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“ E l fe n ó m e n o d e l a v i o l e n c i a e n Verano

co ntex to s a ca d é m i co s : 2023

m a n i fe sta c i o n e s , co n s e c u e n c i a s
y m e ca n i s m o s e i nte r ve n c i ó n
p a ra s u p reve n c i ó n ”
Dirección de Innovación Educativa
El fenómeno de la violencia en contextos académicos: manifestaciones,
consecuencias y mecanismos de intervención para su prevención.
Programa de Capacitación Docente

Nombre del participante: Rosa Amelia Soto Álvarez Fecha 02/09/2023


Número de empleado: 096309
Nombre de la dependencia:Preparatoria 4

A continuación, podrás encontrar dos estudios de caso: ¿Dónde encontraré la


salida? Y Atrapado en un laberinto; elije uno de ellos para llevar a cabo la lectura
del mismo y posteriormente, realizar el análisis del caso seleccionado con las
preguntas que se proponen en la parte final del presente archivo.

Caso 1: ¿Dónde encontraré la salida?

Hoy me he despertado con una profunda angustia… me siento en un laberinto sin


salida y mi cabeza está a punto de estallar por ideas que vienen y van… me siento
en una noche oscura, en medio de un mar embravecido, donde las olas del mar
amenazan con sepultar mi barca, una barca que está siendo desgastada por las
emociones que he experimentado en las últimas semanas. No sabía que mi vida
universitaria se convertiría en una experiencia traumática y llena de agobio…
estoy siendo atacada y difamada en las redes sociales, por algunos compañeros
de aula, tan sólo por el hecho de no ser como el estándar, por mi condición de
persona con características de timidez y falta de capacidad para relacionarme
socialmente.
A lo largo de mi vida me ha costado poder integrarme, fluir a lo largo del camino,
como cualquier otra persona; desde niña experimenté una timidez poco común
que me ha imposibilitado acercarme a los demás, abrirme a ellos y confiar… yo
misma he sufrido en silencio mi condición y discapacidad emocional. He luchado
contra esto y he tratado de mostrarme segura, decidida y valiente, no obteniendo
grandes resultados. Desde que entré a la escuela primaria comencé a tener
apodos que me herían en lo más profundo: tonta, retraída, mensa… fueron
algunos de los calificativos…sentí muchas veces que no encontré mi lugar y a
toda costa quería ser parte del grupo, deseando me integraran como una más,
recibiendo a cambio, en algunos momentos, críticas y burlas por mi forma de ser.
Así han pasado los años escolares y he transitado por los distintos niveles…
siempre con la sensación de que me cuesta trabajo estar con los demás, pero,
sobre todo, porque no sé cómo manejar la violencia que he experimentado a lo
largo de los años… pareciera que la violencia se legitima y es una forma de
relación que se va aceptando día a día, casi de forma natural. Aunque he sido una
estudiante de excelencia académica, me ha acostado la vida en relación con otros,
tan necesaria cuando se está inmersa en un grupo y máxime cuando las
relaciones se vuelven tirantes, agresivas o no fáciles de sobrellevar.
Soy universitaria, finalmente pude llegar a la licenciatura que tanto anhelé… me
gusta lo que estoy estudiando y lo disfruto… estoy en un grupo donde hay una
líder que controla y domina casi a todos, quizá porque su personalidad da para
eso: tiene un buen discurso, convence fácilmente y con su influencia se deciden

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muchas de las cosas que allí pasan. Sin embargo, esta líder es agresiva en sus
formas: domina emocional y psicológicamente a muchas de las compañeras, y
estas, tratando de quedar bien con ella, se prestan a situaciones que serían
inaceptables para cualquiera.
Tengo dos amigas en el grupo y nos reunimos para estudiar; somos tranquilas y
nos gusta dedicarnos a las tareas que implica nuestra formación, sin embargo, no
somos del agrado de la representante de nuestro grupo, quien nos ha tachado de
“noñas”, “ratas de biblioteca” y “muñecas feas”; los calificativos enunciados los
difunde por las redes y ha diseñado, junto, con sus amigas y seguidoras, una serie
de memes sobre nosotras; nos han tomado fotografías sin nuestra autorización,
haciendo fotomontajes, burlándose de nuestras características físicas y defectos…
ha sido una experiencia dolorosa que me ha sumergido en un mar de tristeza: ¿No
acaso la formación universitaria debería gravitar también en una aprendizaje de
formas de relación más armoniosas, constructivas y cordiales, que permitan un
mejor desarrollo humano?; ¿Por qué tenemos la necesidad de soportar actitudes
negativas y un trato poco respetuoso? ¿Acaso la confrontación y denostación, aun
cuando sea “en broma”, nos conviene como grupo estudiantil? Son las grandes
interrogantes que me he hecho en estos días.
Antier por la noche, para mi sorpresa, me etiquetaron en una publicación de
Facebook, donde se burlaban de mí y me comparaban con una coneja, llevando
consigo una bolsa con libros… debajo de la imagen estaba la leyenda “Es lo único
para lo que sirve”, además de comparar los dientes de ese animal con los míos.
De pronto, al ver la publicación sentí un golpe agudo en mi estómago, no podía
creerlo… además vi que tenía más de noventa y dos “likes” y se había compartido
un buen número de veces. En mi angustia y enojo, tomé el teléfono y le llamé a
Karina, reclamándole dicha acción, a lo que ella respondió “no aguantas nada,
sólo es una broma, la borraré en este momento”. Vaya, qué fácil resulta agredir y
maltratar psicológicamente a alguien y luego arreglarlo todo sólo borrando la
publicación, no importante el sentir de la persona a quien se lastima.
Al día siguiente de la publicación, después de una noche de insomnio, al abrir mi
“whats app”, me percaté que me borraron del grupo de esta red social, donde
estamos todos los miembros del grupo de clase; me sentí excluida y enviada a la
periferia. Además, fruto de la publicación y de mi reacción, al reclamar el por qué
de la misma, la líder del grupo convenció a los demás de hacerme la ley del vacío,
advirtiéndoles que, si lo hacían, sufrirían de lo mismo. Aún mis amigas, están
temerosas de la situación y han tomado medidas precautorias, alejándose de mí,
para no sufrir del acaso de esta compañera contra ellas.
Como una solución me acerqué a la tutora de mi grupo para que me orientara en
el manejo de esta situación, por demás difícil de manejar para mí, pues no
encuentro el camino para hacerlo. Al hablar con ella, después de escucharme
atentamente, me dice que estoy exagerando, que no le dé importancia, que son
cosas de gente inmadura y que vaya a la Facultad “por lo mío”, que me “sacuda
eso que están diciendo de mí” y siga adelante. No sé qué hacer: estas situaciones,
triviales para algunos y sin importancia, no lo son para otros. En casa no quiero
comentar lo que estoy viviendo por temor a ser vista como una mujer cobarde, que
sabe cómo defenderse o enfrentar situaciones tan normales hoy día.
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Ahora, aquí, sentada al borde mi cama, medito en el camino que debo seguir y los
pasos a dar para resolver esta situación que me desgasta sobremanera… quiero
seguir estudiando, amo mi carrera, pero no sé cómo sobrevivir en el grupo…
¿Dónde encontraré la salida a esto que me está ocurriendo?

Autor de la redacción del estudio de caso: FADL


Caso 2: Atrapado en el laberinto

Amanece y siento nuevamente el miedo que durante días me ha hecho su presa.


Cada vez es más insostenible acudir a la preparatoria a mis clases, máxime al
sentirme amenazado por Edwin y sus amigos, quienes me han mandado decir, por
mensajes de Facebook y con conocidos, que “me traen de encargo”. Después de
aquella tarde en que me vio platicando con su novia, supuso que ando saliendo
con ella en plan de romance y quiere vengarse; aunque he tratado de aclarar la
situación en varios momentos e incluso, le pedí a Angélica, su novia, que hablara
con él, todo ha sido en vano: su odio, coraje y deseos de hacerme daño van en
aumento. Cuando voy llegando a la preparatoria siento una emoción terrible en la
boca del estómago, además de que mis manos comienzan a sudar y sentir que
recorre mi cuerpo un temblor poco conocido.
Aunque he tratado de ignorar los insultos y agravios que me han proferido en
estos meses, esto me ha afectado sobremanera, ya que me es imposible
concentrarme y estar tranquilo a la hora en que mis profesores imparten las clases
en el día a día. Temo la hora de la salida, ya que sé que Edwin y compañías no
sólo se drogan, sino que cargan armas blancas y tengo miedo que me hagan
algún daño. La semana pasada fui testigo de cómo, a la salida de la prepa, hubo
un pleito entre compañeros y uno de ellos terminó muy golpeado… vi como
sangraba de manera abundante y, quienes estaban observando dicha pelea,
miraban la escena de manera natural y hasta la grababan; para mi sorpresa, por la
tarde, me di cuenta de cómo el video de ese enfrentamiento circulaba por las
principales redes sociales, teniendo cientos de reproducciones en YouTube, o
muchos “likes” en Facebook o Twitter. En ocasiones he llegado a pensar que, muy
pronto, yo seré quien esté en esos videos y que me espera una cama de hospital.
Desde hace tiempo he visto como la violencia en la preparatoria se ha ido
agudizando y manifestando: es cada vez más evidente que este fenómeno se ve
de manera natural y casi nada se hace para contrarrestarlo; ¿acaso estamos
regresando a la época de las cavernas donde la ley del más fuerte se imponía en
las relaciones y convivencia?, quisiera no pensar que es así. Me asusta pensar
que podamos acostumbrarnos a formas de relación donde no se respete la
dignidad, integridad y bienestar físico y emocional de las personas: todas las
instituciones educativas, en cualquiera de sus niveles, deberían hacer algo al
respecto, contrarrestando toda forma de opresión y violencia.
Hoy, al salir de mis clases, e ir rumbo al parabús para tomar el camión, me
estaban esperando Edwin y sus amigos; me emboscaron y comenzaron a
golpearme en diversas partes del cuerpo; recibí insultos de todo tipo y de pronto
sentí como mi ropa se manchaba de la sangre que salía de mi nariz. La golpiza
fue dura, caí en la banqueta casi inconsciente y sentía como iba perdiendo poco a

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poco el sentido, experimentando como entraba en un remolino que me agitaba y


sumergía en un abismo profundo. Desperté en mi casa, asustado de no saber qué
había pasado; mis padres me veían con sorpresa, enojo y frustración, pues no
entendían cómo pudo pasarme esto… entre las primeras preguntas estuvieron las
más comunes: ¿Por qué no te defendiste?, ¿Por qué no reportaste eso en la
escuela?, ¿Por qué no cargas “algo” con qué defenderte?... esas interrogantes
hacían eco en mi mente, en ese momento tan triste, donde me sentía tan
perturbado, lastimado y perdido… más allá de los golpes físicos, el dolor
emocional es inmenso, la sensación de vulnerabilidad, de pensar que a los ojos de
los demás soy un “dejado”, un “cobarde”, alguien “sin carácter o bravura”, para
pelear y devolver golpe por golpe.
Mis padres se presentaron en la preparatoria al día siguiente en que fui golpeado,
para hablar con la directora del plantel, denunciando los hechos. Aunque ella los
escuchó con atención, les comentó que eran “pleitos de adolescentes”, “malos
entendidos”, “cosas de la edad” y que no podía hacer gran cosa, ya que los
hechos ocurrieron fuera de la escuela. Mis padres le comentaron que el acoso y la
violencia hacia mí era sistemática y que se venía ejerciendo desde tiempo atrás,
por medio de insultos, amenazas, publicaciones agresivas en redes sociales,
memes hirientes sobre mi persona y las burlas continuas. Incluso le refirieron que,
uno de los maestros del grupo, se había dado cuenta de la situación y se limitó a
decir que “los problemas entre ustedes arréglenlos fuera de la escuela”, palabra
que mis victimarios se tomaron al pie de la letra.
Haciendo memoria, recuerdo que acudí con mi maestro tutor y él me dijo que
“estuviera alerta” y que “si me pasaba algo” se lo fuera a decir, pero que no podía
hacer nada ya que no había “pruebas”, para poder llamar la atención a esos
compañeros, pidiéndoles me dejaran de acosar. Sobre esto, le comenté que había
recibido insultos y amenazas en Facebook, pero de cuentas “fantasmas”, donde
Edwin y compañeros usaban otras identidades, ocultándose detrás de ellas; el
maestro me dijo que eso “no contaba”, que “no había forma de evidenciar que
eran mis compañeros” y que, ante la carencia de pruebas, no se podía hacer
nada.
Estoy por terminar mi periodo de convalecencia y me toca retornar a la realidad…
una realidad que no me gusta, pues siento más miedo que nunca. Mis agresores
no recibieron castigo ni sanción alguna; he leído mensajes en mis redes sociales
donde unos me compadecen y otros se solidarizan conmigo. Hay quienes me
dicen que ahora tiene que venir mi revancha y que debo darles “duro”, para vengar
la afrenta; de parte de las autoridades escolares no he recibido mensaje alguno de
apoyo o cercanía, sólo un mensaje con la sugerencia de presentar mi
comprobante de incapacidad médica para justificar las inasistencias a clases, en
estos días. Me espera una realidad difícil y dura de enfrentar… aún siento que me
duele el cuerpo, pero quizá me duele más el alma y mi persona. No es fácil curar
las secuelas de la violencia… las heridas internas son las más difíciles en sanar,
pues llevan tiempo, un tiempo no siempre determinado… en medio del laberinto
de mi mente, sólo espero encontrar la salida: espero lograrlo.
Autor de la redacción del estudio de caso: FADL

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Análisis del estudio de caso.

Caso seleccionado:

Responde las preguntas que se presentan a continuación, en torno al estudio de


caso seleccionado.

1.- ¿Qué tipo de violencia o violencias se pueden identificar en el caso


seleccionado?
En el caso seleccionado, se pueden identificar varios tipos de violencia:

a) Violencia física: El protagonista es víctima de agresiones físicas por parte de


Edwin y sus amigos, quienes lo golpean de manera recurrente.

b) Violencia verbal: El acoso verbal es una parte importante de la violencia que


sufre el protagonista. Recibe insultos, amenazas y burlas de sus compañeros,
tanto en persona como en línea, a través de mensajes de Facebook y memes.

c) Violencia psicológica: La constante intimidación y amenazas afectan la salud


emocional del protagonista, generando miedo, ansiedad y una sensación de
vulnerabilidad constante.

2.- ¿Cuáles son las emociones que experimenta la víctima y qué problemas de
personalidad podemos inferir en ella?
Las emociones que experimenta la víctima incluyen el miedo, la ansiedad, la
impotencia, la tristeza y la vergüenza. También puede estar experimentando
síntomas de trauma debido a las agresiones físicas y emocionales. En términos
de problemas de personalidad, es posible inferir que el protagonista está
experimentando una disminución de su autoestima, una sensación de indefensión
aprendida y una posible evitación de situaciones sociales debido al miedo y la
ansiedad que siente.

3.- ¿Qué actitud se asume de parte de los agentes escolares, en el caso


estudiado, y que juicio de valor podemos hacer en torno a ella?
Los agentes escolares, incluyendo la directora y algunos maestros, muestran una
actitud pasiva y minimizadora ante la violencia que está ocurriendo en la
institución. En lugar de tomar medidas concretas para abordar el acoso y proteger
al estudiante, atribuyen los problemas a "cosas de la edad" y no toman en serio
las denuncias. Esto refleja una falta de compromiso y responsabilidad por parte de
la escuela en la protección y bienestar de sus estudiantes.

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4.- ¿Qué rasgos de psicopatía se pueden identificar en el o los agresores,


participantes en la violencia que se está llevando a cabo?
Los agresores, en este caso Edwin y sus amigos, muestran varios rasgos de
psicopatía, como la falta de empatía y remordimientos por sus acciones, así como
una inclinación hacia la violencia y el sadismo. Además, su comportamiento
incluye la intimidación y la manipulación en línea, lo que sugiere un desprecio por
las normas sociales y una búsqueda de poder y control sobre la víctima.

5.- Desde su punto de vista ¿Qué acciones de prevención e intervención necesita


llevar a cabo la institución escolar para atender estas situaciones de violencia?
La institución escolar necesita llevar a cabo una serie de acciones de prevención e
intervención para abordar estas situaciones de violencia:

a) Crear un entorno seguro: La escuela debe garantizar la seguridad de todos los


estudiantes, implementando medidas para prevenir y abordar la violencia.

b) Promover la conciencia y la educación: Se deben llevar a cabo programas de


educación sobre el acoso escolar y sus consecuencias, tanto para estudiantes
como para el personal escolar.

c) Establecer políticas claras: La escuela debe tener políticas y procedimientos


claros para informar sobre el acoso y tomar medidas disciplinarias apropiadas.

d) Apoyo psicológico: Se debe proporcionar apoyo emocional y psicológico a las


víctimas de acoso, incluyendo la posibilidad de asesoramiento y terapia.

e) Involucrar a los padres: Los padres deben ser informados y participar


activamente en la solución de los problemas de acoso escolar.

f) Capacitación del personal: El personal escolar debe recibir capacitación en la


identificación y prevención del acoso escolar, así como en cómo responder
adecuadamente a las denuncias.

g) Fomentar una cultura de respeto: La escuela debe promover una cultura de


respeto, tolerancia y empatía entre los estudiantes, fomentando la inclusión y la
diversidad.

Estas acciones pueden ayudar a prevenir y abordar eficazmente las situaciones


de violencia en la institución escolar.

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