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DOCENTE:
ING. DANIEL OCTAVIO ROQUE ROQUE
PRESENTADO POR:
TORREBLANCA MARIÑO FELIPE
HORARIO:
VIERNES 2:00 - 4:00 PM
AREQUIPA-PERÚ2021
FILOSOFÍA COMO ACTITUD HUMANA
RESUMEN:
El propósito del presente artículo es incentivar la reflexión sobre la filosofía como actitud
humana desde el punto de vista ontológico –amor a la sabiduría– y posteriormente
comprenderla como epísteme. Para ello, se realizó una investigación de carácter documental,
siendo la revisión bibliográfica la técnica de recolección de información. Como seguimiento de
lo antes expuesto, se realiza la construcción de ambas definiciones por parte de la autora del
artículo, en aras de operacionalizar las mismas en el ámbito educativo, específicamente en el
deber ser del desempeño docente. Finalmente, se esboza la visualización del docente como
investigador de su propia práctica a partir de determinados postulados, arrojando como
resultado una abstracción de la concepción filosófica del docente partiendo de su actitud
humana, es decir, amor y dedicación al proceso instrucción-aprendizaje.
INTRODUCCIÓN:
Se entiende por actitud filosófica una toma de postura frente al mundo, al saber, a la
sociedad y a sí mismo. Es la actitud que asume quien busca “pensar por sí mismo”, al
ser crítico frente a los supuestos que fundamentan a las sociedades y al sujeto. Formar
la actitud filosófica es formar el hábito de “pensar por sí mismo”, tal como lo reza
modernamente el lema kantiano; es fomentar el placer por el saber (del latín sabor), por
la investigación al avivar el asombro (Aristóteles). En síntesis, es cultivar desde la actitud
filosófica una vida práctica, que en el mundo antiguo se caracterizaba por unas
tecnologías propias para su consecución, reflejadas en el arte de vivir en un ser que se
gobierna a sí mismo, en un estilo de vida único, como llegó a formular Foucault en sus
últimos escritos. Es decir, una ética y una estética de la existencia. En palabras de
Werner Jaeger, Paideia: “La obediencia del alma al logos es lo que llamamos dominio de
sí mismo”.
Formar la actitud filosófica significa colocar como objetos de reflexión e investigación los
supuestos con que trabajan las disciplinas y los participantes en el proceso educativo,
estableciendo un puente entre el saber cotidiano y el saber de las disciplinas para que el
proceso educativo sea vital y responda al contexto en el cual se desenvuelve en un
saber-hacer. En otras palabras, es hacer del conocimiento y del proceso de enseñanza y
aprendizaje un asunto de investigación constante en permanente cambio y actualización,
en el cual el sujeto asuma por sí mismo los procesos que ameritan su transformación, en
un mundo inmerso en procesos de globalización que exige de él desde principios
autónomos, conocerse, cuidarse y gobernarse a sí mismo, en la constitución de una
democracia que ha de tener al otro como referente de vida, de cooperación y de
construcción de sociedades justas, disensuales y plurales.
¿Cuándo y por qué la actitud filosófica debe estar presente en el proceso educativo,
ético y político? ¿Cuáles son las condiciones para su desarrollo? ¿Hasta dónde, en el
impulso de la cultura en la cual se encuentra inscrito el sujeto, el ethos, la moral, la
política, la libertad, la ciencia y la vida misma, esta presente la actitud filosófica? Son en
esencia estos interrogantes, la preocupación y el derrotero sobre el cual gira este trabajo
y de hecho conducen a revisar la filosofía de la práctica educativa, y por lo tanto
reivindicar una nueva actitud reflexiva y crítica de la educación y del sujeto
contemporáneo. Es decir, hoy la solución a los graves problemas que aquejan a la
humanidad pasa por la mirada que se tiene del sujeto.
La obra, que es la vida modelada como acto, es amada y apreciada por el artista, pues
lo más deleitoso y bien hecho es el acto mismo, es la amistad que se lleva a cabo con el
saber, en nuestro caso la disposición de actitud hacia la filosofía, ya que todo hombre
revela lo que él es por medio de la disposición que le permite asumir la vida como
riesgo, pensarla distinto a como se la piensa y llegar a ser un creador. Es decir, rompe
con la reproducción del vivir y del pensar como mera repetición.
CONCLUSIONES:
A tenor de lo expresado, la instrucción es sólo una ayuda para que las personas aprendan,
la manera de prestar esta ayuda puede ser adecuada o inadecuada; sin embargo, no es
fácil determinar cuál de estas dos se ha elegido, sobre todo cuando no se ha presentado la
ocasión de comparar entre dos formas de instrucción. Inevitablemente, se adapta la mente y
el cuerpo a ingeniárselas para retener un cúmulo de conocimientos en unas cuantas horas,
sin tener la oportunidad de aprehenderlos provechosamente y plantear dudas.
Sencillamente, la rapidez con la cual se bombardea al alumno en las mal llamadas “clases
magistrales” no permite la formulación de interrogantes.
Lamentablemente, la formación académica del docente, ha sido bajo éste patrón de
instrucción, por consiguiente, es una especie de contrato de adhesión, lo toma o lo deja, sin
opinar; el alumno se amolda a esa instrucción en la cual el docente es un ser “superior”
cuyas clases constituyen un total monólogo. Educar es instruir a tener criterio propio,
orientar al alumno a pensar, a ser libres pensadores, incentivar al alumno a no dejarse
enamorar por lo impreso, y ver más allá, leer absolutamente todo con una visión crítica, sin
aceptarlo ab initio por el hecho de estar plasmado en un famoso libro o porque la mayoría
de las personas consideran irrefutable tal cosa.
En un salón de clases deben ser tan importantes las ideas expresadas por el mediador
como las ideas de cada uno de los participantes. El mediador debe conocer estrategias para
lograr en el alumno la espontánea manifestación de sus inquietudes, plantearle problemas,
situaciones y guiarlo hasta que el participante exprese su opinión, establezca sus propias
conclusiones, e interactúe con los demás participantes y sientan la emoción de haber
logrado el aprendizaje.
Como seguimiento de lo anterior, el docente desempeña competencias de investigador,
orientador, mediador, facilitador de conocimientos e integrador de los mismos. No obstante,
la implementación de esta concepción filosófica de instrucción y logro del aprendizaje en
todos los niveles educativos, conlleva a la preparación del profesor en mediador.
Por tanto, capacitar todo el personal educativo, administrativo y docente a aceptar lo nuevo
con una visión flexible, constituye un aliciente económico para incentivar la actualización y
recobrar el sentimiento y responsabilidad, que implica instruir y aprender a instruir.
Asimismo, el docente debe admitir la inexistencia de la verdad absoluta e internalizar que él
es sólo un soporte, un guía, un mediador del aprendizaje, a objeto de realizarse como un
verdadero profesional de la docencia, cumpliendo una función orientadora en la búsqueda
de material referencial, reorganizando las ideas contradictorias y disímiles, incentivando la
discusión y encauzando ésta a la búsqueda y planteamiento de conclusiones. Todo ello, a
través de la profundización de los argumentos expuestos, orientando en el establecimiento
de las reglas para regir la dinámica grupal y sustituyendo la realización de evaluaciones
basadas en la intuición y la memoria, por evaluaciones diarias en las cuales se perciba y se
palpe profundamente el desempeño de cada participante.
Retomando el término actitud humana, se infiere la actividad docente como amor y
dedicación al proceso instrucción- aprendizaje, considerando al alumno un ser único, objeto
de estudio y análisis constante para lograr influir en el desarrollo integral del mismo.
Igualmente, al docente lo debe distinguir con respecto a otras profesiones, su actitud
humana ante la investigación e indagación continua y permanente de su entorno, del hecho
educativo, en la búsqueda de situaciones de investigación.
Como complemento, el docente como científico debe considerar la verdad alcanzada a
través de la aplicación de determinados métodos fundamentados en posturas y enfoques
paradigmáticos, como un conocimiento relativamente estable, pues quien procede con
correcto espíritu científico no toma las verdades obtenidas como dogmas. He allí la
importancia de la actitud humana ante la sabiduría, por cuanto los conocimientos se
aceptan como aproximaciones a la verdad, lo cual implica reconocer el desconocimiento y
mantener viva el ansia de aprender.
A modo de conclusión, citar a dos grandes doctrinarios quienes brevemente exponen dos
pensamiento que sirven de epílogo de este artículo: “Tener dinero permite que un hombre
sobreviva sin educación, y la educación permite que un hombre sobreviva sin dinero”.
“A aquellos que educan bien a los niños corresponde mayor honor que a quienes los
conciben, porque éstos sólo les dan la vida mientras que aquellos les dan el arte de la vida
buena”.
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