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Hill
Orígenes de la intersección entre Psicoanálisis
y Educación.
Hamid Nazabay
Hamid Nazabay Acerca de O. Pfister y J. Hill.
Palabras iniciales.
Este trabajo fue inicialmente preparado en el marco de la investigación
“Psicoanálisis y Educación”, dirigida por la Profesora Psic. Alicia Kachinovsky,
en la Facultad de Psicología. Me incluí en el último ciclo de curso de la
licenciatura, en el 2003, en el grupo práctico que comenzaba con dicha
investigación, circunscrito en el Curso de Psicología Educacional [ver:
www.psico.edu.uy/academic/educacional/Proyecto%20corregido.pdf].
Esta versión que presentamos ahora, no dista mayormente de la concebida
para aquél entonces, salvo leves modificaciones.
1. Introducción
Psicoanálisis y Educación son dos disciplinas en apariencia divergentes.
La primera con una tarea terapéutica, que se aboca a un sujeto deseante,
heterogéneo, singular. La segunda con una tarea normativa y encauzadora del
sujeto, un sujeto no tenido en cuenta en su deseo, homogeneizado. Este puede ser
el estereotipo que algunos tienen de estas disciplinas. Empero, los psicoanalistas
que se abocaron a la educación y los educadores que hicieron uso del psicoanálisis,
en general, demuestran lo contrario. Interdisciplinariamente pueden perseguir el
mismo fin: la búsqueda de ese saber-aprender basado en el deseo. Es más, muchas
veces el psicoanálisis se prende en una práctica disciplinadora del sujeto y la
educación, por su parte, en una praxis liberadora, o al menos en pro de una libertad
sujetada al deseo del sujeto. En definitiva, desde la teoría y su implementación
práctica, ambas se topan con una realidad indomeñable que se burla y mofa de
ellas. Claro, en eso vamos con Freud, en cuanto a la imposibilidad de estas tareas,
la de educar, la de psicoanalizar y, también menciona, la de gobernar. En este
sentido y yendo al asunto, porque no, mercantil de estas prácticas, algo de lo que el
Psicoanálisis sabe bien, la tarea de educar es la que peor se paga.
Dejando de lado estas especulaciones, entremos en el tema que nos ocupa:
Oskar Pfister y John Hill. Estos dos autores, uno ubicado del lado del Psicoanálisis
y el otro del lado de la Pedagogía, bregaron por una pedagogía analítica, por una
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que por tanto la única muestra con la que contamos de la obra de Hill es una
compilación de artículos publicados bajo el título “La enseñanza y la psicología
del inconsciente”.
Hill tuvo contactos con Freud a través de cartas. Sí tuvo más vinculación
con Anna Freud, puesto que esta se abocó al “psicoanálisis educacional” y
encontraba en Hill un buen maestro, que por la naturaleza de sus teorizaciones,
venía como anillo al dedo con los aspectos adaptacionistas del psicoanálisis a la
educación que ella profesaba.
En “Sueños y Educación”, texto que Hill envió a Sigmund Freud, asevera
que “el psicoanálisis conduce a la verdad del cristianismo”. A esto Freud, en carta
fechada el 18 de febrero de 1928, le exigía explicación y dice no comprender a que
se refiere. (Gay, P., 1986, p. 597).
Hill encontraba una estrecha analogía entre el psicoanálisis y el
cristianismo, puesto que ambos ayudan a despertar y traer a la conciencia los
aspectos más nobles de los humanos. A través del conocimiento del inconsciente,
de los aspectos oscuros de nuestra alma, se puede adoptar una actitud
verdaderamente cristiana ante los demás.
Como podemos ver no sólo era Pfister quien cristianizaba al psicoanálisis.
Quizá sea casual, pero es llamativo que sean educadores los que visualicen estos
elementos.
Freud también recibió por parte de Hill “El maestro en entrenamiento”.
Ante esto Freud le escribe en agradecimiento a Hill por su “buen libro” y le dice
que le interesará mucho a su hija, “... que está trabajando en psicoanálisis
educacional.” (Citado por Ekstein, R., 1976, p. 14). Es curioso que aunque Freud
tuvo noticias sobre Hill jamás hizo a alusión a él en los fragmentos donde se
refirió a los vínculos del psicoanálisis con la educación.
Cuando Sigmund y Anna Freud emigran a Inglaterra tuvieron la nueva
oportunidad de luchar por el psicoanálisis. Anna se presenta por primera vez en
público en el otoño de 1938, donde dictó algunas conferencias para maestros.
Dichas conferencias fueron presididas por John Hill, además de organizarlas y
realizar las invitaciones. Durante la década del ’60, Hill es invitado a Los Angeles
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para dictar conferencias a los maestros de ese lugar, siendo ésta la última noticia
que tenemos sobre su vida.
3.2. El inconsciente y los métodos libres
Hill abogaba por los “métodos libres”. Estos trataban sobre la libertad del
niño a la hora de producir lo que se le demandaba en el aula. Consistían en dejarle
la libertad al niño de crear, en definitiva de dejar que el inconsciente se expresara a
través del libre flotar de la escritura, de las manualidades, de la música, etc.
Evidentemente, para ello, se necesitaba un rol por parte del maestro muy diferente
del tradicional, puesto que implicaba renunciar al saber “maestro” y la categoría de
a-lum-no, a acreditar un saber propio y singular al niño. Saber éste del cual el
escolar no tiene noticia, pero de que se haga consciente es la verdadera función del
educador.
Hill, en su labor de inspector de escuelas, sugirió a varios directores que
dejasen a los niños escribir más de lo común y que corrigieran esos escritos como
lo hacían los maestros de jardín de infantes. Que tratasen el trabajo de los
escolares como los de un colega y no manchasen con tinta roja o comentarios las
creaciones de los niños. Con esto, golpeaba fuertemente a la educación tradicional
y aún más a la educación inglesa, puesto que desenfocaba la formación clásica del
maestro. Lo que Hill pretendía por parte del maestro era, socráticamente hablando,
una labor mayéutica, y no una función depositante y evacuativa de los contenidos
en la mente de los escolares. Así, recomienda no centrarse en lo meramente
intelectual y lógico de la enseñanza, sino en que cada niño, de acuerdo a su
singularidad, vaya construyendo su modo de conocimiento; para ello necesita
formas de expresión. Así, el conocimiento científico debe generarse
placenteramente, como realmente ocurrió con los grandes genios en la historia.
Es importante considerar que si bien muchos maestros obtuvieron
excelentes resultados con los métodos libres, éstos ya estaban versados en los
métodos tradicionales. Es decir que, los maestros que se aboquen a los métodos
libres deberán contar ya con una experiencia sólida en su tarea.
Será importante revisar la concepción que éste autor tenía sobre el
inconsciente. Existe por parte de Hill un afán de justificación y de convencimiento
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hacia los demás de la importancia de este concepto. En tal sentido, toma una
postura biologisista (se apoya en reiteradas ocasiones en Darwin). Homologa los
humanos a los animales. Considera el instinto y la herencia como elementos
centrales en el inconsciente. En la herencia estaría toda la sabiduría de nuestros
ancestros, sabiduría que como aludíamos más arriba, el maestro debe despertar.
Comenta que lo instintivo pugna por expresarse y lo hace parcialmente en los
sueños, a través de imágenes y símbolos que resultan incomprensibles para la
consciencia. Todos estos elementos si bien están basados en Freud, se asemejan
bastante a la teoría junguinana, en cuanto la existencia de determinados arquetipos
que contienen todo un saber colectivo acumulado a lo largo de los siglos y que
deicticamente se expresan en la vida onírica. Esto queda evidenciado cuando Hill
plantea que todos heredamos el mismo inconsciente al igual que los grandes
genios. Este es un punto fuertemente criticado por Follari, por lo cual dice que Hill
“... desvirtúa el legado psicoanalítico.”(Follari, R., 1997, p. 98)
De esta forma la educación apunta evocar lo mejor y lo más útil del
inconsciente para la sociedad civilizada, evitando despertar lo que no lo sea. En
tal sentido se le da una fuerte importancia a la sublimación.
Para Follari, Hill desvirtúa la enseñanza psicoanalítica y considera sus
conceptualizaciones como adaptacionistas, puesto que realiza una lectura
superficial poco especificada conceptualmente. En definitiva Follari no considera
que el de Hill sea un gran aporte. Si bien, teóricamente no constituye un aporte
sólido, sí lo es en cuanto a la ruptura de un paradigma de la enseñanza y una
demostración de que el psicoanálisis puede contribuir, desde el punto de vista
didáctico, con ésta.
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5. Bibliografía consultada
Ansbacher, H. L. y R.R. (1968) Bibliografía de Alfred Adler. En: Adler, A.
Superioridad e Interés social. (pp. 343-360). México: FCE.
Castro, J. (1966) El banco fijo y la mesa colectiva. Montevideo: ICER.
Ekstein, R. (1976) Introducción. En: Hill, J. C. La enseñanza y la psicología
del inconsciente. (pp. 11-14) Buenos Aires: Paidós.
Freud, S. (1998) Introducción a Oskar Pfister, Psychoanalystiche Methode.
(1913). Buenos Aires: Amorrortu ed. V.XII.
-------- (1979) Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico.
(1914). Buenos Aires: Amorrortu ed. V. XIV.
-------- (1980a) Presentación autobiográfica. (1925[1924]) Buenos Aires:
Amorrortu ed. V. XX.
-------- (1980b) Prólogo a August Airchhorn, Verwahrloste Jugend. (1925)
Buenos Aires: Amorrortu ed. V. XIX.
-------- (1980c) 34ª conferencia. Esclarecimientos, aplicaciones, orientaciones.
En: Freud, S. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis.
(1933[1932]).(pp. 126-145). Buenos Aires: Amorrortu ed. V. XXII.
Freud, S. – Pfister, O. (1966) Correspondencia (1909-1939) México: FCE.
Follari, R. (1997) Psicoanálisis y Sociedad: Crítica del dispositivo pedagógico.
Buenos Aires: Lugar.
Gay, P. (1996) Freud. Una vida de nuestro tiempo. Barcelona: Paidós.
Hajer, D. y Videla, M. I. (1995) Freud. Una cronología diferente de sus
relaciones personales. Montevideo: Multiplicidades.
Hill, J. C. (1976) La enseñanza y la psicología del inconsciente. Buenos Aires:
Paidós.
Roudinesco, E. y Plon, M. (1998) Diccionario de psicoanálisis. Barcelona:
Paidós.
Pfister, O. (1947) El psicoanálisis y la educación. (2ª ed.) Buenos Aires:
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