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JAVIER ARIAS MIGUEZ

COMENTARIO DE TEXTO SOBRE “EL PRÍNCIPE” DE


NICOLÁS MAQUIAVELO
En el siguiente ensayo se tratará de realizar un comentario de texto sobre un fragmento de la
obra “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo (1467-1527). “El Príncipe” fue redactado en 1513
dirigido a los Medici debido a que tras el hundimiento de la república Maquiavelo fue destituido de
sus ocupaciones políticas y condenado al ocio forzado. Por lo tanto, el objetivo de Nicolás
Maquiavelo con la redacción de esta obra es alcanzar una vía de acceso a los Medici para poder
conseguir una ocupación política y poner solución a la nefasta situación económica en la que se
encontraba. Durante esta época de ocio forzado Maquiavelo redactó sus tres grandes obras (El
príncipe, Los Discursos de la primera década de Tito Livio y El Arte de la Guerra) que le harán
trascender como el primer escritor político de la Edad Moderna.

Mediante estos escritos Nicolás Maquiavelo da inicio a la orientación historicista que será el
análisis de la situación política del momento en relación con un análisis histórico del orden político
y la lectura de los clásicos. Considera que la única forma de renovación correcta de las sociedades
es mediante la vuelta a sus principios porque estos están dotados de una bondad de la que pueden
tomar una fuerza revitalizan. Maquiavelo identifica esta forma primitiva de las comunidades como
la república libre aunque encuentra esta como meta muy alejada de la situación del momento. Por
lo tanto, considera que la función del político es comparable a la de un príncipe unificador y
reorganizado de Italia. “El príncipe”, más allá del deseo del autor de volver a sus ocupaciones
políticas, nace con el fin de constituir los orígenes del poder y la estructura del mismo.

La preocupación por la decadencia política de Maquiavelo se debe a un período donde Italia


podía ser comparada con un campo de batalla. Se trata de una Italia dividida en cinco estados sin
ninguna clase de unificación o organización que lo conforman el Reino de Nápoles, los Estados
Pontificados, la República de Venecia, el Ducado de Milán y la República de Florencia. Los
combates entre estos Estados eran comunes y estos se aliaban con potencias extranjeras en
búsqueda de adquirir un poder mayor para combatir dentro del territorio italiano. Dos grandes
actores en esta desastrosa situación socio-política fue, en primer lugar, Carlos V, emperador del
Reino de España, ya que la ocupación del terreno italiano era esencial para vencer su rivalidad con
el rey francés Francis I de Valois. Y, en segundo lugar, un gran actor en este contexto en el que
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Maquiavelo escribió “El Príncipe” fue el Papa quién por aquel entonces tenía una potestad
incomparable a la actual y los Estados Pontificados cubrían el centro de la península itálica teniendo
así un gran territorio a su disposición (Los Estados Pontificados tenían una extensión de 4.140.700
hectáreas que para hacernos a la idea del territorio que supone a cargo del Papa lo comparo con la
Ciudad del Vaticano que cuenta con un total de 44 hectáreas).

Para la correcta comprensión de la obra de Maquiavelo es necesario detenerse en dos


concepto de gran importancia en “El Príncipe”: fortuna y virtud. En primer lugar, la fortuna es un
componente en la política que hace referencia a la época y las circunstancias del momento que
transcurre y esto no esta dentro del control del príncipe; la situación puede ser favorable para
gobernar y esto facilitará en gran medida la acción del principado. Sin embargo, en caso de ser
desfavorable será más complejo manejar la situación política y aquí es donde la virtud ha de actuar
por completo. La virtud esta presente tanto en situaciones favorables como desfavorables pero de
forma más activa en las segundas ya que se trata de la capacidad de predecir los acontecimientos de
la fortuna. La virtud es la capacidad que uno tiene para controlar en cierta medida la fortuna, es
decir, ante las situaciones de un contexto político-social concreto la capacidad de actuación y
adecuación para sobrevenirlo correctamente.

La obra completa esta estructurada en 26 breves capítulos en torno al principado introducidos


por una carta de Nicolás Maquiavelo a Lorenzo de Medici donde le presenta la obra como un regalo
para poder volver a formar parte del equipo de gobierno de la República de Florencia ya que había
sido destituido de sus labores como hemos visto anteriormente. En este caso el fragmento que
tratamos transcurre del capítulo 15 al 19 donde en rasgos muy generales trata como el príncipe ha
de cultivar sus virtudes para ser respetado y evitar el odio de los súbditos. Todo esto es ejemplifica
do por medio de un acercamiento histórico a ciertos gobernantes anteriores. Por otro lado, el texto
esta escrito de forma clara sin incurrir en ambigüedades donde las conclusiones que alcanza son
claras y justificadas donde claramente se trata de un discurso político.

El fragmento que tratamos de la obra en la realización de este trabajo trata, como hemos visto
en el párrafo anterior, sobre como un buen príncipe ha de esquivar el odio mediante la práctica de
las virtudes pero, puede resultar un tanto desconcertante como Maquiavelo se refiere a las virtudes
correctas en un príncipe ya que puede resultar contradictorio a nuestra concepción de virtud.
Maquiavelo considera que la práctica del bien en un principado puede ser causa de ruina ya que, en
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ocasiones, es necesaria la práctica del mal para poder sobrevenir los infortunios. Por lo tanto, un
príncipe ha de aprender a no ser bueno y saber practicarlo en caso de ser necesario.

Por otro lado, considera que la prodigalidad como norma general lleva al principado a la
ruina; para gobernar es de mayor utilidad la avaricia ya que permite enriquecer el territorio y
superar las adversidades sin necesidad de gravar al pueblo ya que tocar lo que es de los súbditos es
de las acciones que más odio suscitan. Otro de los grandes temas de esta obra y que se trata en este
fragmento es el amor y el temor en un príncipe. Maquiavelo considera que para mantener un
principado es mejor ser temido ya que el hombre tiene mayor facilidad para ofender a lo amado que
lo temido; además, el temor está en la mano del príncipe y un buen príncipe ha de gobernar por sus
propios medios sin confiar en lo que el pueblo pueda proporcionarle. En cambio, el temor ha de
tener cierto límite ya que este puede llevar al odio y eso terminar con el príncipe en cuestión. La
línea infranqueable para mantener el temor y el odio separado es no quitar al pueblo lo que es del
pueblo porque esto, como ya hemos señalado, es una de las vías más directas al odio. Por último,
señala que un príncipe ha de tener la capacidad de engañar y jugar con la ley y la fuerza para prever
las trampas y enfrentarse a lo que la fortuna le ponga delante. Aunque un príncipe no posea todas
las virtudes descritas ha de tener la capacidad de aparentarlas y en ocasiones es de mayor utilidad
poder aparentarlas que tenerlas de verdad; esto supone tener la capacidad de adaptarse a las
circunstancias de la fortuna. Todas las formas que acabamos de ver para esquivar el odio propuestas
por Maquiavelo no son meras habladurías sin respaldar; el último capítulo del fragmento esta
dedicado a ver las diferentes formas de evitar el desprecio respaldadas por ejemplos históricos de
gobernadores de la antigüedad.

Una vez vistas las características generales del autor, la obra y, de forma más concreta, el
fragmento sobre el que estamos trabajando querría ver la trascendencia que tiene la conclusión
alcanzada por Nicolás Maquiavelo. Esta obra, junto con las que escribe durante su condena al ocio
forzado, dan comienzo a la política moderna; la política y la forma en la que esta se comprende
sufren un giro trascendental. Las ideas que Maquiavelo propone entorno al correcto funcionamiento
de un principado se verán reflejadas en la creación del estado moderno en autores como Thomas
Hobbes y Jean-Jacques Rousseau. Antes de comenzar a hablar de como esta obra influye en la
creación de lo que ahora llamamos Estado me gustaría tratar una interpretación de “El Príncipe” que
incluye Antonio Gramsci en su obra “Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado
moderno”.
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Gramsci plantea que “El príncipe moderno, el mito-príncipe, no puede ser una persona real,
un individuo concreto; sólo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en el cual
comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la acción.
Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo histórico y es el partido político: la primera
célula en la que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva que tienden a devenir universales y
totales.” (Gramsci, 1980:12). Antonio Gramsci en este fragmento plantea al príncipe descrito por
Maquiavelo como un ente que representa la voluntad general, es decir, el Estado. Como se alcanza
el consenso respecto a la voluntad general se ve reflejado en las diferentes aportaciones que
encontramos entorno a lo denominado contrato social de las que me centraré en las interpretaciones
de Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau porque comprenden la naturaleza del hombre de
forma contraria pero en ambos podemos ver un claro reflejo de la obra de Maquiavelo en su
concepción.

Thomas Hobbes comprende a el hombre como conflictivo en el sentido de que el hombre


tiende a confrontarse a otros hombres; considera que los hombre son malos por naturaleza y así se
ve reflejado en lo que respecta al contrato social. Hobbes señala que “un Estado ha sido instituido
cuando una multitud de hombres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto
hombre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona
de todos (es decir, de ser su representante). Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro
como los que han votado en contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de este hombre o
asamblea de hombres, lo mismo que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre
sí y ser protegidos contra otros hombres”(Hobbes, 1980:142). En este caso el Estado se forma por
medio de una mayoría pero no se alcanza el consenso entre los hombres; estos deciden lo más
conveniente para sus intereses personales y se le otorga a la persona que logra la mayoría de
votantes el poder de representación. Las personas que forman parte de la elección seguirán activas
políticamente para autorizar las decisiones del representante aunque votasen o no a favor de este. En
este caso la figura de príncipe de Maquiavelo recae sobre el representante escogido pero,
comprendido como voluntad colectiva lo que el príncipe representa, recae sobre la suma de las
decisiones personales de cada hombre formando así la voluntad de la mayoría. Esto refleja el
egoísmo que Hobbes atribuye al hombre por naturaleza ya que al defender lo intereses particulares
y formar una mayoría se acepta la exclusión de la minoría que reflejado en repetidas ocasiones lleva
a conflictos.
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En cambio, Jean-Jacques Rousseau considera que el ser humano es bueno por naturaleza y
que es la sociedad quien lo corrompe. En este caso el contrato social es comprendido como
“Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y a
los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino
a sí mismo y quede tan libre como antes” (Rousseau, 2012:45). Rousseau comprende en un contrato
social mucho más consensuada que Hobbes donde los ciudadanos de un territorio abandonan ciertos
intereses particulares porque no aportan a la voluntad general y, sin embargo, esta incluye todo lo
necesario para la vida; en este caso es necesario que las personas sean capaces de vivir con lo
necesario y, si es preciso, abandonar cierto exceso. Para que esto suceda correctamente Rousseau
considera que es necesaria la igualdad, concepto que será la base de su crítica principal, donde
señala que “respecto a la igualdad no hay que entender por esta palabra que los grados de poder y
de riqueza sean absolutamente los mismos, sino que, en cuanto concierne al poder, que éste quede
por encima de toda violencia y nunca que se ejerza sino en virtud de la categoría y de las leyes, y
en cuanto a la riqueza, que ningún ciudadano sea tan opulento como para poder comprar a otro, y
ninguno tan pobre como para verse obligado a venderse” (Rousseau, 2012:80).

La crítica principal que se hace a la concepción de voluntad general formulada por Rousseau
es que se olvida de que la sociedad se basa en un conflicto entre dos clases desde las primeras
sociedades. Karl Marx y Friedrich Engels señalan la evolución de este conflicto en las primeras
líneas del “Manifiesto Comunista”: “La historia de todas las sociedades que han existido hasta
nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos,
señores y siervos, maestro y oficiales, en una palabra opresores y oprimidos se enfrentaron siempre,
mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó
siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases
beligerantes.” (Marx y Engels, 2016:22). La propuesta de Rousseau se aleja de la situación real ya
que el planteamiento que hace de igualdad es poco probable de alcanzar porque la sociedad desde el
comienzo de la historia se basa en un conflicto entre una clase trabajadora y una clase poderosa
cuyos miembros no están dispuestos a abandonar el bienestar que les aporta su situación superior.

Vista la figura de príncipe propuesta por Maquiavelo de forma más moderno donde este sea la
personificación de la voluntad colectiva y no recaiga solo en una persona la obra que hemos
analizado tiene un valor trascendental que aún a día de hoy esta completamente presente. Hobbes en
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“Leviatán” refleja esta figura de príncipe modernizada y, en la misma obra, da con la organización
político-social a la que nos referimos como Estado. Aunque la propuesta de Rousseau pueda ser más
ideal Hobbes es más acertado con la naturaleza humana y la realidad. Como hemos visto, partiendo
de la naturaleza egoísta del ser propone conformar la organización territorial por medio de la
representación mayoritaria donde los individuos eligen teniendo en cuenta sus intereses particulares
aunque esto suponga el desplazamiento de las minorías y conlleve situaciones indeseables para
estas en ciertas ocasiones. En conclusión, “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo forma las bases con
las que más tarde se formaría el concepto de lo que ahora conocemos como Estado y gobierno
representativo; por lo tanto, la obra analizada es de gran importancia para la historia del
pensamiento.

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Referencias bibliográficas

Gramsci, A. (1980). Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Nueva

Visión.

Hobbes, T. (1980). Leviatán (Fondo de Cultura Económica).

Maquiavelo, N. (1998). El Príncipe (M. A. Granada, Trans.). Alianza Editorial.

Marx, K., & Engels, F. (2016). OBRAS ESCOGIDAS (Vol. 1). Akai.

Rousseau, J. J. (2012). Contrato Social. Austral.

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