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HISTORIA CLÍNICA

I. DATOS DE FILIACIÓN:

Nombre : XXXXXXX

Sexo : Masculino

Edad : 25 años

Fecha de nacimiento : 11 de Setiembre de 1990

Lugar de Nacimiento : Lima

Domicilio : Cercado de Lima

Tiempo de residencia : 25 años

Grado de instrucción : Educación superior en curso

Hermanas : XXXX de 22 años

XXXXX de 19 años

N° entre hermanas : El primero

Ocupación actual : Estudiante universitario

Estado civil : Soltero

Estatus socioeconómico : Clase media baja

Informantes : Entrevistado

N° de sesiones : 20 (4 de evaluación y 16 de tratamiento)

II. PROBLEMA ACTUAL

2.1 Motivo de consulta

El paciente refiere: “Tengo problemas en la universidad porque no puedo exponer, tengo


miedo, huyo y evito hacerlo. Pienso que se burlarán de mí, que me pondré nervioso y que
me olvidaré todo lo que había estudiado y me avergüenzo más cuando las chicas se
burlan de mí. Siento que estoy muy tenso, que me ganan los nervios, y esto me da
tristeza y rabia,
no me gusta estar así” Incluso en reuniones familiares me da demasiada vergüenza tener
estos síntomas si es que tengo que tomar la palabra para brindar algún agradecimiento.

2.2 Presentación actual

El paciente refiere que hace unas semanas (29 de mayo), tenía una exposición grupal en
un curso con un profesor muy exigente. Cuenta que comenzó a estudiar desde tres
semanas antes, ni bien se enteró de esa exposición. Menciona que se puso tenso (8/10)
al enterarse de tal actividad, experimentó ahogo y sudoración en las manos. Pensó: “Ese
profesor parece muy malo, me hará ver como un tonto”, “los chicos se van a burlar de
mí”, “le fallaré otra vez a mi grupo”, “el tiempo se pasará volando, tengo que prepararme”,
Ante ello refiere: “animé a mi grupo a dividirnos las separatas de una vez, y procuré elegir
la separata más chiquita”.

El paciente comenta que en cinco días estudió todo lo que le tocaba y que incluso
preparó sus diapositivas. Refiere: “todo estaba preparado para mí, aunque mi grupo no
había hecho nada”, “a medida que estudiaba mi tensión disminuyó (4/10), y pensaba
positivamente, que lo podía hacer perfecto en ese curso tan difícil, y ya no sudaba tanto”.
A pesar de ello, el paciente manifiesta que las molestias volvieron a aparecer: “Cuando
me di cuenta que ya faltaba dos semanas para la exposición, y veía como mis amigos y
los otros grupos comenzaban recién a estudiar, nuevamente me puse tenso (7/10), sentía
como si algo me calentara la cabeza y no podía dejar de pensar en que el momento se
estaba acercando”. Afirma que ante esas sensaciones procuraba revisar nuevamente sus
apuntes de la exposición.

Cuando faltaba una semana para su exposición, el paciente revela que su tensión
aumentó (8/10), experimentando sensación de aumento de la temperatura, tensión en sus
músculos, especialmente a nivel del cuello, sudoración en las manos, y al ser más
intenso, sensación de ahogo y enrojecimiento de su rostro. Asimismo, la tensión que
manifestaba iba acompañada de pensamientos como: “Se va burlar”, “me voy a ver como
un tonto”, “me voy a olvidar lo que estudié y me pondrán la nota más baja de la clase”.
Ante ello, refiere que procuraba irse de la universidad a estudiar a su casa, aun cuando
dejaba de asistir a alguna otra clase.

El paciente informa que faltando un día para exponer, la tensión “estaba a punto de
vencerlo”. Comenta que se sentía al límite (9/10), sus pensamientos respecto a sí mismo
giraban en torno a: “siempre que lo intento, mi tensión me vence”, “soy malo para
exponer”,
“por mi culpa mi grupo saca bajas notas”. En cuanto a los demás pensaba: “porqué la
gente tiene que ser tan burlona”, “ellos siempre se dan cuenta de lo mal que lo hago”,
“quiero que dejen de fijarse en mi”. El mundo, para el entrevistado, era: “un lugar injusto”,
“la gente espera que haga algo malo para que se burlen y rían de mí”. Ante ello, el
entrevistado refiere que reiteradamente empuñaba y soltaba la mano, para luego coger
su cuaderno o folder con el cual se ventilaba en su afán de disminuir su calor”.

El día que le tocaba exponer, refiere que su ansiedad se mantenía alta (9/10), y al
apersonarse a su universidad, esta aumentó al nivel máximo (10/10). Pensaba momentos
previos a la exposición: “Mi cara ya está roja de vergüenza”, “Hay mucha gente”, “Justo
vinieron esos chicos que son los más molestosos de la clase”. “No podré controlarme”,
“mejor me voy, prefiero que el profesor me jale a que los demás se burlen de mí”, “soy un
inepto”, “porque soy así”.

Percibía que su rostro estaba muy caliente, tenso muscularmente y que las manos le
sudaban. Ante ello, revela que le manifestó a su grupo que “se sentía mal del estómago”,
y que eso ya lo tenía desde un día antes. Sus compañeros le dijeron que le avise al
profesor, pero él le pidió a uno de ellos que lo hiciera por él. Pasado dicho incidente, se
retiró. Refiere que cuando se estaba yendo, su tensión iba disminuyendo rápidamente,
llegando a estar en (4/10). Mientras se retiraba, recuerda que pensaba: “el profesor no
debe ser tan malo, seguro no tiene importancia que no haya expuesto, además si hice la
monografía”, “solo debo prepararme para dar un buen examen escrito”, “seguramente el
profesor hará leña a varios de mis compañeros”. Antes de tomar su carro, admite que se
compró algo de comer.

Previamente a la situación expuesta, la paciente revela que en lo que va del año ha


logrado evitar exponer en otras tres situaciones más, pero en una de ellas se animó a
hacerlo, pero ni bien se puso de pie frente a los demás, su ansiedad aumentó (10/10),
comenzó a tartamudear y se olvidó gran parte de lo que le tocaba exponer, y optó
por cortar intencionalmente la extensión de su exposición. Sus pensamientos en esa
situación eran: “mi cara debe estar horrible”, “no podré hacerlo”, “comencé a tartamudear,
es mi fin”, “Debería aprender a hacer las cosas bien”. Ante todo esto, refiere que sus
amigos atinaron a preguntarle si se sentía bien, a lo cual asintió afirmativamente.

Respecto a las situaciones de exposición, el entrevistado manifiesta: “Este problema me


trae muchas dificultades en las labores universitarias, ya que en casi todos los cursos hay
exposiciones”. Agrega que: “A veces, cuando tengo que exponer en los cursos de
práctica, donde hay menos alumnos, me trato de mentalizar en estar más tranquilo, pero
es lo mismo que cuando expongo ante todo el salón”.

Ante esas situaciones, sus compañeros más cercanos lo motivan a que intente exponer lo
mejor que pueda, aunque en algunas ocasiones refiere que: “cuando me ven muy mal o
tenso, me han dicho que no importa que no exponga, y que incluso alguno de ellos podría
hacerlo por mí”. El entrevistado manifiesta que durante el primer año de la universidad
accedía a la ayuda de sus amigos, pero que poco a poco esto le ha dado cólera, ya que
piensa que sus amigos lo ven como un “incompetente y tonto”. Por otro lado, cuando
tiene que exponer perteneciendo a un grupo donde no hay gente de su confianza,
manifiesta que se siente más tenso desde el momento de saber la conformación grupal
(8/10). Tiene pensamientos como: “Tengo que hacerlo bien, porque de lo contrario me
echarán la culpa de todo”, “si lo hago mal, pensarán que soy tonto”. Ante este suceso,
refiere que se prepara lo mejor que puede, tratando de memorizar muy bien lo que le
toque exponer, llegado el momento de la exposición, refiere que se siente muy tenso
(8/10), ya que no solo es el público, sino también el sentirse presionado por su grupo.
Olvidaba grandes partes de su exposición y/o acortaba la misma con el fin de terminar
rápido. Por ende, en frecuentes ocasiones, sus compañeros le llamaron la atención con
frases como: “Gonzalo, te falta exponer algunas partes, el profesor se dará cuenta y nos
pondrá mala nota a todos”. El refiere enojarse mucho cuando le decían eso, pero solo
atinaba a quedarse callado.

Por otro lado, en casa se muestra aislado ante situaciones familiares, prefiere estar en
otros ambientes donde no se sienta tan comprometido en realizar una conversación en
tener que saludar a todos sus familiares, y menciona que si es su onomástico y todos han
ido a saludarlo, evita la parte en que le toca hablar y dice lo siguiente “Mi mamá sabe que
si me hace una reunión la que tiene que agradecer a todos por su asistencia es ella,
porque yo no lo puedo hacer me sudan demasiado las manos, no puedo articular las
palabras y tengo temor a que mis primos se rían de algo que mencione”. Menciona que
sin problema alguno su mamá da los agradecimientos a la familia por su asistencia y sus
familiares ya saben cómo es él así que nadie se sorprende del hecho. Si es necesario en
la situación que siente mayor tensión, se aísla y hace ademán que se siente apurado
para realizar alguna actividad en casa, se despide y se retira.
En otras situaciones, refiere sentirse tenso, también, aunque “le preocupan menos que
exponer en la universidad”. Refiere sentir tensión cuando tiene que iniciar conversaciones
con personas que recién conoce (8/10) o expresar desacuerdos con personas nuevas, o
que conoce poco (8/10); o que le parecen “creídas o creídos” sean varones o mujeres
(9/10). En esos momentos piensa: “¿y si digo alguna tontería?”, “¿si no me hace caso y
se burla de mí?”, “pareceré un tonto, no soy tan suelto como los demás”. Ante ello, el
entrevistado manifiesta que se abstiene de acercarse a esas personas, o decirle a alguno
de sus amigos que le haga el favor de preguntar por él. Manifiesta que alguno de sus
compañeros tratan de apoyarlo para que pueda manejar su situación y que lo integran a
las conversaciones con otros compañeros, ahí puede manejar un poco la situación y no
se hace tan tensa.

Respecto a sus dificultades para interactuar con personas que no conoce o no conoce
mucho, relata que hace dos días, con motivo de indagar más sobre los exámenes
pasados de unos de sus cursos en la universidad, sus amigos lo indujeron a que le
consulte a Luis, estudiante de una promoción previa, el cual contaba con dicha
información. Refiere que al encontrárselo casualmente en el kiosko, se puso muy tenso
(8/10), a pesar que el joven también se encontraba solo, comenzó a pensar “debe ser
creído”, “le pareceré tonto por pedir esa información”, y experimento malestares tales
como sudoración y aceleración del ritmo cardiaco.

2.3 Desarrollo cronológico del problema

El paciente manifiesta que “estos problemas lo ha tenido desde hace mucho tiempo,
incluso desde el colegio, principalmente desde secundaria, ya que cuando estuvo en os
primeros años de primaria no tenía estas dificultades y por el contrario, era participante
activo de las actuaciones escolares si hablaba sin problemas con las personas más
allegadas a él”.

Relata: “A los 7 u 8 años de edad generalmente no me gustaba acudir a reuniones


familiares, me aburría no tenía mucha confianza con mis primos porque eran mayores, yo
desde pequeño nunca bailé, pero mi mamá siempre se empeñaba en hacerme mis
cumpleaños, me obligaba a bailar a estar en las reuniones familiares y me sentía
incómodo porque no me gustaron nunca estar expuesto a ello, fingía que me dolía la
barriga, trataba de inventar cualquier cosa para huir de la situación y mis tías convencían
a mi mamá para irme a dormir y al final todos bailaban y se divertían más que yo que era
el cumpleañero,
sin embargo mi mamá no entendía que mis diversiones y mi felicidad estaba relacionado
a jugar solo en mi cuarto, en la computadora, en casa con el play station”, por otro lado
“Aproximadamente a los 12 años, no recuerdo exactamente cuándo fue la primera vez
que sentí temor, pero ese malestar e ideas que se me vienen a la cabeza se fue a dar en
los primeros años de secundaria en donde comencé a sentirme cohibido por el color
rojizo que mi cara alcanzaba al ponerme muy tenso, y por el cual era motivo de burlas por
parte de mis compañeros”. El primero fue que mientras exponía cuando estaba en 4to de
primaria, se olvidó lo que había estudiado, no supo que más decir miraba a las caras de
sus compañeros, se sonrojo tanto que todos se empezaban a burlarse de él, y le gritaron
“profesora él es un burro ya no lo queremos en el grupo” (10/10).

Adicional a ello, revela que su malestar se incrementaba aún más cuando el público
estaba compuesto por niñas (8/10), y “esto era peor” si estaba presente la niña que le
gustaba (10/10). Recuerda también que en muchas ocasiones la tensión y ansiedad lo
han vencido, y entonces ha salido corriendo del salón de clases, especialmente cuando
le decían que el color rojizo de su cara había alcanzado niveles superlativos, por lo que
era motivo de burla. Sin embargo, la mayoría de las veces ha ingresado dentro del salón
donde tenía que presentarse frente a un grupo de personas. Estando ya en tal situación,
la entrevistada refiere que sentía ansiedad de (10/10) que su cabeza se calentaba, y que
las manos le sudaban, lo cual hacia que olvide algunas partes importantes de su
exposición, a pesar que se había preparado con la debida anticipación. Luego de pasar
esa situación siente un enorme alivio como “si se sacara un gran peso de encima”. Por
otro lado, en relación a su interacción con personas nuevas, refiere que el ingreso a la
secundaria le hizo sentir como si ingresara a un “mundo” lleno de “chicos y chicas
mayores” que no conocía. Relata que se avergonzaba (10/10) cada vez que algún
desconocido estudiante le hablaba, y que sentía que se ponía roja. Comenta que
pensaba “esa chica se ha dado cuenta que estoy rojo, seguro también se burlara”. Ante
este suceso, menciona que les habla escuetamente, y solo deseaba en ese momento que
la chica se fuera.

El color rojizo que su cara adquiría cada vez que se ponía tenso, y el que lo mirara y
molestara mucho (con apodos como el de “tomatito”) es algo que siempre le ha
incomodado. Ha hecho innumerables cosas para evitar que su cara adquiera esta
totalidad. Así cuando tenía algún indicio de esto siempre trataba de “echarse aire” con
algún objetito o simplemente evitaba estar en lugares cerrados porque sentía que se
“calentaba”; sin
embargo cuando esto no funcionaba, sentía que era inevitable ponerse rojo, pero que le
era posible huir, entonces huía.

Asimismo, él dice que “mis enfermedades no pasarían de ser de las más comunes si no
fueran por un hecho que siempre me ha parecido raro”. Aproximadamente cuando tenía
14 años (lo cual coincidía con los problemas que tenía en el colegio por el hecho que se
sentía inhibido porque sus compañeros lo molestaban, y esto aunado a los problemas de
casa fueron peor) le dio una enfermedad que ni los doctores sabían exactamente que era,
recuerda que tuvo fiebres muy altas, en forma intermitente, por casi un mes. Su madre lo
llevó a varios especialistas, incluso, ante la extrañeza del caso, fue llevada al instituto de
medicina tropical de San Marcos, pero los doctores no dieron un diagnóstico preciso, y no
sabían en que forma tratarlo. Posteriormente su madre lo llevó a un hospital privado en
donde dieron la orden para que le hagan una transfusión de sangre. El paciente
especifica que “justo dos días antes que se llevara a cabo la transfusión, estaba
conversando con mi mama, quien me hizo un comentario sobre que era posible que
pierda el año escolar (tercer año de secundaria). Más o menos era junio por esos días;
entonces, como “cuestión divina”, al día siguiente amanecí con la fiebre más estable, por
lo que la trasfusión fue innecesaria”. El entrevistado refiere que durante ese momento, y
posteriores a él comenzó a pensar en: “¿Cómo era posible que siendo el chico más
aplicado del salón vaya a repetir el año?”, “esto es imposible”, “seguro mis compañeros
se van a burlar”.

A los 15 años, a medida que fue creciendo, ya no solo el salón de clases era el lugar
donde se sentía mal. A esa edad tuvo la necesidad de viajar solo en bus. El entrevistado
refiere: “No recuerdo si fue desde la primera vez, pero casi al inicio comencé a sentirme
mal cuando viajaba en los buses”. Dice: “Cuando iba sentado mi ansiedad estaba un poco
alta (6/10), pero cuando tenía que ir parado aumentaba a lo máximo posible (10/10).
Creía que todos lo miraban como si fuera un “bicho raro”. Al no poder soportarlo optaba
por bajarse del microbús. No le importaba si estaba lejos de donde debía ir, al punto que
prefería irse caminando”. Al respecto dice que actualmente esto último ya no lo hace, y
que su ansiedad a viajar en el bus es baja (4/10). En cuanto a sus dificultades para hablar
con gente nueva, refiere que mantenía estas, y que incluso se acentuaron, ya que no
hablaba “amicalmente” con muchas más personas de las que él hubiera deseado.
Comenta: “Solo me hablaba bien con mis mejores amigos, y no tenía mayores
dificultades con los compañeros, profesores o vecinos que ya conocía”. El problema
estaba cuando le indicaban o estaba “obligada” a hablar con gente nueva (10/10).
Recuerda que ante estas situaciones optaba
por ser breve al hablarles, y si en caso era posible, pedirle a alguien más que les hable a
estas otras personas. Por ejemplo, el hablarle a los profesores o vecinos nuevos siempre
procuraba evitar, ayudándose de sus amigas de colegio o hermanos, respectivamente.

Cabe resaltar que, a los 17 años, al terminar la secundaria se preparó un verano en una
academia universitaria, pero no pudo ingresar a la Especialidad De Medicina Humana,
según cuenta, solo le faltaron 4 puntos. Esto lo desanimo mucho, ya que pensaba que
sus compañeros de colegio se burlarían que el “chico inteligente” no ingreso. Al año
siguiente volvió a intentarlo, pero nuevamente, el mismo refiere: “la suerte me dio la
espalda”. Esto empeoró su situación, estuvo sumido en una profunda depresión, que lo
llevo a pensar alguna vez en suicidarse, aunque dice que esto no paso de hacerse
“simples” cortes en su muñeca, pero todo a modo de juego. En este punto se debe
resaltar que los cortes aunque no son profundos, son relativamente notorios. Con
relaciona la carrera que quería estudiar, decidió en cambiar de opción, es por eso que
postulo a Psicología, el cual dice siempre fue su segunda opción. En su primer año en la
especialidad no le ha ido muy bien, ya que ha jalado un curso, lo cual al principio le
incomodó mucho, pero ahora, estando ya en tercer año, ya no siente que debe sacar las
mejores calificaciones.

Alrededor de los 19 años, la incomodidad al “sentir” que la gente le observaba cada vez
que se ponía tensa (y por ende el enrojecimiento de su piel) hizo que restringiera
voluntariamente al máximo sus salidas a la calle. Decidió ya no ir a estudiar a la
academia, por lo que paso semanas enteras en su casa. Refiere que pensaba: “prefiero
quedarme en mi casa a sentirme mal”, “mi casa es un caos pero es mejor que estar
afuera”. Todo ello sucedió por aproximadamente 3 meses. Tan solo atinaba a salir a
lugares cercanos, como era ir a visitar a su mejor amiga. Su necesidad de ingresar a la
universidad hizo que hiciera grandes esfuerzos para ir a estudiar, por lo que regreso a la
academia. Sin embargo, sus malestares en el transcurso del viaje continuaban, pero,
como refiere el entrevistado, “no sé cómo, pero ya me fui acostumbrando a estar en el
bus parado”. En relación a su interacción con sus compañeros o profesores de la
academia, refiere que “procuro concentrarse en sus estudios”. Comenta que solo hablaba
lo “esencial”, refiriéndose a ello solo a indagaciones que solo requerían respuestas
dicotómicas de si o no por parte de los demás, tales como: “Ya publicaron las notas”,
“esta semana es el simulacro”, “está ocupado el baño”, etc.

Asimismo, a los 19 años también, estuvo trabajando de mesero en un restaurant, durante


un mes y medio, tuvo una serie de situaciones que fueron difíciles de manejar, pidió
permiso para ausentarse porque se estresaba con facilidad. A los pocos días de regresar
a trabajar renunció debido al estrés que este le causaba, pero fundamentalmente porque
no pudo soportar que los domingos tenga que atender a grupos de varones que
regresaban de jugar futbol; ya que ante esta situación se ponía muy nervioso y sentía
ponerse rojo.

Desde los 23 años que ingresó a la universidad, y si bien desde entonces desapareció su
idea de aislarse, reitera que aún no deja de sentir que la gente lo mira mucho, aunque
dice que ya no es como antes. Agrega que: “Por lo menos en la universidad
nunca he escuchado que alguien me moleste por el color rojizo que mi cara tiene cuando
estoy nervioso. No hay problemas cuando estoy en la universidad, a menos que exponga,
me siento bien de caminar por toda la universidad”. Reitera que tiene dificultades para
exponer y para interactuar con gente nueva.

Opinión del paciente sobre su problema actual

Gonzalo considera que sus dificultades actuales para exponer en público o hablarle a
gente nueva se deben a que desde pequeño siempre lo molestaron debido a que a veces
su cara tomaba un color rojo muy notorio cada vez que se ponía tenso. Dice “Porque
siempre se burlaban de mí, por eso seguramente me habré acomplejado”.

El entrevistado manifiesta no haber recibido anteriormente algún tratamiento.

2.4 Historia Personal


2.4.1 Embarazo y parto

El embarazo refiere que fue normal. No hubo dificultades. El parto fue normal, al respecto
resalta que su mama siempre le comentó que fue un niño no planificado pero si muy
esperado, y cuando lo tuvo entre sus brazos fue la mujer más feliz del mundo por tener a
su primogénito un varoncito.

2.4.2 Desarrollo Psicomotor

El entrevistado refiere que su primera palabra fue “papá”, la cual pronunció


aproximadamente a los 9 meses. Sus primeros pasos sin ayuda los dio alrededor de los
15 meses.

2.4.3 Enfermedades y/o accidentes

Con relación a los accidentes, el entrevistado manifiesta “no recordar alguno que sea
relevante”, pero revela que alrededor de los 7 años se cayó cuando intentaba subir unas
escaleras, le salió mucha sangre de su frente por lo que su padre tuvo que llevarlo al
hospital.

2.4.4 Conductas Inadecuadas

Con relación al control de esfínteres, estos se lograron alrededor de los 4 años. El


entrevistado recuerda vagamente que su madre le gritaba a su padre, el cual era el
encargado, en la mayoría de las situaciones, de cambiarle la ropa. Alrededor de los 7
años, refiere que “tenía algo de miedo a la oscuridad, principalmente cuando tenía
pesadillas, luego de ver alguna película de terror”. Agrega además que: “cuando era solo,
con un pequeño susto se despertaba y se iba a la cocina y abría la refrigeradora”. Con
respecto a esta conducta, el entrevistado dice que “lo hacía ya que le gustaba sentirse
fresco, un aire heladito”. Asimismo, revela que cuando el miedo era más intenso gritaba
fuertemente, por lo que su madre se despertaba y le gritaba por hacer tanta bulla; y muy
raras veces intento tranquilizarlo.

2.4.5 Niñez

De niño dice (7 años) haber sido muy alegre, juguetón: gustándole participar en las
actuaciones. Refiere que así se sentía cuando estudiaba en el colegio parroquial mixto.
Esta alegría también se traducía en su barrio, donde tenía muchos amigos. En su casa le
gustaba que su padre haga chistes, aunque notaba que a su madre no le gustaba eso.

Respecto a esta situación a la que se veía expuesto el paciente menciona que “antes era
tan tranquilo y divertido a la vez, actualmente me siento tonto al sonrojarme por todo sin
saber manejarlo, a veces hasta inútil me siento porque a nadie le pasa lo que a mí”.

Después de que se cambió a un colegio estatal se volvió un poco más serio, no le


gustaba que sus amigos le molestaran por el color rojizo que a veces su cara
presentaba; a pesar de esto, refiere “logre conseguir buenos amigos y amigas, aunque
pocos, pero igual la pasaban bien, ya que estos me hacían reír mucho”. En cuanto a su
alimentación, su madre siempre procuro darle aquellos que comúnmente se conocen
como “buenos para el cerebro”. Entrevistado refiere que: “Mi mamá siempre nos dio sopa
de chilcano, agua de manzana, entre otras cosas que pudieran ayudar a que
desarrollemos nuestra inteligencia”. Asimismo, manifiesta que en forma especial, el
pescado de un momento a otro (aproximadamente a los 8 años) comenzó a
desagradarle, lo cual hasta ahora perdura; sin embargo, de pequeño no pudo evitar
comerlo ya que su mama le obligaba; y si no hacía caso, le pegaba.
2.4.6 Escolaridad

Al jardín fue por primera vez a los 4, casi 5 años. Le gustaba asistir a clases, aunque
recuerda que lloro al ver que los demás niños también lloraban, debido a esto su mama
se molestó y le dijo que era un “tonto como los otros niños”. Con el transcurrir de los días
le fue gustando aún más asistir, ya que le agradaba jugar con sus compañeros; además
era el mejor alumno de la sección “Patitos”. Al año siguiente, para el primer grado, lo
matricularon en un colegio parroquial, cerca de casa. Recuerda que el primer día se
sorprendió que no haya muchos niños, recién fue ahí que comprendió que así era los
colegios particulares, fue allí donde aprendió a hacer manualidades e hizo muchas
amistades.

No sabe exactamente la razón, pero para el tercer grado lo cambiaron a un colegio


estatal, el cual era muy grande y conocido por ser uno de los más “maleados” de la zona.
Asistió con mucha tranquilidad a su primer día de clases, aunque en un principio no
supo ubicar la fila de su aula, por lo que después de la formación la auxiliar lo acompaño
al aula donde pertenecía, está la ubico en una de las carpetas de adelante; entonces sus
compañeros comenzaron a mirarlo mucho, y pensaba en que “Si me meto a otra aula, se
burlarán más de mí y pensarán que soy un torpe”, debido a esto comenzó a sentir mucho
calor; recuerda que esa fue una de las primeras veces que parece haber sentido que se
poni demasiado “rojo”, pero en ese momento no le tomó demasiada importancia. Los
primeros días en ese colegio la pasó sin ningún amigo, hablaba poco con los otros niños;
recién al cabo de un mes conoció a Carlos, su compañero, y mejor amigo hasta la
actualidad.

Le gustaba ir al colegio principalmente para jugar con sus amigos, además le gustaba
sacar buenas notas, no solo por él, sino porque de lo contrario su mama lo hubiera
castigado, aunque eso no ocurrió ya que se mantuvo invicto en todo su primaria. Estando
ya en sexto grado, le incomodaba de la escuela que sus compañeros le molestaban por el
tono rojizo que su cara alcanzaba en algunas ocasiones. Refiere: “Esto me molestaba
mucho, por lo que les jalaba el cabello”. Pensaba: “Que pesados que son, por todo
molestan”, “¿Realmente me pondré tan rojo?”, “Mis amigos dicen que no”.

Estudió secundaria en el mismo colegio. Su amigo Carlos también estudió en este mismo
colegio, pero una sección diferente. Recuerda que los dos primeros años de la
secundaria fueron muy malos para él, ya que los compañeros comenzaron a molestarlo
aún más, le pusieron apodo de “tomatito”. Esto le incomodaba en demasía,
especialmente si le
molestaba o estaba presente la compañera que le gustaba. Estos años también fueron
malos para el en lo académico, sus calificaciones habían bajado aunque aún mantenía el
primer puesto; sin embargo debido a este descenso su madre comenzó a pegarle,
obligándole a que ponga más empeño. Las matemáticas comenzaron a disgustarle
mucho, ya que se le hacía muy difícil aprenderlas, aunque al final sacaba buenas notas.

En los últimos 3 años de secundaria su orden de mérito a fin de año varió entre el
segundo (en 3° y 5°) y tercer puesto (en 4°). Por esos años la tensión y temor antes de
hablar en público se fue acrecentando, por lo que refiere que en alguna medida esto
habrá perjudicado su rendimiento escolar.

2.4.7 Relaciones Interpersonales

El entrevistado refiere que siempre se ha llevado bien con los varones, ya que sentía que
era un poco tímido con las mujeres, ya que ellas también eran “molestosas y burlonas”.

Actualmente su círculo de amigos y amigas se circunscribe principalmente a tres de sus


compañeros de la universidad. Con ellos comparte gran parte del día, entre las
actividades académicas y las clases propiamente. Cuando está en su casa tiene muy
poco tiempo libre ya que siempre le mandan a hacer las labores domésticas. Pero cada
ve que tiene tiempo le gusta ir a conversar con su amigo Carlos, quien vive cerca a su
casa.

Respecto a sus relaciones interpersonales, el entrevistado refiere: “Actualmente no


cuento con muchos amigos, más que nada de la universidad. Me gustaría conocer más
gente. Por el momento aún estoy conociendo a la mayoría de mis compañeros de la
universidad, pero no les tengo confianza todavía, además que mucho de ellos son
creídos”.

2.4.8 Trabajo

A los 19 años junto a 2 amigos salió a buscar trabajo. No le fue fácil encontrarlo, se
presentó a muchos lugares, pero fue rechazado. Finalmente fue aceptado en un
restaurante turístico que quedaba a pocas cuadras de su casa. Ahí le pagaban s/. 1.50 la
hora. Tenía que usar ropa de vestir, pero esto le incomodaba de sobremanera. Respecto
a este logro, el entrevistado manifiesta que “muy alegre se lo comentó a su mama, pero
esta reaccionó con incredulidad, parecía no creer que hubiera podido conseguir trabajo”.

El entrevistado siguió buscando trabajo, pero al no poder conseguirlo buscaba un consejo


de su mama, a lo que esta respondía:” Gonzalo me enfermas con tus cosas”. El
entrevistado agrega que estas palabras nunca las olvidara, porque se lo repitió en más de
una ocasión.

Este último verano trabajo como relacionista público, aquí al mes le iban a pagar
s/.700.00. Tuvo una semana de preparación. Su trabajo consistía en ir a grandes
empresas para ofrecer fotos turísticas, las cuales eran vendidas a $10 cada una. Todos
los trabajadores tenían que completar 150 fotos al mes. Esto le parecía muy difícil,
además tenía mucho miedo que las personas lo basurearan, aunque esto no ocurrió, ya
que se portaron muy educados con él. Al cabo de un mes le dijeron que no necesitaban
mucho personal, con esto entendió que lo estaban despidiendo. Ante ello, el paciente
refiere: “Me afecto mínimamente ya que también era muy demandante estar ahí”.

Actualmente sigue buscando trabajo, ya que tiene que costear sus gastos para estudiar,
ya que lo que sus padres le dan no le alcanza.

2.4.9 Sexualidad

Cuando estaba en 1° de secundaria tenia compañeros mayores que el, que


ocasionalmente comentaban de chicas que les gustaba o de modelos de la televisión,
hasta que un día uno de ellos trajo una revista pornográfica que su hermano veía en
casa, de esta manera es que Gonzalo manifiesta mucha curiosidad y su amigo le presta
la revista para que la lea en casa. Por la noche cuando ya todos se habían acostado el
veía la revista hasta que después de unas horas se quedó dormido, al día siguiente se
levantó y estaba mojado sus sabanas y su pantalón, él pensó que se había orinado
inmediatamente dijo “qué asco ya soy grande jamás me había pasado esto”. Posterior a
ello comenta que su padre le explico que lo que le había ocurrido era natural y que no se
trataba de otra cosa más que una erección.

En relaciona la diferencia sexual, desde los 6 años, un primo de 9 años constantemente


le hablaba sobre que el hombre tiene pene y la mujer tiene vagina, y que ambos se
juntaban y así tenían hijitos.

Cuenta que no ha tenido enamorada formal, al respecto hace comentarios como: “Mi vida
amorosa es ridícula, vacía y aburrida”. Posteriormente a ello, se ríe. Cuando paso el
colegio parroquial en primaria, recuerda que al principio le gustó Karina. Pasaba muchas
horas pensando en ella, se imaginaba que salían a pasear, que estaba con ella. Pasado
un tiempo, se olvidó de ella, y comenzó a fijarse en otras chicas, a las cuales no se
acercaba por temor a ser rechazado.
Cuanto tenía 11 años, en 6° grado de primaria, conoció a María, quien estaba en otra
sección. Ella era la chica más popular del colegio, tenía su grupito de amigas con las
cuales molestaban a los demás niñas. Él se hizo amigo, y luego enamorado de ella.
Recuerda que era muy divertida, que hacía muchos chistes, que se burlaba de los
demás. El entrevistado hace hincapié en que “estaban”, pero nunca se besaron en los
labios.

A los 12 años conoció a quien considera su amor platónico, “el amor de toda su vida”,
Lucia (3 años mayor que él). Ella vivía por su casa. A él le agradaba que aparte de ser
muy guapa fuera muy graciosa. Hace un año Lucia se casó e incluso esta próxima a ser
madre; lo cual lo puso muy triste por casi un mes. Hace poco Gonzalo envió un mensaje
anónimo al email de Lucia, en el cual declaro todo lo que sentía, a lo que esta respondió
que aunque no lo conocía era muy tarde para expresar sentimientos. Lo cortante de su
respuesta hizo que Gonzalo se desilusionara, por lo que ya no quiere pensar en ella.

El paciente confiesa que se ilusiona con las chicas muy rápidamente, y para pensando
largas horas en ellas; sin embargo, dice que muchas veces ha sentido que nunca se va
casar, ya que las chicas no se fijan mucho en él, por lo menos no los que le gustan a él.
Dice preferir a las chicas altas, que sean simpáticas y que le hagan reír, y si se puede
que sean castañas.

2.5 Historia Familiar

Su padre tiene 48 años de edad, es natural de Chiclayo, vive en Lima desde que el
entrevistado nació. Fue chofer de camiones que llevan carga interprovincial, por lo que
gran parte de la infancia del entrevistado la paso fuera del hogar, y tan solo venia 2 o 3
veces al mes, aunque se quedaba poco tiempo. Es recién desde los 8 años que su padre
pudo estabilizarse y trabajar en Lima, también como chofer. Es precisamente desde esa
edad que el entrevistado tiene recuerdos de su padre, antes de ello, estos son muy
vagos.

Su padre actualmente tiene fuertes dolores en sus riñones, lo cual últimamente ha hecho
que no vaya a trabajar y que por mientras vivan del alquiler del carro que su abuelo les ha
facilitado desde siempre. También es de notar el hecho que aunque no bebe hasta llegar
al extremo, lo hace de manera un tanto frecuente.

La madre de Gonzalo tiene 52 años de edad, es natural de Lima. Esta ha sido la persona
con la que el entrevistado ha pasado la mayor parte del tiempo de su infancia y con la
cual tiene muchos recuerdos, los que en su mayoría a decir por el entrevistado, son
malos. Con
respecto a las enfermedades no presenta enfermedad alguna, o por lo menos no lo han
manifestado.

Con respecto a sus hermanas, Fiorella, la hermana que le sigue, tiene 22 años, nació en
Lima. Actualmente estudia computación en un instituto; pero asiste poco, ya que prefiere
salir con sus amigos; lo cual sus padres saben, pero no le dicen nada. Sus padres la
consienten mucho, pero de chiquita también le han pegado, pero no tanto como a su
hermano mayor. El entrevistado refiere: “De niña, Fiorella no fue una niña estudiosa, le
gustaba mucho jugar voleibol”. A pesar que es de contextura delgada solía pelear con
otras chicas más grandes y gruesas que ella, con lo que demostraba no tenerles miedo
alguno.

Su hermana menos, Nicole de 19 años, nació en Lima. Por el momento está


preparándose en una academia preuniversitaria ya que quiere ingresar a la universidad.
Ya lo intento dos veces pero no ha podido ingresar, debido fundamentalmente a que no le
gusta estudiar, y se la pasa la mayor parte de tiempo viendo televisión. Con relaciona los
estudios, Nicole tampoco fue una niña que resaltara por sus buenas calificaciones.

El paciente refiere que siempre ha vivido con sus padres, aunque recuerda que hubo un
lapso de dos meses, cuando él tenía alrededor de 11 años, en que su padre se fue a vivir
a otro lugar ya que tuvo una fuerte discusión con su madre, incluso recuerda que llegaron
a los golpes. En ese lapso de tiempo, recuerda que su madre se volvió más intolerante y
constantemente le pegaba. “A mi mama no parecía importarle que mi papa se haya ido”.
Se alegraba tan solo de que el mandara dinero todas las semanas, aunque igual mi
mama se quejaba por lo escaso que era. Al cabo de los 2 meses, su padre volvió a la
casa, y todo volvió a ser como antes.

El paciente describe haber sido criado en un clima muy hostil, muy severo; en donde
resalta la imagen de su madre, quien es la persona que constantemente la golpeaba y
castigaba en forma muy dura; y que además, lejos de comprenderlo cuando tenía un
problema y necesitaba ayuda, hacia ahondar más estos. El entrevistado llora mientras
cuenta algunos pasajes de relación con su madre: “Mi mama tenía un San Martin de
varias puntas con el cual me ha pegado en innumerables ocasiones, pero mucho más me
duele recordar las veces que me obligaba a comer pescado, que ella sabía que no me
gustaba, me obligaba a comer”. Continua su relato: “Incluso hasta ahora es común que mi
mama continuamente prepare alimentos basándose en pescado, por lo que tengo que
comerlo o prepararme otra clase de alimentos. Si hago esto último, mi mama me grita
como si fuera los tiempos de
cuando era niño. Ante las situaciones las que era expuesta por la conducta de su madre, el
entrevistado refiere que solo atinaba a llorar cuando era niño, y obedecer lo que le decía.
Actualmente puede controlarse delante de su madre, pero hay ocasiones en las que se va a
llorar a su cuarto o a algún otro lugar cuando ya el trato es bastante malo se vuelve
susceptible.

El paciente también resalta que hubo varias ocasiones desde niño en las que ser el motivo de
burla por parte de sus compañeros de colegio. Debido a esto siempre busco que su madre
lo comprendiera y ayudase, pero siempre recibió una negativa de parte de ella. El
entrevistado recuerda una frase en especial de su madre “Gonzalo me enfermas con tus
cosas”. Para el paciente la forma como lo menospreciaba su madre, lo hacía sentir aun peor
que cuando le pegaba. Esto hizo que hubiera ocasiones en las cuales imagino como seria
matar a su madre, o devolverle de alguna manera todo lo que le ha hecho. Luego de ello
dice: “Esto no pasaba de pensamientos, Nunca intente nada”.

Con relación a su padre, el entrevistado refiere que quiere más a su padre, no solo por el
hecho que muy pocas veces le ha pegado, sino aún más porque piensa: “Mi papa es un
poco tontito, y o sabe pensar muy bien las cosas por lo que se deja manipular por los
demás”. Su padre ha sido en muchas ocasiones muy cariñoso con él, pero también con sus
hermanas, el no parece preferir a ninguno de sus hijos. La ausencia de preferencias no se da
en el caso de su madre. El entrevistado refiere: “Mi mama prefiere a mis hermanas,
especialmente a Nicole”. Sus padres siempre han estado en constante conflicto, sin embargo
era la madre quien siempre tenía bajo su batuta la dirección de la casa, por lo que su padre
casi siempre se sojuzgaba a esta.

Dado el caso planteado:


1. ¿Cual sería su diagnostico presuntivo? (Argumentar su respuesta).
2. ¿Qué pruebas aplicaría para confirmar su diagnostico? (Argumentar su respuesta).
3. ¿Elabore un protocolo de tratamiento? (detallando cada face y argumentado cada
procedimiento a tomar en el protocolo).

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