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El siguiente ensayo versa sobre uno de los capítulos de la obra “Dos tratados sobre el
gobierno civil” de John Locke que será de gran utilidad para el desarrollo del pensamiento
político liberal. La obra fue publicada en 1690 de forma anónima durante la época literaria más
activa del autor. John Locke vivió el auge de los absolutismos y por su oposición a estos se vio
en la obligación de exiliarse en dos ocasiones: el primer exilo fue en Francia de 1675 a 1679 y el
segundo a Holanda de 1683 a 1688. Después de su exilio en Holanda fue cuando John Locke
más activo estuvo literariamente y publicó las que serían sus grandes obras: “Carta sobre la
tolerancia”, “Dos tratados sobre el gobierno civil” y “Ensayo sobre el entendimiento humano”.
El capítulo que extraemos del libro “Dos tratados sobre el gobierno civil” pertenece al
segundo tratado y lo denomina “De la propiedad”. Como bien indica el título John Locke trata
durante el fragmento el concepto de propiedad y cómo es posible la adquisición de esta. El
objetivo del autor es mostrar cómo los hombres pueden llegar a poseer la tierra sin necesidad de
pactar con toda la humanidad.
La justi cación para que el hombre sea capaz de apropiarse de lo que la naturaleza nos
proporciona son las necesidades del propio ser que le exigirán requerir de un medio para poder
adquirir lo que la tierra produce. Este medio es el trabajo; mediante el trabajo realizado por el
hombre para extraer la cosa de la condición común en la que la había colocado la naturaleza le
añade un valor que la excluye del derecho común de las personas. Es decir, al modi car el modo
en el que la naturaleza proporciona las cosas queda bajo el derecho del que lo modi ca.
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JAVIER ARIAS MIGUEZ
Esta ley de razón al igual que nos proporciona la propiedad también nos la limita. El
hombre puede apropiarse de una cosa mediante su trabajo en la medida en la que este pueda
pueda hacer un uso provechoso de esta. Lo que excede del límite de las cosas que un hombre
puede utilizar pertenece a la comunidad; nada de la pertenencia común fue creado para ser
malgastado o destruido. Apropiarse de cosas que no van a ser utilizadas provechosamente y no
cederlas a los demás va en contra de la ley natural que rige el proceso de apropiación; acaparar
una cantidad mayor de la que se puede utilizar esta considerado una estupidez y una falta de
honestidad.
Respecto a esto puntualiza que el hecho de que un hombre ocupe una parte de tierra no
supone ninguna consecuencia negativa al resto de hombres ya que hay tierra de la misma calidad
que pueden utilizar los que aún no la tienen; apropiarse la tierra no disminuye la cantidad que
queda a disposición de los demás. Quién se entromete en las propiedades de los demás va en
contra de la ley natural que rige el proceso de apropiación; quejarse de lo obtenido por una
persona mediante su trabajo es una búsqueda de aprovechar los esfuerzos realizados por esta.
Hay tierra de igual calidad para todos los seres y quejarse de lo obtenido por alguien no persigue
volver a hacer común lo que Dios nos entregó, sino apropiarse de un esfuerzo que no le
pertenece.
Una vez leído el capítulo donde John Locke trata la propiedad me resulta imposible
pasar por el alto la importancia que le atribuye al trabajo. Locke introduce una idea rompedora
con su tiempo al darle tal relevancia al trabajo que no volveremos a observar hasta el siglo XIX en
el capital de Marx. La importancia que atribuye al trabajo en el proceso de apropiación de las
cosas tiene cierta relación con cómo podría llegar a ser el funcionamiento de este proceso si el
dinero no rigiese la apropiación de bienes. En cambio, la existencia de bienes no perecederos
hace necesaria la invención de algo que sirva como valor de cambio como el dinero. La aparición
de este hace que el trabajo, generalmente, vaya orientado a la apropiación de dinero para poder
adueñarnos de los bienes que nos resulten necesarios o se nos antojen.
Sin embargo, bajo mi parecer, el dinero corrompe el proceso para apropiarse de los
bienes estrictamente necesarios para la subsistencia ya que el hombre deja de buscar mediante
el trabajo lo justo y necesario para conservar su vida y comienza a adquirir y aumentar sus bienes
con el objetivo de maximizar el bene cio que adquiere por el comercio de este. Locke no ignora
esta consecuencia del dinero pero tampoco se opone a ella; es consciente de que si no
existiesen bienes tan valiosos y duraderos (aunque en muchas ocasiones inútiles) como para
mantenerlos atesorados no sería necesaria la existencia del dinero pero como no es de ese modo
se necesita cuanti car de alguna manera el valor que se le atribuye a estos.
Resulta muy sencillo oponerse a la creación del dinero porque nace de la necesidad de
cosas no perecederas e inútiles que nacen a las que les damos un valor mucho mayor de su
necesidad y, como consecuencia, hacen más inaccesibles objetos verdaderamente necesarios
para la vida. El hecho de complicar el acceso a bienes esenciales para la supervivencia hace que
un porcentaje de la sociedad se vea obligado a vivir por debajo de un umbral de vida mínimo
siendo una situación inaceptable para cualquier persona con el mínimo sentido de compasión.
En cambio, hay otros factores a tener en cuenta en el proceso de creación del dinero, el propio
Locke puntualiza la exigencia que supone el crecimiento de las sociedades para la aparición del
dinero. Las comunidades alcanzan cierto tamaño en el cual no puede regir los procesos de
apropiación la ley del trabajo haciendo necesario la aprobación del dinero por mutuo acuerdo
para poder adquirir bienes.
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