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ENSAYO SOBRE

DUDA, OPINIÓN Y CERTEZA

JACQUELINE CHING HENRIQUEZ

LUIS E. RIBÓN PEREZ

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO


FACULTDAD DE CIENCIAS HUMANAS
FILOSOFÍA
EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS
GRUPO I
Se puede afirmar, como lo hicieron los grandes pensadores del Siglo XVII, que el
conocimiento es “todo saber que se puede justificar racionalmente y que es
objetivo”.

El conocimiento fue concebido como una imagen o representación mental del


objeto conocido y también como una proporción verdadera.

La Modernidad se inicia con la entrada del racionalismo, que se contrapone al


empirismo, y que considera a la razón como fuente principal del conocimiento.
René Descartes (La Haya, Francia 1596 – Estocolmo, Suecia 1650) filósofo y
matemático puede considerarse como su iniciador, influenciado por los nuevos
aires del Renacimiento y la revolución científica que se manifestó de manera
simultánea.

La Duda, la Opinión y la Certeza corresponden al grado de credibilidad que le


damos a nuestros propios conocimientos; el hombre es consciente de su limitación
y que la realidad que pretende conocer y dominar es múltiple y compleja.

La Duda es un estado de equilibrio entre la afirmación y la negación, sin inclinarse


a ninguno de los dos extremos. La duda se produce cuando la insuficiencia del
conocimiento y confianza en la validez del mismo, no permite hacer una
afirmación. En la Duda se da un grado de conocimiento imperfecto y una
desconfianza en la validez de la proposición. La duda puede constituirse en fuente
de conocimiento cuando se reconoce la parte que corresponde a la ignorancia y
se convierte en motivación para el progreso del conocimiento mediante el estudio
y la crítica.

La opinión se presenta cuando el grado de conocimiento genera suficiente


confianza en su validez como para poder afirmarlo como verdadero, pero no de
forma perfecta. El que opina afirma pero no con perfecta confianza en la verdad de
la proposición con la que el conocimiento se manifiesta. Teniendo lo que se afirma
como verdadero, se admite, sin embargo, la posibilidad de error y de posible
verdad.

El valor de la opinión depende de la mayor o menor probabilidad de las razones


que fundamentan la afirmación.
El hombre se ve obligado a opinar porque la limitación de su conocimiento le
impide alcanzar a menudo la certeza.

La Certeza se fundamenta en la evidencia y la evidencia es la presencia patente


de la realidad. Un alto grado de certeza se basa en una conciencia plena sobre
hechos que se admiten sin sombra de duda; con alta confianza en que dicho
conocimiento es verdadero y válido; basada en la evidencia supone un
conocimiento comunicable y reconocible por cualquier otro entendimiento racional.

La certeza es la adhesión firme a una verdad, sin temor de engaño, la inteligencia


juzga firmemente, removiendo el temor de que sea verdadero lo contrario a
aquello a lo que se asiente. La evidencia puede ser mediata o inmediata. La
evidencia inmediata es la evidencia actual, lo real, lo que vemos. La mediata es el
conocimiento mediante algo, se apoya en seguridad y terceras personas.

La condición limitada del hombre hace que la gran mayoría de sus (nuestros)
conocimientos no se realicen de manera inmediata, sin embargo, tenemos certeza
de muchos acontecimientos, personas, situaciones, puntos geográficos y demás,
que nos proporciona la ciencia, la historia, la geografía y los medios de
comunicación; esta evidencia la denominamos mediata.

La vida del hombre y su relación con los demás se puede sostener, solo, con el
respeto a la verdad; sin embargo, conocer siempre la verdad no es tarea fácil.

La opinión siempre estará por encima de la duda, que como se sabe es la


adhesión de una proposición que puede incluso incluir la posibilidad de que esta
sea falsa. No todo es opinable. Lo que se conoce de manera inequívoca no
opinable, es cierto.

Si la Duda y la Opinión no son criterios de verdad, la Certeza si lo es, el que cree


tiene la evidencia de la credibilidad del testigo; quien no ha conocido un país cree
en los que si lo han conocido y atestiguan su existencia, lo mismo que los que no
han conocido a un personaje creen a los que si lo han visto.

En todos los casos es evidente la credibilidad de los testigos.

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