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RESUMEN DEL PUNTO 6 DEL TEMA 3

El deseo de conocer de forma cierta la realidad ha guiado a la especie humana desde sus orígenes. Formular
como problema si aquello que aceptamos como verdad lo es, y si lo que se nos presenta como realidad no será una
apariencia engañosa es una cuestión filosófica (de la que trata la rama de la GNOSEOLOGÍA).

GRECIA

En el s. VI a. de C. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS contraponen “opinión” (“doxa”) y “saber” (“episteme”). La


primera es un tipo de saber sustentado en los sentidos, vulgar, que se basa en la apariencia de las cosas. Es el tipo de
conocimiento que tiene la gente normal. Frente a él hay otro tipo de saber más cierto/seguro, que sigue el logos, la
racionalidad que está en los hombres y en la realidad. Así, por tanto, se llega a la conclusión de que la verdad
consiste en buscar la “episteme” y abandonar la “doxa”.

En PLATÓN, verdad es un determinado tipo de realidad (la de las Ideas a las que imita el mundo material) y
verdadero es también un tipo de conocimiento, el que alcanza a contemplar esas Ideas objetivas, inmutables, en un
proceso de trascender de lo sensible, material y corruptible.

ARISTÓTELES propone una concepción de la verdad que se denomina “verdad como adecuación o
correspondencia”. Verdad o falsedad es una propiedad de los enunciados. La más conocida formulación de este tipo
de verdad es ésta: «Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es lo falso; decir de lo que es que es, y de lo
que no es que no es, es lo verdadero»
Una representación mental, un enunciado es verdader@ si coincide con lo que hay en la realidad, es decir, si hay
adecuación o correspondencia entre lo que dice y aquello real sobre lo que habla.
Esta posición se basa en dos supuestos. Uno es el de que la realidad existe con independencia del sujeto que la
conoce, que hay un mundo objetivo, externo, real (realismo). El otro supuesto es la confianza de que es posible
conocer objetivamente las cosas en su ser, que existe un conocimiento objetivo de la realidad (objetivismo). Esta
concepción ha sido designada, tradicionalmente, como realismo ingenuo, frente a posiciones modernas más
sofisticadas que se denominan realismo crítico.

ESCEPTICISMO/RELATIVISMO. La experiencia de que los humanos nos equivocamos a menudo, de que lo que
durante mucho tiempo fue considerado verdad dejó de serlo, introduce un elemento de desconfianza en nuestras
capacidades cognoscitivas. El escepticismo sostiene que no hay verdades absolutas, que la afirmación de que algo es
“verdadero” o “falso” es relativa a las circunstancias, a cada individuo, grupo social o cultura. A ese tipo de
posiciones también se las denomina relativismo. Uno de los primeros defensores del relativismo fue el sofista
PROTÁGORAS (s. V a. de C.). En el Renacimiento, el escepticismo es defendido por MICHEL DE MONTAIGNE.

ÉPOCA MODERNA

Mientras que el pensamiento antiguo ve el conocimiento como la representación mental de un mundo


objetivo y la verdad radica en encontrar la más ajustada, en la modernidad el conocimiento se va centrando,
cada vez más, en el sujeto y sus contenidos mentales. El problema entonces es encontrar criterios que permitan
distinguir qué contenidos mentales son verdaderos, de dónde proceden éstos y hasta dónde puede llegar nuestra
capacidad de conocimiento válido en relación con la realidad.

RACIONALISMO
Frente al escepticismo RENÉ DESCARTES (1596-1650) busca un conocimiento seguro, verdadero,garantizado y
por encima de cualquier duda, del mismo modo que lo es el conocimiento matemático. Es preciso un conocimiento
verdadero y necesario de la realidad. Esto impulsa a encontrar una primera verdad, clara y evidente, para poder
construir desde ella el resto del saber, por un procedimiento deductivo semejante al de la geometría (saber racional por
antonomasia). Esta primera verdad es la existencia del yo como sujeto pensante.
De este modo, con Descartes la conciencia, el yo, el sujeto pasa al primer plano del conocimiento. No es ahora el
mundo o la realidad quien garantiza la verdad de las ideas, sino que son éstas las que garantizan la existencia de la
realidad exterior. La verdad no se establece porque nuestro conocimiento esté en función de una representación que
surge del mundo exterior, sino que son la claridad y distinción con las que las ideas se presentan a mi mente las que
garantizan la verdad.
EMPIRISMO
Considera que el contenido de nuestro conocimiento son los datos de la conciencia (ideas, impresiones,
percepciones, etc…) y el origen de los mismos es la experiencia, los sentidos. La existencia de una realidad exterior
continua y duradera, e independiente de nuestras percepciones e ideas, es, para DAVID HUME (1711-76), una
creencia que se apoya en un hábito mental indispensable para la supervivencia.

KANT
En este proceso de acentuación de lo subjetivo, IMMANUEL KANT (1711-76) marca un giro (que él mismo
denomina “copernicano”). El sujeto no es pasivo, no es el que se adecua o somete a la realidad para conocerla.
Conocer es el resultado de una síntesis que el sujeto realiza con los datos que le aportan sus percepciones de la
realidad. Ahora el que se adecúa a las estructuras cognoscitivas humanas es el objeto. El conocimiento ya no es una
copia, reflejo o representación de la realidad, sino una “reconstrucción” o “constitución”. La realidad, el mundo, la
naturaleza es el resultado del dinamismo cognoscitivo humano, que no lo crea, por supuesto, ya que el conocimiento
actúa sobre el material que le aporta la sensibilidad, pero sí lo “conforma”. La realidad en sí misma, con independencia
de cómo se nos presenta en el conocimiento, nos es desconocida.

ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

Las posiciones contemporáneas en torno al conocimiento son intentos de salir del idealismo/subjetivismo
modernos. De forma general en esta etapa se mantienen posiciones realistas, aunque diferentes de las del realismo
clásico.
La teoría de la verdad como correspondencia, y el realismo que presupone, se encuentran con dificultades tales
como ofrecer un criterio operativo de verdad. ¿Cómo podemos saber que existe adecuación entre nuestro pensamiento
y la realidad cuando las teorías científicas, desde la modernidad, nos están dando una imagen de la realidad que no se
corresponde con lo que nuestros sentidos observan? Por otra parte, ¿cómo podemos saber que nuestro conocimiento es
objetivo cuando desde Kant se ha puesto de manifiesto la actividad constitutiva del sujeto en el proceso del
conocimiento? Estos y otros problemas dieron lugar, a lo largo del s. XX, a la aparición de distintas formulaciones de
la posición realista.
NEOPOSITIVISMO LÓGICO (ESCUELA DE VIENA)
Sostuvo que el único discurso con sentido es el de la ciencia. En ésta, se dirá, existen dos tipos de proposiciones:
aquellas cuya verdad puede ser científicamente comprobada o verificada, y aquellas otras cuya verdad vendrá dada en
función de su coherencia con las primeras. Si una proposición no pertenece a ninguno de los dos tipos anteriores,
entonces no posee significado y, por tanto, no podrá ser considerada ni verdadera ni falsa. Ahora bien, el criterio
empirista de significado parece insuficiente ya que muchas proposiciones científicas importantes no parece que puedan
ser verificadas por completo (p.ej., las leyes que establecen de forma general que algo se cumplirá siempre, o aquellas
que generalizan para todos los casos y no es posible conocerlos todos). Este problema se denominó el problema de la
inducción y será abordado de forma crítica por el siguiente filósofo.
KARL POPPER (1902-1994)
Acepta el realismo como punto de partida, por parecerle la única hipótesis sensata. Entre otras razones, el
realismo forma parte del sentido común y las teorías científicas implican el realismo, ya que la ciencia pretende
describir y (en la medida de lo posible) explicar la realidad.
Popper acepta que «una teoría es verdadera si, y sólo si, se corresponde con los hechos». Ahora bien, Popper
distingue entre verdad, lo que hay que buscar sin descanso, y certeza (la seguridad de haber alcanzado la verdad), que
no podremos conseguir, porque nos equivocamos y caemos a menudo en el error. Somos buscadores de la verdad, no
sus poseedores. Esta idea, en relación con la ciencia, se expresa como «búsqueda de la mayor verosimilitud» posible,
es decir, de aproximación a una descripción cada vez más satisfactoria y perfeccionada de la realidad.

«La hipótesis más apta es la que resuelve mejor al problema en vista del cual se inventó, así como aquella que
resiste mejor las críticas que las hipótesis rivales». La ciencia no progresa al comprobar o verificar sus propuestas,
sino al proponer conjeturas audaces e ingeniosas, seguidas de intentos rigurosos de refutarlas. El falsacionismo es la
«solución» que Popper da al problema de la distinción entre lo que es científico y lo que no lo es. Una teoría si no
puede ser falsada, si no es posible encontrar un caso o situación en la que pudiera no cumplirse, no puede ser
aceptada científicamente.
PRAGMATISMO

Son pragmatistas las teorías que establecen una relación entre la verdad y la acción. Las posiciones pragmatistas
rechazan, frente a realistas e idealistas, que un juicio pueda ser verdadero en sí mismo. Para el pragmatista, por el
contrario, una proposición sólo es verdadera si forma parte de un proyecto de investigación o de búsqueda. De este
modo, no hay verdades en sí, éstas son siempre relativas al proceso en el que intentamos resolver un problema.

Desde este punto de vista, p. ej., el valor de un mapa no reside en copiar fielmente la realidad como sostiene el
realista, o en que sea coherente con los restantes conocimientos que tenemos los seres humanos. El pragmatista
afirma que, en sí mismo, un mapa no es verdadero ni falso. Sólo es verdadero en la medida en que soluciona un
problema previamente planteado. Es decir, que depende de la situación que haya que resolver: salir de un bosque en
el que uno está perdido, encontrar un pozo de petróleo, trazar una carretera, etc.

¿Qué consecuencia tiene esta caracterización de la verdad? En primer lugar, la verdad será relativa y
dependiente de cada caso, puesto que lo que puede ser válido para una determinada investigación, para solucionar
un determinado problema, puede no serlo en otr@. En segundo lugar, frente a las teorías de la correspondencia y de
la coherencia, no se hace depender la verdad de una propiedad antecedente o previa de las cosas, sino de sus
consecuencias. Esto implica que la verdad es algo temporal, no ésta ya hecha, sino ha de hacerse, depende de este
proceso y está permanentemente constituyéndose. Este carácter procesual, histórico y contextual que la noción de
verdad tiene para el pragmatista es expresión de que considera que la realidad misma lo es.

Sin embargo, aunque lo verdadero es aquello cuyas consecuencias nos satisfacen, esto no quiere decir que la
verdad depende de la utilidad, del beneficio material o individual solo. El examen de las consecuencias ha de incluir
lo ético, lo estético y lo social. La comprobación de la verdad no es un proceso personal sino colectivo y social,
comunitario e intersubjetivo. La verdad para el pragmatista se identifica con lo bueno establecido socialmente.

PERSPECTIVISMO

Un gran defensor de esta postura es JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1883-1955). Su filosofía plantea la verdad como un
problema vital, y pretende evitar tanto un dogmatismo que considere la verdad como algo abstracto, inmutable y
único, como el relativismo, que es la negación de la verdad. El concepto de perspectiva será la base de su explicación.

“La perspectiva es el orden y forma que la realidad toma para el que la contempla. Si varía el lugar que el
contemplador ocupa, varía también la perspectiva”. La verdad que corresponde a un yo concreto está vinculada a la
circunstancia de ese yo, al ángulo de la realidad que le ha correspondido. Ortega defiende una posición realista
compatible con la perspectiva, porque todo conocimiento lo es desde un punto de vista. “La realidad no puede ser
mirada sino desde el punto de vista que cada cual ocupa, fatalmente, en el universo”. “Hemos de representarnos las
variaciones del pensar no como un cambio en la verdad de ayer, que la convierta en error para hoy, sino como un
cambio de orientación en el hombre que le lleva a ver ante sí otras verdades distintas de las de ayer. No, pues, las
verdades sino el hombre es el que cambia y porque cambia va recorriendo la serie de aquéllas, va seleccionado las
que le son afines y cegándose para todas las demás”.

También hay perspectivas históricas, colectivas, de pueblos y razas. Y cada perspectiva es insustituible porque
cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo
(persona, pueblo, época) es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. No hay peor error que el de quien
considera su perspectiva como la única, sea éste individuo o pueblo.

TEORÍAS CONSENSUALISTAS

En los últimos decenios tienen mucho predicamento. Estas teorías parten del hecho de que todo conocimiento
consiste en una acción lingüística, entre sujetos que comparten algunos supuestos y tratan de llegar a acuerdos. Una
acción comunicativa es una acción humana intencional, regida por normas o reglas que son compartidas por varios
individuos a la vez, reglas comunicables, intersubjetivas por tanto.
El punto de partida es que no se puede llegar a un conocimiento verdadero recurriendo, únicamente, a datos y
procesos individuales. Como mínimo, todo conocimiento se realiza en un lenguaje que es social y todo proceso
cognoscitivo se ha aprendido social y culturalmente. Conocimiento y verdad, por tanto, son procesos intersubjetivos,
mediados social y lingüísticamente. Lo importante es, pues, ver cuáles son las condiciones que hacen posible el
conocimiento válido intersubjetivamente.

K. O. APEL (1922-2017) y JÜRGEN HABERMAS (1929) desarrollaron en los años 60 su teoría de la verdad
consensual. Según ellos toda actividad comunicativa implica cuatro pretensiones, que se dan por supuestas: por un
lado la inteligibilidad y verdad de los enunciados y por otro la rectitud y veracidad de los hablantes.

La verdad no afecta a nuestra relación con el mundo (verdad como correspondencia), sino al ámbito del discurso,
donde la verdad, que es siempre hipotética, ha de ser justificada. Consideramos verdaderos los enunciados que
pueden ser justificados con los mejores argumentos. La verdad es una propiedad de los enunciados, pero afirmar de
un enunciado que es verdadero pone de manifiesto una pretensión del hablante: el asentimiento potencial de todos
los demás. Validez significa vigencia para todos, de forma que el criterio de verdad será el potencial asentimiento de
los demás a la afirmación hecha como verdadera.

La noción de consenso racional es un ideal. El consenso ideal se produciría si todos pudieran participar en la
discusión del enunciado propuesto; en igualdad de condiciones, cualquiera daría su asentimiento. Sería una situación
ideal en la que no podría ser presionado, coaccionado, amenazado; no podrían existir grandes desigualdades o
asimetrías y se respetarían las reglas lógicas (no contradecirse) y dialógicas (poder justificar lo que se afirma, derecho
a participar en la discusión, a cuestionar o someter a crítica cualquier enunciado, etc.). El consenso total como tal es
inalcanzable de hecho en la práctica pero contiene una función crítica y un ideal al que aspirar.

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