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De uso Facial:
• Lupa: Permite la observación amplia de las estructuras.
• Luz de wood: se diagnostica estudiando las diferentes tonalidades de la
fluorescencia que se obtiene.
• Medidor de hidratación: Dispositivo de análisis que determina el grado de
hidratación de la capa córnea mediante valores de conductividad o resistencia.
• Sebómetro: Equipo que determina la cantidad de sebo en la piel mediante el uso
de un fotómetro que mide la transmisión de la luz a través de una película a la que
se adhiere el sebo.
• Cutómetro: Dispositivo que mide la elasticidad de la piel mediante presión de aire.
• Analizador facial: Dispositivo electrónico que analiza la piel en función de su
hidratación y concentración lipídica.
• Microcámara: Videocámara que magnifica la imagen tomada de la superficie
cutánea.
De uso corporal:
• Cinta métrica: Se utiliza en la medición del cuerpo, tanto inicialmente para
determinar las proporciones como para valorar la evolución de los tratamientos.
• Tallímetro: Consta de un pie con una varilla extensible y permite relacionar las
mediciones con la altura.
• Báscula: Elemento que sirve para medir pesos.
• Báscula analizadora: Equipo que incorpora un microprocesador para obtener;
además del peso, la valoración porcentual de la grasa y del agua corporal.
• Termografía: Sistema de diagnóstico de la celulitis mediante placas captadoras de
la radiación infrarroja emitida por el cuerpo.
• Plicómetro: Instrumento en forma de tenaza que mide el pliegue adiposo.
• Programas informáticos: permiten, mediante la introducción de una serie de datos
como el peso, la talla, la edad o las alteraciones morfológicas, diseñar protocolos,
prescribir y hacer el seguimiento de los tratamientos.
Aunque el orden de estos puntos se puede alterar en función de las preferencias, cada
uno de estos apartados debe desarrollarse según la información recogida y las
características y requerimientos del cliente.
Una vez que el asesor ha comunicado las mejores opciones al alcance del cliente para
conseguir resultados y que el cliente haya decidido cuales quiere llevar a cabo, es el
momento de pasar a la acción.
Programamos el horario de todas las actividades consultando la agenda de los
colaboradores. El asesor debe saber que técnicas se deben hacer antes que otras, y ante
dudas, consultarlas. Así y teniendo en cuenta los horarios del cliente, confecciona el
calendario de acción, que organiza el tiempo de cada uno de los procesos.
Periódicamente, con una frecuencia bisemanal, se mantiene reuniones en las que se va
evaluando la evolución del cliente y el grado de satisfacción con los objetivos logrados,
así como si fuera necesario hacer algún ajuste de planificación.
El empleo de programas informáticos que nos permitan anotar valores para confeccionar
gráficas facilitan el control de los cambios. También podrían tomarse fotografías una vez
al mes como registro físico de dicha evolución.