- Sí, ya sabes. Veinticinco.

ÉL.- Todo un mundo. ¿Quién gana?

ELLA.- Por eso está tu hijo ahí, en la cafetería, para decirte cuando despiertes quién y cómo
ganó. Y para comer algo.

ÉL.- ¿Estoy soñando?

ELLA.- Parece.

ÉL.- ¿Esto es un sueño?

ELLA.- Un recorrido.

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ÉL.- ¿Sabré cómo queda la final?

ELLA.- No.

ÉL.- ¿Dónde está mi hijo?

ELLA.- En el suelo. Se ha desmayado. Ha perdido mucha sangre y no ha llegado a comer nada.

ÉL.- ¿Dónde estoy yo?

ELLA.- Tú ya estás aquí. Tú también has perdido sangre.

ÉL.- Tú no te olvidaste de vivir.

ELLA.- No.

ÉL.- ¿Tú estás...?

ELLA.- Sí.

Silencio.

ÉL.- ¿Qué fue?

ELLA.- Ovarios.

ÉL.-¿Y tu hija?

ELLA.- Con mi hermana.

ÉL.- Claro.

Silencio.

ÉL.- ¿Qué haces aquí?

ELLA.- Ayudarte a recordar.

ÉL.- ¿Recordar?

ELLA.- A transitar.

ÉL.- Entiendo.

43
Silencio.

ÉL.- ¿Quién eres tú?

ELLA.- Yo soy Teresa, tu vecina. (Mira hacia las maletas.)

ÉL.- Nunca he tenido una vecina que se llamase Teresa.

ELLA.- Ahora sí.

ÉL.- ¿Cuándo?

ELLA.- Ahora, por siempre.

ÉL.- Entiendo.

Silencio.

ÉL.- Ya no puedo recordar más.

ELLA.- Eso es porque ya has llegado.

ÉL.- ¿Al final?

Silencio. ELLA traga saliva.

ÉL.- Entiendo. Claro. Pero no.

ELLA.- ¿No? ¿Cómo que no?

ÉL.- Como que no. Ahora no. No puede ser. Me queda mucho por hacer.

ELLA.- Ya está todo hecho.

ÉL.- No. Claro que no.

ELLA.- Que sí, hombre.

ÉL.- ¡No!

ELLA.- Te tienes que ir.

ÉL.- No puedo.

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ELLA.- No existe razón.

ÉL.- No les he dicho a mis hijos que estoy orgulloso de ellos.

ELLA.- Seguro que sí.

ÉL.- No lo suficiente. No le he dado las gracias a Victoria por todo. No los he abrazado bastante
como para que me recuerden por siempre. No me han visto sonreir tantas veces como tendría que
ser. No me he despedido de ellos. No me puedo ir.

ELLA.- Claro que puedes. Claro que lo has hecho.

ÉL.- No quiero que piensen que soy...

ELLA.- ¿Como tu padre?

ÉL.- Como un padre desagradecido.

ELLA.- ¡Y no lo eres!

ÉL.- Quiero quedarme.

ELLA.- ¿Cómo?

ÉL.- Quiero quedarme, aquí, como tú.

ELLA.- No, no quieres eso.

ÉL.- Sí. Me quedaré aquí, como tú, a esperarlos, y entonces les diré todo lo que no les he dicho.

ELLA.- No te lo recomiendo. Hazme caso. Ya está todo hecho. No cometas el mismo error que yo.

ÉL.- ¿Erro? No. Si fuera un error no estarías aquí.

ELLA.- Tienes... Tienes razón. Vamos.

ÉL.- ¿Cómo?

ELLA.- Que yo te acompaño.

ÉL.- Pero, ¿y tu hija?

ELLA.- Tendré que dejar que viva su vida, ¿no cres? No creo que a nuestros hijos les haga falta
fantasmas rondado por la cabeza.

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ÉL.- No. Tienes raón.

ELLA.- Estarán bien.

ÉL.- Sí.

ELLA.- Sí.

Silencio.

ELLA.- ¿Vamos?

ÉL.- Sí, vamos.

No se mueven. Silencio.

ÉL.- Es curioso...

ELLA.- ¿Sí?

ÉL.- Digo que es curioso.

ELLA.- ¿El qué?

ÉL.- No recuerdo nada doloroso.

ELLA.- ¿Cres que ahora una piensa en esas cosas?

ÉL.- ¿Ahora?

ELLA.- Ahora te quedas con lo que cuenta.

ÉL.- ¿Y qué cuenta?

ELLA.- Cuenta que te llamas Manuel, que tienes veintitrés, veinticinco, treinta, cincuenta y ocho,
sesenta, que eres feliz, que has sido feliz, que has tenido momentos difíciles, sí, pero has vivido,
nene.

ÉL.- Hombre.

ELLA.- Pero nene. Y yo también. Ya está todo hecho.

ÉL.- Ya está todo hecho.

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Se anima a irse pero recula.

ÉL.- ¿Y mi nieta?

ELLA se acerca a ELL y le coge de la mano.

ELLA.- Unos que nacen otros morirán. Unos que ríen otros llorarán. Aguas sin cauces, ríos sin
mar, penas y glorias, guerras y paz.

ÉL.- Siempre hay por qué vivir, por qué luchar.

ELLA.- Siempre hay por quién sufrir y a quién amar.

Caminan hacia las maletas.

ÉL.- Al final, las obras quedan, las gentes se van. Otros que vienen las continuarán. La vida sigue
igual.

Se acompañan por el pasillo iluminado, cogidos de la mano, cruzando y dejando atrás sus
maletas, como si fuera dos novios saliendo de la iglesia.

Oscuro.

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