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Dannery.
TRILOGÍA TELAR
I
LAS TRENZAS.
(O sobre la ausencia)
A
Danilo Dannery,
que se cansó de vivir.
Yo era una palabra que intentaba avanzar a la velocidad del pensamiento.
Las amigas del pensamiento estaban presentes.
Ni una quiso apostar por mí,
y eran mas de seiscientas mil que me miraban riéndose.
Henri Michaux
PRÓLOGO.
DANIEL DANNERY: En Marzo de 2007 Danilo Dannery se suicidó producto de
una depresión psicótica, como la llamaron los médicos psiquiatras que lo
atendieron.
De nada bastó que estuviese internado durante meses bajo constante
vigilancia médica, su deseo de morir pudo más que el deseo de los que
estaban trabajando por devolverle la necesidad de vivir.
Durante el tiempo en que Danilo Dannery planeo su muerte, había lucidez en
sus pasos. Cuando se tiene tanta lucidez, al parecer uno puede ser capaz de
planificar con detalle la muerte.
Su deseo era no seguir estorbando, pues Danilo pensaba que eso era lo que
hacía a sus 74 años de edad, estorbar.
El director de cine alemán Douglas Sirk, dice que la dignidad de un hombre se
puede corroborar a través de los zapatos que lleva, si un hombre pierde sus
zapatos, también ha perdido su dignidad. Eso me hace pensar que a veces
lustramos nuestros zapatos para demostrar dignidad frente a la muerte, y librar
nuestra última batalla con ella.
Danilo Dannery prefería morir antes que perder su dignidad. Por eso las
trenzas de sus zapatos estaban bien atadas.
Pero aún con la lógica con que obraba sus pasos, y la planificación de su
muerte, había algo en la mirada de Danilo, que se perdía entre los recuerdos
de una vida, y que se alejan de la manera de recordar que tiene Sirk, porque
Sirk escapó de la muerte, no intentó abrazarla, como Danilo.
Quiere decir ¿la maldad del hombre aboga por quitarle la dignidad a sus
victimas antes de matarlas? ¿Pero el hombre mismo frente a la muerte, intenta
conservar su dignidad para matarse?
Paradójico.
¿Antes de morir cuáles son las cosas que recordamos para mantenernos
aferrados a la vida?
Un delirio es una acumulación de recuerdos a las que nos aferramos, o al
menos David Lynch, con su película Mullholland Drive, me ha enseñado eso.
Pareciera que a veces para tomar el paso definitivo y quedarnos en silencio, lo
mejor es seguir como si nada hubiese pasado.
Danilo Dannery era mi padre. Su muerte, un delirio imaginado, a través de su
ausencia.
1.
EL AHORCADO Y una mañana despertó pensando que sería distinto. Que sus
manos, su cara, sus piernas, serían distintas. Y paró de caminar, creyendo que
el recorrido se había convertido en aprendizaje, y algo pasó, se dio cuenta que
el camino no tenía fin, porque siempre habría otro trancitandolo, y aún así, si él
muriera, caminarian sobre su cadaver, nadie haría caso a su carne devorada
por el tiempo y las hormigas, y resultaba ironico, porque las hormigas
transitarian el resto del camino que él dejó por recorrer, y luego que las
hormigas quedaran boca arriba, otros insectos retomarian la labor. ¿Qué hay
de malo en morir ahora? Si nunca tuvo sentido caminar, si aún así no existiese
alguien capaz de recorrer esta ruta, la ruta existiría por si sola, y sería el viento
el responsable de seguirla por la eternidad. Yo no quiero ser hombre, quiero
ser viento, se dijo. Porque ser carne conlleva caducidad, y ser vacío representa
inmortalidad. Y siempre pensó que siendo hombre sería inmortal, pero para
serlo debería confiar en la memoria, y nadie recuerda al viento, porque el viento
existe, y nadie piensa en el viento, porque el viento existe, porque no son las
miradas las que le permiten ser. Me cansé de ser mirado, se dijo. Y ahí, en
medio del camino, se puso a llorar, cavó entre la arena y enterró su cuerpo
hasta el cuello, esperando… simplemente, esperando.
2.
EL AHORCADO. ¡El porvenir está en mí!
CORO. ¡Y en las trenzas!
EL AHORCADO. ¡Y en las trenzas! Debemos cosechar trenzas para descubrir
el hilo que nos une. Yo no creo en cíclopes que se besan, les han mentido todo
este tiempo, y nadie quiere vivir bajo mentiras. Las mentiras hacen que a las
ratas les salga mas pelo. Y aquí nadie quiere morir de pestes.
CORO. ¡Abajo las pestes!
EL AHORCADO. Cosechemos esos hilos de tela. En el futuro será la única
manera de desenredar lo que siempre estuvo atado. Debemos encontrar el
origen de ese minúsculo hilo, que al trazarse entre otros, entre delgadas finuras
coloridas;; en algunos casos descoloridas, le dan forma al trazado de ese
elemento que hace que podamos amarrarnos los zapatos.
CORO. ¡Las trenzas!
EL AHORCADO. Celebremos el origen de nuestras propias trenzas. Han
estado siempre en la búsqueda de aquello que no han encontrado. Trazando,
haciendo trazos, caminando, intentando encontrar las migajas que otro les
echó a sus palomas. Basta de las palomas ajenas.
CORO. ¡No más cagadas de palomas!
EL AHORCADO. No. Que se caguen en otra plaza, ya la nuestra desborda
suficiente mierda. ¿Dónde está el agua? Debemos comenzar a limpiar las
cagadas de las palomas, para que las trenzas desamarradas no barran la
porquería aviar que esos pequeños traseros excretan.
CORO. Limpiemos.
EL AHORCADO. Y no dejemos que se nos ensucien las manos. No queremos
andar con las manos sucias. Ningún ser que se precie de llamarse ser, quiere
tener las manos sucias, en un descuido podríamos mancharnos el pantalón, y
es de mal gusto salir a la calle con la falda manchada.
CORO. ¡Y con blusas de estampados!
EL AHORCADO. ¡NO ERES UN ANUNCIO! Sólo anunciamos nosotros.
Anunciamos que hemos llegado al final del camino, y al fondo, en lo más
profundo del vacío que limita nuestra infinita ansia de continuar andando con
los zapatos trenzados, hay un cachorro que tiene hambre. No podemos permitir
que los animales sigan pasando hambre. Por eso he destinado, que mi destino
como ser, tenga destinos seguros, hemos de matarlos a todos para no hacerlos
sufrir. No queremos ver a los cachorros pasando hambre.
CORO. ¡Muerte a los cachorros!
EL AHORCADO. En el momento que descubramos la manera de hacer
nuestras propias trenzas, actuaremos con bondad, y guindaremos a los
cachorros del cuello, con nuestras propias trenzas, porque no pediremos
trenzas prestadas. Y sin las manos sucias. Por eso antes de conseguir los
hilos, debemos abastecernos del mejor jabón.
CORO. ¡Debemos limpiarnos las manos!
EL AHORCADO. Nuestros ancestros espirituales lo hacían, nuestros padres, y
los padres de los padres de muchos otros padres, usaban jabón para mantener
sus manos pulcras. Poncio usó jabón. Hitler se enjabonó. Goméz. Gimenez.
Perez. Todos muy bien enjabonados. Dios el séptimo día también lo hizo.
Todos usaron el mejor jabón. Antes de ahorcar a los cachorros, necesitamos
jabón.
CORO. ¡E ideas!
EL AHORCADO. E ideas que nos permitan razonablemente llegar a una
solución práctica y efectiva de qué haremos con la carne de todos esos
cachorros que nos ha regalado sus vidas para evitar nuestro sufrimiento.
CORO. ¡No queremos sufrir!
EL AHORCADO. Nadie. Nadie quiere sufrir. El sufrimiento es la causa del
sufrir. Y por eso es que el cachorro pasa hambre.
CORO. ¡Y nosotros también tenemos hambre!
EL AHORCADO. Por eso, viendo sus caras de angustia por los cuerpos inertes
de tantos cachorros sin vida, he decidido que usemos la carne del animal, en
beneficio de nuestra propio estómago.
CORO. ¡Necesitamos estómagos llenos!
EL AHORCADO. Porque con el estómago vacío es posible que acabemos
usando nuestras propias trenzas, para trenzar nuestros propios cuellos, y por
un cuello trenzado no pasa ninguna carne…
CORO. ¡Ni el aire!
EL AHORCADO. Este aire que nos trae a la cabeza la idea, a veces ridícula de
que estamos vivos. Nos manipulan con el aire.
CORO. ¡Y con las fotos!
EL AHORCADO. No se dejen manipular por las fotos cuchis de esos cachorros
hijos de perras con miradas tristes. Nosotros también tenemos miradas tristes y
no andamos compartiendo nuestras fotos, al menos claro está, que nuestra foto
nos permita cumplir como es debido con el acto natural de la fornicación.
CORO. ¡No a las fotos!
EL AHORCADO. A menos que nos permita cerrar la brecha de la fornicación.
Una buena foto de nuestras partes puede llamar la atención de otras partes
interesadas en llevar a buen término el placer de la fornicación.
CORO. ¡No se puede vivir sin fornicar!
EL AHORCADO. ¡Es cierto! Y no se puede existir, sin los hoteles de carretera
que permiten que nuestras vergüenzas queden estampadas en las sabanas
100% de algodón que tapizan sus colchones.
CORO. ¡Que nos aumenten el sueldo!
EL AHORCADO. Porque con esa mísera paga, estaré destinado a persistir en
el nido materno y gastar mis ahorros en los moteles de carretera para poder
labrar la misión a la que fui lanzado al mundo: ¡procrearme! Porque una vida
sin procreación no puede ser llamada vida, sin la existencia de aquellos que no
vivieron para ser recordados por otros que vivirán mientras uno descansa entre
las hormigas que laboriosamente cargan tu carne.
CORO. ¡Forniquemos!
EL AHORCADO. Es la única forma que tenemos para demostrar que estamos
vivos, es la única manera que tenemos para demostrarnos que valemos algo.
Es la única manera que tenemos de hacer ver, que la vida no es un teatro, o
que en ella estamos destinados a sufrir. Es la única manera de demostrarnos
que somos iguales.
CORO. ¡Desnudos todos somos iguales!
EL AHORCADO. Porque a los hombres nos guinda la verga.
CORO. Dependiendo del tamaño.
EL AHORCADO. Y las mujeres se buscan el sexo sin encontrarlo.
CORO. Perforando.
EL AHORCADO. Forniquemos, porque así, nuestro cuerpo se puede convertir
en una trenza que nos enlace para unir lo que las ideas separan.
SILENCIO.
EL AHORCADO. A ti, te estoy hablando.
3.1
SIMON BOLÍVAR. Soy la imagen liberadora del libertador de mi libertad en el
monte de la soledad. Libro mi lucha por nada. Bueno, tal vez por la liberación
de mi sombra. Y tengo fama, gloria, títulos, nombre, amantes, hijos, herederos,
enemigos, asesinos, enfermedades, cuenta bancaria, espada. Soy la estatua
equina a dos patas, y miro sobre el hombro la dignidad de mis vástagos. No, no
soy el Miranda en la Carraca, ese era una puta. Yo soy original, porque he
libertado cada uno de mis orificios. Ocho huecos en total. Porque el del culo no
cuenta, ese está hecho para cagar, y decirle a mis detractores que este culo
tiene propiedad, dueño y señor. Mi espada.
3.2
¿Fue mi espada la libertadora?
¿Acaso me he podido liberar de mis libertadores para creerme en libertad de
libertar algo?
¿Uno lleva la espada o la espada lo lleva a uno?
¿Y si profano y la alzo, saldrán volando las aves en señal de paz mientras a mi
lado se vierte la sangre de quienes me idolatran?
¿y si en mi cuerpo se libran batallas mientras yo libero la tierra de otros, quién
libera a mi cuerpo?
¿Se puede hablar de libertad mientras se lee el periódico en la poceta? Y si es
así ¿las palabras del periódico no aprisionan y devuelven a mi intestino lo que
por vía rectal estoy execrando?
¿Será verdad que no hay libertad sin prisión?
¿Necesitamos entonces ser subyugados para imaginar la libertad?
¿Fui el amante de Lady Macbeth?
Aquella vez que me dejé dar por el culo cuando tenía 12 años, me hizo
comprender que la libertad no existe mientras tengas una verga en los
intestinos.
¿Qué libertad puede haber entre un hombre y una mujer que se dicen amarse?
¿No es el amor una especie de prisión?
¿Y es por eso que cuando mi verga se eleva pienso en darle libertad absoluta
al coño castrado?
¿Será verdad eso que dicen que mientras la carencia es mayor, la camioneta
es más grande?
¿Qué libertad puede haber en un quirófano?
¿Somos esclavos de los demás?
¿Ha sido esta caja negra mi prisión durante años?
¿Y entonces con mi espada debo acabar con la idea de que el otro me sirve a
mí?
¿A quién le debo?
¿Dios le pague?
¿Dios me libera mientras yo me libero de Dios?
¿Si Dios quiere?
¿Y sí no quiere?
¿Mis palabras me dan la libertad de creer que soy libre de la esclavitud del
espejo?
¿Y los cirujanos?
¿Será verdad que la tecnología nos ha libertado de la esclavitud del
pensamiento?
¿El tiempo de Dios es perfecto?
¿Soy dueño de mi vida mientras como?
¿O el comer me conduce a mí?
¿Y los zapatos?
3.3
Se crea un malestar general en el escenario, hay silencio, ¿comprensión?
¿vergüenza? La miradas se clavan entre la negritud del fondo. Solo se escucha
la respiración inconstante del actor, es una exlahación debil, una inhalación
corta. El público, ahí, sintiendo… ¿siente el público? ¿qué? Cree en ser martir,
sufrir el vacío que deja el eco de la voz que ha retumbado entre nuestros
timpanos, sufrir esa pausa, la del estar atentos, la del creer estar atentos,
cuando realmente no superamos la compañía de estar con nosotros mismos,
soy un martir de mis silencios, un martir de la silla, yo, el martir de mis vidas
ajenas. Me libro, sí, de lo que veo y trato de entender que sea real. Afronto al
otro, incómodo, alegre, triste, iracundo. Y ahí sigue el espejo, recordandome
que no todo lo puedo solucionar con solo verme, que la realidad es aún más
perra que mi propio rostro.. aún más seca. ¿Ustedes pueden?
Tengo que esquivar la mirada inmediatamente, no lo soporto, pestañeo, los
pestañeos son pequeñas sensaciones de libertad, deseo quedar ciego, pero al
volver a comprender la luz, ya no lo deseo, tengo estos pequeños suicidios de
ceguera frente a mi. Recuerdo que alguna vez tuve hijos, murieron conmigo.
¿Cuando decidí matarme por primera vez? fue aquí, ellos estuvieron presentes
y se mataron conmigo, aún así les mando dinero, me preocupo por ellos hasta
en la muerte, un padre debería preocuparse por sus hijos, así hayan muerto, un
padre ausente debe preocuparse por sus hijos ausentes, la gracia de la
ausensia radica principalmente en mantener el vacío lleno. No hace falta
liberarse de la ausensia, ella se mantiene aferrada al alma, como un personaje
que no quiere morir y se descubre presa de su destino.
¿Es de suponer que cada una de estas preguntas me liberará de la razón?
¿Quiero yo librarme de la razón?
Tengo que suponer entonces que cada estúpidez que yo diga parado aquí,
frente a ustedes, guarda una importancia, y que esa importancia es de tal
importancia, que para ustedes también debe ser importante.
¿Están ustedes en la obligación de asentir con importancia a lo que no
entienden?
¿Y si dicen que no entienden? ¿Qué pasa?
¿Me debo sentir avergonzado de estar inválido para fomentar mis ideas?
Pero si mis ideas no le deberían importar a más nadie, y tus ideas no deberían
importarme en lo más mínimo a mi ¿Por qué tendríamos que importarnos
mutuamente?
Hay hojas aquí, las veo, me atraganto en palabras, o siempre lo he hecho y ya
lo he olvidado, he comido tanto que he tragado la palabra recuerdo y se ha
quedado estancada entre mis intestinos, yace ahí entre el colón ciego y el resto
de mis entrañas, algun día las defecaré, por ahora solo sigue saliendo de
dentro de mí, lo que alguna vez fueron palabras y ahora no son más que
pedazos de un algo que antes se podia pronunciar. En mi cabeza han dado
tantas vueltas ¿con qué fin? Si ahora, una vez más aquí tengo que pararme a
recitar lo que me acostumbré a hacer para vivir, y perdí la vida recitando las
palabras de otro, y ahora me dentengo y comprendo que nunca tuve el valor de
recitar las mías propias.
¿Y es que tuve tanto miedo de vivir mi vida, que me conformé con la de los
otros?
4.
Quiero comerte la boca.
Quiero comerte el coño.
Quiero comerte en el aire.
Quiero comer entre salvajes,
Quiero comerte la polla.
Quiero comerte entre el olor de la basura.
Quiero comer basura.
Quiero comer lo mejor de ti.
Y también lo peor.
Quiero comer tu lastima.
Tu tristeza.
Tu alegría.
Tus lágrimas.
Quiero comerme a tu gato.
O lanzarlo por la ventana.
Quiero hacerte sufrir y comerme ese verbo.
Quiero que hoy nos comamos el mundo para dejarlo en silencio.
Y en el vacío comer esa soledad que me llena.
Quiero comerme las flores
y dejar sin color la tierra.
Comer los latidos
Tú interés.
Ver tu mirada
Probarla
Comer tu respeto, darle la vuelta, convertirlo en engaño.
Devorar la música en tu presencia y hacerla alarido.
Quiero que me coman estas paredes, y se lleven mi olvido,
Que sepulten mi recuerdo
Que jamás he vivido.
EL AHORCADO. Míralos perro de Pavlov, míralos, ellos son los verdaderos
artistas… aplauden sin saber por qué, como si fueran el motor de este
engranaje, la válvula… aplauden a ciegas aunque no hayan entendido. Son la
pieza fundamental de este arte sin sentido, sus pequeñas cabecitas
acentuando la verborrea desde este escenario, son el resultado magistral de
este experimento, cuando la palabra se les agota, ellos siguen aplaudiendo a la
nada para tener un motivo de seguir creyendo en algo.
Míralos matarse entre sí… ahí radica todo… míralos… tan felices y contentos
viendo las tripas por los aires, la sangre por el suelo, los ojos en las estufas, las
cabelleras en sus pelucas, sus penes en platos gourmets y sus vaginas cocidas
con pabilo para que no puedan abrir la boca y eructar. Aplaudan mis niñas,
aplaudan, que manen ríos entre sus piernas para yo poder quemar el mundo
con ellas. Quédate tú con mis monedas de cartón, que yo si prefiero las de oro,
para cortar los hilos que mantienen en pie las paredes de esta mísera caja de
plástico, y cuando las tenga entre mis manos, verlas derretirse en el esplendor
de este fuego. Paredes que tú también has contribuido a destrozar.
¿Acaso me ha salido pelo por todo el cuerpo? ¿acaso ahora tengo una cola
entre las piernas y panderetas en mis manos? ¿acaso ando con un sombrero
sobre mi cabeza, pidiendo limosnas? Para qué coño han venido a verme a mí,
si tienen un circo en sus casas. Que se diviertan con sus vidas de mentira, que
siempre aplauden como focas y se creen leones. Que no me vengan a joder a
mí. Que se miren al espejo y aplaudan ahí, es más barato, y quizás, si todo les
sale bien, terminen gustándose por lo que han visto, y si no, que lo rompan,
que partan la placa y se reconozcan en los pedazos, pues de esos escombros
están hechos ellos.
Diles que no se vayan, tengo algo que decirles.
5.
EL AHORCADO: Estoy aquí porque he matado a mi perro. No sé por qué lo
hice… bueno si lo sé. Me miraba con esos ojos dilatados, y su maldito pelo ya
lo encontraba hasta en el cepillo de dientes. A quién se le ocurrió que tener un
perro podría ser una buena idea… son animales salvajes, bestias silenciosas
que observan con tristeza, preferiría volver a ver el fantasma de mi padre, y
matar a todo el reino, que encontrar mi mirada una vez más con la de un
perro… ¿qué clase de ser humano lleva un perro por primera vez a su
hogar…? ¿qué pasó por la cabeza de este humano idiota que llevó este lobo
domesticado a su cama?
Aún conservo el cadáver, lo metí en un tobo de hielo… y he venido aquí a ver
si ustedes me dan una idea de qué hacer con esa bola de pelos rígida que
tengo en mi baño… ¿me lo como? ¿Lo entierro? No basta con olvidarlo…
Anoche soñé que prefería estar muerto, tuve esa sensación, nunca he muerto,
pero tuve esa sensación de mortandad, no se cómo explicarlo. Soñé que
estaba muerto… y ahí rígido en la cama el perro se subía sobre mi cuerpo y se
reía a carcajadas, él si podía moverse. No pude con la risa del maldito animal,
burlándose de mi estado vegetativo, quién le da derecho a reírse de mi
muerte… y luego se me ocurrió esa idea, y si yo me riera de él… ¿qué pasaría
si yo me riera de él, mientras él está muerto? era una venganza inocente,
como quitarle algo a otro, si este te ha quitado algo a ti, esa institución
ecuánime que permite la rebeldía hacía el dolor, pagando dolor con más dolor,
como en el mundo sobre el que estoy parado.
¿El mundo?
Y en mi cabeza, por un momento en esa epifanía gloriosa del sueño, descubrí,
que el perro no ha sufrido, el perro siempre ha estado observando el dolor
ajeno… y hay que enseñarle, que si él quiere cazar, también el puede ser
cazado.
La grandeza de ese tipo de venganzas es la idea de que estás haciendo un
bien, por tu propio bienestar. De eso se trata, de sentirme bien… de estar y si
no estoy, bueno de morir con dignidad. No sé si mi sueño me ha engañado.
¿Qué hago con el cadáver? ¿Me lo como?
6.
EL AHORCADO:¿En qué piensas? ¿Piensas en mí? ¿Lo haces? ¿Y si no
piensas en mí, piensas en los otros que alguna vez viste en mi misma
situación? Diles, anda, pregúntales… ¿Piensas en algo? ¿En qué? ¿Te vengas
de mi? ¿De lo qué hice? No… no de lo que hice… me quieres poner aquí frente
a todos para que sepan lo que fui capaz de hacer… ¡Pues yo tuve valor! ¡Tú
eres y siempre has sido un cobarde! ¿Por qué no escribes eso sobre ti? ¿Por
qué no les dices que no te importó verme morir? ¡Que eres la vergüenza de
Dios!
7.
JOB. Mi piel misma ha formado costras y se disuelve. Acuérdate de que mi
vida es viento, que mi ojo no volverá a ver el bien. El ojo del que me ve no me
contemplará, tus ojos estarán sobre mí, pero yo no seré. ¡Ciertamente me
preocuparé por la amargura de mi alma. De modo que mi alma escoge la
sofocación, la muerte más bien que mis huesos. ¿Qué es el hombre mortal
para que Dios lo críe, y para que fije su corazón en él y para que le preste
atención cada mañana, y a cada momento lo pruebe? ¿por qué no quiere
apartar de mi, su mirada, ni dejarme solo hasta que me trague la saliva? Si he
pecado ¿qué puedo lograr yo contra él, el observador de la humanidad? ¿por
qué me ha puesto, por blanco suyo para que llegue a ser su carga? ¿y por qué
no perdona mi transgresión y pasa por alto mi error? Porque ahora en polvos
me acostaré, y ciertamente me buscará, y yo no seré.
8.1
HAMLET. Dejaré de ser tan obvio para aprender a contemplar la brisa que se
lleva el mar, y descubrir bajo mis pies, que sí, hay arena, que es verdadera,
que quizás, puede que forme parte de ella, que no, que no pienso volver a pisar
la tierra que otros han llenado de inmundicias, que las palabras han agotado su
existencia, y que el silencio, o más bien el sonido de la brisa, debe ser
escuchado, y el rumor, ese lejano murmullo que queda en la cercanía de mis
tímpanos, presente, recordándome que existió, que alguna vez existió la sal de
la vida, la que dio siembra a estos pequeños esquivos que se paseaban entre
las olas, y que según la teoría pudo desarrollar el sentido del caminar ¿Camino
ahora? ¿Si lo hago por qué tengo que estar parado relatándome una historia
que se repite mil veces? Es la maldad del escenario, ¿acabar con todo esto?
¿será? No hay agonía, no, existe en mi todavía el deseo de nadar, pero el mar
se ha secado, ahora nos paramos frente a ti, a plegar, a pedirte una
colaboración, una ayuda.
Mi hija sufre de cáncer óseo, y hoy en el Pérez Carreño, le apuntaron su
piernita, el tratamiento me vale 18 millones y es primera vez que me tengo que
ver obligado a pasar esta vergüenza frente a ustedes, pero Dios así me
encomendó esta misión y si ustedes me pueden ayudar con algo, lo que sea,
yo se los agradeceré en el alma. Yo sé que esto es incómodo para muchos de
ustedes, pero es primera vez que me veo en la necesidad de hacer esto, para
mi también es incómodo, pero yo sé que lo que sea, con lo que sea dios se los
recompensará… Ayúdenme, para niña, su remedio… para mi niña, su remedio,
para mi niña, su remedio… para mi niña, su remedio.
¿Cuántos años tiene mi hija? ¿tengo una hija? ¿vale la pena vivir con solo una
pierna? ¿para qué? ¿para cojear? ¿para llevar la carga de la vergüenza de una
enfermedad que se plantó en mis venas? la de las miradas, las del asco.
Hoy cumplo años. ¿Cuántos eran? Ya no lo recuerdo, debería recordarlo,
¿780? ¿78?
¿Cuántos han sido los hombres que di vida? ¿los cuento a ellos? ¿cuenta esa
edad? ¿debo sumar la edad de los hombres a los que les di vida, aquí sobre
este negro? ¿la suma de esas edades es la cifra exacta de lo que he vivido?
Ahí lo escucho, el murmullo, el eco del mar que se quedó impregnado,
atrapado en el tiempo, como yo… Ha sido la trayectoria de una larga jornada.
Pero no tomen esto como una renuncia. Es mucho todavía lo que el cielo
permite.
¡No! No soy el príncipe Hamlet,
(Soy T.S. Eliot. Recitando Canción de amor de J.A. Prufrock.)
¡No! No soy el príncipe Hamlet,
ni pretendo serlo;;
Soy un jefe de criados, uno que procurará
Realizar algún progreso, emprender
Una escena o dos.
Aconsejar al príncipe;; sin duda, un simple instrumento,
Deferente, contento de ser útil,
Astuto, precavido y meticuloso;;
Rebosante de elevadas sentencias,
Pero un poco obtuso;;
A veces, en realidad, casi ridículo,
Casi, a veces, el loco.”
8.2
Lo demás no es silencio, ni siquiera vacío, es ese sonido maldito que queda en
el aire después de la exhalación y que se graba aquí, en esta fosa auditiva y no
evoluciona, y se repite eternamente, como la humanidad.
Escuchen. ¿Escuchan? ¿lo sienten? Es el latido de sus corazones, una fábrica
de latidos, que no se sincronizan, que no están conectados, que son
individuales, que juntos forman una pesadilla… una terrible pesadilla de
bombeos. 70 latidos por minuto. 100 mil latidos por día. ¿cuántos son?
Dependemos de los latidos del otro para creer que estamos escuchando, que
no entendemos el peligro de toda esa sangre que mana entre nuestras venas,
nos miramos a los ojos sin comprender que detrás de esa mirada hay un
incesante bombeo de sangre… un sonido que nos ensordece… no late rápido
porque nos enamoramos, lo hace porque tenemos miedo.. y la sangre mana,
recorre kilómetros esperando buscar un cause… ¿tú? ¿yo? Piensa en ello… el
canibalismo de la sangre, trenzas de sangre bajo mis pies, resbalándome,
cayendo, profundo… entre ustedes… y ahí siendo devorado… ¡Aplaudan!
Aplaudan ahora… porque mi mejor representación será esta… nadar entre los
latidos… bombeen, ensordezcan… cierren los ojos.
Y ahora…
Y ahora…
Y ahora…
Y ahora…
Y ahora…
Y ahora…
Y ahora…
Mueran conmigo…
Cosechemos trenzas. Hagamos de ellas nudos que nos permitan aislar las
palabras para guardar nuestros dientes en un cajón de sequía… echarle agua,
y crezca en la arena… y piquen, y hagan lo mismo, y repitan la historia, como
los escorpiones… cosechemos trenzas, para que ellas misma se trencen en
nuestros cuellos y nos den la libertad del pensamiento, ese que se encuentra
entre la ceja y la oreja, si cosechamos trenzas obtendremos el habito de la
muerte, pues la vida es solo eso… Despertar… agonizar… y en este cuarto de
paredes mohosas reptar entre los murmullos del pasado, entre los cánticos
pasos del recuerdo, de otros, que han ahorcado… que se dejaron ahorcar…
Hagamos trenzas, porque de ellas depende nuestro destino, nuestro viaje de
odio… de vacío… que nos lleva al mismo lugar… a recordar que la ausencia es
solo el eco que aprisiona la intensión de caminar.
9.
Venía pasando… recorriendo los mares, he partido de un pueblo llamado
Jamaica, ese pequeño pueblo de cuba. Me encontré con una fila de soldados
en el borde de la avenida… y pensaba en ti… ¿hace cuanto tiempo que ya no
lo veo? ¿Tanto tiempo así? Me paré por un minuto para recordarte… y seguí
caminando… tropecé con una pequeña piedra… pero no… no era una piedra…
era un pensamiento guardado en una cartera, como quien guarda la estampa
de un líder… era un pensamiento sin forma, como una hoja en blanco que
espera por ser llenada… ilusionada de palabras, de emociones.
ÉPILOGO.
¿?: ¿Por qué me olvidé de ti? ¿qué hice mal para nunca más volver a tus
palabras? Podría dar la vuelta ¿y volver a encontrarme solo? un personaje
cuando se da la vuelta y se encuentra solo, es por destino… está destinado a
morir solo… y debe vivir con esa ausencia de aliento, para aprender a
respirarse así mismo. Camina pensando en eso… en ti… sin buscarlo… sin
planearlo… y un día nos encontraremos aquí parados, frente a frente, una vez
más… pero ahora hay una hoja en blanco… ¿entiendes por qué decidí
olvidarte?… ¿Lo entiendes? Tus trenzas atadas a las mías aunque no lo veas.
Hagamos trenzas… si hacemos trenzas podemos adornar nuestra memoria… y
que los latidos la reconozcan… ellas hacen eso… observan y reconocen… y de
sus nudos puede nacer un final digno, un verdadero final… ese que crea la
ilusión de una meta, pero que tu y yo sabemos se extiende sobre un horizonte
que se pierde a la distancia.
ddannery@gmail.com
2014