El fenómeno circulatorio ha seguido el curso del crecimiento de las ciudades.
Actualmente representa un símbolo de progreso, rapidez y comodidad, pero es a la vez un problema social de primer orden. Según datos recogidos por el Ministerio del Interior, durante el período comprendido entre 1994 al 2006 se produjo 651 mil 348 accidentes tránsito, que ocasionaron la muerte de 29 mil 534 peruanos. Constatar tan dramática realidad, nos obliga a plantear la necesidad de desarrollar, tanto hábitos como actitudes seguras y responsables de los ciudadanos hacia el uso de las vías públicas y los vehículos. Es decir: la adquisición de valores viales en los ciudadanos, algo que constituye un paso más que el conocimiento de normas y señales de circulación. Históricamente, la Educación Vial ha sido un tema que ha preocupado tanto a nivel social como educativo. A nivel social, por las consecuencias socio- económicas derivadas de los accidentes de tráfico, y a nivel educativo, desde la tarea preventiva que podía realizar la Escuela. En el ámbito escolar, la Educación Vial debe tener un enfoque preventivo y transformador que no esté únicamente centrado en el aprendizaje de conceptos o procedimientos. Se trataría más bien de impulsar un cambio de determinadas actitudes por parte del alumnado; actitudes que sean perdurables a lo largo del tiempo y que a su vez, fomenten valores socialmente deseables. Consecuentemente, para que la Educación Vial sea una realidad eficaz, se precisa de una presencia constante en todas y cada una de las fases de formación de los ciudadanos, desde los primeros años de vida, por el constante y fuerte protagonismo del tráfico en nuestra sociedad. En la perspectiva de evitar los accidentes de tráfico en los peatones, viajeros y conductores de cada comunidad, es necesario instituir para su aplicación, objetivos fundamentales de la educación vial tales como: • Crear actitudes de prevención, y conocer y emplear técnicas defensivas en relación al tráfico. • Conocer las normas de Circulación Peatonal en carretera, tener un comportamiento adecuado como peatón en el uso de las vías públicas y fomentar actitudes de convivencia ciudadana. • Utilizar adecuadamente y con sentido de responsabilidad los transportes particulares y colectivos como viajeros. • Crear actitudes de respeto a las normas y hacia los agentes de circulación como servidores en la vigilancia y orden del tráfico. • Interpretar situaciones y crear hábitos de prudencia en relación al tráfico • Conocer y practicar las primeras medidas de seguridad en caso de accidente, así como las normas de socorrismo y primeros auxilios.
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• Identificar los principales grupos de riesgo y analizar dónde, cómo y cuándo se producen los accidentes de tráfico • Comportarse de manera responsable en la conducción de bicicletas y ciclomotores teniendo conciencia de los peligros que pueda suponer con respeto a las normas y señales relativas a la circulación de tales vehículos. • Valorar las campañas institucionales en relación a la mejora de la seguridad del tráfico.