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Daniel Dannery
OFICINA PRESIDENCIAL
Breviario para el manejo parcial de un país.
(2017)
“El Vino Blanco.- (…) Las hojas de los árboles caen este año
con excepcional abundancia. Hay regiones donde se han recogido
diez veces más hojas muertas que de ordinario, tanto que los precios
se han desplomado de una manera catastrófica y la miseria amenaza
a nuestros fabricantes de quesos de hojas muertas que ya no
pueden encontrar mercados para colocar sus productos.
El Presidente. – Tiene la palabra el señor Ministro de Barcos a la
Deriva
El Ministro de Barcos a la Deriva.- Puedo asegurarle al Vino Blanco
que el Gobierno ha estudiado ya ese asunto y espera presentar
dentro de poco un proyecto acabado a la consideración de la
asamblea. Pero desde ahora puedo anunciarle que el Gobierno ha
previsto el posible empleo de las hojas muertas para la fabricación de
faros flotantes que han rendido tan buenos servicios a nuestra
Marina durante la última guerra.
El Vino Blanco.- A partir de ahora miraré el futuro con ojos de vidrio.
(Aplausos.)“
(Benjamín Péret en Mueran los Cabrones y los Campos del Honor.)
DRAMATIS PERSONAE:
(4M)
EL SEÑOR PRESIDENTE
EL SECRETARIO PRESIDENCIAL
EL BEBÉ*
EL EXTRANJERO*
EL TRADUCTOR
EL PALERO*
EL PUEBLO. Un coro a lo lejos.
LA MADRE. Una voz
EL FANTASMA. Una presencia.
*estos personajes pueden ser interpretados por un mismo actor.
PRÓLOGO.
Se escucha a lo lejos un barullo eufórico. Proclamas intentendibles que dan la
sensación de una marea sonora. También se dejan pasar notas musicales, que al
caso vamos, puede ser cualquier cosa.
Una luz directa descubre la figura de EL SEÑOR PRESIDENTE, un hombre con
estampa de maniquí, con una sonrisa tan imposible, como la historia que lo ha
llevado a estar bajo ese cenital y frente a ese mícrofono.
Durante segundos largos, tal vez eternos, este trozo de carne sonriente, como un
muñeco, se mantiene impávido.
El hombre pestañea, y el coro se eleva. Tal parece el solo movimiento de su
cuerpo ayuda a promover la algarabía de un gentío que está tan pérdido en la
emoción, que a estas alturas de la noche, en medio de esa plaza, ya no
diferencian “Hay”, de “ahí” ni mucho menos de “ay”.
El maniquí levanta una mano en alto y el coro cesa. La imagen ahora recuerda a
esas figuras del poder que adornan el cuerpo con símbolos en señal de muerte.
Pero una que divierte. O al menos que hace divertir a los que la ejercen. De su
inmutable sonrisa estacionada se exclama un tímido sonido inentendible.
EL SEÑOR PRESIDENTE
¡Auy!
El silencio sepulcral, cambia por un instante el pasado ambiente de excesiva
celebración. Y de la nada, un estruendoso alarido aún más tormentoso que el
anterior. EL SEÑOR PRESIDENTE baja su mano de una forma tan mécanica que
recuerda, por primera vez, el momento que lo llevó a subirla inicialmente.
Comienza de esta manera el discurso.
EL SEÑOR PRESIDENTE
¡Au, ai, ei, ey!, oi, ¡ie! ¿¡Au, ai, ei, ey!, oi, ¡ie!? ¡iei! Hay ay ahí, ahí, hay, ay. Ahí,
hay, ay. A-HÍ. H-A-Y. A-Y. A. Hí. H.A.Y. A. Y. Hay, ay, ahí. Ahí, ay, hay. Ay! Ay!
Ay! Ayyyyyyyy! Ay, ay, ay. Ahí, ahí, ahí. Ahí. Ahí. Ahí. Hay, hay, hay. Hay. Hay.
Hay. A, E, U, O, U. A, E, I, O, U. Ai oi ei. Ey, ei, au. ¡Au au au! ¡AU! ¡IEI! ¡IEI! ¡IEI!
¡Aiía haia ia ieie! ¡iiiieiu i iieiio! ¡aia! ¡oiaioia! ¡ueue!
El público se enaltece. Una bulla general, gritos de emoción, fuegos artificiales, y
fuertes pitidos cierran en seco, el inicio de esta tragedia.
ESCENA 1: DIOS NOS ABANDONÓ.
Oficina presidencial, con escritorio presidencial donde descansa la agenda
presidencial, que parece un libraco polvoriento que no se ha abierto en mucho
tiempo. En la cabecera un gran cuadro del señor presidente. El alfombrado no es
tan llamativo. Una amplia ventana abierta deja ver el cielo que pareciera estar
incendiado, es mediodia. Del exterior el ruido de una horda se escucha lejano, por
momentos va y viene. Una imponente puerta en el lateral izquierdo.
Entra El Secretario.
SECRETARIO: ¡Señor Presidente!
PRESIDENTE: Pase y tome asiento.
SECRETARIO: Si me disculpa, así estoy bien.
PRESIDENTE: ¿Noticias?
SECRETARIO: Malas.
PRESIDENTE: Siéntese entonces.
SECRETARIO: La verdad me gustaría quedarme de pie.
PRESIDENTE: Y a mí me gustaría verlo sentado.
Silencio incómodo. Que el secretario se siente o no, dependerá del juego actoral.
PRESIDENTE: ¿Por qué son malas?
SECRETARIO: ¿Disculpe?
PRESIDENTE: Las noticias.
SECRETARIO: Parece que es el clima.
PRESIDENTE: ¿Y por eso gritan?
SECRETARIO: No escucho a nadie gritar.
PRESIDENTE: Viene y va.
SECRETARIO: Es por el clima señor.
PRESIDENTE: ¿Qué tiene que ver el clima en esto?
SECRETARIO: No llueve señor.
PRESIDENTE: ¿Y por eso tanta bulla?
SECRETARIO: Tal parece las medidas que se han tomado para el ahorro de las
aguas no han satisfecho al pueblo.
PRESIDENTE: Debería llover siempre.
SECRETARIO: Tampoco nos conviene.
PRESIDENTE: ¿Por qué?
SECRETARIO: Aún no le hemos dado solución a la crisis aquella del aguacero.
PRESIDENTE: ¿Cuál crisis?
SECRETARIO: Es mejor no hablar de eso, señor.
PRESIDENTE: Pues me parece bien, sino hablamos de crisis, nadie preguntará
que hay o hubo una crisis. ¿No le parece?
SECRETARIO: Me parece.
PRESIDENTE: ¿Y qué es lo que quieren?
SECRETARIO: Su renuncia.
PRESIDENTE: ¿Porque no llueve? ¿Y acaso yo tengo la culpa de que no llueva?
¿Y no quieren nada más?
SECRETARIO: Pues parece que eso es todo.
PRESIDENTE: ¿Y dejarán de gritar?
SECRETARIO: A menos que llueva.
Pausa. Se escucha ruido proveniente del exterior.
SECRETARIO: ¿Y?
PRESIDENTE: Pienso. (pausa) ¿Podemos hacer que llueva de nuevo?
SECRETARIO: Hasta ahora parece que es improbable.
PRESIDENTE: ¿Y qué es probable?
SECRETARIO: Que no llueve.
PRESIDENTE: Si claro, estoy de acuerdo.
SECRETARIO: Yo también. (pausa)
PRESIDENTE: ¿Y?
SECRETARIO: Pienso en cómo podemos hacer que llueva de nuevo.
PRESIDENTE: ¿Y?
SECRETARIO: Me parece que no es viable, señor.
PRESIDENTE: ¿Por qué?
SECRETARIO: Poque no podemos controlar el proceso natural que produce la
lluvia.
El presidente se para de su asiento. Bulla. Se dirige a la ventana. Luego mira el
cuadro, mira a su Secretario, ambos se miran por unos segundos, luego el
Presidente vuelve a dirigir la mirada al cuadro, su secretario le acompaña en la
reflexión, ambos miran fijamente el cuadro.
PRESIDENTE: ¿Y no podemos echarle la culpa a alguien?
SECRETARIO: ¿Al enemigo?
PRESIDENTE: ¿Qué enemigo?
SECRETARIO: Tiene muchos, señor.
PRESIDENTE: Sí, claro… ¿pero a cuál de todos?
SECRETARIO: Podemos decidir.
PRESIDENTE: Y si más bien le echamos la culpa a Dios, despues de todo es él el
que hace que llueva ¿no?
SECRETARIO: Me parece que el proceso de la lluvia nada tiene que ver con Dios.
PRESIDENTE: Pero digo, podemos echarle la culpa a él.
SECRETARIO: ¿Y la iglesia?
PRESIDENTE: ¿Qué?
SECRETARIO: Por ahora la tenemos de nuestro lado, pero si le achacamos el
problema a Dios, puede que el arzobispo nos acuse de injuria.
PRESIDENTE: Pues bien merecido que se lo tiene, porque si en este país no
llueve es porque dios nos ha abandonado, y si dios nos ha abandonado es porque
la comunicación que debería tener ese señor con él, hace rato que dejó de ser
efectiva. ¿Está de acuerdo?
SECRETARIO: (Anotando en su libretita) Un momento señor.
PRESIDENTE: (Mira su cuadro) Por eso es que soy importante, porque si Dios
nos abandonó, entonces quién se va acordar de este pueblo. No hace falta más.
SECRETARIO: ¿Qué haremos cuando el arzobispo convoque a rueda de prensa
para desmentirlo?
PRESIDENTE: ¿Tiene permiso de eso?
SECRETARIO: ¿De la rueda de prensa?
PRESIDENTE: Ajá.
SECRETARIO: Sí, claro, recuerde que este es un país de libre expresión.
Sobretodo para la iglesia.
PRESIDENTE: Una hermosa herencia de nuestra democracia, porque si no fuese
así, esa gente allá abajo no estaría gritando echandole la culpa a Dios de esta
sequía. (Pausa) ¿Hace calor verdad?
SECRETARIO: Un poco sí. ¿Y?
PRESIDENTE: ¿Y?
SECRETARIO: Lo de la rueda de prensa.
PRESIDENTE: Ah, no te preocupes de eso, cuando la convoque seguro llueve. Y
ese momento será importante, secretario.
SECRETARIO: ¿Por qué?
PRESIDENTE: La iglesia nos lo agradecerá. Porque si Dios no escucha a la
iglesia, y llueve, es porque me escucha a mi. Restauraré la fe en este país.
Demostrando que amor con amor se paga.
SECRETARIO: ¿Y mientras tanto que hacemos con la gente de abajo?
PRESIDENTE: Pues mandales una ballena, ¿no tienen sed?
SECRETARIO: Hermosa idea.
PRESIDENTE: ¿Se da cuenta?
SECRETARIO: ¿Si?
PRESIDENTE: Sólo hay que saber pensar.
SECRETARIO: ¿Y qué le decimos al gavinete?
PRESIDENTE: No les diga nada. Si algo tienen que decir, ya los escucharemos
hablar, ¿no hay libertad de expresión, pues?
1
Los dos monólogos pertenecientes a la madre pueden ser resueltos sin la presencia de la actriz.
Queda a libre juicio del director.
la humedad, y como tu sabes que Ernestina heredó las tierras de Alfonso por allá
en San Jacinto, y ya esa mujer está cansada y no tiene ni fuerza… ni voluntad
para mantenerlas… en fin, que te llamaba para darte las gracias por la ampliación
de la piscina, Joseito está feliz, ¡ayyyyy! es que tienes que verlo todo el día con el
inflable de Pikachú, chapoteando. Pásate por la casa y hacemos una parrilita vale,
y llamamos a Juan y a Lorenzo que hace tiempo que no te ven, y siempre me
preguntan, bueno, ellos siempre te ven por televisión, pero por supuesto sabes
que su interés no es para nada con tus obligaciones, ellos entienden. Tu sabes
cómo son ellos de jodedores, que si te pasas por la casa tu pagas las cervezas,
que uno todos los días no se toma unas cervezas con el presidente de un país. El
otro día me encontré a Gabriela, está guapisima, quien iba a pensar que esa
carajita con los dientes salidos y esos lentes horribles anaranjados iba a ser como
el patito feo -desde que se consiguió ese novio, que tiene un aura así como
misteriosa, esa muchacha se puso a valer-. Bueno mi amor, te mando un beso,
devuelveme la llamada, por cierto te ves bello por televisión, todos los días te veo.
Chao.
ESCENA 2: EL NIÑO BOMBA.
La oficina a oscuras. Unas velas iluminan el espacio. Entra El Secretario con una
linterna. Desde la ventana se deja ver una cicatriz de luz, producto del sol en el
exterior.
SECRETARIO: ¡Señor Presidente!
PRESIDENTE: Pase y tome asiento.
SECRETARIO: Si me disculpa, así estoy bien.
PRESIDENTE: ¿Noticias?
SECRETARIO: Malas.
PRESIDENTE: Siéntese entonces.
SECRETARIO: La verdad me gustaría quedarme de pie.
PRESIDENTE: Y a mí me gustaría verlo sentado.
Silencio incómodo. Que el secretario se siente o no, dependerá del juego actoral.
PRESIDENTE: ¿Por qué son malas?
SECRETARIO: ¿Disculpe?
PRESIDENTE: Las noticias.
SECRETARIO: Una lagartija ha hecho fallar los modulos de la central eléctrica y el
país ha quedado a oscuras.
PRESIDENTE: ¿Eso lo dice en sentido figurado?
SECRETARIO: Lo digo en el sentido literal señor.
PRESIDENTE: ¿Literal?
SECRETARIO: Que no hay luz.
PRESIDENTE: ¿Le parece?
SECRETARIO: A las pruebas me remito.
PRESIDENTE: ¿Cuáles pruebas?
SECRETARIO: Que está todo a oscuras señor.
PRESIDENTE: A mi me parece que un rayo de luz se deja ver por la ventana.
SECRETARIO: Es el sol.
PRESIDENTE: Pensaba que hablaba de la luna.
SECRETARIO: Aún es de día señor.
PRESIDENTE: ¿Está usted seguro?
SECRETARIO: Y ahora que hemos tenido este pequeño percance eléctrico
debería abrir las ventanas y dejar pasar un poco la luz.
PRESIDENTE: Quedese quieto, así como estamos, estamos bien.
SECRETARIO: Pero señor…
PRESIDENTE: ¿Si?
SECRETARIO: No podremos vernos mientras hablamos.
PRESIDENTE: No sería la primera vez.
SECRETARIO: Claro, pero debe usted firmar la orden de supervisión de la central
eléctrica.
PRESIDENTE: Diga usted que el señor presidente no firmará nada hasta que no
se haya resuelto el problema de la luz en señal de protesta.
SECRETARIO: Pero señor…
PRESIDENTE: ¿Si?
SECRETARIO: De usted depende que vuelva la luz.
PRESIDENTE: Está usted equivocado, este es un pueblo autosuficiente, capaz de
solucionar por si mismo sus problemas.
SECRETARIO: Pero señor…
PRESIDENTE: ¿Si?
SECRETARIO: Todo el gabinete ministerial está esperando que firme la orden de
supervisión, para dar inicio a la evaluación de los gerentes de la central eléctrica y
la ubicación del réptil que hizo estallar el generador.
PRESIDENTE: ¿Disculpe?
SECRETARIO: Que si no firma la orden, nadie levantará un dedo para que la luz
vuelva.
PRESIDENTE: ¿Y eso por qué?
SECRETARIO: Es el principio de su gobierno.
PRESIDENTE: Pues me han entendido mal…
SECRETARIO: ¿Disculpe?
PRESIDENTE: (Pensativo, lángido, nostálgico, con cierta melancolía en el hablar)
Es interesante la forma como el hombre ha logrado a través de su creatividad
formar y reorganizar su cerebro para darnos la ilusión de la felicidad. Cuando
formamos parte hace miles de años de la creación de la tierra -en la que todo fue
oscuridad- porque al principio todo fue oscuridad, el hombre con su inteligencia
primaria, incendió el mundo con el fuego, y no me refiero a que lo destruyó con el
fuego, todo lo contrario. Logró iluminar lo que antes por designios de la luna
estaba entre las sombras y en ese momento el hombre también fue Dios, pues se
equiparó y se puso a la altura del sol, al dotar a sus cavernas de la comodidad del
calor y la luz, pues donde antes hubo oscuridad ahora había luz. Si pensamos en
esa maravilla, que a nuestros tiempos pueden resultar insignificantes, veríamos
con otros ojos los suiches de préndido y apagado. Pues hacer fuego no era tarea
fácil y hoy lo tenemos al alcance de un <<click>>.
El señor presidente hace <<click>> en un encendedor. Su rostro se ilumina
tenuemente.
SECRETARIO: ¿Y el réptil?
PRESIDENTE: Que lo devuelvan a su hábitat natural, pero antes me le toman una
foto.
SECRETARIO: ¿Una foto?
PRESIDENTE: Sí, una foto.
SECRETARIO: ¿Para qué?
PRESIDENTE: Es la única evidencia que tenemos de que la luz no se ha ido por
nuestra ineficiencia.
SECRETARIO: Bien pensado señor.
PRESIDENTE: Gracias.
SECRETARIO: El único problema es que no hemos dado con la iguana.
PRESIDENTE: Este país está repleto de ellas, mande a cualquiera a buscar una
en el lago.
SECRETARIO: Como usted diga. Por otra parte, nos ha llegado una caja para
usted.
PRESIDENTE: ¿Quién la envia?
SECRETARIO: No dice, pero nuestro cuerpo de inteligencia ha dado con el
supuesto remitente.
PRESIDENTE: ¿Y?
SECRETARIO: La caja parece haber sido enviada por un grupo disidente a su
mandato.
PRESIDENTE: ¿Y así quieren que me vaya? ¿enviandome regalos?
SECRETARIO: Uno bastante particular.
PRESIDENTE: ¿Si? ¿Es bonito?
SECRETARIO: Yo no diría bonito.
PRESIDENTE: ¿Y qué es?
SECRETARIO: Antes de que se fuera la luz, en medio de la pésquisa, la máquina
rayos x ha devalado lo que parece ser un niño. Pero no estamos seguros.
PRESIDENTE: ¿Un niño? ¿Y el cuerpo de seguridad está al tanto?
SECRETARIO: Están almorzando.
PRESIDENTE: ¿Ya es la hora de almuerzo?
SECRETARIO: Si.
PRESIDENTE: Debe ser difícil comer en medio de esta oscuridad.
SECRETARIO: Nunca lo he intentado.
PRESIDENTE: Debería. Deberíamos hacerlo más seguido, así recordaríamos a
nuestros antepasados, que antes de la invención del fuego comían en medio de
las más negras de todas las oscuridades.
SECRETARIO: ¿Quiere que hagamos un decreto?
PRESIDENTE: Debo pensar más en ello. Estudiar cómo podríamos aplicar estas
horas de incertidumbre en honor de la patria. Hay que volver a abrazar la
naturaleza, agendelo.
SECRETARIO: Cuando vuelva la luz.
PRESIDENTE: Al volver la luz seremos más eficientes, anótelo.
SECRETARIO: Cuando vuelva la luz.
PRESIDENTE: Por amor.
SECRETARIO: El pueblo lo sabrá agradecer.
PRESIDENTE: Y en medio de esa oscuridad el hombre de las cavernas retrataba
su vida. Pintaba en las piedrecillas que adornaban su cueva, en el día a día, sus
tácticas de caza, su obsesión por las formas femeninas, que aún a la luz de la luna
y sin el fuego seguían siendo curvas. ¿No le parece apasionante?
SECRETARIO: Si señor.
PRESIDENTE: Piense que hoy, luego de ya pasado miles de años, la oscuridad
levanta pasiones.
Silencio incómodo. Se escucha a lo lejos un coro de gente protestando, es quizás
menos abrasivo que el anterior, la euforia parece ahora pesadez, y no es tanta
gente.
PRESIDENTE: Somos inmensamente afortunados de poder reflexionar sobre
nuestra condición humana. No hay nada como acúmular errores, nos hacen
mejores.
SECRETARIO: …con relación a la lagartija…
PRESIDENTE: Me tiene un poco confundido con eso.
SECRETARIO: ¿Yo?
PRESIDENTE: Es que finalmente no termino de entender, si ha sido una lagartija,
una iguana, o un reptil.
SECRETARIO: Me parece que son lo mismo señor.
PRESIDENTE: No puede ser.
SECRETARIO: Quiero decir. Para el caso, da igual si ha sido una iguana, una
lagartija, o un reptil.
PRESIDENTE: ¿Pero no es la iguana y la lagartija un reptil?
SECRETARIO: Creo que sí. Bueno, quiero decir, son de la misma familia.
PRESIDENTE: Imposible ¿usted ha visto alguna vez de cerca una iguana?
SECRETARIO: Si señor.
PRESIDENTE: ¿Y le parece que es igual a la lagartija?
SECRETARIO: ¿Con relación a qué señor?
PRESIDENTE: Pues a todo.
SECRETARIO: Puedo decir que quizás la iguana es considerablemente más
grande que la lagartija.
PRESIDENTE: Considerablemente.
SECRETARIO: Si.
PRESIDENTE: Pero para efecto de los medios, ¿cree usted que sea más
terrorifico que se le tome la foto a la iguana o la lagartija?
SECRETARIO: Pues… no sabría decirlo… imagino que dependerá del lente y del
buen ojo del fotógrafo señor.
PRESIDENTE: Vamos a necesitar un buen fotógrafo entonces. Que haga que
tanto la iguana como la lagartija sean creíbles y terrorificas, no podemos permitir
que la gente dude. Al menos no a estas alturas.
SECRETARIO: ¿Y si le tomamos foto a las dos y decimos que ha sido un complot
de una familia de reptiles para desestabilizar el país por medio de un acto
vándalico en la central eléctrica?
PRESIDENTE: Suena bien, aunque achacarle el acto terrorista a dos reptiles, en
vez de a uno, le resta, como decirlo, ¿fuerza?
SECRETARIO: Creo que la palabra que está buscando es contundencia.
PRESIDENTE: Eso, contundencia.
SECRETARIO: Señor.
PRESIDENTE: ¿Si?
SECRETARIO: ¿Y la caja?
PRESIDENTE: ¿La caja?
SECRETARIO: ¿Qué quiere que haga con ella?
PRESIDENTE: Debe ser abierta. Un regalo sin abrir es como un hombre de las
cavernas sin fuego.
SECRETARIO: No creo que deba verlo como un regalo.
PRESIDENTE: ¿Y por qué no? Un niño siempre es una bendición.
SECRETARIO: En este caso puede ser una amenaza terrorista.
PRESIDENTE: ¿Está diciendo que es un bebé bomba?
SECRETARIO: Para nada.
PRESIDENTE: ¿Entonces cómo es que puede verlo como una amenaza
terrorista?
SECRETARIO: Si no lo es, ¿por qué habrían de mandar a un niño en una caja?
PRESIDENTE: No lo sé, para eso se le paga a gente que piensa por mí. ¿No se
supone que son preguntas que ya tenían que haber sido respondidas?
SECRETARIO: Claro, pero es que con lo de la luz y la hora del almuerzo, todo ha
sido poco convencional.
PRESIDENTE: ¿En qué quedamos entonces?¿Es un niño o un bebé bomba?
SECRETARIO: Podría ser las dos cosas la vez.
PRESIDENTE: Imposible, jamás un niño podría ser una amenaza.
SECRETARIO: No estaría tan seguro de afirmar eso señor.
PRESIDENTE: ¿Por qué está tan seguro?
SECRETARIO: Porque en el caso que nos compete la amenaza podría ser una
bomba disfraza de niño.
PRESIDENTE: ¿Pero no me ha dicho que le ha visto los huesos?
SECRETARIO: Lo que ha mostrado la máquina de rayos x antes de que la luz se
fuese. Además, es como usted siempre dice, un hombre podría ser un hombre,
hasta que se demuestra lo contrario.
PRESIDENTE: ¿Y qué hacemos?
SECRETARIO: Esperar a que vuelva la luz y que pase la hora de almuerzo.
PRESIDENTE: Mucho tiempo, esos holgazanes se ponen a dormir después de
comer, ya a esas alturas si la criatura que usted dice es una bomba, habremos
estallado todos.
SECRETARIO: ¿Qué quiere hacer entonces?
PRESIDENTE: Póngale la oreja a la caja y si suena tic-tac, sabremos si es un niño
o una bomba.
SECRETARIO: O ambas señor.
PRESIDENTE: Depende del país de donde provenga el niño. Y estoy
absolutamente convencido de que el enemigo no es tan inteligente. Además esos
son recursos avanzados del pensamiento occidental, nosotros seguimos siendo el
patio trasero. En este país los niños no explotan, si acaso se mueren de hambre.
Es una prueba de fuego, secretario.
SECRETARIO: ¿Qué cosa señor?
PRESIDENTE: Los disidentes que han enviado al niño, según usted, lo han hecho
con una sola intención, hacernos dudar de la nacionalidad de ese niño, y estoy
convencido de que es una estrategia para garantizar la división del gabinete.
SECRETARIO: ¿No le parece eso un poco descabellado?
PRESIDENTE: El que inició esta conversación hablando de reptiles fue usted,
ahora se aguanta. Presentaremos al niño como el nuevo hijo de la patria ante las
miradas átonitas de la disidencia que no entenderá nuestras própositos, porque ni
siquiera nosotros los entendemos. Pero sabemos que un niño solo puede ser la
imagen absoluta de una prueba de amor, así que lo presentamos a sociedad como
simbolo primigenio de nuestro mandato, que debe la fortaleza de sus bases a esa
sentimiento maravilloso que caracteriza a nuestro pueblo.
SECRETARIO: ¿Entonces traigo la caja?
PRESIDENTE: Hágalo. Pero antes póngale la oreja, por salir de dudas. (pausa)
Una pregunta secretario.
SECRETARIO: ¿Sí?
PRESIDENTE: ¿Llovió?
SECRETARIO: Aún no.
PRESIDENTE: (Viendo su cuadro) Lloverá, confíe en mi. ¿Y el arzobispo?
SECRETARIO: Tiene a toda la iglesia protestando. 50 curas están recorriendo el
país a pie en muestra de insatisfacción.
PRESIDENTE: ¿Con este calor? ¿Qué se creen, inmortales?
SECRETARIO: Se unirán a la protesta frente al palacio.
PRESIDENTE: Cuando lleguen, les mandas la ballena, seguro estarán sedientos.
SECRETARIO: Sí, señor.
El secretario sale. El presidente se acerca al telefono. Llama
PRESIDENTE: (Al teléfono) Me convocas una transmisión apenas vuelva la luz.
Ya las pruebas del siniestro en la central eléctrica están develadas, la disidencia
ha sembrado un reptil que ha hecho estallar los generadores, y hay que informarle
de esta situación a la población. Dar la cara, demostrando que las bases
constitucionales son constantemente violadas frente a la mirada de los heroes que
nos han libertado.
Entra el secretario con la caja.
PRESIDENTE: ¿Y? ¿Sonó?
SECRETARIO: ¿El tic-tac?
PRESIDENTE: Ajá.
SECRETARIO: No.
PRESIDENTE: Se lo dije. Eso fue que la compañía de correo se equivocó de
remitente.
SECRETARIO: No me parece señor. Aquí se lee: Favor dirigir al presidente de la
nación.
PRESIDENTE: Que si a las pruebas nos remitimos soy yo. ¿Y no le parece
extraño que alguien haya mandado un niño en una caja?
SECRETARIO: Una demostración por supuesto, de una crueldad inaudita.
PRESIDENTE: Y eso que hemos visto y hecho cosas secretario, pero esto me
supera.
SECRETARIO: A todos señor.
PRESIDENTE: Y bueno, ¿la va a dejar ahí? Abrála.
El secretario hace caso. Abre la caja. Del interior una luz enceguecedora. Un llanto
de bebé. Ambos hombres se acercan atónitos a observar, de la caja se descubre
la cabeza de un bebé.
PRESIDENTE: ¿No le parece hermoso?
SECRETARIO: No señor.
PRESIDENTE: A mí tampoco, pero para efecto de los medios diremos que el hijo
de la patria es el niño más bonito que esta tierra ha parido, hay que conservar
sobretodo las apariencias, y más en estos días.
SECRETARIO: ¿Qué quiere que haga con él?
PRESIDENTE: Aliméntelo. Pero antes, cierre la caja. ¿Se ha dado cuenta que ha
llorado luego de abierta? Eso es porque el hombre desde su nacimiento prefiere
vivir en la oscuridad. Anote.
SECRETARIO: (No anota) Si, señor.
PRESIDENTE: Al contrario de lo que pensaban esos pensadores modernos, la luz
enceguece.
SECRETARIO: Sí, señor.
PRESIDENTE: ¿Algo más?
SECRETARIO: Nada, señor.
PRESIDENTE: Puede irse.
El asistente sale. Deja la caja. El señor presidente sentado en su silla presidencial
reflexiona. Se levanta, camina hasta la caja. Duda. Abre la caja, luz, suena el
llanto de un niño, y vemos la cabeza del bebé.
PRESIDENTE: (Sereno. Como si ensayara un discurso.) ¡Oh iluminado hijo de la
patria! ¿Vienes a darme respuestas? (Llanto) En tus lágrimas se consolida la
mayor verdad de la historia del hombre. Ningun hombre puede vivir sin alimento.
(Llanto) ¿Ves como entiendo tus plegarias? (Llanto) Pero también hay una verdad,
todo hombre debe ser primero alimentado antes de que él por sus propios medios
pueda a sí mismo alimentarse. (Llanto) Sé que lloras de la emoción por mis
palabras, que son una obviedad, pero en lo obvio mi querido hijo, también hay
poesía. Cuanta verdad, yo también me he sentido un poco emocionado al decirlas.
Suena la puerta.
PRESIDENTE: ¡Un momento!
El Presidente cierra la caja.
PRESIDENTE: ¡Adelante!
Entra El Secretario con un carrito repleto de comida.
SECRETARIO: ¡Señor Presidente!
PRESIDENTE: ¡Diga!
SECRETARIO: El almuerzo.
PRESIDENTE: Lloro de la emoción, como quien abriga un hijo recién nacido.
El secretario sale. El presidente se prepara para comer. Usa servilleta de cuello.
Está muy emocionado. Mira la caja por un momento. Vuelve a la comida. Mira la
caja. Vuelve a la comida. Mira la caja. De repente la caja se mueve. Se para, abre
la puerta.
PRESIDENTE: ¡Secretario!
SECRETARIO: ¡Señor presidente!
PRESIDENTE: Haga el favor de sacar esa caja de mi despacho.
SECRETARIO: A su orden, señor.
El secretario se lleva la caja. El presidente vuelve a la comida.
PRESIDENTE: (Antes de comer, angustiado) Siento el fantasma del hambre.
(Antes de ir a la comida)
Suena el teléfono.
PRESIDENTE: ¡Coño!
El presidente deja que el teléfono suene, para volver a la comida.
Suena el teléfono.
PRESIDENTE: ¡Coño!
El presidente deja que el teléfono suene, para volver a la comida. Se para, va
hacía la puerta.
PRESIDENTE: ¡Secretario!
SECRETARIO: ¡Señor presidente!
PRESIDENTE: ¿Podría usted acompañarme?
SECRETARIO: Traigo mi comida.
PRESIDENTE: No, no… deje que el tiempo pase y luego se acómoda usted.
SECRETARIO: ¿Y mientras le veo comer?
PRESIDENTE: Por la patria.
El presidente se sienta. Invita al secretario a sentarse. El secretario se sienta.
Ambos se miran. El presidente mira el teléfono, luego al secretario, el secretario
mira al presidente y luego al teléfono.
SECRETARIO: ¿Pasa algo señor?
PRESIDENTE: Espero una llamada.
SECRETARIO: ¿Cómo está la comida señor?
PRESIDENTE: Pues… bien… aún no la pruebo… pero huele bien.
SECRETARIO: Buen provecho señor.
PRESIDENTE: Gracias.
El presidente vuelve a la comida. Agarra un trozo con el tenedor, lo lleva
lentamente a la boca sin dejar de ver el teléfono. Tensión. Finalmente mástica.
PRESIDENTE: ¡Coño!
SECRETARIO: ¿Pasa algo señor?
PRESIDENTE: Esto está buenisimo.
Se escucha desde la calle la protesta del pueblo.
PRESIDENTE: Tranquilo, que el sol solo dura 12 horas.
SECRETARIO: ¿Y mientras tanto?
PRESIDENTE: Deje la angustia y sientese que tenemos cosas de que hablar.
SECRETARIO: Usted dirá señor.
PRESIDENTE: He estado pensando…
Suena el teléfono.
PRESIDENTE: ¡Coño!
SECRETARIO: ¿Quiere que conteste?
PRESIDENTE: Diga que ahora estoy indispuesto.
El secretario va hacía el teléfono, atiende.
SECRETARIO: ¿Si?... (Larga pausa) Es su señora madre señor.
PRESIDENTE: Dale las buenas noticias.
SECRETARIO: ¿Cuáles?
PRESIDENTE: ¿Cuáles? Dile que es la abuela del niño más sano, y rosadito del
país.
SECRETARIO: (Al teléfono) En este momento no la puede atender porque está
comiendo. Si, yo le dejo el mensaje. (Tranca)
PRESIDENTE: ¿Y qué quería?
SECRETARIO: Invasores.
PRESIDENTE: ¿Invasores?
SECRETARIO: Desde esta mañana un grupo de personas con una manguera le
está quitando el agua a la piscina.
PRESIDENTE: Yo sabía, uno no puede mostrar señales de bienestar porque la
gente es muy envidiosa. Yo se lo dije, pero ella no hizo caso, quería que la piscina
fuese más grande, más grande, más grande, como si el inflable de Pikachú fuese
del tamaño de la torre Eiffel. Qué necesidad.
El presidente termina de comer. El plato lleno de sobras.
PRESIDENTE: Llevale al niño, la última vez que lo vi tenía cara de hambre.
SECRETARIO: Sí señor.
PRESIDENTE: Otra cosa.
SECRETARIO: ¿Señor?
PRESIDENTE: Creo que lo mejor es que se le tome la foto a la iguana, no a la
lagartija, ¿tu has visto esos animales? Tienen los ojos salidos, pulludos y siempre
están mirando fijo como los asesinos. Las lagartijas por el contrario tienen un aire
enternecedor. Me llamas al mejor fotógrafo de este país, y me lo publicas en
prensa nacional. “La desestabilización promovida por la disidencia ha infiltrado una
iguana en la central eléctrica que ha acabado con los generadores”.
SECRETARIO: Una pregunta.
PRESIDENTE: Este es un país de osmosis secretario, hacer preguntas no sirve de
nada.
SECRETARIO: Osmosivamente hablando, no cree que la sociedad civil tenga sus
dudas con relación a si realmente ha sido una iguana la que ha perpetrado el
siniestro de la central eléctrica.
PRESIDENTE: Yo estoy aquí producto de una duda, a este pueblo les encanta.
Además, según mi experiencia, achacarle la responsabilidad a la naturaleza de
nuestras torpezas, no es más que una licencia literaria para decir: La estamos
cagando, pero estamos haciendo lo mejor por ustedes. Hay que ser sincero
secretario.
SECRETARIO: Como usted diga señor.
El secretario sale. Las velas se apagan. Se escucha el llanto de un niño, que de
repente se mezcla con la protesta del pueblo. Un fuerte sonido de explosión hace
retumbar el lugar. El presidente sale de la oficina.
INTERESCENA. UNA GUERRA DECLARADA.
Se ilumina la ventana. Atardecer. Se escucha un grito lejano a lo lejos.
PRESIDENTE: (Voz radial) Un acto terrorista sin precedentes en la historia de
nuestro país orquestado por la disidencia que desde hoy es asumida como
enemigo número uno de nuestro pueblo. No es que antes no lo fueran, si no que
ahora si tenemos pruebas de sus actos terroristas y desestabilizadores, pues han
intentado matarnos para dejarnos muertos, y lo han logrado. El deceso del señor
secretario, es apenas el inicio de una guerra declarada contra el enemigo, junto
con la siembra mal intencionado del largato que hizo explotar la central eléctrica.
Enemigo que a estas horas estamos buscando, implantado todas las fuerzas que
nuestras fuerzas puedan lograr para quitarle fuerza a la amenaza que nos ha
azotado hoy. No podemos permitir esta injuria contra nuestra libertad que
arremete contra la soberania de una nación que se sabe libre, porque es libre y
vive en libertad, asumiento por supuesto que cada uno de nuestros actos lo
hacemos por amor, y ellos nos pagan con odio y rencor. Y este pequeño grupo
será golpeado con todo el brazo de la ley y dispondremos de toda nuestra
máquinaria para hacer justicia de semejante injusticia.
Escuchamos el sonido de una gran explosión. Gritos, alaridos.
VOZ HOMBRE: Señor presidente, la amenaza es inminente
PRESIDENTE: ¿Qué quiere decir?
VOZ HOMBRE: ¡Nos invaden!
PRESIDENTE: ¿Qué hacemos?
VOZ HOMBRE: Tiene que dar la orden.
PRESIDENTE: ¿Qué orden?
VOZ HOMBRE: ¡El contra ataque!
PRESIDENTE: ¿Si estamos preparados para eso?
VOZ HOMBRE: Lleva años mostrandolo por televisión.
PRESIDENTE: Claro, pero ¿era real? ¿Eso no era show?
VOZ HOMBRE: Firme aquí.
PRESIDENTE: ¿Y esas armas sirven?
VOZ HOMBRE: Debe tomar una desición
PRESIDENTE: ¿Dónde está el gabinete?
VOZ HOMBRE: Todos han tomado el primer avión.
PRESIDENTE: ¿Para dónde?
VOZ HOMBRE: Costa Rica.
PRESIDENTE: ¿Costa Rica?
VOZ HOMBRE: Es el único país con el que nadie se mete.
PRESIDENTE: ¿Y por qué no me fui con ellos?
VOZ HOMBRE: Nadie quería interrumpirlo mientras hablaba.
PRESIDENTE: ¿Y ahora qué hacemos?
VOZ HOMBRE: ¡La guerra señor!
PRESIDENTE: ¿La guerra? ¿Y no hay manera de diálogar? Podemos llegar a un
acuerdo.
VOZ HOMBRE: No nos entienden señor.
PRESIDENTE: ¿Y de qué país vienen pues?
VOZ HOMBRE: Aún no lo sabemos, llegaron por mar.
PRESIDENTE: ¡Los…! (La transmisión se interrumpe)
ESCENA 3: EL EXTRANJERO.
Una lagartija inmensa: EL EXTRANJERO, sentado frente al escritorio presidencial.
EL PRESIDENTE lo observa con atención. Al lado del extranjero un
TRADUCTOR.
PRESIDENTE: ¿Y qué podemos hacer?
EXTRANJERO: Jhdjhdjkhdjhdkhdkjhd
PRESIDENTE: ¿Qué dijo?
TRADUCTOR: Dice que es inminente.
PRESIDENTE: Pero podríamos llegar a algún acuerdo.
TRADUCTOR: Jhjdkhdh nkkjdhhdkjd jkdhhdkjdk
EXTRANJERO: kjdhhkdj kjdhhdkjd kjdhhkjjd kdhhdkjdkdh
PRESIDENTE: ¿Y bien?
TRADUCTOR: Dice que no.
PRESIDENTE: ¿Eso es todo?
TRADUCTOR: En pocas palabras, no hay acuerdo posible.
PRESIDENTE: ¿Pero por qué?
TRADUCTOR: El señor embajador es muy claro.
PRESIDENTE: ¿Le parece?
TRADUCTOR: ¿A usted no?
PRESIDENTE: Defina claridad.
TRADUCTOR: ¿Se burla usted del señor embajador?
PRESIDENTE: No, ¿y usted?
TRADUCTOR: No, ¿Cómo se le ocurre?
PRESIDENTE: No, Me ha parecido.
TRADUCTOR: No.
PRESIDENTE: Muy bien. ¿Y bien?
TRADUCTOR: El señor embajador estaría contento de contar con su presencia en
la toma de poseción.
PRESIDENTE: Pero eso no puede ser, aún hay cosas que no he hecho o dejado
de hacer.
EXTRANJERO: Kjdhdjdkd jdhjkdjdhd kjdhdjkdjd
PRESIDENTE: ¿Qué dice?
TRADUCTOR: Dice que, eso no debería de importarle.
PRESIDENTE: ¿Ah no? ¿Y por qué?
TRADUCTOR: Dice que aunque el país ya no quede en manos de los humanos, el
proceso de transición es largo, tal parece el tiempo para las iguanas no es igual a
de los hombres.
PRESIDENTE. ¿Y eso qué quiere decir?
TRADUCTOR: Que podrá seguir dando la cara en su mandato, pero las
decisiones serán tomadas por ellos, hasta que se acostumbren.
PRESIDENTE: ¿Se acostumbren a qué?
TRADUCTOR: A que el planeta ya no le pertenece a los humanos, si no a los
jhdkdhd.
PRESIDENTE: ¿Los qué?
TRADUCTOR: Jhdkdhd. Significa Iguana en jerga iguana.
PRESIDENTE: Me repite que es lo que hace usted.
TRADUCTOR: Soy herpetologo.
PRESIDENTE: Ya. ¿Y cuánto tardará esa transición?
TRADUCTOR: Jhdgdjd jdhdhdf jshdggdsj jshhdgdjs jshdgdgshsj jsjshdgdj
EXTRANJERO: jshdghfjd
TRADUCTOR: jhdgdjhd
PRESIDENTE: ¿Y?
TRADUCTOR: Dice que el tiempo lo dirá.
PRESIDENTE: ¿Y entonces por qué tiene tanto apuro en hacerse con el poder?
EXTRANJERO: Jdhdhdjshd
PRESIDENTE: ¿Qué dijo?
TRADUCTOR: Dice que no es apuro, que es estrategia. Mientras más rápida sea
la transición en los núcleos del mandato, más fácil será planear el futuro de la
humanidad.
PRESIDENTE: Pero la planificación la podríamos hacer en conjunto
TRADUCTOR: jhhdgjdhdg
EXTRANJERO: (Ríe)
TRADUCTOR: (Ríe)
EXTRANJERO: (Ríe)
PRESIDENTE: (Ríe)
Las risas cesan.
TRADUCTOR: ¿Sinceramente?
PRESIDENTE: Me ofende. Pensé que teniamos una relación basada en la
confianza.
TRADUCTOR: No entendí nada, y no creo que nadie entienda nada.
PRESIDENTE: Mejor, no hay nada que entender. Hay que mirar con el corazón,
cuando nuestras acciones se hacen por amor. ¿Algo más?
TRADUCTOR: Su firma para la aprobación del presupuesto.
El presidente procede a firmar el presupuesto.
PRESIDENTE: Una pregunta.
TRADUCTOR: Si, señor.
PRESIDENTE: ¿Nada que llueve?
TRADUCTOR: No señor.
PRESIDENTE: ¿Y la gente? Ya no me hacen coro.
TRADUCTOR: El calor los ha alejado, como no hay agua, y gritar produce sed,
solo quedan unos cuantos valientes.
PRESIDENTE: ¿Y la ballena?
TRADUCTOR: Se secó.
PRESIDENTE: A veces me pregunto que nos deparará el futuro.
TRADUCTOR: Iguanas.
PRESIDENTE: Claro, pero ese es un mal contemporaneo. Yo creo que las
iguanas dejarán de ser felices algún día y la tierra volverá a ser nuestra.
TRADUCTOR: Me parece que a las iguanas les va bastante bien.
PRESIDENTE: Sin futuro no hay progreso, y con las iguanas está decretado que
este país ya no tiene futuro.
TRADUCTOR: Un nuevo futuro señor.
PRESIDENTE: No, la eficacia del hombre está limitada por las posibilidades que la
tierra le da al hombre, y con las iguanas no hay ni tierra, ni hombre.
TRADUCTOR: ¿Y antes?
PRESIDENTE: ¿Antes qué?
TRADUCTOR: Antes de la llegada de las iguanas.
PRESIDENTE: Dificil pensarlo bajo este ataque, pero al menos teníamos la tierra.
Que ya es un lugar por donde sentir nostalgia ¿no le parece?
TRADUCTOR: Me parece.
PRESIDENTE: Piense en todos los avances a los que nos han limitado la llegada
de los reptiles, sin educación no hay ciencia, sin ciencia no hay progreso, sin
progreso, no hay conocimiento, sin conocimiento el presente es una bomba de
tiempo. ¿Ve a donde nos han llevado?
TRADUCTOR: A lo natural señor.
PRESIDENTE: ¿Lo natural?
TRADUCTOR: Las iguanas nos han llevado a las cavernas.
PRESIDENTE: Y el hombre de las cavernas supo crear el fuego. La solución está
en el tiempo. Ni siquiera los disidentes lograron entender eso.
TRADUCTOR: Ya lo dijo señor.
PRESIDENTE: ¿Si?
TRADUCTOR: ¿Cuándo habló de dios?
PRESIDENTE: ¿Pero a cual de todos le rezamos para que caiga un asteroide
sobre nuestras cabezas una vez más? Creo que despues de todo, dios si se ha
olvidado de nosotros. ¿Y los 50 curas?
TRADUCTOR: Se los han comido.
PRESIDENTE: Se lo dije, sin un verdadero contrincante al cual enfrentarnos,
estamos a la deriva.
TRADUCTOR: Las iguanas señor.
PRESIDENTE: Son más y más fuertes. Hablo de gente que pueda ser pisoteada,
y esos en este momento creo que somos nosotros.
TRADUCTOR: Ley de karma.
PRESIDENTE: De camaleones, herpetólogo. Habrá que saber camuflarse en
estos tiempos duros.
TRADUCTOR: Como los camaleones.
PRESIDENTE: Exactamente. Haremos la oficina más grande para que las iguanas
puedan entrar, y para ver si corre más aire por estas ventanas, porque
últimamente está haciendo mucho calor. Extraño esos gritos ¿sabe? No es lo
mismo jugar a tener oposición a ser la oposición.
TRADUCTOR: En todo caso creo que pasaremos a la historia.
PRESIDENTE: Godzilla pasó a la historia. Ahí lo tienes, una metáfora perfecta
sobre el poder sin control, sobre la ambición desmedida del hombre. Y yo aquí con
los brazos cruzados. Pero no me arrodillaré, tenga eso en cuenta.
TRADUCTOR: La defensa señor.
PRESIDENTE: Pero eso tiene un sentido figurado. Nos hace falta más poesía. No
sé. Que alguien nos salve.
TRADUCTOR: El ejercito señor.
PRESIDENTE: No fueron capaces de defender a su pueblo de nosotros ¿y lo van
a hacer de las iguanas? ¿Dónde ha vivido usted todo este tiempo?
TRADUCTOR: En el lago.
PRESIDENTE: Pues aprenda algo, la vida tiene más profundidad que un lago.
TRADUCTOR: ¿Algo más?
PRESIDENTE: No, me sentaré aquí a pensar en mi desdicha, y en cómo se me
adelantaron.
El asistente sale. El presidente mira su cuadro.
PRESIDENTE: ¿Por qué me abandonaste?
OSCURO.
INTERESCENA: LLAMADA 2.
Se abre un especial sobre el teléfono que descansa en el escritorio. Suena el ring,
nadie contesta. Por cada ring el escenario devela un nuevo teléfono. Puede ser
celular, o de pared, de cualquier tipo. Una contestadora automática da la señal
para dejar el mensaje. De un lateral se abre un cenital
MAMÁ:
Mi amor, durante la invasión de las iguanas no he recibido ni una llamada tuya,
¿dónde andas metido? Ernestina dijo que se quedaba en Miami, que con esto de
las iguanas ni los chinos que le que querían comprar las tierras de Alfonso, se
vienen para acá, aunque la llamaron unos Árabes que parece andan interesados,
al parecer esos tipos no le tienen miedo a nada. ¿Qué te puedo decir? Yo le dije
que tu estabas completamente convencido que la invasión iba a ser una cosa de
días, que las iguanas no iban a aguantar este calor, que tu habías hablado con un
experto, que con la bulla que se produce en este país, las iguanas iban a
enloquecer, ella dice que los chinos le dijeron lo contrario, igual ella no se
devuelve, que está desesperada por vender esas tierras. Bueno mijo, te llamaba
para agradecerte por el muro electrificado, lástima que con la sequía la piscina no
se pudo llenar, el inflable de pikachú está ahí puesto a la buena de Dios, Joseíto
anda decaído, pero ya se le pasará, despues de todo es un niño, no lo sabrás tu
que cuando niño se te olvidaba todo rápido, como costó que te aprendieras la
tabla del 1. Pero ahí estás de presidente de la república. ¿Quién iba a pensarlo?
Te aseguro que nadie, incluso yo misma llegue a dudar que llegaras si acaso a
Bachiller. Gracias a dios me pude tragar mis palabras. Los alimentos han llegado
bien, el helicoptero no ha tenido problema, el general usa el pikachú como señal
de descarga, y esas cajas aterrizan perfectas, lo que ya no sé que hacer es con
esos paracaidas, en el closet ya no caben, manda un tanque por ellos, que me
están haciendo mucho bulto en la casa. La próxima vez haznos llegar uno de esos
chocolaticos acaramelados que tanto me gustan, yo sé que tu eres amigo del
embajador de USA, y que ese te regala todo el chocolate que quieras, aunque el
médico me dijo que me cuidara la azúcar, pero ya sabes como soy, y más a esta
edad, prefiero vivir mis últimos días dandome un buen gusto, que quitándomelos.
Bueno, hace rato que no veo a nadie de los conocidos, las iguanas tienen a todo
el mundo derechito, pusieron a la gente a armar unos tuneles inmensos y que para
construir canales para cuando llueva. Si te soy sincera yo no creo que vuelva a
llover ¿qué cosa tan rara verdad?
ESCENA 5: EL RITUAL.
Sonido de tambores. La silla presidencial en el centro, sobre ésta un cofre de
cenizas. EL TRADUCTOR y EL PRESIDENTE siguen el ritual propuesto por EL
PALERO. El ritual se mantiene durante minutos al ritmo frénetico de los tambores -
la duración dependerá del juego actoral-.
EL PALERO se queda parado en la silla con el cofre entre brazos, asume postura
de EKEKO.
TRADUCTOR: ¿Está aquí?
PRESIDENTE: Oh grandisimo lider interplanetario, altura galáctica de las galaxias,
soberano supremo de las estrellas. ¿Por qué me abandonaste?
Silencio.
TRADUCTOR: No dice nada.
PRESIDENTE: Cállate. ¡Las iguanas nos han tomado la delantera supremo lider!
Silencio.
TRADUCTOR: No dice nada.
PRESIDENTE: Cállate. ¿Qué hacemos para reestablecer la paz, el agua, sacar a
las iguanas y volver a dominar a nuestro pueblo?
Silencio.
TRADUCTOR: No dice nada.
PRESIDENTE: Coño, que te calles. Estás haciendo interferencia en la
comunicación. Háblanos, guíanos hacía el camino de la salvación que este inepto
no supo ver.
El cuadro del presidente repentinamente se cae.
PALERO: Quince millones doscientos cuarenta y tres mil, quince millones
doscientos cuarenta y cuatro mil, quince millones doscientos cuarenta y cinco
mil… (continua durante el resto de la escena con la enumeración)
PRESIDENTE: ¿Qué es eso?
TRADUCTOR: El precio del dólar señor. Sube sin que nada lo detenga.
PRESIDENTE: ¡Coño! ¿Qué quieres? ¿qué necesitas? ¿qué hacemos? ¡Estoy
desesperado!
TRADUCTOR: Lo mejor será callarle la boca, porque a ese ritmo cuando
comience a llover, dios nos va a cobrar por mililitro.
PRESIDENTE: Debe haber una manera, más que números, más que cifras, más
que desventaja en el fondo económico internacional.
PALERO: …quince millones doscientos cincuenta y tres mil, quince millones
doscientos cincuenta y cuatro mil, quince millones doscientos cincuenta y cinco
mil… (continua durante el resto de la escena con la enumeración)
TRADUCTOR: Si sigue así, este país solo le pertenecerá a los fosiles.
PRESIDENTE: ¡Detenlo!
Un estruendo en el exterior. El traductor corre hacía la ventana.
TRADUCTOR: ¡Parece que va a llover!
PRESIDENTE: ¿Si? (Cae arrodillado) ¡Gracias! ¡Gracias soberano amado! ¡Lider
del universo! ¡magnanimo galactico!
Truenos, relampagos, centellas. Todos se paran frente a la ventana esperando la
lluvia.
PRESIDENTE: ¿Escuchas eso? Es la furia de la naturaleza que grita
desesperadamente por sus hijos.
TRADUCTOR: A mi me parece que fue un trueno.
PRESIDENTE: Prendele un cigarro al ekeko, como muestra de agradecimiento
TRADUCTOR: ¿Qué piensa a hacer si llueve?
PRESIDENTE: (Se va enajenando mientras habla) Cantaré, porque la patria se
merece el canto, un canto lleno de amor para nuestros ídolos, los heroes que a
pesar de las vicisitudes nos ofrendan un aire de esperanza necesario para
continuar con el dominio de la nación. Recuerdo la lluvia Herpetologo, y me
recuerdo como un niño apenas entrado en años de turgencias, correteando por el
lodo del pueblo que me vio nacer, con un palo entre las manos, tocando timbres
casa por casa. Lo que hoy en día se puede ver como un principio de lo que
develaría mi futuro político. Un niño celebrando la picardía de la vida, bajando
faldas, mientras otros subian los impuestos, bailando de felicidad frente a la
mirada inquisidora de los más acaudalados que desaprobaban el comportamiento
propio de la juventud. ¿Quién puede reprender a un niño bajo la lluvia cuando hoy
día los usan como aparatos terroristas en medio de un mundo cruel y salvaje? Si
llueve yo mismo chapotearé mis zapatos de cuero y le gritaré a las iguanas ¡¿Ven
este cielo?! Es el cielo que me vio nacer y me pertenece…
PALERO: …veinti cinco millones trescientos venti un mil, veinti cinco millones
trescientos venti dos mil, veinti cinco millones trescientos venti tres mil… (continua
durante el resto de la escena con la enumeración)
Un relampago estruendoso suena. La luz se va.
PRESIDENTE: ¡Coño! ¿Y ahora qué?
TRADUCTOR: La naturaleza nos quiere a ciegas.
PRESIDENTE: ¿Más?
TRADUCTOR: Sale el sol.
Por la ventana vemos el cielo que se incendia.
PRESIDENTE: ¿Y la lluvia?
TRADUCTOR: Nada.
EL PALERO cae desmayado.
PRESIDENTE: ¿Y ahora qué hacemos?
TRADUCTOR: Esperar.
PRESIDENTE: ¿Cuánto más?
TRADUCTOR: Hasta que el dólar empiece a bajar o un meteorito acabe con las
lagartijas, señor.
PRESIDENTE: Despues de todo, puede que dios si se haya olvidado de nosotros.
Suenan los tambores.
OSCURO
ESCENA 6: LA SEQUIA.
Del exterior el ruido de una horda se escucha lejano, por momentos va y viene.
Una imponente puerta en el lateral izquierdo.
Entra EL PRESIDENTE ahora en labores de SECRETARIO.
SECRETARIO: ¡Señor Presidente!
EL EXTRANJERO: hdd djhd.
SECRETARIO: Si me disculpa, así estoy bien.
EL EXTRANJERO: ¿hdgd?
SECRETARIO: Malas.
EL EXTRANJERO: hhdjd.
SECRETARIO: La verdad me gustaría quedarme de pie.
EL EXTRANJERO: dhdjd sjsd.
Silencio incómodo. Que el secretario se siente o no, dependerá del juego actoral.
EL EXTRANJERO: ¿shd hdhd?
SECRETARIO: ¿Disculpe?
EL EXTRANJERO: djdhd.
SECRETARIO: Parece que es el clima.
EL EXTRANJERO: ¿shd djdk?
SECRETARIO: No escucho a nadie gritar.
EL EXTRANJERO: jdhdhd jd.
SECRETARIO: Es por el clima señor.
EL EXTRANJERO: ¿dhdf jjdhd?
SECRETARIO: El sol no se ha vuelto a ocultar.
EL EXTRANJERO: ¿djdhdhdj?
SECRETARIO: Gritan de desesperación. Lo más blancos tienen llagas en la piel.
EL EXTRANJERO: jdhdh djdjdhh.
SECRETARIO: No nos conviene.
EL EXTRANJERO: ¿djdhd jd?
SECRETARIO: Sí podrían servir de alimiento.
EL EXTRANJERO: ¿shdg dh?
SECRETARIO: Es mejor no hablar de eso, señor.
EL EXTRANJERO: ¿ssh?
SECRETARIO: Me parece.
EL EXTRANJERO: ¿djdhhd jdhd?
SECRETARIO: El muro ya lo han terminado.
EL EXTRANJERO: ¡jshshdjsjshsshj!
SECRETARIO: Pues parece que eso es todo.
EL EXTRANJERO: ¿djfhd jd?
SECRETARIO: Seco.
Pausa. Se escucha ruido proveniente del exterior.
El secretario se asoma por la ventana. El presidente se sienta.
SECRETARIO: Es curioso, pareciera que bailan.
EL EXTRANJERO: djdjskksjd jsjshssjd
EL SECRETARIO se acerca al reproductor, pone una corneta sobre el borde de la
ventana. Da play, suena música. Sube el volumen al máximo. Sale.
BLACKOUT
DD/dd
ddannery@gmail.com
2017