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CULTURA Y SOCIEDAD

ANDREA REBOLLEDO MACARENO


EMIRO MENDOZA GARCÍA
JAQUELINE CHING H.
KAREN CANCHILA BARRIOS
LEDYS MEJIA QUIÑONES

NEVIS NIÑO RODRIGUEZ

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO


FACULTDAD DE CIENCIAS HUMANAS
FILOSOFÍA
SOCIEDAD Y CULTURA

BARRANQUILLA, 29 DE MAYO DE 2015


EL GENERO ES CULTURA

El género es cultura, y la cultura se transforma con la intervención humana.

Para analizar y sintetizar el texto escrito por Marta Lamas, partiremos de la


definición y sentido que la escritora da a los principales términos usados a lo largo
del escrito.

Género: La define como el conjunto de creencias, prescripciones y atribuciones


que se construyen socialmente tomando a la diferencia sexual como base.

Cultura: Es un resultado pero también una mediación. Lo simbólico es la


institución de códigos culturales que mediante prescripciones fundamentales,
como el sexo, reglamentan la existencia humana.

Pensamiento simbólico: Constituye la raíz misma de la cultura.

Cuerpo: Es la primera evidencia incontrovertible de la diferencia humana y


estrecho biológico es la materia básica de la cultura.

Lenguaje: Es elemento fundante de la matriz cultural o sea de la estructura madre


de significaciones por lo cual nuestras experiencias se vuelven inteligibles.

El género o diferencia sexual es la base social para determinar el desarrollo y


actividades de las personas dependiendo de si es hombre o mujer.

La diferencia sexual se presenta en todas las culturas y sociedades y cada una


define una simbolización de la diferencia entre los sexos y genera versiones
distintas de las diferencias entre hombre y mujer.

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Lo fundamental para que los humanos seamos seres sociales, lo constituye el
habla que además es característico y único del ser humano y que determina una
función simbolizadora; el lenguaje posee una estructura que está fuera de control
del hablante individual. Mediante el lenguaje los seres humanos simbolizamos la
diferencia sexual.

El género además de marcar el sexo, marca la percepción de lo social, lo político,


lo religioso, la diferencia sexual aparece como fundamento de subordinación o
aprensión de las mujeres todo con fundamento solo en lo anatómico y lo
reproductivo.

Los hombres y las mujeres aunque distintos somos iguales como seres humanos y
solo diferimos en la sexualidad y en la procreación. Hago un paréntesis aquí para
resaltar el desacuerdo, impotencia y frustración al leer en algún documento que
Aristóteles, el gran filósofo consideraba que la mujer era “un hombre incompleto”.
Como podemos notar desde la antigüedad por el tema del género se consideraba
a la mujer como un ser inferior y se tenía la dificultad aún por los grandes
pensadores de alcanzar la igualdad de hombre – mujer, con el reconocimiento de
las diferencias, como lo admite Jean Starobinski.

La diferencia sexual entre hombres y mujeres es solo eso diferencia sexual y


nunca diferencia intelectual ni ética; sin duda existen diferencias físicas,
hormonales, procreativas, sexuales de tamaño y fuerza pero que son solo eso
diferencias biológicas que nunca deberían llevarse a desigualdades sociales,
políticas y/o económicas.

En pleno Siglo XXI cuando las vidas de mujeres y hombres se están igualando en
terrenos laborales, políticos y culturales no tiene sentido que las simbolizaciones
derivadas de las diferencias de género se sigan dando en detrimento del papel
que desarrolla a la mujer en el contexto laboral, económico y social.

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La lógica de la complementariedad entre mujeres y hombres que tiene el género,
solo se da en el aspecto reproductivo y no en otros aspectos de la vida, sin
embargo, la creencia que si se presenta ha permitido la limitación de las
potencialidades de las mujeres, y en los hombres la pérdida de habilidades en
ciertas tareas y ocupaciones. Esta lógica de género además discrimina a los
homosexuales y a parejas del mismo sexo ya que la lógica de la
complementariedad incluye además el amor y el erotismo.

La lógica de género, ante la diversidad humana resulta totalmente obsoleta y por


lo tanto se requiere asumir el desafío de la igualdad; es necesario dictar leyes de
igualdad que concilien responsabilidades laborales tanto para mujeres como para
hombres. Pero además hay que modificar la sociedad transformando mediante
razonamientos y estrategias de acciones democráticas y modernas, la lógica del
género.

Para afirmar la igualdad de género y tratar a hombres y mujeres, a heterosexuales


y homosexuales como iguales, sin que sean idénticos, se requiere pensar la
igualdad a partir de la diferencia y pensar la diferencia no como afirmación, sino
como una variación sobre el mismo sustrato humano. Si una persona opta por la
igualdad, está forzada a negar su diferencia, si opta por la diferencia, admite que
la igualdad es inalcanzable. Las mujeres no podemos negar nuestra diferencia ni
podemos renunciar a la igualdad.

Más allá del género, un reto a enfrentar es el sobrepasar las definiciones


tradicionales de que es ser mujer y que es ser hombre; cada vez más personas
tienen experiencias de vida que no se ajustan a los esquemas tradicionales de
género.

La crítica y los cambios en las creencias, prácticas y representaciones sociales


que discriminan a las personas en función del género será posible reformular una
nueva definición de la persona.

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