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Autor: Duvan Hernandez

Referencia: Geertz, C., & Cardín, A. (1989). El antropólogo como autor (No. 306.092
G41). Barcelona: Paidós.
EL antropólogo como autor, es un libro del antropólogo estadounidense Clifford Geertz,
quien se le considera el más conspicuo representante de la antropología simbólica. Este
libro fue publicado por primera vez en el año de 1988, época donde se elaboraban críticas
al quehacer antropológico desde diferentes corrientes de pensamiento.
Para esta reseña sólo nos enfocaremos en el primer capítulo, titulado: “ESTAR ALLÍ. La
antropología y la escena de la escritura”. En este apartado se argumenta principalmente
sobre la tesis de la etnografía como género literario, mediante el cual, el antropólogo afirma
una verdad, no tanto por la cantidad de sucesos o hechos que contenga dicha monografía
por “el haber estado allí”, sino por la capacidad de cautivar y persuadir al público con ese
estilo narrativo. Además, del papel que juega el antropólogo como autor dentro de este
contexto textual (porque es literario, narrativo) y discursivo, porque está relacionado con el
poder, de quien lo dice y en qué momento (más no epistemológico, según Geertz), todo
esto, en relación al trabajo de campo y al proceso de escritura antropológica.
Esta primera sección plantea temáticas siempre relacionadas. La primera nos introduce a
lo que va a tratar todo el capítulo: esa problemática de por qué no analizar las etnografías
como textos creados para persuadir, en vez de inspeccionarla por sus valores intrínsecos de
calidad factual que el antropólogo cuenta. Luego, el autor, se encarga de mostrarnos
particularidades de la escritura etnográfica que escapan a nuestra vista; “asertos
incontrastables” que el “autor-función” –quien es el sujeto que se mueve en los dos ámbitos
del discurso (ficción/ciencia), según Foucault— se encarga de producir en una especie
laboratorio llamado “el campo”, los cuales no pueden ser puestos en entredicho ni por los
mismos antropólogos. Por último, Geertz se plantea hasta qué punto la “identidad textual”
del “autor” aparece en el texto etnográfico; además se pregunta sobre lo que el “autor”
“autoriza”, esto como discurso, relacionado con el conocimiento en general del antropólogo
(formulación de cosas, léxico, argumentación, etc.).
Este capítulo, y el libro en general, está dirigido al público académico en su totalidad,
desde neófitos hasta especialistas; no sólo a la antropología, sino también a las demás
disciplinas que usen la escritura como medio de expresión de sus estudios. Esto lo vemos
cuando el autor dice explícitamente que la escritura etnográfica como pieza ficcional y
poética, es decir, literaria, debería estar comprometida “con la escritura misma”, y no con
ideas de lo que debe ser para ser catalogada como ciencia. Esto está conectado con el
enfoque de la antropología simbólica, donde se observa a la sociedad como un texto que el
etnógrafo lee y traduce. Creo que este libro es de suma utilidad para nuestro proceso de
formación, porque nos estimula a crear una consciencia acerca de cómo, para quien, y para
qué hacemos uso del conocimiento académico de escribir. Sin embargo, pienso hay cierto
determinismo hacia el proceso escritural al decir que la crítica debe estar enfocada en el
texto mismo, olvidándose de otras particularidades relativas a lo que creemos que debe ser
el escribir en determinado momento histórico, como sujetos no sólo de una “firma” y un
“discurso”, sino también, como miembros de estructuras más grandes que medían y
cambian constantemente esa “firma” y ese “discurso” de los autores.

Resumen y parafraseo del texto

El antropólogo como autor. 


Autor: Duvan Hernandez

EL antropólogo como autor, es un libro del antropólogo estadounidense Clifford


Geertz, quien se le considera el más conspicuo representante de la antropología
simbólica. Este libro fue publicado por primera vez en el año de 1988, época donde se
elaboraban críticas al quehacer antropológico desde diferentes corrientes de
pensamiento. «La antropología y la escena de la escritura».

En este apartado se argumenta principalmente sobre la tesis de la etnografía como


género literario, mediante el cual, el antropólogo afirma una verdad, no tanto por la
cantidad de sucesos o hechos que contenga dicha monografía por «el haber estado
allí», sino por la capacidad de cautivar y persuadir al público con ese estilo
narrativo. Además, del papel que juega el antropólogo como autor dentro de este contexto
textual y discursivo, porque está relacionado con el poder, de quien lo dice y en qué
momento, todo esto, en relación al trabajo de campo y al proceso de escritura
antropológica. Esto lo vemos cuando el autor dice explícitamente que la escritura
etnográfica como pieza ficcional y poética, es decir, literaria, debería estar comprometida
«con la escritura misma», y no con ideas de lo que debe ser para ser catalogada como
ciencia. Esto está conectado con el enfoque de la antropología simbólica, donde se
observa a la sociedad como un texto que el etnógrafo lee y traduce.

Creo que este libro es de suma utilidad para nuestro proceso de formación, porque nos
estimula a crear una consciencia acerca de cómo, para quien, y para qué hacemos uso
del conocimiento académico de escribir.

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